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xxxix. todo vuelve a un lugar


VICTORIA,
capitulo treinta y nueve: todo vuelve a un lugar!



          MARKUS SABÍA QUE NATASHA SIEMPRE TENÍA UN PLAN PARA TODO, era como si él ni siquiera tuviese que preguntar "¿Y qué diablos hacemos ahora?", la pelirroja ya tenía previsto al menos unos cinco planes diferentes para poder ejecutar. En completo silencio, los dos espías se escabulleron en la celda donde Ultrón les había puesto antes y comenzaron a buscar en la chatarra electrónica que había esparcida por ahí, hasta que Romanoff encontró un botón de pulsaciones donde lo conectó a un cable. Markus no tuvo que preguntar ni adivinar, el castaño simplemente sabía que Natasha estaría siempre un paso más adelante que él: utilizarían la misma cosa que los llevaba años atrás cuando todos se encontraban juntos, el famoso Código Morse. Markus ayudó a la pelirroja a montar una estación pequeña y discreta para poder comunicarse con el equipo y ella empezó a buscar la frecuencia que los Vengadores tenían, pulsando de vez en cuando para hacer contacto.

          —Pokhozhe, proshli eony s tekh por, kak my v posledniy raz ispol'zovali etot metod (Parece que pasaron eones desde la última vez que utilizamos este método)—le dijo Markus en ruso.

          —No vse-taki eto bylo effektivno (Pero fue efectivo, después de todo)—respondió la pelirroja mirándolo de soslayo—. Nam udalos' sozdat' svoy sobstvennyy yazyk i poetomu my vsegda byli na shag vperedi nikh (Logramos generar nuestro propio lenguaje y por ello siempre estuvimos un paso más adelante que ellos).

          Markus bufó—Kto by mog podumat', chto s etim my popytayemsya odnazhdy noch'yu sbezhat' iz Akademii? (¿Quién iba a pensar que con eso intentaríamos escapar una noche de la Academia?).

          El semblante de Natasha se ensombreció y pulsó dos veces el botón mientras esperaba. Markus se quedó en silencio, esperando a que ella dijese algo, pero, sabiendo cómo ella recordaba esa noche, parecía no ser un buen tópico para hablar. El castaño se sentó a su lado mientras ella se comunicaba con el código, en silencio, intentando de pensar en un recuerdo más agradable que esa noche — pero reviviendo la pesadilla de todas formas. Los dos revivieron ese recuerdo como si hubiese pasado justamente el día anterior y Markus llegó a la conclusión de que nunca habían hablado de ello.

          Ni siquiera una vez.

          Markus no entendía por qué él no se lo había preguntado antes.

          —YA dumayu, chto nashel chastotu (Creo que encontré la frecuencia)—anunció Natasha.

          —¿Por qué lo hiciste?—preguntó Markus súbitamente en su idioma común y la pelirroja alzó una ceja en su dirección—. Esa noche que intentamos escapar de la Academia, en el auto, cuando nos encontraron. ¿Por qué te entregaste? Podrías haberte ahorrado unos buenos azotes.

          La expresión de su pareja era nostálgica.

          Casi idéntica a la que tenía ella esa misma noche.

          Era palpable.

          Él podía recordar tan bien el miedo que reinaba en los ojos de ella esa noche, el temblor que tenía su labio y diablos, como el propio Markus temblaba del miedo al haberse lanzado a la fosa de los lobos con tan solo su cuerpo y espíritu para poder enfrentar solo las consecuencias de los actos orquestados por todo el equipo. Natasha no había hablado sobre ello porque simplemente no había nada más de lo que hablar sobre ese momento — era algo que pertenecía al pasado y que se quedaría en el pasado. Sin embargo, ella no aminoraba el hecho de que Markus se había entregado como un maldito mártir solamente para evitar que su hermana u ella u el equipo terminasen lastimados; eso llegó a enojarla y a respetarlo en cierto sentido. Le hizo interesarse en él desde aquel primer momento, a pesar de haberlo visto al principio de todo, nadie había llegado a cautivarla de una manera tan estúpida e imprudente como lo había hecho Markus. Súbitamente, Natasha agarró su mano, colocándolas entre las suyas. Sus orbes claros miraron en dirección a Markus y había demasiada solemnidad en ellos.

