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xviii. nueva york, nueva york


SUPREMACÍA,
capitulo dieciocho: nueva york, nueva york!



          LA ÚNICA COSA QUE SENTÍA MARKUS BELOVA EN ESE MOMENTO ERA CONFUSIÓN, confusión ingrata y estúpida, ya que él tenía bastantes teorías al respecto. Sin embargo, la única respuesta que él tenía en ese momento era demasiado evidente como para intentar responderla con sus propias palabras, pero Loki se aseguró de que Markus estuviese atado de manos y piernas como si fuese un animal antes de despertar. El inquieto y tormentoso sueño era más que demasiado para él, no obstante, todo eso era más que real y más que tangible con sus manos y oh, eso daba tanto, pero tanto miedo, que Markus sintió piel de gallina en todo su cuerpo — mientras que Loki sonreía con absoluta fascinación, como si tuviese un juguete nuevo con el cual jugar a destruir el mundo sería muchísimo más interesante.

          La pregunta aún seguía rondando en su cabeza.

          Markus quería vomitar al recordar su voz.

          ¿Qué eres, Markus?

          Eso, damas y caballeros, era exactamente lo que él se estaba preguntando en ese momento.

          ¿Qué diablos era él ahora?

          Preguntárselo fue muchísimo más estúpido de lo que él pensaba.

          Claramente, la respuesta estaba en lo que él vio, en lo que él sintió y en lo que él gritó con todas sus cuerdas vocales, mientras que el bastardo asgardiano reía y reía al ver su gran creación. El castaño abrió sus ojos, los cuales estaban teñidos de azul con una mezcla de naranja, mientras se movía de un lado al otro de manera muy impaciente. Markus se dio cuenta de que seguía atrapado entre los hilos de oro y metal del Dios del Engaño, en una prisión de magia e irremediable sufrimiento. Loki lo observaba con atención, su mirada divertida y completamente traviesa era algo no tan amigable para poder recibir a su nueva mano derecha que lo ayudaría a conquistar el planeta entero.

          —Despierta, Markus...—tarareó él con diversión en su voz, como un niño pequeño abriendo su regalo de navidad.

          —Mi cuerpo arde.

          —Tranquilo, ya se pasará.

          Hubo una sacudida brusca antes de que reinase el silencio otra vez.

          —¿Dónde estamos?—preguntó él.

          —Selvig descubrió una forma de hacer un portal—respondió el pelinegro inclinándose hacia él—. La torre Stark en Nueva York, allí podremos traer al ejército que nos ayudará a conquistar esto.

          Markus le miró de forma preocupada, sabiendo exactamente qué pasaría lo inevitable. Loki lo entendía, lo sabía, era más que palpable, pero él quería escuchar al mayor de los Belova decirlo con sus propias palabras — dulces y venenosas al mismo tiempo, una poción perfecta para la destrucción.

          —Ellos estarán allí, ¿lo sabes?—añadió el castaño y Loki sonrió.

          (Markus, en su interior, odiaba esa sonrisa.)

          —Eso es lo que te importa, ¿verdad?—preguntó el dios asgardiano y Markus negó, odió con toda su alma no tener el control total de su cuerpo—. Tú serás un gran actor en esta balada trágica, Markus, tu papel es más que crucial en todo esto. ¿Quieres saber por qué?

          No, no lo digas, suplicó Markus muy, muy adentro.

          Esa pregunta podía indicar muchas cosas.

          Peligro, tal vez.

          Horrores que terminen por permanecer en sus pesadillas por siempre, tal vez.

          O, tal vez, una simple promesa de muerte.

          El castaño se relamió los labios—Dime por qué.

          —Porque me di cuenta de que ya no necesitaba a Barton para concretar todo este batallón—declaró el pelinegro con absoluta malicia—. Cuando te vi enfrentarte a mí, ahí me di cuenta, solamente ahí, que eras un mortal diferente. Así que lo decidí, Barton era un peón, pero tú, Markus, tú eres el arquitecto de la destrucción.

          Markus quería gritar.

          Sin embargo, se limitó a asentir.

          —¿Qué haremos con ellos, entonces?—preguntó el ojiazul.

          —Haremos que tiemblen de miedo antes de que tú los asesines—señaló el Dios del Engaño poniéndose de pie—. Uno a uno, todos caerán hasta que la sangre quede marcada en tu hermoso rostro, mientras que los Chitauri conquistan lo que me pertenece.

