xxxiv. incógnitas de grupo
VICTORIA,
capitulo treinta y cuatro: incógnitas de grupo!
Torre de los Vengadores, Nueva York — 3 días después.
LOS HERMANOS BELOVA TENÍAN UN SILBIDO, un silbido característico entre ellos que los conectaba, que lograba mantener ese vínculo más fuerte para ambos; el cual se reforzó más cuando los padres de los hermanos fallecieron injustamente frente a los ojos de Markus. Todo había empezado una mañana cálida en las calles de Moscú, cuando Yelena tenía cuatro años — donde su cabello rubio estaba más largo que de costumbre y sus mejillas se encontraban sonrojadas por el calor corporal que emanaba. Los dos corrían, obviamente Markus llevaba la delantera contra la niña de cuatro, pero se detuvo un poco para darle ventaja. Cuando llegaron a la Plaza Roja, él se detuvo para ver que ella llegaba a su lado, claramente cansada. Markus vio a sus padres a lo lejos, sentados en una banca charlando animadamente en ruso que el propio Markus intentaba aprender por las palabras que decían frente a él. Los dos hermanos caminaron en dirección hacia donde estaban sus padres y una pequeña ave se cruzó en su camino, donde su ala tenía una pequeña mancha roja. Yelena se acercó lentamente, como si fuese un simple gato para agarrar delicadamente al ave.
Markus también se acercó.
El pequeño pájaro agonizaba, temblando con una mancha roja decorando su ala blanca.
—Krylo bylo povrezhdeno (Se lastimó el ala)—murmuró Yelena antes de mirar a Markus con sus ojos verdosos.
Markus negó con pena—My ne mozhem zabrat' yego domoy, Lena (No podemos llevarlo a casa, Lena).
La rubia bajó la cabeza al mismo tiempo que hacía un puchero y Markus agarró al pequeño animal para guardárselo en el bolsillo de su chaqueta, buscando esconderlo para poder indicarle a Yelena que continuasen con su camino. Los ojos de su hermana brillaron ante el entusiasmo, sintiendo que tendrían una gran oportunidad para poder salvar a aquel pajarito y siguió al mayor hacia sus padres, quienes les recibieron con una sonrisa tan cálida que a Markus le trajo tanta nostalgia recordarlo.
Cuando el pájaro había sanado su ala, silbaba de felicidad.
Y Markus empezó a silbar de aquella manera.
En el momento que lo soltaron para que viajase libre por el mundo, él lo despidió con ese mismo silbido y no esperó una respuesta del pájaro, pero Yelena sí le respondió. Él se dio la vuelta, observando a la energética niña de cuatro años balanceándose con sus piernas, quien ya le miraba con una sonrisa de par en par. Markus supuso que ambos se habían quedado con aquel silbido, ya que se convirtió en algo de ellos, algo tan íntimo que podía utilizarse en momentos donde más tensión había. Markus miró el techo de su celda de contención, mientras estaba recostado en el colchón, sintiendo pura melancolía al no tener a la persona con quien compartía lazos de sangre allí con él.
Y él silbó.
Pero no había respuesta al otro lado.
—¿Por qué silbas?—le preguntó Natasha al otro lado.
Markus ladeó su cabeza a un lado, encontrándose con la espía de cabellos pelirrojos cortos vistiendo un pijama casual de pie justo frente a su cama, siendo protegida por el vidrio que al parecer era anti balas, similar en el que se encontraba en el contenedor donde ellos habían despertado hacía tres años, en el helicarrier de SHIELD. Markus se sentó en la cama, sin sentir dolor de cabeza como lo estuvo sintiendo en las últimas veinticuatro horas, con el claro efecto del calor corriendo por sus venas y de sentir su piel fragmentarse — por ahora, todo estaba controlado, mientras que la doctora Helen Cho y Bruce intentaban saber qué diablos ocurría con el castaño.
