[CAPÍTULO 32]
23/11/2021 | Centro, Inazuma, Japón.
—¿Tú pensabas que íbamos a pasar este momento así? —preguntó Riccardo recargado en uno de los árboles que los cubrían volteando a ver a Victor de nuevo.
—Si te digo la verdad, ni he podido pensar —suspiró con una risa igual de estresada que la expresión de los otros dos.
Aún así, a pesar del estrés, Terry no podía permitirse estar nervioso, el momento de irse dependía de lo bien que acertara el tiro al objetivo cuando tuviera su visual.
—Han cerrado la puerta —suspiró Terry relajando los brazos por momentos y moviendo la cabeza un poco a causa del dolor que empezaba a sentir en el cuello al estar tenso tanto tiempo tumbado bocabajo y con el ojo fijo en la mira esperando por poder soltar el disparo y acabar con todo.
Riccardo suspiró volviendo la vista colina abajo, justo a la casa que tenían vigilada para asesinar a su objetivo: un secretario de alto cargo del Centro, el principal responsable del proyecto de un Valle nuevo, uno que pasaría de ser uno de concentración o trabajo, a uno de exterminio completamente.
—Abrieron la puerta —dijo secamente recuperando la tensión al tener posiblemente el visual del objetivo.
Victor guardó el teléfono para recoger su mochila mientras Riccardo tomaba la suya esperando por el momento exacto en que tendría que quitar la Magpie que los protegía de algún ataque mientras estaban esperando por el blanco.
El silencio se apoderó de la colina a tal grado que se podía escuchar la respiración de Terry quien no despegaba la vista de la gente que pasaba pudiendo localizar finalmente a aquel hombre.
Tras otra profunda inhalación contuvo el aire y con la cabeza del sujeto en el cruce de las líneas de la mira, presionó el gatillo helando su cuerpo por segundos, casi omitiendo uno de los latidos de su corazón.
Pero recuperó el calor y la circulación al momento de ver caer el ahora cadáver.
—Jynx Jenkins eliminado —anunció por medio del micrófono.
—Vámonos —sentenció Victor inmediatamente tomando su mochila y corriendo hacia el lado opuesto junto a los otros dos.
Era muy probable que empezaran a localizar de dónde provenía el disparo, por eso debían alejarse lo más rápido posible de forma discreta.
Corrieron todavía un buen tramo más hasta que ya habían llegado a la carretera que unía el Centro con la Transición yendo hacia el oeste.
Abordaron la camioneta dejando entonces todo preparado para bajar corriendo en cuanto llegaran.
—Bueno, ahora sí toca correr en serio —dijo Victor al momento de arrancar el vehículo dejando escuchar una pequeña risa entre los jadeos de haber abandonado la colina
El trayecto se extendió unos veinte minutos hasta que cruzaron los controles de seguridad de la Rebeldía. Se dirigieron a la entrada del estacionamiento y no pasaron ni cinco minutos hasta que bajaron de la camioneta y entraron a la zona de la Rebeldía en sí.
Y al cabo de poco tiempo pudieron encontrarse con Vladimir en uno de los pasillos del hospital.
Nada más verlo, Victor corrió hacia él sin demasiada fuerza y chocó en uno de sus comunes abrazos estoicos con los que se saludaban después de una misión o tiempo sin verse.
—¿Qué pasa? —preguntó Victor nada más se abrazaron.
—Ya vamos —dijo separándose y tomándolo del hombro para hacer una seña a Riccardo y Terry para que también fueran—. Es aquí —se detuvo en una de las puertas del pasillo.
—¿Va todo bien? —aquella pregunta se escapó inconscientemente de Riccardo mostrando cómo su voz sonaba muy nerviosa y casi asustada.
Vladimir dio un paso atrás para abrazarlo también y acariciar su hombro.
—Tranquilo —le dedicó una sonrisa—. Ella sigue bien, empezó a cansarse muy rápido así que le pusieron un poco de oxígeno pero no es por nada más. Resulta que sí fue Lucas quien la anestesió, íbamos bien así pero por estarse agotando rápido fue mejor la anestesia, y sí, ya le estaba doliendo bastante cuando el bebé se encajó pero seguía igual de terca que siempre —dijo con una tenue risa tierna aún acariciando el hombro de Riccardo—. ¿Qué? ¿Vas a entrar?
