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[CAPÍTULO 4]

5/05/2022 | Hospital General de Inazuma, Centro, Inazuma, Japón.

—Esto no puede seguir así, Luciel.

—Lo siento, no puedo hacer nada por ti.

El ambiente estéril y blanco, aunque cada vez más lleno de vida, de aquel cuarto de hospital se vio interrumpido por la risa genuina del chico.

¡Podrías dejar de ganar todas las rondas que hacemos! —esta vez la chica también comenzó a reír, aunque intentara seguir exagerando su fastidio.

Ella tiró las cartas sobre la cama y se cruzó de brazos.

¡Pero no te rindas ya!

¡Chico, ¿qué quieres que haga?! ¡Si ya me ganaste desde hace quince minutos! —los gritos supuestamente fastidiados de la chica sólo lo hacían reír más.

Siempre puedes remontar.

¿¡Acaso crees que se puede remontar esta tremenda aniquilación!? —siguió ella señalando las cartas que ya estaban desperdigadas por la sábana. Su voz chillona adquiría tonos graves y extraños cuando gritaba, lo que no sólo le confería un tono de voz peculiar, sino que también hacía de esta una trampa para Slocker. No se cansaba nunca de su voz— Ay, ¿me das un pañuelo?

Intentó sorber su nariz mientras extendía su mano hacia la mesita con la caja de pañuelos, pero él tomó uno y en vez de dárselo, le apartó la mano de la nariz y la secó.

¿Ves lo que pasa? Se me salen los mocos del coraje —siguió ella, aunque con un tono de voz más bajo y cansado. Intentó quitarle el pañuelo al rubio para poder sonarse ella sola. Por costumbre revisó que no hubiera sangre en el papel y luego lo tiró en el bote del otro lado de la cama.

¿No quieres descansar ya? —dijo él también bajando su tono de voz, aunque aún le costaba desprenderse de la sonrisa de su rostro. Sabía que ella necesitaba descansar, pero muy en el fondo él no quería que se durmiera, daría lo que fuera por poder seguir riendo y hablando con el lado más activo de la chica.

De lo que necesito descanso es de las aniquilaciones contundentes. Llevamos como tres partidas y en todas he perdido.

La respuesta de la chica sólo lo hizo sonreír más. Pero su mirada azul la hizo entender que también quería saber la respuesta seria a su pregunta.

No te preocupes, me gusta pasar tiempo contigo. Prefiero mil veces estar así que simplemente dormir, eso lo hago todo el día —Slocker apretó un poco la mano que había puesto sobre la pierna de la muchacha y le sonrió suavemente.

¿Aunque te gane?

Sí, aunque me ganes —ella empezó a reír de nuevo y su voz se alzó—. Pero podrías ser un caballero y dejarme un poquito de suerte a mí también, caprichoso.

Lo que tan poco común era incluso para sus compañeros de unidad, se repetía con una frecuencia muy alta en esa habitación: Luciel no dejaba de reírse casi con cada intervención de la chica. Ya fuera por la gracia que le causaba, o por expresar de alguna forma la felicidad que le hacía sentir.

—Está bien, te doy un poco de suerte, ¿sí?

Recogieron las cartas y las barajaron de nuevo.

¡Esto ya es otra cosa! —rio ella al ver sus cartas— Sí... me gusta, me gusta.

¿Me porté bien al repartir? —preguntó él mientras acomodaba las cartas sobrantes en una pila.

Sí, muy bien. Te ganaste una palmadita —entonces ella se estiró y literalmente le dio una palmada en la cabeza antes de seguir disfrutando sus cartas y pensar en la forma en la que esta vez ganaría.

Pero el sonido de alguien tocando la puerta interrumpió su primera jugada.

¿¡Quién putas es!? ¿No se les ocurre venir en otro momento o qué? —chilló ella con desesperación mientras Luciel dejaba de reírse y cambiaba su modo de razonamiento del ruso al ayu.

