[CAPÍTULO 34 - Parte Uno]
16/12/2021 | Hospital general, Rebeldía, Inazuma, Japón
Hacía tiempo no notaba esa sensación fría a pesar del sol o la mantas que lo cubrían.
El cuerpo entero le seguía temblando por más que su cuerpo se encontrara supuestamente caliente. Pero debido a los tics que aún tenía, sus brazos o piernas llegaban a moverse con mayor brusquedad de vez en cuando debido al estúpido frío que no se marchaba.
Pero entonces la habitación dejó de ser inundada sólo por su respiración desesperada por buscar calor. A la vez que las inhalaciones aumentaron su ritmo, la máquina comenzó emitir los sonidos con mucha más rapidez.
Ya era la tercera vez que la pantalla reflejaba cómo su corazón aumentaba la velocidad de un momento al otro. La gravedad que la taquicardia estaba alcanzando estas últimas veces no era normal, no era ni de cerca la común arritmia que sufría de manera usual y se pasaba sólo con tomar una pastilla. Esta era más intensa, más seria... Pero no sólo era su corazón el que iba rápido, el de su acompañante también se aceleraba con brusquedad al verlo simplemente empeorar con tal rapidez.
El agarre de sus manos se hizo un poco más tenso, uno tan sólo mantenía la mínima fuerza como para seguir despierto y el otro quería con todas sus fuerzas que él siguiera con él.
Mientras que por cada segundo que pasaba la piel de Byron parecía aclararse más y más, al mismo ritmo el alma de Mark se iba despedazando poco a poco. Llegó a tal punto que no pudo siquiera controlar las lágrimas que comenzaron a resbalar por sus mejillas. Y en el momento en que se dio cuenta de ellas, simplemente recibió otro golpe de tristeza al caer en la realidad de que estaba tan fuera de sus manos que lo único que podía hacer era llorar.
—¡Ah! —esa fue la forma en que finalmente su voz recuperó el sonido antes de que volviera a emitir pequeños y desesperados jadeos.
—No, Byron —apretó su mano mientras con la otra hizo leve presión en el cable que se posaba en la nariz de Byron, apretó justo en la parte del tubo que quedaba bajo sus fosas nasales—. Más despacio, despacio... tienes que respirar despacio —al momento de ver cómo cada vez relajaba un poco su respiración simplemente trató de hablarle de nuevo, ahora algo menos alterado aunque no dejaba de estar fuera de sí, la situación simplemente le hacía imposible centrarse en algo que no fuera el frágil cuerpo de Byron que casi se perdía en la cama—. Han dicho que tus pulmones tampoco van a aguantar... debes calmarte o sino va a seguir latiendo rápido —le acarició el cabello al ver cómo su expresión se contraía por segundos—. Sé que duele... pero inténtalo —murmuró en un sollozo acariciando con miedo uno de los mechones de su cabello suelto y lacio.
Con el paso de los segundos su corazón volvió a perder velocidad. Seguía latiendo con rapidez, pero no a un grado tan desesperado como antes.
Mark simplemente no podía dejar de mirar el cuerpo aún más debilitado de Byron, la forma en que su cabeza casi se hundía en la almohada, cómo su brazo delgado y pálido se veía como si la bata le quedara al menos cuatro tallas grande.
Usualmente su ropa era de dos tallas mayores, sus pantalones solían ser entallados mientras que las camisas eran algo más amplias para que así su cuerpo ya delgado de por sí, se notara menos débil. Siempre solía bromear con Mark acerca de su estilo y la clara similitud con la forma de vestir de los cada vez más populares artistas coreanos, Mark le decía que ellos copiaban su estilo. A pesar de que la situación en Corea ya no era tan difícil como años atrás, seguía siendo un país recién recuperado de la pobreza. Cada vez salían más noticias sobre más figuras populares de lo que antes era Corea del Norte, con el paso del tiempo el país estaba más unido pero aún estaba lejos de recuperar su calidad de vida como la que tenía Corea del Sur antes de las guerras, una vida de primer mundo.
