[CAPÍTULO 15]
20/02/2021 | Este del bosque de la Rebeldía, afueras de Inazuma, Japón.
—Lo veo —murmuró el menor llamando la atención de su compañero.
—¿Puedes darle? ¿Qué tan lejos está?
—Un kilómetro y medio, Tracker y Aphrodi deben estar cerca. Sí, sí puedo darle, avísales.
Feldt presionó su auricular casi con miedo de moverse mirando cómo Aleksei tapaba la lente de rifle.
—Tracker, Lyutz tiene visual.
—Nosotros también, estamos cerca, no nos han visto.
—Excelente. Deja que Pavlichenko lo neutralice y comiencen el ataque, nosotros iremos de inmediato. ¿Y Lion?
—En el sur, yo le avisaré para que se acerque desde allá.
—De acuerdo, en quince segundos Lyutz tendrá el permiso para disparar, no tardes más.
—Recibido.
Aleksei seguía inmóvil, casi no se podía ver cómo respiraba, se mantenía con el rifle en posición estando apoyado en la base de este aunque no pudiera ver a causa de la tapa.
—Justo hoy tenías que olvidarte la mira especial —dijo Feldt con una risa tenue mirándolo con empatía.
—Sí, y justo para la primera misión de noche que tengo —respondió sin poder permitirse la risa con tal de que no se moviera la mira.
—Listo, cuando quieras —le dio la autorización una vez revisó su reloj.
—Perfecto —muy lentamente le quitó la tapa a la mira y su vista volvió a cruzar el bosque denso hasta el campamento enemigo—. ¿Sabes? Lo primero que se ve es el brillo, más aún siendo de noche; luego viene el movimiento y luego el color, por esos últimos no tenemos que preocuparnos... Pero el brillo sí que nos puede fastidiar.
Mientras hablaba colocaba la cruz de la mira encima de la cabeza del objetivo, pudo apreciar la tez morena de su víctima antes de contener la respiración y jalar el gatillo dejando ver cómo este caía muerto sin haber notado la presencia de Pavlichenko de ninguna manera.
—Zeke Valanche eliminado —anunció Feldt a través de su auricular dejando la línea abierta—. Tracker, Aphrodi, adelante.
—Excélsior —se escuchó el aplauso así como el halago por alguien más al otro lado de la línea—. Felicidades, Lyutz, anoto la muerte en tu historial.
—Gracias —sonrió aliviado dejando que poco a poco la tensión acumulada se fuera de su cuerpo a la vez que recibía una palmada en la espalda por parte de su compañero.
—Vamos con Tracker. Turner, ¿le avisas a Lion?
—Yep, ustedes vayan —cambió la línea así como la cámara para poder ver un poco la situación de King—. Lion, Lyutz ya eliminó al objetivo, ya debe empezar el ataque, te están esperando.
—Ya voy —asintió jadeando un poco debido a la carrera que estaba haciendo hasta el campamento donde ya se podían escuchar los disparos.
De pronto pudo sentir unas vibraciones muy leves, este era seguramente el dispositivo rastreador de Samford, quizás esto significaba que alguno había huido o lo estaba intentando.
—¡Lion, allá te va uno! —le avisó David por medio del audífono— ¡Aphrodi, Urania! —una vez su compañero se acercó a él y lo cubrió con una de las alas metálicas de su dispositivo, él se agachó enviando a Joe lo recibido en las señales de su dispositivo—. Ya lo tienes, te lo acabo de mandar.
—Sí, allá voy —confirmó revisando la pantalla táctil que llevaba como muñequera y siguiendo la señal que esta le indicaba.
No les tomó demasiado hasta que habían acabado con los pocos militares que formaban aquel pequeño escuadrón, tampoco detectaban muchas más señales de enemigos, la misión había sido completada con éxito.
Una media hora después ya estaban a bordo un Jeep manejado por Vladimir Blade en dirección a la Rebeldía de nuevo.
Se conocían las intenciones del escuadrón enviado a mando de Zeke Valanche para instalar explosivos en las vías de acceso principales a la Rebeldía, así cualquier vehículo que entrara o saliera detonaría las bombas causando, no sólo víctimas inmediatas, sino que una posible emboscada a la Rebeldía. Por suerte no se había logrado nada, esa madrugada los enviados del Centro dejarían su campamento para instalar los explosivos, pero al final no sucedió, habían sido neutralizados a tiempo gracias a que Turner pudo descifrar las instrucciones y comunicaciones de Valanche.
Posiblemente Seymour Hillman, el presidente de la Rebeldía, junto a Axel Blaze, el general mayor de la milicia rebelde, nunca se habían alegrado tanto de tener a Neil Turner en su bando.
Valanche había sido uno de los reclutas que iban a formar parte del Escuadrón 14-10, uno de los proyectos más ambiciosos de la Rebeldía que nunca se llevó acabo. Era la idea de crear un escuadrón de refuerzo que fuera incluso más fuerte que los escuadrones principales, la idea era crear falsas emboscadas que mantendrían a los enemigos en tensión para sobrevivir, y una vez hubieran salido de ellas, la segunda línea de ataque los acabaría. El problema llegó cuando se intentaron reclutar a los integrantes, muchos nunca se presentaron y terminaron aliándose con el Centro, algunos no tuvieron problema en alistarse y otros habían muerto para cuando se hizo el reclutamiento.