—¡Adelante!

Soy yo, perdón por interrumpir, señorita —ninguno de los dos se esperó que fuera Sasha quien estaba al otro lado de la puerta.

Ella se cubrió la boca con un poco de vergüenza. Todo ese tiempo que llevaba hablando en voz alta y diciendo una que otra grosería lo hacía confiando en la insonorización de los cuartos y de que muy poca gente los entendería. Por eso sintió vergüenza cuando vio cómo se trataba de Danilov quien había entendido perfectamente lo que dijo.

Una disculpa... —dijo cada vez más roja mientras sentía la vergüenza caerle encima.

No te preocupes, a todos nos pasa —rio Danilov mientras se acercaba a la cama para así saludarla con un abrazo—. Hola, Adelina.

Hola —respondió ella aún recuperándose del momento, mientras los dos chicos se saludaban también.

¿Pasó algo? —preguntó Slocker todavía con vestigios de su sonrisa, ahora fijándose en Sasha.

Este sólo sacó su teléfono de su bolsillo y lo agitó en el aire, finalmente haciendo recordar a Slocker que llevaba más de una hora sin mirar su celular. Evidentemente ya era tarde para ello, la presencia de Sasha era la señal de que había tenido que ir a buscarlo.

Perdón, no estuve...

En verdad es mucho más importante la partida de cartas, pero tienes que venir, lo siento —dijo Danilov mientras le ponía una mano en el hombro al chico antes de mirar con lástima a la chica—. Te lo voy a tener que robar un ratito, disculpa.

Ah, sí, claro —asintió ella con una sonrisa inevitablemente triste.

Si por mí fuera te lo dejo aquí, pero el presidente es caprichoso —dijo Danilov con lástima, compartiendo una sonrisa con la chica mientras Luciel recogía sus cosas.

Me imagino —dijo con una risa cansada—. Te encargo que lo cuides, ¿sí?

El rubio asintió y se despidió de la chica adelantándose a Slocker, permitiéndoles así despedirse a ellos dos más efusivamente.

La mano fría de Slocker se colocó sobre la mejilla cálida de Adelina mientras sus labios se unían en un beso suave y delicado, pero suficientemente profundo como para saborearlo.

Te escribo en la noche, ¿sí? —dijo juntando su frente con la de ella. Cuando asintió, sólo le dio un último beso en el pelo y salió junto a Sasha.

Danilov vio la forma en que la chica rubia lo miraba mientras cerraba la puerta. Comenzaron a caminar y puso una mano en la espalda de su compañero.

—Te quiere mucho, Luciel —comentó con ternura mientras caminaban hacia el estacionamiento.

Y yo la quiero mucho —afirmó él mismo mirando a Danilov.

La mirada de Luciel era segura, pero había cierto miedo y desesperación en ella. Ya habían hablado con Sasha de aquello, pero aún le faltaba asimilarlo.

Adelina había llegado a sus vidas de una forma muy personal. Era una presa de los Valles, había sido enviada al hospital del Centro para ser tratada y más adelante regresarla como sujeto de experimentación: prácticamente la misma historia de Sasha. Aunque la chica ya rondaba los veinte años, no como Aleksander quien apenas tenía once cuando lo sacaron de los Valles.

Cora la había atendido al igual que al resto de presos que tuvieron la misma suerte que Adelina, pero la gran mayoría no hablaba ayu todavía, así que por eso ella le pidió personalmente a Luciel que la ayudara como intérprete. No era un asunto oficial, al gobierno le daba igual si los sujetos de prueba sabían lo que sucedía o no, después de todo no eran más que conejillos de indias. Pero Cora no lo soportaba, tanto por su humanidad como por conocer la historia de Sasha.

Luciel se presentó en el hospital y la ayudó a traducir al igual que Konrad pues varios de los presos eran de Rusia o Alemania. Pero después de ir cada día a ayudar a su compañera comenzó a tenerle cariño a Adelina, y el afecto fue mutuo.