Pero antes de que pudiera seguir pensando en nada, sintió la mano derecha de Byron posarse sobre la suya mirándolo con una débil sonrisa a la par que sus ojos estaban humedecidos.
—Mark... —murmuró sin realizar casi sonido al hablar— ¿aún... vamos a ir a Seúl?
En el momento en que vio cómo las lágrimas empezaban a resbalarle por las mejillas, tembló antes de secarlas rompiéndose aún más mientras asentía varias veces.
—Sí... sí, yo te lo prometí, vamos a ir —siguió afirmando para entonces acercar un poco a él la mano de Byron dejando un beso en ella.
—Mark, en caso... —en ese momento el ritmo de los pitidos decayó radicalmente acompañado de un débil apretón de su mano— de que se pare por completo... —miró a la pantalla unos instantes antes de tragar con dificultad en el momento en que el ritmo de sus latidos volvió a acelerarse rápidamente relejándose no sólo como pitidos en la máquina, sino también en el pequeño riachuelo de sangre que cayó desde una de las fosas nasales de Aphrodite— El amor es cruel... te amo... pero no quiero atarte a mí.
Tan sólo soportó unos segundos mirándolo, los justos como para escuchar lo último que dijo antes de presionar el botón que disparó una alarma en el pasillo sin atreverse a soltarle la mano. Una vez volteó a verlo de nuevo, presenció cómo ya sangraba por toda la nariz, cómo sus ojos se estaban intentando cerrar pero de forma intermitente debido a la presión que podía sentir en todo el pecho. Incluso presenció cómo intentó rodear su cuerpo con uno de sus brazos apenas pudiéndose mover, ni siquiera conseguía respirar por la boca que mantenía abierta ya casi sin fuerza.
El tiempo simplemente voló, voló en el instante en que los separaron e incluso sacaron a Mark de la habitación. En el tiempo que estuvo en el pasillo, repasó una y otra vez lo que había dicho. Se sentía inútil, impotente. Su cuerpo estaba helado, estaba desesperado, quería gritar y golpear la puerta pero no tenía fuerza para nada más que para abrazarse a sí mismo pensando en lo que quería responderle, en lo que no tenía valor para decirle desde hacía años. Siempre lo había dejado para pensarlo en el futuro, decía que por ahora estaban bien así... pero ahora podía ser su última oportunidad.
Había pasado el tiempo, no sabía cuánto pero abrieron la puerta saliendo una enfermera con la doctora reparando un instante en Mark quien ahora lucía como simplemente una estatua sin vida en el pasillo, pero que reaccionó al verlos salir y se levantó queriendo preguntar por él, aún así no podía articular palabra.
—Se estabilizó por suerte, pero no creemos que siga teniendo tanta; ese corazón lleva veintisiete años trabajando más allá de sus capacidades —la doctora se sentó al lado de Evans—. Le haremos una intervención de emergencia, queríamos esperar a que su situación fuera más estable pero es mejor arriesgar intentando hacer algo. Ya es mayor de edad así que él decidió que quería someterse a la operación... ya lo están preparando, la cirugía será en media hora —le acarició la mano mientras se volvía a levantar—. Las posibilidades son del cincuenta por ciento.
Simplemente no sabía qué decir, cómo reaccionar.
—¿Puedo verlo?
Ella asintió señalando sutilmente con el brazo la puerta.
—No te despidas, va a estar consciente tal vez quince minutos más, hay que hacer que él tenga también la esperanza.
Esperanza... eso que él siempre decía. Él había vivido aferrado a la esperanza de seguir vivo un día más, eso lo había mantenido vivo y daba todo de sí para no perderla. Quizás ahora era el mejor momento para recordarle que la siguiera teniendo, que luchara por sobrevivir aunque ahora no estuviera en un campo de batalla.
Entró en la habitación encontrándose a una enfermera colocando algunos objetos lista para colocárselos.