          —Por que era una carga que no debías llevar solo—espetó ella mirándole fijamente—. Además de ser un movimiento muy estúpido e imprudente, era algo que no debías enfrentarte solamente tú. Pero sé cuales eran tus verdaderas intenciones en ese momento.

          Y había tanta emoción en aquellas palabras, que Markus no podía llegar a soportar.

          Él definitivamente no merecía a aquella mujer.

          —Tú decidiste tomar las riendas de una consecuencia que debíamos afrontar todos, pero decidiste protegerlos por que eso es lo que nos enseñan en un equipo—sentenció la pelirroja con honestidad—. Nos protegemos entre nosotros y así fue durante muchos años. Yo no quería que sufrieses ese castigo solo.

          Markus sonrió y abrazó a Natasha, quien no dudó en devolverle ese abrazo.

          —Hemos sufrido por mucho tiempo—dijo él pasando una mano por su cabello pelirrojo—. Pero aquí estamos, de pie, intentando salvar el mundo. ¿Quién lo diría?

          —Pierda toda la esperanza todo aquel que entre—se mofó ella.

          Belova se separó un poco de ella—Y vea que el infierno es el verdadero cielo.

          Ellos, finalmente, habían sido las personas que estaban reinando en el infierno durante todo este tiempo. Sin embargo, ellos no permitirían consumirse en sus llamas, si no que harían consumir a sus más grandes enemigos en ellas. Romanoff prosiguió a enviar un par de mensajes de auxilio a la frecuencia encontrada, esperando que alguno de los miembros del equipo respondiese a sus mensajes, hasta que su sonrisa se ensanchó al sentir las pulsaciones de respuesta por parte del equipo.

          —Udalos' nayti chastotu? (¿Lograste encontrar la frecuencia?)—inquirió Markus.

          Natasha asintió—Da, Clint seychas vozvodit v kvadrat nashi koordinaty. Krovatka s Stark (Sí, Clint está cuadrando nuestras coordenadas ahora mismo. La cuna está con Stark).

          —YA prosto nadeyus', chto on ne oblazhayetsya (Solo espero que él no meta la pata).

          —Inogda Stark byvayet bezrassudnym, no v bol'shinstve sluchayev on uchitsya na svoikh chertovykh oshibkakh. On uzhe bol'shoy mal'chik (Stark es imprudente a veces, pero muchas de esas veces aprende de sus malditos errores. Ya es un niño grande).

          Se quedó en silencio al escuchar el resto del mensaje.

          —Kogda priyedet Stiv, komanda podgotovitsya i razrabotayet plan, kak priyti i spasti nas (El equipo se preparará cuando Steve llegue y trazarán un plan para venir a rescatarnos)—anunció Natasha mientras asentía—. I Stark tvorit chto-to bezumnoye s Kolybel'yu vozrozhdeniya (Y Stark está haciendo algo loco con la Cuna de Regeneración).

          —Ponimayete? ya govoril tebe (¿Ves? Te lo dije).

          —Nesmotrya na to, chto Stark byl vysokomernym egotsentrikom, ya yemu doveryayu (A pesar de que Stark sea un egocéntrico arrogante, confío en él).

          —K sozhaleniyu, ya tozhe (Lamentablemente, yo también)—murmuró Markus rodando ambos ojos.

          —Clint uzhe znayet koordinaty (Clint ya tiene las coordenadas)—sentenció la pelirroja—. Nam ostayetsya tol'ko zhdat' (Solo nos queda esperar).

          El castaño abrió ambos brazos y Natasha buscó refugio en ellos, tomando, así como un simple contacto que parecía tan íntimo para ellos — algo tan cercano e imprevisto, lo que terminaba manteniéndolos unidos. Los dos finalmente decidieron esperar con paciencia, simplemente sumiéndose al silencio mientras que las esperanzas de salir con vida aumentaban. Markus enterró su nariz en el cabello pelirrojo corto de su pareja, percibiendo aquel olor a pétalos que seguía estando con persistencia entre sus cabellos. Ninguno de los dos sabía como podrían terminar las cosas, sin embargo, ellos aún tenían una pizca de esperanza que sus compañeros encontrarían una posible salida de todo esto. La pelirroja se removió un poco en su lugar, atrayendo la atención del castaño, sacándolo de su trance.

          —Cuando termine esto, ¿cómo seguirán las cosas?—inquirió Natasha con profundidad—. En relación a nosotros.

