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[CAPÍTULO 35]

12/01/2022  |  Salas de Interrogatorio, Rebeldía, Inazuma, Japón.

— ¿Ya nos lo vas a decir? —dijo Lerner apoyando su mejilla en su mano ya aburrido sobre el escritorio.

Delante de él estaba la computadora que seguía necesitando un código para que pudieran seguir adelante.

— Pierden el tiempo, no voy a decir nada... —respondió el hombre sujeto por brazos y piernas a aquella tabla vertical— Tú, niñato —llamó a Hocus quien estaba a un lado, frente a la mesa que estaba vivamente decorada con todo tipo de pinzas, cuchillos, sierras, agujas, espátulas...

—Dime —se cruzó de brazos volteando a verlo.

—Mátame ya, no van a conseguir nada, sólo tirarán su tiempo.

—Nada de eso —negó con la cabeza caminando hacia él y a los pocos segundos fue seguido por Pocus quien se colocó a su lado.

—Si no cooperas no te mataremos, claro que no —negó con la cabeza—. Pero dime... ¿Vas a hacerlo?

Pero aquel hombre sólo juntó saliva que expulsó escupiendo hacia Pocus pero pudo esquivarlo por muy poco.

—No va a cooperar —dijo Hocus caminando hacia las mesas con desinterés.

—Eso ya lo vi. Pero qué asco, Dima, no puedes ser tan grosero, te hicimos una pregunta y se dice sí o no, uno no va por ahí escupiéndole a la gente, ¿sabes? —dijo Pocus aún algo asqueado empezando a acercarse aún más a él— ¿Qué? ¿Te criaste en un establo o qué?

—Deja de jugar ya.

Se pudo escuchar una risa en el fondo perteneciente a Hocus, pero fue Pocus quien la hizo más evidente.

—No, claro que no, es la hora de jugar de hecho —entonces tomó las mejillas del hombre apretándolas sin cuidado—. No quieres ayudar así que vamos a jugar contigo hasta que te mueras o digas algo. Vamos a jugar a ver cuánto aguantas sin soltar la información, ¿sí? Te prometo que cuando lo digas, dejaremos de jugar.

—Voy a prepararlo —dijo Hocus empezando a acomodar lo que utilizaría para su espectáculo.

—¿¡Puedo hacer un aperitivo!? —pidió Pocus corriendo hacia su hermano y cuando este asintió, Pocus dio un saltito antes de correr hacia la mesa donde había dejado su botella de refresco.

—¿El Tehuacanazo? Sí que tenías ganas de probarlo —rio un poco el mayor.

—Es que desde que Doug me contó eso supe que tenía que hacerlo, y ahora es el momento perfecto —tomó la botella moviéndola muy ligeramente mientras se acercaba al hombre— ¿Te gusta el refresco de manzana, Dima? —bebió un trago de este sin recibir respuesta del opuesto así que volvió a llenarse la boca para ahora escupirle en la cara— Sigues de grosero así que yo también lo seré contigo.

Mientras cerraba la botella de nuevo y Hocus preparaba las cosas, Zippy apartó ligeramente la computadora fijándose con intriga en lo que harían.

—¿Sabes? Nosotros somos rusos, pero esto nos lo contó un amigo que es de padres mexicanos, nos contó que así juegan en los interrogatorios con los que no quieren cooperar como tú —explicó con tranquilidad empezando a agitar el refresco teniéndolo cerrado.

Pero fue un momento tan imprevisto cuando lo hizo, que tanto Zippy como Hocus sólo supieron que había abierto la botella cuando el sujeto comenzó a gritar como podía. Cagney se mantenía con la botella pegada a la nariz de su víctima haciendo que el líquido y gas del refresco quemara su nariz llegando a la garganta.

Lo hizo un par de veces hasta que la botella se quedó sin contenido.

—Se supone que debe hacerse con agua mineral, pero veo que funciona y además... —entonces bebió el último trago que quedaba para luego golpear la cabeza del hombre con la botella de plástico vacía— Ah... Me encanta el refresco de manzana.

—Ese no lo conocía yo —dijo Zippy algo sorprendido.

—¡Nosotros tampoco! —se volteó alegremente Pocus— Nos lo contó Doug, de hecho.

