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[CAPÍTULO 32]

06/03/2022 | Arena "Mars Bellum", Islas Izu, Japón.

Después de aquella batalla campal la isla se mantuvo en silencio. Los grupos del Centro se habían encontrado mientras que los dos equipos rebeldes se quedaron en la fortaleza y el tercer grupo seguía en la zona este, acercándose cada vez más a la base de sus aliados.

Lucas había conseguido estabilizar a Einar, la flecha se clavó profundamente en su abdomen, había diagnosticado que logró perforarle el hígado, lo cual les daba garantía de que no moriría instantáneamente, pero en caso de que no lo atendieran pronto como era debido no habría buenos pronósticos. 

Lo único que pudo hacer fue suturar la herida y advertir que no debería moverse en absoluto, pues el material con el que contaba no era de buena calidad y lo más seguro sería que los puntos se reventaran con tan sólo caminar.

Ahora Lucas dormía con la cabeza sobre la mesa mientras que Bái Lóng vigilaba la entrada de la torre. Victor, Faythe y Hocus dormían en el suelo, y Einar y Sōji ocupaban la cama, si es que se le podía llamar así a aquella base de madera cubierta de mantas.

Langford y Bradford vigilaban desde la otra torre, y Tezcat y Ringo vigilaban el puente bajando de vez en cuando para ver los alrededores y confirmar que no vendría nadie.

Bái Lóng confiaba en ellos, habían demostrado aceptarlo como aliado, pero ahora ya no se trataba sólo de él, ahora también debía asegurarse de que no atacaran a Einar, por eso se mantenía tan cerca de él. Aquella idea ya iba desapareciendo de su mente, pero con la llegada del equipo de Faythe tenía nuevas dudas y desconfianza. De hecho no le hacía gracia que Hocus estuviera durmiendo justo al lado de la cama, tan cerca de Einar. Tan sólo intentaba calmarse y no pensar en ello hasta un punto donde se pudiera romper la alianza: si lo hubieran querido matar ya lo habrían hecho, eso se repetía a sí mismo.

Hocus salió de su sueño ligero y suspiró algo fastidiado por el cansancio. Al menos no hacía tanto frío como en su anterior arena, además llegaba a sentir el calor de Victor pues los tres que dormían en el suelo estaban compartiendo una sola manta.

Trató de acomodarse usando su brazo como almohada para volver a dormir, ahora giró hacia el otro lado, dándole la espalda a Victor y mirando hacia la cama. Pero al girar sintió algo extraño en su costado. Lo primero que pensó fue en un pliegue de su ropa que se había humedecido durante la pelea y ahora estaba no sólo húmedo sino que también caliente pareciéndole algo incómodo. Pero al querer acomodarlo se dio cuenta de que se trataba de un trozo de manta húmedo. Lo tocó con los dedos y al sacar su mano vio cómo se trataba de una mancha de sangre. Por instinto se revisó el cuerpo y comprobó que no sentía ninguna herida.

Se incorporó lentamente mientras se quitaba la manta de encima y veía como la otra sábana estaba bastante manchada, se trataba de una de las telas que colgaban desde la cama, toda ella estaba empapada en sangre. Finalmente reaccionó por completo, sus movimientos dejaron de ser cautelosos y lentos por el sueño, se puso de rodillas y le quitó a Einar la manta que lo cubría, pudiendo ver cómo la sangre venía de él, de su herida que estaba sangrando y había empapado una gran parte de la sábana sobre la que él y Okita estaban.

—¡Oye! —se acercó a él tratando de despertarlo moviendo una de sus mejillas.

—¿Qué pasa? —Bái Lóng se desenvainó la espada inmediatamente y fue al interior de la habitación. Temía que su paranoia fuera realidad, y de ser así no tendría dudas en matar a Hocus en ese instante.

Pero Hocus ni siquiera se preocupó por el reflejo de desconfianza de Liu.

—Está sangrando, se le debe haber abierto la herida —insistió en despertarlo, le movía la cabeza tratando de hacerlo reaccionar—. ¡Einar!

Justo antes de que Bái Lóng también insistiera, el rubio se despertó. Abrió los ojos débilmente y aunque no pudiera ver más allá de sombras moviéndose en la habitación que había adquirido tonos cálidos gracias a las velas, Bái Lóng supo reconocer que no era su común mirada perdida, que en verdad algo iba mal con él.

Einar nada más despertar siempre hablaba, si dormía con alguien era para preguntar si el otro estaba despierto, y sino simplemente daba los buenos días en alto, si nadie respondía era porque efectivamente estaba solo. Pero ahora sus párpados caídos se cerraban una y otra vez haciendo ver que apenas se podía mantener despierto.

Los demás no tardaron en despertar también. Victor ocupó rápidamente el lugar de Liu como vigilante y le avisó a los Ash de lo que sucedía. Sōji fue el último en despertar a pesar de ser quien más cerca estaba, y aún así apenas pudo reaccionar.

—Ven, acuéstate aquí, tú también te llenaste de sangre —Faythe lo tomó de los brazos para así levantarlo y llevarlo hasta donde ella estuvo acostada.

Fue un momento de conmoción sin duda. Lucas preparó todo para volver a suturar la herida de Einar, pero mientras Bái Lóng le quitaba las vendas, aprovechó para ver cómo se encontraba Okita.

No se acostó en el suelo, sino que se quedó sentado mientras Faythe lo sujetaba de la espalda. Tampoco parecía estar en buenas condiciones.