Miró una vez más a Byron... estaba más demacrado que antes, nunca lo había visto así, incluso lucía más fuerte cubierto de tierra en las batallas mientras que su corazón seguía fallando, ahora lo veía tan frágil como un fino cristal.
Saludó con un gesto a la enfermera y procedió a tomarle la mano una vez más.
Tomó uno de los mechones de su cabello repasándolo suavemente.
—No me estás atando. Y realmente te amo, no lo veas como que me estás apartando del resto del mundo... yo sí quiero compartir toda mi vida contigo, no importa lo que pase, ni si tengo que quedarme otros meses sin salir del hospital para estar contigo.
Lo miró con la mayor calidez que su helado cuerpo le permitía entonces reparando en que la enfermera ya tenía el tubo en la mano esperando porque él estuviera listo, por eso intentó ser lo más conciso que pudo, aunque eso implicara ser seco en un asunto tan importante como este.
Mark se acercó a él para escuchar sus susurros.
—¿Quisieras ser mi novio? —fue lo único que pudo decir antes de perder el aire de nuevo.
—Eso lo debía preguntar yo —Mark secó su ojo riendo tan sólo para recibir una frágil y enferma sonrisa de vuelta antes de besarle la mejilla—. Claro que sí, es lo que más quiero.
Tan sólo sonrió una última vez antes de mirar a la enfermera y asentir muy suavemente indicando que ya estaba listo. Mark se separó un poco sin dejar de mirarse mutuamente.
—A ver... —la mujer de ya una edad avanzada tomó un aparato con la mano izquierda mientras que con la derecha tocó la barbilla de Byron con la misma delicadeza que parecía merecer— Cariño, abre la boca.
Tomó aire por la nariz una última vez antes de murmurar imperceptiblemente y dejar que comenzara el proceso.
—Te amo.
La sensación de frío no era nada extraña para él, toda su vida la había sentido en esa forma más cruda.
Sus piernas delgadas se buscaban paso entre las ramas y rocas del suelo mientras que con los brazos sujetaba las ramas que servirían como leña para la casa. Al llegar golpeó con la rodilla la puerta.
—¡Soy yo! —chilló avisando para que al poco tiempo le abrieran la puerta.
—Hoy no tarda'te casi —dijo con un pequeño salto Hye Min mientras abría la puerta dejándolo pasar.
—Hoy hace mucho frío... tampoco pude traer tanto —se dirigió a la chimenea para colocar la leña en el fuego dejando otras ramas a parte.
—¡Yo voy por má'! —respondió ella de nuevo dirigiéndose a la puerta.
—¡No! —se volteó rápidamente para mirarla— Ven, Hye Min, vi una patrulla del Centro por ahí... Tenemo' que quedarno' aquí ha'ta que se vayan, ¿sí? Tampoco haga' mucho ruido.
Ella soltó el pomo de la puerta y se puso de puntillas para poner la cadena y seguro a la puerta sin decir nada más. Byron se acercó para cerrar con llave también y cerrar las contraventanas de la sala antes de que ella se acercara para así abrazarlo siendo correspondida.
—¿Y mamá?
—E'tá en su cuarto, Min Hee sigue enfermo, lo e'tá cuidando... ella parece estar algo mejor ya.
Se levantó viendo cómo ella volvía a trepar a la silla y así continuar con lo que estaba escribiendo en su cuaderno hecho de varias hojas cosidas.
—¡Hyung! —dijo ella empezando a mover las piernas rápidamente captando su atención algo alterada debido a tener que estar alerta en caso de cualquier cosa que sucediera con la patrulla que había visto, pero no era eso, lo supo al verla sonriente y simplemente haciéndole un gesto con la mano— ¿Está bien escrito esto?
Él rio un poco y se acercó a ella revolviéndole el cabello un poco.
—Veo que eres una buena alumna —se agachó un poco hasta poder ver bien lo que tenía escrito en su cuaderno.
—¿Verdad que ya e'cribo la' letra' mejo'? —dijo con una sonrisa señalando sus letras.
