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Capítulo único

Ok, ¡Fanfic sorpresa!

Sé que he estado muy alejada de la escritura, pero la universidad me consume la vida y otras veces estoy ocupada viendo mis dramas chinos porque es lo único que me conecta de no querer matarme alv de tantos deberes, parciales y pinshe situación país(?) Ha sido difícil amiwis :'v 


Pero bueno, vengo con nuevo fanfic que esta bien fumado porque literalmente lo soñé XD sooo intente darle "Coherencia mientras escribía pero no se si funciono muy bien XD literal esto es sacado de los más oscuro de mi retorcida mente(?) y adaptado a la canción Hell Fire del Jorobado de Notre Dame~

Esto vino de dos sueños que tuve que coinciden en cierta forma así que le di rienda suelta a ver qué pasaba y esto salio XD

Tengo tiempo sin escribir para este fandom y me alegra mucho volver a hacerlo <3 espero próximamente poder transcribir algunas ideas que tengo sueltas y algunas promesas que no pude cumplir por la universidad, tenganme paciencia bebeses

Advertencia: parte sexy para su disfrute 7w7r ¡Y OOC!
¡Aquí el fic!


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Hydra era una organización oscura cuyas creencias eran radicales, se hacían pasar por personas fieles y puritanas, que su organización solo ayudaba a limpiar la mancha del pecado en aquel pueblo, sus soldados era bestias insaciables hambrientas de sangre, sus verdaderas intenciones eran simplemente eliminar a todo aquel que estuviese en contra de sus ideas.

Su nombre, era debido a una supuesta diosa a la cual esta organización creía, según ellos, su diosa era benevolente y buena, pero no soportaba la desobediencia y el pecado, por esa razón, sus fieles seguidores, debían imponer respeto y hacer sus órdenes cumplir.

El pueblo de Shield fue testigo de las atrocidades que cometía Hydra, día a día sus ciudadanos vivían con el miedo que alguno de aquellos soldados viniera a hacer cumplir su ley a costa de violencia en nombre de su diosa, por esa razón, los ciudadanos de Shield eran personas calladas quienes no se metían en asuntos ajenos, vivían su vida con miedo y sin gracia siguiendo las órdenes que aquella organización dictaba para poder vivir.

Hydra estaba orgullosa de lo que había logrado, tener aquel pueblo bajo su yugo, aquellos ciudadanos solo servían a ellos y a lo que ordenaban, si tenían aprecio a su vida no les contradirían, además tenían los mejores soldado, pero había uno que destacaba de los demás.

Le llamaban el Soldado de Invierno, aunque su nombre real era James Barnes, pero ni él mismo dejaba que otros usarán su nombre.

Era un joven alto y apuesto, era un luchador, un sobreviviente, Hydra lo acogió bajo su ala cuando apenas era un niño de cuatro años, sus padres habían muerto en un incendio resultando él el único sobreviviente. Madame Hydra, quien estaba a cargo de las tropas, vio a aquel pobre niño entre escombros, su brazo izquierdo quemado debido al incendio, la mujer tuvo un deje de piedad al ver al niño y dijo que si había sobrevivido era porque su diosa lo había decidido así, desde aquel día entonces, Madame Hydra juro que aquel niño sería el mejor soldado que alguna vez Hydra haya conocido.

Y lo fue.

El Soldado de Invierno era letal, sin titubear, nunca dejaba una misión incompleta, seguía las órdenes de Hydra al pie de la letra, un joven que creció bajo el manto de las enseñanzas de Hydra y adoración hacia su diosa, era lo mejor de lo mejor y su brazo de metal en su brazo izquierdo, el cual reemplazaba aquel brazo que fue horriblemente quemado e inservible cuando era niño, solo aumentaba su nivel de peligrosidad. El Soldado era el mejor, no tenía vicios, no tenía debilidades, él solo veía por y para Hydra y para complacer a su diosa. Era el soldado perfecto.

Pero aun así, era humano, y los humanos tienden a caer en tentaciones.

Su tentación, un joven herrero del pueblo.

Su nombre era Tony Stark, provenía de una larga línea de herreros Stark que había residido en aquel pueblo por generaciones, y, en opinión de Tony, esta sería su última generación...

Su padre y su madre murieron en un "accidente" mientras transportaban algunos materiales, Tony sabía mejor, su padre últimamente se estaba desviando de las órdenes de Hydra, y ellos en su posición de ser los herreros oficiales del pueblo quienes a su vez tenían el deber de prestar sus servicios a algunos soldado de Hydra, no podían desviarse, al menos, no obviamente como hizo su padre.

Tony, como la mayoría de las personas del pueblo, les tenía rencor a Hydra y sus creencias, pero amaba vivir y definitivamente no quería terminar como sus padres y morir sin una razón justa.

Así que el cargo de herero cayó sobre sus hombros, por suerte él como toda su familia, era bueno en el oficio, aunque odiaba con toda su alma cuando aquellos molestos soldados de Hydra entraban a su taller y se comportaban como imbéciles.

Todo fue hasta que lo conoció a él, el temible Soldado de Invierno.

La vida de Tony cambió radicalmente desde el momento en que aquel soldado pisó su taller.

Él era diferente a los demás, de alguna forma, Tony no sabía a ciencia cierta, pero era más interesante.

Y peligroso.

En su mirada se notaba, fría y calculadora, sin alguna pizca de emoción, era el infame Soldado de Invierno, debía tenerle cuidado, pero oh, la diosa le ayude, aquel brazo de metal era demasiado hermoso como para ignorarlo.

Su padre lo había hecho, pero él nunca le dio la oportunidad de poner sus manos encima de tal maravillosa pieza de tecnología, hasta ahora; realmente eso era lo que más le emocionaba y su boca floja solo recalco aquello en el momento que lo vio.

— Al fin podré poner mis manos en esa belleza — susurro para sí mismo, pero olvidando por completo que el soldado tenía una excelente audición y que además indirectamente le hablaba a él.

El soldado levantó una ceja interrogante y Tony rápidamente se dio cuenta de su error...

— Emm... Hablaba de tu brazo... — empezó a aclarar — Siempre había querido hacerle algunos arreglos, pero mi padre no me lo había permitido.

Tony se sentía avergonzado al decir aquello, más con aquella mirada que le daba el soldado, como analizándolo, se sentía incómodo, pero para su sorpresa el soldado no estaba molesto o irritado, al contrario, había encontrado al joven Stark como algo fascinante.