          Markus alzó una ceja—Te refieres a cómo tendremos un hijo, ¿verdad?

          —Ajá.

          —No lo sé, podríamos adoptar. Una niña vendría bien.

          —¿En serio? Yo creía que un tendríamos un niño—dijo ella separándose un poco de él, mirándolo de forma suspicaz.

          —¿Tú quieres un niño?

          Natasha asintió, completamente convencida, mientras que Markus rodó los ojos con diversión — parecía más que claro que ella quería tener un niño, a pesar de que Markus en un principio creyó que ella les tenía más cariño a las niñas, teniendo en cuenta como era su relación con Lila Barton. Sin embargo, su relación con Cooper también era muy buena, pero ella se inclinaba más a los niños al ver una conexión tan genuina como la que Markus tenía con el hijo de Barton — entonces, él se lo concedería. En cuanto todo terminase, ellos tendrían la misión de buscar a un legado para poder continuar el camino que muy pocos (debido a su línea de trabajo) logran recorrer.

          —Seremos padres, ¿verdad?—preguntó Markus en un murmullo.

          —Definitivamente seremos padres—respondió Natasha mirando a Markus—. A pesar de que eso no sea posible biológicamente, seremos padres.

          —Y eso te asusta.

          Ella lo fulminó con la mirada—Por supuesto que no.

          —Ajá, intentaré creer en eso.

          La pelirroja soltó una carcajada con humor, dejando que Markus se le uniese mientras que Ultrón empezaba a mover a su gran masa de robots que producirían el cataclismo final. Por un momento, Markus volvió a dormirse, encontrándose a salvo junto con su pareja y el silencio había reinado en todo el lugar — siendo ellos los únicos prisioneros con vida en aquel lugar tan oscuro y desolado. Markus despertó soltando un respingo cuando escuchó un estruendo a lo lejos, llevándolo inevitablemente a buscar el arma que no tenía en su funda guardada; el castaño maldijo en voz baja antes de sacudir suavemente a Natasha.

          —¿Qué...?—dijo ella y Markus le tapó la boca.

          —My ne odni net (No estamos solos, Nat)—sentenció el espía.

          —I u nas net nashego oruzhiya (Y no tenemos nuestras armas)—masculló ella en ruso, a punto de ponerse de pie—. Fantastika (Fantástico).

          —¡Natasha!¡Markus!—exclamó alguien a lo lejos.

          Natasha y Markus alzaron sus cejas, caminando en dirección a la puerta de la celda donde se encontraban y volvieron a escuchar que alguien más llamaba sus nombres. Cada vez, las voces eran más que claras y finalmente, Bruce Banner y Mikhail Orlov aparecieron en frente de la celda — encontrándose con sus dos compañeros desaparecidos. Markus sonrió de lado, finalmente aliviado de saber que sus amigos verdaderamente los habían encontrado y que saldrían de la celda donde Ultrón los aprisionó.

          —¿Están bien?—preguntó Mikhail.

          —Mejor que nunca, colega—dijo Markus con ambas manos en los barrotes—. Supongo que tienes una llave para sacarnos de aquí.

          —¿Dónde está el equipo?—inquirió Romanoff.

          —El equipo está en la ciudad—respondió Bruce mirando a la pareja—. Y va a arder.

          Eso no era nada prometedor a oídos de Markus.

          Súbitamente, ahí lo entendió.

          Ultrón estaba a punto de usar Sokovia como un arma para poder demostrar que tan equivocado estaba sobre la raza humana y eso lo demostraría al mundo entero, antes de sucumbirlo en una gigante y grata miseria frente a la posible falla que podrían tener los Vengadores para protegerla. Si Bruce estaba en lo cierto, ellos deberían moverse con rapidez para poder asistir al equipo y tal vez esa hasta podría llegar a ser la última misión que podrían tener a mano antes de encontrarse con la muerte.

          —Y lamento romper este emotivo momento—añadió el espía ruso de cabellos negros antes de entregarles un juego de comunicadores a los espías—. Pero tenemos que irnos. Bruce, haz los honores.

          El científico sacó un arma que provocó que Markus y Natasha se apartasen de la puerta de la celda. Banner abrió fuego, desintegrando el cierre de la celda para que los dos espías la abran rápidamente; finalmente estando junto a los otros dos Vengadores. Bruce dejó la gran arma a un lado y Natasha miró con preocupación a las dos personas que vinieron a buscarlos.