—Ve con Einar —insistió él cuando Lucas se dispuso a revisarlo rápidamente. Hablaba entre jadeos y apenas podía mantenerse erguido, de ahí que la preocupación fuera aún mayor.

Lucas no tuvo otra opción más que volver a la cama para encargarse de Einar de nuevo.

—¿Se abrió la herida o es algo más? —preguntó Bái Lóng mientras se subía al otro lado de la cama, arrodillándose en la manta ensangrentada donde estaba Sōji hace unos minutos para así sujetar la mano de Einar y ayudar a Lucas en lo que necesitara.

—Sí, son los puntos. Tiene una hemorragia fuerte, no es raro teniendo en cuenta que es una herida en el hígado pero no estamos en las mejores condiciones para sobrellevarlo —dijo con una voz notoriamente tensa.

Una vez tuvo todo listo para volver a suturar, una tos desesperada por parte de Okita terminó de tensar el ambiente.

—Hocus, ve con él —indicó en voz baja tratando de mantener su concentración en el procedimiento.

Eso hizo. Se fue con Faythe y Okita, donde él se cogía de la chica para intentar dejar de toser aún cuando sentía una enorme falta de aire.

Hocus lo hizo ponerse de rodillas y apoyando las manos en el suelo frente a él.

—Coge aire —le indicó y el chico le hizo caso como pudo. Entonces le cubrió la boca con la mano—. Ahora aguanta. Uno... dos... tres... —al terminar la cuenta le descubrió la boca y lo hizo repetir el proceso un par de veces más hasta que se calmó un poco—. Listo, mejor, ¿no?

Una vez lo vio asentir, con la mano le mojó un poco la cara usando agua de su cantimplora.

—Eso lo hacía tu novio en las misiones cuando se ponía así —parecía tranquilizarse aún más al escucharlo hablar, quizá porque pensaba en Sol o porque simplemente necesitaba escuchar una voz. Aunque indirectamente también captó la atención de Bái Lóng quien seguía sin separarse de Einar—. Un día en una misión yo respiré gas tóxico, fue sólo una inhalación o dos, pero ese cabrón de Preston tiró unas granadas que sólo con ver la nube ya sentías como si te estallaran fuegos artificiales en la garganta. Quise volver a la misión así que no me recuperé bien y al final sí me afectó peor de lo que esperaba. En la vuelta al Espejismo Sol me dio su oxígeno y después de que vomitara sangre en la calle más polvorienta de la Periferia mientras Houdini le llamaba a Lucas en una crisis, Sol me enseñó esto.

Siguió hablando por haber notado cómo así no sólo Sōji se estaba calmando, sino que toda la habitación también.

En eso le vino una idea así que captó la atención de Faythe.

—Trae a Saturn, dile que cambio de turno con él.

La chica asintió y salió de la fortaleza con la naginata en mano.

—Seguro que Saturn sabe mucho más que yo —comentó tratando de tranquilizar más el ambiente. Tomó la cantimplora y antes de ofrecérsela a Okita se volteó a Lucas—. No puede tomar mucha agua, ¿verdad?

—Dale tragos pequeños para que se hidrate, pero no podemos darle mucha porque se le está acumulando líquido en los pulmones, mientras más líquido tenga en el cuerpo peor puede ser —a Bái Lóng le sorprendió la seguridad con que habló, no tuvo ni que pensárselo, pero tampoco parecía haber interrumpido su concentración a la hora de terminar los puntos de Einar.

A menos de un kilómetro hacia el este, el grupo de Doug trataba de escabullirse por el bosque sin que los chicos que los perseguían se dieran cuenta de sus presencias. Habían identificado a Chell, Remington, Simeon y Aqua; los estaban buscando pero por suerte Terry les avisó a tiempo a sus compañeros y pudieron huir en silencio, aunque no se los quitaban de encima.

—Lo último que necesitamos es una batalla campal como la que tuvieron ayer —dijo Doug escondiéndose tras una roca de considerable tamaño junto a Michael, Preston y Terry mientras que Riccardo estaba tras un árbol tan sólo unos metros más lejos—, tenemos que separarlos.

—Pero ellos son mayoría, estamos en desventaja.

—La fortaleza que vimos sí es de los rebeldes, debemos avisarles de que comenzaron otro ataque y tratar de reducirlo poco a poco ya con refuerzos. La fortaleza debe estar a menos de doscientos metros en esta dirección, uno irá a avisarles mientras los demás intentan mantenerlos alejados durante unos minutos, hasta que traigamos aliados.

—Yo voy. Doscientos metros en esa dirección, ¿no? —dijo Michael señalando hacia el bosque mientras se mentalizaba, pero Doug lo cogió del hombro.

—No, tú no-

—Entonces yo, soy más rápido —dijo ahora Preston. Y en verdad Preston era el mejor candidato: era rápido, ágil y al ser el más pequeño podía esconderse más fácilmente, pero tampoco podía mandarlo.

—No, ustedes dos se quedan aquí. Michael, no eres bueno en cuerpo a cuerpo y esa es la especialidad de Remington y Simeon, y tú, Preston, si te encuentran harán lo posible por que te enfrentes con Remington, y nuestra prioridad ahora es reunirnos con los demás.

Los tres chicos asintieron y luego Terry volvió a asomarse para vigilar que no había nadie allí.

—Si en quince minutos no regreso yo, o alguien de la Rebeldía, vayan hacia la fortaleza, eso será que necesitamos refuerzos por allá. Y si me matan y escuchan mi nombre, vayan a la fortaleza pero desde el norte, ¿de acuerdo?

Volvieron a asentir y Doug le explicó con señas a Riccardo que se fuera a la roca también.