King y Turner estaban entre los que iban a ser reclutados, ellos no mostraron problema en asistir, incluso se había modificado ya la especialidad y función de Turner en el equipo debido a las secuelas de su accidente, todo estaba listo, pero poco después empezaron a desertar varios llevándose información valiosa de la Rebeldía suponiendo esto un peligro.
Zeke fue uno de los desertores que se aliaron al Centro poco después, por eso estaba tan fichado en la Rebeldía. Pero había sido una casualidad casi divina que precisamente él hubiera intimado tanto con Turner, por descuido había dejado información vital en manos de alguien con la capacidad de sobra para aprovecharla. Quizás había sido por lo observador y curioso que era Neil, pero cuando la Rebeldía empezó a buscar desesperadamente la localización de los desertores, Turner ayudó sabiendo más de lo debido.
Aunque ya hubieran pasado casi cuatro años desde la creación de ese proyecto inconcluso, el nombre del Escuadrón 14-10 se había ganado más renombre del debido, a causa de las altas expectativas militares y civiles así como de la preocupante noticia de su fracaso, aquel nombre era asociado con asuntos turbios de aquel tropiezo rebelde a la vez que con militares de la élite letal nacional.
—¿Vas a ir a contarle a Misha lo que pasó? —preguntó Joe rompiendo el silencio del Jeep.
Aleksei asintió para luego alzar poco a poco su cabeza y mirarlos.
—Ahora iré a verlo.
—Aww, yo quiero una relación así: llevan un día sin verse y van a correr a buscarse mutuamente —se llevó una mano al pecho Byron quejándose a la vez que chillaba por la ternura.
—Algún día te llegará —rio Joe estando sentado a su lado.
—Tú lo dices porque tienes a tu marido aquí contigo y entran en la categoría de "Mejores parejas de la Rebeldía edición 2021".
Miró de reojo a Samford quien no parecía estar prestando atención por estar ocupado usando un mechero para quemar la cuerda de una de las fundas de sus cuchillos la cual se había deshilado debido a un corte en el combate.
—¿Y tú también vas a ir corriendo a buscar a tu marido? —Byron tardó en separar los ojos de las manos de Tracker y mirar a Thomas a quien pareció llegarle por completa sorpresa la pregunta.
—Sí, me imagino que tendré que llevar el informe y ya luego podré ir a ver a Neil.
—Bueno, pero tampoco estás tan necesitado, has estado hablando con él toda la misión —dijo Joe justo cuando David apagó el mechero dejándolo guardado en su bolsillo.
—Cierto.
—Además, seguro que ahora mismo nos está escuchando también —dijo Samford.
—Sep, los estoy escuchando —todos escucharon la voz de Turner a través de sus audífonos.
—¿Qué no deberías centrarte en enviar los reportes de la misión? —alzó una ceja Byron haciendo que Joe se riera al darse cuenta de la espina de fastidio en Love.
—Debería, tú lo has dicho.
—¿Y qué estás haciendo entonces? —Samford se cruzó de brazos recargando su espalda en la pared del vehículo.
—Jugar buscaminas —respondieron a la vez Thomas y él, pero podía notarse la pequeña risa de fastidio en Feldt cuando lo dijo contrastando con la concentración de su novio.
—¿En serio? —no evitó alzar la voz Samford.
—Muy en serio —asintió Turner aunque no pudieran verlo—. Es gracioso, mira. Cuando dijeron que había una misión porque iban a enterrar explosivos en los caminos me dieron ganas de ponerme a jugar algo del tipo, así que llevo jugando en la computadora toda la misión, osea... cuando no había nada importante que hacer.
—¿Osea que mientras nuestra vida dependía de la información que nos dieras tú estabas jugando buscaminas?
—Sí... sí, efectivamente. E igual me acordé de que Aleksei me debe unas partidas de Tetris desde hace meses, pero creo que podré posponerlas unos meses más.
—Sí, prefiero Tetris, yo nunca supe jugar buscaminas —asintió Aleksei provocando que sus compañeros rieran.
—No te preocupes, yo tampoco entendí —se encogió de hombros Joe.
—¿No? Es fácil. Los numeritos son el número de minas que está tocando ese cuadrito, así que vas sacando lógica y cuentas, vas picando cuadritos, haciendo cuentas, picas más cuadros, sacas tu lógica avanzada de buscaminas y así hasta que ganas o explotas.
Casi todos rieron un poco y en cuestión de tiempo llegaron a la Rebeldía. Entraron por el estacionamiento normal y se iban hacia los edificios militares, pero fue el propio Feldt quien le puso una mano en el hombro a Aleksei deteniéndolo.
—Pavlichenko.
—¿Hum? —alzó la cabeza viéndose algo disperso.
—Vete a casa, sé que estás preocupado. Yo daré el informe, no te preocupes —insistió bajando un poco la voz quedándose retrasados en el grupo.
Y vio en el momento cómo realmente lo deseaba con ansias, sólo le tomó segundos asentir.
—Gracias, Feldt.
—No lo agradezcas. Sé lo que se siente...
Sonrió sin poder mantener la alegría en su rostro mucho tiempo antes de asentir y darse la vuelta yendo hacia la zona residencial.
