[CAPÍTULO 33]
23/11/2021 | El Myr, Inazuma, Japón.
El interior de la camioneta estaba oscuro, apenas entraba luz por las rejillas, todos se mantenían en silencio, apenas se atrevían a hablar. Pero entonces se pudieron escuchar disparos a lo lejos, mientras más se acercaban, más evidentes eran.
—Usan armas de fuego... —por primera vez Hijikata había hecho contacto visual con Sakamoto en todo el viaje. Iban frente a frente en la parte trasera del vehículo, pero se habían evitado a toda costa.
—Ellos no están preparados para un ataque así, los van a aniquilar —Ryōma se dio la vuelta para mirar a través de las ventanas blindadas de la camioneta y poder admirar el paisaje que ahora tanto les inquietaba. Estaban a punto de llegar a la ciudad, temían que en cualquier momento pudieran verla destruida o con cientos de cadáveres en el suelo.
Sakamoto se dio la vuelta acercándose a la caja que estaba colocada en el centro de la camioneta y contenía varios rifles así como cargadores.
—Hijikata —Feldt le estrechó otro rifle a él convenciéndolo de tomarlo.
—Debemos dividirnos —habló él recibiendo el arma y finalmente reaccionando en todos sus sentidos.
Recibió las miradas del resto de tripulantes y entonces se empezó a explicar.
—El Myr es una zona indefensa, la gente está preparada para las peleas que hay de vez en cuando, peleas con espadas y lanzas, no para las balas. Apenas hay militares oficiales o grupos que puedan defender la zona... Mientras intentamos defender el centro de la ciudad, ellos ya estarán atacando a las afueras.
—Es cierto, ellos están desprotegidos, nuestra prioridad deben ser los civiles —le dio la razón Sakamoto.
—Ellos saben más que nosotros, haremos lo que digan —asintió King mirando al resto.
—Yo opino que Hijikata, King, Evans, Kyrk y Yale vayan al centro de la ciudad y se vayan hacia el norte. Feldt, Pavlichenko, Houdini y yo nos vamos hacia el sur, así no entrarán a la zona de la Cala Pirata —explicó Sakamoto y nadie tuvo problemas con el plan.
—Vlad, ve al centro y luego hacia la Cala Pirata, ¿de acuerdo? —King dio un golpe con los nudillos en la parte que daba ya al asiento del conductor.
—Recibido.
—Qué hijos de puta, ¿por qué tuvieron que llamar a Vladimir precisamente hoy? —preguntó King al aire nada más volver la vista al frente.
—Exacto, ¿no pudieron pensar en otro? —Aleksei dijo mientras cargaba balas en su rifle, el único que era ligeramente distinto a los demás—. ¿No pudiste negarte?
—Pude... Pero estaban desesperados, no voy a escaparme enviando a Victor, y Jade me dijo que viniera. Va a ser la última antes de que me coja cinco años de permiso familiar por lo menos —en el fondo se podía notar cierta molestia en la voz de Vladimir, pero no se desconcentraba del camino, sólo se detuvo cuando se acercaron al centro de la ciudad para que los indicados bajaran.
Al instante arrancó y esta vez se dirigía al sur por la parte exterior para no tener problemas en el camino en mitad de la ciudad.
No eran los únicos que se dirigían al sur, quizás los más preparados, pero desde varias partes del Myr pretendían defender hasta el final su tierra.
—¡Yamato! —el chico ató su katana a su cintura tomando la de su hermano mientras este se colocaba el haori azul, una vez acabó le lanzó el arma para que corrieran hasta la entrada principal del cuartel.
—Vamos —ambos corrieron por la alfombra teniendo los zapatos puestos dando mínima importancia a la regla de tener que ir descalzo en el interior de los cuarteles—. ¡Saitō!
El nombrado se dio la vuelta hasta ver a los dos chicos detenerse en la entrada.
—Tetsu, Yamato, ustedes vayan hacia el puente y avancen, no dejen que pasen. Tōdō y yo vamos a cubrirlos desde más adelante.
—¿Y el comandante? —preguntó Yamato dando un paso hacia adelante.
—Yamazaki y el comandante ya deben estar llegando a la Cala Pirata, ahí estamos llevando a los civiles. Harada y Nagakura están en el centro. Ustedes deben proteger el puente, son la última línea para los civiles —el mayor les dio la orden haciendo un contacto visual inmediato con el menor estando ambos de acuerdo.
—¡Hajime! —otra voz sonó más adelantada.
—Vayan, tengan cuidado —fue lo último que dijo antes de correr hacia el lado derecho y seguir el sendero cubierto por el jardín que llevaba hasta una calle importante.
—Yamato, vamos.
Ambos corrieron en dirección a las afueras de la ciudad. Se detuvieron justo antes de entrar al camino rodeado de la vegetación de la zona, bastaban unos tres minutos caminando por aquel lugar para hallar el pantano tan peculiar de la zona, en la parte más estrecha de este estaba el puente de bambú y al otro lado seguía el camino algo más corto hasta cruzar el arco que marcaba la entrada a la Cala Pirata.
No había nadie, pudieron ver a unas familias terminar de cruzar el puente y ser recibidas por miembros del bando vecino. Por eso avanzaron de nuevo hacia el centro muy poco a poco manteniendo sus sentidos atentos.
—Nos están disparando —murmuró Tetsu por los sonidos lejanos.
Su compañero sólo pudo seguir escuchando atentamente los disparos que aterrorizaban a las personas a tan sólo un kilómetro y medio de donde se encontraban ellos. Para la gente de la Periferia, Transición e incluso la Rebeldía, era normal escuchar disparos por entrenamientos o ataques, pero es que la gente del Myr sólo estaba habituada a los disparos de práctica de algunos grupos. Cabía resaltar que las armas utilizadas eran mucho más antiguas que las que se usaban fuera de allí.
Los gritos de la gente seguían sonando pero nadie más llegaba para cruzar el puente.