—Ahora pueden, no hay nadie —avisó Archibald.

Doug asintió y sin poder ignorar la mirada de Michael después de mencionar su posible muerte, se despidió con un beso en los labios antes de intercambiar puestos con Riccardo.

Doug siguió corriendo hacia la fortaleza, ahora hacha en mano. Tardó mucho menos de lo que esperaba y confiando en que estarían haciendo vigilancia y lo identificarían rápidamente, se dirigió a las escaleras.

—¡Es Doug! —avisó Bradford antes de volver a su puesto de vigilancia.

Subió hasta el puente y fue directo a Victor quien seguía fuera de su torre.

—Los necesitamos, estamos en el este, a menos de cinco minutos de aquí, vimos a Simeon y a otros cerca, aún no nos ven, pero nos están buscando —dijo lo antes posible aún recuperando el aliento.

Victor miró al interior de la torre y Doug también. Lucas estaba vendándole el abdomen a Einar con Bái Lóng a su lado mientras que Hocus y Saturn se ocupaban de Sōji.

—¿Qué pasó?

—En la batalla de ayer hirieron a Einar y Sōji se está poniendo bastante mal —explicó antes de mirar a los Ash del otro lado del puente—. Los del Centro se agruparon, nosotros debemos hacer lo mismo y aprovechar la ventaja numérica.

—Nosotros pensábamos en atacarlos por grupos pequeños y evitar una batalla como la de anoche.

—Somos mejores en grupos grandes, ellos pelean solos aunque estén juntos. Ayer matamos a tres incluso estando en desventaja y con dos heridos —Doug lo entendió inmediatamente—. Hay que ir por tus chicos y defender esta fortaleza, tenemos ventaja por el territorio.

McArthur asintió y casi de inmediato los dos se fueron hacia donde estaban Riccardo y los demás, avisando a los Ash del plan.

La torre consiguió unos minutos de calma mientras Lucas revisaba a Sōji sin poder hacer nada más por Einar. Saturn tomó el lugar de vigilante y apenas pasaron unos pocos minutos antes de que Faythe regresara.

—Vienen —dijo justo antes de que Tezcat llegara a su lado—. Son varios: vimos a Mehr y Alpha.

En ese momento todos supieron que volvería a suceder. Se enfrentarían a ellos mientras Victor y Doug traían a sus compañeros.

Hocus se acomodó bien la armadura y cogió el hacha, pero antes de salir manchó su dedo en la manta y se escribió en la frente con la sangre de Einar la misma runa que le puso a Preston cuando este ganó pero no se le permitió salir: la runa de Tyr.

Él sabía que Alpha tenía asuntos pendientes con él, con Riccardo y con Preston, pero ahora mismo estaba dispuesto a ser su rival para luchar hasta saciar el honor de cada uno, aunque eso implicara morir.

Y nada más salir al puente vio a Alpha llegar junto a Mehr, Ghiris y Gamma. El contacto visual fue inmediato, el acuerdo de la lucha por honor fue mutuo.

Cuando Victor y Doug llegaron sólo lograron traer a Michael y Terry, quienes estaban distrayendo a sus persecutores mientras Riccardo y Preston trataban de ir hacia la fortaleza desde el norte.

Pero el grupo ahora conformado por los tres chicos del Raimon y Victor no pudo seguir avanzando, Chell, Aqua y Charlie lograron interceptarlos. Lo mismo sucedió con Preston y Riccardo, ahora acorralados por Simeon y Remington.

—Preston, regrésate —dijo Riccardo en voz baja para así darle la orden de huir y evitar aquella pelea donde estaban en desventaja.

Pero cuando los dos comenzaron a correr, Simeon lanzó una roca no demasiado grande contra di Rigo, el golpe fue suficientemente fuerte como para hacerlo tropezar unos segundos que Simeon aprovechó para atraparlo y evitar que siguiera huyendo, a diferencia de Preston.

—Ya estuvo bien de tanto huir, ¿no crees? —cuando Simeon quiso ponerse encima de Riccardo para inmovilizarlo, él pudo reaccionar a tiempo y se quitó empujándolo.

—¡Preston, ve con Michael! —gritó ignorando a Simeon, aunque ya sin oportunidad de evitar aquella pelea.

—Déjalos, tienen sus asuntos pendientes.

Riccardo no tenía opción, ahora sólo debía resistir todo lo que pudiera, resistir y buscar el momento adecuado para poder deshacerse de Simeon, incluso arriesgándose frente a la considerable diferencia de fuerza.

—¡Correr no te va a servir de nada, Princeton! —se burló Remington al perseguirlo, reduciendo cada vez más la distancia entre los dos— ¡El país entero lleva esperando tres arenas para ver cómo te mato, no los hagas esperar más!

En el último momento antes de ser atrapado, Preston cambió de dirección abruptamente haciendo tropezar a Rex. Corrió en dirección al centro de la isla, donde debería estar la fortaleza, saltó el arroyo de agua caliente y trató de escalar el muro en ruinas que llevaba a una elevación de tierra, pero antes de lograrlo Remington lo cogió de la pierna y de un simple jalón lo tiró al suelo, incluso cuando él quiso clavar su daga en la tierra.

Finalmente había llegado el momento en el que se enfrentarían.

Comenzaba a amanecer lentamente en la isla. Michael fue el primero en llegar a la fortaleza, Doug, Victor y Terry ahora estaban lidiando con los otros tres del Centro. En la base Hocus y Alpha se mantenían en tensión dispuestos a atacarse en cualquier momento, mientras que Ghiris y Gamma se enfrentaban contra Tezcat.

