xiii. el gran festín alemán
SUPREMACÍA,
capitulo trece: el gran festín alemán!
NATASHA ROMANOFF MIRÓ A SU NUEVO (EN REALIDAD, RECUPERADO) COMPAÑERO DE EQUIPO POR EL RABILLO DEL OJO. Quería intentar entablar una conversación, al menos para poder disipar la tensión que se podía hasta oler en el aire, sin embargo, la mirada aburrida y concentrada de Markus se hizo demasiado presente para mantenerla callada al menos durante la primera hora. El resto del equipo se encontraba en absoluto silencio mientras que dos agentes más de SHIELD se unieron para controlarlos, a pesar de que ellos ya tenían más que entendido que no podrían escapar debido a las dificultades en las que se encontraban. Steve Rogers observaba en silencio a los espías mirarse entre ellos y hasta él se mostraba tan confundido al ver que ellos lograban comunicarse en una forma muy extraña.
Sí, concluyó Steve, estos rusos son muy raros.
Mikhail se recostó contra la pared y miró atentamente al capitán, quien llevaba su traje estrella para poder hacer otro de sus actos heroicos con la ayuda de al menos cinco de los criminales más buscados de todo el planeta. Sasha se recostó contra el hombro de Nicholai, esperando pasar el tiempo de una manera mejor mientras que Dominica jugaba con las esposas que le colocaron (no solo a ella, a todos) para buscar una distracción. Mikhail chasqueó su lengua, manteniendo su mirada en el capitán Rogers y asintió.
—¿Qué se siente estar congelado?—preguntó el mayor de los Orlov.
Steve le miró seriamente.
Markus negó con la cabeza ante la pequeña intrusión que hacía su compañero.
—Lo siento, es mi simple y humilde curiosidad—respondió Mikhail encogiéndose de hombros.
El silencio volvió.
Markus se sentía tranquilo en ese silencio, al menos hasta que Steve respondiera.
—Como si me enterraran más de mil metros bajo tierra.
Oh.
(Eso sí que era interesante.)
Steve prosiguió—¿Qué se siente ser el criminal más buscado del planeta?
Mikhail apretó sus labios, acomodándose mejor en su asiento, manteniendo su mirada en el capitán sentado frente a él. El castaño podía sentir la tensión más fuerte que antes con las simples pero dolorosas palabras de Steve Rogers, no obstante, él tenía más que entendido de que sus compañeros ya eran demasiado grandecitos como para arreglar sus problemas de niños de jardín — así que permaneció con la mirada fija al frente. Natasha no pasó eso por alto, pero permaneció callada.
¿Qué era lo que se sentía ser el criminal más buscado de todo el planeta?
Se sentía como una puta mierda.
(Al menos en palabras de Markus, claro.)
Sin embargo, lo que realmente se sentía era que simplemente no se podía confiar en nadie, Markus no lograba inclinarse al menos en una persona que esté siempre a su lado para confiar; el mero acto de darle parte de tu confianza a otra persona y ese sentimiento era más que horrible, ya que al no tener a nadie en quien confiar, eso ponía muchísimas cosas en contra y esas cosas podrían llevarte a una muerte segura en cualquier momento — pero eso no era lo que pasaba ahora. Markus podía confiar en alguien, podía confiar en sus compañeros, y eso podría llegar a un límite, porque sus compañeros también formaban parte del elemento sorpresa: que ellos, al igual de él, eran más que reemplazables. Y, al trabajar con SHIELD, esa realidad se hizo más cruda aún, ellos serían reemplazados por otro equipo de elite más joven y también serían enemigos del estado por cometer traición.
Verán, el equipo de Markus se había comprado el pack completo de problemas.
Decir que estaban en problemas era quedarse muy corto.
Pero, allí estaban, ¿no?
—Es el peor sentimiento de la humanidad, capitán—respondió el mayor de los Orlov—. Ver que empiezan a usarte desde que eres un niño inocente a convertirte...en esto. Sí, definitivamente es lo peor, pero digamos que las opciones en ese momento eran muy limitadas.
—¿Por qué no escapar?
Markus tembló un poco.
Recordó esa noche.
Recordó la camioneta.
El escape.
Y la captura.
