[CAPÍTULO 7]
17/02/2022 | Centro comercial Inazuma, Centro, Inazuma, Japón
El chico empezó a hacer cosquillas a su novia hasta que ella se detuvo cerca del barandal de la azotea.
—Ya basta, voy a vomitar los espaguetis —dijo entre risas intentando sujetar los brazos de su novio.
—¿Ah sí? Pues vamos a ver si es cierto entonces —hizo el gesto de insistir haciendo que ella liberara unas carcajadas mientras daba unos pasos hacia atrás estando ambos junto al barandal—. Okay, sólo bromeaba. Ven aquí —pasó el brazo por el hombro de Nyx y, estando frente a frente, la acercó un poco a él para poder besarla.
Después del beso ambos se quedaron frente a frente, mirándose por eternos instantes hasta que la chica se volvió a juntar recargando la cabeza en el hombro de Mike.
Ella cerró los ojos disfrutando del viento fresco del atardecer que se aminoraba gracias al calor que desprendía su pareja y ambos lo compartían en ese abrazo. Pero ese momento tan perfecto se quebró cuando ella volvió a recordar el motivo que los había llevado a esa cena juntos.
—No quiero que vayas —murmuró sin soltarlo, es más, lo apretó más contra ella.
—Nyx... —suspiró— No te preocupes, todo va a estar bien. Te prometo que no me va a pasar nada —continuó frotando el brazo de su novia para calentarla un poco así como intentar tranquilizarla, pero al oír sus propias palabras se dio cuenta de lo planas que sonaban, de las veces que seguramente los chicos que ya habían muerto en lo que llevaban de Coliseum se lo habían dicho a sus seres queridos inútilmente—. Hey, ¿de cuando aquí me subestimas tanto?
La sonrisa torcida en el rostro de Mike distrajo a Nyx unos segundos, fue capaz de mirarlo y escucharlo sin que su mente la pusiera en la peor de las situaciones.
—El hecho de que tú seas de la Unidad Imperial y yo del Protocolo Omega no significa que puedas tratarme como a un idiota —consiguió sacarle una sonrisa a su novia—. No voy a morir ahí, eso no es diferente a otra batalla o misión en las que he estado. Sólo debo ir, hacer lo que tengo que hacer y volver a casa contigo —la acercó unos instantes hasta poder besar su frente y luego mirarla a los ojos una vez más—. Nyx, tengo 29 muertes confirmadas, soy el tercero con más bajas de mi unidad, soy el que mató al líder del Raimon, Ryouma Nishiki. Y no me va a importar que ese número suba si así puedo volver contigo.
Los ojos de Nyx seguían fijos en los de su pareja, y aunque aún sentía ese miedo, aunque nada de lo que pudiera decir impediría que el Coliseum siguiera celebrándose y tampoco que Mike fuera uno de los participantes de la siguiente arena.
A ambos les gustaba la azotea, les gustaba el aroma de la ciudad en la tarde mezclado con el olor del restaurante y la cafetería. Pero quizá sólo había alguien que amara más que Nyx la azotea del centro comercial Inazuma, alguien que deseaba estar ahí en ese momento más que nadie.
Llevaba tres días en el hospital, pronto serían cuatro, pero para él era como llevar ya un mes. Miraba por el ventanal, veía cómo atardecía y las luces de la ciudad empezaban a encenderse.
Estaba acostado un poco de lado, encogido, abrazándose a sí mismo; incluso le escurrían pequeñas lágrimas de vez en cuando, hacía el gesto de sorber su nariz para luego respirar por la boca al necesitar el aire, en ocasiones ese gesto se convertía en un sollozo de verdad. Pero aunque su cuerpo recurriera al llanto para canalizar la frustración por el dolor constante, su mente estaba muy alejada de esa realidad, seguía perdido en pensamientos abstractos que flotaban al otro lado de la ventana.
—Sasha —esa fue la voz que lo sacó de sus pensamientos—, ¿puedo pasar?
Se giró hacia la puerta y vio cómo Ángel estaba abriendo lentamente la puerta. Al regresar de golpe a la realidad volvió a sentir todo su cuerpo y con él el dolor en varias partes, pero también lo difícil que era hablar fuera de su mente. Por eso sólo asintió dejando que él pasara.