Michael no pudo llegar a la escalera, Mehr se puso enfrente de él cortándole el paso y amenazando su cuello con la espada, pero él tomó rápidamente su distancia ya con el tridente listo.

—¿A dónde vas? —rio ella mientras bloqueaba con facilidad el ataque de Michael—. ¿Quieres ir a protegerlo? ¿Vas a cumplir el último deseo de esa debilucha de Ashfield? Quería proteger a su príncipe y ni siquiera supo mantenerse viva ella sola.

—Tú no sabes cerrar la boca, ¿verdad? —frente a un nuevo ataque bloqueado, Michael usó ese momento para empujarla contra las escalera. La pateó hasta hacerla caer de espaldas sobre ella, sin darle tiempo a reaccionar la sujetó y la tiró al otro lado. Quiso rematar atravesándola con el tridente, pero su armadura de metal rosado se interpuso, así que sólo corrió escaleras arriba, confiando en que Ringo lo cubriría.

Entró en la torre, quería ver él mismo a aquel chico, quería conocer la cara de aquel a quien le habían encargado proteger. El último deseo de Jeanne fue que él siguiera con su misión, y aunque su misión era dar a conocer la realidad y avivar la sed de venganza de Ashfield, todo eso ya había sucedido: Ashfield se rebeló cuando Jeanne murió, y la verdad sobre Einar salió a la luz cuando entró en el Coliseum y quedó aún más claro cuando Charlie dijo todo lo que sabía tan sólo horas atrás. Ahora lo único que podía hacer por cumplir la última voluntad de la chica era proteger a Einar.

No esperó encontrarlo en esas circunstancias, pero Lucas nada más ver a Michael supo lo que pretendía. Jeanne murió frente a ambos, Lucas y Michael habían hablado mucho del tema desde que regresaron al Centro, por eso fue que Lucas aceptó a Einar y le dio su confianza después de saber que él era el Príncipe de Ashfield, que era a quien habían prometido cuidar.

—Yo me quedo con él, te necesitan fuera —le dijo Lucas a Liu.

Asintió dándole toda su confianza, sabía que sus compañeros lo necesitaban, había prometido ser un aliado más, no podía dejarlos luchando solos mientras él sólo se quedaba en la torre.

Michael dejó el tridente contra la pared y se dirigió a Sōji quien seguía sentado en el suelo cerca de la cama, aún preocupado por el rubio y la pelea, pero demasiado débil como para demostrarlo.

—Okita, el arco, ¿dónde está? —preguntó parándose frente a él.

Miró a un lado pero al no verlo, señaló la cama con la cabeza.

—Abajo de la cama.

Michael fue directo ahí y sacó el arco junto a un carcaj que se ató en la cintura. Colocó una flecha en la cuerda y se quedó en la puerta cubriendo desde arriba a Bái Lóng, quien se dirigió a la pelea más desigual: la de Tezcat contra Gamma y Ghiris.

Tezcat era en quien menos confiaba, ahora no porque fuera a herir a Einar, sino porque los dos habían tenido dos enfrentamientos en su arena anterior, ambos sorprendentemente igualados. Pero ahora eran aliados, ahora debían pelear juntos, así como Lima aceptó a Sōji ahora a él le tocaba hacerlo con Tezcat. Mitzil llevaba bien la pelea, pero era evidente que estaba en desventaja.

—Liu.

—Ghiris —los dos se miraron por un instante. Bái Long veía la tristeza en la mirada de Hudson mientras que él veía la culpabilidad en Liu. En el Centro no se trataban, como había dicho Alpha, la jerarquía los separaba. Pero en su arena fueron aliados, supieron ver más allá de sus diferencias y por eso lograron llegar vivos hasta el final. Pero ahora era todo justo al revés: él pelearía junto a Tezcat en contra de Ghiris.

En el este la pelea tampoco iba bien, para ninguno.

Preston arrojó una roca contra Remington en el momento en el que perdió una de sus dagas. Ganó unos segundos y pudo recuperar su arma, pero era imposible que se librara de Rex.

—Ya me tienes harto, maldita basura —justo cuando quiso levantar a Preston del suelo para poder volver a golpearlo, lo que era una puñalada al corazón de parte de Princeton se desvió y sólo fue un corte en el brazo de Rex, aunque él también recibió el puñetazo con mucha menos fuerza de la inicial.

Antes de que se le acercara más, Preston puso la daga contra el cuello de Remington tratando de recuperar una mejor posición para defenderse.

Era cierto que finalmente había llegado el momento que mucha gente esperaba. Había quienes apoyaban a Preston y otros que apoyaban a Rex por saber lo que había detrás de esa pelea, las cuentas que se ajustarían; pero más de la mitad del país sólo estaba atento a ese enfrentamiento por morbo, por la tensión que habían generado en esos días, sólo conocían lo que habían sido en el Coliseum.

Una parte de Preston esperaba que alguien matara a Remington antes de que se enfrentaran, pues sabía que lo iba a llevar a un combate cuerpo a cuerpo donde Princeton no tenía ventaja alguna. En los entrenamientos de combate, aquellos mismos donde Emma se había obsesionado con ganarle a Maxim, Preston siempre quedaba en los puestos más bajos de las listas. Para comenzar, no solían permitirle combatir por la condición de sus costillas, y cuando lo hacía siempre perdía, ya fuera por cortesía de su contrincante, porque los mentores interrumpieran el combate, o porque él se rindiera antes de que le rompieran algo. Rara vez ganaba, pues no sólo tenía en contra su debilidad física, sino que su estatura, fuerza y peso lo ponían en desventaja.

