xxxiii. el lado nefasto
VICTORIA,
capitulo treinta y tres: el lado nefasto!
ESCUCHAR SILENCIO DE RADIO NO ERA NADA DRASTICO PARA MARKUS, sabiendo que, confiando plenamente en sus compañeros, todos podrían llevar a cabo sus tareas sin el más mínimo ápice de preocupación — todos sabían quiénes eran y qué rol cumplían en el equipo, así que eso no los detuvo ni a él, ni a Mikhail Orlov en entrar a la gran base perteneciente a HYDRA. Tony decidió adelantarse en una de las secciones, teniendo como objetivo encontrar al barón Bon Strucker mientras que los dos ex asesinos rusos se encargaban de encontrar al doctor List. Cuando pasaron por la primera sección, el aire empezaba a sentirse muchísimo más cerrado, poniéndolos en alerta máxima ante cualquier amenaza. Escucharon estruendos en los pisos superiores, pero juzgando por la ubicación, era muy probable que Tony ya haya dado con algunos miembros de la milicia de Strucker.
—Aquí Nicholai—dijo el rubio por los comunicadores—. Logré llegar a la base para no perderme la diversión. ¿Mikhail?
—Lado este, entrando al territorio donde están las bases de datos—sentenció el mayor de los Orlov detrás de Markus—. Puedes unirte a nosotros si quieres.
—Están cerca, de acuerdo. Nos encontraremos en un punto medio, corto y cierro.
Los dos giraron en una esquina y salieron a una especie de pasillo descubierto, decorado con arcos que permitían ver la vista nevada del país europeo. Mikhail y Markus se movieron cubriendo el frente y la retaguardia al mismo tiempo, en completo y sincrónico silencio. Se detuvieron al escuchar pasos, quedándose quietos para poder percibirlos y estos se alejaban. El dúo corrió hacia una coyuntura entre dos pasillos y el mayor de los Orlov fue el primero en patear la puerta de acceso, entrando primero para que las puertas se cerrasen detrás de él, separando a los dos asesinos.
—¡Mikhail!—exclamó Markus golpeando la puerta.
—¡Mierda!—bramó el ruso al otro lado—. ¡Está trabada!
Markus se giró hacia un costado, apuntando su arma hacia la figura de una muchacha que apareció repentinamente en su campo de visión, vistiendo con ropas negras y con cabello castaño que caía de manera libre sobre sus hombros. Sus ojos fue lo que más miedo causó a Markus: estos eran rojos y ella lo miraba con tanta atención antes de cerrar sus palmas y barrerlas a un lado, haciendo que Markus perdiese su arma y saliese disparado hacia atrás. Él no tardó nada en chocar contra el suelo, dejando que este le quitase el aire de los pulmones en un solo segundo, la chica se acercó corriendo a él, dispuesto a atacarlo — pero se detuvo súbitamente, sus orbes rojos mirando los ahora orbes naranjas de él.
Ella se apartó.
—¿Qué...?—preguntó Markus confundido.
La chica empezó a retroceder despacio, mirándolo con miedo.
¿Qué diablos estaba sucediendo?
Ella echó a correr hacia el lado contrario y él empezó a seguirla, dejando su rifle de asalto tirado en el suelo, abandonado. El castaño la siguió hacia un pasillo oscuro, escuchando como la respiración agitada de la muchacha hacía eco en las paredes y eso le dio una guía de su posición. Instintivamente, él sacó su pistola, apuntando hacia todos lados con precisión justo como le habían enseñado en el Centro y midió sus pasos, concentrándose en encontrar a la castaña de ojos rojizos.
—¡Markus!—escuchó la voz de Tony detrás de él y Belova se giró, encontrándose con el traje de Iron Man mirándolo, este levantó las manos—. Tranquilo, mensajero de la muerte, soy yo.
Markus suspiró de alivio—Mierda, Tony.
—¿Te asusté?
—Creo que hoy desayunaste un payaso—sentenció el castaño bajando su arma—. ¿Encontraste a Strucker?
—Nope, pero sé dónde puede estar el doctor List.
Los dos echaron a andar por el pasillo hasta llegar a una sala donde había una luz encendida dentro, cuando se asomaron, se toparon con la figura del buscado doctor List, quien mantenía su mirada fija en las computadoras: claramente borrando la evidencia que ellos necesitaban y eso llamó a la acción de los dos vengadores. Tony fue el primero en disparar, aturdiendo al doctor List quien terminó en el suelo, Markus disparó a un guardia que estaba allí y repentinamente empezó a sentirse mareado, recargando su peso contra una de las paredes.