El Virtuoso asintió aún apegándose a Vladimir soltando un suspiro nervioso.
—¿Victor? ¿Terry? —volteó con la misma pregunta.
—Yo espero afuera —negó con la cabeza Terry y una sonrisa nerviosa mientras Victor asentía y se acercaba a los otros dos.
Llamaron a la puerta teniendo que esperar muy poco para que abrieran reconociendo a Vladimir dejándolo entrar.
—¿Lista? —dijo una de las enfermeras mostrándose igual de simpática y animada que la doctora y otra enfermera presentes— ¿Va a ser Norman o Estela?
Se escuchó la risa cansada de Jade quien entonces siguió hablando con esa misma alegría que no podía quitarse.
—Ya quiero saber —dijo extendiendo el brazo a Vladimir quien correspondió acariciándole el cabello que tenía recogido en una coleta.
—Ya veo la cabecita del bebé, no falta nada, ¿de acuerdo? Lo vamos a hacer a la siguiente contracción —dijo la doctora alzando la vista a Jade y dedicarle una sonrisa momentánea antes de seguir concentrada.
—Ya lo sabremos —dijo Vlad dejando escuchar su voz claramente emocionada a la vez que nerviosa antes de dar un beso en la sien de Jade quien inconscientemente se llevó una mano al vientre—. ¿Duele?
—No, no —negó con la cabeza entonces llevando la mano algo más abajo—. Es como... presión. De hecho duele, pero siento mucha presión, no sé cómo describirlo.
—Sí, es presión, el bebé ya casi está aquí, es normal. De acuerdo, a la siguiente contracción...
—Ahora, vamos —dijo una de las enfermeras sosteniendo con una mano la mejilla izquierda de Jade y con la otra mano empezó a presionar hacia abajo el vientre de Jade.
Y tan sólo se pudieron escuchar unos suaves quejidos por parte de Valkyrie desahogados en el apretón de manos con Vladimir antes de que el ruido aumentara en toda la habitación.
—¡Muy bien! —exclamó la doctora coordinándose con las enfermeras para ponerle una toalla en el pecho y colocar sobre ella al diminuto bebé que ya había comenzado a llorar.
Aún con la respiración agitada, tan sólo se pudieron ver los ojos de Jade brillar muy intensamente a la vez que una sonrisa se reforzaba en su rostro recibiendo un beso por parte de Vladimir.
—Ya... ya volví a ser mamá —dijo entre risas y suspiros apenas pudiendo creer que estaba sosteniendo ya al bebé sobre ella.
Vladimir asintió varias veces con la misma emoción e incredulidad.
—Es Estela —rio él de nuevo sintiendo una lágrima traicionera resbalarle por la mejilla secándola de inmediato sintiendo entonces el alivio que llevaba buscando desde el inicio del día. El de ver a Jade y al bebé sanos y en buenas condiciones.
—¿Estela? —preguntó Jade de nuevo ampliando sus ojos.
—Sí, es una niña —Victor se acercó aún más poniendo una mano en el hombro de su hermano y mirando otra vez a la bebé.
—Una niña sana —sonrió la doctora teniendo que tomar a la bebé para proceder a limpiarla y quitar los mocos que podrían evitar que respirara bien—. ¿El padre va a cortar el cordón?
Vladimir tan sólo asintió mostrando la ilusión en su mirada yendo junto a la doctora para tomar las tijeras que le habían entregado y cortar el cordón dejando que se la llevaran para terminar de limpiarla.
Riccardo y Victor tan sólo cruzaron miradas con aquella sonrisa discreta y mirada de victoria.
—Bueno, ahora soy hermano mayor —dijo Riccardo exhalando su risa y encogiéndose de hombros entusiasmado mirando a Jade e igualmente tomando una de sus manos.
—Sí, dentro de unos años ya hasta podrás imponer respeto y autoridad —vaciló Vladimir estirando el brazo para revolver el cabello de Riccardo también.
Pero él negó con la cabeza aún mirando cómo Jade observaba cómo iban limpiando a la bebé. De vez en cuando tan sólo fruncía ligeramente el ceño por estar pasando la anestesia y estar aún bajo los procesos que tenían que hacer para limpiarla a ella ahora, pero esos tics eran involuntarios, no parecía sentir nada.