En los últimos años había comenzado a aumentar su nivel, más de una vez le había ganado a Columbia, aunque Yale seguía siendo un rival imposible por estar entre los cinco mejores de la Royal Academy en combate cuerpo a cuerpo, pero Remington ni siquiera era un rival para él.

Preston no se aguantaba frente a las provocaciones del mayor, si por él fuera usaría la mínima oportunidad para poder pelearse con él, pero sin importar lo enojado que estuviera, el odio con el que lo atacara, Remington lo vencía sin problema. Eran sus compañeros y sobre todo Uta quienes tenían que convencer a Preston de que no le siguiera el juego a Rex pues no era rara la ocasión en la que salía herido.

Se había acostumbrado a ignorarlo, a enojarse por dentro y no darle el gusto de pelear, la última vez que lo hicieron fue cuando la Royal se dividió, cuando Preston salió con dos costillas rotas. Ahora quería evitarlo, por más que dijera que estaba listo para enfrentarse a Remington, por más que genuinamente quisiera vencerlo de una vez, él sabía que no iba a poder, sabía que tenía miedo, sabía que este nuevo enfrentamiento iba a terminar con la muerte de alguno de los dos y temía que no fuera con la de Rex.

Lo cogió del cuello y sin apenas esfuerzo, lo levantó hasta poder ponerlo contra la pared de piedra que el mismo Preston había intentado trepar para escapar. Sus pies no alcanzaban al suelo, la mano de Rex lo sujetaba del cuello, pero antes de que empezara a ejercer presión con el fin de ahorcarlo, Preston lo pateó con suficiente fuerza como para que lo soltara.

Cayó de pie y queriendo aprovechar los segundos en los que Rex se recuperaba, recogió su daga del suelo enlodado. Quería clavarla en la espalda de Remington nada más voltearse, quizá en el cuello, donde fuera pero lo iba a acabar en ese momento. Pero antes de que pudiera darse la vuelta, Remington lo cogió del pie jalándolo de nuevo hacia la pared.

De nuevo lo alzó contra el muro, pero esta vez usó el mango de su alabarda para mantenerlo inmóvil.

—¿Vas a seguir huyendo o finalmente vas a enfrentarte a mí? —con un pequeño movimiento aunque cargado de fuerza, consiguió que finalmente dejara de batallar. La barra de metal le presionaba el pecho mientras que las rocas del muro se le clavaban en la espalda— Yo también tendría miedo si fuera tú, haces bien en tenerlo.

Al comenzar a hacer más presión, Preston ignoró las palabras de Rex. Esta vez no lo estaba privando de aire, pero Rex conocía el cuerpo de Preston, y él conocía bien la mente de Remington, los dos sabían lo que iba a pasar si seguía aplastándolo.

—Pero no creas que tu carita de perro asustado va a servir de algo, tú y yo nos conocemos bien, Princeton. No por ser el niño bonito de la Royal eres mejor que yo, estás igual de corrompido que nosotros, todos somos la misma escoria. ¿Pero sabes qué va a pasar cuando te mate? Toda la Rebeldía va a llorar tu pérdida, probablemente me maten nada más salir del Centro. Pero nadie llora por nosotros. Hasta a la gente del Centro le dolió que mataran a Lucien, el país entero lloró la muerte de Columbia, pero seguiste siendo el consentido incluso después de torturar a Oxford, y ahora basta que yo te ponga un dedo encima para que me odien todavía más.

—Claro que somos la misma escoria, ¿cuándo he dicho lo contrario?

—¿Ahora vas a redimirte? —rio el mayor al momento de hacer un golpe de presión que le sacó un quejido al menor.

—Yo no quiero ser el favorito, yo no quiero que me vean como un niño bueno, no es mi culpa que me hayan catalogado así sólo con verme. Tampoco es tu culpa que te hayan etiquetado como un asesino despiadado, pero así fue, al parecer no podemos cambiar la mente de los demás.

La mirada de Remington por primera vez no profesó desprecio y desagrado, sino odio puro.

—Hiciste sufrir a Oxford hasta el último minuto, lo mismo con esa chica del Centro...

—Y ojalá hubiera hecho lo mismo con Emma —ni siquiera pudo acabar de pronunciar su nombre, Rex volvió a presionar el mango contra su cuerpo, ahora en un movimiento preciso, uno que dejó escuchar un crujido.

—Nada más salir de aquí yo lo haré con Uta.

Cuando Princeton recuperó el aire, miró entonces a Rex a los ojos.

—¿Ves cómo sí somos la misma basura?

Remington no lo notó, pero Preston intentó mover su brazo para ver si conseguía alcanzar a Rex con la daga y así apuñalarlo, pero era imposible, estaban muy lejos y la parte superior del brazo de Princeton estaba inmovilizada.

—La única diferencia es que-

—Es que a ti te lo dieron todo en bandeja de plata. Cuando éramos niños eras intocable, teníamos que cuidarte mientras que nosotros no importábamos si moríamos, y parece que aún todos tienen esa mentalidad. Has sido intocable en el Coliseum, has sobrevivido por mí, porque el trato que hice con los del Centro era que yo pelearía por ellos con tal de que a ti te dejaran vivo para que yo pudiera matarte. No eres fuerte, Princeton, sobreviviste gracias a Columbia, gracias a tus compañeros, gracias a mí...

Ahora el movimiento fue aún más fuerte, esta vez el sonido de la parte metálica desencajándose de su costilla real fue más que evidente.