— No importa — dijo ofreciéndole una mueca que era un pobre intento de simular una sonrisa, dejando a Tony completamente impresionado.

Esas fueron sus primeras palabras hacía el otro, su primer encuentro, aquel que marcaría todo para siempre.

Y contra todo pronóstico, Tony se acostumbró más a la presencia del soldado de invierno que a la de cualquier otro de los soldados de Hydra, incluso, el Soldado de Invierno procuraba que los demás soldados no se comportarán como imbéciles cuando estaban en el taller de Tony.

Y fue cuando una tentativa amistad empezó a forjarse entre ellos.

Tony se ocupaba de su trabajo, de hacer aquellas horripilantes armas a Hydra y arreglar lo que debía, entre estos, el brazo del soldado, pero Tony era alguien excéntrico y cantaba o bailaba o hablaba consigo mismo cuando reparaba o construía cosas, era un mal hábito, tal vez, teniendo en cuenta para quienes trabajaba, y cuando el soldado de invierno iba por reparaciones o actualizaciones, Tony no podía, aunque intentara, mantenerse callado, siempre soltaba uno que otro comentario o tarareaba alguna canción, luego cuando se daba cuenta de con quien estaba, automáticamente se tensaba e intentaba no hablar, pero al soldado no le importaba, incluso le contestaba algunos comentarios que hacía, el cambio para Tony fue agradable, tener a alguien que escuchase tus divagaciones y a veces conteste algunas era realmente refrescante, lo que era inesperado, es que fuera el soldado más temible de Hydra quien hiciera eso.

Y aunque a Tony le gustase hablar y decir lo que pensara no era tonto, él debía tener cuidado con las cosas que decía frente al soldado, pues no podía demostrar su odio a Hydra.

Pero tener al soldado con él, era agradable, era bueno escuchando y daba comentarios adecuados a la conversación, aunque en un principio hablaba como si fuera alguna especie de robot, con el tiempo fue soltándose más.

Tony podría jurar que esto solo pasaba con él, y no sabía si sentirse alagado o asustado.

Aquella confianza entre él y el soldado crecía poco a poco, mientras más se veían, mientras más el soldado iba a su taller, y Tony realmente podría jurar que cuando su padre vivía el Soldado de Invierno no iba tanto al taller como ahora, es más, hasta podría contar las veces que iba en aquel entonces con sus dedos.

Así que, toda esta cercanía con el soldado era tan agradable como entrañable, y realmente, Tony no sabía cómo sentirse respecto a esto.

Aunque debía aceptar, una parte de él se sentía atraída hacia él.
Y ¿Cómo culparlo? El Soldado de Invierno era caliente, Tony podría jurar que debajo de ese traje de cuero se escondía un perfecto paquete de seis, su brazos era grande y fuerte, su rostro parecía tallado por ángeles y sus ojos, aunque fríos como el hielo, era de un azul pizarra tan hermosos, agradecía que el soldado mayormente no sonriera o riera, porque Tony podía jurar que si llegaba a sonreírle sería su esclavo ahí mismo.

Y su voz, aunque al principio carente de emociones, era fuerte y con un tono muy varonil que hacía temblar sus piernas a veces.

Realmente, era su espécimen de hombre perfecto.

Lástima que era también el mejor soldado de Hydra.

Se sentía en conflicto por esto, odiaba a Hydra, ellos le habían quitado todo, pero aun así, Winter –como empezó a llamarle internamente, porque llamarle a cada rato Soldado de Invierno le era demasiado largo e impersonal.- era todo lo que podía desear en un hombre y este lo trataba bien, Tony no era idiota, podía ver como intentaba que Tony le tuviera confianza, como se esforzaba en hablar para que sus conversaciones no murieran, en como aquellas muecas absurdas de sonrisas se hacían más frecuentes, sus sentimientos eran un torbellino gracias a aquel soldado.

Y él no era el único.

El Soldado de Invierno también se encontraba en un conflicto interno.

Aquel día que gracias a una redada que casi sale mal, gracias Rumlow, su brazo había sido afectado y por órdenes de sus superiores debía ir al taller de los Stark, él odiaba tener que ir a aquel taller, odiaba que tuvieran que reparar su brazo, aunque sabía que era para que no tuviera fallas en sus misiones, su brazo era una tortura, siempre dolía, y aunque el viejo Stark intentó que fuera lo más indoloro, aun así lo hacía y cada vez que iba a reparaciones su brazo dolía más. Además, sin el viejo Stark, ahora temía más por el mantenimiento de su brazo.

Él no era un cobarde en cuanto al dolor, pero honestamente, estaba cansado de que aquel brazo de metal doliera siempre.

Sin embargo, cuando entro al taller Stark, la vista que lo recibió fue la de un joven con una máscara para cubrirse de las chispas que causaba el soplete mientras soldaba algo, cuando su presencia y la de sus compañeros fue percibida por aquella figura está apagó el soplete y se quitó la máscara.

El soldado podía jurar que su aliento le fue robado al ver el hermoso rostro de aquel joven.

— ¿Qué se les ofrece muchachos? — dijo con una sonrisa arrogante, pero el soldado podía percibir las líneas de tensión en su rostro, aquel chico no estaba feliz de verlos en su taller.

— Se nos ofrecerían muchas cosas, Tony — dijo Rumlow, el muy imbécil, mientras pasaba su mirada de arriba abajo del otro chico — Pero esta vez venimos para ver si tienes listas algunas de nuestras armas y nuestro activo favorito vino por una reparación a su brazo — dijo dándole palmadas en la espalda al soldado y este estaba a punto de golpearlo si no fuera porque no quería causar mala impresión al joven.

— Pues sí, algunas están listas — dijo Tony mientras se volteaba dándole la oportunidad al soldado y los demás de ver su hermoso y muy redondo trasero, La diosa lo ayude, él no solía tener tentaciones y honestamente los gustos carnales estaban casi olvidados para él, pero sinceramente, ver a Tony hacia que su sangre hirviera en deseo — Aquí tienen — dijo dándoles la cara y con un maletín que contenía las armas requeridas por los otros soldados.

— Sabes cómo realmente complacernos Stark — dijo Rumlow dándole un guiño intentando ser sexy, el soldado casi se ríe en su cara por la mueca de asco que Tony intentó ocultar.

— Sí, como sea — murmuró Tony completamente desinteresado en alguno de los demás soldados, salvo él.