          —¿Cuál es el plan?

          —Ustedes tres van con el resto del equipo mientras que yo me pongo a salvo de herir a más civiles—declaró Bruce con solemnidad.

          —El trabajo no está terminado, Bruce—replicó el castaño.

          —Podré ayudar en la evacuación—insistió el científico—. Pero no puedo estar cerca de civiles, después de lo que pasó en África. Sé que ustedes también han hecho suficiente.

          —¿Entonces, qué?—dijo Natasha antes de mirar a Markus—. ¿Simplemente desaparecemos?

          Repentinamente, el suelo empezó a temblar y varias partes del suelo se quebraron, provocando que escombros cayesen en dirección a ellos. Markus y el resto esquivaron como pudieron, pero el lugar se estaba viniendo abajo rápidamente. El castaño miró en dirección a Mikhail y la mirada que él le envió no le consoló en nada.

          —¿Qué diablos va a hacer?—preguntó Natasha.

          Markus lo entendió.

          Él iba a hacer Sokovia su maldito meteorito.

          —¡Markus, Mikhail, Natasha!—exclamó Dominica al otro lado—. Lo que sea que estén haciendo, déjenlo para otro momento. ¡Ultrón está haciendo volar Sokovia!

          —La función ha comenzado—dijo Bruce mirando hacia el cielo.

          —¿No te vas a poner verde?—espetó Natasha.

          —Me gustaría permanecer en calma, gracias.

          Markus y Natasha se miraron entre ellos, antes de lanzar a Bruce hacia un hueco de una patada, dejándolo caer para que este se convirtiera en la otra persona que necesitaban para poder llegar al equipo. Un rugido no tardó en surgir de aquel agujero y Hulk hizo acto de presencia frente a ellos. El mayor de los Orlov soltó un gran silbido al ver al monstruo gigante de color verde aterrizando justo frente a ellos; este les sonrió.

          —Vamos a acabar el trabajo, muchachos—dijo Natasha.

          En cuanto todos se aseguraron al cuerpo de Hulk, este dio un salto dirigido al cielo, acercándolos más hacia la gran roca gigante que se alzaba lentamente con promesas de muerte.




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          A Markus siempre le costó aterrizar y eso lo había perfeccionado con los años, pero no se esperaba aterrizar en un bosque gracias a la furia de Banner. Este soltó un gruñido a ellos, quienes se ponían de pie pesadamente ante la fuerza que había empleado el gigante para sacárselos de encima. Mikhail soltó un gruñido en voz baja antes levantarle el dedo medio al científico, irguiéndose para mirar a sus compañeros. Natasha hizo una mueca, levantándose gracias a la mano que le tendió Markus y ladeó su cabeza en dirección a Bruce.

          —Espero que así estemos en paz—dijo ella intentando de convencerlo.

          —Dudo que no quiera rompernos los huesos aquí mismo, Nat—espetó Markus mirándola de reojo.

          Bruce simplemente les gruñó.

          —Vamos, grandote, ve a ser un héroe—lo animó la pelirroja.

          Hulk salió corriendo en dirección a la ciudad, mientras que los otros tres Vengadores corrían para poder seguirlo, dirigiéndose exactamente a la misma dirección. Varios estruendos sonaban más adelante y el aire estaba cambiando constantemente por la altura a la que ascendían. Markus corrió a una velocidad considerablemente rápida, justo como la de sus compañeros, quienes su respiración empezó a agitarse gracias al esfuerzo. Los gritos de la gente empezaron a escucharse a lo lejos, aumentando en volumen, como también los disparos provenientes de los robots y el crujido de edificios desprendiéndose de la tierra para caer — creando destrucción a los que estaban abajo.

          Esto parecía ser el auténtico infierno.

          —¡Chicos!—bramó Nicholai por los comunicadores—. ¡¿Dónde diablos están?!

          —¡Estamos a dos kilómetros de tu posición, hermanito!—exclamó Mikhail antes de esquivar un escombro—. ¡Ya casi!

          —¡Y viene con la maldita caballería!—dijo Markus eufórico.

          —¡Este lado ya está despejado!—añadió Clint.

