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xxiii. atraco al lemurian star


INVIERNO ROJO,
capitulo veintitrés: atraco al lemurian star!



          ALGO QUE LE RESULTABA LIBERADOR A MARKUS BELOVA ERA EL SIMPLE HECHO DE PODER SALIR A CORRER POR LAS MAÑANAS. Al principio, él pensó de que se trataba de su falta de sueño, pero el estar acostumbrado a vivir en un lugar rodeado de personas de su propia confianza, lo hacía ver un lugar muchísimo más seguro para él. Markus recordaba levantarse a las seis de la mañana, limitándose a ponerse ropa deportiva para poder salir por la puerta sin problemas. Recordando, sutilmente, que llevaba el peso de su arma cerca del hombro izquierdo; camuflada y solo donde él podía utilizarla en caso de que alguna Viuda o Gorrión Negro intentase asesinarlo en plena corrida. El castaño cruzó el umbral para salir del apartamento, dispuesto a caminar hacia las escaleras y se encontró con una muchacha rubia, la cual había visto antes en el Triskelion cuando había empezado su entrenamiento.

          También era una agente.

          Ella se presentó a ellos como Kate, una simple vecina de al lado, frente al apartamento de Rogers; pero Markus la identificó como la agente Sharon Carter, luego de buscarla en la base de datos de SHIELD — sin embargo, ella sabía mantener las apariencias muy bien.

          —Buenos días, Markus—saludó ella antes de esbozarle una sonrisa cordial.

          —Señorita—dijo Markus asintiendo, antes de dirigirse a las escaleras.

          El castaño bajó por las escaleras rápidamente, encontrándose con el vestíbulo que daba a la entrada del edificio donde se encontraban alojados y salió a la calle antes de agacharse para poder atarse los cordones. La brisa de verano pasó por delante de él, enfriándolo para anteponer el inminente rayo de sol que empezaba a asomarse por el horizonte, iluminando cada recoveco de la ciudad de Washington. Markus se frotó las manos en silencio antes de ajustar sus agujetas, manteniendo su zapatilla negra libre de obstáculos al correr. La puerta se abrió detrás de él y el castaño no tuvo que girarse al ver que se trataba de Steve Rogers saliendo justo detrás de él.

          —Vaya, y yo que creía que te vencería esta vez—dijo el rubio cruzándose de brazos.

          Markus le sonrió—Nah, no puedes hacer eso. Eres lento.

          —¿Me estás llamando viejo?—preguntó Steve alzando una ceja.

          —Bueno, teniendo en cuenta de que ya tienes como 100 años—señaló el castaño esbozando una sonrisa traviesa, poniéndose de pie para mirar al rubio con diversión—. Es justo decir que eres un viejo, pero cualquier persona que te viese corriendo por la calle opinaría lo contrario. Esa sería tu ventaja.

          —¿Mi ventaja?—preguntó Steve con diversión—. De acuerdo, entonces creo que no te molestará que empiece con mi ventaja.

          Markus soltó un bufido y meneó su cabeza a un costado, indicándole de que se trataba de una carrera. Los dos partieron en carrera, corriendo rápidamente por la vereda que afortunadamente estaba vacía en aquellas horas. Markus respiró hondo por la nariz antes de soltar el aire por la boca, concentrándose en mantenerle el paso al capitán, quien había agarrado muchísima velocidad con su momentum. El castaño continuó a gran velocidad, sintiendo la adrenalina correr por sus venas a primera hora de la mañana. Ambos corrieron por el Madison Avenue dejando que los rayos del sol iluminasen sus facciones ya con el sol que se asomaba más y más en el horizonte. Markus corrió a la par de Steve, sintiendo que su respiración continuaba regulada, casi pasándolo un poco hasta llegar a la esquina, por la cual cruzaron la calle hasta el semáforo, donde el castaño hizo un rol hacia adelante, terminando por sentarse en el pavimento.

          —Hiciste trampa—gruñó Steve caminando hacia su lado.

          Belova soltó una carcajada.

          —¿Yo?¿Hacer trampa?—preguntó el castaño de manera desentendida, poniéndose de pie gracias a la mano que Steve le tendió para ayudarlo—. Simplemente usé mi propia ventaja.

