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xxxviii. una victoria y una pérdida


VICTORIA,
capitulo treinta y ocho: una victoria y una pérdida!



Seúl, Corea del Sur.

          MARKUS ESPERÓ PACIENTEMENTE EN EL QUINJET JUNTO CON CLINT Y NATASHA, mientras que Steve y los dos espías rusos se dirigían hacia el centro científico donde la doctora Helen Cho trabajaba, con ánimos de no haber llegado en momentos inoportunos. Natasha se encontraba silenciosamente mirando hacia el frente, con sus ojos justo poniendo el centro médico como objetivo, algo que causó curiosidad entre Clint y Markus. El castaño sabía que la pelirroja estaba albergando un gran rencor hacia alguien y él ya podría tener una idea de quien se podía tratar. Clint maniobró el quinjet de manera tal de estar a una distancia segura para estar listos en el caso de que el robot maniático elaborado por Tony y Bruce decidiese hacer una aparición estrella volando por los aires como lo hizo el día anterior. No habían tenido noticias de Stark o el menor de los Orlov en el tiempo que tardaron en dirigirse a Seúl desde Oslo, pero Markus esperó que aquel "aliado" que tenían fuese de mucha ayuda en lo que parecía ser una guerra entre el humano y la máquina.

          Markus recordó inevitablemente las palabras del libro "Yo, Robot".

          (Y por un momento pensó que todo esto se trataba de un mal chiste.)

          Clint giró el quinjet, fijándose en las tres figuras que trotaban rápidamente hacia el centro: Steve Rogers, Dominica Viktor y Mikhail Orlov.

          —Dos minutos, Hawkeye—sentenció el capitán—. Quédate cerca.

          —¿Algún plan que tengas en mente, Cap?—le preguntó Mikhail.

          —Solo iremos de reconocimiento, si podemos extraer a la doctora Cho—respondió Steve con la mirada al frente, sin aminorar su paso—. La pondremos a salvo. Clint, Natasha y Markus serán nuestros ojos allá afuera si debemos entrar en un plan B.

          —Algo me dice que tendremos que entrar en un plan B—farfulló Dominica algo inquieta.

          —¿Qué te hace pensar eso, agente Viktor?—le preguntó de vuelta.

          Dominica miró seriamente a Steve—Mis instintos femeninos, capitán Rogers.

          Markus y Natasha tuvieron que sofocar una carcajada ante el comentario hecho por la espía rubia. Los tres agentes del quinjet observaron como entraban al centro médico sigilosamente, perdiéndose entre el complejo lleno de vidrios y ventanas. Esperaron, esperaron y esperaron, hasta que eventualmente eso le trajo un dolor de cabeza agudo a Markus y él se levantó de su asiento para girarse, entrando en su lugar cerrado de su mente donde apareció, justo frente a él, la figura de Wanda Maximoff. Su expresión no era apacible y arrogante como antes, si no que esta fue reemplazada por un semblante de preocupación y miedo albergado en su cabeza.

          Wanda Maximoff estaba asustada.

          —¿A qué has venido esta vez, Wanda?—le preguntó Markus de manera escéptica—. ¿A plagar mi mente de malos recuerdos? Nah, dudo que puedas hacerle lo mismo que le hiciste a mi mujer.

          —Me equivoqué contigo, Markus—señaló ella intentando buscar una excusa.

          —Corrección: te equivocaste al meterte conmigo.

          —No sabíamos cuáles eran las verdaderas intenciones de Ultrón—dijo la castaña dando un paso hacia él—. Yo...no puedo leer su mente, pero...pude leer la cuna en la que estaba creando al androide.

          Markus frunció el ceño de manera pronunciada.

          ¿Qué era lo que estaba creando Ultrón?

          —La carga iba a la mitad cuando realmente supimos las intenciones que él tenía—prosiguió la bruja y negó rápidamente con la cabeza—. Quité a la doctora que nos ayudaba de su control mental y escapamos.

          —Dijiste que había una cuna allí, ¿qué cuna?

          —La Cuna de Regeneración—respondió Wanda y bajó la mirada—. Deben detenerlo, Markus. Ultrón matará a todo ser viviente de este planeta si consigue terminar en ese androide.

          —¡Markus!—llamó Natasha.