Se habían enamorado, eso estaba claro para los dos, pero Luciel, cuyas escasas experiencias en el amor no habían sido buenas, hasta el grado de que dejó de tomarse en serio sus sentimientos de afecto más allá de la amistad; tenía miedo. No estaba acostumbrado a ello.

Quería a esa chica como quería a sus compañeros, la protegería al igual que a ellos; se sacrificaría por ella, como por sus otros seres queridos. Pero algo era diferente. No sólo en sus sentimientos, en la forma en la que la quería, pues aunque él adorara a Konrad y Sasha por poner ejemplos, sus sentimientos con ella eran distintos.

La última vez que creyó enamorarse fue de Sasha, y aunque se quisieran tanto como para intentar ser novios, a las dos semanas rompieron por darse cuenta de que aunque se adoraban mutuamente, esa no era la relación en la que mejor se expresaba su cariño, era otro tipo de amor incondicional. Y sí, los dos estaban mucho mejor así. Más allá de besarse como si nada antes de que Danilov saliera oficialmente con Ángel, Luciel definitivamente sentía que disfrutaban mucho más su afecto como amigos inseparables.

Konrad nunca le había atraído así, nunca llegó a confundir su aprecio con amor romántico, pero aún así el sentimiento era muy fuerte. Lo mismo con Einar, con Rina, Cora, Gen, Nyx...

Tenía claro que sus sentimientos por Adelina no eran como los que tenía por todos ellos, vio la diferencia entre ella y Sasha cuando creyó haberse enamorado. Pero la diferencia que en verdad le causaba un conflicto interno era el hecho de que ella no peleaba a su lado.

Él estaba metido en la guerra, ella era una víctima indirecta. Y le aterraba la idea de no poder tenerla a su lado ya fuera como civiles o militares, no poder pelear juntos. Ella no era un soldado que le cubriría la espalda, y él no podía ayudarla en su propia pelea con el cáncer.

Un día él se iría a pelear, ella se quedaría con la incertidumbre de si estaba bien o no, y él se iría con la angustia de no saber si su gran rival la atacó durante su ausencia. El temor era mutuo. Pero Adelina había dejado claro que estaba dispuesta a afrontarlo. Ella confiaba en él, en que no se dejaría matar sin más. Y él confiaba en que ella era fuerte, pero no confiaba del todo en sí mismo...

La angustia en su mirada era precisamente lo que le había dicho a Sasha: la quería tanto que le aterraba perderla.

En ese preciso instante, a diferencia de la tranquilidad que tenían ellos dos en el coche, de ese ambiente tranquilo y hasta cierto punto apacible, el gran ruido del lugar le impedía a Konrad escuchar su propio teléfono que sonaba.

—¡No lo sueltes, ya casi lo tienes! —gritó mientras por impulso le dio varios golpes a las tablas de madera que hacían de ring impidiendo que los espectadores llegaran directamente a los espectadores— ¡Carajo, Muun, ábrele la cabeza, rómpele los huevos!

Pelear entre soldados a modo de entrenamiento estaba permitido, podían hacerlo en los cuadriláteros de los gimnasios. Pero apostar y ganar dinero en las peleas estaba prohibido. Por eso hacían eventos clandestinos como estos de vez en cuando, era otro de los secretos a voces entre ciertos grupos del Centro. Se reunían en los sótanos de los edificios, organizaban sus peleas entre ellos, hacían apuestas y más de una vez se les salía de control y terminaba en una pelea campal hasta que unos cuantos ponían el orden con tal de no ser descubiertos en el acto por los superiores.

Por eso Konrad temía por los casi mil yukras que había apostado por Muun, al ver cómo Quebec lo había golpeado contra la pared de madera contraria.

Cha'ak esquivó un último golpe, aprovechando para ganar ventaja y volver a golpear a Quebec.

—¡Eso, carajo, eso! —volvió a golpear la madera emocionado por la remontada.

