xxiv. cambio de prioridades
INVIERNO ROJO,
capitulo veinticuatro: cambio de prioridades!
EL PARACAIDÍSMO ERA ALGO TAN AMENO A MARKUS, era como una cosa que no solía hacer tan seguido, pero cuando lo hacía: diablos, sí, eso se sentía muy bien. Él recordó la primera vez que le entregaron un paracaídas, luego de haber pasado sus primeros siete meses en la base de Bielorrusia bajo el entrenamiento del programa; Markus no podía sentirse más que nervioso ante el prospecto que se le presentaba justo frente a sus narices, él era un simple muchacho de trece años, ¿cómo diablos lo tirarían de un avión de carga con un paracaídas? En su mente pasaron más de mil escenarios posibles sobre éxitos y su propia muerte (cabe aclarar de que Markus sabía que había más escenarios sobre su muerte que de los éxitos del ejercicio). Las instrucciones estaban hechos añicos por los años de uso, pero cuando lanzaron al equipo de Markus (el que estaba en un inicio cuando lo separaron de Yelena), él podía sentir que flotaba, que parecía un gran gorrión capaz de matar todo a su paso.
Verán, ese era el mero y primordial objetivo de la Habitación Roja.
(Convertir a niños y niñas desdichados en armas letales para quebrantar y pulverizar gobiernos, ¿no?)
Recordó que aquella primera vez fue todo un éxito para él, no para los tres chicos que murieron al ver que su paracaídas no abría. Era algo nefasto, algo muy poco práctico, el dejar caer almas inocentes a un vacío del cual no volverían. Markus aún tenía grabadas las imágenes de cómo sus cuerpos se encontraban aplastados contra el suelo y había mucha, mucha sangre allí, tan roja como la bandera de la Unión Soviética, la cual se encontraba guardada luego de una fallida guerra, hundida en sus cenizas. Tan roja como sus expedientes y sus crímenes que pronto realizarían si lograban pasar a la etapa siguiente al entrenamiento. Ahora, mientras Natasha se aferraba a Markus con el paracaídas, todo era mucho más sencillo.
Ellos ya sabían cómo volar.
Ellos ya no tenían hilos que les enseñaban como volar.
Eso había acabado.
Markus tiró del cordón para poder abrir el paracaídas y guiarlos hacia el Lemurian Star, el cual les dio una bienvenida tan fría como el invierno mismo. Con sus luces prendidas, el equipo se había desplazado rápidamente con sus paracaídas hacia la zona trasera del barco, donde Markus pudo divisar a Steve golpeando a un par de mercenarios, los cuales se hacían llamar "piratas" (algo que el propio Belova consideró muy, pero muy estúpido) y sacaron sus armas para poder ayudar de manera muy silenciosa a lograr el objetivo de capturar a Batroc. Steve se detuvo al ver que alguien le apuntaba por detrás y Dominica utilizó ese momento para poder disparar, derribando al mercenario en cuestión de segundos con una bala en la cabeza.
El equipo aterrizó y Steve se giró para mirar a la rubia, quien ya le miraba con una ceja alzada antes de quitarse la mochila con el paracaídas.
—Pensé que venías justo detrás de mí—dijo el capitán.
—Tomaré eso como un gracias, milaya (cariño)—añadió Dominica colgándose el arma en su hombro.
—Gracias, Viktor.
Markus bufó—Parecías bastante desesperado sin su ayuda.
Markus le quitó los enganches a su arnés para poder separarse de Natasha y ella tiró la mochila con el paracaídas a un lado, quitándose sus arneses también. Los dos comenzaron a caminar hasta ponerse a ambos lados del capitán, sus sonrisas mostrando complicidad — Steve no tardó en rodar los ojos.
—¿Entonces eso significa que no tendremos cita doble?—preguntó Natasha mirando a Steve con diversión—. Puede ser divertido.
—Natasha, concéntrate—bramó Steve exasperado.
Markus le codeó—¡Vamos! No es tan difícil de pedir, solo dile: "quiero salir contigo" y ya está.
—Hablen por ustedes mismos—dijo Dominica pasando por su lado.