—Tetsu... —lo llamó estando algo más retrasado y menos atento a la situación que su compañero. Tetsu estaba esperando al mínimo ruido para lanzarse contra él, incluso el tacón fino de sus botas estaba ligeramente separado del suelo por su posición lista para atacar, parecía como un resorte que nada más ser soltado se lanzaría contra el enemigo. Pero Yamato era todo lo contrario, sus pies cargaban todo su peso intentando que no se cayera, estaba tan nervioso que sus sentidos se nublaban, por unos instantes sintió tanto miedo que un escalofrío lo recorrió de arriba a abajo.
—Hey, tranquilo —se dio la vuelta caminando hacia él dejando una mano en su mejilla sonriéndole tratando que se tranquilizara—. Podremos con esto, todo va a ir bien. ¿Recuerdas lo que nos dijo Sōji?
Él asintió llevando lentamente la vista hasta los ojos de su hermano quien no dejaba de mostrar una sonrisa suave. Suspiró y poco a poco su mirada se volvió más decidida a pesar de seguir nervioso.
—Estamos juntos, ¿no? —Ikeda ladeó un poco la cabeza manteniéndose igual de calmado que segundos atrás.
—Sí —asintió de vuelta consiguiendo la misma sonrisa que Tetsu y finalmente se dieron la vuelta.
Avanzaron unos metros más hasta que se detuvieron en seco por poner más atención al ambiente.
—Ya vienen...
Pero Yamato lo tomó del brazo jalándolo hasta la maleza donde se ocultaron sin hacer demasiado ruido.
—¿Qué haces? —cuando el más alto tiró a Tetsu de espaldas, este apenas estaba reaccionando y no pudo hacer más que cuestionarlo sin querer alzar demasiado la voz.
—No sabemos si tienen armas de fuego, si aparecemos de frente nos pueden disparar. Hay que atacarlos desde el centro, tenemos ventaja en ataques cercanos, ellos no.
Se quedaron en silencio más tiempo después que ambos aceptaran el plan. Se acomodaron sin hacer mucho ruido entre las plantas y finalmente esperaron a que el grupo de soldados cruzara delante de ellos.
No dieron ninguna señal para atacar.
Esta vez el resorte que imitaba el cuerpo de Tetsu se soltó. Mientras avanzaba de una única zancada larga, desenvainó la espada haciendo un corte horizontal a través del abdomen de un soldado que en absoluto había notado su presencia, casi podía asegurar que murió inmediatamente y que nunca supo que ellos se encontraban allí.
El chico de ojos azules saltó un poco después que su compañero. No tenían armas de fuego, eso los sorprendió pero no dejaba de ser una ventaja que aprovecharon totalmente. Eran unos seis hombres y ahora sólo quedaban cuatro de pie.
Tetsu tomó una postura defensiva llevando su pie derecho detrás y la katana apuntando hacia arriba manteniendo la empuñadora a la altura de su labio y la parte final del mango en su barbilla. Y de nuevo volvió a soltarse como si su cuerpo fuera un resorte, subió ambas manos por encima de su cabeza e hizo un corte en diagonal en el pecho del adversario para luego hacer otro en horizontal por todo el abdomen regresando así toda la espada a la derecha.
Su posición hacía que pareciera que se cubrían las espaldas, y así era. Yamato los conseguía alejar bajo las amenazas de estocadas, y llegó el momento en que dejaron de ser simples amenazas. Sacó el filo del pecho del adversario para evitar por los pelos un corte y luego acabar de un corte limpio al otro.
El último que quedaba fue abatido con un golpe en la cabeza con el lado de la katana que no tenía filo, ese golpe no pretendía ser mortal.
—¿Vienen más? —Yamato se acercó interrogándolo con firmeza siendo cubierto por su compañero.
Pero el hombre se negó a contestar, simplemente rio ya viéndose en las últimas.
—Responde —exigió de nuevo.
—Suponía que ustedes sabrían algo sobre el honor, ¿qué eso no sigue siendo vital aquí en el Myr?
—No tienen idea de lo que es el honor, venir a atacar a un pueblo indefenso con armas de fuego sin motivo alguno... No nos vengas a hablar de honor —habló esta vez el castaño que se encontraba detrás y de pie.
—¿Y qué hay de atacar sin avisar, sin mostrar la cara primero? Son unos niñatos cobardes.
Pero antes de que Yamato intentara responder, de nuevo tomó la palabra su compañero.
—No hay cobardes en el campo de batalla —su frase se ganó la mirada del propio Yamato, entonces él simplemente bajó un poco la mirada hasta hacer que sus iris carmesí conectaran con las azul celeste del menor, simplemente asintió y él terminó con la vida del hombre—. No pudimos sacarle información así que debemos estar atentos.
Volvieron a esconderse y atacaron al ver un escuadrón aún menor, ahora se trataba de tres soldados solamente.
Yamato se encargó de los dos mientras que Tetsu cargó contra la última mujer, esta reaccionaba demasiado bien contra sus ataques llegando a desesperarlo. Esquivó un ataque del sai por los pelos aprovechando la posición poco precavida de la mujer para tirarla sólo con una patada en los talones. Se levantó de inmediato pisando el pecho y la única mano armada de su rival llevando a sentir cómo sus tacones se clavaban en el cuerpo de la mujer.
—Odio hacerlo así —llevó la mano a la parte trasera de su cintura y sacó el tantō que siempre llevaba en su cinturón.
Sosteniendo la katana en la mano izquierda, se agachó empuñando la daga en el pecho de su enemiga viendo cómo en pocos segundos la vida desaparecía de sus ojos.
Al mirar a su compañero vio cómo este luchaba desesperado contra sus enemigos.
Lanzó la daga de cualquier manera sin atinar en el hombre pero al menos alertándolo de su presencia.
—Maldita sea —maldijo al ver el tantō caer al suelo al igual que a su compañero cuando fue lanzado contra un árbol recibiendo un golpe en la cabeza que lo había hecho perder la consciencia por segundos.
Atravesó a uno de los enemigos y se acercó corriendo a Yamato tomándolo del torso y moviéndolo a un lado deteniendo un ataque con la protección que llevaba en sus antebrazos y pateando al rival para alejarse con Kondō en sus brazos.
—¡Yamato! —le gritó agitándolo un poco de los hombros.