El soldado podía ver las emociones que pasaron a través de aquellos hermosos ojos chocolate: temor, pánico, miedo, curiosidad, interés... Y luego cambio a completa emoción al ver su brazo.

Realmente interesante.

— Bueno, te dejamos en buenas manos con nuestro favorito aquí — dijo Rumlow para luego irse con los demás soldados — Tranquilo, no muerde, creo.

Eso fue lo último que dijo antes de irse con una carcajada por la broma, realmente quería hacerle daño muy mal.

Luego escuchó el casi imperceptible susurro del otro y el soldado le miró analizándolo.

La explicación en sí le era graciosa y más con lo avergonzado que se veía, realmente había algo en aquel chico que era magnético, y el soldado no pudo evitar querer saber más sobre él.

Tan hipnotizado estaba por aquel castaño, que cuando empezó a reparar los daños en su brazo casi no sintió nada, cosa que le impresionó de sobremanera, Tony lo trataba con cuidado y delicadeza, movía los cables y piezas con cuidado y constantemente le preguntaba si sentía algún dolor o incomodidad y era sorprendente para el soldado decir que no sentía nada, no había dolor, por primera vez desde que tenía aquel brazo, el dolor fue casi imperceptible.

Sin embargo, eso no significaba que con el tiempo aquel dolor no volvería, pero Tony lo mantenía a ralla con el mantenimiento, así fue como el soldado decidió que iría más al taller Stark.

Y Tony, por la diosa, Tony era una verdadera luz, tan lleno de energía, tan deslumbrante.

El Soldado empezó a tener una extraña costumbre que consistía en que antes de que Tony notara su presencia, sigilosamente se introduciría en el taller y se ocultaría entre las sombras solo para ver a Tony en su elemento, las sonrisas, las canciones y algunos bailes que el genio hacía era realmente hilarante, pero aquella personalidad tan fresca y explosiva hacían al frío corazón del soldado descongelarse, podía sentirlo, dentro de él, retumbando cada vez que Tony sonreía por alguna tontería que hizo o pensó, y solo podía imaginar lo hermoso que se sentiría que alguna de esas sonrisas fueran dedicadas a él.

Pero la magia no podía durar mucho tiempo y eso el soldado lo tenía claro, así que cuando anunciaba su presencia –normalmente abriendo y cerrando la puerta con fuerza haciendo la ilusión de que acababa de llegar- toda la actitud despreocupada de Tony cambiaba a una precavida, a una en la cual Tony esperaba ver que movimientos hacía el soldado para luego él hacer los suyos.

Y lo odiaba.

Odiaba esa actitud en Tony hacia él, pero no podía culparlo, él sabía el miedo que causaba en los corazones del pueblo, él era temido y respetado, era un asesino a sangre fría, no podía esperar que Tony viviese en una burbuja en la cual no supiese nada de él y sus historias, él sabía todo, no podía ocultárselo, aunque deseaba que supiera que él nunca sería capaz de hacerle daño...

Así que simplemente intentó ganarse su confianza, era como tratar con un gatito asustado y divertido con esa idea empezó a llamarle "kotenok" en su mente, esperaba el día de tener la suficiente confianza con el herrero y poderle llamar así libremente.

Y sus esfuerzos poco a poco fueron dando frutos, Tony no podía evitar su personalidad inquieta y empezar a decir comentarios al azar que el soldado sabía no eran para él, pero aun así, empezó a contestar algunos, de esta forma, aquellos comentarios tirados al vacío empezaron a convertirse en verdaderas conversaciones entre ellos, sin embargo, el soldado aun podía ver la prudencia con la que Tony hablaba, como si temiera decir algo equivocado, pero esta vez el soldado no se preocupó mucho, él sabía que Tony se acostumbraría a su presencia y aquel miedo se iría, así sería.

Un paso importante para eso, fue el día que Tony decidió darle un nombre.

Él sabía su nombre, no lo había olvidado, pero prefería que todos le llamaran como "Soldado de Invierno" o simplemente "Activo", le era más fácil, sentía que decirle su nombre real a alguien era algo muy personal y no se lo daría a cualquiera.

Pero Tony, su tan querido kotenok no pudo evitar querer nombrarlo de alguna forma.

— Oye, sé que es raro — había empezado, mientras terminaba de fijar unos cables en su brazo — Pero ¿Te puedo llamar Winter?

— ¿Winter? — el soldado le miró extrañado, no entendía a qué quería llegar.

— Sí, Winter, sería más fácil para mí — intentó aclarar el herrero — Llamarte Soldado o Activo no me parece, no soy uno de tus compañeros ni quiero serlo, y como sé que nadie más que tus superiores saben tu nombre real decidí darte un apodo — dijo terminando su trabajo para luego morderse el labio y mirar al soldado un poco avergonzado — ¿Te gusta?

EL soldado sintió como su corazón latía a mil por aquel adorable gesto del menor.

— Puedes llamarme así si quieres — dijo el soldado con un ligero encogimiento de hombros — pero solo si me dejas llamarte kotenok.

— ¿Kotenok? ¿Qué significa? — dijo el castaño intrigado.

El soldado sonrió –o intento-.

— Gatito — respondió sin más.

Tony se sonrojo.

— ¿Por qué gatito? — pregunto un poco ofendido.

— Porque a veces pareces un gatito, adorable pero puedes sacar las garras — dijo mientras inconscientemente alzaba su mano derecha y sacudía un poco el cabello del castaño.

Tony se sonrojo aún más y simplemente aparto su mirada del soldado.

— E-Esta bien... ¡Pero que quede entre nosotros!

Y así, entre ellos tenían sus propios apodos, fue una forma de acercarse más al castaño y realmente el soldado disfrutaba de aquello.

Pero aun así, el soldado no pudo evitar poner en su lugar a los demás soldados, más cuando escucho una vez que murmuraban sobre Tony, el soldado empezó a prestarle atención a aquella conversación de pasillo enseguida escucho aquel nombre, eran solo unos pobres soldados de más bajo rango hablando sobre bien que se veía el herrero del pueblo y las cosas que le harían si tuvieran la oportunidad, y bien, el soldado de invierno se aseguraría de que nunca la tuvieran.

Decir que los asusto era un eufemismo, aquellos pobres soldados quedaron aterrorizados luego de ver al soldado de invierno caminando peligrosamente hacia ellos y luego tomarlos por el cuello amenazándolos de que si siquiera tocaban un cabello de Tony se arrepentirían de haber nacido.