—¡Te escuchamos!—exclamaron los dos espías rusos mientras que los hermanos Orlov se palmearon el rostro antes de retirarse con Rumlow y otros del equipo.
—Aseguren los motores—declaró el capitán antes de seguir a la espía rubia—. Luego consideraré su oferta de la cita doble.
—Podemos hacer varias cosas a la vez—señaló Natasha antes de empujar a Markus por la baranda y luego saltar por ella.
Los dos espías se movieron sutil y silenciosamente por los pasillos, bajando las escaleras rápidamente para poder llegar a la puerta que les daría acceso a la sala de motores. Escucharon un teléfono a la distancia y se guiaron por el sonido hasta ver a un hombre armado justo atendiéndolo. Markus llegó a la conclusión de que estaban esperando un rescate y que debían encender los motores para así moverse. Natasha, tan rápida como una maldita araña, se movió para ponerse justo detrás del mercenario y Markus no tardó en pasarse una mano por el rostro. Habían pasado literalmente años desde la última vez en la que la pelirroja y él habían hecho una misión por su cuenta — se notaba que no estaban en la misma sintonía y no se culpaba por ello.
Cuando el mercenario se giró, la pelirroja le sonrió.
—Hola, marinero.
Markus disparó y Natasha tomó la oportunidad para engancharle un gancho que rodeó su cabeza para poder saltar en el recoveco que había en las escaleras, arrastrando al castaño con ella. Los dos abrieron fuego con sus pistolas a los mercenarios que había allí, antes de aterrizar sobre un cuerpo. Markus miró a la pelirroja alzando una ceja y ella simplemente se limitó a encogerse de hombros, logrando que su cabello lacio se moviese un poco.
—¿Qué?
—Han pasado años desde la última vez que hicimos misiones juntos—dijo él chasqueando su lengua—. Estamos oxidados.
—Tú eres el que está oxidado, no yo—señaló la espía con una sonrisa arrogante—. Pero te daré el beneficio de la razón. Te faltaron dos.
Markus disparó hacia abajo cinco veces, escuchando el sonido de dos cuerpos cayendo al suelo de manera seca y sonrió a la pelirroja.
—A ti te faltaron dos, kukla (muñeca).
—Chicos, en dos minutos empezarán a matar gente si no nos apuramos—señaló Rumlow por los comunicadores—. ¿Están en posición?
—Afirmativo. Estamos en posición—dijo Mikhail al otro lado—. Tenemos una vista clara de los tres mercenarios. Blancos fijados.
Markus y Natasha corrieron por las escaleras antes de caer en un pasillo que los llevó silenciosamente al cuarto de motores, silenciosamente, los dos corrieron eliminando a tres mercenarios más. Encontraron a dos más merodeando justo en la parte central y se separaron para eliminarlos de manera individual. La voz de Steve se reflejó en sus comunicadores cuando estaban tan cerca del objetivo de neutralizar a los mercenarios restantes de la sala de motores.
—STRIKE en posición, capitán—bramó Rumlow.
—Natasha, Markus, ¿algún progreso?—preguntó Steve por los comunicadores.
Markus lanzó una patada al mercenario antes de sacar su cuchillo, incrustándolo en la zona de su clavícula, sacando un grito de agonía por parte del mercenario. Natasha tomó esa distracción para atacar por su cuenta, atacando al mercenario con una llave realizada de forma habilidosa con sus piernas, lanzando al mercenario lejos. Markus recibió un puñetazo en su rostro, pero luego lanzó una patada hacia adelante con ayuda de sus manos realizando una medialuna para colocar el cuchillo en su garganta, indicándole que se rindiera. Terminó por golpearlo en la cabeza y el cuerpo terminó estrellándose contra una de las paredes.
—Natasha, Markus—llamó Steve otra vez.
—¡Ya casi!—exclamó Markus agitado.
Markus corrió hacia el mercenario que Natasha enfrentaba para lanzarlo hacia arriba gracias a un rol que hizo hacia atrás y Natasha saltó para poder golpearlo, estrellando al mercenario contra el suelo, dejándolo inconsciente. Natasha y Markus se pusieron de pie, la pelirroja se llevó la muñeca a la boca.
—Sala de motores segura.