—Sí, ya mejora'te mucho.
Sonrió antes de retirarse al cuarto de su madre después de haber llamado a la puerta y nada mas recibir el permiso de entrar. Al abrir la puerta, escuchó a su hermano murmurar.
—¿Ya llegó Bae Kwan? —preguntó despertándose apenas.
—Sí, pero debes dormir más tiempo, te llevaré al cuarto con tu hermano, ¿sí? —respondió su madre empezando a levantarse, pero fue Byron quien lo cargó llevándolo a su habitación.
Al regresar se encontró con su madre levantada sacando un abrigo de su armario ya roto por el uso y nulo mantenimiento.
—¿Vas a cocinar? Yo puedo hacerlo, debes descansar, mamá —dijo poniéndose el dorso de la mano un poco arriba de la boca.
—Ya has hecho mucho hoy, me toca cuidarlos un... —sonrió un poco débil volteándose y nada más verlo se acercó acelerando el paso a pesar de que era un cuarto pequeño.
Él sólo se sentó en la orilla de la cama, pero ella fue quien le extendió un trapo a la par que lo abrazaba, pero al verlo estar relativamente tranquilo se desconcertó un poco.
—¿Fue por el frío?
Él negó apretando un poco el trapo contra su nariz.
—Está latiendo rápido —murmuró agachando la cabeza para no tragarse la sangre que le brotaba por la nariz.
Por su voz se notaba cómo apretaba la garganta a la vez que se forzaba por no empezar a jadear y terminar sofocándose él solo, pero con el paso del tiempo simplemente dejó que el episodio pasara sin intentar disminuirlo.
Comenzaba a respirar cada vez más rápido, se quitó el trapo para impedir que le costara más tomar aire.
—¿Duele? —le preguntó su madre agarrando su mano fría con cuidado al ver que estaba pasando distinto a los típicos episodios de taquicardia que simplemente lo alteraban un momento por sentir su corazón acelerarse y después de ellos se encontraba un poco cansado pero pasaba con rapidez.
Asintió dejando que el tiempo continuara pasando sin que fuera a mejor, al contrario, sentía cada vez las palpitaciones más rápidas y fuertes.
—Mamá... —con la mano temblorosa le apretó un poco la pierna a su madre volviendo a sangrar por la nariz lo suficiente como para que las gotas cayeran hacia su pantalón y unas tenues lágrimas cayeran por sus mejillas.
—Estoy aquí —le sujetó la otra mano acostándolo con cuidado y colocando las dos almohadas tras su cabeza para que no tragara más sangre—. Vas a estar bien, cariño, vas a estar bien.
Y la mirada de esa mujer no sólo estaba consternada por ver a su hijo sufrir: esos ojos llevaban impotencia y enojo por no poder ayudar más debido a su igual débil salud y por la condición en que vivía, llevaba el dolor ajeno del corazón enfermo de su hijo y también el miedo encarnado de que este no soportara más tiempo sin recibir ningún tratamiento por obvias razones.
Confió de nuevo en el tiempo, en que podía dejar pasar unos minutos con la esperanza en que se calmara el corazón de Bae Kwan y no le arrebatara definitivamente a su hijo. Ella estaba enferma también, la anemia que tenía desde hacía años no hacía más que empeorar debido a la falta de medicación, poca alimentación y condiciones extremas en que vivían. Pero por más que quería ser ella la que buscara leña y comida a diario, no podía, por eso habían conseguido organizarse de tal forma en que Byron saliera por lo que necesitaban y ella cuidara a sus otros tres hijo en casa, así entre los dos conseguían sobrevivir como pudieran.
Y finalmente el tiempo fue benévolo, simplemente calmó la situación. Ella limpió de nuevo la nariz de su hijo y con cuidado lo metió bajo las sábanas aprovechando el calor que había dejado Min Hee al estar dormido ahí debido al resfriado que había cogido a causa del frío.