En su defensa, los nuevos soldados que reclutaba Hydra no aguantaban nada.

Pero tenía que mantenerlo alejados de Tony, nadie podía tenerlo, nadie más, sino él.

Cuando llego a esta realización, sintió que sus emociones –quienes honestamente creía muertas- empezaron a entrar en conflicto.

La gota que colmó el vaso fue una vez que fue a visitar a Tony para mantenimiento.

Cuando entro en el taller se impresionó al no verlo por ahí bailando o parloteando para sí, los instintos del soldado se activaron rápidamente, asustado de que algo le hubiera pasado al joven herrero.

Más fue su sorpresa al encontrado en una esquina del taller donde se encontraba un desgastado mueble con el castaño durmiendo plácidamente encima de este, el soldado puro respirar tranquilo al verlo, pero no pudo evitar acercarse para verle mejor, poniéndose en cuclillas al nivel del rostro de Tony.

Tony realmente era un espectáculo.

Se veía tan hermoso, tan tranquilo, tan en paz, el soldado no pudo evitar soltar un suspiro de añoranza imaginando un mundo perfecto donde aquel herrero fuera suyo, donde no despertaría más en una cama vacía, sino con Tony a su lado para darle los buenos días.

Realmente, se valía soñar con aquello.

Sin embargo, la mirada del soldado bajó hasta darse cuenta de que la camisa del castaño se encontraba un poco levantada haciendo que un pedazo de su tersa y limpia piel se viera revelado a los deseosos ojos del soldado.

Sintió su garganta secarse por la lujuria.

Aquel pensamiento de solo despertar con Tony cambiaron a escenarios más calientes.

Tal vez algunas noches, en las que el soldado se aseguraría de demostrar cuánto lo quería, en los que se atrevería a adorar su cuerpo con besos y caricias, donde Tony solo le pediría más y más hasta saciar su sed por él.

Podía imaginarlo vívidamente, el hermoso cuerpo del castaño tendido ante él sin nada que pudiera cubrir su desnudez, el soldado se encargaría de repartir besos en su piel, llenar cada espacio de piel que estuviese a su disposición de besos, escuchar los hermosos sonidos deseosos del castaño, deseosos por él, porque lo tomara, porque lo poseyera.

Él iría con calma, exploraría su cuerpo con parsimonia disfrutando el momento y ver como Tony se desarmaba con cada caricia; besaría sus hermosos labios y reclamaría su boca mientras sus manos explorarían más aquel cuerpo debajo del suyo, sabía que a Tony no le importaría la frialdad de su brazo metálico, incluso apostaba que eso solo le encendería más, porque el soldado sabe lo mucho que Tony adora su brazo de metal.

Besaría la clavícula del castaño, dando una que otra pequeña mordida solo para reafirmar su reclamo, un instinto casi animal en él, pero a Tony le gustaría, amaría aquello, porque el soldado sabría complacerlo. Luego prestaría atención a los botones rosa en su pecho, se preguntó si serían tan sensibles realmente como en su imaginación, porque ahí Tony gemiría de gozo cuando pasara su lengua por aquel lugar, empezaría primero con uno, dándole lametones y luego chupándolo levemente mientras que con su mano derecha acariciaría y burlaría al otro para luego repetir el procedimiento con el otro pezón, Tony jadearía encantado por sus cuidados, arqueando su espalda en busca de más contacto.

Y el soldado reiría, oh, claro que lo haría, al verse complacido de tal hermosa escena que haría su hermoso kotenok para él, sus pupilas dilatadas de placer, sus pezones rojos y brillantes por el tratamiento recibido, sus labios rojos e hinchados debido a los pasionales besos compartidos, aquellos hermosos labios de los cuales salían los más hermosos sonidos y su nombre lleno de deseo, sus piernas abiertas en bienvenida demostrando su miembro totalmente despierto y con manchas de préseme en la punta deseoso por su atención y su pequeña y tierna entrada a su vista para su deleite.

Y el soldado amaría cada segundo de esto, sería una imagen que quedaría en su mente para toda su existencia.

Teniendo piedad de él, empezaría a bajar sus besos y caricias, tocaría su miembro haciendo que el castaño gritase de placer, movería su mano derecha lentamente por su miembro y le daría algunos besos para que luego su boca explorase más allá hasta su rosada e inexplorada entrada.

Sin detener sus movimientos en el miembro del castaño, empezaría a dar besos en la entrada de este para luego darle pequeños lametones mientras Tony se retorcería de placer, entonces forzaría su lengua en aquel estrecho lugar devorándolo con gula y preparándolo para el acto principal; sabía que la saliva no sería suficiente, razón por la cual tendría preparado un frasco pequeño de aceite para facilitarle las cosas a su kotenok, hacerle daño era lo que menos estaría en su mente, él solo buscaría el placer para su kotenok y luego para sí mismo.

Se detendría un momento de sus cuidado a las partes privadas de Tony solo para tomar el aceite y llenar los dedos de su mano derecha con ella para así luego empezar a introducir uno de sus dedos en aquel estrecho lugar; prestaría real atención a las expresiones Tony mientras lo preparaba, no queriendo que sintiera dolor, le prepararía con cuidado y siempre dando besos y susurrando alabanzas en su piel, porque él se lo merecía, el castaño merecía ser adorado.
Rápidamente buscaría dar con aquel punto dentro del castaño que lo llenaría de placer mientras agregaría otro dedo, cuando lo encontrase viendo como el castaño grita en éxtasis, procuraría apuntar más seguido a ese lugar solo para ver a Tony retorcerse en placer y suplicar por él.

Se preguntaba si lo haría, si suplicaría porque el soldado lo folle de una vez, se preguntaba qué tan hermoso se vería lleno de éxtasis y gimiendo su nombre en una súplica para ser follado, y él cumpliría.

Sacaría sus dedos con lentitud y observaría el rostro del castaño haciendo una mueca de incomodidad por lo vacío que se sentiría de repente, pero oh, él se ocuparía de llenarlo como debe ser.

Tomaría un poco más de aquel aceite y lo pasaría por su miembro para que así sea más fácil la penetración, en su imaginación, Tony le vería deseoso lamiendo sus labios esperando que su miembro este dentro de él y él cumpliría, oh claro que lo haría, tomaría las piernas del castaño y las alzaría, lo harían en esa posición porque realmente el soldado quería ver cada una de las reacciones de Tony mientras le hacia el amor.