          Steve soltó una carcajada mientras que su compañero se pasaba las manos por sus costados sacudiendo la poca suciedad que tenía en sus pantalones y estiraba sus músculos ante el gran esfuerzo matutino (que en realidad no contaba como esfuerzo, pero siempre le enseñaron a estirar antes de hacer cualquier ejercicio) preparándose para correr. En un comienzo, Markus se preguntó si resultaba ser una simple rutina para poder comenzar el día que en sí era más agitado conociendo como iba a ser su vida de ahora en adelante y se dio cuenta de que eso lo hacía siendo recluido en una academia, donde medían cada uno de sus pasos; en Washington, demasiado lejos de la KGB (y al mismo tiempo cerca) él se encontraba bastante dudoso en si salir a correr o recluirse en sus pesadillas en el apartamento que compartía con el equipo. Sin embargo, la inquietud que volvió a surgir en sus entrañas de no quedarse en ese limbo otra vez.

          Tal vez, él debía salir.

          Markus había conseguido la libertad.

          ¿Qué diablos hacía recluido en un apartamento?

          Markus Belova pidió esto.

          Cuando salió a correr por primera vez, no sintió arrepentimiento en nada, ni en sus compañeros, ni en Natasha — todos ellos sabían como cuidarse. Y él simplemente salió a correr, sin importarle que tan lejos podía ir, sus días de convivir como un pájaro enjaulado habían terminado para siempre. Corrió y corrió, antes de soltar una última bocanada de aire, dejando que sus pies lo movieran hacia donde querían, era algo dulce y vanidoso de su parte; pero él decidió que el rojo que goteaba de su propia libreta de asesinatos debía limpiarse. Así que, finalmente, él podía hacer lo que se le plazca. Steve se enteró de esto al menos unos cinco meses después, después de ver al castaño corriendo por una de las avenidas principales donde lograron cruzarse en la intersección de una esquina a otra.

          —No sabía que corrías—dijo Steve tragando saliva.

          —Nunca tuve la oportunidad de salir a correr por mi cuenta cuando estuve en Rusia—señaló el castaño buscando calmar su respiración agitada—. Es una forma de canalizar mi inquietud.

          —No lo dudo.

          El ojiazul arqueó una ceja al rubio—¿Y por qué lo haces tú?

          —Estuve dormido por 70 años, Markus—respondió el capitán colocando ambas manos en sus caderas—. Creo que fue suficiente dormir para mí. Hay veces que tengo pesadillas sobre la guerra o misiones y eso me quita el sueño, correr es...liberador, como tú lo dices—chasqueó su lengua antes de sonreír—. Además, tengo mucha energía para drenar.

           —Hay muchas formas de agotar la energía—dijo Markus antes de soltar una carcajada.

           Steve rodó los ojos ante la insinuación del espía ruso—Dios santo, Belova, tú y tus amigos son inigualables.

          —Es solo una idea. Le gustas a Dominica.

          —Ja, sí claro. No te creo.

          —Quiero decir que es buena en la cama, Steve, solo es mi humilde comentario—dijo Markus con diversión, pero al mismo tiempo diciendo la verdad, y Rogers le golpeó el hombro con un manotazo—. ¿Qué? Estoy diciendo la verdad. Hasta Natasha lo sabe.

          —Pensé que Natasha había sido la única.

          —Lo que pasó entre Natasha y yo es...diferente—añadió el castaño y Steve le miró con una ceja alzada, indicándole que no se creía literalmente nada de lo que Markus le decía. Él le fulminó con la mirada—. No, es la verdad.

          —Me cuesta creerte, pero bueno.

          Hasta incluso Markus podía reírse con esa simple memoria. Lo que no se dio cuenta es que había caído en una especie de trance, el cual Steve se encargó de sacarlo rápidamente con un simple chasquido. Markus parpadeó antes de estirar sus brazos, encontrándose con la mirada azul de Steve.

          —Lo siento, simplemente recordaba algo.

          —¿A Natasha?

          —Cállate—acotó el castaño señalándolo con el dedo índice—. Me estoy dando cuenta de que Dominica y Mikhail son una pésima influencia para ti.

          Steve no tardó en soltar una carcajada antes de mirar al joven de ojos azules—¿Empezamos?

          Markus asintió, siguiendo al capitán para poder correr por todo el terreno donde se encontraba el monumento de Washington. Los dos corrieron en cuanto el cielo se volvió un poco violeta, el sol ya había empezado el cambio de colores para así anunciar un día que llegaría a ser caluroso si empezaban a correr más tarde. Markus se enfocó en su respiración, moviendo sus pies al compás de los pasos del capitán y cada vez más tomó velocidad. A unos pocos metros, había un hombre de piel morena corriendo justo como ellos y el espía ruso notó que el rubio ya lo había visto antes.