           Y él súbitamente se vio en el quinjet otra vez. Envuelto en un ambiente tenso ya que Clint estaba maniobrando la aeronave en una dirección diferente, siguiendo al capitán hacia una gran autopista dispuesta en un círculo gigante. El castaño miró al frente, observando que había un camión algo largo allí y se temió que Wanda tuviese razón, confirmando todo lo que podría pasar en los siguientes minutos — Markus no será un adivino, pero esperó que lo que la bruja dijo se trataba de una simple broma.

          —Ultrón escapó e hirió a todo el personal médico de la doctora Cho, incluyéndola a ella—le dijo Romanoff.

          —¿Eso fue lo que me perdí?—preguntó Markus con diversión.

          —Estabas en una especie de trance—inquirió ella alzando una ceja—. ¿Pasó algo?

          —Huh, es complicado explicarlo...—se rascó la nuca—. Pero estaba hablando con Wanda Maximof.

          —¿Tú qué?

          —Sí, ya sé, estuve hablando con el enemigo—asintió el castaño antes de dirigir su mirada hacia Clint—. ¿Cuáles son las órdenes?

          —Tenemos que seguir a este camión y...—el arquero miró en dirección hacia una pantalla—. Identifico cuatro formas sin pulso, son ellos. Hay tres con la Cuna, uno en la cabina. Puedo acabar con el conductor.

          —¡No lo hagas!—bramó Dominica por los comunicadores—. Destruimos esa cuna y se desatará el verdadero infierno en la Tierra.

          —Si se estrella, la gema destruiría la ciudad y a nosotros con ella—sentenció Steve—. Hay que sacar a Ultrón. Dominica y Mikhail me ayudarán con eso.

          Clint giró en la intersección, los tres agentes encontrándose con el capitán Rogers agarrado a una puerta mientras que Mikhail y Dominica se agarraban de los costados del camión.

          —No está muy contento—dijo Mikhail por el comunicador—. Vamos a intentar que siga así.

          —Debo recordarles que no son capaces de derribarlo, ¿verdad?—les comentó Clint desde el asiento de piloto.

          Dominica le enseñó el dedo medio—My tozhe tebya lyubim, strelka (También te queremos, tiraflechas).

          El camión se fue alejando en dirección al centro de la ciudad y Clint se concentró en perseguirlo a gran velocidad, pasando por entremedio de dos edificios para continuar con la persecución en la calle principal; Steve, Dominica y Mikhail estaban entablando una pelea con el gran robot, el cual no había cambiado de forma todavía y se encontraba desconectado con la Cuna.

          Esa era la oportunidad.

          —Chicos, creo que es un buen momento para poder intervenir—señaló Clint.

          Para cuando Markus se giró, Natasha estaba colocando un código en el compartimento que se encontraba en el centro del quinjet, abriéndolo de manera horizontal y Markus se le unió a su lado, encontrándose con una motocicleta. Markus le guiñó el ojo a la pelirroja antes de subirse, logrando que ella soltase un gruñido, sentándose detrás de él sin antes darle un pellizco en la pierna a forma de advertencia. Clint les dio la cuenta regresiva al mismo tiempo que Markus encendía el motor de la motocicleta y las compuertas se abrieron, dejando salir a la motocicleta en la calle, la cual tomó velocidad instantáneamente para seguir de cerca el camión del laboratorio.

          Markus esquivó varios altos con gran habilidad, Natasha ladeó la cabeza a un lado y señaló algo al frente.

          —¡Es el escudo de Steve!—exclamó Markus—. ¡Agárralo!

          —Hombres—pensó Natasha rodando los ojos—. Me paso el día recogiendo sus cosas.

          Markus se inclinó en un momento, permitiéndole a Natasha tomar el escudo del capitán para colgárselo en la espalda.

          —Están debajo del paso elevado, no tengo tiro—dijo Clint.

          —¿Por dónde?—inquirió Natasha.

          —A la derecha...ahora.

          Markus giró estrepitosamente hacia la derecha, esquivando gente que estaba en la calle, dirigiéndose a un callejón que hacía intersección con la calle por la que el camión pasaba al mismo tiempo. El castaño se inclinó otra vez, pasando por el espacio que había entre las ruedas y Natasha preparó el escudo para lanzárselo a Steve. Ultrón observó a los dos agentes de la motocicleta y levantó un pedazo de tierra para detenerlos, haciendo que Markus frenase de golpe — soltó un gruñido al ver que el camión volvía a alejarse, acelerando otra vez. Dos robots emergieron del fondo del camión, disparándoles a ambos. Natasha abrió fuego, pero al ver que era de largo alcance, Markus tomó un atajo mediante unas escaleras.