—Yo por lo que no puedo esperar es por cuidarla y... jugar con ella —rio di Rigo agachando la cabeza con aquella sonrisa intensa que no se iba.
—Por ahora tendremos que adaptarnos a tener un bebé —asintió Vlad dándole la razón.
—Lo bueno es que ser militar implica resistir aún con cansancio... tal vez sea menos duro pasar el resto de nuestras vidas sin poder dormir bien —rio Jade por fin volteando la mirada hacia ellos.
—Ya tienes un hijo mayor, un cuñado en proceso de responsabilizarse y un marido, supongo que podremos turnarnos para cuidarla —le respondió Vlad acariciando su frente retirando un poco el sudor—. Empecemos el primer turno, tú descansa, nosotros la estaremos cuidando. Tú ya has hecho mucho trabajo pesado trayéndola aquí, te toca un descanso de un par de semanas.
Jade soltó unas risas y negó con la cabeza sin dejar de verse cansada.
—Si ahora lo que yo quiero es estarla cuidando todo el tiempo, sólo un descanso para recuperar la fuerza y ya tomo el relevo.
Al cabo de un tiempo, volvieron a llevar a la bebé hacia ellos, ahora ya estaba limpia y seca, incluso estaba vestida con la ropa que habían llevado para ella y estaba envuelta en una manta con el patrón de varios caramelos de colores.
Antes de entregarla a Jade de nuevo, se la dieron a Vladimir mientras las enfermeras se ocupaban de ella. Retiraron las sábanas y otros utensilios que habían usado en el parto, también le bajaron las piernas de los soportes con los que las mantenía alzadas para hacer más fácil que naciera Estela. Le quitaron la cánula con oxígeno e incluso le colocaron otra ropa limpia de un tono salmón y la pasaron a otra camilla en la que la llevaron a una habitación en otro pasillo, una ciertamente más pequeña pero ya preparada para que pudieran estar allí durante el tiempo que pasaría Jade recuperándose y Estela bajo cuidados para ver que todo iba bien con ambas. Y por ahora la doctora decía que las dos se veían sanas y en buenas condiciones, sólo tenían que descansar y... por raro que sonaba, adaptarse a estar viva.
—Jade, ¿estás bien? —preguntó Riccardo acercándose a ella cuando ya estaban sólo los cinco en la habitación.
—Sí... realmente no estaba cansada justo cuando nació, yo creo que toda la hormona, la felicidad y el shock hacían que no me sintiera así, pero ahora que ya estoy medio limpiecita, tapada y aquí caliente, ya me está dando sueño —explicó ella soltando una leve risa al final contagiándola a Riccardo.
—Está bien, descansa un ratito... ahora nosotros vamos a estar aquí un par de horas embobados con ver cómo parpadea o respira, puedes estar tranquila —dijo acariciándole el cabello con suavidad viendo cómo sus ojos seguían pesando más y más—. Y además, ¿cuánto apuestas a que tose una sola vez y Vlad sale corriendo a buscar a todo el personal del hospital?
Ella soltó una carcajada por eso llamando la atención de los demás. Ahora Terry finalmente había entrado e igualmente estaba mirando a Estela.
—Pero creo que antes de que las dos nos quedemos aún más dormidas, habrá que darle de comer —se frotó los ojos irguiéndose un poco siendo ayudada al momento por Riccardo y Victor quien le colocó las almohadas para aguantarla.
—Nos dijeron que está bien, pero como parecía que ibas a estar reventada y más por lo del oxígeno, que ahora le iban a dar un biberón —respondió Vlad caminando aún con Estela en brazos acercándose a Jade de nuevo.
—No, nunca voy a estar tan cansada como para no alimentar a mis hijos, además, mi leche está mucho más buena que la de biberón —vaciló fingiendo estar ofendida mientras se desabotonaba la parte superior de la blusa para recibir a Estela y acercarla a su pecho—. A ver, Riccardo, dime, ¿qué día te he dejado sin servirte la cena por irme a dormir? Nunca, pues hoy no va a ser la excepción.
Ella entonces pudo volver a mirarla detenidamente después de un buen rato. Con delicadeza le acarició el cabello que ya tenía, había nacido con bastante al parecer.