          —¡Esto no lo está!—bramó Steve agitado—. ¡No lo está en absoluto!

          Cuando llegaron a ser lo que parecía el centro, se encontraron una gran masa de gente corriendo a buscar refugio ante el peligro inminente que no los dejaba en paz. Los tres espías sacaron sus bastones electrificados, lanzándose hacia la boca del lobo para enfrentarse a los robots que perturbaban la paz de los civiles, destruyéndolos uno a uno. Markus se agachó para lanzar golpes bajos con alto voltaje, descomponiendo instantáneamente a sus enemigos y dejando que la chatarra termine en el suelo. Mikhail disparó habilidosamente a los que venían de arriba, derribándolos a cada uno en su lugar. Natasha se subió a un auto para poder insertar su vara al robot que tenía enfrente e hizo una voltereta hacia adelante.

          —¡Markus!—exclamó ella y corrió a su dirección.

          El castaño esperaba una advertencia primero pero la pelirroja se colgó a su cintura, lanzando una patada a un robot que estaba justo detrás de él y en un movimiento dinámico ella enganchó parte de sus piernas para balancearse, golpeando a otros más con sus bastones mientras que él golpeaba a los que venían de frente hasta que ella terminó de pie junto a él. Ambos se miraron entre ellos, creando un simple momento para los dos, mientras que Mikhail los miraba con asombro alrededor de todo el caos desenvolviéndose.

          —Eso fue demasiado épico—farfulló el mayor de los Orlov.

          —¡Romanoff!—exclamó Steve antes de lanzarle el escudo a ella.

          Natasha lo atrapó al vuelo y se cubrió de un disparo con este, justo a un lado para entregárselo a Markus y que este lo lanzase con fuerza a otros cinco más, este volviendo a Steve instantáneamente. Rogers, Viktor y el menor de los Orlov se unieron a ellos rápidamente.

          —Me alegra verlos aún luchando—dijo Steve con alivio—. Se perdieron de muchísimas cosas, pero seré obvio: esta piedra gigante podría caer en cualquier momento a la tierra como un maldito meteorito.

          —De eso ya nos hemos dado cuenta—declaró Mikhail haciéndolo algo obvio.

          —Chicos, Wanda y yo ya estamos aquí y estamos a punto de chocar contra una nube gigante—sentenció Barton por los comunicadores—. Debemos reunirnos en un lugar para ver cómo procedemos.

          —De acuerdo, nos veremos en el edificio donde están los civiles—dijo Dominica.

          Cuando levantaron la mirada, todos observaron que la ciudad de sumía a una cantidad de bruma que terminaría por desorientarlos al no tener claridad de las cosas debido al humo que estaría concentrado en las calles. El equipo se movió en dirección hacia un complejo de edificios, donde Clint y los hermanos Maximoff los esperaban. Markus azló una ceja al ver a Wanda vistiendo una chaqueta de cuero color roja, la cual obviamente pertenecía a su mujer.

          —¿Acaso esa no es mi chaqueta?—preguntó Natasha confundida mientras ladeaba su mirada a Markus.

          —Al parecer lo es—respondió él con diversión.

          —Los Maximoff están con nosotros, chicos—anunció Clint.

          —Sí, eso no explica la pregunta de por qué tiene mi chaqueta—añadió la pelirroja con seriedad e intentando de no mandar una mirada asesina a Wanda.

          —Fue algo imprevisto—se excusó la castaña encogiéndose de hombros.

          —La próxima oleada está a punto de llegar—anunció Stark al resto del equipo.

          —Dinos, Stark, ¿qué tienes?—dijo Steve.

          —Poca cosa.

          Markus hizo una mueca—Me huelen a malas noticias.

          —Quizá una forma de hacer explotar la ciudad, así no impactará contra el suelo si la pueden evacuar—prosiguió el millonario—. Sin embargo, es bueno escuchar tu voz, mensajero de la muerte. ¿Cómo está tu mujer?

          —Vivita y coleando—respondió ella sonriendo de lado.

          —Stark, te pedí una solución—agregó el capitán con dureza—. No un plan de escape.

          —Si Stark está en lo cierto, capitán, el radio de impacto crece por segundos—declaró el menor de los Orlov—. Vamos a tener que tomar una decisión.

          —Esta gente no tiene salida, Steve—anunció Natasha mirándolo—. Si Stark puede hacerla explotar...