          —¡Apártense del camino!—exclamó él pasando por las escaleras—. ¡Disculpen!

          —¡¿Alguien puede sacar a los guardias de ese camión?!—exclamó Natasha.

          —Voy—exclamó el arquero.

          En una de las esquinas, el quinjet apareció y abrió fuego en dirección a Ultrón y eso atrajo la atención de los dos robots que estaban dentro del camión, volando en dirección al quinjet, este alejándose de las calles. Aquello fue suficiente incentivo para Markus y aceleró pasando por una avenida en contramano, acercándose a gran velocidad. Un tren pasó a su lado y Steve terminó junto con Ultrón en el mismo, haciéndole un agujero gigante al vagón. Dominica y Mikhail saltaron inmediatamente para asistirle.

          —Los robots vuelven hacia ustedes—advirtió Clint—. Lo que vayan a hacer, háganlo ya.

          —De acuerdo, vamos a entrar—declaró Markus acercándose más al camión.

          —Chicos, ¿pueden distraerlo?—inquirió Natasha.

          La voz de Dominica sonó exasperada—¿Qué piensas que estuvimos haciendo todo este tiempo, Tasha?

          Markus aceleró más y Natasha se paró sobre sus hombros, saltando en dirección al camión para terminar dentro de él. Belova aceleró un poco más para saltar por su cuenta y soltó un gruñido antes de pegar el salto que lo dejó junto a la pelirroja, destruyendo la motocicleta en el camino. El par de agentes se acercó a la mítica Cuna de Regeneración, observando el cuerpo de un androide siendo creado en su interior, donde había una gema amarilla en su cabeza que resaltaba del resto de su cuerpo. Natasha vio el progreso de carga y soltó un respingo al ver que estaba a un 86% de su totalidad.

          —¿Puedes anularlo?—preguntó el castaño.

          Natasha negó—Esta cosa no me deja.

          —Entonces lo anulamos a balazos—Belova apuntó a la cuna con su arma.

          —Tú sí que tienes un deseo de m...

          Repentinamente, el camión empezó a elevarse y eso provocó que los dos perdiesen el equilibrio, sujetándose a las correas de seguridad que tenía la cuna. Markus soltó un gruñido mientras miraba hacia atrás, la calle ya alejándose de ellos rápidamente por los propulsores que estaban dispuestos a los lados de la caja del camión. El castaño esperó al menos que su pareja tuviese un plan luego de que los dos robots los tomasen por sorpresa para ejecutar todo tipo de opciones que Ultrón tenía bajo su manga robótica.

          —De acuerdo, el paquete está en el aire—dijo Clint—. Lo tengo a tiro.

          Markus se llevó el dedo al comunicador—¡Como te atrevas a disparar, Barton, te mataré con mis propias manos!

          —Seguimos en el camión, Clint—declaró Natasha con urgencia.

          —¿Pero qué mierda están haciendo?

          Natasha miró a Markus antes de empezar a cortar las correas—Te vamos a mandar el paquete.

          —¿Cómo quieren que lo reciba?

          —Huh, quizá prefieras no saberlo.

          —¡Lo hemos perdido!—exclamó Mikhail por los comunicadores—. ¡Ultrón va hacia ustedes!

          —Y esa es nuestra señal para irnos, livvy (cariño)—dijo Markus cortando otra correa.

          Natasha colocó un explosivo y los dos empujaron la cuna, montándose en ella, agarrados el uno del otro mientras que la cuna se acercaba hacia la compuerta del quinjet en un movimiento tan limpio que Markus chilló de alegría. Los dos agentes estuvieron en el aire por un momento, solo un mísero momento, donde se ejecutaba el plan a la perfección y la cuna ingresaba correctamente en el quinjet. La explosión efectuada detrás de ellos les dio la señal que la cabina del camión había sido destruida de manera eficiente y Markus sabía que el plan B había salido de maravilla. Bueno, al menos antes de que algo le tomase del pie y se lo llevase al cielo junto con Natasha, el grito de Clint siendo la última cosa que escucharon antes de caer descuidadamente por el cielo.

          —¡Mierda!—bramó Clint por los comunicadores—. ¡¿Han visto a Markus y a Nat?!

          —Si tienes el paquete, llévaselo a Stark. ¡Vamos!

          Markus lanzó un puñetazo a Ultrón, los dos luchando hasta que este le propinó un buen golpe a Belova, haciéndole perder la consciencia en el aire para tomarlo junto con la pelirroja y alejarse de Seúl rápidamente.