          Markus dejó que el Dios del Engaño lo liberase de sus ataduras, de manera lenta y pausada, observando cada movimiento del espía ruso que se encontraba tan doblegado a su merced que le daban ganas de juguetear con su mente un poco más — pero eso podría ser después, cuando sus planes terminen por concretarse. El castaño se sentó lentamente en la camilla donde se encontraba amarrado, sintiendo una gran jaqueca en su cabeza, siempre sintiendo el tironeo constante de las cuerdas que Loki quería dentro de su cuerpo y sus pensamientos. Sin embargo, había algo más dentro de él, algo que no lo hacía completamente humano como él pensaba que era antes.

          —¿Qué me has hecho?—preguntó el ruso de manera muy cautelosa.

          La sonrisa de Loki podría ser su única respuesta.

          ¿Por qué ese idiota sonreía tanto?

          —Algo maravilloso, Markus, créeme—murmuró Loki con tanta diversión y maldad en su lengua.

          El simple sonido de sus gritos dentro de aquel bosque hizo que el dolor se tornase más y más intenso, sintiendo todo al mismo tiempo, pero también sin sentir nada — todo era tan confuso e incierto, este nuevo poder podría darle el catálogo de que él no era un simple mortal.

          —¿Maravilloso?—inquirió el castaño alzando una ceja—. Me siento muy raro.

          —Lo sé, lo sé—respondió el Dios del Engaño intentando de no alarmarlo—. Es un pequeño regalo de mi parte, a forma de agradecimiento.

          —¿Por qué?

          —Por unirte a mi—señaló el pelinegro abriendo ambos brazos—. Por darme tu quebrada y torturada alma para convertirla en...algo más.

          El castaño se preguntó si debía agradecerle.

          (Markus definitivamente no lo haría.)

          Loki miró al castaño con sus ojos centellantes azules, absorbiendo la imagen delante de él: un hombre capaz de alzar una espada ante millones de enemigos, con un regalo que lo bendecía entre los mil demonios que abundaban en los nueve reinos fuera de Midgard y podría ser un gran príncipe para el nuevo rey, así dirigiendo a las siguientes legiones de soldados a las guerras de los mundos, produciendo caos en el infierno de los vivientes y de muchísimos otros reinos más. Los reyes de Helheim estarían más que horrorizados al ver lo que Loki estaba logrando con tan solo un humano y todo gracias a que la Gema de la Mente estaba en su posesión. Ellos, simplemente, con los poderes de Markus y Loki combinados, eran la mezcla perfecta para efectuar orden y destrucción al mismo tiempo.

          La Gema de la Mente le dio algo a Markus.

          Algo que él no pidió.

          —¿Qué fue lo que me diste?—preguntó Markus de manera inexpresiva, los irises empezaron a teñirse un poco más de naranja que azul.

          Loki se acercó un poco más—Un poder, algo que te hará ver quién y que realmente eres.

          —¿Tú sabes qué es lo que soy?

          Oh, Loki ahora lo sabía.

          Con tanta, tanta malicia, él lo sabía. Las respuestas estaban en ese bosque, las respuestas que el propio Loki buscaba en el interior del asesino solo para darle a ver la respuesta que él necesitaba sobre Markus. Él empujó y empujó de forma incesante, con tanta presión que no le dejó otra opción al castaño — acorralándolo como un animal acorrala a su presa y su final fuese completamente inevitable. Él empujó y empujó hasta quebrarlo, hasta romperlo y dejar que cada pedazo que caía al suelo terminaba por quebrarse aún más para que el propio Dios del Engaño vuelva a rearmar al perfecto soldado y al perfecto líder a su lado. Él mismo se encargaría de moldearlo, tal y como Odín pensó que podía moldearlo a él cuando vivía en Asgard.

          Loki se encargaría de que todos pagasen el precio.

          El mismo precio que Markus estaba pagando en ese momento, tan dulcemente y tan violentamente.

          Después de todo, él podría cumplir con su promesa al recordar a la trágica amante de su príncipe. Tal vez, incluso podía considerar que ella se uniese a ellos, dejando que Markus obtuviese algo que nadie podría tener: una compañera y una acompañante en las nuevas aventuras que tendrían al intentar conquistar todo. Loki posó una mano en el hombro del hombre, manteniendo su mirada fija en sus ojos azules y naranjas, observando la mezcla perfecta entre la destrucción y la salvación de un solo hombre.

          ¿Qué eres, Markus?