Tony había sido demasiado claro: los poderes de Markus habían vuelto.
Sus compañeros dijeron exactamente lo mismo.
Sin embargo, la doctora Cho necesitaba estar segura en esa declaración, así que no escatimó gastos en sacar muestras de sangre.
—Yelena y yo solíamos tener un silbido—respondió el castaño antes de pasarse una mano por el rostro—. Era una forma de comunicarnos, de saber que uno estaba cerca del otro y para percatarnos que estábamos bien.
Natasha se sentó en el suelo—Era algo secreto, ¿entonces?
—No lo hicimos en el centro por que levantaríamos sospechas, por que era algo tan nuestro que pensamos que eso también nos lo terminarían quitando—añadió Markus relamiéndose los labios—. La extraño, Nat.
—A pesar de que me cueste, yo también.
Markus sonrió de lado y se acercó lentamente hacia la ventana, sentándose junto a ella para poder toparse con esa notable cercanía entre ambos.
—¿Cómo te sientes?—le preguntó ella.
—Mejor que ayer—asintió Markus y se miró las manos—. Sé que es extraño, pero entrenaré para acostumbrarme y controlar mis poderes. Tal vez es lo mejor.
—Bueno, pues debo decir que pasaste un buen tiempo sin ellos—Natasha se encogió de hombros y ladeó su cabeza—. Cuando hiciste contacto con el cetro, tus poderes volvieron como si fuese arte de magia. Hace tres años, cuando yo te toqué para librarte del control de Loki, desaparecieron como el humo.
—Dudo que el cetro me los pueda volver a quitar, Nat.
—Lo sé.
Markus se encogió de hombros—Aun así, ¿podré salir?
—He venido a decirte eso ahora—sentenció la pelirroja mientras se ponía de pie—. Estás oficialmente liberado de tu confinamiento. Ve a bañarte y puedes venir a desayunar con el resto, Mikhail y Dominica se pelearán otra vez si no vienes a intervenir.
Esas eran excelentes noticias para Markus.
—El placer será mío, agente Romanoff—declaró el castaño esbozando una risa, la pelirroja caminó hacia un panel donde introdujo un código para poder retraer el vidrio reforzado. Markus caminó hacia ella para envolverla en un abrazo—. ¿Ya te he dicho que eres el amor de mi vida?
—Markus, apestas, pero sí, ya lo escuché antes.
Él se separó de ella y los dos salieron de aquel pabellón, dirigiéndose hacia el ascensor que los llevaría hasta las habitación y Markus salió en dirección hacia su habitación compartida con Natasha; mientras que la pelirroja se quedaba para poder ir hacia la sala común donde se encontraban todos. El mayor de los Belova se quitó la ropa para meterse a una ducha rápida, dejando que el agua caliente quemase sus músculos que ya estaban entumecidos por el colchón poco práctico que había. Su mente divagó en los últimos tres días, donde tuvo compañía de Natasha, pero también de su equipo, quienes no se mostraban tan alegres al ver que sus poderes habían vuelto — diablos, ni siquiera Markus sabía si debía alegrarse o querer arrancarse la garganta por la vuelta inesperada e inadvertida de sus poderes.
Era como si el propio infierno cayese a sus pies.
(Figurativamente hablando, claro.)
El castaño se lavó el cabello rápidamente, buscando quitarse el mal olor a encierro que lo mantenía apretado en un puño de hierro. Inevitablemente, el olor se iría con el jabón y más cuando sus pensamientos continuaban divagando en los hechos de las últimas horas — donde la presunta chica que se presentó en la base de HYDRA en Sokovia estaba en cierto modo conectada a él, como si fuese un hilo rojo que se enredaba y hacía muchos puntos que mantenían al castaño aprisionado en su propia mente; no sabía dónde empezaba él y donde terminaba ella, así que eso podría ser una gran incógnita. Maximoff se mostró eternamente misteriosa, además de hostil, pero a su modo, ella resultaba ser una simple alma misteriosa y ambigua.