          —Por tu izquierda—dijo él al pasarlo y Markus intentó sofocar una carcajada.

          Los dos continuaron por otra vuelta más, tomando más velocidad, Markus exigiéndose un poco más en aquel día. Las gotas de sudor eran más que inevitables, teniendo en cuenta de que Steve no estaba ni siquiera sudando — Markus se preguntó cómo eso era posible, sí, él era un super soldado, pero el castaño tenía poderes por su parte (luego se dio cuenta de que estos estaban dormidos y se dio una cachetada mental por ser un idiota). Cruzaron otra vez al hombre, quien no había parado de correr y Steve miró seriamente al sujeto.

          Él lo miró agitado, ladeando su cabeza al costado—No lo digas, no lo digas.

          —Por tu izquierda.

          —¡Vamos!

          Los dos pasaron a su lado para correr en dirección derecha hacia su vuelta final. Alejándose rápidamente de él, observando como el hombre moreno quería seguirles la carrera, pero se terminó rindiendo cuando los dos agentes ya habían avanzado varios metros. Markus se rindió cuando volvieron a pasar el monumento por detrás, apoyando su peso en las rodillas. Maldijo a Steve en ruso para poder erguirse otra vez y así poder encontrar un buen lugar para descansar. El cielo arriba de él se volvió un celeste con pocas nubes, anunciando que el día sería más brillante para sus ciudadanos. Su mirada se fijó en el hombre de piel morena que se encontraba recostado en el árbol, intentando de recobrar su respiración. Steve había dejado de correr para poder dirigirse hacia donde su compañero estaba.

          —¿Necesitas un médico?—le preguntó Markus.

          El hombre moreno soltó una carcajada, mientras que el ruso le sonrió de manera amistosa. Steve se colocó a su lado, ojeando a Markus.

          —Yo creo que sí necesita un médico—añadió el rubio con diversión mientras que el hombre moreno chasqueaba su lengua.

          —Necesito pulmones nuevos—señaló él y señaló a los dos—. Chicos...Acaban de correr al menos unos 17 kilómetros en una hora.

          —Empezamos despacio, entonces—declaró Steve y Markus soltó un bufido.

          —¿En serio?—preguntó el ruso.

          —Debería darte vergüenza—le siguió el moreno de manera divertida—. Deberías dar otra vuelta—ladeó la cabeza a un lado, para luego mirar a los dos otra vez—. ¿Acabas de hacerla? Supongo que acabas de darla.

          Markus no dudó en soltar una carcajada.

          —¿Con qué unidad estás?—preguntó Steve señalando la sudadera que llevaba el hombre moreno.

          Markus la miró, esta vez de forma detenida, mostrando que en uno de los pechos había un escudo y una inscripción acompañando el símbolo. Steve no tardó en darse cuenta de que el hombre había servido en el ejército y Markus lo entendió al instante — él podría ser un veterano.

          —La 58, de paracaídas—respondió y señaló a un costado—. Trabajo en el departamento de veteranos—el castaño le tendió una mano a él—. Sam Wilson.

          Belova le sonrió—Markus Belova y él, Steve Rogers.

          —Huh, ya lo había deducido—señaló Sam sonriendo y miró a Steve—. Debió de ser duro volver después de la descongelación.

          —Cuesta acostumbrarse—dijo Steve.

          Markus sonrió de lado y repentinamente su teléfono vibró en uno de sus bolsillos, llamando su atención. Le dijo a Steve que continuara su conversación con Sam mientras él atendía lo que sea que debía atender, no tardó en ponerse el teléfono al oído.

          —Belova—saludó él.

          —El bello durmiente está despierto, al fin—la voz de Natasha sonó al otro lado—. ¿Por qué no estás en tu apartamento?

          Markus alzó una ceja.

          ¿Acaso Natasha lo estaba vigilando?

          —¿Qué eres ahora, Romanoff?—preguntó el castaño con picardía—. ¿Mi madre?¿Acaso tú eres la persona que debe estar vigilándome?

          —El trabajo que está haciendo Rumlow es una mierda, así que Fury me asignó a mi para ser tu guardaespaldas—añadió la pelirroja—. ¿Qué? Yo no me ofrecí.