          —Eres todo, Markus—espetó el dios asgardiano antes de darle un ligero apretón en su hombro—. Eres ira, eres violencia, eres amor, eres tristeza, venganza, dolor, felicidad. Todo eso está dentro de ti, todo eso está haciendo que tu poder fluya, que el verdadero tú se revele. Eso es lo que eres. Eso es en lo que te convertí.

          Markus quería golpearlo tan fuerte.

          Yo no soy lo que pretendes que sea, pensó Markus.

          Pero, simplemente, él era piezas de escombros esparcidos por el suelo, los cuales fueron juntados por un dios que simplemente era una leyenda para muchos de los hombres mortales que decidían en creer en él. Markus supo que Loki se encargó de romper todo hasta el último escombro, dejando su alma al descubierto, como un miembro de la corte de los santos pecadores del infierno, a punto de ser condenado por un crimen trágico que sus manos cometieron — Markus sabía que Loki fue quien lo salvó de aquella pena que lo hundiría más y más en los confines del infierno. Él no esperó otra cosa del dios asgardiano, ya que sus intenciones eran más que sinceras y claras — él quería conquistar y destruir a sus enemigos a toda costa, Markus era su nueva llave para asegurarle el triunfo.

          Un arma.

          Un aliado.

          Markus Belova también era eso.

          El castaño mantuvo sus ojos fijos en los de Loki—¿Soy todo eso?

          —Sí, mi amigo—declaró el Dios del Engaño, sintiendo aquella repentina felicidad de antes, al tener otra cosa más completada en su plan—. Eres todo eso y más. Conquistaremos este mundo juntos, ya verás. Haremos que todos aquí se arrodillen ante nosotros y luego...todo el universo se arrodillará también.

          El poder, la extravagancia.

          Eso era demasiado para el castaño.

          Era algo que él no quería, que no deseaba.

          ¿Por qué Loki no lo asesinó en aquel helicarrier?

          Oh, él quería verlo arder.

          Consumirse más y más.

          —Tú quieres ver el mundo arder—murmuró el asesino con un tono tan agrio que Loki tuvo que sofocar una carcajada y Markus supo que los dos se entendían después de que una pared de vidrio los dividiera en el aire—. No te importará si destruyes, quieres ver a tus enemigos muertos.

          —Así es, Belova, quiero ver el mundo arder como lo ves.

          —¿Por qué?

          —¿Por qué tus deseos de morir son tan melodiosos?

          —El Markus que conociste tenía muchas ganas de morir debido a su desdicha—replicó él y logró que su consciencia gritase tan fuerte al ver que los hilos se movían y se movían. Loki podía ver la lucha interna de Markus, siendo desesperadamente librada por un ser que estaba borrándose lentamente, pero había algo que lo hacía destacarse: el verdadero Markus Belova era más que tenaz—. Tú te encargaste de borrar eso de él.

          —Tal vez—recalcó Loki dando un paso hacia atrás—. Pero hay una parte de él que sigue más que viva dentro de ti, ese fue el único...error que cometí.

          Errores, errores.

          (Siempre había errores.)

          Markus se encargaría de provocar un error grande para poder salir de su control mental, mientras tanto, él protagonizaría el papel que Loki quería que haga en su gran balada trágica a la perfección, tal y como él lo hacía en sus días como cadete de la KGB.

          —Señor—dijo uno de los agentes de SHIELD y Loki se giró—. Entramos a Nueva York sin ser detectados.

          —Bien, esplendido—declaró el Dios del Engaño con complacencia—. ¿Selvig ya terminó su trabajo?

          El agente asintió—Está haciendo unos últimos ajustes, pero me envió para decirle que está todo listo.

          Loki se giró en dirección a Markus, quien le miraba de manera inexpresiva. Él sonrió más y más. La función acababa de comenzar.




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          El penthouse de Tony Stark era demasiado moderno para el gusto de Markus, además de encontrarse en el centro de Manhattan, sin embargo, las vistas que tenía hacia la ciudad eran demasiado asombrosas como para no perdérselas. Él admitió que el filántropo realmente vivía de lujos gracias a todo el dinero que hizo en la venta y producción de armas en Stark Industries — claramente heredado de su padre fallecido Howard Stark. Markus recordó que durante sus misiones como cadete en la Habitación Roja cómo conmemoraban la muerte del gran ingeniero, quien, también, había sido uno de los fundadores de SHIELD para cuando la Segunda Guerra Mundial estuviese hundida muy por debajo de la tierra. Para ese entonces, cuando los padres de Tony fallecieron en 1991, Markus era un niño y nadie podía llegar a entender esa tragedia tanto como él, después de todo.