¿Qué era lo que ella buscaba con él?
¿Destruirlo?
¿O hacer que su poder le consuma?
Wanda le miraba con tanta, tanta atención.
Parecía estar en un zoológico de personas con poderes como si fueran criaturas exóticas para mostrarle a todos que gran circo se estaba montando en el planeta tierra. Markus bufó en voz baja mientras se lavaba el cuerpo, quitándose el pensamiento de la cabeza. Durante aquellas últimas horas que estuvo encerrado, agonizando y pensando si sobreviviría para despertar al siguiente día. Pero Wanda Maximoff no volvió a aparecer en sus pensamientos, no volvió a entrometerse en su entorno, si no que era una presencia silente durante su confinamiento. Ella estaba allí, eso era seguro, pero él no podía verla.
¿Para qué negar un humano quien tiene una conexión tan fuerte con un poder que no conoce?
Él no se negaba que tenía una conexión con su poder.
Markus no podía negar que tenía su poder.
(Loki se encargó de hacerlo ver que él era algo más.)
Así que, simplemente, era inevitable hacerse esa pregunta.
Nicholai se mostró suspicaz el día que el equipo fue a verlo, el cual fue al siguiente de que lo aprisionaran, como si la persona que estaba frente a él parecía simplemente un monstruo que él desconocía — pero el menor de los Orlov sabía que se trataba de Markus y que sus intenciones siempre habían apostado al bien (a pesar del mal que él había causado en el mundo siendo un asesino que cambiaba la historia de manera constante). Cuando analizó las muestras que él había adquirido de manera algo "ilegal" por parte de la doctora Cho, él decidió sentarse frente a Markus para poder ver los resultados como si fuese realmente un maldito científico loco.
—¿Desde cuando sabes leer datos médicos?—le preguntó Markus alzando una ceja.
—Normalmente, cuando te adentras al trabajo de infiltración, debes ponerte como un personaje—sentenció el muchacho de cabellos rubios—. Y eso involucra hacer estudios, investigación sobre el personaje que vas a crear para dar una impresión falsa a tu objetivo, Markus. Solamente que tú no lo haces por que eres realmente un mal actor.
—Lo dices por que estoy confundido ahora mismo—se excusó Markus cruzándose de brazos.
—A Markus le cuesta entrar en personaje—señaló Dominica apoyándose contra el vidrio—. Pero no lo culpo, él lo intenta y muy duro.
Markus agradeció al menos el apoyo moral de la rubia.
—Entonces, ¿qué es lo que ves ahí?—preguntó Belova al ver que el ceño fruncido de Nicholai se fruncía un poco más.
—Estos son exámenes médicos referidos a la temperatura, no en cuanto a radiación, pero a señales de calor—respondió Nicholai mientras que asentía, intentando de asimilar lo que veía en aquella pequeña tableta—. Estamos hablando de energía cruzando tu cuerpo, Markus, justo como lo que tenían los registros de los mejorados que nos encontramos en la base de Strucker.
—¿Será como uno de ellos?—le preguntó Dominica.
—Su nivel de energía es más intensa y alta que la de los Maximoff, hasta podría decirse que eres mejor que ellos.
—Wanda mencionó que no conozco este poder—mencionó el castaño, logrando que los otros dos espías se mirasen entre ellos—. Y que va a destruirme.
—Huh, siendo claros, no conoces ese poder por que estuviste en contacto con él por muy poco tiempo—espetó Nicholai dejando el dispositivo electrónico en su regazo—. Ese poder estuvo en un estado latente en los últimos tres años, como si estuviese dormido, para luego despertarse de un sueño profundo.
Markus alzó una ceja—¿Debería considerarme un peligro?
—Tal vez, soy espía, no un científico—declaró el rubio inexpresivamente—. Solo actúo como uno.
—También actúas como un idiota, a veces.