—Woah, ¿todo bien por ahí?—preguntó Tony saliendo de su traje y se grió un momento—. Modo centinela.
—Sí...—farfulló Markus irguiéndose—. Estoy bien. Fui atacado por una chica con ojos rojos.
—Oh, el Cap dijo que había otro mejorado rondando por los pasillos—respondió Tony palmeándole la espalda—. Me alegra saber que estás bien—se dirigió hacia la computadora—. De acuerdo, Jarvis, ya lo sabes. Lo quiero todo e informa a Hill en el cuartel general.
Markus guardó su pistola en la funda, mirando al doctor List tendido en el suelo y luego pasando hacia el guardia que yacía sin vida a un lado. Él apoyó su espalda en la pared de piedra mientras Tony tecleaba un par de comandos en el teclado rápidamente. El aire continuaba siendo denso, pero Markus no percibía peligro en aquel lugar, era una sensación muy extraña. Tony le dijo algo, algo que para él parecía muy lejano y entonces el pelinegro tuvo que chasquearle los dedos dos veces para hacerlo espabilar, logrando que Markus saliese de su trance.
—Te lo volveré a preguntar, ¿todo bien por ahí?—le dijo él tocando su frente—. Le diré a alguno del equipo a que venga por ti.
—Que estoy bien, Stark—exclamó Markus y Tony volvió a levantar las manos—. ¿Qué más estamos buscando aquí?
—Sé que ellos esconden algo más que archivos—añadió el millonario mirando hacia el cuerpo inconsciente de List—. Hey, J, hazme un escáner de infrarrojos, rápido.
Markus observó cómo el traje analizaba toda la habitación en busca de alguna pista y se detuvo justo en el lugar donde el castaño se encontraba apoyado.
—Detecto acero reforzado y una corriente de aire detrás del agente Belova, señor.
—Ya lo oíste, mensajero de la muerte—declaró Tony esbozando una sonrisa—. Muévete.
Markus alzó una ceja—Sabes perfectamente que puedo derribarte sin moverme de este lugar, ¿verdad?
—Solo muévete, Markus.
El castaño levantó ambas manos, apartándose de la pared, mientras que Tony la tanteaba con sus manos, murmurando muy bajo sobre si aquella pared realmente era una puerta secreta. Al empujarla un poco, esta se corrió, demostrando que sí se trataba de una puerta secreta escondida frente a sus narices. Los dos pasaron a un pasillo que daba a unas escaleras, las cuales eran iluminadas por un fulgor de color azul. Avanzaron despacio, buscando soporte en las escaleras que parecían estar rotas por el desgaste que había en la piedra. Markus llevó una mano en la funda de su arma, quitándole el seguro para prepararse a atacar.
—Esto no estaba en los planos que vimos—murmuró Tony a su lado.
Markus rodó los ojos—Nada está justo donde esperamos encontrarlo.
El castaño se detuvo abruptamente al final de las escaleras, percibiendo aquellos mareos sumados con un dolor de cabeza que parecía provocar un episodio ligero de Tinnitus. Markus respiró hondo por la nariz, para luego soltarlo por la boca, buscando centrarse en lo poco que le quedaba de aquella posible compostura. Tony se acercó un poco, observando su reacción, encontrándose que varios filamentos de los orbes azules de Markus empezaban a cambiar de color a un anaranjado brillante.
—Vamos, compañero—declaró el millonario llevándose un brazo de Markus al hombro—. Buscaremos un lugar para que te sientes y puedas recuperarte.
—Esto es extraño...—murmuró Markus—. Siento calor y frío al mismo tiempo.
—Ya se te pasará—dijo Tony caminando hacia adelante, encontrando una salida que les daba la bienvenida a un pabellón grande lleno de maquinaria—. Creo que nos ganamos el premio gordo, Markus.
—Chicos—la voz del Capitán América—. Dominica y yo tenemos a Strucker.
—Ya, pero nosotros...—dijo el millonario mirando el gran pabellón—. Tenemos algo más gordo.