Caminó a paso rápido sólo centrado en lo ansioso que estaba por llegar ya. Mientras descendía por las escaleras que, cruzando varios pisos de restaurantes y tiendas, llegaban hasta la plaza principal, sacó su teléfono para escribir un mensaje.
>>Ya estoy llegando a casa.
Esperando con ansias que Misha leyera su mensaje se acomodó la correa del rifle en el hombro apenas dándose cuenta de que lo seguía teniendo consigo. Técnicamente no pasaba nada, las armas estaban evidentemente prohibidas en la Rebeldía, sólo podían ser portadas por militares y con algún motivo excusable. Cualquier civil tenía el derecho de preguntar a quien viera con armas si tenía su placa que lo identificaba como militar o algún otro documento como la credencial oficial. Usualmente lo hacían en restaurantes o cafeterías, pero cualquier persona que se sintiera intranquila podía preguntar y en caso de que no mostraran la placa o se negaran a hacerlo debían ser reportados.
Cruzó el túnel que conectaba la plaza principal con una de las calles más importantes de la ciudad, aquella que llevaba a la plaza del quiosco, el centro de la zona residencial.
Era muy peculiar la estructura de aquella ciudad vertical, las grandes paredes que rodeaban la plaza principal estaban forradas de negocios y oficinas, pasando a la zona oeste se encontraba la ciudad en sí, la plaza del quiosco, la mayoría de los edificios... En el este se encontraban todas las instalaciones militares así como fiscales y del gobierno. En la zona norte se encontraba el gran hospital de la Rebeldía, el único que había pero que era más que suficiente para las necesidades civiles así como las militares. En el sur se encontraba la zona del estacionamiento militar así como los almacenes de suministros que eran enviados por otras zonas rebeldes del país o incluso aliados extranjeros. Al ser una ciudad subterránea apenas se podía producir alimento más allá de los invernaderos que no servían para abastecer a toda la población, por eso existía un constante flujo de suministros entre la Rebeldía y el exterior.
Tuvo que cruzar la plaza del quiosco hasta la calle paralela a la principal, siguió un par de metros hasta entrar en uno de los enormes edificios y subió hasta el cuarto piso sacando las llaves en el camino.
—Ya llegué.
—Alyosha —lo saludó desde la habitación, no le costó reconocer de dónde venía el sonido ya que su departamento únicamente tenía la habitación, el baño y una estancia "grande" dividida en la sala y la cocina que daba justamente al gran ventanal que les otorgaba una agradable vista a la calle que en ocasiones era bastante concurrida y otras era muy tranquila.
Se dirigió al cuarto y pudo ver a Mijaíl acostado en la cama con un par de almohadas en la espalda para estar más reclinado, pero lo que hizo que Aleksei se diera prisa fue ver cómo tenía con él una pequeña bandeja de plástico transparente con varias piezas plásticas, justo del tipo de la que Misha tenía en la mano en ese momento.
—En qué condiciones te tengo que recibir, ¿verdad? —rio un poco el castaño viendo el shock en la cara de su novio.
—Yo lo hago, dame un segundo —sacudió la cabeza dejando el rifle contra el armario para ir al baño rápidamente y lavarse a fondo las manos un par de veces antes de colocarse un par de guantes de látex y volver al cuarto.
Se encargó de sacar con cuidado y la precisión debida el botón que permitía que Misha se conectara al tubo de alimentación cuando era necesario. Una vez lo sacó comprobó cómo no salía ningún líquido, todo iba en orden, por eso procedió a colocar la nueva conexión.
—Ah.
—¿Te duele? —movió la cabeza hasta intentar fijarse en la cara de Mijaíl.
—No, sólo quería ponerte nervioso.
Suspiró y siguió con el trabajo de dejar listo el tubo.
—Alyosha, ¿sabes qué me inquieta? Tener un Dragunov justo delante mío mientras que un francotirador me cambia el tubo de alimentación —aunque fueran los únicos en casa y el volumen de su voz no afectara en nada al proceso, ambos hablaban en susurros, incluso Misha cuando miraba fijamente el rifle que destacaba en el blanco del armario.
—Cállate —respondió igual en voz baja provocando que Smirnov riera un poco—. Ya está, todo fue bien.
—Contigo no me extraña —lo siguió con la mirada mientras se levantaba recogiendo las cosas y él también se incorporaba. Podía notar con facilidad el estrés con el que venía cargado Aleksei, pero vio cómo se deshizo de un poco de este al sonreír por lo que dijo—. ¿Qué tal fue la misión?
—Según lo planeado, no hubo heridos y en general todo fue bien.
Dejaron todo recogido y se dirigieron automáticamente a la cocina donde Misha volvió a encender el fuego para calentar la sopa que había dejado lista para cenar con Aleksei.
—Me alegro, parece que fue aburrida, ¿no? Te siento muy desanimado para estarme contando una misión de casi 24 horas.
—No es que fuera la gran maravilla...
—¿Ah no? Entiendo, debe ser aburrido pasar 24 horas con el ojo en un rifle buscando un blanco digno.
—Algo así.
Misha se rindió por instantes, conocía Aleksei y sabía que así como estaba no conseguiría hacerlo cambiar de ánimo sólo con la conversación. Cada vez volvía más estresado de las misiones y tan sólo debía darle su tiempo para que se tranquilizara, después de todo era un trabajo muy duro.