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Sokovia, Europa del Este — 9 horas después.

          Un fuerte dolor de cabeza hizo que Markus Belova soltase un gemido de dolor, desorbitándolo a niveles casi catastróficos, justo como se sintió cuando el antiguo agente de SHIELD, Coulson, le administró esa droga experimental para sedarlo a él y a su equipo. Eso sí que fue una gran patada a la cabeza, pero en ese momento no se sentía tan intenso como se sentía en ese mismo instante. El hombre de cabellos castaños buscó a tientas algo en su traje, un arma, su comunicador, algo que fuese tangible para él; lo suficiente para sentirlo. Él no flotaba, pero se encontraba recostado en una superficie dura, rasposa, posiblemente llena de tierra y él se permitió abrir los ojos — sorprendiéndose por encontrarse en los pasillos de la base de Sokovia.

          Había vuelta al principio de lo que parecía ser su miseria.

          Y estaba tan, pero tan solo.

          (El hecho de volver a despertarse dentro de su propia mente empezaba a perturbarlo más y más.)

          —Ya despertaste.

          Markus giró su cabeza, encontrándose con la figura de Wanda Maximoff recostada justo como lo estaba él. Su semblante había cambiado: ya no había arrogancia, ya no había miedo, solamente un sentimiento muy esperanzado en sus facciones; como si ella realmente estuviese aliviada de verlo con vida. Belova intentó levantarse, pero al ver que volvería a marearse y perder la compostura, decidió mantener la cabeza recostada en el suelo — Wanda ni siquiera se inmutó.

          —¿Qué haces en mi mente, Wanda?—preguntó él con solemnidad—. ¿Por qué despierto siempre aquí?

          —Tu mente alberga un don muy especial como tus poderes, Markus—respondió ella con poca sabiduría—. Tu mente se sana a sí misma, como puede sanar a muchas más, pero las cicatrices permanecen allí por siempre.

          —Tú sabes qué tipo de poderes tengo, ¿verdad?

          Wanda le miró seriamente, con sus orbes rojos resplandecientes como nunca, antes de cerrarlos y concentrarse en aquel espacio recóndito donde se encontraban.

          —Tú no puedes ser destruido tan fácilmente, Markus. Te fragmentas, pero no te deshaces, eres una presencia que continúa existiendo en el mundo y cada vez que te lastimas vuelves a ponerte de pie—sentenció la bruja con los ojos cerrados—. Te recompones, vuelves a la pelea y continúas. Eres como una especie de fuego que no se extingue, que no se apaga. Puedes desintegrar cosas con tus manos, hacerlas cenizas, puedes protegerte a ti mismo y a otros.

          —¿Y por qué dijiste que no puedo controlarlo?

          —Buscaba intimidarte, tu poder crecerá, Markus y si no sabes cómo controlarlo...—dijo ella sentándose—. Eso puede llegar a destruirte.

          —¿Y cómo diablos evito eso?

          Wanda ladeó un poco su cabeza—No te dejes consumir por el odio que llevas dentro, sobre quien eras antes, acéptalo. Enfrenta el problema que tienes ahora.

          —¿Detener a un robot extremadamente maniático?—el castaño alzó una ceja.

          —Nos volveremos a encontrar, Markus, tenlo por seguro—le dijo Wanda sonriendo de lado.

          Markus estuvo a punto de detenerla, pero una carga eléctrica fue lo que terminó por levantarlo por completo, sacándolo de aquel lugar donde todo parecía estar seguro. El castaño abrió los ojos, sintiendo que todo se encontraba desenfocado a su alrededor y que una gran sombra tapaba algo que el buscaba ver con tanta desesperación. Unos ojos rojos lo miraban curiosamente, pero estos no pertenecían a los de la muchacha Maximoff, estos eran más ceñidos, más macabros y albergaban algo que Markus no podía leer al tener una cara metálica mirándole tan fijamente. Ultrón observó desde su lugar de pie como el hombre de cabellos castaños finalmente despertaba luego de su pequeña pelea campal en el medio del aire, un poco alejados de Seúl.

          Él había perdido la cuna, pero se había encontrado con dos Vengadores.

          —Oh, ya despertaste—espetó el robot con alivio—. Creía que te había matado allá arriba.

          —Va a ser difícil acabar con mi vida, robot de mierda.

          Ultrón rodó los ojos—Vamos, ¿por qué tan hostil?

          —¿Dónde estoy?—preguntó este sentándose y el robot hizo un gesto distraído—. Si no quieres que sea hostil contigo, entonces responde la puta pregunta.