—Tiene el pelo naranja... —siguió repasando sus cortos mechones de pelo.
—Sí, va a tener el pelo como tú —Vlad se agachó acariciando una de sus mejillas—. Creo que va a ser más parecida a ti.
Jade se rio un poco sin dejar de mirar a su hija quien siguiendo el instinto, ya estaba comiendo.
—Es muy bonita... —suspiró tocando con cuidado una de las diminutas mejillas de Estela— y tan... pequeña.
—¿Ves? Salió a ti.
Sonrió dejando ver un tenue sonrojo en su piel sin dejar de mirar con notorio cansancio a su hija quien con tan sólo observarla, se sentía un aura de tranquilidad total al lucir tan caliente, tan tranquila y dando la importancia mínima a la crisis en la que había nacido, simplemente se veía serena al estar completamente unida a su madre quien claramente la cuidaría de aquel caos.
Victor cerró la puerta volviendo al interior una vez se había despedido de aquella visita indirecta que había llegado.
Victor y Sōji se habían convertido en amigos desde poco después de llegar a la Rebeldía, principalmente porque Sol había estado de intermedio y ambos coincidían para el Coliseum. Por eso había ido con él al enterarse de que había nacido su sobrina. Pero tampoco quiso quedarse mucho tiempo con ellos ya que su motivo de estar en el hospital no era sólo ver a Estela, tampoco era por alguna emergencia relacionada con su enfermedad; era por Sol que estaba ahí.
Regresó al piso de la habitación de Sol, y antes de volver a abrir la puerta, tomó aire de la manera más profunda que le permitían los pulmones y entró quedándose en la habitación completamente oscura. Las luces estaban apagadas y no había ninguna ventana que diera al pasillo, las lámparas... todo menos las pantallas que marcaban los signos vitales estaba apagado.
—Ya regresé, ¿me tardé mucho? —preguntó intentando verse animado yendo a sentarse al lado de la cama.
—Está bien, ¿cómo te fue? —negó Sol con la cabeza estando bocabajo abrazando una de la almohadas extra que Sōji había llevado de su departamento y la clínica.
—Pues resulta que ya es un hecho, Victor ya tiene una sobrina, es tan... pequeña y tierna —dijo aún convenciéndose a sí mismo de estar animado.
Se vio la sonrisa momentánea de Sol quien seguía con los ojos cerrados y apenas despierto, pero no podía dormir tampoco.
Justo cuando iba a preguntar qué había pasado mientras estuvo fuera, Sōji alzó levemente la cabeza haciendo que aquella forma de engañarse a sí mismo para alegrar a Sol se fuera a la basura por completo.
—¿Ya te pusieron otra?
—Hace unos... ¿qué te gusta? Cinco minutos tal vez, sí... —asintió aún sin atreverse a abrir los ojos pero moviendo débilmente la mano hacia Sōji quien se la tomó con cuidado casi de inmediato— Una cosa es pasarse un ratito sentado por ahí, esperando a que se acabe la bolsita de quimioterapia y al rato ya estarse vomitando como siempre, pero es que... ahora es estarse desmayando, tener fiebre y, claro que sí, vomitar pero teniendo la quimioterapia otra vez.
Él sólo movió la mano lentamente hacia su cabeza acariciándola casi con miedo del mínimo daño que podría hacerle, o el interrumpir la posición y ambiente estratégicos para tener más controladas las náuseas. Pero a Sol no pareció importarle, dejó que lo siguiera acariciando con cuidado sin decir ni una palabra pero demostrando cómo eso era completamente inútil para aliviar algo relacionado con el cáncer o el tratamiento, pero era más que suficiente para hacerlo menos pesado y menos cruel.
—¿Quieres hablar un rato? —soltó aquella pregunta espontánea entre sus débiles y suaves murmullos. Pero no era una pregunta completamente extraña, sino que era una que ya tenía historia al ser una que repetían a diario al tener las típicas conversaciones antes de dormirse.
—Sí tú quieres, por mí está bien —asintió tratando de mostrar su voz menos preocupada que la actual.
