PREFACIO
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PREFACIO:
El escape.
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Detestaba el frío, lo aborrecía con toda su existencia; había pocas cosas que odiara tanto como las bajas temperaturas, y para su desgracia, era lo único que había conocido durante los últimos mil quinientos años de su vida.
Su vitalidad se había consumido lentamente con el pasar de los años, al punto que incluso su cabello había perdido su brillo, sustituyendo lo que alguna vez fueron hermosos mechones naranjas con un tono más lúgubre, sucio y maltratado, al igual que el resto de su anatomía. No parecía sana, en realidad no lo estaba, pero poco importaba mientras su corazón y el resto de sus órganos funcionaran correctamente; estaba condenada a pasar la eternidad en aquel lugar, no iban a tratarla con delicadeza y mucho menos le otorgarían su vitalidad de vuelta. No por nada toda su comida carecía de calor cada que era la hora de alimentar a los prisioneros, temían que cualquier cambio de temperatura propiciara un levantamiento de su parte, y definitivamente nadie quería cargar con la culpa de haber liberado al único demonio de fuego en las prisiones de Asgard por un mínimo error. Temían lo que Odín pudiera hacer al respecto.
Las circunstancias de su encierro, agregando el cuerpo que le habían concedido, propiciaban que su malestar fuera de lo más insufrible. No sólo era sensible a las temperaturas bajas, sino que cuando eran demasiado intensas, comenzaba a tiritar y no había nada que impidiera el castañeo de sus dientes. Al menos en su forma original entraba en un estado catatónico donde tardaba en reaccionar adecuadamente, evitando aquellos aborrecibles espasmos de sus músculos; sin embargo, debía admitir que no todo era tan malo. Tenía sus debilidades, claro está, pero cuando estuvo en libertad... Oh, Nornas. Era invencible.
En su momento, se le aseguró que el cuerpo sería compatible con ella y le permitiría explorar incluso más aspectos de sus poderes de los que podía en su anterior forma física, llegando a poder aprender nuevas formas de ofensa, como magia. No obstante, eran pocas las cosas que había podido aprender mientras crecía, la madre de la criatura hizo todo lo posible por mantenerla a raya y su creadora había desaparecido tras los intentos de Odín por ejecutarla, pero lo que había logrado hacer a tan corta edad y por su cuenta era simplemente asombroso.
El recuerdo de su paso por Midgard era uno de los escenarios que más añoraba cuando se perdía en sus recuerdos para mantenerse cuerda, pero lo que más gracia le causaba era lo que vino a continuación, cuando Odín tuvo que abandonar su cómodo asiento dorado para enfrentarla y luego llevarla a juicio de forma inmediata por sus acciones. Si cerraba los ojos podía revivir las imágenes de todo lo que había sucedido con lujo de detalles, y al tener nada más importante por hacer, no vio razones para negarse tal placer. La única forma de que la interrumpieran sería a la hora de comer o para enviarle un compañero de celda entre las criaturas que habían llegado de una nueva tanda de merodeadores –los cuales habían sido capturados por el Príncipe Thor y sus amigos–, pero sabiendo que ya le habían dado su primer plato del día y los guardias sabían por experiencia lo que sucedía si alguien ingresaba por un tiempo prolongado a su celda, no tendría distracciones.
Se acomodó en el suelo, cruzando sus piernas y dejando sus manos cómodamente sobre sus rodillas, procediendo a cerrar los ojos para ver de nuevo su mejor memoria. Se concentró lo suficiente para hacerlo, y se sintió alegre cuando reconoció las columnas doradas y los rayos del sol de la mañana chocando contra su piel... además de las cadenas inhibidoras en su cuerpo.
—Kári, hija de Laussa —empezó a recitar Odín—. Se le encuentra culpable del asesinato de una General de la Guardia Real y genocidio en Midgard.
—Oh, por favor —interrumpió la sentencia, mofándose de la situación—. Kári no podría lastimar una mosca, la criaron para ser dócil y debilucha.
—¿A quién debo atribuirle estos crímenes, entonces? Porque la persona que tengo enfrente responde al nombre de Kári.
—Ya no más —ladeó la cabeza, sonriendo de forma macabra—. Mi nombre es Sindr, siempre lo ha sido y siempre lo será.