Aleksei fue a cambiarse la ropa aprovechando para ducharse rápidamente y luego volver a la cocina donde fue recibido con dos platos de la sopa que olía de maravilla y había inundado con el olor toda la casa.
Se sentaron a comer y tras unos pocos minutos finalmente el rubio alzó la mirada buscando casi como un cachorrito regañado a Mijaíl.
—Misha...
—Dime —pero, como siempre, recibía su respuesta tranquila y cariñosa. Mijaíl sabía darle su tiempo y su espacio, por eso nunca se molestaba con él cuando venía con algún humor caído por las misiones.
—Maté a Valanche... con un tiro de un kilómetro y medio —era peculiar una confesión así en mitad de una cena, pero no se trataba de una confesión de culpabilidad o del remordimiento de haber acabado con la vida de alguien, era por finalmente abrirse y contar algo de la misión, aquel tiro que, aunque no lo había dicho en voz alta, lo hacía sentirse orgulloso de sí mismo.
—Alyosha, ¿en serio? —una vez él asintió formando una leve sonrisa, se levantó yendo hacia el lugar de Mijaíl para abrazarlo siendo recibido por los brazos del mayor— En serio que eres increíble.
Consiguió que Pavlichenko se sentara en sus piernas estando frente a frente, le pasó la mano acomodando un poco de su cabello claro detrás de su oreja y lo miró a los ojos.
—Tengo la suerte de que el mejor francotirador de la Rebeldía sea mi novio —simplemente colocó la mano en su mejilla atrayéndolo hacia él para darle un beso largo y suave en los labios.
—Bueno, no creo que de toda la Rebeldía...
—Cierto. El mejor de Ucrania y Rusia, el mejor de Europa, ¿eso está mejor?
Ambos rieron aunque Aleksei un poco sonrojado, pero no dejó que Misha lo viera mucho más tiempo así ya que se inclinó hacia adelante juntando aún más sus pechos y quedando con la cabeza recargada en el hombro de su novio.
Sólo pudo acariciarle la espalda sintiendo ternura por Aleksei con cada cosa que hacía, lo había extrañado tanto como Aleksei a él, pero confiaba en lo bueno que era y en sus compañeros para que nada le sucediera y pudiera verlo regresar tranquilo a casa como había sucedido.
Por su parte, Aleksei simplemente cerró los ojos sintiendo el cuerpo de su novio junto al suyo y coordinando sus respiraciones lentamente. Él también había pasado horas más preocupado por Mijaíl que por él mismo, la enfermedad de Misha era el detonante para que Aleksei odiara separarse de él, le angustiaba que al estar lejos algo le pasara y él no pudiera estar allí para ayudarlo.
—Misha, te amo.
—Y yo más.
Ese miedo por dejarlo solo, irónicamente venía de un daño para ambos que se provocó estando juntos.
Aunque Aleksei fuera ucraniano, su familia se había ido a Rusia cuando él tenía unos cinco años, esto era, precisamente por sus problemas de salud. Así como muchos niños de su generación, él nació con varios problemas causados por la radiación a la que sus padres estuvieron expuestos en su ciudad de origen, Pripyat.
Nació con anemia, ambos riñones fusionados y un problema en la articulación de la rodilla, y en Ucrania no conseguían ningún médico competente que les ayudara, la gran mayoría se habían ido a Rusia por mejores oportunidades ya que la guerra provocó una enorme demanda de médicos.
Ellos vivían en un pueblo a tan sólo una hora de Tiumen, allí es donde ellos dos se conocieron. Mijaíl era hijo de un ex-compañero del padre de Aleksei, de hecho fue su familia quien ayudó a los Pavlichenko a instalarse allí para intentar costearse los tratamientos paliativos de Aleksei, les habían advertido que sin un trasplante él moriría a los doce años tal vez.
Pero eso dejó de importarle a él, consiguió amigos con quienes jugaba cada día después de la escuela, ayudaban a sus padres a sobrevivir en aquel pueblito aislado en mitad de los Urales. De hecho fue por aquella necesidad de autosuficiencia que Yakov, su padre, le enseñó a cazar. Él aprendió a cazar por su madre, quien fue francotiradora en la Segunda Guerra Mundial, luego él fue reclutado como francotirador para la guerra civil rusa donde conoció a Sergei, el padre de Misha, y luego fue Aleksei quien aprendió a cazar para ahora ser francotirador en la guerra japonesa. Aleksei insistía en que era una tradición el convertirse en cazador para que luego la guerra te volviera francotirador.
Pero aunque la guerra ya hubiera acabado para cuando ellos nacieron, los conflictos seguían en mayor o menor medida, y ellos tuvieron la mala suerte de que una mafia de Tiumen escogiera aquel pueblo abandonado en los Urales como su granja de rehenes. Tenía diez años y Misha once, pero aunque ya hubiera pasado mucho desde entonces, tenía la escena fresca de estar llevando unos carritos con cosechas a sus casas teniendo que batallar por la nieve.
Estaban en la placita del pueblo donde habían decidido descansar al estar en mitad del camino desde la granja hasta sus casas, pero al ver a un hombre sacar al alcalde del ayuntamiento con una pistola apuntando a su cabeza, corrieron hasta ocultarse detrás de la fuente desde donde presenciaron cómo mataban al hombre de un solo tiro.