—Hola —sonrió el rubio cuando Arc llegó a su lado
—¿E-estás bien? Estás llorando... ¿necesitas algo? —se acercó a él aún más preocupado tras haber notado bien su expresión.
—Sí, no te preocupes. Sólo es lo normal, estoy aquí pensando en... nada realmente, viendo las luces —sonrió volviendo a secar sus ojos con los dedos.
Ángel asintió aún con lástima por verlo así.
—Si te duele cuando hablas no lo hagas, sólo vine a verte, no quiero que te pongas peor —dijo antes de sentarse al notar el obvio esfuerzo que hacía al hablar.
—No, no es eso, no te preocupes —negó con una pequeña sonrisa. Se movió hasta quedar completamente bocarriba aún con las piernas algo flexionadas, y al suspirar dejando libre una corta risa, se llevó la mano al pecho—. Es algo raro. Hace unos días estaba normal, podía reírme con Konrad y los demás chicos, hablar como si nada, ir a la universidad y ahora ya me dijeron que tendré que estar varias semanas con el oxígeno otra vez.
—¿Osea que ya cada vez está yendo a peor? —preguntó con la voz más baja y tristeza en ella.
—Siempre va a peor, Ángel —dijo con una sonrisa bastante tranquila que se fijaba en el techo—. Tengo mucho dióxido de carbono en la sangre, quistes en los pulmones, dos tumores en el estómago... por lo menos ahora dicen que ni la anemia ni la arritmia están portándose tan mal. Algunas veces la cosa va mejorando, luego paso un tiempo estable y luego empeora; así funciona esto —aunque hablaba con un poco más de soltura al haber recuperado el ritmo para respirar y hablar, seguía haciéndolo en voz algo baja, y su sonrisa se veía más y más frustrada—. También por ser una enfermedad desconocida es que nadie sabe cómo se va a comportar y tampoco saben qué hacer además de tratar síntoma a síntoma. Aunque llamarla desconocida o huérfana da bastante miedo, podrían ponerle Sashisits o algo así —dijo lo último con una risita.
A Ángel también se le escapó una risa por su último comentario y no evitó pasar la mano por el pelo de Sasha al sentirse ciertamente impotente frente a su situación.
—Oye Ángel. ¿Puedes quedarte un rato? —preguntó mientras tomaba la mano del chico volviendo a girarse hacia él.
—¿Eh? Claro, claro, después de todo es mi trabajo estar aquí —tras escuchar sus propias palabras hizo una pequeña mueca antes de intentar sonreír y captar de nuevo la mirada e Sasha que empezaba a apagarse—. Me voy a quedar contigo el tiempo necesario.
Una pequeña sonrisa se dibujó en el rostro del rubio mientras se acomodaba mejor sin soltar la mano de Arc.
—Intenta descansar, ¿o es que ya dormiste mucho? —pero él respondió negando.
—¿Sabes? Te ves muy tierno cuando te preocupas por mí. Usualmente cuando me dicen que descanse es porque literalmente ese es el trabajo de las enfermeras y doctores, pero verte decirlo sin que sea tu obligación se siente... muy bien.
—Con 24 años no sé qué tan tierno pueda ser, la verdad —apartó la mirada con una risa nerviosa y las mejillas sonrojadas—. Bueno, al principio también era mi trabajo y en teoría sigue siéndolo; pero que sea una obligación no significa que no me guste hacerlo.
—Pues para mí sí que eres tierno, no importa que seas mayor que yo —dijo entre cortas risas—. Y me alegro de que no sea tan pesado como para hacerte querer cambiar de trabajo.
—No es pesado; de hecho muchas veces se me olvida que es un trabajo y no sólo estoy cuidando a alguien que aprecio.
En ese momento el rostro de Sasha empalideció, por unos segundos dejó de respirar, incluso su voz tembló cuando volvió a dirigirse a Ángel quien hasta entonces no había notado la reacción del rubio.