Pero tuvo que levantarse para terminar de varias estocadas en el cuello al rival dejando el perímetro libre por el momento. Volvió a arrodillarse frente a su compañero y le puso la mano fría en sus mejillas esperando hacerlo reaccionar así.
—Yamato... Vamos, despierta, vamos, debemos proteger el puente —le dio un par de golpes en el pecho con suavidad y ponía las manos en su rostro esperando que recuperara la consciencia poco a poco.
Cuando lo vio fruncir el ceño para luego intentar abrir los ojos, se dio por satisfecho. Pero se acercaba peligrosamente otro grupo reducido de enemigos.
¿Por qué demonios no llevaban armas de fuego como hacían los demás en el centro de la ciudad?
Esa pregunta retumbaba en su cabeza una y otra vez, pero sólo podía permitirse aprovechar la ventaja.
Esta vez no tenía caso esconderse, ya lo habían visto, por eso se paró de frente esperándolos con la espada desenvainada, el cuerpo en su posición de "resorte" y sólo un pensamiento en la mente.
Okita confía en nosotros, nos lo dijo antes de irse. Tranquilo, yo protegeré a Yamato ahora que no estás, Sōji.
Por primera vez en la batalla había sentido la sangre hervirle, sentía ganas de gritar demostrando su presencia, a lo largo de los combates que tantos cadáveres habían dejado ya, sólo había gritado por los impulsos e incluso el esfuerzo a la hora de resistir, pero ahora el grito venía desde lo más profundo de él.
Respiró como si apretaran su pecho y le impidieran coger aire, sus nervios estaban de punta, sus músculos estaban contraídos y no se relajaron hasta que gritó siendo esto el principal motivo de que Yamato se centrara por fin.
Se incorporó tratando de dominar su cuerpo y encontrar su katana, era desesperante ver dos de ellas y al intentar tomarla sentir cómo cayó en el engaño de su aturdimiento. Se llevó una mano a la frente esforzándose por levantarse y ayudar a su compañero. Pero desde allí pudo verlo como la figura más imponente que conocía.
Su cuerpo delgado y forrado con la ropa negra y roja lucía fuerte e indomable. Los tacones cortos parecían sólo darle más imponencia, su espada parecía más letal e incluso al propio Yamato que se había criado a su lado, que era su hermano menor, sentía miedo de que notara su presencia.
Y él no pretendía otra cosa más que demostrar cómo lo protegería hasta el último instante. Yamato dependía de Okita, por eso cuando se fue, todo el peso de animarlo y mantenerlo estable recayó sobre él. Hasta hacía unos meses Tetsu parecía simplemente obsesionado con que Okita, Kondō y todos lo quisieran, con que no perdieran su interés en él, lo daba todo sólo para sentirse bien al saber que hacía felices y era amado por los demás. Pero desde que Sōji se fue se dio cuenta de que el proteger a Yamato era lo que en verdad necesitaba. Ahora sabía que lo que realmente lo hacía sentirse pleno no era la felicitación de Kondō u Okita por cuidar a su hermano, era la satisfacción de verlo sano, sonriente... y a su lado.
Se lanzó contra los enemigos, aquel resorte se soltó con furia, pero cuando acabo con el primer hombre y Yamato se levantó corriendo hacia ellos, sólo pudo bloquear desesperadamente el ataque del oponente, pero justo cuando lo iba a empujar para ambos separarse, vio cómo este se llevaba una mano a la cintura sacando un kodachi y moviéndolo en un corte hacia él.
Se impulsó hacia atrás para esquivarlo en el último instante.
Vio cómo el filo se alejaba de él aún siguiendo la trayectoria del corte planeado, si hubiera sido una katana o incluso un wakizashi, él habría...
—¡¡Tetsu!!
Pero él había sido un segundo más lento. El filo llevaba sangre en su audaz recorrido.
Cuando se intentó detener con la pierna para no caer al suelo cometió, probablemente, su último error: inhalar.
Sintió un ardor indescriptible en el cuello, el aire no fluía, su cuerpo cayó contra el suelo. Y justo cuando quiso tocarse la herida lo único que sintió fue la sangre brotar sin control, ni siquiera pudo rodearse el cuello por culpa del dolor, su mano se agarraba de los bordes de su abrigo apretándolo con fuerza haciendo que la sangre de este se exprimiera mientras caía al suelo intentando detenerse inútilmente con las rodillas.
La espada de Yamato voló hasta el pecho de aquel que lo había atacado.
Se tiró al suelo casi acostándose al lado de su compañero. Su cara de desesperación y agonía le arrancó las lágrimas en pocos instantes.
Escuchó un ruido extraño alrededor, pero en ese momento sus oídos sólo podían captar los gemidos de asfixia de Tetsu. Miró cómo intentaba tomarse el cuello sin conseguirlo, sus manos no se separaban de la ropa. Vio con dolor cómo sus uñas carmesí que tanto elogió esa misma mañana ahora estaban manchadas de un rojo carmín que se apoderaba de toda su vista.
Ya no había blanco en la camisa de Tetsu, el cuello estaba roto y teñido de la sangre que caía por la herida que le robaba el aliento a Yamato después de haberlo hecho con su hermano.
Y entre la impotencia y sus nervios al borde del colapso pudo escuchar una fallida inhalación más que se contuvo en los pulmones de Ikeda sólo por unos instantes, una vez ya no había oxígeno útil, sus labios temblaron dejando libre un quejido quebradizo y agonizante que provocó la reacción de Yamato.
Le tomó una de las manos sin conseguir que las separara de la ropa, vio la herida abierta que abarcaba poco más de la mitad del cuello del chico y tras respirar un golpe de objetividad, sollozó mirándolo una última vez a los ojos.
Hacía unos segundos había conseguido mirarlo sonreír con algo de angustia cuando intentaba que se despertara del desmayo por el golpe, hace unos minutos le había tranquilizado el miedo de tener que defender su pueblo, hace horas ellos habían estado comiendo juntos, Tetsu le había ayudado a peinarse como casi cada día y él le ayudó a pintarse la mano izquierda con el nuevo color que habían conseguido. Pero ahora estaba mirando cómo su hermano, su mejor amigo, se moría delante suyo mientras el tiempo y la vida se les escurrían entre los dedos así como la sangre.