          El castaño pasó su mirada por todo el salón de estar que daba a un balcón lleno de vidrio, dándole un toque más lujurioso que al resto, con una plataforma de aterrizaje a su lado (él supuso que era para el traje) que no tenía barandal. Loki pasó a su lado, dirigiéndose hacia las puertas de vidrio que daban al balcón, sus manos permanecían en su espalda — como un simple humano caminando hacia la línea donde lo ejecutarían como traidor. Markus por un momento pensó en eso, dejando que la energía que se encontraba en su cuerpo fluya un poco más y su mente divagase por unos momentos.

          ¿Cuál iba a ser el siguiente movimiento?

          ¿Qué era lo que iba a pasar?

          —Agente Belova—declaró uno de los agentes que ayudó al científico Selvig a instalar su dispositivo de energía para el portal—. El doctor Selvig ya logró conectar la matriz principal, estará encendiéndolo en breve.

          —Entendido—bramó él antes de dejar caer su mano a un costado.

          El portal.

          Ese era el próximo movimiento.

          Y todo sería caos.

          —Markus—llamó Loki desde el balcón, indicándole con un ademán insignificante a que se acercara.

          No muevas ni un maldito músculo, advirtió el propio Markus.

          (Volver a ganar el control de su cuerpo iba a ser más difícil de lo que él pensaba.)

          Markus caminó lentamente hacia Loki, sintiendo la brisa de verano en Manhattan, la cual era demasiado sofocante para él e impredecible para los hechos que estarían llevándose a cabo en aquel preciso instante. Se acercó hacia el dios asgardiano como si fuese su cachorro y él mantenía su mirada en el horizonte, su atuendo decorando sus rasgos pálidos con un casco con cuernos dorados y mezcla de verde y negro en su atuendo, justo como él lo había conocido en Alemania hacía bastantes horas. El cetro, el arma que hizo a Markus un arma más peligrosa, se mantenía en un fuerte agarre por parte de él — dispuesto a no soltarlo en toda escena de apertura de la ópera lirica.

          —Lo siento tan cerca, Markus—farfulló este antes de inhalar profundo—. Este mundo pronto caerá de rodillas.

          —¿Qué pasará entonces?

          Loki sonrió de lado—Si esto cae, podremos conquistar el resto.

          Solo quedaba una sola pregunta.

          Y Markus estaba al menos un noventa por ciento seguro de que Loki ya sabía que iba a preguntar, pero decidió tomar la oportunidad para formular una simple pero terrible pregunta.

          —¿Y qué es lo que va a pasar con ellos?

          Así era.

          ¿Qué iba a pasar con el enemigo que vendría a detenerlo?

          Markus estaba en el lado equivocado de la guerra, se sentía literalmente sucio y no había ninguna tina o laguna de agua bendita por la cual lanzarse para quitar la maldición que el hechicero del engaño implantó en su cabeza. Ahí se dio cuenta de que Barton debió de haberla pasado peor de lo que él la estaba pasando en esos instantes y supo que debía darle las disculpas a Natasha sobre su comportamiento de niño de diez años — pero, al parecer, era demasiado tarde. Tarde para él y, también, tarde para ellos.

          Él era el nuevo enemigo de esta inevitable y tormentosa guerra.

          —¿Por qué preguntas eso?—replicó Loki manteniendo su mirada al frente.

          Markus sentía más de mil ojos frente a él.

          —Simple curiosidad—mintió él.

          Loki soltó una carcajada entre dientes y el castaño intentó ordenarle a su cuerpo de que diera el primer golpe, pero eso también falló de manera considerable. Había algo que divertía al Dios del Engaño y eso eran las mentiras mal planeadas.

          —No puedes evitar mentirme, Markus—dijo Loki antes de mirarlo.

          —No mentía.

          —Claro y yo digo que Thor realmente es mi hermano de sangre—se burló el Dios del Engaño—. ¿A que vino esa pregunta exactamente?

          —Por la espía rusa—respondió el castaño mirando hacia un lado—. A ese tema venía la pregunta.

          La sonrisa de Loki se ensanchó.

          Oh, la amante trágica.

          ¿Qué era lo que iba a pasar con ella?

          —La parte consciente de tu cuerpo sigue funcionando—mencionó el pelinegro de manera deliberada, mirándolo de manera fija—. Es impresionante. Sin embargo, no estoy hablando con el verdadero Markus y quiero tener una pequeña charla con él.