Intentó hablar pero la palabra se convirtió en un quejido justo cuando se encogió un poco más casi quedando bocabajo. Por el movimiento, una de sus piernas quedó en el aire y su mismo hombro también estaba a punto de hacerlo y arrastrarlo hasta caer de la camilla, pero Ángel lo detuvo y lo ayudó a colocarse más centrado en la cama.
—¡Sasha! ¿Qué pasa? ¿Te duele mucho? —alzó la voz aún sujetando uno de sus hombros sin saber qué hacer.
Y sí, casi era inaguantable, abrazaba su torso intentando respirar para mantenerse con vida hasta que esa desgarradora sensación de ser apuñalado desde su interior se acabara. Pero no respondió nada al respecto. De nuevo le caían lágrimas involuntarias por las mejillas mientras que Ángel lo sujetaba desesperado.
—¿Eso significa que me quieres? —fue lo único que dijo al recuperar suficiente aire.
Ya estaba cansado, harto de aguantar cada día de su vida esa misma rutina de mantenerse vivo hasta que el sufrimiento acabara, pero este no iba a acabar antes de que lo hiciera su vida. Pero había una única cosa que lo mantenía aferrado a esta, una cosa que quería terminar para poder soltarse al fin y dejar de sufrir. Por eso fue que en mitad de esa agonía hizo el intento de soltare de una vez, deseaba eso más que la asistencia de cualquier médico, incluso que la morfina que lograba calmar todo por unas horas.
—¿Q-qué? No, yo... No lo sé —en ese momento soltó su brazo empezando a desviar la mirada con cierta incomodidad—. Yo aún no sé si te quiero...
Volvió la vista a Sasha una vez más, pero al ver cómo le escurrían más lágrimas y, sabiendo que estas no eran por el dolor físico, ya no pudo volver a desviarla. Se miraron a los ojos en un combate silencioso y trágico. La incomprensión así como tristeza en los ojos de Sasha hacían que la inseguridad en las pupilas verdes de Arc fuera reemplazada cada vez más por la culpabilidad.
—Sasha... —murmuró a punto de colocar de nuevo la mano sobre el hombro del rubio, pero deteniéndose en el último momento para volver a desviar la mirada— Ni yo mismo me entiendo a veces. Lo siento mucho, soy un desastre.
Pero en eso volvió a escuchar la voz quebradiza de Sasha, y lo que más le dolió fue entender que estaba más rota que antes pero no solamente por la condición física.
—Creo que puedo entenderlo... —tomó aire por la boca pero no pareció ser de mucha ayuda para lo siguiente que intentó murmurar— ¿Entonces puedes llamar a la enfermera?
Él asintió y apretó en puño la mano que aún tenía cerca del cuerpo del menor. Salió rápidamente e informó de la situación en el puesto de enfermeras.
Tuvo que quedarse en la sala de espera, una enfermera entró en el cuarto y luego llamó a un doctor.
Lograba escuchar desde fuera cómo tosía, incluso pudo escuchar unos momentos cómo se quejaba en alto. Por preocupación así como morbo, se movió hacia la izquierda para poder ver a través de la puerta abierta cómo una de las enfermeras prácticamente lo cargaba para acomodarlo en el centro de la cama de nuevo. Esa era una seña era muy común en Sasha, cuando peor estaba se encogía hacia el lado; a Ángel, Cora, Luciel y a varias enfermeras ya les había tocado sostenerlo para que no se cayera de la cama, aunque varias veces ya le había pasado. Por suerte esta no había sido una de ellas.
Fue ese el momento en el que no aguantó más y se alejó unos pasos. Para buscar una forma de distraerse, se dirigió a la máquina de cafés donde introdujo una moneda y vio cómo el líquido oscuro fluía hasta llenar el vasito.
Lo olió sabiendo el sabor que le esperaba, pero terminó sorprendiéndose. Miró con fastidio el vaso tras pasar el trago. El café de la máquina del hospital sabía mal, él estaba consciente de eso, pero en verdad este sabía aún peor tras haber hecho llorar a Sasha, sabía asqueroso.