          —Eso, Natasha, es la mentira más barata que me has vendido hasta la fecha.

          Markus escuchó una risotada por parte de la espía rusa al otro lado y el castaño no tardó en negar con la cabeza.

          —Estoy por la Madison Avenue, tenemos una misión que requiere al equipo y a Rogers—dijo Natasha de manera neutral—. Así que cuando el auto esté allí, ustedes dos se subirán e iremos al Triskelion, el resto del equipo ya está allí.

          —¿Y qué pasa si me niego, agente Romanoff?

          —Lamentarás haberte negado, cielo.

          —Estás haciéndolo, otra vez—dijo Markus imitando la voz de Natasha—. Deja de coquetear conmigo.

          —¡Oye!—exclamó Natasha—. ¡Tú también lo haces!

          Markus negó con la cabeza antes de morderse el labio inferior, antes de fijar su mirada en un auto negro donde pudo vislumbrar la figura de la pelirroja dentro, quien ya le miraba. El castaño soltó un suspiro antes de cortar el teléfono para acercarse lentamente al auto.

          —Hola, niño bonito—saludó ella—. ¿Pudiste vencer a Steve?

          Markus abrió la puerta, sentándose en el asiento del copiloto, mientras que Steve se acercaba junto con Sam mientras charlaban animadamente. El castaño le golpeó el brazo con un manotazo, dándole entender a la pelirroja que deje de bromear, pero ella simplemente le sonrió de manera inocente antes de inclinarse hacia adelante en el asiento.

          —¿Quién es él?—preguntó en un murmullo.

          —Mi nuevo novio—bromeó Markus y Natasha casi le golpea la entrepierna—. Celosa.

          —Cállate.

          —Simplemente es un nuevo amigo que se hizo Steve después de vencerlo como me venció a mi—respondió el castaño cruzándose de brazos—. ¿Es en serio que tú serás mi guardaespaldas?

          Natasha asintió—Rumlow dijo que eres muy aburrido y que no entiende a los rusos. Además de que le resultas un ser insoportable.

          —¿Y tú me consideras aburrido?

          Natasha Romanoff esquivó la mirada y Markus sonrió de manera satisfactoria.

          Luego de tantos años, Natasha seguía pensando que el propio Markus Belova era un enigma y una persona como Natasha era imposible no sentirse atraída por alguien que resultaba ser un misterio andante. Después de todo, ellos crecieron juntos, ellos vivieron cosas juntos y ellos permanecieron juntos — era un lazo muy grueso donde muchos intentaban cortar, pero no podían. Steve y Sam se acercaron, mirando a los dos agentes dentro.

          —Que tal, chicos—dijo Natasha—. ¿Saben dónde está el Smithsonian? Vengo a recoger a un conserje y a un fósil.

          Markus le pellizcó la pierna y ella soltó un gruñido antes de golpearle la entrepierna, Markus gruñó en voz baja antes de levantarle un pulgar a Steve.

          Eso sí que dolía.

          —Muy graciosa—señaló Steve antes de abrir la puerta para sentarse en los asientos de atrás, miró a Sam a través de la ventanilla—. No puedo correr siempre.

          Sam Wilson sonrió—No, no puedes.

          Markus le saludó, subiendo el vidrio de la ventana, antes de Natasha moviese la palanca de cambio para poder meterse en el tráfico; el vehículo alejándose del monumento, perdiéndose en el tráfico.




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Océano Índico.

          Algo que Markus adoraba de las misiones que le daban en SHIELD era el único libre albedrío de poder hacer lo que sea, él podía aceptar o no sus misiones, él podía usar un arsenal de armas y equipamiento que quisiera, ya no le limitaban la cantidad de armas que podía llevar. Así que, cuando Natasha los llevó a Steve y a él al Triskelion, él se juntó con su equipo en los vestidores para poder prepararse, colocándose un traje de color azul marino, justo como los de sus compañeras. SHIELD se encargó de quemar sus trajes que la KGB les proporcionó y de quitarles cualquier rastreador restante que quedaba en sus cuerpos (Markus rompió el rastreador que tenía en su pierna, junto al de sus compañeros). El equipo se preparó junto a Natasha y Steve en los vestidores mientras que el equipo conjunto: el equipo STRIKE, se preparaba en otro sector.

          —¿Ha ido a correr otra vez?—preguntó Dominica a su lado—. ¿Steve te acompañó?

          —Steve está en un estado competitivo hoy—dijo Markus antes de enviarle una mirada de advertencia a Rogers.