—Pero ya sobreviviste lo suficiente —ahora aplicó fuerza en el lado contrario dejando escuchar el crujido de nuevo—. ¿Sabes? Quizá en algún momento yo quise ser como tú: que me protegieran, que se preocuparan por mí, que me vieran como algo más que alguien que ha matado sólo usando las manos, que me cuidaran como si fuera frágil.

—Yo siempre quise ser como tú —por cada palabra que Rex había dicho, había aumentado la fuerza así como la posición de la barra contra el cuerpo de Princeton, dejando escuchar cómo su huesos se quebraban como si se tratara de pedazos de cristal que amasaba contra la pared. Preston quizá estaba estaba empezando a llevarse por la adrenalina y shock aunque estuviera tranquilo, no sentía el dolor que ameritaba. Mientras que Rex también sucumbía a sus emociones, escuchaba cada palabra de Preston sin soltarlo, por eso le sorprendió aquello último, fue lo que menos esperaba escuchar de parte de Princeton—. Yo quería ser fuerte, que no me tuvieran que cuidar como si me fuera a romper, que me vieran como alguien más que a un niño herido.

Después de aquello ya comenzó a sentir la incapacidad de hablar, sentía cómo sus huesos se rompían, cómo algunos le atravesaban la piel, pero aún no podía sentir dolor.

—La diferencia...—intentó hablar, aunque esta vez sus palabras apenas podían escucharse, perdía el aire, comenzaba a caerle un pequeño río de sangre por la boca. Ya había perdido la esperanza, ya se estaba entregando a su muerte, sabía que en cualquier momento dejaría de respirar o sentiría cómo sus costillas rotas le perforaban los pulmones.

Y Remington también ya se había hecho a la idea de que finalmente mataría a Preston ahí, estaba tan convencido que se acercó un poco más a él para poder escuchar sus últimas palabras. Nunca había hablado así con él, nunca se habían dicho la verdad, nunca se habían expuesto frente al otro y mucho menos sincerado; ahora quería por lo menos escuchar cómo terminaba la conversación de Preston, quería saber cuál era la dichosa diferencia entre los dos según él.

Nada más sentir cómo su brazo izquierdo se presionaba aún más contra la pared mientras que el derecho obtenía libertad, el instinto de supervivencia que lo había llevado hasta ese momento volvió a actuar, aprovechando que Rex se había acercado, clavó la daga con la escasa fuerza que le quedaba directamente en el cuello de Remington.

Los ojos del chico se contrajeron, la inmediata falta de aire fue evidente, miró a Preston en el momento en el que de su boca comenzó a salir sangre de forma mucho más violenta, en cuestión de instantes su fuerza se perdió. Rex cayó de espaldas mientras que Preston se desplomaba hacia adelante, cayendo encima de él.

La diferencia entre ellos dos, la única que quedaba a estas alturas, era que Preston quería matarlo para poder volver a su vida, aún tenía motivos para volver a casa, mientras que Rex había vivido sólo para matarlo, luego su vida concluiría, a él ya no le quedaba nada por lo que luchar, ya no tenía un lugar al que volver.

—Rex Remington ha sido asesinado por Preston Princeton.

Nada más escuchar el aviso, como si fuera una punzada de realidad, recuperó la sensibilidad en su cuerpo. Era insoportable.

Alzó la mirada y vio cómo el vapor del riachuelo se alzaba sobre el terreno húmedo.

Comenzó a arrastrarse con los brazos, siendo cada movimiento un suplicio hasta que llegó al agua. Escuchaba la pelea lejana, escuchaba sus propios quejidos y respiraciones fallidas, pero aún así se sentía ajeno a todo aquello. 

Se arrastró hasta que el agua caliente le cubrió el torso, quedó con las piernas a un extremo del arroyo y con la cabeza al otro borde. Sentía el agua calmarlo por un instante hasta que una punzada lo atacaba y el ciclo se repetía mientras batallaba por respirar. El sonido del agua que fluía era lo único en lo que se concentraba, veía cómo el pequeño río seguía hacia abajo después de pasar por su cuerpo. No podía pensar en nada, su mente se estaba quedando en blanco lentamente, iba a perder la consciencia. Quizá para siempre.

Su visión cada vez más borrosa le permitió ver un par de siluetas que corrían desde la playa hacia el centro de la isla, donde estaba la base de los rebeldes. ¿Eran Simeon y Riccardo teniendo una lucha igual de salvaje? ¿Doug, Victor y los demás? ¿Los del Centro que vendrían  rematarlo? Tampoco le importaría que un aliado lo rematara.

El calor del agua le recordó a cuando Colby lo rescató de la trampa de Beta y le hizo meter las manos y pies en agua hirviendo para que no se le congelaran.

—¿Esta es una muerte humillante? —pensó para sí mismo ya sin poder hablar, esperando que desde alguna parte de su subconsciente Colby le respondiera.

—Lo hiciste bien, Preston —una risa débil se le escapó mientras sus ojos se llenaban de lágrimas. Aunque le hubiera dicho que sí era humillante él habría estado feliz, sólo necesitaba una respuesta, necesitaba escuchar su voz en sus últimos instantes, así cómo Preston lo acompañó en los suyos.

Ya comenzaba a delirar, lo sabía, aún lograba razonar que Colby ya no estaba, que estaba escuchando sus memorias. Al menos cualquier promesa de que nunca lo olvidaría era completamente cierta, ni aún perdiendo el conocimiento él había abandonado su mente.

Siguió mirando el agua y de vez en cuando el camino hacia la playa, lo último que vería antes de morir en esa mañana nublada.