Se quedó sentado en otra parte menos concurrida del hospital, era una pequeña sala de espera con un par de máquinas expendedoras e incluso una cafetería pequeña que ahora estaba cerrada debido a la hora. Miró por la ventana cómo ya era completamente de noche, y se quedó perdido con la vista en ella un buen rato.
—Ángel —fue la voz de su compañero la que lo bajó de su nube. Al girarse se encontró con Michael Maes, un miembro más en la Unidad Imperial.
Lo miró fijamente esperando a que hablara ya que sabía que él no se molestaría aunque no le dijera nada, también sabía bien que él no habría ido hasta él sólo para saludar, así que era cuestión de segundos que dijera lo que quería.
—Vine a traerle esto a Sasha, ¿sabes su habitación? —preguntó mostrándole una carpeta amarilla con un par de hojas en su interior.
Ángel miró casi con odio aquellas hojas hasta que el enojo pudo con él y, aún sin decir nada, se la arrebató con una mano y la tiró sobre la mesa antes de dar un golpe encima de esta y apartar la mirada de vuelta a la ventana.
—Ahora no puede.
Michael lo miró unos segundos y después de un tiempo habló. Era bastante raro que él mostrara interés por alguien más, siquiera que iniciara las conversaciones, pero aunque lo soliera tener problemas con nadie en su unidad, Ángel era con quien mejor sentía que se entendía, era a quien más paciencia le tenía y con quien más confianza sentía.
—¿Qué te pasa? —su voz seguía áspera y su mirada no se había inmutado, pero aún así ocupó la silla que estaba enfrente de la de su compañero.
Ángel siguió mirando por la ventana unos momentos antes de empezar a negar con la cabeza y finalmente mirar a Michael.
—¿Por qué? ¿Eh? ¿Por qué le siguen mandando reportes sabiendo que está así? —no le importó la mirada dura de Maes, simplemente necesitaba desahogar un poco de su enojo en esos momentos— No está aquí por un brazo roto o una herida menor, no puede respirar y aún así quieren que se ponga a trabajar. Seguramente los superiores no saben ni qué es lo que tiene, no les importa, piensan que esta es como simplemente su casa de vacaciones y que pueden mandarle todo el trabajo aquí como si nada. Que se lo den a Luciel, que se lo den a Gen o a Konrad; él ya tiene suficiente.
Aunque su corazón se había acelerado en el desahogo, la expresión de Michael seguía ininmutable, esto consiguió que se calmara lentamente. Agachó la cabeza un poco más tranquilo y volvió a hablar ahora sin mirarlo.
—Perdón...
—Está bien —negó con la cabeza sin darle mucha importancia—. También creo que es excesivo, pero no podemos hacer nada, son órdenes. ¿Te encargo que se lo des cuando pueda o me quedo a esperar?
—Lo están atendiendo, estaba sintiéndose muy mal así que va para largo... Yo se lo doy, no te preocupes —dijo con su voz cada vez más pesada mientras cubría su cara con la mano izquierza y la derecha la mantenía sobre los papeles.
Michael asintió y se levantó de la silla teniendo las manos en la mesa. Aunque no lo demostrara, la situación lo había hecho pensar y revolver sentimientos que tenía apartados para evitar esos momentos de confusión, de incomodidad al estar en el silencio de su mente.
Si él hacía todo eso, si él era un militar de la élite del Centro era sólo para mantener a salvo a su hermanita cuya salud era también frágil, no por las ideas de aquel que era su padre.
Reginald Maes, el padre de Michael y Jana, era un militar del Centro, ya no trabajaba activamente sino que formaba parte de la Élite de Mercenarios ocupando cargos políticos y de administración. Pero por la ansia de que sus hijos siguieran sus pasos fue que los hizo entrenar para alistarse. El hermano mayor de Michael, Calixto, entró a los scouts con sólo diez años y él cinco años después al tener la misma edad; sólo estuvieron tres años antes de ser candidatos para la Selección Natural y poder ingresar como cadetes. Ambos lo consiguieron y así fue como empezaron sus vidas como militares.