Cuando subieron la vista, se encontraron con la misma bestia que derrotaron durante el incidente de Nueva York, completamente amarrada y claramente sin vida; como si se tratara de un simple objeto de estudio. Markus silbó por lo bajo, realmente dándose cuenta de que habían encontrado algo muy grande para la operación y percibió como Tony lo empujaba hacia una silla — sentándolo para que este descansase. Markus rodó los ojos, dejándose derrotar por un simple hombre que cargaba tantas armas en su hombro como ningún otro, y se permitió cerrar los ojos por un segundo.
—Aquí hay mucha chatarra—dijo Tony.
—¿Qué tipo de chatarra?
—Huh, partes metálicas, algunos robots mal hechos—replicó el pelinegro observando con detalle el gran desastre formado allí—. Muchos cables también. Pero lo que más me causa pudor es ver a esta bestia gigante justo encima nuestro.
—Tony, Markus—dijo Nicholai por los comunicadores—. Nos estamos acercando a su posición, quédense alertas.
Markus abrió los ojos, hallándose con aquella muchacha de cabellos castaños largos enfrente y él se puso de pie, dispuesto a encontrar respuestas que capaz él no sabía cómo buscar. Ella lo miraba de manera fascinada, como si sus mentes se conectaran por un momento, sus facciones parecían suaves al toque y sus orbes rojos le examinaban con una sensación cálida que recorrió todo el cuerpo entero. Ella dio pasos hacia atrás y Markus le siguió en silencio, viendo cómo ella era iluminada por un fulgor azul y repentinamente, el monstruo que estaba colgado a sus espaldas lo hizo estremecerse y se cubrió al ver que él volaba en dirección a algo. Cuando volvió la vista hacia la chica, ella ya no estaba.
Había algo más.
Y la oscuridad ahondó todo.
Markus volvió a ese mismo bosque.
—No, no, no, no—farfulló él cerrando los ojos, sintiendo el gran dolor de cabeza—. Esto no puede estar pasándome otra vez.
—¿Qué eres, Markus?
Otra vez, aquella mísera pregunta.
El castaño se giró, encontrándose con Loki sonriéndole.
No.
No.
(Él estaba lejos de allí, él no podía lastimar más a Markus.)
—¡Quédate exactamente dónde estás parado!—exclamó el castaño alarmado—. ¡Mueve un dedo y eres hombre muerto!
—Yo no estoy verdaderamente aquí, Markus. Fui el creador de tu poder, pero la gema hizo el resto.
—¿Qué quieres de mí?
—Tu verdadero destino—señaló algo que estaba detrás del asesino.
Markus volvió a girarse, encontrándose con un ambiente completamente oscuro mezclado con rojo, iluminando varios árboles que estaban dispuestos de manera perfecta. Él ya no sintió la presencia de Loki, él ya no estaba y Markus avanzó de manera lenta; luego eso se convirtió en un trote ligero y luego, él corría en dirección a esa luz. Lo que encontró al final de ese túnel lo hizo estremecerse con horror. La fragilidad de los cuerpos caídos que están esparcidos por la nieve, manchados con tanta, tanta sangre que crearon un nudo en la garganta. Markus sentía que perdía el aliento al ver cómo sus compañeros estaban tan hundidos en el agujero negro de la muerte, sin él ser capaz de enfrentar el abismo y lanzarse para salvarlos. Justo en la escalinata final, se encontraba el cuerpo de Natasha, vistiendo su traje negro y una trenza hecha a la perfección, cabellos rubios y pelirrojos intercalados creando una mujer que podría estar maldita juzgando por sus pocas heridas.
—¿Nat?—murmuró él arrodillándose frente a ella.
Tocó su cuello.
Estaba roto.
Un charco de sangre emanaba de su cabeza.
Súbitamente, ella tomó su mano y Markus soltó un respingo.
—¿Por qué...?—masculló ella y brotaron lágrimas de sus ojos—. ¿Por qué no llegaste antes, Markus?¿Por qué no peleaste más por nosotros?
Markus empezó a llorar.
Estaba tan pero tan confundido y muy asustado.
—Lo siento...—sollozó él.
¡Dime, Markus!
Él observó cómo un ejército iba directo a la tierra mediante un portal, millones de esos monstruos estaban cruzando, dirigiéndose hacia su hogar. Belova se puso de pie, observando petrificado el lugar y cómo los gritos de agonía acompañaban una balada tan trágica, anunciando posiblemente el inicio del fin. Era hermoso a oídos de muchos, pero devastador para muy pocos y la negación de no poder hacer nada terminó consumiendo los pensamientos de Markus.