Vio de nuevo siluetas cruzar dese la playa, nada que le importara.

Tampoco sintió miedo cuando una de esas siluetas corría directa a él. Sólo acortaría aquella meditación delirante en la que estaba.

Pero al reconocer la voz de quien hablaba, incluso el tacto de sus manos, una risa aún más débil se le escapó en el momento en que cerró los ojos. No esperaba que su última alucinación antes de morir fuera ver a Joe, pero era lógico teniendo en cuenta que había sido una de las personas que lo criaron.

—¡Preston!

Ya no reaccionó frente aquel grito pero al ver que aún respiraba, Joe no perdió el tiempo ni la esperanza y lo tomó en brazos sacándolo del arroyo y corriendo de vuelta a la playa donde los esperaba el barco.

La pelea en el centro de la isla se interrumpió cuando comenzaron a escuchar los helicópteros desde la costa. Victor, Doug y Riccardo habían logrado llegar a la base para poder recuperar su superioridad numérica, pero todos se habían quedado inmóviles cuando llegó el ruido.

Tan sólo unos minutos después desde el este llegaron tres personas más. Se movieron aún menos al ver cómo los estaban apuntando con rifles.

Pero fue Faythe la primera que rompió el silencio.

—¡Harrold!

Justo en ese momento, Mehr aprovechó su despiste y se preparó para atacarla, eso pasó desapercibido para todos menos para Michael, quien soltó la flecha que se clavó en el brazo de la muchacha.

—¡Mehr! —Ghiris se alejó de los ya quietos Bái Lóng y Tezcat por correr al lado de la chica, mientras que Faythe corría hasta donde estaba Houdini, quien ahora la cubría de cualquier otro intento de ataque usando el rifle.

Corrió y él la puso detrás suyo, pero casi de inmediato alguien le puso una mano en el hombro.

—Vete hacia la playa —le dijo una voz un tanto femenina. Por un momento dudó pero al ver que Harrold parecía no inmutarse ante las palabras de aquella persona, ella hizo lo que le dijeron.

—Imperiale, ve por él —el chico asintió y desenvainó la espada yendo hacia la torre—. Cagney, no les quites el ojo de encima.

Pocus asintió y siguió apuntando al otro lado donde seguían los demás chicos todavía sin moverse. Algunos adquirían posiciones de defensa, otros retrocedían muy lentamente y otros simplemente estaban quietos.

—¡Vayan todos a la playa, rápido! —todos los rebeldes conocían a Houdini, así que no dudaron en hacer lo que les dijo. Sabiendo que los estaban apuntando con armas de fuego, los del Centro no intentaron nada, sería inútil.

Alpha seguía atrapado bajo las piernas de Hocus, este lo tenía sujeto en una llave de la cual no lo había soltado en ningún momento.

—Contigo sé que puedo hablar como persona normal que escucha y razona —Alpha no esperó que Hocus le hablara tan tranquilamente—. Elije, Gaudín, ¿te quedas o vienes?

—Después de haber expuesto al ejército del Centro no sé qué será peor... —Hocus empezó a soltar entonces el agarre— ¿Cómo sé que nada más levantarme e ir con ustedes no me van a acribillar?

—Esos de ahí son mi jefe y mi hermano pequeño, si me ven contigo sabrán que hay un motivo. Ahora por precaución... —cogió uno de sus cinturones y le ató las manos detrás de la espalda antes de levantarse y llevarlo consigo.

Charlie, quien ahora estaba solo, los miró caminar hacia Pocus pero siguió sin hacer nada, sólo observando.

—Charlie también —dijo en voz baja Alpha a lo que Hocus asintió.

  —¡Tú, ven con tu líder! —Charlie soltó el arma y caminó hacia Hocus— Pocus, átale las manos y tráelo aquí.

Houdini le dio permiso y siguió apuntando al resto mientras él ayudaba a su hermano.

Leonardo subió las escaleras, pero justo cuando estuvo a punto de entrar a la torre, Michael lo apuntó con el arco mientras que Bái Lóng tomaba impulso para sujetarse de las rocas del muro y así trepar hasta llegar también a la entrada, impidiendo que se acercara.

—Vayan a la playa con los demás —fue lo único que dijo, pero ninguno de los dos se movió.

Los demás chicos ya comenzaban a irse, mientras que los del Centro seguían amenazados por las armas de fuego de aquellos dos chicos. Al poco tiempo alguien más llegó desde la playa hasta el claro.

—De aquí no nos movemos hasta que tú no te largues —dijo Michael apuntándolo con el arco a una distancia tan corta pero sin causar ninguna reacción aparente en el chico.

—¡Muévanse!

Cuando intentó dar un paso más, Bái Lóng puso la hoja de la espada contra su cuello.

—¿Quién eres? —aunque Liu no conocía a Houdini ni a Pocus, al ver cómo Michael no parecía reconocer ni mucho menos confiar en Leonardo, fue que reaccionó de tal forma, estando a centímetros de decapitar a Imperiale.

—Soy Leonardo Imperiale, capitán general del ejército de Ashfield, y vengo a traer de vuelta a Einar Aksnes —nada más escuchar el nombre del reino, Liu quedó en shock, por eso no pudo reaccionar cuando el chico lo pateó para apartarlo y así poder pasar entre ambos hasta el interior de la torre.

Ninguno de los dos hizo nada. Liu se levantó y Michael bajó el arco aún sin destensarlo, se miraron a los ojos y luego volvieron la vista al claro. Vieron llegar a un hombre más desde el camino que llevaba a la playa, esta vez cuando Bái Lóng se fijó en Ballzack, este no se puso alerta, por lo que decidió confiar también y dejarle abierto el paso.