—Sí —asintió Hocus en el momento en que presionó un botón haciendo que empezara a sonar música en la habitación—. Ya estoy listo. No va a ser tan espectacular como lo haríamos en el Casino, pero nos podremos apañar, ¿verdad?

—¿Ya habías apostado contra el Rey Dado? —preguntó Pocus caminando hacia el fondo de la habitación.

Nunca juego limpio, soy la mano derecha del diablo —respondió mientras cantaba confundiendo por completo al sujeto mientras que Zippy miraba el espectáculo con curiosidad— Dame los contratos, vamos, dáselos al rey.

No había muchas luces, pero aún así podía verse cómo él seguía cantando mientras afilaba un cuchillo con el que se pasó jugando casi todo el tiempo que cantó.

Soy el Rey Dado, escucha lo que te voy a decir: El diablo tiene un precio, y me aseguraré de que lo pagues. No tengo tiempo que perder y espero que lo entiendas, dame los contratos, ¡pronto! No juegues conmigo. No juegues con el Rey Dado.

—¡No juegues con el Rey Dado! —coreó Pocus.

—No juegues conmigo.

—¡No juegues con él!

Y nada más acabar de cantar, Hocus tiró en el suelo un par de dados que dieron como resultado el número siete.

—Pocus, oí que escogiste el siete, ¿verdad?

—¡Sí, el siete! —dio un salto hasta ponerse en cuclillas delante de los dados mirándolo unos segundos.

—Bien, elige primero cómo jugaremos —nada más decir eso, Pocus volteó hacia el hombre formando una sonrisa tan emocionada que quedaba fuera de lugar, pero era la malicia en ella la que, aún después de ese "aperitivo", sintiera un escalofrío.

Pero mientras que Pocus fue a buscar la aguja menos afilada que tenían para poder coser juntos los dedos de su víctima, en otra zona de la Rebeldía las estaban usando por el bien de la persona. Pero, al final, ambas eran por el bienestar de la gente de la Rebeldía.

—No va a pasar nada, no te voy a hacer daño. Mira —Lucas tomó la jeringa mostrando la aguja que realmente era delgada—, es una aguja súper delgada, es una agujita de bebé, ¿lo ves? Vamos, no tengas miedo —le volteó con cuidado la cabeza al lado contrario entonces acercando la jeringa al brazo del niño—. Tú no mires. Yo te aviso cuando acabe, ¿de acuerdo?

El niño asintió y él ya estaba clavando la jeringa en su brazo.

—Está bien... ¿Qué tal si intentas contar del uno al cinco? —le dijo cuando el líquido ya estaba a la mitad.

—Uno... dos... tres...

Finalmente llegó al cinco y se topó con que el rubio ya estaba poniéndole la tapa a la jeringa.

—¿Ya lo pusiste?

—Sí, cuando ibas por el dos yo ya había acabado. Lo hiciste muy bien y ni siquiera te dolió, ¿verdad? —el niño negó con la cabeza sorprendido e incluso miró a su madre por aquello— Ahora lo que duele es tu brazo, pero verás que con esto en unos minutos ya no te va a doler más y en seguida el doctor te va a curar bien —dijo mientras desechaba la aguja y dejaba todo acomodado de nuevo.

Pero antes de irse se acercó de nuevo al niño en un sentido de complicidad.

—¿Quieres que te pongan tu yeso de algún color? —preguntó en susurros fingidos.

—¡Sí! Lo quiero azul.

—¿Azul? Perfecto, yo le digo al doctor que te lo ponga azul, pero también debes recordárselo tú, ¿de acuerdo?

Lucas se despidió de la madre y del niño con una sonrisa antes de retirarse avisando a la enfermera del escritorio que ya había acabado y que estaba todo listo para que el doctor pudiera continuar el trabajo.

—Te toca otro en urgencias —le estrechó una hoja la enfermera.

—De acuerdo, gracias —recibió la hoja para ir mirando lo que necesitaba que le consiguieran—. Aquí sólo pone que diazepam...

—Sí, acaba de llegar prácticamente. Parece que no podía respirar bien y tuvo un ataque de ansiedad, parece que es asma.

Revisó de nuevo la hoja ahora fijándose en el nombre del paciente.

—Shun... —suspiró con cierta frustración para entonces negar con la cabeza— no es asma. ¿Puedes conseguirme el diazepam? —pidió dirigiéndose a donde estaba él.