Dejó las botas de Byron en una esquina admirando cómo el cuero de estas estaba tan dañado por las caminatas diarias. También le quitó el pantalón aún frío y con gotas pequeñas debido a la nieve que se derritió por su calor corporal y el ambiente creado por la chimenea de la casa. Hizo lo mismo con el suéter de lana y la camisa que llevaba bajo este procediendo a colocarle una camiseta del closet junto a uno de los pantalones más cálidos que habían dejado sus hijos mayores cuando regresaron a Corea (o esa era la intención) y finalmente le colocó otro suéter de sus hijos mayores.
—No te quedes con la ropa ya fría y sucia —dijo mientras doblaba la ropa de la que hablaba—. Voy a estar bien, descansé un buen rato mientras cuidaba a Min Hee, voy a preparar la comida, tus hermanos ya deben tener hambre y tú también, ¿verdad? —le puso la mano en la frente al verlo dar pelea contra su cuerpo para no cerrar los ojos.
—Sí, un poco... Pero cuando acabes, vuelve a descansar, ¿sí? Puedo cuidarlos yo —murmuró con un un ánimo que no coincidía con la predisposición que inspiraban sus palabras. Y es que realmente no podía ni moverse bien, pero ese deseo de protegerlos era aún más fuerte que la arritmia, y algo aún más fuerte que todo eso era su edad, tenía trece años, era un cuerpo débil que por más que intentaba hacer frente a su mundo y cuerpo no podía, no era capaz de soportar tanto, tenía todavía la desesperación de sentir cómo podía morir en cualquier episodio de taquicardia, era tan frágil que el simple abrazo de su madre dejaba de hacerlo sentir tan indefenso—. Tengo frío...
—Lo sé, amor —ella le acomodó las mantas empezando a frotarlas contra él con toda la fuerza que tenía llegando a provocarle algo de calor debido a la fricción— pero en un rato se te pasará, dejaré la puerta abierta para que llegue aquí también el calor de la chimenea.
Pero Yon Soo apenas se dio cuenta de que no la estaba escuchando, nada más voltear de nuevo, ese calor efímero había sido más que suficiente para hacerlo quedar dormido por completo. Sonrió con ternura dejándole un beso en el cabello y tapándolo lo mejor que podía quedando unos segundos a su lado mientras murmuraba la oración que siempre hacía por sus hijos, especialmente por los mayores que habían intentado regresar a su país y por Bae Kwan, por quien no dejaba de preocuparse por cada vez que se quedaba dormido ya que existían posibilidades de que no volviera a despertar.
Pero no siempre fue así, no siguió despertando en su casa con su familia, no despertaba con el olor de la chimenea y lo que cocinaba su madre con lo poco que tenían.
—Ya es la hora —lo movió por el brazo empezando a levantarse su compañero—, ya sonó la alarma.
—No... hoy nos dijeron que había que estar a las nueve, despiértame diez minutos antes de irnos —respondió removiéndose entre las sábanas.
—Byron, ¿piensas que me voy a creer que te puedes vestir en diez minutos?
Él rio aún con los ojos cerrados girando hasta rodearlo con el brazo impidiendo que se levantara del todo.
—Bueno, entonces dame diez minutos para dormir y ya —respondió con una leve risa intentando no soltarlo.
—Bueno, en diez minutos te despierto y ya, no podemos llegar tarde —advirtió una última vez quitándole el brazo y levantándose de la cama.
—Hera...
—¿Qué? —respondió con algo de fastidio colocándose la camisa del uniforme que debían usar.
Pero al no recibir respuesta, se volteó hacia él topándose con su mirada fija y algo seria.
—Ya no me das ni un beso de buenos días, ¿o qué? —habló mirándolo con neutralidad aún así haciendo que se diera algo de prisa en terminar de abotonarse la camisa rodando los ojos y acercarse para darle un pico en los labios— No, así no, qué asco —se levantó soltando la trenza de su cabello y yendo al closet por su ropa—. Si me besas de malas mejor ni lo hagas, todavía yo que te enseño a besar con lengua y vienes tú a darme un mísero pico de mala gana.