La confusión fue detectable en el ojo azul del Rey.
—Basta de juegos, niña.
—El único que está jugando aquí es usted, Padre de Todo —continuó su burla, siendo detenida por sus cadenas cuando intentó dar un paso más cerca—. Creyendo fervientemente que puede evadir el Ragnarok con la gran mentira de la paz, cuando sabe que la profecía está sobre sus hombros y no hay nada que pueda cambiarla.
El hombre se puso de pie, colérico ante la mención del evento futuro.
—Oh, el Rey temeroso de su propio destino —su expresión se transformó en una de lástima fingida—. Es hasta poético que haya asesinado brujas por ello, pero sea una de ellas quien buscó una forma de cumplir con lo que está escrito. Mi creadora tuvo más agallas que todas ellas, y es mi deber cumplir con la misión que me fue encomendada.
—Tu deber será morir ahorcada por tus crímenes —amenazó él—. Dime, estando muerta, ¿qué misión vas a cumplir?
Comenzó a reír a carcajadas, creando un ambiente enervante cuando en su voz comenzó a hacerse más notorio el eco de ambas voces predominantes. El áss estuvo a punto de chocar su báculo contra el suelo para decretar la orden de ejecución, pero unos gritos desesperados se abrieron camino hasta sus oídos, encontrando a una rubia corriendo por el pasillo en su dirección, siendo detenida en el acto por un Einherjar.
—¡Espere, por favor! —exclamó, hablando por encima del soldado—. ¡Es un error, no sabe lo que puede ocasionar si lo hace!
La pelirroja se giró, sonriéndole a la mujer.
—Oh, madre. Me honras al presentarte para decir adiós.
Al escuchar sus palabras, Odín hizo un ademán para permitirle a la mujer acercarse al trono. Ella tomó su falda y dio zancadas hasta él, donde pudo ver detalladamente sus mejillas húmedas y la desesperación en sus ojos.
—Alteza, por favor. Tenga piedad de mi hija, lo que sea que haya hecho, no fue su culpa. Mi hija no es responsable de lo que sea que esté controlándola. Se lo suplico.
El Padre de Todo calló, escrutando a ambas mujeres frente a él, evaluando si creer o no en la mujer rubia que imploraba misericordia.
Se vio obligada a salir de su recuerdo cuando escuchó un alboroto en las celdas, al principio creyó que eran simples prisioneros luchando contra su encierro, pero cuando escuchó un bramido y vio un par de soldados corriendo en dirección al alboroto, se animó a ponerse de pie para observar lo que pudiera del espectáculo, al igual que el resto de condenados. No podía ver mucho desde su posición, pero en el momento que vio algunos merodeadores libres de su encierro, corriendo hacia la salida, no pudo evitar sentir que su corazón pegaba un brinco de emoción, y que una voz se desesperaba en lo profundo de su mente.
La mujer se regocijó por dentro cuando lo vio acercarse, enorme, con una armadura llena de picos y unos cuernos en su cabeza; estaba destruyendo los campos de energía de las celdas con el simple impacto de su puño y esperaba pacientemente a que el ser se acercara y la liberara como a los otros, aunque la voz lejana de su mente estuviera implorando a las Nornas que no lo hiciera. Patético.
La parte que en esos momentos predominaba sonrió al verle acercarse con pasos fuertes, observándola detenidamente; sus ojos destellaron en un inusual color naranja cuando le vio llevar su puño hacia atrás, tomando impulso para destruir la barrera de energía y dejando la celda a oscuras en el proceso. La criatura se alejó justo antes de poder tener la oportunidad de agradecerle; estaba dispuesto a liberar más prisioneros, y siendo sincera, era su oportunidad perfecta para finalmente escapar.
No perdió tiempo, bajó al pasillo y trotó directo a las canastas con fuego más cercanas, siendo tacleada lejos de su objetivo por un soldado. Cuando se incorporó, notó que el hombre blandía su espada en su dirección, y se las arregló para evadir el filo del metal, desarmándolo con agilidad para terminar atravesando su abdomen con el arma; con rapidez estiró su mano hacia las llamas, sintiendo que su poder regresaba poco a poco, junto al resto de su vitalidad.