Recordó el simple hecho de tener la cara contra la tierra, mezclada con un poco de sangre que emanaba de su nariz. Recordó tanto, el dolor parecía exactamente el mismo que hacía más de 15 años y era tan agobiante que Markus cerró los ojos por un momento, intentando concentrarse en simplemente pilotear aquel vehículo el cual llamaban quinjet. Natasha, al verlo así, no tardó en deducir que se encontraba en el mar de recuerdos mirando el único recuerdo que los unió hace muchos años y, silenciosamente, posó su mano en la de Markus suavemente — indicándole de que todo estaba bien y Markus quería creerle, al menos.
—Lo intentamos—respondió Dominica Viktor finalmente—. Pero nos capturaron al intentarlo, creíamos estar un paso más adelantados de la Academia y cometimos un error
—Un grave error—murmuró Nicholai antes de mirar al capitán—. Markus y Natasha tomaron ese castigo. Allí lo entendimos.
—¿Entender qué?
Markus se hizo la misma pregunta.
¿Entender qué?
¿Qué no había escape?
¿Qué su verdadero destino era convertirse en monstruos?
Los monstruos no nacen, se crean y la KGB se concentró en hacer eso durante años. Markus se preguntó cuántos niños más tuvieron que pagar el precio que él mismo pagó durante sus años de servicio para el Centro. Era simplemente una atrocidad y tener en cuenta de que el programa seguía en pie con quien sabe cuántos reclutas más cayendo muertos como moscas durante las pruebas, eso demostraba que la KGB sí quería tener monstruos para hacer el trabajo sucio; limitándose a sentarse y esperar a ver como cada niño se quebraba frente a ellos.
¿Entender qué?
¿Qué no había otra opción?
A Markus le dieron nauseas por un segundo.
—Entender que debíamos sumirnos en el silencio y convertirnos en aquello que la KGB quería que fuéramos—respondió Nicholai apretando sus labios—. Muchos intentaron escapar durante nuestro entrenamiento y murieron por no arrodillarse, como los que mueren ahora.
—Ustedes intentaron levantarse, ¿verdad?—preguntó Steve.
—Un incontable par de veces—anunció Markus mirando de reojo al capitán—. Pero siempre hay consecuencias y de esas consecuencias hay repercusiones. Nos arrodillamos para poder aprender a cómo hacerlos arrodillar a ellos. Nunca lo haríamos voluntariamente, no a hombres de poder como ellos.
—¿Acaso existen hombres de poder como ellos?—preguntó Steve.
Esa pregunta era demasiado estúpida hasta para el propio Markus.
Sin embargo, él no dijo nada.
(La respuesta era demasiado clara para sus oídos.)
Tan clara.
Y tan dolorosa.
Sasha Zaitsev alzó una ceja—Capitán, siempre hay hombres como ellos.
Eso fue suficiente para hacer que Steve Rogers se quedase solo con sus pensamientos y el silencio volvió a reinar en el quinjet, Algo que carcomía la misma consciencia de Markus era la pregunta del millón: ¿A quién se enfrentarían?¿Quién era la gran amenaza que no era de esta tierra?
—Solo tengo una simple pregunta—preguntó Markus con la mirada al frente—. ¿A quién nos enfrentaremos?
—Su nombre es Loki—dijo Natasha antes de relamerse los labios.
—Eso sí que suena como alguien fuera de este mundo—murmuró Dominica rodando los ojos.
—Lo que él tomó es el Teseracto, un arma que estuvo investigándose en SHIELD desde hace muchos años y que podría ser muy peligroso estando en manos equivocadas—prosiguió la pelirroja—. Loki tiene un arma, un cetro que también posee el mismo tipo de energía que el Teseracto y con ello logró manipular a varios de nuestros agentes de SHIELD: incluyendo a Clint.
—Huh, ya supongo que me cambiaste—replicó Markus fingiendo estar herido—. Me lastimas, Natasha.
Nicholai recostó su cabeza contra la pared—Aquí vamos otra vez...
—¿Otra vez qué?—preguntó Steve en voz baja, confundido.
Oh, él no sabía lo que pasaba entre los dos trágicos amantes.
—Digamos que Markus y Nat tienen su historia—murmuró Sasha con una sonrisa divertida.
—Clint y yo no tenemos nada—respondió Natasha apretando el mando con más fuerza.