¡DIME QUÉ ERES!
Alguien tocó su hombro y él se giró, encontrándose a la muchacha de cabellos castaños mirándole con una sonrisa de gratificación, como si ella ya hubiese cumplido su objetivo. Decidido, Markus se dispuso a seguirla, corriendo hasta ver que ella desaparecía otra vez — dejando al castaño en el mismo lugar donde estaba con Tony. Al ladear su cabeza, él se encontró con una figura que desprendía un fulgor azul que él llegó a reconocer en sus pesadillas.
El cetro.
Él se llevó la mano a la oreja izquierda—Encontré el cetro.
Belova caminó con decisión, sintiendo que la energía que el cetro irradiaba lo llamaba y se concentró en sobrepasar aquel dolor de cabeza y ese sentimiento que amenazaba con prender fuego su cuerpo. Tony, quien se encontraba conmocionado con la misma escena que Markus presenció, se descolocó al ver al asesino acercarse con tal decisión a la única cosa que lo mantuvo prisionero — descubriendo que el castaño no se detendría.
—¡Markus, espera!—exclamó Tony.
Markus agarró el cetro de un manotazo y cuando tocó la gema, sintió que su alma explotaba en mil pedazos, provocando que sus pupilas se dilataran, creando aquel pasaje de orbes azules a naranjas y una ola de viento los lanzó a él y a Tony a lados separados, provocando que algunas maquinarias explotasen. Y Markus se sumió a aquel agujero negro y cayó al suelo, perdiendo la consciencia al instante. Tony se acercó rápidamente, topándose con el cuerpo de Markus donde brotaban algunas grietas de color anaranjado brillante, sin llegar a destruir su piel o cuerpo.
—Mikhail, Nicholai, necesito ayuda aquí—declaró el millonario con preocupación—. ¡Aquí y ahora!
Atrajo un guante de su traje y apartó el cetro de Markus, tomándolo en una única mano, mientras que la muchacha castaña sonreía con fascinación a sus espaldas.
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Él flotaba, eso estaba claro.
Se encontraba metido en aquel bosque iluminado por una luna roja, la cual parecía percibir todo tipo de sombras producidas por el follaje que decoraban los árboles. La poca hierba que se encontraba a su alrededor donde él estaba recostado era de color verde que se opacaba por las súbitas sombras duras, dejando que este sea limitado por una fina capa de nieve que terminaba por recubrir la superficie restante. Markus se dio cuenta que él caía en ese colchón de hierbas, el cual no lo hizo hundirse como si estuviese en una nube. Él permaneció en terreno sólido.
Él sentía su piel electrizada, un sentimiento tan foráneo.
Pero tan familiar al mismo tiempo.
Parecía enfermizo.
Lo último que recordaba fue ver aquella visión que la castaña indirectamente había atraído, mostrando lo que parecía ser el futuro. ¿Acaso el futuro terminaría quitándole todo lo que él amaba? Parecía un eufemismo, una blasfemia, que el mismísimo infierno estuviese moviendo los hilos para poder hundirlo más y más en los diferentes círculos donde se albergaban todos los pecados habidos y por haber. Aquello demostraba ser un simple acto nefasto, luego de todo el bien que Markus había hecho en el mundo (el cual, lamentablemente, se contaba con los dedos de una mano). Repentinamente, él se preguntó si la vuelta de sus poderes podría llegar a ser un acto de castigo hacia sus acciones pasadas: él llegó a entender que había causado demasiado daño y que las únicas cosas buenas que había logrado no valdrían lo mismo en una balanza donde se lo juzgaría por sus crímenes. Su libro chorreaba sangre, roja, abundante, espesa y lenta derramándose en el suelo como una cascada que parecía no encontrar fondo.
Algo era seguro de todo eso.
Markus Belova volvía a tener el amable regalo que Loki le había dado.
Sus poderes estaban de vuelta.
¿Qué diablos haría al respecto?
—Nada parece salirme bien en esta puta vida—declaró él en voz alta.
—Tienes un regalo—dijo una voz que lo hizo ladear la cabeza a un lado.