          Rogers negó—No hasta que estén a salvo.

           —¿Los de aquí frente a los de abajo?—inquirió la rubia mirando en dirección al capitán—. Estamos en clara desventaja, es una balanza que no podemos equilibrar. Las cuentas no están claras.

          —No me iré mientras haya un solo civil—bramó Steve mirando al frente.

          Markus bajó la mirada y a través de las nubes donde se encontraban parados, podía ver nos pequeños rayos del sol. Al levantarla, podría ver tranquilamente la gran bola de fuego que los iluminaba cada día y mientras más ascendían, el tiempo se les acababa. Si la única manera de detener lo que Ultrón comenzó, entonces Markus se quedaría a terminarlo: deteniéndolo de una vez por todas.

          —¿Quién te dijo que nos iremos?—le preguntó Markus a Steve.

          Natasha sonrió con tristeza.

          Tal vez, ellos encontrarían su destino final juntos.

          Tal vez, no tenían futuro.

          —Hay peores formas de morir—replicó Natasha antes de mirar al frente, encontrándose con un paisaje completamente precioso—. Además, ¿dónde tendríamos una vista así?

          —Me alegro de que le guste el paisaje, señorita Romanoff. Está a punto de mejorar.

          El equipo se quedó mudo al escuchar la voz de Nick Fury por los comunicadores.

          Un helicarrier surgió de las nubes, mostrando su extravagante grandeza al grupo de héroes que miraban atónitos como el gran vehículo se posaba justo al lado de la roca gigante. Mikhail soltó un fuerte silbido, mientras que su hermano soltaba una gran carcajada al ver que tendrían esperanza de salvar a la humanidad y a la gente que estaba allí con ellos.

          —Bonito, ¿verdad?—preguntó Nick—. Le he quitado la Naftalina con un par de viejos amigos. Está polvorienta, pero valdrá.

          Rogers soltó una carcajada por lo bajo—Fury, eres un hijo de perra.

          —Uf, ¿besa a su madre con esa boca?—se lamentó el ex director de SHIELD con sarcasmo.

          Unos cargueros salieron volando del helicarrier, dirigidos hacia la gran roca, dispuestos a evacuar a los civiles. Pietro se les unió rápidamente, junto con su hermana.

          —¿Esto es SHIELD?—inquirió el muchacho de cabellos plateados—. No está tan mal.

          —Esto es lo que debería ser—añadió Dominica mientras los transportes aterrizaban—. Vayamos a buscar a los civiles.

          En cuanto dieron luz verde para poder avanzar, los civiles corrieron en dirección a los cargueros, dispuestos a evacuar la gran roca en la que se encontraban parados. Los transportes se fueron llenando poco a poco, dejando abandonadas las zonas para que el equipo pudiese tener terreno para pelear y Markus ayudaba a la gente a subirse en los transportes.

          —¡TENGO UN PLAN!—exclamó Tony.

          —Se nos acaba el tiempo—anunció Thor—. Vienen por el núcleo.

          —Bien, Rhodey está aquí, él llevará al resto a los botes—añadió el millonario—. Vengadores, nos toca trabajar para ganarnos la vida.

          —A la capilla—ordenó el capitán.

          Wanda asintió—Pero primero...quiero probar una teoría.

          Parte del cuerpo de Markus tuvo presencia de un aura roja, lo cual terminó confundiéndolo hasta cuando Wanda lo alzó en el aire y lo lanzó en dirección a uno de los edificios. Markus exclamó algo en ruso y esperó un fuerte impacto, un impacto que no llegó a tener ya que estaba muy cerca del lugar de impacto, pero casi ni lo tocaba. El castaño giró su cabeza en dirección hacia donde sus compañeros se encontraban, quienes lo miraban completamente asombrado.

          —No me jodas, Markus—bramó Viktor boquiabierta—. ¿Puedes volar también?

          Markus miró hacia abajo y hasta incluso él terminó boquiabierto.

          Markus Belova estaba volando.

          —¡WOAH!—exclamó él maravillado, como si fuese un niño pequeño.

          —Mi teoría es cierta, entonces—admitió Wanda sonriendo de lado al ver a Markus aterrizar en el suelo—. Dudo que tengas problema alguno en controlar eso, Markus.

          —Huh, sé que empezamos con el pie izquierdo—dijo el mencionado rascándose la nuca.