Calixto se graduó como cadete a los dieciséis años y formó parte del temido escuadrón Zeus hasta su disolución en 2012, un año antes de su muerte. Él fue de los que permanecieron en el Centro por la propia obligación de su padre y por no tener a dónde más ir y no querer dejar solos a sus hermanos. Pero al volver, su lealtad fue premiada con un puesto importante y un lugar en el escuadrón liderado por Bash Lancer para atacar Hokkaido desde Akita, pero fue en esa misma misión donde él murió con sólo veinte años.
Michael tenía quince cuando eso sucedió, estaba a un año de graduarse también, planeaba volver a su vida normal como civil junto a su hermana, pero la muerte de Calixto no sólo le dolió como a nadie, sino que le trajo el temor de que quisieran enviar a su hermanita también a los programas de formación militar. Nada más graduarse fue cuando se empezó a formar la actual Unidad Oscuridad que planeaba ser entregada al mando de Calixto, pero tras su muerte fue contemplado Michael para seguir manteniendo el nombre de su familia en alto. Pero él no quiso, no quería ser el líder de nada, por eso fue colocado en la unidad como simple miembro, y cuando se creó la Unidad Imperial en 2018 él fue el primero en ser contemplado. Tenía veinte años, justo la edad con la que murió su hermano.
Se contemplaron quince candidatos para formar la Unidad Imperial y terminaron quedando sólo diez. Michael Maes fue el primer reclutado, incluso Sasha -el actual líer- había sido el segundo. Él siempre lo vio como que se trataba de esa insistencia del Centro y su padre en premiar a su familia.
Pensaba en su hermano que había fallecido por culpa de su padre quien lo forzó a alistarse, pensaba en Jana quien era enfermiza y luchaba por alejarla de ese mundo; y al ver a su líder quien sólo era dos años menor que él, luchar por sobrevivir en el Centro, en la guerra y también frente a su enfermedad, llegaba a sentir enojo por lo injusto que le parecía, más aún sabiendo también la historia que el llamado Zar cargaba también en su espalda.
Ángel miró los papeles por encima y sin aguantar mucho más, cerró la carpeta cubriendo su cara para intentar tranquilizarse y esperar hasta que una enfermera llegara a buscarlo. Porque él sabía que incluso después de aquella conversación, Sasha iba a pedir verlo en cuanto pudiera, y él quería verlo también.
En el ludus casi todos estaban en sus cuartos debido a la hora, algunos dormían y otros miraban desde ahí la competencia, pero el comedor aún estaba ocupado por dos chicos que llevaban un rato hablando y mirando la competencia que por el momento estaba tranquila.
—¿Y cómo lo conociste? Me da curiosidad —preguntó Bái Lóng entre unas cuantas risas mientras tomaba su taza de café bebiendo un poco.
—Bueno, fue algo curioso, la verdad —rio imitando el gesto de su acompañante antes de hablar—. Yo estaba en mi cuarto. En la Rebeldía está el hospital y aparte una clínica para quienes no necesitan estar en el hospital pero sí tener aún vigilancia y no hay quien los pueda cuidar en sus casas. Yo estaba en mi cuarto en la clínica, llevaba unos días algo mal y con un tratamiento nuevo, estaba leyendo y de pronto Sol llamó a la puerta, entró, se presentó y se quedó hablando conmigo como si nada. Luego volvió al día siguiente y al siguiente... y en un tiempo nos hicimos novios.
—Ya veo. Parece algo muy suyo, desde chiquito siempre fue alguien muy espontáneo —rio el mayor.
Hubo unos segundos de silencio, los dos estaban visualizando la imagen que cada uno tenía de Sol y eso les provocó una sonrisa.
—Se ve que se quieren mucho —sonrió Bái Lóng.
—Sí... lo extraño mucho. Cuando lo conocí él ya llevaba un tiempo inactivo en el ejército y yo sólo iba a los entrenamientos del Coliseum así que nos veíamos todo el tiempo prácticamente, esto seguramente sea el mayor tiempo que no lo veo desde que lo conocí.