—Debemos irnos de aquí, vamos a casa —murmuró Misha tomando de la mano al pequeño Aleksei que apenas estaba asimilando lo que acababa de ver.
Y corrieron con cuidado de no ser vistos por detrás de algunas casas, la gente salía de ellas a la fuerza o por intentar salvarse, y eso les provocó a ambos el terror de que a sus familias les pasara lo mismo. Pero maldita fue la hora en que tuvieron que cruzar un callejón alertando de su presencia a aquellos hombres.
—¡Goluveb! —quizá a Misha se le había olvidado aquel apellido por completo, pero a Aleksei nunca, ese apellido estaba en su mente cada vez que tomaba un rifle o siquiera lo miraba.
El hombre que respondía a este apellido caminó hasta donde el callejón desenlazaba en las colinas cubiertas de nieve justo detrás de las casas.
Ellos habían corrido como nunca, pero definitivamente debían ocultarse o sino habría sido imposible.
Se colocaron las capuchas que gracias al cielo eran blancas como sus abrigos y se tiraron detrás de una pequeña montaña de nieve acumulada.
—Lo primero que se ve es el brillo... —Aleksei citó aquello que tanto le decía su padre respirando con notada dificultad gracias al miedo— Luego viene el movimiento y luego el color... No hay que movernos —su voz diminuta y quebrada sólo era percibida por Misha quien tomó su mano apretándola intentando tranquilizarlo aunque él estuviera igual de asustado.
Se quedaron unos segundos así hasta que Aleksei se dio cuenta de otra cosa.
—Ponte nieve en la boca —le ordenó haciendo lo mismo muy lentamente. Así no se vería el vaho que soltaban debido al contraste de temperaturas.
Aunque no estuvieron allí más de tres minutos, para ellos fue como estar diez horas. Callaron sus respiraciones y las taparon aún más con la nieve esperando porque aquellos pasos provenientes del hombre se alejaran.
En su mente Aleksei sólo podía suplicarle que se fuera, lo llamaba por su apellido pidiéndole por lo que más quisiera que se fuera. Entonces los pasos se detuvieron, pero ese sonido fue tan familiar para ambos que sintieron el pánico adueñarse de ellos, esa era una gran señal... Si no hubieran sentido el miedo habría sido porque habían muerto. Inmediatamente después de aquellos clics del arma, el sujeto disparó contra la montaña de nieve en la que estaban, la bala pasó entre sus dos cabezas arrebatándole el corazón a los dos.
Pero después lo escucharon alejarse, unos segundos después ellos salieron de su escondite intentando llegar a sus casas. Ya sólo faltaban unos veinte metros, podían ver las casas justo allí, estaban detrás del cobertizo de hecho.
—Voy a asomarme para mirar, cuando te diga, corres hasta mi casa —ordenó Misha estando ambos escondidos tras la esquina del cobertizo.
Aleksei asintió, pero justo cuando Misha se asomó escuchó otro disparo y acto seguido lo vio caer al suelo.
Ni siquiera pudo gritar, tenían tan interiorizado el no deber hacer ruido que incluso Mijaíl apenas gimoteó un poco al caer con una bala incrustada en el abdomen. Pero era tanta esa necesidad de sobrevivir juntos que Aleksei lo primero que hizo fue pellizcar los hombros del abrigo de Misha para jalarlo hacia él sin que el hombre lo viera y le disparara también.
Lo arrastró hasta poder pasarle las manos debajo de las axilas y jalarlo hasta la parte trasera del cobertizo dejando un rastro de sangre que aumentaba gracias a la nieve. Pero pronto escuchó los pasos de alguien acercarse, ni de broma podía llevar a Misha a su casa, él era tan débil y se tropezaba tanto en la nieve que le había costado una eternidad llevarlo hasta allí dando su mejor esfuerzo.
Entonces ideó un plan como le había explicado su padre.
—Hazte el muerto —susurró dejándolo tras la caseta.
—Alyosha...
—Confía en mí —aunque Aleksei fuera tan pequeño y frágil en todos los sentidos, en ese momento Misha vio inconscientemente una seguridad tan grande en sus ojos que lo siguió ciegamente.
Aleksei corrió hasta la otra cara del cobertizo donde apartó la tabla suelta que su padre jamás reparaba y se consiguió meter. Fue hasta la pared donde había dejado a Misha y por uno de los agujeros de la parte inferior se asomó.
—Misha, estoy aquí —pero le costó recibir respuesta. Por eso simplemente puso a funcionar a su mente a pesar de que su plan se hubiera roto al no tener ningún agujero en la posición correcta—. Misha, cuando venga y esté justamente en esta línea, dime... o tose, o haz algo —sacó un poco la mano señalando la línea adecuada.
—Sí...
Tomó el rifle que su padre tenía guardado y se separó unos pocos pasos de la pared pero manteniendo la línea con la mayor precisión posible.
Esperaron unos segundos más, pudo ver la sangre de Misha llegar hasta la nieve que estaba justo delante del agujero del suelo... Pero si fallaba ese tiro ahora la sangre de ambos caería sin control.
Ignoró todo lo que no fuera una señal de Smirnov.