Nada más entrar, se encontró una escena que no esperaba. Pensaba que lo habrían traído por práctica obligación, que él protestaría o estaría pesimista por haber sido forzado. Pero no, se lo encontró sentado en la orilla de la cama abrazándose a sí mismo y llorando.

—No lo quise hacer... tú sabes que no quería —negó con la cabeza varias veces suplicando a su acompañante.

—Shun —lo llamó al entrar al pequeño cuarto—, dime exactamente lo que pasó.

Pero simplemente no pudo hacerlo, estaba tan nervioso que Lucas tuvo que pedirle a Hughes que se lo contara.

—En la madrugada estuvo vomitando un par de veces. Y esta mañana fue a peor, cuando vinimos es porque no podía respirar —dijo intentando resumirlo mejor.

—Yo no quise, lo juro —volvió a negar.

—¿No quisiste qué? ¿Vomitar? —lo miró de una forma áspera por más que le doliera hacerlo.

—Lucas, no quiso, no lo hizo —Hughes negó con la cabeza firmemente y de una forma franca—. Estábamos durmiendo, él se despertó para ir a vomitar, no lo hizo él. Además, él fue quien quiso ir a cenar en la noche.

Lucas suspiró entonces mirando a Shunsuke quien aún seguía nervioso, no dejaba de abrazarse a sí mismo.

—Shun... —se acercó para tomarle el brazo con cuidado, pero antes de que empezara a hablar, vio cómo aún le costaba respirar— Okay, espera un minuto, ¿sí?

Salió y en el pasillo estaba el pequeño almacén donde estaban varias cosas básicas que se usaban en el área de urgencias. Sacó una cánula pequeña y volvió al cuarto para conectarla y encender el concentrador colocándosela a Shunsuke.

—¿Algo mejor? —preguntó de una forma tranquilizante y cuando asintió él le sonrió de vuelta— Perfecto. Ahora, Shun... —lo tomó de los brazos— Ya estás cerca de un punto de no retorno. Debes entender esto, sigue intentando, no dejes de ir contra tu cuerpo; en cualquier momento pueden empezar a fallarte los órganos y entonces no pasará mucho hasta que no se pueda hacer nada. Hace unos meses en verdad parecía que ibas mejor, te veías bien... Por primera vez tu camiseta parecía de tu talla —dijo intentando sonar animado—. Pero ahora no sé por qué vas peor. Sé que tú lo intentas, pero en este punto creo que ya deberías quedarte aquí unos días...

Fue interrumpido por la enfermera quien le entregó la medicina solicitada.

—Como estuviste vomitando, esto va a ir inyectado, ¿de acuerdo? —recibió su afirmación como respuesta .

Tras lavarse las manos y colocarse los guantes, cargó la jeringa y se acercó para limpiarle el brazo con alcohol.

—¿Ves? La vena está muy expuesta, sólo tiene una capita delgada de piel encima, y aquí ya no tienes prácticamente músculo —dijo mientras inyectaba lentamente el tranquilizante.

Él tan sólo asintió mirando también lo que le enseñaba. Una vez acabó y dejó la jeringa a un lado, se volvió a colocar junto a él para seguirle hablando.

—Es importante que te vigilemos. De hecho, ahora te voy a mandar con un nutriólogo. Lo más seguro es que va a hacer que te quedes aquí o en la clínica que está por los edificios al menos unos cuantos días. Por cómo has progresado en este año, nos queda claro que no eres bulímico, tú no... te haces vomitar a consciencia.

—No —negó con la cabeza teniendo los ojos aún mojados de lágrimas—. Yo intento comer más, de verdad, ya no quiero... pesar la mitad de lo que debería.

—Lo sabemos, Shun —asintió tomándole una de sus manos—. A diferencia de la mayoría de casos de anorexia, lo tuyo no es psicológico... en ti es una enfermedad del cuerpo: no es un mal hábito ni un daño colateral de depresión. Por eso no te mando a tratamiento psicológico, te mando al área de nutrición. Tu cuerpo está mal y eso es preocupante, no sabemos cuándo va a rechazar la comida. No eres adicto al hambre... haz de cuenta que tu cuerpo rechaza el estar lleno. No puedo decirte nada con seguridad, pero lo más seguro es que te manden a comer prácticamente todo el tiempo, aunque sea de poco en poco pero constantemente. Antes sólo estabas muy delgado, pero en estos últimos meses ya estás desnutrido, eso es un problema también. Estoy seguro de que te van a mandar... vitaminas, complementos alimenticios y seguro que mucha comida que te haga subir de peso rápido. Tú nos debes ayudar, y si tienes bien marcada esa idea de que quieres recuperarte de una vez, no tendremos problema, tendremos casi todo en nuestro favor, ¿sí?