Entonces ambos miraron a las pantallas. Mostraban el bosque en tranquilidad: cómo Michael y Doug dormían abrazados mientras que Lucas y Jeanne montaban guardia hablando en voz baja y cuidando a Victor quien dormía a un lado de la pareja, ni siquiera se encontraban en el interior de una edificación, sólo estaban a los pies de las ruinas de una torre. Cálico montaba guardia mientras Bradford y Mercury dormían en el interior de la cabaña en la que llevaban todo el día asentados, esa noche sí que habían conseguido que Mercury durmiera un poco. Él había intercambiado veinticinco de sus puntos por un botiquín con el que atendieron una herida no muy grave que tenía Cálico, pero así los tres quedaron mucho más tranquilos.
Remington se había instalado esa noche en una torre del castillo, llevaba solo y sin cruzarse con nadie más desde el coliseo. Estaba tan confiado en él mismo y el arsenal de armas que llevaba consigo, que dormía tranquilamente aún sin compañía.
Los chicos del Centro tampoco parecían activos en ese momento. Debido a la muerte de Noviembre, Theo y Foxtrot; los demás se reunieron y decidieron quedarse juntos esa noche antes de que se dividieran al día siguiente. Planeaban que Cronus se fuera con Laban y Cándido mientras que Mehr, Simeon y Tet iban por otro lado.
Si tan solo todos supieran que ningún grupo planeaba atacar esa noche, podrían haber dormido sin el pendiente constante de vigilar que nadie llegara por sorpresa.
—Sōji, ¿qué vamos a hacer en nuestra arena? —preguntó después de unos minutos de silencio.
Su atención se captó de inmediato, pero al ver la cara casi de susto de Okita, Bái Lóng se apresuró a tranquilizarlo.
—No se está grabando esto. Hablé con Einar y me dijo que no van a retransmitir el comedor ni las reuniones mientras esté pasando una ronda —cuando el opuesto asintió calmándose un poco, lo miró de nuevo con seguridad—. Sōji, no quiero pelear contra ti... Odio pelear contra cualquiera que haya conocido antes de un enfrentamiento, y esto es peor aún: es una pelea a muerte. Sol te quiere mucho, no puedo hacerle esto... Y no es sólo por él, acabo de decírtelo, no voy a poder enfrentarme a ti en la arena, menos aún si nos estamos volviendo amigos o algo parecido.
Sōji sonrió con la mirada gacha un momento y luego la fijó en él de nuevo.
—Desde pequeño me han entrenado para que, si se da el momento, pueda matar a quien sea por el bien del clan o simplemente para sobrevivir. Pero en verdad me va perseguir la consciencia si llego a hacerlo, ya nos estamos conociendo y eso es bastante cruel, no importa qué tan entrenado estés. Y eres el hermano de Sol, su único familia vivo... tampoco voy a poder hacerlo, no puedo hacerle eso a mi novio —sonrió él compartiendo la mirada con su compañero.
—Entonces hagamos una alianza —dijo seriamente Liu—. El Coliseum va por puntos y por límite de participantes, es individual así que no hay problema si tú y yo estamos aliados.
—Entiendo... Sí, está bien, hagamos eso —asintió varias veces y luego miró al chico con más decisión—. Pero estoy con Sakamoto, es mi mejor amigo desde la primaria, los dos vinimos aquí desde el Myr con la idea de ir juntos si es que nos tocaba en la misma arena.
—Sí, seremos nosotros tres. Hábalo con él, aún hay tiempo pero debemos ir preparando todo.
—Claro —asintió Sōji antes de mirar con una pequeña sonrisa a Bái Lóng—. ¿Quién es Einar? Lo has mencionado varias veces pero sigo sin tener ni idea de quién es.
Él se sorprendió unos segundos y luego rio un poco.
—Es mi novio —confesó—. Y es el chico que ha estado junto a Chester Horse, el presentador del Coliseum. Einar Aksnes.
—Ah, es él... Claro, ahora tiene sentido. Sólo no recordaba su nombre —dijo antes de volver a tomar de su taza—. Pues es guapo y la verdad es que tiene una voz muy bonita —asintió después de pasar el trago—. Y él tampoco tiene mal gusto, ¿sabes? Creo que prefiero al Liu menor pero tú tampoco estás mal, tiene buen ojo para los hombres.