Aunque Uniform hiciera el papel de árbitro, realmente tenía muy poco peso sobre la pelea, sólo siendo un portavoz para las rendiciones y teniendo un mínimo poder de decisión. No había reglas a no ser que el organizador de la pelea las especificara, casi siempre se decidían por knockout o por abandono.

¡Al cuello, Muun, al cuello! —Yaak, quien estaba al lado de Konrad, le gritó a su hermano una vez tuvo mejor control de la situación y consiguió aplicar una llave a su rival.

—¡No se permiten llaves! —Uniform hizo una cuenta atrás para que lo soltara. Muun apretó hasta quedar al borde de unos segundos para ser "descalificado" y entonces lo soltó.

—¿¡Cómo que no se pueden!? —Yaak comenzó a reclamar al igual que varios más— ¡Uniform, eres de su escuadrón, si no quieres que le peguen entonces no lo dejes pelear!

—¡O di en tus putas reglas que no se valen llaves desde el principio, pendejo! —Konrad le siguió la pelea, viendo cómo Uniform seguía mandándolos a callar y algunos otros de la nueva Unidad Apocalypse, reclamaban que dejaran de meterse con el árbitro y dejaran que pelearan limpiamente— ¡A mí no me mandes a callar, cabrón!

—¡Gerlach, ¿por qué no te metes y te rompemos el hocico de una vez?! —la amenaza de Tango desde el otro lado del "ring" vino apoyada por varios gritos más de ambos lados.

—¿¡Tantas ganas de que te rompa la cara!?

—¡Cállate Tango, tú ya ni peleas porque te sacan por knockout al primer round! —siguió Yaak.

—¡Pues métete tú, estúpido, vamos a ver cuántos rounds aguantas sin reglas!

—Cállense y aléjense para que siga la pelea —finalmente Uniform se acercó a ellos dos.

—¿Quién crees que eres? ¿Mi mamá? ¡Haz algo bien y ya saca a Quebec antes de que lo maten!

—¡Él es el que va a matar a tu hermano!

—¡Primero que se mantenga en pie solo!

—¡Tango, métete y nos arreglamos, estúpido! —Konrad insistió buscándolo desde el otro lado.

—¡Éntrale! ¡Vamos a hacer que tu puta te saque arrastrando!

En el momento en que Konrad puso la mano en la barda para saltar y entrar al ring, fue justo cuando Noel llegó por atrás sujetándolo de la cintura para así sacarlo.

—¡Hablando de la puta!

—¡Pues yo no veo a tu mamá en ningún lado! —Yaak se adelantó a responder mientras Noel se llevaba a Konrad con una sorprendente facilidad incluso cuando los pies del más bajo no tocaban el suelo en ningún momento y los movía en el aire.

—¡Mira cómo se alegra de que no entre y le parta la cara! —continuó Konrad mientras su novio se lo llevaba, recibiendo gritos de vuelta mientras se reía irónicamente— ¿Cuántas veces lo han noqueado a la primera ronda?

—Konrad, ya, no vas a pelear hoy —suspiró Noel sin darle una respuesta a su pregunta. Al verse ya sin tiempo pues estaban a punto de salir del sótano, terminó con su pequeño monólogo.

Warmduscher! Deine Mutter geht in der Stadt Huren! ¡Yaak, te encargo mi dinero!

Al subir finalmente y llegar a la calle, Noel lo bajó al suelo y ambos suspiraron, contrastando el agotamiento de Noel con la genuina sonrisa de su pareja.

—Cómo me desestresa venir aquí.

—Vamos, tenemos una reunión.

—¿No querías verme pelear hoy? —preguntó yendo detrás de él hacia el coche.

—No sé si hoy sería el mejor día... —suspiró algo agobiado abriendo la puerta del auto.

—Suponiendo que no tuviéramos la reunión ni nada de eso, claro —continuó.

—Bueno, si no hubiera prisa puede que sí. Aunque no me gustaría que te hicieran daño.