          Steve le miró de reojo—Markus fue el que empezó.

          —Romanoff, controla a tu hombre—bufó Mikhail pasando detrás de la pelirroja—. El trabajo que hizo Rumlow es deplorable.

          —Tranquilo, niño bonito—señaló la pelirroja sonriendo de manera ladina al mayor de los Orlov—. Ya llegué para poner todo en orden.

          Markus rodó los ojos antes de ponerle un cargador a su pistola—No necesito que nadie me controle, gracias—miró a Natasha por el rabillo del ojo—. Y no estaría necesitando un guardaespaldas para ponerme en mi lugar.

          —Markus, puedo ponerte en tu lugar de diferentes maneras—advirtió la pelirroja pasando por detrás de él—. Algunas son muy poco ortodoxas que otras, pero es una simple advertencia.

          Nicholai y Dominica silbaron de manera escandalosa mientras que Mikhail soltaba una carcajada. Markus y Steve se ruborizaron levemente antes de mirarse entre ellos, negando lentamente por la actitud mezquina de su compañera antes de seguirla por los pasillos del Triskelion que daban entrada al hangar. Un quinjet los estaba esperando junto con los cuatro miembros del equipo STRIKE y se subieron todos, emprendiendo vuelo. El piloto los dirigió hacia algún lugar del Océano Índico, sin darles más detalles sobre la misión hasta estar al menos unos cien kilómetros cerca del objetivo. Natasha estaba al lado de Markus apoyando su cabeza en su hombro, al parecer tomando una siesta.

          —Natasha no suele dormir antes de una misión—masculló Steve sentando al frente del castaño.

          —No estoy durmiendo, Rogers—dijo Natasha aún con los ojos cerrados—. Solo descanso mis ojos.

          —No sé si debería sentirme intimidado por eso—añadió Markus antes de llevar su cabeza hacia atrás.

          —¡Equipo!—llamó Rumlow desde el casco del quinjet—. Ya tenemos el informe.

           Markus se quitó el cinturón de seguridad, mientras que Natasha soltaba un gruñido al ver que su almohada personal se estaba moviendo. El equipo se puso de pie y se desplegó una pantalla frente a ellos, Brock Rumlow se puso frente a ellos, colocando el plano de un barco y Markus alzó una ceja.

          —El objetivo es un lanzador de satélites—dijo el pelinegro tocando la pantalla—. Se llama Lemurian Star. Tenían un lanzamiento cerca y los secuestraron unos piratas hace unos 93 minutos.

          —¿Han pedido algo?—preguntó Steve.

         Rumlow le sostuvo la mirada—Mil quinientos millones.

          —Lo veo razonable—murmuró Nicholai—. Pero, ¿por qué tanto?

          —Porque pertenece a SHIELD.

          Markus alzó una ceja—¿SHIELD tiene buques de lanzamiento de satélites?—se acercó a la pantalla—. No ha perdido el rumbo, simplemente lo tomaron.

          —Seguro que hay un buen motivo—dijo Natasha a su lado, con una mano en su barbilla.

          —Sabes, estoy cansándome de ser el conserje de Fury—bufó Steve al otro lado antes de rodar los ojos.

          Natasha apretó los labios—Tranquilo, no es tan complicado.

          —¿Cuántos piratas?—preguntó Dominica Viktor.

          —Veinticinco mercenarios de élite dirigidos por este sujeto—respondió Rumlow mostrando una foto del líder de los piratas, el cual simplemente resultaba ser un grupo de mercenarios entrenados en atracos. La imagen de Georges Batroc apareció en la pantalla y Mikhail bufó en voz baja—. Georges Batroc. Ex DGSE, División de Acción.

          —¿Quién iba a decir que Batroc terminaría haciendo trabajo de niño en prescolar?—preguntó el mayor de los Orlov.

          —¿Lo conoces?—preguntó Steve.

          —Lo conocemos—respondió el equipo de espías rusos al mismo tiempo.

          —Georges Batroc es un mercenario que tuvimos que enfrentar durante nuestro tiempo siendo equipo de la Habitación Roja—añadió Nicholai cruzándose de brazos—. Digamos que tiene una mala reputación para cumplir su trabajo, pero...me siento sorprendido. Además, tiene una orden de búsqueda y captura por la Interpol, quién lo diría.

          —Vse yeshche pridurok (Sigue siendo un patán)—masculló su hermano de lado.