Y nada más escuchar cómo este tosió, jaló el gatillo creando un agujero mucho más pequeño en la madera. Inmediatamente corrió al hoyo del suelo para mirar, pero apenas podía ver nada, por eso mismo salió corriendo por el mismo lugar que había entrado pero llevándose el rifle consigo.
Al salir pudo ver el cuerpo inerte del hombre al lado de Misha.
Goluveb había sido el primer hombre al que había matado. Pero nada de eso le importó, permaneció más tiempo al lado de Misha apretando su herida sin conseguir nada hasta que sus padres llegaron y minutos después también lo hizo el ejército.
Como por arte de magia él no volvió a decaer en el medio año siguiente, pero sólo podía ver gozando de su salud cómo Misha se moría por la infección en la herida que a su vez le estaba consumiendo el hígado.
No quiso volver a separarse de él, sentía una carga de culpabilidad enorme por lo que le había sucedido aunque no hubiera sido por él. Le asustaba que algún día él simplemente muriera y lo dejara solo en los dos años que le quedaban.
Pero un día él fue al hospital de Tiumen, el mismo donde estaba Mijaíl, tuvo que llevarse una mochila con lo imprescindible, y allí mismo se despidió de sus padres dando su mejor esfuerzo por no llorar y no hacer llorar a su madre.
Recordaba a la perfección su último abrazo, aquel último beso con el que le dio su bendición y luego subió al autobús junto con otros niños que se estaban llevando del hospital. Por primera vez su enfermedad aunque estuviera inactiva le había salvado la vida, lo habían aceptado en aquel transporte que llevaría hasta un aeropuerto donde mandarían a todos esos niños enfermos en aviones medicalizados hasta Japón.
Nada más bajar del avión fue llevado a otro transporte que los dejó en la Rebeldía, el lugar que se convertiría en su hogar de ahora en adelante.
Crecieron allí bajo cuidados de enfermeras y tutores que los ayudaban a adaptarse cuando salían del hospital. Pero también había varios cuyo pronóstico no pudo mejorar y murieron a causa del viaje por cuidadoso que hubiera sido o simplemente habían perdido la lucha contra la enfermedad.
Aleksei no fue internado hasta un año después de su llegada, cuando la tregua de la enfermedad acabó. Pero por suerte su esperanza de vida había aumentado unos años mientras que la de Mijaíl estaba en duda, le habían diagnosticado cirrosis en el hígado, debido a la herida inicial, el órgano intentaba repararse pero sólo causaba tejido cicatrizante excesivo que impedía que funcionara bien. También tuvieron periodos de estabilidad, pero casi siempre intercalados.
Ya se estaban acostumbrando poco a poco a la vida en Japón y en la Rebeldía, ya podían hablar lo suficiente para sobrevivir y seguían asistiendo al instituto como unos jóvenes cualquiera de allí.
Pero Misha recordaba a la perfección el día en que Aleksei casi le arrancaba el corazón de golpe, era por ese día que entendía la preocupación constante y ataques de impotencia de Aleksei cuando él estaba grave.
No es que Aleksei tuviera sus mejores días esas semanas, le habían dicho que seguramente tenía una piedra en el riñón, que sería cuestión de tiempo hasta que esta saliera, por eso sólo le habían recetado pastillas para el dolor y beber muchísima agua.
Pero todo parecía haber vuelto a la normalidad, ese lunes había vuelto a clases, pero fue un maldito jueves cuando casi lo perdía.
Estaban a unas calles del instituto caminando junto a unos compañeros cuando de repente Aleksei quien llevaba unos minutos callado, simplemente se puso en cuclillas teniendo los pies algo separados pero las rodillas juntísimas. Ya había tirado su mochila y simplemente se apretaba las piernas empezando a quejarse.
Todos se acercaron a él, preguntaban insistentemente qué le pasaba, pero cuando Misha pudo verle la cara pálida pero con los pómulos así como la nariz enrojecidas por el llanto supo que definitivamente tenían que llevarlo al hospital. Cuando lo ayudaron a levantarse él vomitó lo poco que había desayunado preocupando aún más a sus compañeros, pero Misha simplemente lo tomó en brazos y empezó a correr hacia el hospital maldiciendo la distancia que había hasta él.
De vez en cuando lo escuchaba gritar y sentía cómo apretaba sin piedad su brazo y ropa, pero no se paró en ningún momento, sólo intentaba llegar lo antes posible al hospital. La única parada que hizo fue por una orden directa de Aleksei, una orden suplicante.
—¡Misha, bájame! —le golpeó el brazo con todas sus fuerzas para que le hiciera caso, pero aún así él quería negarse con tal de ganar tiempo— ¡Bájame! ¡Bájame, maldita sea! ¡Misha!
Pero cuando escuchó su llanto desesperado no pudo hacer nada más que obedecerlo y bajarlo lentamente dejándolo sentado en uno de los bancos de madera que estaban allí. Le tomó la mano viendo cómo recargaba la cabeza hacia atrás llorando en agonía, retorcía las piernas intentando deshacerse del dolor pero era imposible.
Sin poder aguantar más, lo volvió a tomar pero antes de que pudiera volver a cargarlo sin dificultad debido a su poco peso, un hombre que caminaba por allí los ayudó acelerando muchísimo más el paso hasta el hospital donde lo recibieron de urgencia y Misha no pudo saber más de él hasta después de una hora y media más o menos.