—Malinterpretas mis palabras, Romanoff—bufó Markus mirando al frente.
Había veces que a Markus le divertía hacer enojar a Natasha.
Incluso hasta su hermana Yelena.
—No, porque eres un maldito mentiroso—añadió la pelirroja antes de apretar su mandíbula—. Lo que sea que estés pensando sobre mi relación con Clint, puede que ya te des cuenta de que no tenemos lo que tú piensas.
—Entonces no te importará la relación que tengo con otras mujeres, ¿verdad?—declaró el castaño con cautela.
Natasha negó con la cabeza, intentando de sofocar una risa de amargura.
Él lo estaba haciendo a propósito.
(Markus no había cambiado en nada.)
—No empieces algo que no puedes terminar, Belova—masculló ella antes de volver su mirada al frente.
Markus se relamió los labios—Tú ya lo empezaste.
—Tú no quieres hacer esto ahora—negó Natasha.
—¿Para qué posponer lo inevitable?
—Por el amor de Dios, Markus—recalcó Romanoff entre dientes—. Yo sé perfectamente el tipo de hombre que eres y debo decirte que Clint no tiene nada de lo que tú tienes, esa es la diferencia.
—Entonces estás aceptando el hecho de que me cambiaste por un tiraflechas de segunda—añadió Markus antes de soltar una carcajada—. Sigues sorprendiéndome, Romanoff.
—¡Yo no dije eso!
—¿Lo pensaste?
Natasha rodó los ojos antes de detener bruscamente el quinjet, enviando una mirada asesina a Markus Belova y allí el castaño se dio cuenta de que empezaba a cruzar los límites de paciencia que Natasha Romanoff tenía para él y solo él. Probablemente Markus ya había cruzado el límite y se estaba dando cuenta en ese mismo momento, o simplemente estaba buscando una reacción esperada de la pelirroja, pero, en pocas palabras: Natasha estaba enojada con Markus.
Eso lo hizo notar cuando agarró al castaño de su traje, acercándolo a centímetros de su rostro.
—Voy a decírtelo una vez, solamente una maldita vez—replicó ella enojada—. Yo no tengo y no tendré nada con Barton, así que deja de comportarte como un imbécil arrogante y aprende a perder tu orgullo, porque yo ya perdí el mío al estar contigo, así que siento no ser lo que esperabas.
Y así fue, damas y caballeros, como Markus Belova fue puesto en su lugar por las palabras explicitas de Natasha Romanoff.
(Markus se quedó callado ante la cercanía que impuso la pelirroja al agarrarlo de su uniforme.)
Natasha lo sacó de su asiento y lo empujó hacia el fondo del quinjet, junto con Steve y sus compañeros; sorprendiéndolos de la fuerza que Natasha poseía y allí se dieron cuenta de que muchísimos años habían pasado desde la última vez que estuvieron con ella. La pelirroja les indicó a los agentes que custodiaban al grupo que lo sentaran junto a Steve y otro agente pasó a estar en el asiento donde ella estaba sentada antes. Así dejando muy claro que Markus no estaría a su lado por el resto del viaje a Alemania y el castaño permaneció en silencio en cuanto lo sentaron, esposándolo en el momento.
—Agente Romanoff, gracias por el recordatorio de nunca hacerla enojar—murmuró Steve y se tensó cuando la espía le miró por el rabillo del ojo—. Está bien, me callaré.
Markus rodó los ojos y recostó su espalda en el asiento.
Mikhail le alzó los dos dedos pulgares.
Buen trabajo, Markus.
El castaño le alzó el dedo medio en silencio.
Púdrete.
Dominica sofocó una carcajada ante el intercambio amistoso entre los dos compañeros del equipo y se inclinó hacia Mikhail.
—My dolzhny zaperet' ikh dvoikh v odnoy komnate, tebe ne kazhetsya? (Deberíamos encerrarlos a los dos en una habitación, ¿no crees?)—murmuró ella.
Nicholai pateó el pie de la rubia—Dominica, no sigas.
Viktor lanzó una mirada asesina al menor de los Orlov y este alzó una ceja, ambos volviendo a la misma posición en silencio. Markus cerró los ojos por un momento, intentando de quitarse aquella última frase que la pelirroja le dirigió antes de empujarlo al fondo del quinjet con el resto. Tal vez él estaba siendo muy paranoico o celoso, algo que realmente odiaba, pero todo eso fue culpa de su apego a Natasha — sin embargo, no era suficiente. Tal vez, ella le dijo que solamente se trataba de él y solo él.