          Markus se sintió desconcertado al ver que volvía a mismo, que los trucos de Loki estaban desapareciendo de su cabeza en ese momento y sus ojos azules volvieron a la normalidad, con un pequeño brote de naranja al principio de sus orbes. Él soltó un respingo y miró a Loki, quien sonreía al ver su cara de cachorro desesperado, allí realizó que era la única oportunidad de deshacerse de Loki de una vez por todas.

          Le dio un puñetazo que lo lanzó a un par de metros de él.

          —No tienes idea las ganas que tenía de hacer eso—masculló Markus enojado—. ¿Qué diablos fue lo que me hiciste?

          —Te hice mejor, Markus—declaró el Dios del Engaño tocándose la mandíbula—. Eso fue lo que hice.

          —Yo no quería esto—dijo el castaño sacando su arma—. ¿Qué fue lo que hiciste?

          —La Gema de la Mente—anunció el dios asgardiano recostándose contra la escalera—. Eso fue lo que te dio tus poderes y fue...magnifico.

          Markus apuntó su pistola hacia la cabeza de Loki—Tú disfrutaste de mi agonía, maldito psicópata.

          —¿Acaso no sientes la energía del todo fluyendo por tus venas, como fuego que se extiende en un bosque hasta quemar sus propios cimientos?

          —Me diste algo que no puedo controlar—espetó él enojado, sus ojos azules empezaron a mezclarse con un naranja intenso.

          —Ahí está—murmuró el Dios del Engaño—. Muestra tu ira, tu sed de venganza.

          Markus se miró sus manos y de esta había líneas que quebraban sus dedos, de color naranja, fragmentando su piel como si fuese una ruptura en una estatua de mármol. Él disparó una vez, a un lado de la cara de Loki, antes de apuntarle directamente a la cabeza.

          —Creo que cometí un gran error al liberarte de la influencia del cetro—replicó el Dios del Engaño haciendo una mueca.

          —Sí, fue un grave error—masculló Markus de forma inexpresiva—. Y vas a quitarme los poderes que me diste.

          —Lamentablemente, eso no va a ser posible—respondió Loki levantando ambas manos—. No puede revertirse, lo hecho, hecho está.

          Él soltó un respingo, realizando que ya era demasiado tarde.

          Lo hecho, hecho está.

          Loki tomó ese momento para lanzarle una patada que él esquivó haciendo un rol hacia atrás y el Dios del Engaño se colocó en guardia con el cetro, con las claras intenciones de volver a controlar mentalmente a Markus. Esta vez, él no se lo permitiría tan fácil.

          —Yo también te engañé, idiota—dijo el espía antes de sonreír de lado.

          —Soy el único que puede ayudarte a controlarlo, Markus—añadió el dios asgardiano mirándolo a forma de advertencia—. Me necesitarás.

          —Realmente lo dudo—declaró Markus caminando lentamente hacia atrás.

          Una gran explosión resonó hacia arriba y Markus se distrajo por un segundo, dejando que Loki tomase la delantera, quien lanzó una estocada hacia él con el cetro en dirección a su corazón y él se apartó con gran habilidad, lanzando una patada hacia el cetro para salir de su punto de objetivo. Tony Stark aterrizó a tiempo en la plataforma con su traje semi destruido, mirando el intercambio entre Markus y Loki — descubriendo que el espía ruso ya no estaba siendo controlado por el Dios del Engaño, así que le indicó silenciosamente que entrase y Markus no tardó en hacerle caso, corriendo hacia el lugar donde encontraría al millonario y tal vez a alguien más.

          —¿Qué tal, mensajero de la muerte?—preguntó Tony al ver a Markus entrar.

          —Dime que tienes un plan—espetó el castaño.

          Tony sonrió con complacencia—Claro que lo tengo, pero por ahora ponte a mi lado.

          —¿Por qué?

          —Por qué eres mi único escudo para dispararle a ese idiota—respondió el filántropo con una mirada fija y dura en el castaño—. Confía en mí, Markus.

          Él asintió y se colocó al lado de él en la barra, esperando la entrada del dios asgardiano.

          —Por favor, dime que apelarás a mi humanidad—dijo este mirando a los dos hombres.

          —En realidad, tenía pensado amenazarte a ti y a tu marioneta—mencionó el millonario señalando a Markus—. Pero como el hechizo se rompió y nuestro querido asesino está de vuelta, solo te amenazaré a ti.