—Pues... de hecho él es ciego —admitió con una pequeña risa que se amplió al ver la cara de Okita bastante avergonzada en esos momentos.
—Bueno, eso significa que eres suficientemente buena persona como para haberlo enamorado a él, ¿no crees? —sonrió después de disculparse un par de veces.
—Sí, supongo que sí —rio agachando la cabeza y señalando un momento el reproductor de holograma que seguía enfocando el bosque—. Desde el inicio del Coliseum sólo se escucha su voz, pero cuando él está al aire puedes ver que mueve mucho las manos sobre la mesa; eso es porque está leyendo todo lo que tiene que decir en ese momento.
—Oh claro. No lo noté pero intentaré fijarme mejor la próxima vez que salga.
—Ojalá puedas conocerlo algún día, en serio es alguien increíble —dijo Bái Lóng con una sonrisa que crecía lentamente—. De hecho él vino aquí cuando era muy pequeño, él es de-
Pero la atención de ambos se desvió hasta la pantalla de nuevo, esta vez era la voz del propio Einar la que interrumpió su conversación.
—Jeanne D'Arc pierde cuatro puntos por culpa del envenenamiento —ese fue el aviso que puso escucharse en toda la isla, pero el resto del mensaje sólo pudo ser escuchado por quienes veían el evento desde cualquier otro lado del país—. Los frutos que ella llevaba recolectando en estos días son bastante venenosos. Han pasado quizá quince minutos desde que empezó a consumirlos y ya se están presentando los efectos del veneno que, si no se trata pronto, puede ser mortal.
Los dos se quedaron mirando la pantalla con intriga e incluso preocupación. Sōji porque ella había sido su compañera en los entrenamientos de los últimos meses, le había cogido cariño como al resto de sus compañeros. Y Bái Lóng, no sólo por esa espina de dolor cada vez que tenía que ver morir a gente inocente temiendo que Jeanne se sumara a la lista, sino porque él también era uno de sus lanistas.
—¿Qué pasa? —preguntó Doug levantándose rápidamente y corriendo hacia los dos chicos que estaban montando la guardia.
—Hay que hacerla vomitar, rápido —dijo Lucas sujetando a la chica ayudándola a ponerse de rodillas antes de que Doug la sujetara y le abriera la boca para que fuera Lucas quien metiera el dedo en esta y consiguiera que vomitara.
Michael se acercó unos pasos aún manteniendo la distancia para darles espacio mientras que Victor igual comenzaba a levantarse lentamente.
Jeanne seguía tosiendo, pero negaba insistentemente cuando Lucas le preguntaba si le faltaba la respiración.
—Doug, cuídala un momento, ¿sí? —pidió Lucas levantándose y tomando su espada antes de caminar hacia el otro lado del tronco del gran árbol.
Doug asintió y se quedó sujetando a la chica que cada vez parecía más tranquila aunque también se debilitara conforme pasaba el tiempo. Las miradas de Michael y Doug se cruzaron unos segundos, pero no tuvieron que mediar palabra: Michael seguiría a Lucas mientras que Doug se quedaría con Jeanne y vigilando que Victor estuviera un poco mejor.
—¿Lucas? —se acercó hasta él acelerando el paso y viendo a su alrededor por si acaso alguien se acercaba, pero no fue así.
Skywalk estaba dándole la espalda, miraba hacia un árbol bastante menor que en el que estaban, pero al verlo agacharse violentamente al mismo tiempo que escuchaba una arcada, se dio una idea de lo que sucedía.
Sostuvo los mechones de pelo que se le habían soltado de la coleta a lo largo de los días, y una vez él paró, pasó el brazo del rubio por encima de su hombro para ayudarlo a sostenerse.
—¿Qué pasó, Lucas?
—Jeanne estaba comiendo una especie de moras, fue lo único que comió en la guardia y empezó a tener los síntomas del envenenamiento —explicó el chico antes de escupir hacia el suelo por la sensación ácida que continuaba en su boca. Este gesto hizo que Michael desatara su cantimplora del cinturón y le ofreciera agua que fue aceptada por el rubio—. Yo también comí.