Estaba teniendo insuficiencia renal grave, sus riñones ya no funcionaban, estaban terminando de morir aún dentro de su cuerpo. Toda su vida había vivido con esos riñones fusionados que trabajaban como medio, pero ahora ni ese medio riñón funcional estaba trabajando.
Al cabo de unas horas él estaba conectado a un par de máquinas que hacían el trabajo que sus riñones ya no harían e intentaban mantenerlo con vida, les habían dicho que lo único que podía salvarlo sin tener que pasar el resto de su corta vida en esa cama con todos esos aparatos de órganos artificiales era un trasplante. Pero no había donantes, Misha no podía donar debido a los recientes problemas en su hígado mal sanado y tampoco era compatible con Aleksei; no tenían familia, estaban allí solos.
Esa noche él se resignó a que podría ser la noche en que Aleksei muriera sin poder haber hecho nada por él. Pasó de maldecir que no había ningún donante a ir a la raíz del problema, en ese día odió más que nunca la radiación que habían absorbido las células de Aleksei antes de que él naciera. Pasó a maldecir con el alma algo que había pasado hacía treinta años y no tenía para nada que ver con ellos dos, pero que, después de todo, sería lo que mataría a Aleksei esa noche.
Sobrevivió un par de noches hasta que apareció un donante, se trataba de una mujer que había muerto ayudando en la zona norte del país, nada más morir, al ser donadora de órganos, Aleksei pudo recibir el trasplante salvando su vida gracias a otra.
*** *** ***
"Así como el peor frío es que te cala por dentro, el peor enemigo es que está en tu interior"
Nombre: Aleksei Yakoevich Pavlichenko
Nombre en clave: Lyutz
Lugar de nacimiento: Kiev, Ucrania.
Edad y Fecha de nacimiento: 10 de febrero de 1995
Altura: 1.66 m
Peso: 52 kg
Bando: Rebeldía
Blindaje: 3
Velocidad: 3
Arma principal: Fusil de francotirador Dragunov (SVD)
Arma secundaria: SMG-12
Auxiliar: Escudo antibalas.
Dispositivo especial con descripción: Mira térmica. Mira telescópica de cuatro aumentos cuya peculiaridad es la facilidad para ocultar el brillo y su detector de calor que permite obtener visual de un enemigo u objetivo aún estando este a cubierto o desde un punto difícil.
Especialidad y línea de ataque: Francotirador.
Entrenamiento:
—Experiencia como cazador desde pequeño.
—Entrenamiento militar básico, medio y de élite de la Rebeldía.
—Entrenamiento intensivo en la unidad de francotiradores de la Rebeldía (2017-2019)
Experiencia importante:
—Servicio en la unidad de francotiradores de la Rebeldía (2014 - actualidad)
—Participación en el asesinato del Ministro Edward Bell. (Agosto de 2018)
—Rescate de rehenes en el noroeste de la Transición (12 de abril de 2020)
—Asesinato de Zeke Valanche (20 de febrero de 2021)
Trasfondo: Su madre era originaria de Pripyat, la ciudad donde conoció a Yakov, el padre de Aleksei, y la misma que abandonaron en 1986 aún siendo jóvenes a causa del conocido desastre nuclear de Chernobyl. Ellos no tuvieron complicaciones de salud pero debido a la radiación absorbida, cuando tuvieron a Aleksei nueve años después del accidente, se presentaron problemas de salud en él: riñones fusionados, anemia y problemas en la rodilla izquierda entre otros. Debido a su condición a los cinco años se fueron de Kiev a Rusia, se instalaron en un pueblo en los Urales, Pokrovskoye (a 80 km de Tiumen) donde vivió hasta los once años y recibía tratamientos constantemente en la ciudad vecina. Cuando él tenía diez años un grupo de la mafia de Tiumen fue a conseguir rehenes a Pokrovskoye, él y Mijaíl Smirnov se encontraron en medio del asalto e intentaron llegar hasta sus casas rodeando el pueblo por fuera pero poco antes de llegar, Mijaíl recibió un disparo, Aleksei intentó ayudarlo pero al ser perseguidos por el hombre que disparó, se escondió en el almacén de su padre y con el rifle con el que practicaba cacería consiguió matarlo a través de una pared. Mijaíl fue llevado al hospital donde quedó con problemas graves del hígado por mala cicatrización (cirrosis), meses después un transporte que enviaría a niños del hospital de Tiumen a Japón se los llevó a ambos a Inazuma, aunque Aleksei no estuviera internado en ese tiempo y llevara medio año sin complicaciones, su historial como un paciente delicado le permitieron el viaje. Llegando a la Rebeldía fueron instalados por los programas de acogida del gobierno. A los dieciséis años tuvo un episodio grave de insuficiencia renal aguda que estaba por acabar con su vida, pero pocos días antes de que llegara a un punto de no retorno recibió un trasplante de riñón que lo salvó. Mijaíl siguió empeorando mientras ellos comenzaron una relación amorosa, por esto mismo Aleksei decidió entrar al ejército a los 18 años, su experiencia como francotirador lo ayudó a que en menos de un año consiguiera un puesto en esta división ganándose varios reconocimientos, actualmente sigue ascendiendo y es de los francotiradores más famosos de la Rebeldía.