Uno de los mercenarios intentó disparar, pero Markus lanzó su cuchillo, derribándolo al instante. Natasha le miró con desconcierto y Markus simplemente se encogió de hombros. El castaño estuvo a punto de dar una última recorrida a la sala de motores, pero Natasha le agarró la mano, empezando a tironear de ella. El castaño no tardó en rodar los ojos antes de seguirla. Por los pasillos silenciosos, ambos se movieron rápidamente y Markus no podía evitar preguntarse a dónde diablos se dirigían, pero confiaba en Natasha (demasiado, podría decirse) y él la siguió hasta la sala de máquinas, donde había más computadoras que de costumbre.
—Los objetivos fueron neutralizados, capitán, rehenes a salvo—aseguró Nicholai por los comunicadores—. Rumlow los está asegurando mientras hablamos.
—Rehenes en camino al punto de extracción—bramó el mencionado.
Markus estuvo a punto de decir algo, pero Natasha se giró a mirarlo, fulminándolo con sus ojos claros y, muy lentamente, llevándose un dedo a los labios. El castaño no tardó en fruncir el ceño, recibiendo un ademán afirmativo para que continuasen con su camino. Eso sí que era demasiado confuso y demasiado familiar para su propio gusto, sin embargo, eso no cambiaba su vista sobre ella y simplemente la siguió hasta una de las computadoras. Ella agarró una memoria flash USB con el logo de SHIELD y lo colocó en el conector indicado antes de ponerse a tipear con las teclas.
—¿Se puede saber que diablos estamos haciendo aquí?—preguntó el castaño—. Se suponía que debíamos encontrarnos con el resto del equipo en el punto de encuentro con los rehenes.
—Tranquilo, estoy trabajando—respondió la pelirroja observando las pantallas—. Confío en que no le dirás nada a nadie.
Markus se cruzó de brazos—Eso depende, si no piensas venderme como chivo expiatorio.
—¿Por qué piensas que voy a venderte como chivo expiatorio?
—Intuición, supongo.
—Pues tu intuición es una mierda, Belova.
—Agradezco la sinceridad, Romanoff.
Se formó un silencio entre ellos y luego la pelirroja suspiró—Tú no puedes ser un chivo expiatorio ni aunque te paguen para hacerlo. Mikhail puede ser un gran chivo expiatorio.
—Romanoff y Belova no han llegado al punto de encuentro, capitán—señaló Rumlow.
—Natasha, Markus—dijo Dominica por los comunicadores—. Batroc anda suelto. Vuelvan con Rumlow y el equipo protegerá a los rehenes.
Markus observó como la copia y descarga de los archivos comenzó a moverse. El castaño confiaba que los hermanos Orlov protegerían sin problemas a los rehenes, sin embargo, lo que más curiosidad le daba era el simple hecho de que Natasha Romanoff estaba sacando información que podría ser crucial para los informáticos de SHIELD y él se preguntó cuales eran las verdaderas intenciones sobre el destino de aquella información extraída.
—¿Por qué estamos haciendo esto, Nat?—preguntó Markus de forma cautelosa.
—Es un hábito que tengo desde que llegué—pronunció la pelirroja de manera descuidada—. Así es como sé la mayoría de las cosas y como SHIELD funciona. Antes estaba caminando por una calle llena de humo, donde no podía ver nada.
—Entonces ahora puedes verlo todo.
—Ajá—asintió la pelirroja antes de teclear—. Pero lamento decepcionarte, Markus, esto no es para mi.
Markus levantó una ceja, inquisitivo ante la mirada que le envió la espía rusa.
Si no era para ella, ¿Quién se lo había pedido?
Oh.
Nick Fury.
Allí se dio cuenta y Natasha asintió en silencio antes de volver a su tarea—Tu no eres tonto, Markus. Eres lento.
(Markus le golpeó las costillas y Natasha soltó un gruñido antes de devolverle el golpe.)
Eso no detuvo la curiosidad inaudita de Markus Belova.
—¿Por qué él te lo pediría si tiene el acceso a literalmente todo?—preguntó Markus acercándose para posarse a su lado—. Es inútil.