Empezaría a introducirse dentro de él con cuidado, intentando que no sea tan incómodo para Tony, le daría tiempo para acostumbrarse a su tamaño y no era por alardear, pero sabía que pequeño no era.

Enseguida su kotenok le diera el visto bueno para continuar, empezaría a embestirlo lentamente mientras repartiría besos en su rostro, sus parpados, sus sonrojadas mejillas, su nariz para luego finalizar en sus labios dándole un profundo beso mientras la necesidad de más los consumiría y sus estocadas empezarían a ser más fuertes y rápidas.

— Mío — gruñiría a su oído mientras sus estocadas se dirigirían a aquel punto dentro del herrero que lo volvería loco de éxtasis — Cada noche te haré mío — sería su promesa.

Y quería escucharlo, quería escuchar a su kotenok afirmar aquello.

— Tuyo — quería escucharlo gemir entre el placer — Solo tuyo, por favor, James~

Solo a él dejaría llamarlo por su nombre, solo a él le daría su todo, solo a él amaría.

Y aun amaría más su expresión al venirse, las pequeñas convulsiones en el cuerpo del castaño, preso del placer mientras cadenas blancas saldrían de él como prueba de su acto y solo con eso él podría venirse también, dentro de su kotenok, llenándolo con todo su ser, llenándolo de su devoción.

— Winter... — aquel susurro le hizo volver a la realidad, había estado soñando despierto con poseer a su pequeño kotenok, este se encontraba apenas abriendo sus ojos y mirándole de forma tan adorable, el soldado sentía que Tony era la tentación creada para él.

Pero en ese momento habían cosas que prefería ocultar y que sus pantalones no harían mucho el favor.

— ¡Lo siento! — dijo apresurado mientras se levantaba e intentaba alejarse lo más que podía de Tony, quien apenas se estaba sentando en su improvisada cama.

— ¿Venias por mantenimiento? — dijo desperezándose y estirándose, mostrando más piel tentando al soldado de tomarlo ahí mismo.

— S-Sí, pero lamento haberte levantado, has de estar cansado — dijo el soldado intentando ocultar el deseo en su voz — Debería irme, vendré luego cuando este mejor.

Tony le miro curioso.

— Pero ya estoy despierto, podría atenderte ahora.

— No sería bueno — murmuró el soldado más para sí que para Tony — Lo mejor es que despiertes mejor, volveré más tarde — dijo y así hizo, salió corriendo del taller como si fuese perseguido, una ducha de agua helada le esperaba.

Tony se quedó viendo la puerta con extrañeza.

— Eso fue raro... Lo mejor será que siga con mi trabajo.

Poco sabía Tony que no podría continuar a gusto y que un grupo de "Vengadores" intentarían reclutarlo para su causa.

*********************


El soldado estaba frustrado, irritado, molesto.

No había podido visitar a Tony más que de a momentos por unas dos semanas y realmente eso le estaba irritando más de la cuenta, sería más fácil si el herrero viviera con él, pero como eso aún no era posible, se conformaba con las visitas casi diarias y largas charlas.

Es decir, hasta que aparecieron "Los Vengadores".

Un supuesto grupo rebelde que le declaro la guerra a Hydra, desde aquel momento, sus superiores lo han estado molestando a él y los demás soldados en darles caza a ese grupo rebelde, él estaba molesto, pues al parecer, sus seguidores eran escurridizos, pero al menos, sabía quién era su líder.

Steve Rogers.

Había conocido al tipo, en una época de su infancia la cual vagamente podía recordar, pero la imagen de un niño rubio y desnutrido aun venía a su mente con aquel nombre, lo conocía, había convivido con él, ahora era su objetivo.

Y lo supo cuando estuvo tan cerca de atraparlos, los Vengadores habían sido descuidados aquel día, intentaron robar suministros, pero el Soldado sabía mejor y los enfrentó.

Fue cuando se dio cuenta de que aquel pequeño niño rubio ya no lo era más.

Habían luchado un poco, demostrándole al soldado que su enemigo no era un simple aficionado, había entrenado para luchar, eso le dio cierto gusto al Soldado, su oponente no era tan simple como otros a los que había enfrenado.

Sin embargo, su lucha acabó cuando los amigos del rubio se unieron a la fiesta y el Soldado pudo analizarlos a todos, la balanza se había inclinado, eran cinco contra uno, entre ellos, una mujer que le era muy familiar.
Aunque había cierta ventaja numérica en el enemigo, eso no hizo retroceder al soldado, podría contra ellos, tal vez con más daños de los que planeaba al principio, pero bueno, no todo era perfecto.

Pero fue cuando el rubio hablo, le ofreció un lugar en su grupo, solo porque lo recordaba, lo reconocía, intento que viera los errores de Hydra y la maldad que había en ellos, pero el soldado no prestó atención a sus palabras, no importaba lo que dijeran, él le debía a Hydra, ellos lo salvaron cuando apenas era un niño indefenso y le enseñaron a luchar, a mantenerse con vida, a ser el mejor.

Sin embargo, la pelea no tuvo lugar, cuando llegaron más incompetentes soldados a intentar "respaldarlo" solo ofrecieron sin pensar un camino de escape a los Vengadores quienes los distrajeron como a niños.

El Soldado aún tenía un sabor amargo por aquello.

Ahora, se dirigía a la base a hablar con sus superiores, quienes le habían llamado con urgencia, juraba que si era castigado por la incompetencia de sus compañeros les haría pagar con creces.

Sin embargo –y para su sorpresa- la reunión con sus superiores no se trataba de un castigo, sino una recompensa. El soldado no se lo creía en un principio, pero quien se lo decía era Madame Hydra, una pseudo madre para él y quien él sabía no le gustaba bromear y menos sobre cosas así, la mujer prefería la tortura directa antes que engañar a los hombres a su cargo, así que lo que estaba diciendo era muy real.