Shunsuke se secó una vez más los ojos asintiendo y tratando de tranquilizarse. Miró a Lucas asintiendo varias veces, era cierto lo que decía; quería poderse recuperar ya.

—Sí... Vas a estar bien, Shun, vas a estar bien —asintió de vuelta mostrándole poco a poco una sonrisa tranquilizante.

Pasó casi una hora desde que atendió a Shunsuke hasta que llegó su turno de descanso para poder comer. Había arreglado casi todo lo que pudo y Shun ahora ya estaba dentro de un tratamiento que, efectivamente lo tendría una semana al menos en el hospital. Pero él no parecía verse afectado por eso, es más, se veía ciertamente entusiasmado por aquella esperanza de recuperarse.

A Lucas aún le llenaba ver eso: las sonrisas de las personas. La sonrisa de la mujer a quien había sedado en la mañana y poco tiempo después ya tenía a su hijo en brazos, la sonrisa del niño con el brazo roto a quien igualmente había anestesiado, la felicidad de Shun al recuperar esa esperanza... Pero existía algo que hacía que no estuviera completo del todo.

—¿Qué voy a hacer? —murmuró casi en un sollozo apoyando la cabeza sobre su manos encima de la mesa, mirando el plato de sopa que tenía justo debajo del rostro.

El tiempo había pasado. En la primavera habían elegido a los participantes del Coliseum, el pánico que sintió en ese momento había disminuido con los días por mentalizarse a que haría algo por los demás hasta que llegara el momento, pero ahora ya había pasado la Navidad, también ya había iniciado el nuevo año... ya eran mediados de enero. Faltaba un mes exactamente para que comenzaran aquellos duelos a muerte.

Sentía pánico. Nunca había sido el mejor en confiar en sí mismo fuera de una sala de hospital; él podía actuar de forma completamente segura y decidida a la hora de atender a algún paciente, pero fuera de esa situación no podía. Llevaba meses entrenando pero no se sentía con la capacidad psicológica de sobrevivir. Lo había impactado tanto el anuncio de que lo mandarían a combatir a muerte que aunque estuviera perfectamente entrenado, su mente le dictaba que no podía, que él era de los que iban a caer.

Y hasta hace meses se había intentado evitar el Coliseum, pero se había vuelto una realidad que negarse a ello desataría una guerra que intentaban evitar, una que iría contra los civiles sin distinción, iría por todo el país, no sólo Inazuma.

Ahora se habían resignado a la batalla, por eso iban a preparar lo mejor posible a los competidores, pero se intentaban evitar daños mayores... bueno, algunos trataban de hacerlo.

—Déjalo, Zippy, no van a... —Keenan lo tomó por el hombro intentando convencerlo de que dejara por fin de insistir.

—¡No! —le apartó el brazo sin mucha brusquedad tratando de acercarse aún más al escritorio donde se encontraba Blaze— Por favor, escúchenme, es más importante de lo que parece, nos han robado...

—Sí, información, lo entendemos —afirmó Hillman, él acababa de llegar aunque parecía haber estado escuchando la conversación.

Él se sorprendió al escuchar esa nueva voz en el despacho.

—No es importante. Han robado información de la página de la escuela general de la Rebeldía, ahí no van soldados, ni políticos, sólo niños y adolescentes. Poco nos afecta que hayan robado conversaciones de unos jóvenes —siguió negando Blaze.

—No, sí nos afecta, más de lo que parece, mucho más —siguió insistiendo—. ¿No han llegado a pensar en verdad que los jóvenes están tan preocupados por la situación como ustedes los adultos? Viven bajo tierra, soportan bombardeos, han escuchado sirenas de ataques aéreos... eso les afecta —entonces sacó un libro relativamente pequeño y delgado de la carpeta plástica con documentos que tenía y lo colocó en el despacho haciendo que Axel Blaze lo tomara para mirarlo—. No hay diferencia entre esos mensajes y este libro, ninguna.

El hombre rio dejando una sonrisa complacida en su rostro.