—Lo siento... —sollozó apretando más la mano de Tetsu quien finalmente parecía menos alterado, también había aceptado su nueva condición de no volver a respirar en los segundos que le quedaban de vida.
Y sintió su corazón desmoronarse al ver más lágrimas brotar de sus ojos carmesí en el momento en que movió sus labios sin sacar aire y mucho menos algún sonido.
—Te quiero —consiguió entender.
Pensó en su rostro, en sus ojos rojos y brillantes que pronto dejarían de tener vida y se cerrarían por siempre, en los cabellitos rebeldes de su fleco que todo el tiempo estaba acomodando. No volvería a ver sus manos decoradas de un pintauñas distinto juguetear con su pelo, no volvería a ver el lunar de debajo de sus labios moverse al sonreír o al hablarle... ya no lo podía escuchar hablar y pronto lo dejaría de oír luchar por respirar.
Pero sus nervios estallaron al mismo tiempo que el cañón de un arma. Sólo Yamato pudo voltearse hacia el puente y vio a un hombre de pie recargar el revólver que tenía en manos apuntando al puente. Luego otro de rasgos mucho más finos y claros se arrodilló posando el ojo derecho en la mira de un rifle y apuntó en dirección opuesta al puente.
Y nada más reconocerlo, su voz estalló por miedo y por una extraña sensación familiar que no siempre había aceptado.
—¡Sakamoto!
El nombrado posó la vista en ellos dos reconociéndolos de inmediato. Se acercó con la expresión aterrada y compadecida de los ojos destrozados de Kondō.
—Yamato, Tetsu... —nada más mirar al segundo supo lo que sucedía.
Yamato le ponía la mano en el pecho insistentemente esperando porque las palabras salieran de su garganta y pudiera suplicarle a Sakamoto.
—¡A-aún late! —los ojos de Ryōma se fijaron en el menor y entendió lo que tanto le suplicaba—. ¡No respira, pero aún late! ¡Está vivo, aún está vivo! —lo sacudía sin quitar la mano del corazón de Tetsu suplicando porque volviera a sentir un golpe más de este en la mano.
—¡Pavlichenko, vuelve a la camioneta! —ordenó Sakamoto tomando con el mayor cuidado pero velocidad posible al chico y llevárselo en brazos—. ¡Feldt, cubre el perímetro!
El chico rubio se levanto de inmediato y siguió a Sakamoto hasta la camioneta al igual que Yamato.
Aleksei se arrodilló en el suelo y sostuvo a Tetsu una vez la puerta se cerró y Sakamoto dio dos golpes indicando a Vladimir que ya podía avanzar.
—¡Yo voy con él! —gritó Yamato justo cuando la camioneta arrancó, pero Sakamoto lo tomó impidiendo esto.
—Ya es tarde. Además, te necesitamos —lo tomó de los hombros consiguiendo que lo mirara a los ojos—. Debemos proteger el Myr así como él te protegió.
Fue completamente imposible huir de la mirada de Ryōma, por eso sucumbió a esta y asintió sintiendo su corazón obtener el peso de una roca que lo hería.
—Ve por tu katana y defiende el puente, debemos hacerlo por ellos. Ni Sōji ni Tetsu están aquí, ahora nos toca a nosotros —habló con firmeza antes de darle una palmada en la espalda para que fuera por su espada y pudiera volver a su posición algo más retrasada.
Y no es como si en la camioneta se respirara menos tensión, cada kilómetro parecía una eternidad por más que fueran lo más rápido posible sin estrellarse.
—Vlad, funde el acelerador o te prometo que no lo consigue —dijo él admirando cómo el castaño ya no tenía fuerza en los párpados y mucho menos en las manos, tan sólo intentaba seguir sintiendo su pulso.
Pero cuando les faltaba poco más de cinco minutos para llegar, él tomó su teléfono marcando el número de un contacto en concreto.
—Repasen, en serio, repasen a fondo lo de bioquímica, es lo que menos controlan y se los van a preguntar desde el principio. Por lo de clínica y diagnósticos no se preocupen demasiado porque en las prácticas ya lo saben hacer, no es nada del otro mundo —el sonido del teléfono lo interrumpió por un momento, se dirigió a su mochila y sacó el aparato mirando de quién era la llamada—. Aleksei... Denme un minuto.
Salió del aula respondiendo con intriga mientras cerraba la puerta detrás suyo.
—Aleksei, dime.
—Pavel, vamos para allá, traigo a un chico del Myr —hasta ese momento recordó que varios de sus compañeros habían sido enviados al ataque al Myr que tanta conmoción estaba creando en la Rebeldía—. Tiene un corte en el cuello, no sé qué tan profundo sea pero está perdiendo demasiada sangre, no sé si llegamos tarde así que te necesitamos en la puerta.
—Okay, okay, voy para allá —abrió la puerta sin quitarse el teléfono de la oreja y dio un golpe con la palma al pizarrón llamando la atención de los chicos—. Tenemos práctica, vámonos.
Inmediatamente se fue por el pasillo bajando las escaleras hasta el primer piso acelerando el paso tanto como podía.
—¿Respira? —preguntó sujetándose de la pared para no chocar y poder salir del edificio en dirección al hospital que no estaba demasiado lejos.
—No... De vez en cuando coge aire pero no sé si esté respirando, el corazón le late cada vez más despacio.
—Mierda, se está quedando sin oxígeno —maldijo más que nada para sí mismo estando a punto de entrar al hospital—. ¿Qué tan lejos están? —pero mientras cruzaba el edificio dirigiéndose a la parte trasera de este, la zona de urgencias, teniendo que subir bastantes más escaleras, se topó con la mejor persona que podía esperarse en ese momento.
—Ya estamos entrando en la Rebeldía, estamos allá en dos minutos a lo mucho. Le he estado apretando un poco la herida porque se está desangrando, no sé si estuvo bien pero...
—No, hiciste bien, sigue así hasta que lleguen. Yo ya estoy, ahora los veo.
Colgó y se acercó aún corriendo a la estación de enfermeras que en ese momento estaba completamente libre a excepción de dos mujeres que estaban hablando tranquilamente.