Sabía que no estaba realmente molesto sino que era muy rara la ocasión en que se despertaba con mucho ánimo o ganas, por eso se atrevió a reír tras oír lo que le decía.
—¿Y tú cómo rayos sabes besar con lengua?
—De hecho no sabía hasta ayer —se encogió de hombros colocándose el pantalón del uniforme soltando un corta risa—. Mira, la primera vez que besé fue la semana pasada y fue contigo, has estado algo cortante así que sólo me das picos de vez en cuando hasta que ayer te pusiste romántico y me diste pie a probar cómo era eso de besar con lengua.
Una vez terminaron de vestirse salieron al pasillo encontrándose con los demás para tomar su desayuno ya listo en unas bolsas colocadas en la entrada del corredor. Recargados en la pared lo acabaron intercambiando unas cuantas palabras.
—¿No te cansas estando así? —preguntó Artie mirando cómo Byron no había cambiado su posición desde que habían empezado a comer, aproximadamente hacía unos diez minutos— Porque Démeter ya ha cambiado de posición veinte veces y estando sentado —lo miró riendo un poco.
—¿De qué? ¿Estando así? —preguntó compartiendo la risa señalando sus piernas con la mano— No, no me canso, es cómodo...
—Es la pose de pandillero malo que se pone afuera del instituto —dijo Paul también fijándose en Byron.
Por ese instante en que todos comenzaban a intervenir, a Byron le recorrió una sensación lejana, ese ambiente alejado del miedo o tensión de ser un escuadrón precisamente de exterminio, el ser adolescentes cuyo trabajo era matar; era algo que no pasaba muy seguido, por eso no le importó avivar la conversación que hizo que incluso el llamado Poseidón hablara, se le conocía por ser muy fuerte en el combate, era imponente en cualquier misión, pero fuera de eso no se le daba bien socializar, defendía sin temor ataques con balas y granadas, pero era tímido a la hora de hablarle a la gente.
—Sí, lo hace sentir poderoso —vaciló Hera también dejando en el suelo su vaso tras tomar un sorbo.
—De hecho dicen que la mayoría de los asiáticos podemos —comentó Byron sacando la manzana que había en la bolsa empezando a morderla.
—A ver... —dijo Démeter levantándose del suelo casi al mismo tiempo que Athena para intentar hacerlo.
Pero ellos dos junto a Hephestus y Apollo lo intentaron cayéndose hacia atrás haciendo que los demás se rieran sin hacer demasiado ruido.
—¿Cómo puedes? —rio Jeff acariciándose la espalda por el golpe que se dio con la pared, aún así lo intentó de nuevo.
—Genética, querido —vaciló tapando su boca para finalmente tragar el mordisco de manzana y seguir hablando, pero rio al ver a Apollo caerse de nuevo—. Osea, eres del Centro, yo tengo genética de pobre, digo... Corea del Norte lleva no sé cuantos años siendo pobre, crecí en un pueblo y luego en el campo; es el poder de la pobreza —soltó una carcajada tras eso—. No, realmente no sé por qué, supongo que es costumbre y en parte el haber pasado desde niño así mucho tiempo. De hecho mis hermanos y yo desayunábamos así cuando vivía en la Periferia, en el invierno nos poníamos alrededor de la chimenea y en verano fuera de casa —dijo volviendo a morder la manzana.
Y era verdad que ellos solían comer así dejando la mesa pequeña para su madre, además las tareas de campo en Matsusaka lo habían adiestrado a pasar mucho tiempo en cuclillas teniendo que mantener equilibrio mientras que el tiempo de sobrevivir en el bosque lo había potenciado.
—De ahora en adelante le llamaremos a eso "Pose de pobreza norcoreana para comer" —sentenció Apollo sentándose en moño a la par que los demás volvían a reírse por eso.