El diario de Anne Frank... —leyó en voz alta el título.

—Sí. Hace más de setenta años, una niña de mi país, del otro lado del mundo dejó escrito cómo era vivir una guerra, vivir con miedo todos los días... ahora tienen cientos de jóvenes que tienen historias muy similares a ella. No me refiero a sólo los militares, no a quienes han pasado por los Valles, por viles campos de concentración, me refiero a niños nacidos aquí en la Rebeldía, niños que no han podido ver la luz del día con verdadera tranquilidad, niños que se esconden en una ciudad subterránea para poder tener una vida relativamente normal. Así como la vida de una judía en la Segunda Guerra Mundial quedó escrita en ese diario, las vidas de quienes viven encerrados por la guerra están narradas en esos mensajes. Ahí está escrita nuestra forma de vida. No sólo es patrimonio, no sólo es la integridad y pensamientos de esos jóvenes, ahora nuestros enemigos tienen información de cómo son nuestras vidas aquí enterrados —dijo firmemente sin vacilar ni separar los ojos de Blaze.

El hombre simplemente dejó el libro sobre la mesa volteando a ver fijamente al chico recibiendo la misma acción de vuelta. Entrelazó los dedos mirándolo aún sin estar del todo convencido de lo que le decía.

—Suponiendo que tienes razón... —en ese momento, Lerner tensó todo su cuerpo: no soportaba escuchar esas palabras— ¿Por qué hiciste tú la investigación? Técnicamente no estás cumpliendo con tu trabajo: te estás enfocando en un asunto que no tiene que ver con tu área, estás haciendo algo que no te incumbe dejando tus obligaciones de lado.

Su expresión mostró la forma en que casi no se podía creer que lo estuvieran regañando por hacer algo con el fin de ayudar a la causa.

—Es de sentido común... —intentó replicar aún sin estar del todo seguro de lo que le habían dicho.

—Sentido común. Si me lo dijera Sharpe, le creería, él estudia el sentido común... tú no —insistió intimidándolo con la mirada—. Tú no eres de humanidades, tú eres de ciencia. Sabes que el haberte metido en un asunto que no es de tu incumbencia podría manchar tu historial, privarte de poder ascender y tener una mejor vida. ¿Por qué, Lerner? ¿Por qué tanto interés en información que corresponde a un humanitario, no a un científico?

Quedó unos segundos sin poder hablar, trató de organizar lo que había en su mente y finalmente, consiguió decirlo.

—La ciencia no existe para nada más que mejorar y entender la vida de los humanos. Y eso que nos robaron es información; la información son datos, y los datos... son números. Ese es mi fuerte, por eso me tienen aquí, ¿no?

Blaze no dijo nada, mantuvo unos segundos más de silencio disfrutando de la seguridad y determinación con las que había dicho aquellas palabras que tanto le gustó escuchar. Pero Zippy volvió a hablar sin darse cuenta de que ya había ganado el debate.

—¿Sabe cuál es el motivo de que la física y la filosofía no sean exactamente lo mismo?

Axel negó con la cabeza haciendo un gesto con las manos sin dejar de verse complacido.

—Dímelo tú.

—Las leyes. Si la física no tiene leyes se convierte automáticamente en filosofía, y si la filosofía adopta leyes, se vuelve física. Y creo que ahora, en la situación en la que vivimos... ya no existen las leyes; ser físico matemático en esta guerra es ser filósofo también.

Incluso Keenan sonrió al ver cómo los dos hombres habían quedado absolutamente convencidos tras sus palabras: lo estaban desde el momento en que sacó el libro, pero ellos querían poder confirmar su confianza.

Blaze tomó la carpeta que le había entregado Zippy y con un marcador negro escribió en la portada y colocó un sello antes de devolverla.

—Lerner, estás a cargo de la operación "Foxtrot 15" de recuperación de información.

Sin poder entender bien lo que sucedía, miró la carpeta leyendo en ella "India Noviembre Foxtrot Oscar 15. Recuperación de información al cargo de Zippy Lerner. AUTORIZADA"

No terminaba de entender bien lo que pasaba, ¿habían aceptado finalmente? Él tenía todas las de perder en ese debate, ¿por qué le habían dado la misión?

—Tienes dos horas para traer el plan de la misión: las personas que necesitas, fecha... lo quiero detallado milimétricamente.