—Hay sospechas, Markus—pronunció la pelirroja mirándolo de reojo, esta vez de manera seria—. Con el proyecto Insight avanzando más y más, es posible que Fury haya cambiado sus prioridades.
—¿Así que es esta la razón?—inquirió el castaño—. ¿Un simple cambio de prioridades?
—Si hay sospechas, sí.
Eso era lo que Markus no lograba captar.
¿De qué estaban sospechando?
¿De una posible traición?
¿De la KGB?
¿De la propia seguridad del mundo?
Como si fuese repentino, la puerta que se encontraba a un costado se abrió de manera brusca. Literalmente arrancándola de sus bisagras, Steve y Batroc aparecieron justo en el momento que el capitán lanzó un puñetazo al rostro del mercenario para poder noquearlo. El golpe seco se escuchó y Dominica, quien apareció detrás de Steve soltando un silbido bajo, paso a su lado. Natasha bufó en voz baja de manera incómoda mientras que Markus observaba la situación con diversión.
—Vaya, esto es incómodo—dijo la pelirroja, atrayendo la atención de los dos rubios.
—Gracias por responder el comunicador, Belova—señaló Dominica lanzándole un cuaderno que él agarró antes de ponerlo contra una de las mesas.
—¿Qué están haciendo?—preguntó Steve acercándose a ellos.
—Una copia de seguridad—mintió Natasha con absoluta naturalidad—. Es una buena costumbre que le estoy enseñando a Markus.
—Khotya u menya eto uzhe yest' (A pesar de que ya la tengo)—murmuró el ruso rodando los ojos.
Steve negó con la cabeza—Rumlow necesitaba su ayuda. ¿Qué diablos están haciendo aquí?
Dominica miró en dirección a las pantallas—Están guardando información de SHIELD. Típico.
—Todo lo que consiga—dijo Natasha.
—Nuestra misión era rescatar a los rehenes—bramó Steve con molestia—. No esto.
—En realidad, esa era su misión—declaró la pelirroja antes de agarrar el chaleco de Markus—. Nuestra misión era esta.
Belova le miró de manera inexpresiva—I ty govorish' mne, chto ya ne kozel otpushcheniya (Y tú me dices que no sirvo como chivo expiatorio).
—Zakryt' (Cállate).
Dominica no tardó en rodar los ojos.
—No se preocupen—señaló la pelirroja sacando la memoria de su compartimento—. Lo han hecho muy bien.
Romanoff sonrió antes de pasar por el lado del capitán y este le agarró el brazo, logrando que Markus sacase su cuchillo y Dominica también, poniendo más tensa la situación. Decir que Steve se encontraba molesto era quedarse coro, como si fuese apartado del circulo de juegos donde los niños jugaban — en ese momento, Markus se dio cuenta de que el capitán decía la verdad sobre Fury: él estaba harto de ser su conserje.
—Ustedes dos acaban de arriesgar toda la operación—declaró el capitán.
—Steve, creo que estás exagerando—dijo Dominica en un intento de alivianar la situación.
—La operación salió con éxito, capitán—dijo Markus de forma queda antes de señalar a la pelirroja—. Así que sugiero que quite las manos de la señorita antes de que se las corte.
Se escuchó un ruido por donde los dos rubios entraron, los cuatro se giraron para ver a George Batroc lanzándoles una granada. Markus agarró a Natasha para cargarla mientras que Steve hizo lo mismo con la rubia, las dos dispararon en dirección a las ventanas, así metiéndose dentro de ellas antes de que la explosión los sorprendiese y todo explotó. Markus sintió que su cuerpo ardía por el impacto y Dominica soltó un gemido de dolor al levantarse, siendo ayudada por Rogers posando una mano en su cintura. Natasha arrastró a Markus hacia una pared, soltando un quejido de dolor.
—Eso estuvo muy cerca—dijo la rubia sentándose sobre la pared.
—Está bien—bramó la pelirroja haciendo una mueca—. Eso ha sido culpa nuestra.
—Puedes jurarlo—masculló Steve.
Los hermanos Orlov aparecieron con sus armas en alto, encontrándose con los cuatro miembros restantes del equipo y Mikhail sonrió de lado mientras que su hermano menor bajaba el arma.