—¿¡Qué!? —inmediatamente empezó a ponerse aún más nervioso, incluso tomó su cantimplora y miró con más insistencia a Skywalk— ¿Te sientes mal también? ¿Qué hacemos?
—No, no te preocupes. Yo comí menos que ella, bastante menos... pero quise hacerlo por prevención, quizá el efecto del veneno se presente según la cantidad. Ahora, si hay efectos, tendrían que ser menores. Tendría... tendría que estar bien.
Ni siqueira Lucas estaba muy seguro de sus últimas palabras, pero tanto Michael como él querían creer en ellas.
—No hay que hablar de esto en alto con Jeanne, no hay que hacerla sentir culpable, no fue su culpa, cualquiera pudo haber tomado las moras. Ahora sólo hay que deshacernos de ellas.
Michael lo miró a los ojos y asintió con seguridad. Acompañó a Lucas hasta donde estaban Victor y Doug con Jeanne. El menor de lo Blade ya estaba levantado y vigilaba espada en mano mientras que Doug se ocupaba de la chica. Al verlos llegar, los dos dijeron que no pasaba nada, Lucas se acercó a ver cómo iba evolucionando la condición de la rubia mientras que Michael fue directamente al bolso de Jeanne y sacó todas las bayas arrojándolas hacia donde estuvo con Lucas.
Por un momento dudó. Pensó en el bien de sus compañeros rebeldes, pero también en la ventaja que tendrían sobre los del Centro, pero finalmente optó por seguir su idea inicial. Arrojó las últimas moras hacia el vómito de Skywalk aguantando las náuseas que le provocaba la situación una vez pasado el shock. De esta forma, quien encontrara su actual campamento podría deducir que las bayas eran venenosas.
Así no se envenenarían sus tres compañeros restantes, pero tampoco lo harían sus enemigos, dejándoles así aún la oportunidad de matarlos ellos mismos.
*** *** ***
PRIMERA RONDA. Arena Europea (Caballeros y gladiadores)
Simeon Ayp - 40 puntos
Michael Ballzack - 28 puntos
Crateris Mercury - 25 puntos
Lucas Skywalk - 25 puntos
Cálico Corsair - 25 puntos
Rex Remington - 20 puntos
Cronus Fourseasons - 20 puntos
Masha Kohut, Mehr - 16 puntos
Douglas McArthur - 15 puntos
Jeanne D'Arc - 9 puntos
Victor Blade - 8 puntos
Jeanne D'Arc - 10 puntos
Bradford Ash - 5 puntos
Tet Aqua - 5 puntos
Cándido Glow - 5 puntos
Laban Lux - 5 puntos
Nadia Willows, Noviembre - 10 puntos [FALLECIDA → Muerte por desangramiento (herida durante el ataque al castillo) ]
Theo Divine - 5 puntos [FALLECIDO → Muerte por aplastamiento (durante el ataque al castillo) ]
Fred Winters, Foxtrot - 20 puntos [FALLECIDO → Muerte por asfixia (durante el ataque al castillo) ]
Demain Ledger - 5 puntos [FALLECIDO → Muerte por desangramiento ( herido por Cronus Fourseasons y Pallas Brandish) ]
Pallas Brandish - 5 puntos [FALLECIDO → Asesinado por Crateris Mercury ]
Hyperion Wise - 5 puntos [FALLECIDO → Asesinado por Cálico Corsair]
Mars Deimos - 10 puntos [FALLECIDO → Asesinado por Simeon Ayp ]
Jerry Onimo - 5 puntos [FALLECIDO → Asesinado por Simeon Ayp]
Indira Lay, India - 5 puntos [FALLECIDA → Asesinada por Rex Remington]
Linden Brook - 5 puntos [FALLECIDO → Asesinado por Fred Winters]
*** *** ***
Bueno, pues el capítulo de hoy vino potente :^)
Pasaron muchas cosas diría yo, pero bueno, no hay mal que por bien no venga... menos en Coliseum así que ya valimos ;—;
Espero que les haya gustado el capítulo y nos vemos pronto OwO
Atsushi~
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