Él asintió sin poder decir nada todavía. Tomó el libro, la carpeta y el resto de documentos que tenía y comenzó a irse hacia atrás.

—Con permiso —hizo una reverencia antes de salir junto a Keenan y quedarse en el pasillo finalmente rompiendo su fachada educada y formal.

Ambos suspiraron. Mientras que Keenan comenzaba a sonreír y emocionarse por haberlo conseguido, Zippy chocó la espalda contra la pared finalmente superando la tensión y nervios de lo que había pasado estando adentro.

—¿Qué pasó? —preguntó intentando sonreír también.

—Desde que sacaste el libro estaban convencidos, te pusieron a prueba para... bueno, para poder darte el mando de la misión. Y los dejaste impresionados. Tú porque estabas súper nervioso y no te dabas cuenta, pero deberías verle las caras; estaban convencidos desde el primer momento.

Zippy suspiró prácticamente con asombro entonces riendo también.

—Bueno... ahora tengo dos horas para escribir el informe de mi vida... —se separó de la pared— Vamos. No quiero que me quiten la primera misión que me encargan por no completar un reporte.

*** *** ***

"La ciencia no existe para nada más que mejorar y entender la vida de los humanos. Y eso que nos robaron es información; la información son datos, y los datos... son números. Ese es mi fuerte, por eso me tienen aquí, ¿no?"

Nombre: Zippy Lerner

Nombre en clave: Duivel

Lugar de nacimiento: Utrecht, Países Bajos.

Edad y Fecha de nacimiento: 7 de julio de 1999, veintidós años

Altura: 1.70 m

Peso: 67 kg

Bando: Rebeldía general

Blindaje: 3

Velocidad: 1

Arma principal: Rifle de francotirador Mk 14 EBR

Arma secundaria: Subametralladora SMG-12

Auxiliar: Claymore

Dispositivo especial con descripción: VKW es el nombre en clave de su dispositivo (abreviación de "vierkantswortel", literalmente: raíz cuadrara). Es un dispositivo militar (similar a una tablet) blindada antibalas la cual descarga un virus que él mismo diseñó el cual entra al sistema de los aparatos deseados siendo inmune a cortafuegos y consigue disparar una alarma y vibración que delata la posición del sujeto y los deja expuestos al intentar apagarla.

Especialidad y línea de ataque: Recopilación de información o francotirador, retaguardia.

Entrenamiento:

—Entrenamiento militar básico rebelde.

—Carrera de física y matemáticas.


Experiencia importante:

—Defensa de la Royal Academy (12 de mayo de 2021)


Trasfondo: Nació en Países Bajos, el país se encontraba relativamente estable a pesar de la guerra, no existía la violencia completamente visible, pero sí la caza de las razas impuras. Él pertenecía a una familia promedio, pero comenzó a ser buscada por los asuntos que su padre había tratado. Había sido abogado de políticos y gente influyente en la guerra más al occidente del continente. Por protegerlo, lo enviaron a un internado en la capital del país en el cual vivió casi por tres años manteniendo contacto con su madre por medio de correos e incluso cartas. Él tenía once años cuando ingresó y salió a los catorce por haber demostrado una capacidad intelectual impresionante. Gracias a la influencia del programa Danilov, se le dio la oportunidad de cursar el bachillerato a su edad ya que la guerra había empeorado en ese tiempo y se intentaba apoyar a jóvenes con potencial para tener mejores condiciones de vida. Al salir del internado, pudo contactar a su madre recibiendo la noticia del fallecimiento de su padre. Se lo habían llevado a los campos y murió meses después. Pero ahora los buscaban a ellos también, por eso cuando él ya tenía diecisiete años tuvieron que perder el contacto por protegerse e intentar que no los encontraran. No supo nada más sobre su madre, sólo que había escapado del país. Pero la búsqueda siguió y, casi sin opción, lo encontraron llevándoselo. Lo iban a enviar directamente a los campos alemanes o polacos, pero decidieron enviarlo a los de Japón para evitar levantar algún tipo de sospecha sobre la intención de seguir eliminando a familia inocente de políticos que estaban en contra de los líderes de la guerra. Nada más llegar a Japón, pasó una noche en el Valle de tránsito, el Segundo Valle del Norte debido a que aún no había ningún trabajador, todos estaban acabando o iniciando sus turnos en el resto de Valles de prisioneros. Al día siguiente, cuando lo iban a convertir en un interno definitivo, lo rescataron los rebeldes por fin dándole un lugar seguro donde vivir. Fue llevado a la Rebeldía aprendiendo rápidamente el idioma y demostrando su capacidad intelectual en la universidad y como militar. Más tarde fue elegido para el escuadrón Tesla.