—¿Nos perdimos de algo?
Steve se levantó enfadado y dejó la habitación, el resto del equipo lo siguió en silencio.
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A la mañana siguiente, Markus soltó un quejido de dolor al recostarse sobre un moretón y ejerciendo presión sobre este. Sus sábanas estaban mojadas por el hielo que llevaba puesto en aquella zona y este ya se había derretido. El castaño se sentó en la cama antes de frotarse los ojos, se dio cuenta de que las cortinas de su habitación estaban abiertas y recordó vagamente si las había cerrado o no. El equipo había llegado demasiado tarde de la misión para detener el atraco del Lemurian Star y no estaban de humor para poder realizar algún reporte relevante sobre toda la situación. Steve decidió entrenar en el Triskelion, así que se quedó allí por lo que restaba de la noche. Markus bostezó de manera descuidada y se puso de pie para buscar al resto de sus compañeros.
Cuando bajó las escaleras, se encontró con los hermanos Orlov, quienes estaban gozando un desayuno que cierta pelirroja había preparado. Los hermanos, al notar la presencia de Markus, alzaron una ceja.
—Vaya, despertó el bello durmiente—dijo Nicholai antes de llevarse la taza de café a los labios.
—I tebe dobroye utro, idiot (Buen día para ti también, idiota)—gruñó Markus.
—Dormí como un tronco, estar suspendido en un cable no es algo que se hace todos los días—señaló el pelinegro antes de comerse su tostada—. Si preguntas por nuestra querida Dominica, se fue al Triskelion temprano para ver a Steve.
—Y luego ella lo niega—exclamó Natasha desde la cocina, Markus la siguió con la mirada, hasta que ella se volteó—. Hola, niño bonito.
—Creo que te estás tomando muy en serio el ser mi guardaespaldas, Romanoff—replicó el castaño y agarró la taza de café que ella le tendió—. ¿Tú fuiste quien abrió las cortinas?
Romanoff le miró de manera inexpresiva—Era eso o tirarte un balde con agua fría.
—Ese es mi tipo de mujeres—murmuró Markus antes de sentarse en la mesa—. ¿Vas a quedarte ahí o vendrás a desayunar con nosotros como si fuésemos las personas más normales del mundo?
—De acuerdo, pero no debemos tardar mucho—aceptó la pelirroja agarrando una taza para poder verter café y se sentó en la mesa junto a Markus—. Nick Fury los necesita en el Triskelion en media hora.
—¿Se puede saber la razón o es clasificado?—preguntó Nicholai dejando el periódico digital de su tableta en la mesa.
—Son sobre los datos que recopilamos ayer con Markus—respondió ella empujando levemente al castaño—. Les mostrarán el nuevo proyecto que tiene a Fury muy ansioso y alarmado.
—Ansioso y alarmado no van tan bien de la mano—masculló Mikhail al terminarse su taza de café—. Iré a ponerme el uniforme.
—Iremos al Smithsoniano con Steve después—añadió el menor de los Orlov levantándose de la mesa—. ¿Ustedes vendrán?
Natasha habló antes de que el castaño pudiese si quiera reaccionar—Markus y yo tenemos una cita, Orlov. Lo siento.
—Ty skuchayesh' po etomu, lyublyu tebya (Ustedes se lo pierden, tórtolos).
Markus miró a Natasha de reojo, quien volvió a concentrarse en tomar su café en silencio y sintió los ojos azules de su compañero de equipo literalmente quemando hoyos en su cabello pelirrojo; ella simplemente se hizo la desentendida y se encogió de hombros antes de levantarse de la mesa, declarando un "no tardes" al espía ruso. Cuando Markus terminó su desayuno, el equipo de cuatro salió en dirección al Triskelion — donde Nick Fury los esperaba. Natasha se separó de ellos para dirigirse a otra sección y le dijo a Markus que la buscase cuando Fury haya terminado con él. Markus se encogió de hombros antes de seguir a los hermanos Orlov, parándose en el ascensor donde se encontraron con Nick Fury, Steve Rogers y Dominica Viktor.
—Pues qué coincidencia—bramó el director de SHIELD—. Entren ya.