          —Bien, bien—señaló Ultrón alzando ambas manos—. Estamos en mi laboratorio de ensamblaje—y su mirada se dirigió hacia las incontables máquinas en funcionamiento, las cuales eran manejadas por robots, ensamblando más y más cosas—. Donde estoy haciendo obras de arte para que la humanidad pueda ver en mi iglesia de esperanza.

          Markus se puso de pie—Esa es la mentira más falsa que podrías haberte inventado.

          —Ya sé, pero me gusta ponerle dramatismo al asunto—sentenció Ultrón bajando su mirada hacia el espía—. Además, estaba buscando hablar contigo.

          Markus alzó una ceja, preguntándose qué clase de preguntas podría tener un robot maniático asesino que buscaba la exterminación de todo ser vivo en la tierra, o tal vez se preguntaba cómo serían los últimos pensamientos de un ser humano al ver que todo lo que él conocía se podría esfumar simplemente en un maldito chasquido — Markus miró fijamente hacia el robot, quien parecía analizarle en todo momento y al parecer le convenía simplemente verlo y no hacer preguntas. ¿Pero qué podía preguntarle al enemigo estando tan cerca?¿Qué pasaría con ellos?¿Qué haría una vez que haya cumplido su cometido?

          Le parecían absurdas todas ellas.

          Extremadamente, torpemente e inútilmente absurdas.

          (Markus era un asesino, maldita sea, él debía saber cómo derrotar al enemigo.)

          Cuando se giró, buscó a Natasha Romanoff con la mirada, recordando que ella y él estaban agarrados a la Cuna de Regeneración antes de hacerla desprender del camión para pasarla al quinjet y ponerla a salvo con Clint. ¿Acaso ella habría escapado? No había rastro de ella en donde él se encontraba y eso que tenía un gran ejercito de robots en su contra si intentase salir de aquel lugar a balazos y puñetazos.

          —Si es que buscas a tu...compañera—sentenció el robot a sus espaldas y Markus se giró rápidamente—. ¿Romanoff, verdad?

          —¿Dónde está?—inquirió Markus sintiendo que sus orbes azules se estaban volviendo naranjas.

          —Solo para que sepas, no la he lastimado.

          —No me tragaré esa mentira.

          —¿Tragarte?—preguntó Ultrón confundido—. Los humanos son tan creativos con su vocabulario, hay veces que lo olvido.

          —No me hagas poner más enojado de lo que ya estoy—masculló el castaño dando un paso al frente y bajó su mano para agarrar su arma, la cual, francamente, no estaba en su funda.

          Ultrón soltó una carcajada y Markus lo fulminó con la mirada.

          El robot no era nada estúpido.

          Y Markus lo mataría.

          Pero, primero, él necesitaba un plan.

          —Mi cerebro contempla todas las posibilidades, Markus—respondió el robot dando un paso hacia él—. Desde que puedes usar tu cuchillo hasta cuando puedas agarrar algún elemento filoso de alguna de las máquinas para matarme. No lo intentes, es básicamente inútil—Markus soltó un bufido, destensándose—. ¿Lo ves? Ya estás relajado, entonces podremos hablar tranquilamente como seres civilizados.

          —Dudo que tu programación sepa verdaderamente que es un ser "civilizado"—replicó el castaño cruzándose de brazos.

          Ultrón ladeó la cabeza—Según varias fuentes, los seres civilizados se definen como "seres que se comportan de manera educada y correcta".

          Markus quería partirle la cara a aquel tipo.

          Sin embargo, él podía tomar la charla de Ultrón a su favor.

          —Bien, ¿querías que hablemos?—preguntó Belova abriendo ambos brazos—. Hablemos. ¿Por qué me has traído aquí?

          Ultrón empezó a caminar en dirección hacia las máquinas y Markus lo siguió detrás, como si fuese un simple cachorro asustado, esperando la respuesta a su primera pregunta. Siguiendo al robot, Markus pudo observar que muchos otros más, de menor tamaño que el de él, estaban ensamblando partes para poder formar cuerpos y varias chispas salían de las tareas que hacían, provocando que el castaño desviase la mirada para evitar lastimarse.

          —Mi plan de usar la cuna diseñada por la doctora Cho fue frustrado cuando tú y tu circo de payasos de cuarta decidieron irrumpir—respondió Ultrón mirando a Markus de reojo—. Y ya no tengo a mi creación, lo único que me queda es deshacerme de ustedes y generar un nuevo orden.