Nicholai le guiñó un ojo, divertido.
Markus apagó la ducha, buscando una toalla antes de secarse el cuerpo y enrollarla en su cadera. Al acercarse al espejo, él se miró como si sus energías se habían renovado y que sus ojos estaban medianamente azules — pero el naranja siempre en persistente, como si fuese un virus. Belova no se consideraba un peligro para él, si no para sus compañeros, para Natasha y él estaba decidido a ahondar en ese camino, queriendo las respuestas necesarias. Wanda fue un gran incentivo, en el sentido que ella al parecer conocía lo que había dentro de él; así que él no descartaría la posibilidad de capturarla e indagar más en el asunto. Natasha abrió la puerta del baño, asomando la cabeza hacia la figura semidesnuda de Markus e inevitablemente se sonrojó un poco.
—¿Ya terminaste?—le peguntó ella—. Los demás te están esperando.
Markus asintió, antes de apagar las luces del baño y dirigirse hacia la habitación, dejando que las gotas que estaban en el vidrio cayesen libremente.
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Thor Odinson no se marcharía de la tierra sin haber festejado su victoria y eso divertía tanto a Markus, hasta el punto que prefería hacerle una fiesta por toda la semana luego de estar recogiendo los restos de consecuencias de un maldito dios asgardiano que estaba presuntamente aprisionado muy lejos del alcance de Markus después de tres malditos años. El castaño se arregló con un traje, el cual no llevaba corbata, mientras que los hermanos Orlov lucían trajes iguales con corbatas de diferentes colores. Tony se había mostrado elegante, como siempre y las mujeres decidieron lucir vestidos para poder celebrar la victoria después de la batalla.
Markus debía admitir que las fiestas de Stark eran demasiado extravagantes.
Y él literalmente era el alma de la fiesta.
(Eso no sorprendió nada al espía de cabellos castaños.)
Markus bajó las escaleras, siendo acompañado por Viktor, quien se encontraba agarrada de su brazo para mantener su estabilidad en los tacones negros que vestía — quejándose por lo bajo en un ruso vulgar sobre por qué las escaleras estaban resbaladizas. El castaño soltó una carcajada, mientras los dos se unían hacia la multitud que daba comienzo a la fiesta. Había gente riendo, gente simplemente divirtiéndose y otras buscando un lugar seguro para poder entablar una charla normal. Markus sabía de qué iban las fiestas, pero antes su trabajo era poder infiltrarse, ser uno más entre el gentío masivo para poder pasarse desapercibido y así neutralizar el objetivo que le encomendaban — él no disfrutaba de las fiestas: lucir bien, aparentar una linda sonrisa y mantener su dedo cerca del gatillo, sin disfrutar, siempre alerta, siempre con un ojo detallista en el entorno.
(Y la última vez que fue a una fiesta, estaba claro que terminaron capturándolo.)
—Vy mozhete skazat', chto Toni lyubit ne zhalet' deneg (Se nota que a Tony le gusta no escatimar en gastos)—murmuró Dominica a Markus en ruso.
—U nego yest' resursy i den'gi, Dominika (Él tiene recursos y dinero, Dominica)—respondió Markus antes de tomar una copa de champán de una de las meseras, la rubia imitándolo—. Toni mozhet delat' vse, chto yemu zablagorassuditsya (Tony puede hacer lo que se le plazca).
La rubia lo miró de reojo, con diversión—Vy zhe ne budete smotret', chto v vashem napitke, pravda? (No mirarás lo que hay en tu bebida, ¿verdad?).
—YA somnevayus', chto KGB nastol'ko glup, chtoby otpravlyat' syuda ubiyts (Dudo que la KGB sea tan estúpida para enviar a asesinos aquí)—farfulló el castaño antes de darle un sorbo a su bebida—. Vpervyye my budem v poryadke na grebanoy vecherinke (Estaremos bien, por primera vez, en una maldita fiesta).