Las puertas del ascensor se cerraron detrás de ellos cuando entraron y el ascensor continuó bajando.
—¿Nos perdimos de algo redundante?
—Que la última persona en la que Fury confió le quitó su ojo—dijo Dominica y Steve le miró con una ceja alzada—. Y Steve está molesto con el equipo por lo que ocurrió ayer en el Lemurian Star.
Nicholai le miró de reojo—¿Alguna vez escuchaste sobre la "división de trabajo"? La KGB lo hace todo el tiempo.
—Sí, me di cuenta—añadió el rubio apretando los dientes.
—Tengo curiosidad, ¿a dónde diablos nos dirigimos?—preguntó Markus al ver que habían bajado varios niveles sobre tierra.
—Ya verán—señaló el hombre moreno.
El silencio se volvió a formar entre ellos y nunca se había sentido tan incómodo en los silencios en los que se sumía el propio Markus.
—Antes solían poner música en los ascensores—murmuró Steve.
—Sí, mi abuelo manejó uno de estos durante 40 años—dijo Nick mirando a los agentes—. Trabajaba en un buen edificio. Le daban buenas propinas. Iba a casa todas las noches con una bolsa llena de billetes de uno—ladeó su cabeza a un lado—. Decía "Hola" y la gente le devolvía el saludo. Con el tiempo, claro, el barrio empeoró. Decía "Hola" y la gente le decía "pasa de mi". El abuelo sujetaba la bolsa con más fuerza.
—¿Intentaron robarle?—preguntó Dominica alzando una ceja.
Nick soltó una risotada—Todas las semanas algún imbécil decía "¿qué llevas ahí?".
—¿Qué hacía?
—Se lo enseñaba—respondió Fury, como si fuese la cosa más simple que pasase en el mundo—. Un puñado de billetes arrugados y una mágnum 22 cargada.
—Tu abuelo era inteligente, en eso estamos claros—dijo Markus sonriendo de lado.
Fury asintió antes de mirar por la ventana—Al abuelo le encantaba la gente. Pero no confiaba mucho en ella.
Al girarse, el equipo se encontró con una gran infraestructura a sus anchas, desplegada de forma ordenada y caótica al mismo tiempo. Tres helicarriers se encontraban estacionados frente a sus narices, construyéndose de manera progresiva y cargando armamento constantemente, suspendidas para poder trabajar a gusto. Los rostros de los espías rusos se iluminaron de color celeste por las luces blancas y azules, dejando un gesto sosegado en todos al ver el gran proyecto que SHIELD estaba preparando para el mundo.
—Sí, lo sé—añadió Nick al ver las caras de los espías—. Son un poco más grandes que la magnum de mi abuelo y las armas que les brinda la KGB. Dama y caballeros, esto es el Proyecto Insight.
Natasha, en cierto modo, tenía razón.
Los espías abandonaron el ascensor para poder dirigirse a una plataforma que los conduciría por uno de manera cercana. Varios trabajadores pasaron por su lado, concentrándose en su trabajo y otros movían quinjets a los cargueros para asegurarlos. Continuaron junto a Fury a pie hasta que señaló el gran helicarrier.
—Tres helicarriers de nueva generación unidos a una red de satélites espía—explicó mientras colocaba su tarjeta de acceso en una de las plataformas.
—Adivino, lanzados desde el buque Lemurian Star—dijo Steve observando los vehículos—. Tiene sentido.
—Una vez que los lancemos, no tendrán que bajar nunca—añadió el hombre de piel morena subiendo a la plataforma antes que el resto—. Un vuelo suborbital continuo gracias a nuestros nuevos propulsores.
—No me digas—acotó Markus antes de señalar los motores—. ¿Stark?
Fury se encogió de hombros—Huh, hizo algunas sugerencias después de ver nuestras antiguas turbinas.
Se deslizaron por la plataforma lentamente, entrando en el terreno de las armas, las cuales estaban apuntando en diferentes direcciones y estaban sin energía. Markus se preguntó de dónde diablos habían sacado tantas armas para una base aérea de aquella magnitud. Ni siquiera los jets que tenía la división de Dreykov a disposición para sus Viudas y Gorriones Negros poseía una tecnología tan avanzada como SHIELD.