—Cammy, consígueme un quirófano libre, por favor —sólo se detuvo por unos instantes delante del escritorio y al verla asentir siguió al piso de arriba consiguiendo a otro compañero que se encargó de llevar una camilla a la justa entrada para recibirlos mientras él se preparaba.
Se cerró la bata poniéndose un cubreboca antes de lavarse las manos teniendo que cambiar sus guantes negros por unos blancos de látex. Para su buena suerte, justo cuando terminó vio a los camilleros llevarse al chico hacia una sala de urgencias mientras que Aleksei se quedaba al final de la rampa de entrada.
Aleksei se detuvo en el pasillo antes de llegar a las salas, pero pudo ver de reojo a varios de sus alumnos llegar tras él.
No pudo detenerse más tiempo, corrió a la sala y se acercó a la camilla quedando bastante impresionado. No es que le impactara la cantidad de sangre o lo mala que lucía la herida, le sorprendía cómo seguía vivo después de esta.
Se volteó a la puerta y vio a algunos chicos ahí de pie mirándolo.
—Skywalk, prepara anestesia general pero ya, vamos a hacer una traqueotomía de emergencia. Teller, ve a ver si Camelia pudo conseguir un quirófano. Weiss, ven a ayudarme —hizo un gesto con la cabeza siendo obedecido por los otros chicos casi de inmediato—. Prepara el oxígeno.
Uta asintió y se fue hacia los cajones que había en la parte lateral de la sala, de allí extrajo una mascarilla y la conectó rápidamente colocándosela al chico tratando que quedara bien puesta aunque no le pudiera mover la cabeza.
Pavel presionaba la herida viendo cómo sí había ayudado a disminuir el sangrado que podría haberlo matado desde hace tiempo debido a la zona herida pero que, aún así, no lo había hecho. Pero le preocupaba que el forzar la herida le hiciera daño más profundamente.
—Vamos a necesitar sangre —murmuró Uta una vez dejó colocada la mascarilla.
—Sí, consigue un litro de O-, si están ocupados los quirófanos vamos a tener que hacer la traqueotomía aquí mismo, si está vivo ahora es por puro milagro —sentenció.
Ya habían pasado más de doce horas desde la operación que, milagrosamente, también fue un éxito. La habitación ahora tenía a dos personas más en ella, la verdad es que eso fue una sorpresa también para Pavel cuando entró a ella.
Ya eran alrededor de las nueve de la mañana, después de la operación él había vuelto a casa. Cammy tenía turno hasta la mañana así que Cecilia se había quedado con Marvel y Hocus en la tarde, se suponía que Pavel iría a recogerla cuando acabara su clase, pero cuando salió del hospital una vez la operación concluyó y comprobó que el chico se encontraba estable, ya eran las once de la noche. Le llamó a Marvel para avisarle el motivo de la tardanza, pero cuando este le dijo que su hija ya estaba más que dormida, prefirieron dejar que se quedara con ellos para no tener que llevarla de aquí para allá y encima tener que llevarla de nuevo a casa de Marvel en la mañana, cuando Pavel tuviera que volver para su turno correspondiente.
Nada más llegar a la casa terminando el acuerdo con su hermano, se duchó en menos de cinco minutos sólo para caer dormido en la casa que, a pesar de ser pequeña como casi todas las de la Rebeldía, se sentía increíblemente vacía sin ninguna de las dos mujeres de las que dependía su vida.
—Hola, Kiseki —saludó inconscientemente al entrar a la habitación y al ver a las otras dos personas se sorprendió un poco—. Ah, Okita, hola. ¿Qué pasó? No sabía que estabas internado.
Él rio un poco antes de responderle.
—Por poco y yo tampoco lo sabía. Ayer en la tarde me puse mal, estaba aquí mismo, la sobrina de un amigo nació ayer así que estuve de aquí para allá visitándolos y estando con Sol, en una de esas se ve que me falló el oxígeno y... ya ves —suspiró encogido de hombros con una pequeña risa.
Era muy evidente que también era un paciente debido a la ropa, la pulsera de papel y el soporte de suero al que estaba unido así como el oxígeno.
—Mira, él es Toshizō Hijikata, mi madre-niñera —lo presentó dándole unas palmadas en el brazo al mencionado quien suspiró con algo de pesadez y luego estrechó la mano.
—Mucho gusto, Pavel Nowak —disimuló un poco la risa y correspondió el gesto.
—Igualmente, Hijikata Toshizō.
—En el Myr vivíamos juntos en el Shinsengumi Tetsu, él y yo... bueno, aparte de los demás, claro.
—Ah, Tetsu... —asintió volteando la mirada al chico— ¿Cómo es su nombre completo? —cambió la mirada hacia ellos dos alzando el portapapeles sacando un bolígrafo para escribir el nombre adecuado.
—Tetsu Ikeda no Miburō.
Él escribió el nombre y se quedó unos segundos mirando aquel apellido, incluso su expresión se volvió seria por unos instantes, pero al darse cuenta de esto sólo rio un poco dejando la hoja en una mesa.
—Como no sabíamos su nombre le empezamos a llamar Kiseki, la verdad es que... que haya sobrevivido en esas condiciones por tanto tiempo es un milagro. Nos tiene sorprendidos a todos —le acarició un poco el pelo estando a un lado de la cama.
Revisó sus signos vitales, directamente le quitó las vendas del cuello para observar la herida, concluyó la revisión y se volteó hacia ellos acomodando sus lentes como manía antes de empezar a hablar.
—Bueno, por ahora parece que todo va bien. Está teniendo buenos niveles de oxígeno y la herida se ve bien, no hay ninguna infección ni nada. Ha pasado muy poco desde la cirugía pero por ahora todo se está viendo bien —asintió llevando la mirada de nuevo hacia el castaño—. El corte fue profundo y llegó a dañar la tráquea y parte del esófago. En principio nos preocupaba mucho el tiempo que pasó prácticamente sin respirar y la hemorragia, pudo haber sufrido daños cerebrales o sus órganos pudieron reaccionar mal, pero por la excelente reacción que tuvo nada más lo intubamos en la traqueotomía casi seguro que no hubo daños graves. Esperaremos a que vaya mejorando, por ahora tendrá un tubo de alimentación y, bueno, la traqueotomía para respirar, conforme vaya mejorando lo podremos ir quitando o no, puede que tenga ambos permanentemente si es que sigue necesitándolos. Como daños colaterales podría tener un daño permanente al esófago o a las cuerdas vocales, pero como intentamos que la operación fuera lo menos invasiva posible es poco probable que esto ocurra, esperemos que no.