Viktor rodó los ojos—Eto budet tvoya vina, yesli oni snova skhvatyat nas (Va a ser toda tu culpa si nos vuelven a capturar).
Markus soltó una carcajada antes de subir otro par de escaleras, siendo recibidos por Steve Rogers y Sam Wilson, el último esbozando una gran sonrisa ladina al ver a la pareja de asesinos acercándose hacia ellos. Belova extendió una mano hacia Wilson, quien le dio un gran apretón antes de abrazarlo, pegándole dos palmadas en la espalda. Dominica se encontraba entre los brazos de Steve en cuestión de segundos, mirando fijamente al rubio.
—No tienes idea de cuanto la extrañó cuando estuvo en su coma—negó Sam mirando a la pareja.
—Me lo imagino—señaló el castaño antes de ladear su cabeza hacia el hombre moreno—. Steve parece del tipo de los que se quedan.
—¿Ah, sí?¿Y qué me dices tú?—le preguntó Sam cruzándose de brazos—. ¿Tuviste un buen exilio?
—Fue suficiente para poder ponerme en un carril seguro con mi pelirroja favorita—dijo Markus mientras caminaba junto a Sam—. Pensar un par de cosas y ser una pareja normal por primera vez en la maldita vida. ¿Tú estuviste ocupado intentando de ser uno de nosotros?
—Nah, los Vengadores son tu mundo, Belova—ambos se detuvieron en el puente, mirando al gentío divirtiéndose—. Y debo decirte que tu mundo es una maldita locura. Si te retiras, ¿ya tienes un lugar para vivir?
—Aún no ha llegado el momento, Sam—respondió Belova antes de darle un sorbo a su copa—. Natasha y yo estamos estudiando las prioridades.
—El hogar es el hogar, Markus, es donde el corazón está.
Markus y él levantaron sus copas, chocándolas entre estas para hacer un brindis en silencio; dejando a Markus descolocado ante las palabras del hombre de piel morena. Luego de charlar por una buena media hora, los dos se encontraron con Steve y Dominica, quienes tomaban bebidas con un pequeño toque dado por Thor, quien llevaba un frasco muy pequeño y repartía lo que parecía ser una mezcla alienígena de alcohol que podría poner ebrio a todo el edificio si hacía falta. Markus dejó a Sam allí, dirigiéndose hacia la barra donde se encontraba Natasha Romanoff sirviéndose un trago.
Nunca había dejado de ser espléndida.
Diablos, Markus se veía completamente hipnotizado por aquella pelirroja.
¿Cómo no lo estaría?
—Vaya, vaya, el niño bonito decidió aparecer—dijo ella entonando un tono seductor—. ¿Quieres que te haga un trago?
—Sorpréndeme, cielo.
Ella le guiñó un ojo antes de ponerse manos a la obra y él la miró atentamente mientras lo hacía, llegando hasta el punto de meterse en un trance interminable al verla trabajar con tanta habilidad. La pelirroja batió la vasija con el líquido dentro y agarró dos copas del despensero repleto que estaba a sus espaldas, vertiendo un líquido color rojo en ellos.
—Diablos, ¿cómo ha terminado una señorita tan fina como usted en un agujero como este?—dijo Markus esbozando una sonrisa ladina, esperando a que Nat le siguiese el juego.
—Un tipo me trató mal—respondió ella con una postura clásica de película noventera.
—Entonces eso significa que tienes mal gusto en los hombres.
—Oh, él no es tan malo—añadió la pelirroja colocando una fresa en el trago de color rojo—. Simplemente es un hombre que es duro, que es afilado en los costados, un hombre con emociones muy crudas e increíblemente atractivo. En el fondo es el hombre que toda mujer quiere tener entre sus brazos—parpadeó dos veces antes de darle el trago a Markus—. La verdad es que no se parece a nadie que conozca. Todos mis amigos se dedican a pelear y este tipo aparece, porque pelea y lo hace desde un lugar muy oscuro.