—Me sé cuidar, no te preocupes —rio finalmente complacido por su respuesta mientras se subía como copiloto. Y justo antes de que arrancara el coche, con una mano apretó las mejillas de Noel obligándolo al mirarlo—. Y sabes que te sé cuidar también, ¿verdad?

La mirada tensa del pelinegro se suavizó al escucharlo. Susurró su respuesta finalmente regalándole una sonrisa a Konrad antes de corresponder a su beso y tomar rumbo a la reunión. Danilov llevaba tiempo avisándoles, pero evidentemente Gerlach no lo notó en mitad de la conmoción, de ahí que Noel se encargara de ello como casi siempre.

Llegaron al edificio donde encontraron a Luciel y a Sasha ya esperando en el vestíbulo.

—¿Vamos tarde? —preguntó Gerlach al llegar.

—Casi —Danilov se giró y comenzó a caminar hacia la sala de reuniones—. ¿Estuviste en la pelea?

El más bajo asintió y mientras seguían caminando, Slocker se acerccó a Konrad más discretamente mientras que Sasha y Noel hablaban.

—¿Cómo acabó? —preguntó en un susurro haciendo reír a Konrad.

—No llegué a acabarla. Iba bastante igualada, aunque aposté casi mil yukras por Muun así que espero que haya ganado.

—Aquí tienes tu dinero —sinceramente se asustó cuando sintió a alguien colocarle la mano en el hombro cuando sabía que no había nadie detrás suyo.

—Dios mío, Yaak, casi me da sun infarto —los dos hermanos rieron y Konrad recibió el dinero guardándolo directamente en su bolsillo—. ¿Qué hacen aquí?

—Es una reunión oficial.

Se detuvieron frente a las puertas de la sala de reunión y entonces entraron todos juntos adoptando sus lugares correspondientes. Teniendo sólo a Danilov y Muun en la mesa principal con todos los demás capitanes de unidades, el presidente y el resto de cargos principales.

La mirada de Masha hacia Danilov era muy obvia, lo mismo con Simeon, pues después del castigo después del Coliseum, el odio hacia la Unidad Imperial había empeorado. Además de que desde entonces se reorganizaron las unidades, sólo quedando intactas el Dragon Link y la Unidad Imperial, haciéndolos aún más odiados.

Cinquedea dio inicio a la reunión, mostrando ya imágenes en el proyector de hologramas del centro de la mesa con distintos tipos de información.

—Por ahora el dominio de la zona de Akita se ha vuelto más inestable, en cualquier momento estallará una rebelión en la zona por los propios trabajadores. Por el momento no hemos detectado presencia militar rebelde en las zonas controladas, especialmente en la refinería. Los encargados de la Unidad New Rise volverán al Centro —se fijó en Mehr a lo que la chica asintió, y luego cambió su vista al otro lado de la mesa—. Y enviaremos a la Unidad Imperial para que controle el territorio, y llegado el momento actúe en conjunto con la Unidad Eclipse para sofocar la rebelión y evitar la intervención enemiga.

Danilov y Cha'ak asintieron a ello, sin verle mayor problema a la situación.

—Deben controlar toda la zona de la frontera. Desde el puerto industrial hasta el final de la ciudad, el objetivo de los rebeldes es la refinería —tomó ahora la palabra Hobbes.

—Porque suponiendo que se arme una rebelión de los trabajadores, nos van a acorralar, ¿no? —habló ahora Danilov mirando a Hobbes quien permaneció callado, entonces el rubio se acercó el proyector y amplió el mapa para poder ver toda la zona y señalarla— Los trabajadores y civiles nos atacarían desde el sur, acorralándonos contra la frontera, que no es otra cosa que el mar, donde ya tiene bases la Marina Rebelde... según dice aquí, tienen localizados dos barcos justo en la frontera. Así que mientras nos acorralan, nos atacarán desde el norte ellos.

