9. ¡My brother's so cute!
— Ya que el idiota de mi hermano no se digna a presentarme, lo haré yo... — Jimin la mira atentamente. — Soy Soyeon, y soy la hermana menor de ese maleducado diablo que conoces como Yoongi.
Jimin se aleja un poco de su chico y se acerca a estrechar a la muchacha en sus brazos. Ella tarda unos segundos en acostumbrarse y devolverle el gesto. Aquél joven definitivamente no provenía de allí.
— ¡Hola, Soyeon! Es un placer conocerte... — saluda alegremente. — Soy Jimin. No sé si Yoonie te ha hablado de mí pero...
¿Dejaba que lo llamara Yoonie? Él debe querer mucho a ese angelito, pensó la rubia. En cierto punto la alegraba saber que su hermano estaba recibiendo amor puro y no sólo miedo y respeto.
— ¿Qué si me ha hablado? ¡Pfff! No tienes idea. — ríen
— No fue nada complicado si esa es tu pregunta, Soyeon... — dice Jimin riendo tímidamente. Yoongi quería salir corriendo con el angelito subido a su espalda a cien mil kilómetros de distancia de su chismosa hermana. — Él sólo se acostó en mi regazo y cerró los ojos. Fue un descuido suyo pero cuando despertó ya había hecho la primera trencita.
— ¡Aww! — exclama la hermana del Diablo. — ¡Mi hermano es muy tierno!
Y exactamente eso fue lo que encendió en Yoongi su diaria impaciencia.
Se sienta en su trono y con un mentón apoyado en su brazo ubicado en el reposa brazos suspira.
— Soyeon-ah... — comienza.
— ¿Mhm?
— Vete.
— No seas tan maleducado frente a Jiminnie. — le pide. El ángel se limitó a observar con ternura aquella interacción entre hermanos.
— Mi infierno, mis reglas.
¿Así se llevan las familias?
De todas formas lo creía divertido, sobre todo cuando veía a Yoongi arrugar su naricita y torcer su cabeza en señal de molestia. Un hábito algo tierno y al cual se podría acostumbrar si tuviera la oportunidad.
Mientras el par de hermanos discutía se dispuso a observar el lugar: era rústico, tal y como lo imaginó. Algo lúgubre también pero cálido debido a la gran e imponente fogata en el centro. Pero, sin dudarlo un segundo, el protagonismo se lo llevaba el gran trono decorado con terciopelo negro y complicados patrones en dorado en el cual el Diablo tomaba asiento.
Una suave voz lo saca de su análisis del espacio. De repente en aquél lugar sólo estaban Yoongi y el.
— Por fin estamos solos... — Yoongi estira una mano y llama a Jimin a acercarse a su trono. Cuando este se aproxima se acomoda sobre el regazo del Diablo, quien lo abrazaba de costado por los hombros.
Una vibración en el pecho de Yoongi rompe el silencio.
— ¿Por qué ríes? — pregunta Jimin. Min le da un corto beso en los labios y vuelve a reír.
— No puedo parar de pensar en como es que terminé trayendo un lindo angelito al infierno y dejando que se sentase conmigo en mi trono...
— Es que yo soy especial, Yoonie... — dice. Le guiña un ojo.
El diablo finge sorpresa y mira a Jimin con los ojos abiertos.
— Cariño, ¿la soberbia no es acaso un pecado capital? — bromea.
Jimin rueda los ojos, divertido. Estaba claro que a Yoongi le encantaba bromear con las diferencias que existían entre los demás ángeles y él. Francamente no le molestaba ya que lo admitía: sobre todo desde que conoció a Yoongi pudo entender que no era un ángel regular.
— Primero: mentir también es un pecado así que no hay problema si lo que digo es verdad... — entre risas lo apunta con un dedo acusatorio. — Segundo: ¿debo recordarle que usted fue el que empezó a romper las reglas en primer lugar cuando entró al cielo? — Yoongi ríe. — Por último: si cometo un pecado, ¿me vas a enviar al infierno? Porque ya estoy aquí.
— Touché... — murmura. Recibe un beso algo más duradero por parte de Jimin antes de poder observar su mirada intrigada. — Lárgalo...
— ¿Eh?
— La pregunta, Minnie... — acaricia su cintura. — Te noto algo inquieto.
Jimin suspira. Desde que se encontraron con Jeongyeon había querido preguntarle por sus palabras y porqué aquella hermosa demonio estaba tan... triste y enojada.
— ¿Sabes que le sucedió a esa mujer que nos encontramos cuando llegamos?
— ¿Te refieres a Jeongyeon, la demonio de cabello corto? — Jimin asiente. — Es complicado, pero si quieres saber... — empieza. Dirige su mirada al fuego en el centro de la habitación. — Verás, hace muchísimos años cuando aún no se prohibían los encuentros entre ángeles y demonios...
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