Leonardo envainó su espada y se dirigió a la cama donde Lucas aún batallaba contra la impotencia frente a la situación de los dos chicos. Y aunque se fijó en la mirada penetrante de Okita, rápidamente fijó su atención en Einar.

—Su majestad... —murmuró más para sí mismo que para el chico. Ver la cama manchada de sangre de esa manera sin duda lo impactó, la escena se le grabó en las retinas y tampoco supo cómo reaccionar. No podía llevárselo así como así.

—¿Trajeron alguna asistencia médica? Tiene una hemorragia en el hígado, no podemos llevárnoslo así sin más, ha perdido demasiada sangre —Lucas ni siquiera se molestó en preguntar sobre él, había escuchado todo lo que sucedió afuera.

Leonardo asintió aún sin desviar la mirada del chico.

—Sí, ya debería-

Lo interrumpió el momento en que Pavel entró a la torre.

Lucas sintió cómo volvía a respirar después de horas de angustia, finalmente recuperó la esperanza en que Einar se selvara.

—Hemorragia hepática severa —le dijo a Nowak nada más verlo tratar de comprobar los signos vitales del chico. Él asintió y entonces sacó de un bolsillo de su ropa una plantilla llena de adhesivos redondos de color blanco con una parte metálica en el centro—. Dime que tienes un equipo de sutura decente, hay que atenderlo ahora.

—No hay tiempo, nos tenemos que ir ahora —dijo mientras desprendía uno de esos círculos y lo pegaba en el pecho de Einar para luego hacer lo mismo en el brazo de Okita.

Antes de que Lucas siguiera preguntando, todos escucharon helicópteros acercarse.

—Son del Centro, hay que irnos ya —dijo Leonardo mientras se acercaba de nuevo a la puerta para ver.

—¡Nowak, necesito una descarga de Osowiec ahora! —escuchó a King a través de su audífono.

Sacó una pequeña pantalla donde sólo tuvo que pulsar un botón para que tanto el adhesivo de Einar como el de Sōji se activaran mostrando una luz blanca en la parte metálica. A continuación ambos pudieron sentir la corriente eléctrica que hacía un efecto similar al de la adrenalina aunque bastante más fuerte. Y aunque estuviera varios metros más lejos, Preston también sintió la descarga que nacía en el adhesivo que Joe le había puesto.

—¡Vámonos ya! —Leonardo dio la orden justo antes de salir encabezando al grupo.

Bái Lóng entró por Einar y se lo llevó en brazos mientras que Lucas ayudaba a Sōji a pesar de que pudiera caminar por sí mismo gracias al efecto de Osowiec.

—¡Corran, corran! ¡Vamos! —Houdini les metió prisa aún sin dejar de apuntar a los del Centro, aunque ya viendo los helicópteros acercarse.

Ya eran los últimos que quedaban por irse. Leonardo se quedó atrás para cubrirlos y asegurarse de que ninguno de los chicos del Centro se les acercaba mientras huían. Harrold los cubrió desde la distancia mientras que Pocus los escoltaba hasta la playa donde ya los esperaba un helicóptero rebelde que los llevaría al barco, aunque teniendo en cuenta la condición de Einar seguramente irían directamente a la Rebeldía.

—¿¡Dónde mierda van!? —Leonardo supo voltearse a tiempo para bloquear el ataque de Simeon.

—¡Imperiale! —Houdini apuntó a los dos chicos sin atreverse a disparar desde tan lejos por miedo de darle a Leonardo.

—¡Intervenir exteriormente en el Coliseum es una declaración de guerra! ¡Están rompiendo el tratado!

De un rápido movimiento con la espada Leonardo cortó el brazo de Simeon. El corte fue tan preciso y la fuerza tan bien centrada, que la extremidad amputada del chico cayó a unos metros de donde estaban.

—El tratado que nos obligaron a aceptar era que si no atacábamos, el príncipe estaría a salvo en el Centro. ¡Fueron ustedes quienes lo incumplieron, la tregua se ha terminado! ¡Desde este momento Ashfield está en guerra con el Centro, haremos que se arrepientan de haberse enfrentado a nosotros!

Sus palabras iban para las cámaras que los grababan en la isla, hablaba para la gente del Centro, le hablaba especialmente al presidente. Pero aún así los chicos presentes sintieron como si les hubiera cortado el cuello a cada uno de ellos con esa misma espada, cómo sus vidas estaban a punto de cambiar.

Quedaría grabado cómo aquella mañana del seis de marzo Leonardo Imperiale dio la declaración oficial de guerra al Centro mientras todo el país miraba en shock cómo el Coliseum había terminado con resultados no concluyentes, pero aún así evidentes.

*** *** ***

Pues así acabó el Coliseum. ¿Cómo lo ven? ¿Se lo esperaban así?

En verdad siento que pasaron demasiadas pero DEMASIADAS cosas en un solo capítulo, pero esa era la idea: demasiada conmoción y muy poco tiempo.

Evidentemente aquí termina el Coliseum, pero a la historia todavía le faltan entre uno y dos capítulos, todavía no puedo confirmar nada pues no sé qué tanto abarque el final, pero casi seguro que dos capítulos más.

Sigan al pendiente porque en el siguiente capítulo veremos qué sucedió fuera del Coliseum mientras toda esta crisis tenía lugar. Agárrense porque también pasaron cosas importantes.

Muchas gracias por haber leído y nos vemos próximamente.

Atsushi~

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