—Así que somos la carnada —ahora intervino Muun—. Ni siquiera eso, somos el sacrificio. O nos aniquilan, o luchamos todo lo que podamos, o nos encargamos de la rebelión de trabajadores y quedamos como asesinos de civiles. ¿No es eso?

—¿Qué pretende hacer el Centro cuando nos aniquilen ahí sin sentido? ¿Mandar misiles para que todo dé lo mismo? —continuó cuestionando Danilov, ahora mirando al presidente.

—Por eso su única opción es ganar. Encargarse de los militares, retener a los civiles y calmar la actividad en el Frente Norte —respondió con total tranquilidad el hombre, contrastando con el ceño fruncido de los dos capitanes—. Por eso los mandamos a ustedes, no hagan que nos arrepintamos.

Muun se quedó callado unos segundos finalmente entendiendo que ese era su verdadero momento para probar la fuerza de su unidad que ya no vivía a la sombra de la Unidad Luz, y de su fracaso años atrás. Pero Sasha no perdió el tiempo.

—Quiero entonces permiso y recursos para hacer una fortaleza en el Frente Norte, si debemos resistir ahí por lo menos dennos los medios.

—Concedido.

—Explosivos suficientes como para hacer un campo de minas, radares en condiciones, misiles de largo alcance...

—Concedido —Cinquedea volvió a asentir con una sonrisa de satisfacción al ver cómo su elección había sido la adecuada.

—Permiso para usar la Bomba del Zar al completo.

—Está hecho.

—Bien, entonces. No van a tomar Akita —aseguró finalmente satisfecho el rubio volviendo a recargarse en el asiento.

—Eso es lo que quería escuchar.

Konrad le dio una palmada en la pierna a Luciel, con una sonrisa maliciosa al ver cómo Quentin llevaba toda la reunión completamente serio, y no le había gustado ver a su padre concederle deliberadamente todos aquellos permisos a Danilov.

—Los demás escuadrones se encargarán de defender el Centro, de prepararse ante cualquier ataque por parte de la Rebeldía.

Tras varios minutos más, donde los capitanes de las unidades nuevas daban informes sobre su estado y cómo habían estado trabajando hasta el momento, la reunión estaba a punto de darse por finalizada. Así fue hasta que Quagmire le señaló un papel más al presidente, quien recordó aquel último punto a tratar.

—Ah, una última cosa. Dentro de dos meses aproximadamente, contaremos con la visita del Doctor Sokolov, viene desde Rusia para firmar y cerrar su contrato con una de las empresas farmacéuticas de Hiroshima. Él patentó un medicamento innovador, destruye tumores malignos en cuestión de días, ha sido ya distribuido de forma minoritaria, pero tras acuerdos y una estrecha relación con nuestros médicos de los Valles, finalmente escogió una de nuestras empresas nacionales para distribuirlo comercialmente. Es algo sumamente importante, así que necesito un escuadrón que se encargue de garantizar su seguridad en todo momento desde su llegada al país hasta que tome al avión de vuelta a Moscú la semana próxima.

—Nosotros —Sasha alzó la voz, cortando a Cinquedea.

—Habíamos pensado en la Unidad New Rise, realmente —comentó el hombre.

—Es obvio que va a preferir que alguien lo entienda y no sea simplemente custodiado por extraños y extranjeros. Dos personas en mi unidad hablamos ruso, señor.

Yo también hablo, precioso —el rubio se giró al escuchar a Mehr detrás suyo, cruzando unas miradas tensas ahora de ambos lados.

—Sí, por eso habíamos pensado en la Unidad New Rise, su capitana habla el idioma, además aún no tenemos confirmada su fecha de llegada, podría coincidir con su estancia en el norte.

Danilov sólo tomó aire a través del cable que aún le pasaba por la nariz y asintió sin decir más.

Después de aquello la reunión finalmente terminó.