          Markus rodó los ojos—Eto ne novosti, priyatel' (No es noticia, colega).

          —Huh, aquí hablaremos en un idioma común—se quejó Rumlow y el resto del equipo le envió una mirada asesina, el pelinegro negó lentamente antes de dirigirse a la pantalla—. Es famoso por dejar muchas víctimas.

          —Otro idiota que merece que le pateen el culo—murmuró Dominica de manera inexpresiva—. Dime, Rumlow, ¿nuestro invasor tiene rehenes?

          Brock desplegó una lista de agentes y operantes de SHIELD en conjunto con sus fotos, mostrando la foto de un agente que el equipo logró reconocer rápidamente—Técnicos, la mayoría. Pero tenemos un oficial: Jasper Sitwell. Están en la bodega.

          —¿Qué hace Sitwell ahí?—preguntó Steve mientras se ponía los guantes y resopló antes de mirar al equipo—. Dominica y yo barreremos la cubierta en busca de Batroc. Nat y Markus se encargarán de los motores y esperarán—miró al pelinegro—. Rumlow, tú y tu equipo barrerán la popa, encuentra a los rehenes, lleválos a las cápsulas y sácalos—miró a los hermanos Orlov—. Ustedes dos eliminarán a los mercenarios armados en completo silencio. Andando.

          —Sí, capitán—asintieron todos.

          El quinjet ascendió en el aire, perdiéndose entre las nubes para evitar ser detectados en el radal. Markus se acercó a su asiento para poder colocarse el paracaídas. Natasha se colocó a su lado, golpeando su cadera ligeramente con la suya y él le devolvió un codazo, sonriendo de lado.

          —Aseguren el canal 7—dijo Steve por los comunicadores, pasando detrás de los dos espías.

         Natasha presionó un botón de su brazalete—Canal 7 asegurado, te escuchamos fuerte y claro. ¿Hiciste algo divertido el sábado?—preguntó a Steve—. Markus se limitó a molestar a Mikhail y a perder contra mí en el Pictionary.

          Markus inclinó la cabeza hacia ella—No es mi culpa que tú seas una tramposa.

          —No, ella dice la verdad—dijo Nicholai mirando de reojo al castaño—. Ty parshivyy (Eres pésimo).

          —Púdrete.

          Steve soltó una carcajada entre dientes antes de mirar a Natasha—Todos los de mi cuarteto han muerto, así que no.

          —Llegando al punto de salto, muchachos.

          Steve presionó un botón que abrió la compuerta de entrada del quinjet y el viento entró al vehiculo, volviendo el aire más inquieto. Las luces rojas iluminaron el rostro del equipo, el cual ya estaba preparado con los paracaídas. Natasha movió a Markus para colocarse frente a él y enganchar su arnés al de su compañero, ella miró a Steve.

          —Si le pides una cita a Kristen, de estadística, seguro que acepta.

          Rogers se puso el casco—Por eso no se la pido. Tengo a una rubia lanzando dagas en mi dirección ahora mismo.

          Markus miró en dirección a la agente Dominica Viktor sonriendo de manera triunfal y Steve supo que era lo mejor no meterse con ella por una simple cita, así probando su lealtad a la espía de cabellos rubios.

          —Espías rusas—señaló Nicholai negando con la cabeza—. Son como brujas. Te hechizan y caes a sus pies rendido por ellas, es inevitable.

          —¡Les recuerdo que ellos no están saliendo oficialmente!—exclamó Mikhail cargando su arma al hombro.

          —¿Demasiado tímido, Rogers?—preguntó Natasha.

          —¡Muy ocupado!

          Dominica estuvo a punto de intervenir, pero el capitán decidió saltar sin paracaídas al vacío, dejando al resto en el quinjet y la rubia no tardó en rodar los ojos. Rumlow alzó una ceja al ver que el capitán ya no estaba.

          —¿Acaba de lanzarse sin paracaídas?

          —Ajá—dijo Dominica y saltó por la compuerta.

          Markus miró a la pelirroja acoplada en su frente gracias a los ganchos de los arneses, esbozó una sonrisa inocente antes de tirar de este, los dos caminando hacia la compuerta — Markus agarró los brazos de Natasha antes de saltar, ambos saltando hacia la gran figura que se extendía en el océano, con el propósito de perturbar el atraco al Lemurian Star.

          (Eso sí que sería divertido, pensaría él.)




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