—¿Sabes? Antes ni siquiera lo preguntaba... —sonrió con un deje de tristeza sin hablar alto del todo— mi madre se acostaba conmigo cuando no tenía turnos en la noche y se quedaba conmigo hasta que me durmiera, pero a veces ella era la que tenía que dormir. Me ponía a hablar con ella sobre todo, siempre me intentaba responder y atender, pero cuando yo todavía tardaba en dormirme y ella ya estaba muy cansada acababa diciéndome "Sol, sí me gusta hablar contigo... pero háblame en las mañanas, hijo, quiero dormir, duérmete tú también". Entonces me solía abrazar, me hacía una empanada con las cobijas y me quedaba ahí con ella hasta que me dormía —al acabar de decir eso exhaló con cansancio entreabriendo el ojo para mirar así a Sōji quien le sonreía con el mismo sentimiento.
—Si quieres hablamos hasta que te duermas, yo aún no tengo tanto sueño —respondió con tranquilidad aún acariciándolo con cuidado—. ¿Y no extrañas vivir en el Universal? Hace poco más de medio año que nosotros llegamos aquí, y tú ya estabas desde hacía unos meses más, ¿no lo extrañas?
—Sí, en parte sí... Extraño no tener una vida normal. ¿Sabes? Antes tener cáncer era algo que simplemente estaba ahí y ya, pero mi propósito era la revolución, debíamos conseguir aliados, ir a misiones, batallas... era algo secundario, era el motivo por el que simplemente a veces tenía que retrasar mi formación y ya, quedarme con Saturn en la retaguardia supervisando el ataque y luego regresar. Antes era incómodo llevar el oxígeno además de las armas y todo lo demás, ahora es demasiado cómodo llevarlo a todas partes. Ahora sólo vivo para pelear cara a cara con el cáncer... incluso tú, Sōji, debes demostrarles a todos que el Coliseum no supone nada para ti, tienes que completar esa misión. Ahora incluso me dieron de baja en el escuadrón de defensa.
—Todo es... demasiado fácil ahora, ¿no? —dijo Sōji en voz baja viendo con pena la frustración de Sol— Sí, antes no tenía tanta importancia, antes simplemente era seguir vivo el día siguiente y ya, no tenía ni cientos de pastillas, tratamientos... ahora incluso el oxígeno es especial, me siento débil, como si ahora que me han estado cuidando, el mundo en el que llevaba veinte años viviendo fuera un peligro al que no podría ni acercarme. Pero... ya lo prometimos, ¿no? —sonrió con los ojos tristes pero decididos.
—Sí, lo prometimos... cuando todo acabe vamos a hacer todo lo que no podemos ahora. Cuando acabe la guerra, tus tratamientos, la quimio... sí va a llegar ese día, podremos hacerlo —rio un instante volviendo a perder el aire en la acción.
—Ver las estrellas, dormir en un árbol, ir a una cascada... y reírnos de nuestra propia muerte. Iríamos juntos a todo eso.
—Y no lo olvido, te llevaré a hacer todo eso y a cualquier cosa que quieras. Debes llevarme también al Myr.
Sōji sonrió asintiendo muy suavemente. Repasó con cuidado su cabeza de nuevo, pero justo cuando tocó la oreja de Sol, sintió su movimiento brusco al moverse hacia la orilla activando la reacción de Sōji de acercarle el recipiente que les habían dado para cuando volviera a vomitar.
Ya no tenía nada en el estómago, no tenía nada desde hacía cuatro días, ese era el punto en que básicamente su cuerpo sólo vomitaba por náuseas causadas por los medicamentos, no tenía qué sacar de su cuerpo.
Continuó acariciándole el cabello hasta que pudo dejar de vomitar. Se dirigió al lavabo por una toalla con qué limpiarle la boca aún mirando de reojo cómo seguía un poco de lado.
—Tranquilo —se agachó dejando un beso en su cabeza antes de ayudarlo a acomodarse y limpiar—. Voy a avisarle a una enfermera, ¿sí? —dijo aún sin mostrar realmente algún tipo de alteración, al contrario, se veía demasiado calmado, casi cansado— Solecito, ahora vengo.
Él lo miró asintiendo con pocas ganas, pero correspondiendo a la mirada de cariño y serenidad de Okita.
Abandonó la habitación para entonces dirigirse al puesto de enfermeras avisando de que había vuelto a vomitar. Una de ellas asintió diciendo que iría para allá en un rato y revisarlo bien.
Entonces, antes de volver, se detuvo en uno de los asientos sacando su teléfono notando cómo ya le habían mandado mensajes.