Solo tal vez.
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Los dos agentes escoltas de SHIELD les quitaron las esposas en cuanto se acercaban a la ubicación donde se encontraba el enemigo llamado Loki. Markus se frotó las muñecas en cuanto las esposas fueron retiradas de ellas, sintiendo que pronto tendría moratones; sin embargo, al ver que la situación ameritaba en otra cosa, él decidió ahorrarse la molestia de quejarse y agarró el arma que le entregaron. El capitán Rogers se colocó su casco de manera rápida y eficiente, preparándose para salir del quinjet, pasando por al lado del hombre castaño que se sentó junto a él en el último trayecto del viaje. Natasha no volvió a dirigirle la palabra a nadie durante aquella última hora que permanecieron en el aire y planeaba al menos no dirigírsela a nadie en las siguientes horas. Markus lo entendía perfectamente.
Como también entendía que él había metido la pata hasta el fondo.
Pero sus compañeros, al parecer, les daba gracia.
(Steve aún intentaba de digerir el hecho de que Markus y Natasha tuvieron un pasado juntos.)
Sin embargo, todo estaba bien, por ahora.
Steve bajó por la compuerta, siendo seguido por el equipo antes de indicarle a uno de los agentes que la cerrasen y continuasen con la siguiente parte del plan. Cada uno de los asesinos llevaba un rifle de asalto con un conjunto de dos pistolas, todas estas estaban cargadas y había más municiones en los trajes.
—De acuerdo, iré a distraerlo y ustedes se cerrarán alrededor—declaró Steve con decisión—. No debemos dejar que escape y definitivamente no quiero bajas civiles.
—Ya entendimos el memo de "no matar gente inocente"—añadió Dominica rodando los ojos.
—Y para tu información, matamos objetivos que hicieron cosas muy estúpidas o pecados capitales que el mundo no debe saber—declaró Nicholai pasando por su lado.
Steve estuvo a punto de decir algo, pero Markus colocó una mano en su hombro, él le miró de reojo.
—No los escuches, están comportándose como idiotas.
Tal vez, él también era un idiota.
Sin embargo, nadie allí lo juzgó en ese momento.
El Capitán América le indicó con la cabeza que le siguieran, todos recordando el plan. Según las noticias y los satélites que tenía SHIELD, Loki se encontraba dentro de un gran evento, simplemente para buscar algo — o tal vez un alguien, según los pensamientos de Markus. Si él necesitaba salir, debía ser en un espacio abierto, pero el castaño se preguntó: ¿Cómo diablos encontrarían a un ser de otro mundo? Al escuchar gritos lejanos, el grupo se fue separando para encontrarse en posición, con la misión de aprisionar al fenómeno que no pertenecía al planeta tierra. Markus se dio cuenta de algo, que durante todo su entrenamiento no creyó necesitar: él, definitivamente, no estaba preparado para aquel tipo de mierdas.
Oh, qué sorpresa.
Allí estaba.
El equipo se acercó lentamente a la pequeña plazoleta alemana, llena de gente que se arrodilló frente a un hombre que tenía un traje muy raro, de colores verdes oscuros, mezclado con negro y un poco de dorado, el cual adornaba su cabeza, ocultando un poco su cabello negro. Para terminar de examinarlo, este llevaba un cetro largo en su mano. Markus se escondió mientras que su equipo siguió su ejemplo, Steve Rogers había buscado su posición para poder generar su distracción y Markus ordenó en ruso a sus compañeros que se detuviesen.
—¿No es más simple así?—habló el hombre con el cetro, caminando entre la gente arrodillada—. ¿No es este su estado natural? Es la verdad tácita de la humanidad...
Mikhail habló por el comunicador—Este fenómeno está loco.
—No me digas, Sherlock—recalcó Sasha.
—Concéntrense—bramó Markus observando al objetivo caminar lentamente, dando su discurso de esclavitud, sumisión y regocijo.