          —El error ha sido mío, Markus—añadió la castaña levantando una mano y luego se la extendió al ex asesino—. Soy Wanda Maximoff, oficialmente hablando.

          El aludido le estrechó la mano dándole un firme apretón—Markus Belova.

           —¡Necesitamos ayuda aquí!—exclamó Tony en los comunicadores.

          Markus tomó vuelo con Natasha, los hermanos Orlov y Dominica, saliendo en dirección a la capilla, donde varios robots estaban atacando la entrada. Ellos aparecieron justo a tiempo para destruirlos, entrando justo por las grandes puertas que daban la entrada a la capilla. Wanda, Clint y Steve aparecieron después de ellos, encontrándose con Stark, Thor, Pietro y el androide que Ultrón había hecho.

          —Pues...Visión, este es Markus—dijo Tony señalando al ex asesino—. Markus, este es Visión. Un androide combinado con la matriz de Jarvis.

          —Es un placer—espetó el androide.

          —Estoy muy confundido—añadió el castaño mirando a Tony.

          Todos rodearon el núcleo de metal que estaba incrustado justo al centro de la capilla.

          —¿Cuál es el plan?—preguntó Dominica.

          Tony señaló el dispositivo de metal—Este es el plan. Si Ultrón toca el núcleo, perdemos.

          Como si fuese sencillo, pensó Belova.

          Ultrón se plantó justo delante de la entrada destruida perteneciente a la capilla, elevado un poco por sus motores. El equipo se giró para mirarlo y el Dios del Trueno, con su martillo al lado, abrió ambas manos.

          —¡¿ES LO MEJOR QUE SABES HACER?!—exclamó este enfadado.

          Ultrón alzó su mano y muchos robots empezaron a avanzar hacia ellos corriendo.

          —Tenías que preguntarlo—dijo Steve con mala gana.

          —Esto es lo mejor que yo sé hacer. Esto es exactamente lo que quería. Todos ustedes...en contra mía. ¿Cómo piensan detenerme?

          El equipo se miró entre ellos.

          —Cómo ha dicho el viejo—dijo Tony mirando a Ultrón—. Juntos.

          El gran grito que soltó Hulk fue suficiente para empezar la guerra y la gran oleada de robots arremetió hacia ellos, sin dejarles más ánimos que destruir a cada uno de ellos. Había fuego, rayos, tanta destrucción y Markus se sentía en una euforia constante. Sus compañeros batallaban con gracia, moviéndose rápidamente justo como él lo hacía, produciendo más y más caos — como si el propio infierno hubiese llegado a la tierra en forma de personas, fragmentando y destruyendo todo a su paso. Llegó a ser precioso para él, ya que no se imaginó que podría terminar en una situación como esa, no pensó que él llegaría a sentirse como un maldito héroe.

          Markus Belova no creía en los héroes.

          Pero, en ese momento, él se había convertido en uno.

          Al ver que el gran batallón de robots estaba siendo vencido, Ultrón decidió tomar la situación en sus propias manos y voló en dirección al núcleo de metal del centro. Markus soltó un grito antes de abalanzarse sobre él, sacándolo a volar con sus poderes. Una batalla se efectuó en el aire, donde Visión también se unió para dispararle con la gema que tenía en su frente y el robot cayó lejos de la iglesia, donde Thor, Visión y Tony dispararon contra él. Markus alzó su mano hacia un robot y este se pulverizó frente a él, desapareciendo mientras dejaba un rastro de pintitas naranjas.

          —Esto sí que es nuevo.

          —¡Markus!—bramó Thor antes de lanzarle un rayo en su dirección.

          El castaño lo tomó entre sus manos, sintiendo que la electricidad picaba sus manos y antebrazos, generando un balance gracias a sus poderes. El rayo se tornó en energía color naranja y él sonrió maravillado antes de lanzarlo en dirección al robot, quien se deshacía muy rápido, rompiéndose.

          Al detenerse, este parecía derrotado.

          —Bueno, visto lo visto...—comenzó Ultrón, pero Banner lanzó una patada que lo lanzó lejos de allí.

          Los robots restantes miraron horrorizados al monstruo verde y salieron corriendo.

          —Intentarán escapar—anunció Thor.

          —No escapará ni uno—dijo Tony antes de alejarse.