Perfil psicológico: Según Mijaíl, desde pequeño fue tímido y poco hablador, pero desde el día en que sucedió el ataque a su pueblo, él se volvió mucho más cerrado, sus padres intentaron ayudarlo pero sólo consiguieron evitarle estrés postraumático, no mejoró realmente su comportamiento. Se volvió muy protector hacia Mijaíl mientras que antes era al revés, y empezó a madurar muy rápido desde entonces. A partir de los quince o dieciséis años, cuando se adaptó bien a la Rebeldía empezó a abrirse y volver a mostrarse como un adolescente normal, siempre manteniéndose algo reservado y de pocas palabras, pero al menos ya no era distante. Sigue siendo algo tímido y no le gusta llamar la atención, pero siempre parece listo para ofrecer ayuda y una vez entra en confianza puede mostrar su lado más vulnerable y simpático (¡a todos nos costó llegar a conocerlo de esa forma!), se estresa con facilidad cuando algo está implicado en sus seres queridos y consigue desatar su lado más insensible y decidido cuando ellos están en juego. Le tomó unos meses familiarizarse con sus compañeros en el ejército pero una vez lo hizo se empezó a desenvolver bien y parece muy a gusto en su unidad y trabaja bien con prácticamente todos sus compañeros. No tiene mucha autoestima ni se valora demasiado rozando el extremo de la humildad, esto es bueno en el sentido de que por más reconocimientos que haya recibido no ha adoptado ninguna postura de superioridad, pero también afecta negativamente cuando se tiene en cuenta que es fácil convencerlo de que vale poco y mermarlo psicológicamente.
Relaciones: Tiene buena relación con prácticamente toda la unidad de francotiradores pero parece tener una especial amistad con Jordan Greenway (Reize), igualmente con otros miembros de las unidades superiores como Joseph King (Lion), David Samford (Tracker), Bae Kwan (Byron) Kim (Aphrodi), etc.
Pareja: Mijaíl Sergeyevich Smirnov
Aspecto:
Estado: Vivo, activo.
Tema: There's Always a Flaw — The Hunger Games OST (U 40000+K — HELL: Survivors OST)
Notas:
—Es nieto de la francotiradora Lyudmila Pavlichenko, debido al renombre que ella tenía, su padre obtuvo como apellido el de su madre.
—A los dieciséis años recibió un trasplante de riñón que le salvó la vida y le quitó uno de los ya muchos problemas de salud que tiene. Se sabe que la donante era una enfermera de la Rebeldía que murió en un campo de refugiados del norte, Beatriz Daystar.
—Es considerado uno de los hijos de Chérnobyl, la generación de niños que nacieron afectados física o mentalmente por la radiación a la que fueron expuestos sus padres o ellos mismos en la gestación.
—Según él, eligió su apodo simplemente porque le gustaba cómo sonaba, no tienen ningún significado específico, aunque resulta ser el nombre de una pequeña localidad en Alemania y suena similar al inicio del nombre de su abuela.
—Ha ganado la medalla de francotirador reconocido, una medalla de oro y la Estrella de Solidaridad (reconocimiento dado a militares extranjeros que luchan en el ejército Rebelde), y se le han atribuido alrededor de 70 bajas generales desde su tiempo de servicio, pero bajas específicas y aseguradas ha tenido 43 siendo uno el sexto militar rebelde que más bajas enemigas ha tenido en tan poco tiempo (contadas desde el inicio de su servicio).
—En su tiempo libre le gusta dedicarse a pintar o dibujar, es muy bueno en ello.
—Debido a varias operaciones en su pierna izquierda por su problema de nacimiento tiene una leve cojera que le impide correr demasiado tiempo.
—En noviembre de 2018 se casó oficialmente con Mijaíl Smirnov. Se casaron por lo civil así como por la iglesia ortodoxa haciendo una pequeña celebración.
—"Si nadie lo hubiera descubierto seguiría siendo el desperdicio de las minas de plata, una piedra más, no un elemento que lleva al menos 40 000 kills encima." -Pavlichenko en una conversación personal refiriéndose al Uranio. Al igual que Mijaíl, sienten un profundo odio que admiten ilógico hacia el uranio, dicen que no es el verdadero causante de todos los problemas que desencadenó y tampoco de todas las complicaciones que provocó en la vida de Aleksei, sino todos quienes estuvieron detrás de aquel desastre. Pero desde una opinión personal, veo más que lógico buscar cualquier culpable para algo tan dramático e injusto como es la condición de Pavlichenko que fue causada por muchos factores casi diez años antes de su nacimiento. A veces sólo necesitamos a alguien a quien culpar, o en este caso, a algo.
—Informe por Neil Turner (Ripper) º3º
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¡Hola a todos!
Este fue el capítulo de hoy, espero que les haya gustado UwU
Como pudieron ver, este también fue muy diferente al original, mucho más que el capítulo anterior, nos vamos centrando más en los adultos porque también son importantes y merecen amor igual. Aunque realmente he reducido mucho la diferencia entre los adultos y los jóvenes de la serie original, en los inicios de HELL la diferencia seguía siendo muy grande, pero ahora muchos tienen prácticamente la misma edad o incluso personajes del Go tienen más edad que otros de la saga original, pero bueno, son bebés en nuestros corazones XD
Muchas gracias por leer y nos vemos pronto ^^/
Atsushi~
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