          Loki lo señaló con el cetro—Deberías haberte dejado la armadura puesta para eso.

          —Sí—respondió Tony—. Ya está muy gastada...y tu tienes el palito brillante del destino. Por eso lo tengo a él.

          Markus rodó los ojos.

          —¿Quieres un trago, Markus?—preguntó el millonario y el castaño de orbes azules estuvo a punto de insultarlo en ruso, pero, dadas las circunstancias y su salida del control mental, decidió asentir en silencio—. Buen chico—miró a Loki—. ¿Tú también quieres uno?

          —Demorarme no cambiará nada—declaró el Dios del Engaño.

          —No, no. Amenazar—declaró el millonario haciendo un ademán con sus manos—. ¿No quieres un trago?¿Estás seguro? Nosotros nos prepararemos uno—miró a Markus—. ¿Cómo beben vodka en Rusia?

          —Puro.

          —Entonces te daré un vaso pequeño.

          —¿Dónde está el resto del equipo?—preguntó Markus entre dientes, bajando la voz.

          —Tranquilo, mensajero de la muerte—declaró Tony de manera tensa—. Tu esposa y tus amigos están en camino.

          Markus gruñó—Ella no es mi esposa.

          —Todavía—murmuró Tony.

          —Los Chitauri ya vienen—dijo el dios asgardiano mirando por la ventana—. Nada cambiará eso. ¿Qué tengo que temer?

          —A los Vengadores—dijo Tony vertiendo vodka en un vaso pequeño.

          Markus alzó una ceja, dirigida a Tony, quien le guiñó un ojo.

          ¿Los Vengadores?

          ¿Qué clase de nombre era ese?

          —Debes estar bromeando—murmuró Markus antes de agarrar el vaso con Vodka, Tony le pisó el pie y se dio cuenta de su error: molestar a un asesino de la KGB no era divertido.

          Tony rodó los ojos—Así es como nos llamamos. Somos algo así como un equipo. "Los héroes más poderosos de la Tierra", algo por el estilo—tocó el hombro del espía—. Y vinimos a recuperar a uno de los nuestros.

          —Sí, ya los conocí—farfulló el dios asgardiano con diversión.

          Markus dejó el vaso en la mesada—¿De qué mierda te ríes?

          —Sí, nos lleva bastante tiempo ponernos en acción...—añadió el millonario cerrando la botella de whiskey—. Eso puedo concedértelo. Pero hagamos un recuento de cabezas, aquí. Tu hermano, el semidiós, un super soldado, una leyenda viva que le hace honor a la leyenda—se colocó discretamente una pulsera—. Un hombre con unos problemas para controlar la ira, que te dejan sin aliento, un equipo de asesinos de élite—lo señaló—. Y tú, grandote, tú te las arreglaste para enfurecer a cada uno de ellos. Hasta tomaste algo que no era tuyo.

          —Eso no fue lo único que hizo—murmuró Markus.

          —Ese era el plan—dijo Loki mirando a Tony fijamente.

          —Discutiremos eso después—añadió Tony sosteniendo su vaso de whiskey—. No es un gran plan.

          Ambos se acercaron lentamente hacia el centro de la habitación, Tony manteniendo su mirada calma y enojada frente a Loki, infringiendo cada tipo de amenaza al dios asgardiano y sentenciando así el inicio de la obra.

          —Cuando vengan, y vendrán—anunció Stark—. Vendrán por ti.

          —Tengo un ejército.

          —Tenemos un Hulk—admitió Markus y sintió que sus ojos centellaban, así mostrando su poder de forma más intensa—. Y posiblemente, a mí.

          Tony observó su rostro y abrió la boca—Woah. ¿Qué diablos te pasó?

          —Larga historia.

          —No tardaré en retomar el control, Markus—sentenció el Dios del Engaño.

          —Estás perdiendo el punto—acotó Tony—. No hay ningún trono. No existe ninguna versión en la que tu salgas ganando—se paró junto a Markus a varios metros de él—. Quizá tu ejercito venga y quizás sea demasiado para nosotros, pero todo se volverá en tu contra.

          Markus sabía que ellos ganarían, de alguna forma y se sintió seguro ante eso.

          —Por que si no podemos proteger la Tierra...—dijo Tony antes de mirar a Markus.

          Él lo comprendía.

          Ellos vengarían la Tierra si no podían protegerla de cualquier amenaza.

          Markus sonrió antes de mirar a Loki—Entonces puedes estar jodidamente seguro de que la vengaremos.




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