Con pasos rápidos y su poder restituido, llegó al lugar donde ya peleaban algunos prisioneros con los guardias. Uno de los soldados de dorada armadura se dispuso a atacarla, tomó impulso para hacerle daño con su espada, sin esperar que ella esquivaría su ataque y lo tomaría del cuello. Sólo bastaron unos segundos para que el contacto con su piel le causara daño al hombre, quemando la zona y dejándolo muerto en el acto con humo saliendo de su cuello carbonizado.
—Qué curioso —escuchó una voz a su derecha—. Pensaba que Sindr era sólo un cuento.
La pelirroja se giró hacia el hombre de voz sedosa y vestimentas verdes, soltando al soldado y dejándolo caer a sus pies. Sonrió sin gracia, acercándose a aquella solitaria celda que, curiosamente, contaba con más enseres que las demás.
—Yo pensaba que aquí todos contábamos con lo mismo —observó los muebles y la pila de libros en una esquina. El hombre se vio ligeramente fascinado al escuchar su voz, que parecía tener un eco tenue perteneciente a una voz ajena, como si alguien repitiera sus palabras. Resultaba casi hipnotizante—. Al parecer ambos nos equivocamos.
La de cabellos naranjas se giró, dispuesta a irse de aquel horrible lugar y regresar a su anhelada libertad. Podía sentir la mirada del tipo centrada en cada uno de sus movimientos.
—Hay una salida tomando las escaleras a la derecha —le escuchó decir.
Se giró para mirarlo una última vez, viéndolo acomodarse en el escalón de la celda con un libro en su mano, le sonrió de lado y acató sus indicaciones. Subió los peldaños, estando al pendiente de que nadie llegara de repente a detenerla, o al menos intentarlo.
Llegó hasta una gran puerta doble, viendo los esfuerzos de otros prisioneros para abrirla mediante fuerza bruta. Ralentizó su paso, viéndolos lograr su cometido y atravesar la salida, pero un instante más tarde escuchó un gran alboroto que le hizo rodar los ojos. Obviamente había soldados esperándolos al otro lado, pero no podía creer que los demás fueran tan imbéciles para no suponerlo. Se acercó a la entrada, viendo cómo los Einherjar vencían a los prisioneros al superarlos en número. Caterva de inútiles.
Frente a ella pudo ver las brasas ardientes que iluminaban el pasillo, bastando con estirar la mano en su dirección para atraer las llamas y recuperar la apariencia que solía tener, con su cabello flamante y sus iris resplandecientes. Observó su mano cubierta en fuego, sintiéndose viva nuevamente al haberse recuperado tras una eternidad en los fríos y oscuros calabozos. Los Einherjar se percataron de su presencia, yendo directo hacia ella y siendo detenidos en el acto por una gran llamarada originada por ella al soplar el fuego en su mano; los presentes se agacharon y cubrieron sus rostros con sus brazos ante el repentino ataque que sirvió de distracción para que la híbrida huyera, dejando a los demás encargándose de los soldados.
Avanzó por el pasillo, llegando a una zona donde se tomó un momento para respirar hondo al ver la luz del día tras pasar más de un milenio en aquella fría y horrorosa celda; se regocijó al sentir una cálida brisa chocando contra su piel, anunciando su libertad y la oportunidad de cumplir con su propósito. Había anhelado la llegada de aquel momento por demasiado tiempo e iba a hacer lo posible para nunca volver. Tenía asuntos pendientes y debía recibir órdenes para proceder, las cuales estaba segura de que no tardarían en llegar.
No obstante, su dicha se vio perturbada por el sonido de los soldados acercándose, teniendo las órdenes claras para detener a todos aquellos que hubieran logrado escapar de sus celdas. Dirigió su atención a las pisadas de los Einherjar, quienes llegaban con rapidez a acorralarla en medio de su ensimismamiento. Sonrió al verlos preparándose para atacar, cubriéndose con sus escudos y blandiendo sus armas en su dirección. Dos de los soldados avanzaron hacia ella sin sentirse amenazados por su apariencia antinatural, pero su coraje no bastaba para lidiar con un demonio de fuego, y tampoco les favorecía estar equipados con metal. Sindr quemó a ambos soldados levantando una pared de fuego, dejándolos retorciéndose en el suelo y los demás dieron un paso atrás; cuando el fuego se disipó los soldados atacaron, siendo incinerados por la mujer de vestimenta negra y cabello flamante.