Finalmente se dignó a responder a las insistentes preguntas de Hijikata sobre dónde estaba y a qué hora volvería a los departamentos.
>> Sōji, te estoy esperando. Ya he ido a la clínica y no estás allá, tampoco con los entrenadores, ¿dónde demonios estás?
>>No me hagas preocuparme más por ti, ¿estás con Sakamoto otra vez?
>> Olvídalo, ya ha vuelto... ¡Sōji, hasta ese estúpido fiestero ha regresado y tú no!
>> ¿Estás con tu novio?
Rodó los ojos entonces respondiendo a los mensajes.
>> Estoy en el hospital, sí, estoy con mi novio. Sólo deja de preocuparte porque no me junte con los imperialistas, ¿sí? Te recuerdo que ya no estamos en el Myr, aquí puedo estar con quien me dé la gana: con imperialistas o con gays, ¿está bien? Hasta mañana.
Tan sólo dejó el teléfono sobre su pierna aprovechando para acomodarse la cánula al sentir cómo el oxígeno no llegaba como debía, era bastante común que le pasara cuando se ponía nervioso o se molestaba. Una vez volteó a la pantalla, ya se estaba enviando la respuesta de Hijikata.
>> Maldita sea, Sōji, espérame, voy contigo.
Sus ojos ardieron en molestia antes de volver a responder.
>> ¿Qué te pasa? No, estoy bien aquí, duérmete y nos vemos mañana.
Y en cuestión de poco tiempo llegó el siguiente mensaje.
>> Mira, a no ser que me intentes ocultar que acabas o apenas vas a tener tu primera vez, no responderías así. Te sientes mal, quédate ahí, que te revisen mientras y yo no tardo en llegar.
>> Eres tonto, claro que no es eso, no sería tan obvio si te quisiera ocultar eso. Y no hace falta que vengas, me las arreglo yo solo, quédate allá, no estoy de humor para estar escuchando sermones sobre que falto al respeto al Shinsengumi mientras me perforan los pulmones.
Y antes de seguir leyendo el siguiente mensaje, se levantó de nuevo caminando hacia el cuarto de Sol. Pero el enfado no fue capaz de alejarlo por completo de la incomodidad con su propio cuerpo, así fue como cada paso le comenzó a pesar más. Por más que pegaba la cánula a su nariz, el oxígeno no llegaba.
Y al momento de intentar ajustar la presión de este, el hecho de agachar la cabeza lo mareó lo suficiente como para dar un paso en falso y tropezar quedando de rodillas al momento de cubrirse la boca volviendo a tratar de respirar por encima de la tos. Pero no lo consiguió por sí solo, al menos cuando las enfermeras llegaron con él, ya había sangre que escurría entre sus dedos. Al intentar mirar el líquido rojo y escuchar a las mujeres, sus ojos simplemente se oscurecieron, los oídos ya no entendían las palabras y su cuerpo perdió también el equilibrio.
El teléfono que había caído al suelo se volvió a encender mostrando el último mensaje que ya no pudo leer
>> Sōji, están atacando el Myr, vuelve a casa y quédate ahí, nos mandaron a Sakamoto y a mí entre otros.
*** *** ***
"La muerte es inevitable, pero vivir una vida de la que estemos orgullosos es algo que podemos controlar."
Nombre: Tài-Yáng Liu (Sol Daystar)
Nombre en clave: Taishen
Lugar de nacimiento: Shenyang, República Popular de China.
Edad y Fecha de nacimiento: 21 de diciembre de 2000. Veinte años.
Altura: 1.76 metros.
Peso: 60 kilos
Bando: Universal
Blindaje: 3
Velocidad: 2
Arma principal: Rifle de asalto C8-SFW
Arma secundaria: Pistola Keratos .357
Auxiliar: Alarma de proximidad
Dispositivo especial con descripción: Barricadas antibalas. Unas barricadas de metal fácilmente portables que puede colocar con rapidez sobre cualquier puerta, ventana o abertura. Las barricadas resisten balas por un largo periodo de tiempo (tres días antes de debilitarse a causa del óxido). Pero son vulnerables ante golpes directos sacando así los fijadores con los que se mantienen sujetos al muro.