Ambos asintieron con bastante resignación llevando la mirada unos segundos al chico.
—Al menos ya está fuera de peligro, ¿verdad? —preguntó Hijikata con un tono de voz algo más bajo pero intentando mantenerse firme.
—Sí, se estabilizó bien y no hubo problemas en la operación, ahora ya sólo empezará la recuperación poco a poco —llevó la mirada a una mesa que había en la pared opuesta de la habitación—. Aquí están sus cosas, era todo lo que traía cuando llegó.
Okita hizo el gesto de levantarse para ir a verlas, pero fue Hijikata quien se adelantó siendo alcanzado por Pavel. Dejó las hojas en la misma mesa y habló observando fijamente la pequeña funda que había sobre ella.
—Permítanme una pregunta que no me incumbe —una vez Hijikata le dio el permiso con naturalidad, él suspiró acomodando mejor sus lentes desde el puente de la nariz—. ¿Dónde consiguió ese tantō? Vi que tenía escrito su apellido en una parte de la funda.
Por un momento no entendieron por qué aquella excusa anterior a la pregunta, no resultó ser nada muy personal, pero Hijikata respondió con normalidad.
—Tetsu nació en el Shinsengumi porque su madre se puso de parto estando en el campo de refugiados del sur, ella era del Myr pero se fue cuando era joven, aún así conservó su amistad con varios de nuestros superiores, prácticamente se criaron juntos. Fue casualidad que el comandante Kondō la encontrara ese día y se la llevara al Shinsengumi, estaba bastante débil y al poco tiempo de que naciera Tetsu ella murió. Aunque Kondō lo adoptó le puso el apellido de su madre para que hubiera constancia de ella, por eso cuando él creció y empezó a entrenarse le regaló el tantō con el que combatía su madre cuando estaba en el Myr.
—Entiendo —asintió sin poder mostrar nada más en su voz, es como si no pudiera tener alguna expresión en el rostro.
—¿Por qué? ¿Pasó algo? —intervino Sōji desde la silla en la que estaba provocando un suspiro un tanto agobiado de Pavel, parecía como si sus propios pensamientos lo estuvieran golpeando en ese momento.
—¿Su madre nació en el Myr? —miró de reojo a Hijikata antes de querer responder a la pregunta de Okita.
—No lo sé, supongo que sí, yo era niño cuando él nació y la verdad es que nunca he hablado mucho de ella con Kondō. ¿Por qué?
—A mi madre la adoptaron de Vietnam cuando era bebé y creció en el Myr antes de irse a Kyoto cuando era joven. Cuando regresamos a Inazuma después de que mataran a mi padre, a dos de mis hermanos y a mí nos llevaron a los Valles, a mi hermano menor lo mandaron a la Transición unos días después y mi mamá se fue hacia el Myr estando embarazada de mi hermana menor. Luego nos enteramos de que había muerto pero nunca nos dijeron nada del bebé, supusimos que había muerto dentro de ella o al poco tiempo de nacer. Tetsu... tiene cuerpo de mujer a pesar de todo, tiene unos dieciséis o diecisiete años y se apellida Ikeda igual que mi madre además de tener el tantō que ella usaba.
La mirada dura y confusa de Pavel contrastaba con la de asombro de Okita y Hijikata, pero el silencio que había en la habitación era el mismo.
—Osea que tú y él son... —intentó hablar Sōji.
—No podemos saberlo sólo por conjeturas.
—¡Tienes que decírselo! Ha crecido sin saber nada de su padre ni de su familia, sólo sabe que su madre murió cuando él nació, debe saber que tiene hermanos y... En serio debes decirle, no puedes ocultarle algo así —insistió Okita recogiendo dos mechones de su pelo tras las orejas una vez terminó intentando procesarlo todo.
—¿Y qué pasa si no es cierto? ¿Voy a decirle que tiene dos hermanos y una semana después le digo que es mentira? No quiero ilusionarlo, tampoco a Marvel. Tendría que mandar a hacernos una prueba de ADN para poder decirlo con seguridad.
—¡Pues házsela! —incluso Hijikata estaba sorprendido por la insistencia de Okita, se había metido de lleno en el tema casi como si él fuera el afectado, eso era una prueba más de lo mucho que quería al chico— Eres médico, quítale sangre, saliva, cabello o lo que sea, cuando te digan el resultado ya se lo decimos a él sea cual sea, pero hay que hacer el intento.
Pavel se quedó en silencio unos segundos más, aunque luciera casi inexpresivo en esos momentos realmente estaba demasiado alterado por todos los pensamientos que le venían a la mente. Sólo suspiró y asintió acercándose de nuevo a la camilla.
Miró la cara del chico, y al darse cuenta de que empezaba a abrir los ojos, le acarició el hombro con cuidado.
—¿Ya se había despertado antes?
—No, no —Sōji negó con la cabeza y se acercó un poco tímidamente esperando poder ver cómo despertaba.
Le tomó unos segundos tener los ojos abiertos, parecía que lo primero que notó fue el tubo de alimentación que se introducía por su nariz ya que cerraba el ojo izquierdo como si quisiera quitarse aquello que le molestaba en el rostro.
Pasó un poco mirando a Pavel intentando centrarse un poco en lo que estaba sucediendo. Se sentía cansado aunque acabara de despertarse, tenía unas ganas tremendas de dormirse, pero al captar un ambiente tan extraño a su habitación o cualquier otro que conocía, sabía que tenía que mantenerse alerta, era un mero instinto.