— La amenaza de estos supuestos "Vengadores" se ha vuelto muy real — explico la mujer — Han empezado a reclutar personas del pueblo y crear revueltas, algunos los ven como héroes y eso es inaceptable, debemos acabar con ellos de raíz — dijo con ira en su voz para después suavizarla al dirigirse al soldado de invierno — Es por ello que mis colegas y yo especialmente, hemos decidido que esa misión en particular será para ti, el mejor soldado que Hydra ha tenido y mi orgullo personal — dijo haciendo que el soldado se parara más recto si era posible, Madame Hydra no era reconocida por elogiar a las personas — Y para asegurarnos de que cumplas con tu trabajo te daremos un incentivo, nuevamente, ya sabes, eres el soldado con mayor rango en nuestras filas y la mayoría de los altos cargos tienen sirvientes — dijo con una risita siniestra — Sé que nunca has aceptado alguno de estos regalos antes, pero para asegurarnos...

— Lo quiero — respondió el soldado interrumpiendo a la mujer quien le miro impresionada junto con el resto de los superiores ahí presentes.

No era un secreto que estar entre la élite de Hydra te daba ciertos beneficios cuando hacías bien tu trabajo, entre estos estaba el hecho de tener esclavos, personas quienes Hydra había capturado si intentaron sublevarse a su poder o si no pagaban sus impuestos o solo por diversión, estos esclavos eran dados a los superiores para satisfacerlos sea de manera sexual o sádica, muchos de estos esclavos incluso acababan muertos, pero a Hydra no le importaba.

El Soldado de Invierno era el mejor de sus soldados, y aunque no les importara mayormente, creían que tal vez en benevolencia podían permitirle tener algún esclavo. Su sorpresa fue grande al enterarse que su activo no tenía deseos por ningún esclavo ni deseos carnales en general, eso solo les lleno de orgullo y extrañeza.

Sin embargo, preguntaban aún por cortesía después de todo.

Pero que en esta ocasión el soldado demostrará sus deseos le era sorprendente.

— ¿A quién deseas entonces, mi soldado? — preguntó Madame Hydra realmente curiosa por el giro de los acontecimientos.

— Al herrero, Tony Stark — dijo el soldado sin titubear causando una sonrisa siniestra en la mujer.

— Que así sea entonces.

**********************


Había decidido ir al taller del objeto de sus deseos, en parte, porque por su misión tenía tiempo sin verlo y además, ver su hermosa sonrisa era el desestres que necesitaba luego de estar corriendo buscando a los escurridizos Vengadores y que su escuadrón esté lleno de inútiles.

Así que había ido a ver a su kotenok, además, faltaba tan poco para que fuera completamente suyo, para que sus fantasías más oscuras se hicieran realidad.

Pero fue cuando se dio cuenta de que algo no estaba bien.

Al entrar al taller lo presintió, aunque en general, no había nada distinto, todo estaba igual que la última vez, pero algo en su instinto le gritaba que algo no estaba bien.

— ¡Kotenok! — Llamó al joven herrero por el apodo que le había dado y espero paciente hasta que un cabello castaño enmarañado apareciera en su zona de visión.

— ¡Winter! — grito Tony en respuesta para luego acercarse al soldado, pero algo no estaba bien.
Winter vio con cuidado a su castaño, había algo raro en él, en su postura, en su rostro, se le veía nervioso, pero ¿por qué? No debía ser por su presencia ¿O sí? Se suponía que ya habían superado su miedo, algo no estaba bien.

Noto como el castaño le veía más nervioso debido a su silencio y como se mordía el labio, el silencio le ponía peor.

— ¿Necesitas un chequeo? — pregunto Tony haciendo señal al brazo del soldado, necesitaba que se rompiera el silencio.

— Sí... — respondió Winter un poco distraído.

— ¡Bien! Soy todo tuyo en este momento, siéntate y empezamos — dijo con una sonrisa que no llegó a su mirada.

Winter se sentó en silencio mientras veía como Tony recogía las herramientas que necesitaba para arreglar su brazo, le vio trabajar en silencio y vio como el simple hecho de estar en su elemento calmaba al castaño, aquel extraño nerviosismo desaparecía mientras trabajaba, Winter aprovecho este momento para fijarse mejor en los detalles del castaño.

Se veía cansado, como si no hubiera dormido por días, como si se sobrecargara de trabajo, Winter frunció el ceño, sabía que con la cuestión de los Vengadores se había incrementado el trabajo del castaño, pero no creyó hasta que nivel le afectaba, le hizo sentir algo nuevo, preocupación.

— Kotenok — susurro sacando al castaño de su relajación.

— ¿Qué sucede? ¿Te lastime? — pregunto rápidamente parando sus acciones, otra vez se mostraba ese nerviosismo, a Winter no le gustaba eso.

Con su mano derecha intentó alcanzar na de las manos del castaño y le dio una de sus "extrañas" sonrisas, o intentos de una.

— No, kotenok, nunca me harías daño — dijo suavemente, pero aquellas palabras tensaron al castaño, tal vez creía que podría sin querer hacerle algo mal a su brazo por la falta de cansancio, intentó calmarlo de otra forma — Esta bien, no has hecho nada dijo mientras acariciaba su mano.

Vio como el castaño suspiró intentando calmarse a sí mismo.

— Lo siento, es solo que... He tenido mucho trabajo últimamente — soltó el castaño finalmente.

— Lo sé — susurro el soldado — No has estado durmiendo bien y tampoco comiendo si tu falta de peso dice algo — dijo automáticamente y Tony se sonrojo viéndose más nervioso.

— ¿Cómo sabes eso? — pregunto el castaño impresionado.

— Te conozco, kotenok, no puedes ocultar nada de mí — dijo con orgullo y llevó la mano del castaño a sus labios dándole un pequeño beso.

Por suerte para Tony, el soldado estaba tan entretenido en besar su mano que no vio su leve expresión de pánico, Tony tuvo que respirar varias veces intentando no llamar la atención del soldado, sentía que estaba en una misión imposible y que próximamente sería descubierto y aun peor, Winter le llevaría a sus jefes y luego lo torturarían por traición o algo aún peor, sabía que no recibiría el mismo indulto que sus padres, un accidente, limpio y sin mucho dolor, no, le esperaba algo mucho peor si descubrían que él estaba traicionando Hydra y se había unido a estos vengadores dándoles armamento e información que podía recolectar, estaba tan muerto si Winter lo descubría que-

— ¿Kotenok? — Pregunto Winter viendo a su castaño quien parecía asustado por algo, eso lo puso alerta — ¿Estas bien?

Eso hizo reaccionar al castaño, maldición, se había dado cuenta.