—Estas nuevas armas de precisión de largo alcance pueden eliminar a mil enemigos por minuto—señaló el director mirándolas fijamente antes de girarse para mirar a los presentes—. Leer el ADN de un terrorista antes de que salga de su nido. Neutralizaremos muchas amenazas antes de que ocurran.
Markus apretó los labios.
¿Aquello no era algo demasiado extremo?
Nadie podía predecir el comportamiento humano de un terrorista, ni de un genocida — en realidad, a pesar de haber leído tantos perfiles psicológicos durante el entrenamiento en la KGB en la parte de comprensión psicológica de objetivos, era demasiado complicado predecir el comportamiento de un simple humano común y corriente. Los algoritmos de la mente varían todo el tiempo y no todos piensan igual; los asesinos, los genocidas y los terroristas siguen una línea, eso era lo que Markus entendía, pero esa línea terminaba ramificándose. La imprevisibilidad humana era el único enigma que revolvía en el mundo y tal vez, eso era algo bueno, ya que demostraba que ningún ser viviente con anatomía orgánica era realmente un robot.
Belova se preguntó qué iban a ganar con ello.
Seguridad, sí.
¿Pero que ocurría con el miedo?
—¿No era que el castigo iba después del crimen?—preguntó Steve con ambas manos juntas al frente.
—No podemos esperar tanto—sentenció el director.
(Esa era la excusa más pobre que Markus había escuchado en su vida.)
—Los seres humanos somos impredecibles por naturaleza, Nick—bramó Markus a su lado, cruzándose de brazos—. No puedes predecir como actuará un empresario importante o incluso un terrorista. Nadie puede saber nada en ese aspecto por que la mente humana cambia todo el tiempo. Evoluciona. ¿Y quienes somos nosotros? Si es que se aplica la palabra en plural "podemos".
Fury chasqueó su lengua—Tras lo que ocurrió en Nueva York, convencí al Consejo de Seguridad Mundial de que había que avanzar con el análisis de amenazas.
—Quieres estar un paso más por delante—declaró Nicholai llevándose una mano a la barbilla—. ¿Ese es tu concepto de protección?¿Apuntar con un arma?
—Digamos que su expediente está bastante manchado, agente Orlov—añadió Fury mirando al rubio—. Como los de Viktor, Belova y su hermano. Tan rojos como la bandera de la Unión Soviética en el 91. Ustedes también apuntaron al mundo con armas.
Dominica negó con la cabeza—Eso no es justo, Nick, y lo sabes. A nosotros nunca nos dieron opción de bajar las armas, si lo hacías, te mataban. Era asesinar o ser asesinado.
—Muchos de nosotros perdieron la vida en el intento—prosiguió Markus—. Simplemente buscábamos sobrevivir y convertirnos en algo más que asesinos. ¿Quieres saber que es esto, Fury?—negó con la cabeza—. Definitivamente esto no es libertad. Es miedo.
—SHIELD acepta al mundo como es, no como nos gustaría—se excusó el director—. Y ya creo que es hora de que el capitán y ustedes acepten esa idea, agente Belova.
—No cuentes con ello—bramó Steve de manera inexpresiva antes de retirarse junto con el resto.
La vuelta en el ascensor fue primariamente en silencio, solo por el simple hecho de que se trataba de un proyecto que poseía grandes debates morales sobre la psicología humana, pero eso no quitaba el hecho de que estuviese moralmente correcto lanzar tres helicarriers que podrían ponerte una bala tan fina en la cabeza en cuestión de segundos. Markus se despidió del equipo diciéndoles que debía encontrarse con Natasha y la buscó hasta dar con ella en el campo de tiro, tal vez, ella tenía algunas respuestas. La pelirroja se giró al verlo entrar, quitándose los auriculares y los lentes de protección para esbozar una sonrisa.
—No creo que te lo hayas pasado tan bien—dijo ella.
—Tengo preguntas, Romanoff—señaló el castaño—. Y es muy probable que sepas las respuestas. Yo conduzco.
Natasha rodó los ojos antes de guardar su arma en la funda para seguir al castaño a la salida del Triskelion.
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