Especialidad y línea de ataque: Defensor, unidad de barricadas.
Entrenamiento:
—Entrenamiento general del Universal aprobado con calificación final de 9.1
—Curso de metalurgia básica.
—Entrenamiento de élite del Universal aprobado con calificación final de 9.5
Experiencia importante:
—Defensa de la Royal Academy en 2017.
—Neutralización de contaminación hídrica por parte del Centro en 2021.
Trasfondo: Nació en Shenyang siendo el hijo menor de la familia. Tras la muerte de su padre Xuandé Liu, migraron de vuelta a Japón con la familia de su madre (Beatriz Daystar). Estuvieron viviendo en la Transición durante un par de años hasta que empezaron las búsquedas desesperadas de cadetes por todo el país por medio de reclutamientos forzosos. En su familia, su hermano mayor Bái Lóng fue escogido a los ocho años, cuando Tài-Yáng tenía seis. Lo llevaron a entrenar forzosamente debido al renombre de su padre fue buscado y finalmente encontrado llevándolo al Centro, no volvió a ver a su familia. Tras eso, la abuela de Tài-Yáng hizo que él y su madre se fueran a la Rebeldía para protegerlo de un posible reclutamiento futuro. Beatriz consiguió trabajo fácilmente como enfermera debido a su experiencia legalizada en China. Debido a la posible búsqueda de Tài-Yáng también, al llegar a la Rebeldía, Beatriz le cambió el nombre de pila a Sol, ella recuperó su apellido de soltera y se lo diera a su hijo para protegerlo. Vivió con normalidad al rededor de un año en la Rebeldía, pero poco después de cumplir los nueve años le fue diagnosticado cáncer de pulmón, asunto que lo sometió a varios cuidados y tratamientos, pero al haber estado oculto un tiempo y germinando de forma silenciosa, no pudo curarse en los primeros intentos, ni en los segundos. Su vida seguía un rumbo relativamente normal, era otro de los niños que residían en la clínica cercana a la plaza principal, tenía tratamientos y estudiaba en la clínica. El verdadero cambio severo sucedió cuando su madre fue enviada al norte del país para trabajar como enfermera en los campamentos tras varios ataques, pero sucedió un último ataque en el que ella falleció dejando así a Sol huérfano completamente. Fue acogido y criado por Anya Ivanova tomando el papel suplente de su madre, pero debido a la impotencia que sentía debido a la corrupción de los gobiernos que le habían arrebatado a sus padres y a su hermano, se escapó de la Rebeldía siendo "apoyado" únicamente por Anya. Dio a parar en el Universal con tan sólo quince años. Allí se integró fácilmente gracias a la mentora Hailey Cometti quien igual mostró cierto sentido maternal con él al ser de los menores en esa época. No le resultó difícil crear grandes compañeros y amigos allí, intermitentemente acudía a la rebeldía para seguir tratamientos, pero a principios de 2021 comenzó a empeorar su condición, al punto de llegar a una emergencia que atendieron Uta Weiss, Sky Blue y Lucas Skywalk mientras se estabilizaba como para ser llevado a la Rebeldía de nuevo. Ya no volvió al Universal debido a su recuperación y al traslado de los bandos a la ciudad subterránea. Actualmente ya no participa activamente en misiones o entrenamientos debido a comenzar de nuevo tratamiento con qumioterapia en junio, poco antes de conocer a Sōjirō Okita (Kiku).
Perfil psicológico: Es un chico alegre y bastante positivo en su día a día, llega a ser impulsivo y hasta despreocupado, pero también tiene un sentido importante de la responsabilidad y a la hora de comprometerse es muy serio. Es amigable y por más que la muerte de sus padres, reclutamiento forzoso de su hermano y su enfermedad supongan un peso muy grande sobre él, intenta no centrar su atención en eso todo el tiempo para así poder aprovechar con éxito el mayor tiempo posible debido a su esperanza de vida de 22 años. Es también cariñoso con sus amigos y, claramente, su pareja, le gusta ver feliz a las personas, por eso su instinto de acercarse a hablar con prácticamente cualquiera que vea triste. A pesar de eso, al haber vivido en un bando rebelde y haber participado en misiones, sabe bien contener sus instintos y sentimientos a la hora en que se decide sobre la vida y la muerte. Es muy eficiente y a pesar de tener como todos, fases de depresión o desmotivación (principalmente cuando peor se encuentra físicamente), las supera con facilidad.