—Hola, Tetsu —lo saludó Sōji acercándose un poco más, incluso tomó una de sus manos sin poder contener una pequeña risa al ver sus ojos iluminarse de repente. Pero justo cuando más brillantes estaban, empezó a mover los labios intentando pronunciar el nombre del mayor, pero debido a aquel tubo que le perforaba el cuello se volvió imposible, y nada más querer forzarse un poco más para que el aire subiera hasta su boca, su expresión se quebró. Entrecerró los ojos llegando a apretar los dientes haciendo de esto una señal inmediata para los otros tres chicos—. No, no, no intentes hablar.
Esta vez mostraba más confusión, hizo caso de no seguir hablando pero quería saber por qué.
—Tranquilízate, todo está bien, ¿de acuerdo? —Pavel volvió a acariciar lentamente su hombro evitando las vendas y gasas en su brazo.
Una vez lo consiguió tranquilizar, subió la sábana cubriendo todo su cuerpo sólo dejando al descubierto el tubo que se introducía en su cuello y la mano que le tomaba Sōji. Actualmente él sólo tenía puesto el pantalón que le habían colocado hace tiempo, en la parte superior no tenía nada, debido a las vendas y tubos de drenaje tuvieron que quitarle el sostén y era más práctico dejarlo así que ponerle alguna camisa que tendrían que abrochar y desabrochar cada dos por tres.
—Tenemos que explicarte algunas cosas, pero debes saber que ahora estás bien y no ha habido ninguna complicación, ¿sí?
*** *** ***
"Algo que me costó entender es que todos vamos a morir, quizá no a los veinte años sino a los ochenta, pero no todos dejamos una huella en el mundo. Yo quiero dejarla y puedo dejarla, sólo tengo menos tiempo, sólo tengo que ser más rápido."
Nombre: Sōjiro Okita Fujiwara
Nombre en clave: Kiku
Lugar de nacimiento: El Myr, Inazuma, Japón.
Edad y Fecha de nacimiento: 7 de julio de 2001, 20 años.
Altura: 1.71 metros
Peso: 58 kilos
Bando: Aliados rebeldes, clan del Shinsengumi.
Blindaje: 3
Velocidad: 3
Arma principal: Katana Kiku Ichimonji
Arma secundaria: (—)
Auxiliar: (—)
Dispositivo especial con descripción: (—)
Especialidad y línea de ataque: Ataque directo, armas blancas.
Entrenamiento:
—Tercer dan en kenjutsu estilo Tenen Rishin.
Experiencia importante: (—)
Trasfondo: Fue el último hijo de la familia Okita, su padre murió antes de que él naciera y su madre cuando él tenía tres años, su hermana se hizo cargo de él unos meses pero al no poder mantenerlo fue llevado al Shinsengumi donde pidió que lo cuidaran, allí fue Kondō Isami quien lo acogió y adoptó como ya había hecho con Tetsu Ikeda un año antes siendo un bebé recién nacido. Sōjirō se encariñó de inmediato con el pequeño Tetsu pasando mucho tiempo jugando con él y cuidándolo, fue gracias a su fuerte vínculo con su nuevo hermano y al cariño sincero de Kondō que se pudo adaptar rápidamente a su nueva familia. No le cambiaron el apellido ni el nombre debido a que Kondō quería que preservara el legado de una familia honorable como habían sido los Okita, sólo lo adoptó oficialmente como su hijo. Poco después llegó Yamato y la familia se completó. Crecieron en los cuarteles del Shinsengumi siendo criados por su padre y otros miembros del clan como los abuelos biológicos de Tetsu, aprendieron kenjustsu al estilo Tenen Rishin desde muy pequeños y fueron entrenados como miembros del clan además de llevar una vida normal en el Myr yendo a la escuela y disfrutando su infancia. A los doce años Sōji contrajo tuberculosis, enfermedad que lo demacró por la gravedad de su caso, pasó meses enfermo y con varios tratamientos cuyo pronóstico no era alentador, toda la familia se esperaba lo peor e incluso estuvo a punto de ser enviado a la Rebeldía pero su turno en la lista nunca llegó. Casi un año después aunque no había mejorado, había llegado un punto en el que a pesar de las semanas no empeoraba su estado, cuando le hicieron los análisis en la campaña médica anual del Myr se mostró cómo ya no tenía la bacteria de la tuberculosis en él, a pesar de esto aún estaba enfermo y su capacidad respiratoria había disminuido notablemente, hizo falta una biopsia y una radiografía para diagnosticar que tenía fibrosis pulmonar, es decir, sus pulmones no funcionaban bien por culpa de las cicatrices y residuos del daño de la tuberculosis que fue tan agresiva en él. Desde entonces dejó de ir a la escuela, ahora no por poder contagiar a otros, ahora simplemente por el enorme esfuerzo que suponía salir de casa. Siguió estudiando en su casa y practicó como pudo hasta conseguir su tercer dan a los 17 años, pero debido a los picos de la enfermedad todo esto tuvo varias pausas y los procesos fueron lentos. A los 19 años su condición era cada vez peor preocupando a su familia por temer que ya no podría vivir mucho más sin recibir la atención necesaria al vivir en el Myr y no contar con dinero para acelerar el proceso de que lo enviaran a la Rebeldía, por suerte y desgracia fue escogido para el Coliseum por lo que finalmente pudo ir a la Rebeldía para ser entrenado junto a los demás participantes y, en su caso, finalmente poder llevar un tratamiento adecuado.
Perfil psicológico: Es alguien alegre sin duda, cuando está en casa con sus hermanos o en confianza es bastante animado y le gusta hacer reír a otros contrastando con su forma de ser con desconocidos siendo muy reservado y hasta algo serio. Se toma muy en serio su clan y se siente orgulloso de él, esto se nota fácilmente en su forma de entrenar y su disposición a combatir a pesar de su condición, pero aún así está en contra de las peleas dentro del Myr, considera que deberían unirse todos los clanes para defender su tierra del Centro y aquellos que quieren atacarlos. En ocasiones puede ser muy fatalista y piensa demasiado las cosas, mismo asunto que lo lleva a deprimirse o desanimarse con facilidad, para evitar esto procura mantenerse distraído y activo, esta costumbre fue impuesta por su padre y sus hermanos ayudaron mucho en ello, esto creó que Sōjirō no pueda estar sin hacer nada, debe leer, hablar con alguien o hacer cualquier cosa para distraerse. Piensa bastante en su muerte y la ha aceptado como algo natural a lo que realmente no teme pero sí se preocupa mucho por cómo afectará a su familia, pero por el momento todo el clan se centra en ayudarlo a tener una vida de la que esté orgulloso y con la que se sienta a gusto en vez de opacar su corta esperanza de vida con los pensamientos de que esta se acabará pronto. A la hora de combatir puede ser muy frío y entrar en un modo de concentración que lo hace parecer otra persona, principalmente ocurre al ser invadido por el enojo. También es buen maestro de kenjutsu al tener un gran nivel pero no tiene demasiada paciencia en ocasiones y es muy exigente.