Allí estaba la misma chica que inundó su mente con tormenta roja y ojos maquiavélicos, sentada a un par de metros de él cruzada de piernas, su expresión demostraba curiosidad y el distintivo color rojo en sus orbes demostrando su poder hicieron estremecer al ex asesino un poco. Él se giró para poder apoyarse en su costado derecho, fijando su mirada en la muchacha; se creó un silencio entre ellos que Markus consideró íntimo, teniendo en cuenta de que el espacio que habitaban parecía ser la propia mente de Markus o simplemente sería el fin de una vida, dejando en claro que el mayor de los Belova estaba muerto — o tal vez se trataba de un simple espejismo.
—¿Quién eres?
—Mi nombre es Wanda, Wanda Maximoff.
—Podría preguntarte dónde estamos, pero supongo que tú ya lo sabes.
Wanda se encogió de hombros—Estamos en el único espacio donde tu poder conecta con tu cuerpo, como si fuese un limbo—miró a su alrededor, siendo iluminada simplemente por luz roja—. Es cálido.
—Eso significa que eres una intrusa.
—Tú me dejaste entrar.
—Lamento decepcionarte, Wanda—añadió el castaño sentándose para enfrentarla—. Pero tú entraste a la fuerza.
—¿Para qué negar un humano quien tiene una conexión tan fuerte con un poder que no conoce?¿Que no entiende?—le preguntó la muchacha Maximoff—. Este poder puede llegar a destruirte, Markus. Y será divertido ver como caes, justo como el resto de los héroes que lo hacen.
Markus estuvo a punto de atacarla, pero al dar un paso, poniéndose de pie, se chocó con algo y eso lo hizo de caer de espaldas al suelo. Parpadeó un par de veces, encontrándose en un lugar completamente iluminado y estaba claro que él se encontraba absolutamente solo. Él aún seguía con su uniforme, pero sin armas y sin un ápice de inteligencia sobre cómo era su entorno. Se acercó al vidrio donde lo separaba de otra habitación y lo tocó, intentando de probar la resistencia del mismo, tensándose al escuchar que la puerta que estaba del otro lado se abría. Natasha, Steve y Tony entraron, junto con lo que parecía ser una médica con rasgos asiáticos, la puerta cerrándose detrás de ella.
—¡Mensajero de la muerte!—exclamó Tony con alegría—. Es bueno verte despierto. ¿Cómo te sientes?
—Cómo si hubiese dormido una eternidad—le dijo Markus inexpresivo.
—Te entiendo—le dijo Steve antes de guiñarle un ojo.
Markus alzó el mentón—¿Dónde diablos estoy?
—Estás en la torre de los Vengadores, Markus—respondió Natasha cruzándose de brazos—. Después de lo que sucedió en Sokovia, logramos recuperar el cetro y Strucker ya está en manos de la OTAN.
—Mierda, sí que lo conseguimos—declaró el castaño esbozando una sonrisa triunfal y Steve enarcó una ceja—. ¿Ahora qué dije?
—También...te hemos metido aquí para tu propia seguridad y la de tus compañeros—dijo Steve antes de relamerse los labios, mirando al castaño con preocupación para luego señalar a la asiática con la cabeza—. Ella es la doctora Helen Cho, se ha visto muy cautivada por la reacción de tus poderes.
—Es un placer conocer a uno de los asesinos más buscados de la historia—añadió la doctora Cho con una sonrisa sencilla.
Markus no sabía cómo medir eso—Huh, ¿el placer es mío?
—Lo que ocurrió en el laboratorio de chatarra de Strucker no fue una coincidencia, Markus—señaló Stark acercándose hacia el vidrio—. La última vez que vimos el potencial de tus poderes fue hace tres años y podría decirse que estos estuvieron en estado vegetativo por todo este tiempo.
—Podría decirse que tus poderes se encontraban en un profundo sueño—se adelantó la doctora asiática para que las palabras de Tony no terminasen atormentando al muchacho de cabellos cortos—. Esperando a que algo los despierte. En este caso, estamos hablando de energía y esa energía viene del cetro, ¿no es así?
Markus asintió.
—¿Acaso tocaste el cetro de manera directa?—le preguntó la doctora al mismo tiempo que tomaba su tableta para escribir.
—Había algo que me llamaba a él.
—¿Qué fue eso?
—Una gema, que me señaló una chica, de cabellos castaños—replicó él mientras que Natasha y Steve enarcaban una ceja—. Su nombre es Wanda.