          —Hay que irse—añadió Steve a espaldas de Markus—. Incluso yo noto que falta el aire. Suban a los botes.

          —¿Qué hay del núcleo?—preguntó Clint.

          —Yo lo protegeré—dijo Wanda con seguridad antes de mirar a Barton—. Es mi trabajo.

          Clint asintió y miró a los espías—¿Nos vamos?

          Nicholai soltó un gruñido al tocarse el abdomen bajo—Mientras antes, mejor.

          —Me quedaré junto a Wanda—anunció Markus parándose a su lado y Natasha le fulminó con la mirada—. Tranquila, no te dejaré en un mundo sin Markus, no soy tan cruel como crees.

          El equipo abandonó la capilla, dejando solo a Wanda y Markus. Ella soltó un suspiro con cansancio, atrayendo la atención de Markus.

          —No es momento para dormir—sentenció este.

          —¿Así es como se siente?—preguntó ella antes de mirarlo—. Ser un héroe luego de haber hecho todo lo malo en el mundo.

          Markus se preguntaba eso desde Nueva York.

          ¿Así se sentía?¿Como si uno fuese invencible y al mismo tiempo débil?

          Definitivamente sí.

          —Es raro al principio, pero te acostumbras—respondió él mientras asentía—. Es como un nuevo propósito.

          —Se siente bien—dijo ella e hizo un juego con sus dedos, generando un aura roja, la cual se la entregó a Markus—. Se te da bien manipular la energía.

          —Cada hora estos poderes me sorprenden más.

          Wanda volvió a hacerlo y esta vez juntó su energía con la de Markus, sus manos casi tocándose, pero al mismo tiempo alejadas. Él podía sentir todo, desde la energía que estaba a su alrededor hasta las almas que corrían a los transportes para ponerse a salvo. Hasta que un fuerte dolor de cabeza lo hizo alejarse de Wanda, quien estaba paralizada. Su expresión fue sorpresiva, desconcertante y llena de angustia.

          —No...—farfulló ella antes de que brotasen lágrimas por sus ojos—. Él ya no está...ellos...ya no están.

          —¿Qué?—preguntó Markus—. ¿Quién es ellos?

          Wanda simplemente lloró.

          Markus se llevó la mano al comunicador—Equipo, ¿están todos en el transporte?

          Nadie respondió.

          —Ve a ver a tu equipo—dijo Wanda en un sollozo—. Te necesitan.

          Markus salió volando de allí sin decir una palabra, dirigiéndose rápidamente hacia el lugar donde se encontraban los últimos dos transportes. Al aterrizar, se topó con Clint cargando el cuerpo de Pietro Maximoff — totalmente acribillado por balas que provinieron del quinjet; pero lo que Markus no se esperó encontrar fue el cuerpo de Nicholai Orlov en el mismo estado, siendo retenido por los brazos de su hermano mayor. El mayor de los Belova jadeó con desesperación, con miedo y con absoluta cólera al no ver a su compañero de equipo volviéndose a poner de pie como lo hacía antes. Mikhail sostenía el cuerpo sin vida, acribillado y sangriento de Nicholai Orlov, soltando un grito tan desesperado que desconcertó muchísimo a Belova.

          ¿Acaso así debían terminar las cosas?

          Dominica se largó a llorar al lado de Steve, quien la sostuvo mientras miraba la angustiosa escena.

          Aquel había sido el segundo caído del equipo.

          Primero Sasha Zaitsev, luego él.

          Markus deseó al menos que ambos se juntasen al otro lado del pasaje de la vida.

          —¿Qué diablos está pasando?—preguntó Tony.

          —Perdimos...—sollozó Dominica y bufó enfadada—. Perdimos a Nicholai.

          —No me jodas.

          Belova corrió en dirección a Mikhail, dispuesto a cargar con el cuerpo para poder ponerlos a ambos a salvo en los cargueros, siendo ayudado por Steve, ya que Dominica lloraba de la pena que sentía. Algo gigante saltó de la gran roca en dirección al helicarrier, siendo este Hulk dejando a Nat en un lugar seguro, antes de dirigirse al quinjet con Ultrón dentro. Markus miró hacia atrás, esperando a que alguien más apareciese, pero el terreno estaba vacío y desolado.

          Hasta que la gran roca empezó a bajar y él no tuvo más opción que saltar al transporte.




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