Relaciones: Quiere a sus hermanos menores Tetsu y Yamato como a nada, los cuida y le encanta pasar tiempo con ellos. Igualmente quiere mucho a su padre y a Hijikata Toshizō quien es casi un hermano mayor para él. Saitō Hajime es su mejor amigo desde que este empezó a tomar clases de kenjutsu en el Shinsengumi al tener la misma edad. Sakamoto Ryōma fue su amigo en la escuela primaria y su amistad siguió a pesar de los años y los conflictos del Myr, de hecho tienen una amistad "clandestina". Rob Crusoe (Windon) le parece alguien muy agradable y es algo cercano a él y otros chicos de la Cala Pirata gracias a sus hermanos. A veces ve a Inou Genzaburō como un tío mayor a quien le cuenta las cosas cuando le preocupan y al verlo bastante mayor que él le suele pedir consejos o se desahoga con él cuando su padre está ocupado o no se siente seguro para hablar primero con Isami. En la clínica de la plaza oeste conoció a Onyx Sesame quien le pareció alguien muy curioso y de vez en cuando pasan tiempo juntos.
Pareja: Tài-Yáng Liu (Sol Daystar) (Taishen)
Aspecto:
Estado: Vivo, inactivo.
Tema: Cortando la oscuridad — HELL: Coliseum OST
Notas:
—Para que su ánimo no decayera, sobre todo en los primeros meses después del diagnóstico de la fibrosis, su padre estableció la ley de que estaba prácticamente prohibido mencionar nada respecto a los sentimientos de los demás sobre la condición de Sōji e igualmente todos debían esforzarse en mantenerlo ocupado o entretenido. Todos ayudaron con ganas queriendo lo mejor para él, cosa que agradece mucho hasta ahora, pero con el tiempo todos fueron cambiando y han hablado poco a poco de la situación hasta el punto de verlo como algo normal.
—Aunque realmente no tiene tuberculosis desde los trece años, cuando le preguntan qué tiene él siempre responde que es esta enfermedad ya que en el Myr es mucho más común y prefiere terminar el tema con eso a tener que explicar qué es la fibrosis y por qué la tiene. Incluso en su familia dicen que tiene tuberculosis por costumbre aunque sepan que son los daños que esta dejó, de hecho no suele explicar la verdad hasta tiempo después de conocer a una persona.
—Gracias a Bae Kwan (Byron) Kim (Aphrodite) además de dominar la katana ahora es bueno con el arco también. Siente bastante confianza con Kim al sentirse identificado con él y la lucha que tienen contra sus propios cuerpos queriendo pelear también por sus seres queridos. Es bastante bueno pero sigue practicando para mejorar lo que pueda antes del Coliseum.
—Está en la unidad Frigus Ferro pero realmente nunca estuvo activo en ella, desde el primer día se reportó su condición por la que fue trasladado a la clínica y fue considerado inactivo oficialmente.
—Tiene buena mano con los niños, siempre los hace reír y le gusta jugar con ellos ya que creció haciéndolo con sus hermanos menores, realmente le anima mucho hacer esto sí que en el hospital, cuando no está muy mal se ofrece a ayudar con las actividades para los niños que también son pacientes o incluso a acompañarlos en sus cuartos para leer cuentos o jugar juegos de mesa para así distraerlos.
—Desde que llegó a la Rebeldía empezó a usar oxígeno y uno de las mayores preocupaciones de los médicos y mentores de Sōji es que en el Coliseum no podrá usar algo así, y si le permitieran llevarlo este se agotaría en un tiempo, por eso mismo se han centrado en conseguir que pueda pasar el mayor tiempo posible sin este. Un rayo de esperanza aquí es que lleva casi ocho años sin usar nada de oxígeno adicional aún teniendo momentos graves con la enfermedad.
—Quisiera llevar algún día a Sol al Myr para que lo conozca al igual que a su familia. Otras de sus promesas son que irán a una cascada, verán las estrellas en la noche e irán a acampar.
—Puede hablar ayu fluido pero su idioma matero es el japonés puro siendo este el idioma del Myr y por ello el que habla en su casa y con su familia. Sabe un poco de inglés ya que tuvo clases en la escuela pero desde que llegó a la Rebeldía y empezó si tiempo en la clínica, su nuevo método de distracción fue ponerse a estudiar inglés mejorando mucho su nivel.
—Su katana, Kiku Ichimonji, fue un regalo de su padre cuando cumplió los 18 años, y le tiene mucho aprecio cuidándola por el gran valor material y sentimental que tiene al saber que fue utilizada por el abuelo de Tetsu.
—Su apodo significa crisantemo, además de ser su flor favorita es muy simbólica en el Myr y también es la flor relacionada con la katana que él tiene, incluso llega a ser llamada la espada crisantemo.
—Informe por Mark Evans (Blitz)
*** *** ***
¡Hola a todos! Este fue el capítulo de hoy, espero que les haya gustado.
Han pasado un par de cosas, sí... Atacaron el Myr, casi se nos muere Tetsu bebé, Pavel salió con una práctica de emergencia para sus alumnos... ¡Resulta que puede ser que Pavel, Marvel y Tetsu sean hermanos! Yo vuelvo a decir que esto fue un día bastante completo, ¿no?
¿Ustedes qué creen? ¿Qué quisieran que pase? Díganme <3
Espero que les haya gustado, igual conocimos un poco mejor la historia de Sōji y la licencia de papi Vlad <3
Nos vemos pronto.
Atsushi~
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