— Y-yo, sí, es solo... — suspiro y vio la expresión preocupada de Winter, le hizo sentir tan mal, el Soldado de Invierno no se preocupaba por nada ni nadie, no tenía alguna emoción o sentimiento, y aquí estaba él, mostrando que era humano ante él, por él, le hizo sentir tan mal el hecho que debía traicionarlo, y le gustaba tanto maldita sea, le gustaba tanto el soldado, pero sabía que no podían estar juntos, habían elegido bandos contrarios, y Tony sabía con certeza que Winter no traicionaría Hydra, ni siquiera por él, ya que Hydra era todo lo que conocía y sabía, diferente a él.

Tony suspiró y bajó la cabeza, sintió que sus ojos se humedecían debido a su amor imposible, cuando sintió que el soldado se movía y lo envolvió en sus brazos, Tony no pudo resistirse a apoyarse en el toque del soldado.

— Shhh, está bien kotenok — susurro el soldado en su oído — estarás bien, te protegeré, nada malo va a pasarte.

Tony sintió que su corazón se rompía por aquellas palabras y solo se aferró más al abrazo, ojala fueran solo ellos dos en el mundo, alejados de Hydra, de los Vengadores, de cualquier estúpida guerra de poder, solo ellos dos y su amor.

Pero las cosas no eran tan fáciles, no para Tony.

— Estoy bien — susurro Tony con la voz un poco ahogada — Solo... Demasiado trabajo, estoy cansado... — Cansado de ser un espía doble, cansado de Hydra, cansado de los conflictos, de correr por su vida...

— Entiendo, el tema de estos "Vengadores" nos da mucho trabajo — Winter sintió al instante como Tony se tensó en su agarre y lo malinterpreto — Tranquilo, kotenok, como te dije, no dejaré que ellos se acerquen a ti, no dejaré que te hagan daño...

Tony río amargamente a eso, como desearía que las cosas fueran diferentes.

— Lo sé, Winter, eres el soldado más fuerte después de todo — susurro en broma para aligerar el ambiente un poco y Winter resopló divertido.

— Lo soy — dijo para luego separarse del castaño.

Se quedaron mirando por un instante hasta que el deseo pudo más con ellos.

El primero en iniciar el contacto fue Winter, hambriento por saborear los dulces labios del castaño, Tony, sin falta de entusiasmo correspondió gusto al intimo toque dejando ir todos sus sentimientos en aquel beso, aunque sea una sola vez, podía tenerlo y fingir que el mundo a su alrededor no los separaba.

Su primer beso no fue un beso suave, no, fue lleno de pasión y deseo, fue la liberación de todos aquellos sentimientos oprimidos entre ellos, fue el primer contacto con lo que había deseado desde hacía mucho tiempo.

Se separaron por la falta de aire, Winter aprovecho para grabar con fuego la hermosa expresión sonrojada que tenía su kotenok, sus ojos empañados de lujuria, sus mejillas sonrojadas y labios magullados, era simplemente perfecto.

Volvieron a besarse, pero su segundo beso fue menos desesperado, más romántico, más cálido, lleno de dulzura y cariño, lento.

Cuando volvieron a separarse para recuperar el oxígeno juntaron sus frentes, Tony se sentía en la 9na nube, se sentía contento, feliz, que nada podría arruinar su felicidad ene se momento.

— James — susurro Winter de repente, Tony le miro confundido y antes que pudiera contestar el soldado respondió — Mi verdadero nombre, es James, te lo digo a ti, eres la única persona que lo sabrá y que puede llamarme así si quiere, es tuyo.

Tony abrió los ojos sorprendido, no por el hecho de que Winter tuviera un nombre, eso era obvio, lo que le sorprendía era el hecho de que se lo dijera a él, por un momento creyó que lo había olvidado, pero no era, así, Tony entonces entendió, Winter le estaba dando su nombre, lo único que lo conectaba con su pasado, con quien era realmente, con la persona real, no con el juguete de Hydra.

El Soldado de Invierno le había entregado lo más preciado que tenía con solo decir su nombre.

E hizo sentir peor a Tony.

La culpa lo quemaba por dentro, no merecía eso, tal devoción, no lo hacía.
Sus ojos se humedecieron y una solitaria lagrima escapo de ellos, James alzó su mano derecha y la limpio para luego besar la frente del castaño.

— Todo estará bien, kotenok.

Ojala pudiera creer en sus palabras.

— Lo sé, sé que me protegerás, James...

Se sintió como basura al mentirle.

Pero el soldado se sintió tan feliz de escucharlo decir su nombre.

— Ya lyublyu tyebya — susurro el soldado.

Y Tony nunca se había sentido tan feliz como miserable.

Más tarde esa noche se reuniría con los Vengadores y la realidad volvería a él, llegaría a la conclusión de que tenía que huir, no podía estar más tiempo cerca, no podía compartir más tiempo cerca de James sin que él mismo se entregara, no podía soportar más mentirle a la persona que amaba.

Sabía que no lo perdonaría, que cuando el soldado supiera sería su fin, Winter lo cazaría y lo mataría, era el final de su cuento de hadas.

Pero tenía que hacerse.

Que desastre era enamorarse de tu enemigo.

******************************


Tony desapareció.

Su kotenok había desaparecido.

Y el Soldado, había perdido sus cabos.

Al principio, había pensado que había sido secuestrado, que los Vengadores habían tomado de rehén aquello que más amaba para hacerle daño, al principio, creyó que su pobre kotenok estaba sufriendo por su culpa.

No fue hasta que se dio cuenta, que el nerviosismo de Tony coincidía con la pérdida de armamento, que su falta de sueño no era debido al trabajo extra que Hydra le había dado, no fue hasta que uno de los soldados mencionó que Tony había estado extraño últimamente y que alguien afirmó haberlo visto hablar con un integrante de los rebeldes.

Todo entonces había tomado sentido.

Tony lo había traicionado.

Se sentía herido, humillado, molesto, lleno de ira.

Tony, su precioso kotenok había huido con los malditos vengadores, fue Tony quien le ayudo con las armas por miedo a Hydra, por venganza a sus padres, por tantas cosas que tal vez si el Soldado no estuviera tan involucrado a Hydra entendería, pero no hacía.

Solo quería a Tony, quería atraparlo y hacerle rogar por misericordia por haber jugado con él, por haberle engañado.

Y lo peor era que no podía odiarlo, él sabía que pese a todo, no podía odiar a aquella hermosura de ojos café, aquel hermoso herrero que había capturado su corazón y lo había aplastado con su traición.