Las comidas en el pasillo eran de esos recuerdos que por simples y cotidianos que fueran, eran importantes y especiales para él. Una vez cruzaban la puerta del pasillo tenían que madurar, debían dejar de ser jóvenes para pasar a ser máquinas que obedecían las órdenes de los superiores, debían arriesgarse por cumplir las misiones y en estas no había lugar para bromas o momentos así. Eran raras las veces que debían acampar para terminar la batalla, pero cuando lo hacían ni siquiera podían aprovechar para jugar de esa forma, debían estar alerta por su propia vida y la aprobación por parte de los superiores quienes podían no sólo sacarlos del escuadrón sino que podían matarlos por haber fracasado.
*** *** ***
"Tus palabras no significan nada, son tus acciones las que determinarán lo fuerte que eres."
Nombre: Henry House
Nombre en clave: Hera
Lugar de nacimiento: Transición, Inazuma, Japón.
Edad y Fecha de nacimiento: 7 de enero de 1994, veintisiete años.
Altura: 1. 76 metros.
Peso: 75 kilos
Bando: Rebeldía principal. Anteriormente pertenecía al escuadrón Zeus del Centro.
Blindaje: 2
Velocidad: 5
Arma principal: Rifle de asalto F2
Arma secundaria: Pistola USP40
Auxiliar: Bote de humo
Dispositivo especial con descripción: Juno, ballesta italiana cargada con flechas de tres puntas.
Especialidad y línea de ataque: Atacante, creador de emboscadas.
Entrenamiento:
—Entrenamiento de cadetes por parte del Centro.
—Entrenamiento militar de élite por parte del Centro.
—Entrenamiento básico de la Rebeldía.
Experiencia importante:
—Misiones de exterminación del Zeus completadas con éxito (2010-2012)
—Batalla contra el Raimon terminando en rendición del Zeus y alianza con la Rebeldía (31 de mayo de 2012)
—Servicio como militar rebelde (2014 - actualidad)
Trasfondo: Nació y creció en la Transición llevando una vida prácticamente normal, pudo asistir a la escuela durante toda la primaria y secundaria, pero a los catorce años dejó de estudiar (nada más terminar la secundaria) y a los quince años, debido a la falta de dinero en su familia que había ido a peor, sus padres lo inscribieron en la recluta de cadetes para el Centro para que pudiera seguir teniendo una vida y no viviera en la pobreza en la que ya estaba cayendo la familia. Entrenó hasta los diecisiete entonces siendo elegido para el escuadrón de exterminación Zeus donde conoció a Byron Kim (Aphrodite), alguien con quien se alió prácticamente desde el primer momento al ser nombrado sub-capitán. Entre ambos se apoyaban al tener que presentar informes a los superiores las primeras veces. Se convirtieron en muy buenos amigos, de por sí el grupo entero quedó bien unido debido a las distintas pero compatibles personalidades de los integrantes y a lo que tenían que sufrir por ser miembros del escuadrón. En las misiones de exterminio fue crucial, pero aún así, terminó guiándose por el sentido común en el momento en que se detuvo la batalla contra el Raimon y supo mantener la tregua los instantes que tomó llegar a una paz indefinida, al menos así fue hasta que Byron se desplomó sin poder respirar debido a una taquicardia intensa. Henry reaccionó sosteniéndolo y dándole aire boca a boca un par de veces entonces declarando una tregua oficial entre los bandos dejando que se los llevaran a la Rebeldía para salvar a Byron y a ellos también ya que esa paz momentánea y piedad mostrada les costaría duros castigos, degradación o incluso la muerte por fallar la misión. Fueron bien recibidos en la Rebeldía, pero algunos simplemente decidieron irse y continuar por caminos distintos mientras que otros miembros del Zeus no llegaron a ella por haber fallecido en los dos días de batalla que duró el enfrentamiento contra el Raimon o por no aceptar la propuesta y retirarse por su cuenta, ahí se disolvió el Zeus. Él vivió en la Rebeldía un buen tiempo ejerciendo como militar, pero a los veintidós años fue enviado a la zona de Osaka para apoyar. Volvió cinco años después reuniéndose en la Rebeldía con sus excompañeros que aún viven allí aunque sean pocos los que siguen dedicándose a la milicia.