          —En cierta forma...—declaró el castaño sonriendo de lado—. Ganamos.

          —Yo...no lo diría de esa forma—espetó el robot de manera descuidada—. Llamémoslo un empate, 50-50.

          —No tienes a tu creación, lo cual me sonaba más a un arma de destrucción masiva que a un androide—añadió Belova girando su cuerpo hacia el robot, completamente a la defensiva—. No tienes nada. Absolutamente nada para poder vencernos.

          —Los humanos no entienden todo, de eso me doy cuenta más y más—recalcó Ultrón como si fuese un hecho—. Solamente rascan la superficie y no saben mirar más allá. La cosa que les quité, el cetro, puedo ver su energía en ti.

          Markus se tensó y apretó sus puños, poniéndose alerta.

          ¿Qué estaba insinuando?

          —Lamentablemente, no puedo quitártela—sentenció el robot sonando algo decepcionado—. Y no podría cargarme a un cuerpo orgánico y desechable como el tuyo.

          La furia de Markus se hacía más evidente—Estoy conteniendo mis ganas de arrancarte la cabeza, no me tientes.

          —Oh, ya sé que te estoy haciendo enojar, los humanos son muy susceptibles—respondió él y señaló al final de la habitación—. Pero dudo que quieras hacerlo sabiendo que ella está muy cerca.

          Markus ladeó su cabeza hacia la dirección donde Ultrón señalaba y se encontró con la figura de Romanoff, quien estaba despertando de su larga siesta. Markus salió corriendo hacia ella y no tardó en tomarla en sus brazos para luego mirar en dirección a Ultrón, quien empezaba a tocar electrodos de otro cuerpo con gran habilidad, como si los dos humanos que estaban ahí no le traerían problemas en absoluto.

          —No soy tan fan de las películas u encuentros románticos, pero ustedes dos hacen una gran pareja—espetó el robot mientras trabajaba—. Me alegra que te hayas despertado, quería enseñarles a los dos esto...no tengo a nadie más.

          Markus acomodó a Natasha para sentarse y Ultrón continuó hablando:

          —Pienso mucho en los meteoritos. En su pureza. ¡Bum! El fin. Y el empezar de nuevo. Un mundo limpio...—empezó a caminar en dirección a ellos, logrando que los dos agentes caminasen hacia atrás—. Para que lo reconstruya el hombre nuevo. Yo iba a ser nuevo. Iba a ser hermoso.

          Natasha jadeó mientras miraba al robot.

          —El mundo habría mirado hacia el cielo y habría visto esperanza—señaló él con solemnidad en sus palabras—. Misericordia.

          Ultrón, al parecer, tenía una idea muy errónea de los humanos.

          —Pero mirarán hacia arriba con horror...por su culpa—dijo entonces él, caminando hacia su dirección—. Me han herido. Les reconoceré el mérito, son asesinos habilidosos. Pero, como dicen, lo que no te mata...

          Súbitamente, ese cuerpo activo fue despedazado y surgió otro un poco más grande, con una estructura mucho más medida y resistente, dejando que el último Ultrón se esparciese, provocando que los dos agentes se refugiasen detrás de una celda vieja, la cual el robó cerró frente a ellos.

          —Simplemente me hace más fuerte—concluyó el robot.

          Al ser encerrados, Markus rodeó a Natasha de manera protectora, mientras que la pelirroja intentaba establecer un contexto a toda la situación al encontrarse tan desorientada. Si habían vuelto a Sokovia, solo se encontraban ellos dos y Ultrón les habría quitado sus comunicadores para evitar que ellos contactasen a sus compañeros de equipo — el enemigo parecía estar a un paso más adelante que ellos.

          —¿Dónde estamos?—preguntó Natasha en un susurro.

          —Juzgando por este laboratorio, estamos en la base que le pertenecía a HYDRA—respondió Markus bajando su voz—. Ultrón nos quitó las armas y los comunicadores, tenemos que buscar una manera de salir y contactarnos con el equipo.

          —¿Qué ocurrió con la cuna?

          —Clint debe de habérsela llevado a Stark. Escuché que Steve le ordenó eso la última vez.

          El rostro de Natasha por un momento se iluminó y Markus alzó una ceja, ella se levantó rápidamente, alejándose de él, para empezar a rebuscar unas cosas.

          —¿Qué estás haciendo?—le preguntó él desde su lugar.

          —Tengo una idea de cómo contactarlos—le dijo ella antes de sonreír.




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