¿Acaso le temía? Él sabía que al principio, pero creía que había quitado esas ideas de la cabeza del castaño cuando se había acercado lo suficiente.

Lo suficiente para incluso probar sus jugosos labios...

No lo odiaba, no, el soldado de invierno no lo odiaba, lo amaba, pero aun así quería hacerle daño, atarlo a su cama y hacerle rogar por misericordia, darle una onza del dolor que le estaba haciendo pasar.

Pero sabía que al final, si Tony elegía ser suyo, él perdonaría todo lo que hizo y lo amararía hasta el final de su vida, pero lo ataría a él, no le dejaría salir, y sí, lo ataría a su cama si era necesario.

¿Cómo se había vuelto tan suave por alguien? ¿Cómo se había vuelto tan ingenuo para no darse cuenta de la traición de Tony? ¿Acaso el castaño era un gitano que le había hechizado?

Él había sido sinónimo de miedo y respeto, ahora reducido a un hombre enamorado, hechizado por los encantos de un simple herrero. ¿Cómo había caído tan bajo?

Paseo iracundo por los vacíos pasillos de la base de Hydra hasta llegar a una de las salas de entrenamiento, era la más antigua y ya casi no se usaba pero era en donde había pasado la mayor parte de su infancia entrenando y aprendiendo a ser lo que era ahora, el mejor soldado de las filas, pero por amor había olvidado la mayoría de las enseñanzas que Madame Hydra le había inculcado desde que lo rescato siendo un niño, era una vergüenza.

Había una chimenea grande al fondo encendida y sobre este un retrato gigante en aquella sala, una imagen de la diosa a la que su organización alababa, la llamas hacían que aquel retrato se viera más imponente debido a las sombras, era un constante recuerdo para los que entrenaban que lo estaban haciendo por aquella organización, que debían pelear por su diosa benevolente, aquella que los protegía.

El soldado miró el retrato con recelo, hasta ahora, nadie sabía que tan lejos había llegado lo suyo con Tony, la traición de este aún podía no afectarle con el alto mando si no se sospechaba que antes de su solicitud había algo más que simple compañerismo entre ellos, pero aun así, él se sentía culpable de alguna forma, culpable por haber caído en la tentación que significaba Tony Stark.

Miro la imagen de la diosa, la culpa le corroía por dentro al traicionarla, había pecado al caer en el hechizo de Tony.

La ira burbujeo nuevamente en su interior.

— Mi diosa... — susurro a la nada solo viendo la imagen, quería sacar la frustración que tenía en su interior, quería reivindicarse — Sabes que soy un hombre orgulloso de mi virtud... Soy mucho más puro que la chusma vulgar, débil y licenciosa.

Se paseó lentamente por la habitación llena de armas y muñecos para entrenar, necesitaba romper algo, necesitaba desahogarse cuando lo recordó a él nuevamente.

— Entonces... ¡Dime! ¿Por qué solo pienso en él? ¿Por qué su ardiente mirada aún abrasa mi alma? — gruño mientras tomaba una cuchilla de la mesa de armas y se dirigía a uno de los desafortunados muñecos.

— ¡Lo veo! ¡Lo siento! — Grito frustrado mientras empezaba a destrozar con toda su ira acumulada aquel muñeco — El sol atrapado en hermoso cabello me hace arder sin control.

Se separó jadeante y vio lo destrozado que dejo al muñeco, no era suficiente, necesitaba destrozar más cosas, destrozar toda la habitación si era necesario, el fuego en su interior lo reclamaba.

Como fuego de infierno en su piel.

El soldado vio la chimenea, el fuego danzante en ella, se quedó hipnotizado por un momento viendo aquellas llamas hasta que su subconsciente le hizo visualizar una figura parecida a la de su kotenok, danzando como lo hacía en su taller cuando nadie más que él le veía y lo deseaba.

— Este deseo ardiente — susurró — me arrastra hacia el pecado.

Alzó la mirada hacia la imagen nuevamente, las llamas le hacían ver más imponente, más viva, podía sentir como los ojos inanimados de aquella pintura le juzgaban como sabiendo la guerra que se formaba en su interior por haber ido en contra de lo que le habían enseñado.

— ¡No es mi culpa! Es de aquel herrero que encendió esta llama — susurró con rabia mientras lanzaba la espada que sostenía en su mano con furia — ¡No es mi culpa que él haya lanzado su hechizo hacia mí!

Pasó sus manos por su cabello jalándolo en frustración, no lo abandonaba, sus pensamientos sobre Tony no lo abandonaban y no lo harían nunca. Se desplomó contra el suelo sintiendo acusadoramente la mirada sin vida de la figura del retrato.

— Protégeme de la voz de aquella dulce sirena, que su fuego no termine consumiéndome — susurro en súplica para luego gruñir — ¡Destruye a los Vengadores! — Gritó con rabia recordando el principal de sus problemas, la razón por la que su kotenok lo había traicionado — ¡Que prueben las llamas del infierno! Y deja que Tony sea mío y mío será.

De repente escuchó los pasos apresurados acercándose, el Soldado de inmediato se puso de pie cambiando sus expresiones a neutras, como si nada hubiera pasado.

— Soldado — dijo Rumlow con cuidado, sabía que el activo había estado muy temperamental últimamente y tener al soldado de invierno en tu contra no era agradable — Hemos buscado por todo el pueblo, pero al parecer, las ratas de los vengadores son astutas y ellos...

— ¿Ellos qué? — preguntó suavemente, una forma mortal.

Rumlow odio que fuera él quien le diera la noticia.

— Han escapado.

El soldado bufo levemente conteniendo su ira y le dedico una mirada de muerte a Rumlow.

— Lo encontraré — susurró con rabia — ¡Lo encontraré así tenga que quemar toda esta nación! — termino gritando y espantando a Rumlow quien vio eso como su señal para salir corriendo de ahí.

El soldado volvió a ver las llamas de la chimenea y una lenta pero mortal sonrisa se arrastró por sus labios.

— Será tu turno kotenok, cuando te atrape, deberás elegir... Sera tu muerte o seré yo... Pero te prometo por la diosa... Serás mío o morirás...

Si él no podía tener a Tony Stark, entonces nadie lo tendría.

Que la diosa tenga misericordia de él.


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¿Les guto? ¡Que tal?
¡Diganme en los comentarios y denme amor! Me nutro de ellos y me animan a escribir más para ustedes bellezas <3

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