Relaciones: Tiene mucho cariño a Hailey Cometti y Anya Ivanova ya que lo cuidaron desde pequeño. Convive muy bien con casi todos los miembros de bandos rebeldes. Ringo Saturn (Seyfert) y Leíf Eriksson (Axe) son sus mejores amigos junto a Victor Blade (Lancelot). Tiene una peculiar amistad con Onyx Sesame al pasar mucho tiempo juntos en la clínica.
Pareja: Sōjirō Okita
Aspecto:
Estado: Vivo, inactivo.
Tema: End of night — HELL: Coliseum OST [Owari no Seraph OST 108 — Robyn Ardery]
Notas:
—En la actualidad casi no puede hablar chino de manera fluida, logra comprender todavía la esencia de la frase, pero le cuesta hablarlo o tener una conversación de manera completamente natural. Pero tiene más facilidad para leerlo.
—Desde los diecisiete años usa un concentrador o tanque de oxígeno portátil y puede soportar unos diez minutos sin él en reposo y al rededor de dos minutos en movimiento. A pesar de usarlo, el ejercicio físico lo agota rápidamente, al nivel que subir tres pisos de escaleras lo deja completamente exhausto, situación que lo ha hecho aprender a aguantar y seguir moviéndose a pesar del agotamiento por poder simplemente sobrevivir en las misiones y ataques.
—Cuando era pequeño no podía pronunciar la letra s ni en chino ni en ayu, siempre la pronunciaba como z, y actualmente en ocasiones sigue teniendo ese pequeño fallo de pronunciación.
—Ringo Saturn y él fueron novios durante poco más de un año cuando Sol tenía diecisiete y Ringo dieciséis. Cortaron debido al distanciamiento que se empezó a producir entre ellos dos, pero al hacerlo de forma tranquila y hablada, a las semanas volvieron a hablarse poco a poco hasta que a día de hoy vuelven a llevarse tan bien como antes de ser novios. Aunque Sol toma por algo ya pasado la relación con Ringo y le interesa conservar la amistad, a Saturn hasta hace poco le seguía gustando Sol y él lo notó debido a su repentino bajón de ánimo en verano, poco después de que Sol y Sōji se hicieran novios.
—Su madre siempre ponía flores en su casa, aunque fueran flores callejeras, le gustaba tener unas cuantas en las ventanas. Él siguió haciendo lo mismo y siempre que estaba en el hospital pedía a Anya que le pusiera flores en la ventana o al lado de su cama. A día de hoy le sigue provocando tristeza el observar detenidamente las plantas y pensar en su madre, más que nada cuando observa flores en lugares poco esperados (macetas en la calle o su ventana), más aún estando en la Rebeldía donde la vegetación es más limitada.
—Desde el primer momento en que vio a Okita ser seleccionado para la unidad Frigus Ferro, le llamó la atención considerándolo atractivo a primera vista. Comenzó a investigar sobre él y más tarde finalmente comenzó a hablar con él encontrándolo cada vez más atractivo debido a su forma de ser hasta que finalmente, en agosto le pidió ser novios a lo que Sōji aceptó.
—Su nombre en clave hace referencia al dios Caishen, dios de la riqueza en la cultura china y taoísta, sólo que cambió la primera letra por la inicial de su nombre en chino formando una palabra similar a su nombre, Tài-Yáng.
— Se sabe que su abuela falleció por causas naturales poco después de que Sol y Beatriz huyeran a la Rebeldía. No tiene ningún conocimiento de lo que sucedió con su hermano, pero al no haberlo visto ni oído de él como militar del Centro, se supone que está muerto. Era muy común que esos niños reclutados no pudieran soportar la intensidad de los entrenamientos y fallecieran.
—Informe por Leíf Eriksson (Axe)
*** *** ***
¡Tensión, tensión! ¡Se nos cae el Myr!
AHDEIbggfchf Espero que les haya gustado, ya nació la baby de Vlad y Jade, se nos cayó otro líder del Centro de un francotiradorazo que no vio venir... Yo diría que fue un buen día... Hasta que Sol se vomitó y cosas malas pasaron :^)
¡Nos vemos pronto!
Atsushi~
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