Salieron de la sala y una vez Cinquedea se alejó, Konrad se acercó de nuevo a Luciel abrazándolo de lado, casi haciéndolo perder el equilibrio.

—Despídete de tu novia y haz la maleta, nos vamos al norte.

—Despídanse bien, porque los mandaron como mera carne de cañón —comentó Quentin al pasar junto a ellos.

—¿Qué se siente no ser el favorito de papi? —Calíope fue la primera en voltearse y clavar su mirada asesina en Konrad.

—A nosotros nos acaban de dar el trabajo más importante y menos estúpido, así que no sé lo que se siente en verdad.

—¿El trabajo más importante es quedarse en casa y avisar si viene alguien? —continuó burlándose, ahora en voz más baja recargándose en Slocker quien apenas pudo contener su risa, formando una efímera sonrisa en su rostro.

—¿De quién mierda te burlas, marginado? —cuando el rostro de Quentin se oscureció y se adelantó para sujetar a Slocker del cuello, el rubio empujó de lado a Konrad y detuvo el brazo de Cinquedea antes de que llegara a tocarlo.

Pero cuando Konrad quiso ahora devolverle el golpe a Quentin, Serafina lo detuvo.

—Estas no son las peleas ilegales en los estacionamientos subterráneos, Gerlach, ten cuidado con quién te metes.

—Si tanto me tienes vigilado, mejor vigila también a los tuyos —le hizo un gesto señalando a Aimé con la cabeza, ahora siendo contenido por Noel mientras Slocker se separaba de Quentin sin más.

— La jeta que se trae es porque acaba de perder dos mil yukras porque noquearon a Quebec antes de venir a la reunión —dijo Yaak apoyando a su compañero.

—¿Tú qué mierda sabes? Cállate, Yaak.

—Claro, lo siento, está así porque ahora todo el ejército sabe que Namazuo jugó con él y luego se largó.

Cuando estaba a punto de estallar una nueva discusión, Quentin fue quien recuperó la compostura a la vez que Muun trataba de contener a su hermano.

—Caballeros, olvidemos esto, ¿sí? —dijo Cinquedea al tratar de apaciguar la situación.

—¡Konrad, Slocker, vamos! —los llamó Danilov desde unos metros más lejos por el pasillo, estando acompañado por Noel.

Se subieron al mismo ascensor y una vez las puertas se cerraron, notaron cómo Sasha estaba particularmente serio, pero dudaban en serio que hubiera sido producto de su desorden al finalizar la reunión.

—Luciel, llama a los demás, diles que nos vemos en mi casa en quince minutos. Si Cora está de turno, dile que le vamos a llamar, es importante.

Slocker asintió y sacó su teléfono para comenzar a avisarles a todos los demás.

—Va a ser una misión importante, ¿no? —le habló Konrad ahora con un tono más serio, aunque tranquilo.

—La más importante por el momento. Y tenemos que acabarla rápido y bien, sí o sí.

***

Empezó cuando Leonardo Imperiale rompió la tregua, ahí se declaró la guerra. Pero no nos llegó su verdadero peso hasta que nos sacaron del Centro después de tanto tiempo con una misión de tal importancia y complejidad. Finalmente vimos de frente a la guerra y nos sumergimos en ella.

—Rina Ibara, "Nymph". Miembro de la Unidad Imperial.

***

***

Un capítulo corto porque llevo casi medio año con bloqueo, pero progreso es progreso, ¿no?

Ahora vimos un poco de cómo es el ejército en el Centro, aunque realmente pronto se publicará el informe sobre la nueva distribución de las unidades del Centro, espero que la lean también~

Ya que poco a poco nos vamos quedando sin personajes nuevos para introducir y sacar sus licencias (en verdad faltan muchos pero quizá no tan importantes...), comencé a resubir las fichas de la Unidad Imperial. Pues al reformar el ejército se crearon también nuevas licencias, y en la vida real porque quise rediseñarlas XD

Gracias por leer y nos vemos pronto.

Atsushi~

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