Markus recordó que siempre habría personas que buscarían someter a los más débiles, muchas veces ellos ganaban, otras veces, ellos no lo hacían. Sin embargo, la destrucción siempre estaba en el camino de muchas personas, tal vez SHIELD quería evitar eso. Repentinamente, un anciano se levantó, enfrentándose al nuevo enemigo de la tierra — su mirada desafiante ante el resto y ante él, buscando sublevarse del resto, enfrentándose al abismo.
—No ante hombres como usted—dijo el anciano.
—No existen hombres como yo—masculló Loki.
Markus quería reír amargamente.
El anciano tenía razón.
—Siempre hay hombres como usted.
Loki pareció no gustarle la respuesta y estaba preparado para usar su cetro, con las intenciones de herirlo, pero el capitán Rogers se interpuso entre ellos — bloqueando su rayo azul para hacer que rebote, dirigiéndose hacia el mismo Loki quien cayó. Markus le quitó el seguro a su arma y ordenó que saliesen de sus escondites.
—Sabes, la última vez que estuve en Alemania—anunció Steve caminando en dirección a Loki—. Vi a un hombre que se ponía por encima de los demás, tuvimos un desacuerdo.
—El soldado—replicó Loki y el castaño pudo darse cuenta de que aquel ridículo atuendo sí que confirmaba que no era de la tierra—. Un hombre fuera de su tiempo.
—No soy yo el que se queda sin tiempo—murmuró Steve antes de dar una señal afirmativa con su mano—. ¡Enciérrenlo!
El equipo de Markus se acercó más y el quinjet por el cual los dejó allí se acercó, mostrando sus armas, dirigiéndolas a Loki.
—Loki, deja el arma y ríndete.
Markus esperó.
Esperó.
Loki lanzó un rayo de su cetro en dirección al quinjet y Steve le lanzó su escudo, golpeándolo, la gente a su alrededor corrió a todos lados, escapando del peligro; los rusos se acercaron más y más, disparando sus balas hacia el nuevo fenómeno que buscaba ser un dios para ellos. Markus observó que el dios lograba alejar a Steve por un segundo y él decidió intervenir, cruzando sus piernas antes lanzarle una patada dirigida a su mandíbula. No tardó en recibir un golpe en su estómago, las dos mujeres fueron más rápidas que él, golpeándolo con patadas e intentando derribarlo para poder inmovilizarlo.
—¡Inmovilícenlo!—bramó Nicholai pero las dos chicas fallaron al ser lanzadas hacia dos puntos diferentes.
Markus sacó su arma, disparando dos veces hacia él.
Eso le dio la oportunidad a Steve de darle otra patada, pero el cetro volvió a golpearlo otra vez. Markus corrió hacia Loki, intentando una vez más de inmovilizarlo, pero el dios utilizó su cetro para derribarlo y, por poco, casi termina sin cabeza. Al menos él esperó su muerte frente a los ojos de Natasha Romanoff, sin embargo, una música de rock apareció en varios parlantes que se encontraban alrededor. Un hombre en un traje de hierro, pintado de color rojo y dorado, apareció frente a ellos, disparando contra Loki y librándolo a Markus de su agarre. El cuerpo del dios se encontraba contra las escaleras y eso le quitó el aliento. Steve se acercó a Markus, dándole una mano para poder ponerse de pie; el resto del equipo encerró al dios en un círculo de armas y el hombre de hierro también sacó las suyas.
—Te toca, jugador exclusivo.
Loki alzó las manos, quitándose su traje con un fulgor dorado, dejando parte de él a algo más normal.
—Esperaba poder meterle una bala en la cabeza—murmuró Markus.
—Ah, típica frase de asesino—declaró el hombre de hierro—. Agente Belova y compañía, ¿no?
Markus no tenía que adivinar quién era la persona que había debajo de esa armadura: todos lo sabían.
Tony Stark.
—Señor Stark—replicó el Capitán Rogers.
—Capitán.
Steve miró al equipo—Espósenlo.
—¿Desde cuando SHIELD trabaja con criminales?—preguntó el millonario y recibió al menos unas seis miradas amenazadoras—. Creo que ya sé la respuesta, gracias.
Natasha aterrizó el quinjet lentamente, mientras que Markus y Mikhail retenían a Loki con un agarre de hierro. Dominica agarró el cetro mientras que Nicholai se encontraba cargando el costado de su compañera Sasha. La pelirroja apareció por la compuerta, con un par de esposas especiales para el nuevo dios loco. Al colocarlas, otros dos agentes de SHIELD se lo llevaron al quinjet.