—Wanda Maximoff—declaró Steve mostrando el contenido en un holograma—. Ella es hermana gemela del responsable de herir a Clint: Pietro Maximoff. Los dos fueron sujetos de experimentación en las pruebas de Strucker y posiblemente tengan sus habilidades mejoradas debido a las experimentaciones con el cetro.
—¿Clint está bien?
Natasha asintió, esbozando una sonrisa de lado—Él vivirá, además tendrá un dispositivo de audición mejorado, el suyo se estropeó.
Markus tomó asiento en el suelo, mirando a los cuatro integrantes que se encontraban de pie frente a él. Preguntar por lo que iba a suceder de ahora en más era inevitable, de alguna forma él debía saber cómo enfrentar el problema y cómo adaptarse al mismo — justo como dijo Wanda: eso era un regalo, un regalo que no se podía devolver.
—¿Qué es lo que pasará conmigo?
Natasha dio un paso adelante, intentando de demostrar una respuesta que ni siquiera ella tenía como para asegurarle de que todo saldría bien.
Solo debían esperar.
—Me tomé la libertad de tomar una muestra de tu sangre para analizarla, comparándola con el material genético que logramos sacar de los archivos de Strucker—respondió Helen de manera anímica—. De los gemelos Maximoff, claro, para ver si hay alguna coincidencia o ambivalencia en el código genético de la tuya. Lo que manejas, Markus...es energía y pienso que será muy beneficioso para ti aprender a usarla.
—¿Eso significa que no soy un peligro?
—Esperaremos hasta el final de la semana, campeón—señaló Tony dándole dos palmadas al vidrio—. Solo serán tres días y verás que podrás unirte a la fiesta de despedida para Thor con el resto.
—De acuerdo.
Steve ladeó la cabeza a un lado—Descansa, Markus. Nosotros ya ganamos.
Markus sonrió de lado y los tres se salieron de aquella sala, dejándolos solos a la pelirroja y a él. Natasha se sentó a la misma altura que él, así quedando al nivel de los ojos, simplemente mirándose entre ellos. La pelirroja debía admitir que su corazón estaba palpitando muy rápido cuando sus compañeros estaban recibiendo la llamada de auxilio que dio Tony Stark en cuanto ellos hicieron contacto con el cetro — ella sabía que algo andaba mal, así que no tardó en abandonar a Banner para correr hacia el gran predio. Thor se encargó de regresar al doctor Banner al quinjet, asegurándole a Romanoff que su trabajo ya estaba hecho y ella se echó a correr sobre la nieve.
Mikhail, Nicholai, necesito ayuda aquí.
Su respiración se agitaba más y más.
¡Aquí y ahora!
Ella se sentía muy confundida.
¿Qué estaba sucediendo para tener tanto alboroto?
Ella levantó la mirada, enfocando sus orbes claros en los de Belova—¿Qué fue lo que sucedió exactamente?
Markus soltó un suspiro, pasándose una mano por el cabello corto como gesto distraído—Mikhail y yo estábamos barriendo el perímetro, buscando al doctor List. Esta chica nos separó a los dos y me atacó con su poder. Parecía una especie de aura color rojo y cuando choqué con el suelo, ella estaba dispuesta a atacarme otra vez, pero...
—No lo hizo.
—Ella me miró con miedo y se apartó.
—Tal vez sabía de tu poder.
Markus negó con confusión—No lo sé, Nat. Fue extraño, empecé a sentirme mareado al perseguirla y luego me topé con Tony.
—Él nos contó lo que vieron en ese pabellón—declaró la pelirroja sin temor—. Lamento que hayas tenido que ver eso otra vez.
Markus no lamentó para nada el hecho de que ella no viese lo que él vio en esos momentos, sintiendo sus nervios a flore de piel con tan solo unas pocas imágenes y tanta sangre, de lo poco que podía recordar de ese momento. El castaño no se había dado cuenta de que tenía la mirada baja, pero al volver a conectarla con Romanoff, se encontró con una mano de ella posada en el vidrio, esperando a unirse con la suya.
—¿Volveré a ser normal?
—No lo sé, Markus—respondió ella con incertidumbre—. No lo sé.
(Markus llegó a confiar de que él podría vivir igual con sus poderes, así que ese "no lo sé" se fue haciendo polvo poco a poco.)
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