Perfil psicológico: Tiene una personalidad de seguidor, se mantiene estable una vez tiene alguien a quién seguir aunque también tenga capacidades de líder, él considera que esto fue causado por su puesto de subcapitán, pero probablemente siempre tuvo esos dotes y podría tomar las riendas por completo de un escuadrón. Es de principios firmes, tanto que llega a ser terco y podría morir por proteger sus creencias o cumplir su misión. Llega a ser muy seco y duro con quienes no pertenecen a sus grupos pero más que nada es por la costumbre de autoprotección desarrollada por los maltratos vividos en el Centro.
Relaciones: Siempre tuvo una relación muy complicada con Jeff Iron, no sólo por la peculiar y cercana relación de ambos con Byron, también tenían roces y sus desacuerdos eran más serios para Henry debido a su terquedad, pero aún así siempre le tuvo mucho cariño, casi como un hermano, pero no supo cómo expresarlo. A Hye Min Kim la llega a ver como una hermana menor en algunas ocasiones al haberla conocido desde pequeña antes de que volviera con su familia y ellos se unieran al Zeus. Trabaja muy bien en equipo con Thomas Feldt, lo mismo con Joseph King (Lion). A pesar del tiempo su relación con Byron Kim (Aphrodite) no se ha perdido y sigue siendo igual de fuerte que la que tiene con Jonas Demetrius y Artie Mishman.
Pareja: (—)
Aspecto:
Estado: Vivo, activo.
Tema: (—)
Notas:
—Las flechas de su ballesta fueron hechas específicamente para él por los superiores del Centro. La idea surgió debido a que en la mitología se cuenta que Hera fue herida con una flecha de tres puntas, pero además de eso tiene una gran utilidad. La flecha (que no cuenta con forma de tridente sino de pirámide con tres puntas como base) al clavarse en el cuerpo de un enemigo queda atascada haciendo más difícil y dolorosa su extracción, tiene que realizarse de manera quirúrgica para no dañar más tejido.
—Él es de religión judía al igual que Artie Mishman mientras que gran parte de los exmiembros del Zeus eran budistas o ateos y otros eran cristianos (entre ellos Byron) así que establecieron sus oraciones de protección a los dioses de la antigua Grecia haciendo honor a la temática de su propio escuadrón y así cada uno podía interpretar sus creencias de la forma que quisiera. El invento de su "religión" ayudó mucho a distraerlos y mantenerlos entretenidos mientras la presión los atacaba debido a sus constantes y duras misiones. Pero aún así, las fiestas de Pascua terminaban siendo una mezcla total ya que los de creencias cristianas celebraran sus tradiciones a la vez que Henry y Artie celebraban la fiesta de Purim.
—Tanto él como Byron tuvieron su primer beso a los diecisiete años, de ahí en adelante empezaron a besarse casi como adicción aunque solían pelearse por ello de forma relativamente seguida pero no tardaban en reconciliarse.
—Aunque dejó de estudiar a los catorce, en el tiempo que estuvo en la Rebeldía intentó recuperar los estudios a la par que se mantenía como militar.
—Desde que entró al Centro ya no supo nada más de sus padres, no ha podido investigar pero quiere creer que se fueron de la ciudad.
—Informe por Mark Evans (Blitz)
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¡Otro capítulo dividido en dos partes! Tocó actualización un poco tarde porque ayer fue el cumpleaños de nuestra querida Dreamer_Soul_411 (mamá de Luna) y subí un one-shot especial para su cumpleaños. Y también porque la licencia aún no estaba lista ;'v Aún así el sábado habrá actualización normal, no podemos romper el ritmo ahora UnU
¿Qué tal? ¿Les gustó? ¿Está bueno el chisme de la vida de Byron? Espero que sí. Pronto subiré el siguiente capítulo así que todos bien OwO
Nos vemos pronto~
Atsushi~
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