Algunos fueron atrapados en remolinos de fuego que les quitaba el aliento, además de causar que sus armaduras aumentaran de temperatura y les hiciera daño. El fuego que manipulaba dejaba marcas en el suelo y las paredes, demostrando su presencia en aquel lugar junto a los soldados adoloridos o carbonizados que dejaba a su paso.
Se deshizo de la mayoría de los Einherjar con rapidez, mas el que quedaba decidió aventurarse a atacarla. Ella lo esquivó, posando sus manos ardientes a ambos lados de su casco. El soldado gritó, soltó su espada e intentó apartar a la mujer, quemándose con su piel en el intento. Lo último que logró ver fue cómo sus ojos naranjas se iluminaban y en sus labios se dibujaba una sonrisa macabra al ver la vida del hombre opacarse bajo su tacto; cuando no tuvo más fuerzas para luchar, ella lo dejó caer, causando un estruendo con el impacto de su armadura contra el suelo.
No pensaba quedarse allí, por lo que trató de ubicarse en el inmenso palacio. Debía escapar, debía buscar una de las otras salidas e irse de Asgard, tal y como ella le había dicho que debía hacer. Afortunadamente, sabía que la mujer de cabello cereza solía estar varios pasos por delante, por lo que fue cuestión de tiempo escuchar su voz haciendo eco en su cabeza, susurrando el camino que debía tomar.
Hacía bastante tiempo que no usaba sus habilidades, pero cuando se elevó en el aire y sintió la calidez del sol envolviéndola, se sintió ella misma de nuevo. Nunca más quería regresar a esa celda, y absolutamente no iba a permitir que la capturaran de nuevo, por lo que cuando un esquife con varios Einherjar comenzó a seguirla en su camino a la entrada que iba a tomar, disparando con intermitencia y logrando encontrarla cuando intentaba perderlos entre la naturaleza, no dudó en atacar. Concentró el calor en su mano, creando una bola de fuego que impactó en la punta de la nave, dando paso a la distracción perfecta para acercarse a ellos y contraatacar. Logró patear a uno de los hombres fuera mientras se encargaba de los otros dos, torciendo el brazo del que iba a usar su espada contra ella y lanzando fuego a los ojos del otro. Bastó con algunas patadas y ataques calóricos para deshacerse de aquellos soldados y su nave, sin importarle los daños que había causado en la superficie del bosque o en ellos.
Se dirigió hasta la cueva que se le indicaba, bastando con arrastrar su mano por la superficie luminosa –ayudándose con la velocidad adquirida en su vuelo– para transportarse al lugar deseado, mostrándose inmutable cuando aquel lugar la succionó con fuerza, arrojándola a un plano completamente distinto. Caminó hasta salir del oscuro lugar y observó a su alrededor, dándose cuenta de la vegetación tan distinta de aquel espacio y que la voz en su cabeza se había esfumado.
No obstante, su búsqueda dio frutos al sentir que algo en su interior era arrancado, mostrando una bruma negra tras ella que pronto tomó forma. La sensación fue incómoda, pero nada muy grave; simplemente se giró, viendo el humo aclararse hasta mostrar a una mujer de cabello rojo como la sangre, un vestido negro y una alhaja en su cuello que destelló mientras todo volvía a su orden natural. La mujer sonrió al ver a la de cabello en llamas, acercándose para envolver un mechón de su cabello entre sus dedos sin causarse ningún daño.
—Sindr, querida —dijo la de cabello cereza—. Bienvenida de vuelta. Llegaste justo a tiempo para cumplir tu destino.
Y con una sonrisa oscura dibujándose en sus labios, recibieron gustosas al inicio del caos.
¡Hola, hola! Finalmente el prefacio sale a la luz 🙌
Esta historia estuvo publicada hace como dos años, así que si ya conocías la versión anterior, debes saber que se realizaron cambios leves, y si acabas de llegar, ¡espero que disfrutes la lectura!
Las actualizaciones vendrán ligadas a los capítulos de Nothing Else Matters, pero no hace falta leerlos para entender esta historia ya que son narrados desde distintos puntos de vista ✨
¡Nos leemos luego! 💕
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