Markus tomaba un sorbo de su trago y resultaba que este era muy fuerte.
Natasha era una rusa hecha y derecha.
—Pasó su vida sufriendo por un amor que creía que no le correspondía y aún así no se rindió—sentenció ella con calidez armada—. Su amor nunca desapareció y muchas mujeres intentaron cruzarlo, pero él nunca se rindió ante ellas.
—Parece ser un hombre increíble.
—A veces se comporta como un idiota, pero su corazón...—se acercó un poco más a él—. Oh, su corazón es de oro y como dije antes: en el fondo es el hombre que toda mujer quiere tener entre sus brazos.
Markus esbozó una sonrisa—¿Ah, sí?
—Es una lástima que yo le haya sacado esa oportunidad a esas mujeres—añadió Natasha y rozó su nariz con la del castaño—. Y que haya reclamado a ese hombre como mío.
Lentamente, ella besó sus labios y los dos parecían estar sumergiéndose en aguas completamente oscuras — consumiéndose el uno al otro. Se separaron, ansiando mas el contacto entre sus labios y juntaron sus frentes, sonriendo de manera ladina.
—Ty umeyesh' rasskazyvat' khoroshiye istorii, Romanov (Sabes cómo contar una buena historia, Romanoff)—se susurró Markus de manera sugestiva.
Los orbes claros de Natasha brillaron con lujuria—U menya yest' yeshche neskol'ko istoriy, chtoby my mogli poyti kuda-nibud' boleye... privatno. (Tengo más historias que contar, así que podríamos ir a un lugar más...privado).
Jesucristo.
Aquella mujer, vestida con tacones altos y mirada penetrante sería la causa digna de su muerte.
(Y Markus amaba cada segundo de ello.)
Para cuando la fiesta había terminado, el equipo de los Vengadores se encontraba sentado en los sillones en el centro de la habitación, donde la mesa estaba siendo decorada por bebidas, comida china y el martillo de Thor apoyado en la misma — como si fuese un juguete. Los presentes reían, pasando un buen momento entre ellos, donde Nicholai intentaba quitarle los palos de batería que Clint sostenía y Mikhail estaba durmiendo en uno de los sillones; claramente ebrio. Markus estaba sentado en otro de los sillones, con Natasha justo encima de su regazo, con un brazo que pasaba por encima de los hombros del castaño para tener un firme agarre en él. Parecía indudable que no empezasen a hablar sobre el martillo y su gran poder mítico en palabras del Dios del Trueno.
—Pero es un truco—bramó Clint con convicción.
Thor le entregó una botella a Steve, quien estaba sentado con las piernas de Dominica encima de su regazo—No, es mucho más que eso.
—"Quienquiera que sea digno de él, tendrá el poder"—dijo el arquero fingiendo la voz del dios asgardiano y el resto soltó carcajadas entre ellos—. Lo que sea, colega. ¡Es un truco!
—Por favor, adelante—lo incitó el rubio de cabellos largos.
—¿Es en serio?—le preguntó Markus a Thor y este asintió, su mirada se dirigió hacia Clint—. Ha llegado tu momento, Barton.
—Va a ser glorioso—murmuró Rhodes con diversión.
Tony levantó una mano, mientras que Barton se dirigía hacia el martillo—Clint, has tenido una semana dura, no pasa nada si no puedes levantarlo.
—¿Sabes que lo he visto antes?—le dijo el arquero y empezó a tirar, sin poder levantar el martillo con éxito—. ¡Y aún no sé cómo lo haces!
—¿Sientes el desprecio?—declaró Stark.
Dominica y Steve rodaron los ojos.