—Agente Romanoff, tan espléndida como siempre—bramó Stark quitándose el casco, antes de sonreírle de lado y señaló al grupo de asesinos—. ¿Los conoce?
—Son amigos.
—Prisioneros, en realidad—replicó Markus.
—Prisioneros que accedieron a ayudar—lo corrigió Natasha con una mirada seca y Markus apretó sus labios.
—Nick Fury me sorprende más y más—añadió el millonario con escepticismo, antes de girarse y estrecharle la mano al castaño—. Tony Stark.
—A pesar de saber quien diablos eres, es un placer—respondió Markus con cautela antes de darle un firme apretón a la mano robótica de Stark.
El resto del equipo estrechó su mano de manera desconfiada, pero, a pesar de la situación, sabían que estaban lidiando con otra cosa y por la demostración que el dios les hizo antes, podían darse cuenta de que era muchísimo más grande que ellos — así que esta misión sería bastante larga para ellos. Markus dirigió su mirada a la oscura noche de Alemania, recordando las pocas misiones que tuvo que hacer durante sus años en la KGB y que pronto, luego de esto, ya no podría hacer: si es que terminaban matándolo. Las voces de Natasha, Steve, Tony y el resto del equipo se encontraban tan lejanas para él, que Markus se sintió abrumado por un momento.
¿A quien se estaban enfrentando?
Natasha no les pidió ayuda simplemente por un simple capricho de niña pelirroja.
Esto era algo más.
¿Acaso había algo más allá afuera?
Galaxias.
Estrellas.
Y los planetas del sistema solar.
Solo eso.
Debo estar muy equivocado, pensó Markus.
Siempre había algo más entre las líneas.
Siempre.
Markus no entendía el porqué, pero la mano que se posó en su hombro lo sacó de su trance y al girarse se encontró con el rostro de Natasha, quien le indicó en silencio que subiese al quinjet con el resto de sus compañeros. Ninguna palabra más, ninguna sonrisa o señal afirmativa, solo simple silencio. Markus asintió y se dirigió hacia el quinjet, siendo seguido por Steve y Tony, el último alzando una ceja ante el trato frío que ofreció la agente Romanoff al castaño y su cabeza llena de cálculos extravagantes empezó a divagar entre los momentos sutiles donde recién conocía a Romanoff. No tardó en recordar que él había investigado los archivos de SHIELD de manera algo "ilegal" para saber lo que era verdadero de la mentira.
Así que él era el príncipe azul.
Decir eso era quedarse corto.
Sin embargo, él ahora comprendía por qué Natasha era tan fría con sus relaciones, al menos por fuera. Esta era una de las razones.
Al subir, Markus volvió a acomodarse en su lugar y estaba preparado para que le pusieran las esposas; pero, no se las pusieron, ni a él, ni al resto de su equipo. Loki se encontraba a su lado, con unas esposas muchísimo más reforzadas y gruesas de las que él tenía antes. Sintió lastima por el pobre bastardo, pero eso no le impidió sonreír con victoria. La compuerta se cerró y Steve se sentó al otro lado, esperando a estar en una altura alta para poder pararse, mientras que Tony Stark — aún en su traje — se encontraba parado junto con otro agente. Natasha Romanoff levantó vuelo, junto al otro copiloto de SHIELD y tocó su comunicador.
—Señor, lo tenemos.
—¿A dónde iremos ahora?—preguntó Mikhail cruzándose de brazos.
—Volveremos al Helicarrier.
—De una prisión a otra—dijo el dios vestido de verde, negro y dorado. Sintió más de mil miradas estancarse en él, abrió las palmas de sus manos—. De acuerdo, guardaré silencio.
—Estaremos en el punto de encuentro en 5 horas, Romanoff fuera.
Ascendieron en el cielo, pasando por entre algunos edificios alemanes, escuchando las sirenas de la policía entre sus calles, pero Markus sabía que ellos no encontrarían nada. Ellos se habían encargado de desaparecer muchísimo antes de que los encontraran. El quinjet desapareció en el cielo, moviéndose a una rápida velocidad, perdiéndose en la negrura de la noche. Markus se dio cuenta de que recién estaba empezando la misión.
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