Perfil psicológico: No está acostumbrado a relacionarse con las personas. Tuvo que evitar el contacto lo más posible para no ser descubierto, fue forzado a aislarse y evitar cualquier tipo de amistad. Pero después de sentir el miedo como nunca al estar al bode de ser enviado a un campo de exterminio, sintió por primera vez un ambiente de libertad. No corría peligro así que tampoco le costó mucho comenzar a abrirse con las personas. Consiguió amigos mucho más rápido de lo que pensaba y también se adaptó muy rápido a su vida como un militar. Tiene un coeficiente intelectual bastante superior a la media así que es muy valorado en el sector de inteligencia rebelde. Considera muy importantes las relaciones humanas por más que apenas esté aprendiendo sobre ellas, por eso las tiene como algo imprescindible cada día.

Relaciones: Tiene muy buena relación con Keenan Sharpe (Marlowe), se conocieron en la Rebeldía y al coincidir en muchos temas a la vez que discrepar en otros al ver las situaciones desde un punto científico y otro social, se formó una fuerte relación. Su primer compañero de trabajo fue Dave Inchy (Echo), también quien más lo ayudó a aprender ayu, podría considerarse su mejor amigo. Está muy agradecido con Gabriel García (Vigil) por haber sido quien lo sacó de los Valles a pesar de ir en una misión con varias otras personas. Actualmente se llevan bien, pero sigue admirándolo y se esfuerza por agradecerle el haberle salvado la vida.

Pareja: (—)

Aspecto:

Estado: Vivo, activo.

Tema: (—)

Notas:

—A pesar de lo dura que fue su estancia en él, se siente orgulloso de su país y tiene la esperanza de que algún día, así como toda Europa, pueda superar la guerra de nuevo y volver a ser un lugar donde se pueda vivir con tranquilidad.

—Su plan era poder trabajar ayudando a las personas de alguna forma, apoyar al programa Danilov. Quería convertirse en profesor como el que le ayudó a tener un futuro. Ahora está a gusto trabajando como militar, pero tiene pensado poder conseguir un trabajo en la escuela de la Rebeldía y, más tarde, cuando acabe la guerra, dar clases en una universidad.

—Está muy agradecido con Gabriel García por haber sido precisamente quien lo sacó de los Valles. Actualmente se llevan muy bien como amigos pero él lo sigue teniendo como un salvador al igual que a Dave Inchy, quien lo integró muy rápidamente al bando y le ayudó a aprender el idioma.

—Cree que su madre sigue viva y realmente quisiera verla de nuevo alguna vez, quisiera contarle todo lo que hizo y pasó para seguir vivo. La extraña mucho, lleva años sin verla ni saber de ella. Igualmente la admira por haber podido seguir adelante tras la muerte del padre de Zippy y estar sola, por haber continuado luchando por sobrevivir y conseguir esa vida tranquila con su hijo que tanto lleva esperando.

—Al no haberse siquiera planteado el tener una pareja por no relacionarse, ahora que ya está rodeado de gente de su edad y mayores, le gustaría también poder encontrar a alguien. Pero realmente no está seguro de su orientación y eso lo llega a frustrar por "no saber qué le gusta", pero espera que con el tiempo todo se aclare y, finalmente, pueda encontrar a alguien sin importar su género.

—Una de las cosas de las que más seguro está es de que quiere tener hijos y poderles dar una vida tranquila normal como la que no pudo tener. Debido a su confusión no sabe si serán biológicos o adoptivos, pero sabe que tendrá algún hijo o hija un día.

—Informe por Cadence Soundtown (Pulse)

*** *** ***

¡Este fue el capítulo de hoy! Un tanto chiquito, sí, pero al fin salió el interrogatorio de los Sesame OwO También Zippy nos soltó su discurso 60/10 y se viene al fin la misión de los coches ewe

Espero que les haya gustado. ¡Ya falta bien poquito para acabar, Dioh mío!

Nos vemos.

Atsushi~

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