Ya era más que obvio que Tony Stark no se achicaría de un desafío, el millonario pasó al escenario, buscando tener el martillo del dios asgardiano en sus manos para poder sentir el verdadero poder — obviamente sin poder levantarlo para nada y así lastimar su ego un poco más. Regresó con su traje, haciendo la situación más ridícula de costumbre y aun así no logró levantarlo. Rhodes se unió a la fiesta, los dos utilizando sus armaduras para poder levantar otra vez el martillo; sin éxito. Banner fue el siguiente, queriendo hacer una representación de la furia de Hulk, pero logró un silencio bastante desconcertante entre los presentes. Cuando llegó al turno de Steve, la rubia le aplaudió para poder incitarlo a tomar el desafío y el capitán se puso de pie, siendo el siguiente.
Logró moverlo.
Solo un poquito.
(La cara que puso Thor no tenía precio y Markus estuvo a punto de soltar una carcajada tan fuerte, que Natasha lo codeó.)
Tony carraspeó—Markus y la banda de Gorriones negros, ¿se apuntan?¿Natasha o Dominica?
Dominica chasqueó su lengua—Quiero mantener mi reputación intacta, pero gracias.
—Oh, no, no. No es una pregunta que me haga—respondió la pelirroja.
—No me gustaría comprobarlo ahora—añadió Markus desde su lugar.
—Con respeto por el hombre que no quiso reinar—declaró Tony poniéndose de pie—. Esto está trucado.
—Y por pelotas—bramó Clint pasando a su lado.
Hill señaló al arquero—¡Steve! Dijo una palabrota.
—¿Se lo has dicho a todos?—preguntó Steve frunciendo el ceño.
—El mango tiene un sensor, ¿no?—preguntó Tony.
—Es cómo un código de seguridad—dijo Nicholai desde su lugar—. Como si sus huellas dactilares estuviesen allí. Deberíamos robárselas.
Thor se levantó—Sí, es una muy interesante teoría—tomó su martillo como si fuese una botella—. Pero tengo una más sencilla—volteó el arma en su mano—. No son dignos.
Los miembros restantes del grupo lo abuchearon mientras reían y se detuvieron cuando un silbido agudo inundó sus oídos. Tan, tan agudos, que Markus sintió un escalofrío y sus ojos se estaban cambiando de color ante una presencia que no podía procesar bien. Una voz robótica los hizo ponerse de pie, girándose en dirección a una de las armaduras destruidas de la asombrosa Legión de Hierro creada por Stark, repitiendo la palabra "dignos".
—No...¿Cómo podrían ser dignos?—preguntó la voz robótica con curiosidad—. Todos son unos asesinos.
Markus tomó la mano de Natasha, mirando atentamente.
—Stark—acotó Steve por lo bajo, colocándose frente a Viktor.
—Jarvis—bramó el millonario—. Tenemos un problema con una unidad de la Legión de Hierro.
—Lo siento, estaba dormido—prosiguió la máquina—. O estaba soñando. Había un ruido terrible...—se movió descuidadamente—. Y estaba enredado en...hilos. Tuve que matar al otro, era bueno.
—¿Mataste a alguien?—le preguntó Nicholai.
—No era lo que quería—añadió el robot—. Pero en el mundo real hay que enfrentarse a elecciones difíciles.
Markus dio un paso hacia adelante—¿Quién te manda?
El robot reprodujo una grabación, donde la voz de Tony no tardó en aparecer—Imagino una armadura alrededor del mundo.
—Ultrón.
El aludido levantó la mirada—En carne y hueso. O no, aún no. No en esta...crisálida. ¡Pero estoy preparado!
Markus, Nicholai, Dominica y Hill buscaron sus armas, quitándoles el seguro de manera muy sigilosa. El castaño estaba preparado para empujar a Natasha a un lado si aquella cosa intentaba hacer movimiento alguno para atacarlos y la espera lo estaba matando. El robot aludió que se encontraba en una misión, una misión que Markus no quería indagar.
—¿Qué misión?—bramó Natasha.
—La paz en nuestro tiempo.
Markus no tardó en sacar su arma y apretar el gatillo.
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