[CAPÍTULO 29]
04/03/2022 | Hospital General, Centro, Inazuma, Japón.
—Tranquilo, no me voy a desplomar —dijo con una risa al sentir cómo Luciel le apretaba el brazo del que lo sostenía.
—Contigo nunca se sabe, la verdad —aún así aflojó un poco el agarre.
Sasha llevaba una sudadera oscura, cubriendo así las gasas y cintas que todavía tenía en los brazos, llevaba un pantalón suelto desde los muslos hasta los tobillos y unos tenis negros; un atuendo con el que nunca lo veían en las reuniones o presentaciones, pero con el que siempre se le veía en el hospital o su casa, cuando no estaba usando batas de cirugía, claro.
Finalmente le habían dado el alta, no con los mejores pronósticos pero al menos esta vez Cora se hizo cargo de que no le autorizaran irse teniendo un alto riesgo de que le volviera a colapsar el pulmón. Como era costumbre, Luciel lo iba a recoger siempre, era una pequeña tradición suya: salir del hospital, ir a una cafetería de camino a sus departamentos para comprar bizcochos y té, y luego pasarse el resto de la tarde hablando en el cuarto de Sasha mientras se comían lo que habían comprado, si es que Danilov podía comer.
Esta vez Luciel llevaba la bolsa con las cosas que Sasha utilizó durante esas semanas, mientras que Sasha cargaba en su hombro la mochila de color negro y tamaño reducido donde iba el concentrador de oxígeno del que no iba a poder desprender durante unas semanas más.
Cora los había visto hace una media hora. Su turno terminó así que pasó a ver a Sasha como era usual, ya sabiendo que le iban a dar el alta en poco tiempo, se despidió de él y lo dejó en manos de una enfermera para que le quitara las vías y lo preparara para irse finalmente. Ahora Ibara ya estaría llegando a casa, seguramente iría directamente a su cama para dormir todo lo que no pudo durante la guardia.
Caminaron hacia el ascensor, cruzando por un puesto de enfermeras bastante más concurrido de lo normal. Ninguno dijo nada, fueron al ascensor y llegaron a la primera planta ya con todos los papeles en orden, fueron directamente a la salida, pero ahí fue donde Aleksander se dio cuenta de que algo estaba fuera de lo normal, y no tardó en preguntarle directamente a Slocker.
—¿Qué pasa?
La entrada estaba vigilada por cuatro militares, seguramente de la Segunda Fase, quizá incluso del Dragon Link, aunque dudaba mucho de esto.
—¿Viste cómo acabó el Coliseum? —Sasha asintió justo cuando cruzaron la puerta, una vez fuera del edificio se dirigieron al estacionamiento— Trajeron a Maxim Millennium aquí. Una herida como la suya no se puede tratar en la clínica del Ludus. Cora dice que le hicieron una operación pero probablemente necesite otra, que tuvo mucha suerte de que no le tocaran un nervio peligroso, pero que va a tener que estar en observación un buen tiempo.
—¿Y no lo van a mandar de vuelta a la Rebeldía?
—Eso es lo que están discutiendo ahora —Luciel suspiró y entonces abrió la puerta del coche dejando que Sasha se sentara como copiloto, dejando la mochila del oxígeno junto a sus pies.
Cerró la puerta, dejó la mochila de Danilov en la parte de atrás y se sentó ocupando el puesto de conductor.
—Bueno, a casa, ¿no? —preguntó Slocker mientras arrancaba el coche.
—No, al búnker.
Se volteó extrañado a ver a Sasha, durante un par de segundos pensó que se trataba de una broma, pero el propio Danilov lo notó y tuvo que confirmarle que iba en serio.
—Tengo que recoger unos papeles, los necesito para trabajar ya.
—De verdad que los cabrones del gobierno se pasan contigo —suspiró evidentemente molesto, tomando la calle que los llevaría hacia las afueras de la ciudad, donde tenían el búnker de la Unidad Imperial, realmente era su base de operaciones, pero al estar bajo tierra le habían puesto aquel apodo.
—Esta vez es cosa mía pero... no tendría que hacerlo si no estuvieran molestando ellos, así que sí, estoy de acuerdo contigo.
Luciel asintió con frustración mientras sus ojos seguían fijos en el camino.
—Al menos vas a ver a los chicos, varios están allá ahora.
Sasha sonrió y siguieron hablando durante el viaje.
El búnker estaba a las afueras de la ciudad, al norte del aeropuerto y la base de entrenamiento, en el bosque del Centro. Y aunque había sido asignado por el gobierno para que pudieran trabajar allí, apenas se le daba importancia pues originalmente era un almacén de recambios y un pequeño taller donde se guardaban los materiales para hacer reparaciones sencillas a los aviones y helicópteros. Se vació y se les entregó la propiedad, por eso fueron ellos mismos quienes se encargaron de adecuarlo a sus necesidades. Ahora contaba con una sala grande adaptada como oficina donde cada uno tenía su escritorio, estanterías para almacenar toda la información que necesitaran, aparatos para decodificar e interceptar señales. Además de eso tenían un taller para guardar y reparar sus armas así como dispositivos especiales, pero que también se convertía en sala de interrogatorios cuando era necesario; una cocina y baño bastante decentes y cómodos para lo que era el lugar; una sala con sofás y cojines que la rodeaban por completo, la conocida sala de descanso; y por último, unas escaleras de mano llevaban a una habitación pequeña que al estar más cerca de la superficie, había sido adecuada como sala de radares, así tenían controlados los movimientos del enemigo así como de su propia facción, además de servir como entretenimiento para Luciel.
Nadie fuera de la UI iba allí, y si algún día alguien ajeno a la unidad tuviera que entrar para algo distinto a ser interrogado, no habría problema siempre y cuando no notara la existencia de la sala de radares. Todas las remodelaciones las habían hecho sin el visto bueno del gobierno, pero esa era la única que podría meterlos en problemas.
Luciel dejó el coche al lado de la puerta, se bajó rápidamente y acompañó a Sasha hasta la puerta, sujetándolo del brazo con miedo de que fuera a caerse. Colocó la clave y la puerta principal se abrió, dejándoles paso a las cortas escaleras que los llevarían hasta la planta principal.
Gen cruzaba desde la sala de descanso hacia la cocina cuando escuchó la puerta abrirse, así que se detuvo justo en el centro de la sala principal, donde tenían una mesa grande y un par más de estanterías así como las pantallas de las cámaras y el aparato de calefacción y aire acondicionado. Nada más ver a Sasha su expresión neutra y curiosa se iluminó en una más contenta y fue directa a abrazarlo.
—Ya se te extrañaba mucho por aquí, nos dejaste todo esto a nosotros solitos, estamos apañándonos como podemos —comentó a modo de broma mientras aún lo rodeaba con un brazo dirigiéndolo a la sala de descanso.
—Sí, yo también ya extrañaba estar aquí.
—¡Miren quién llegó! —anunció la chica cuando entraron a la habitación, teniendo a Rina y Konrad observando la laptop de la chica, mientras que Ángel limpiaba una de las piezas de su arma.
—¡Mi Zar! —el grito eufórico de Konrad era sin duda el más esperado, pero la sonrisa de Rina también fue entrañable, así como el gesto que tuvo Ángel de soltar inmediatamente todo lo que tenía en las manos para levantarse también.
—¿Tantas ganas tenías de vernos que viniste directo aquí en vez de ir a casa? No sé qué opine mi hermana sobre esto, ¿eh? —dijo Rina con un tono bromista aunque amenazador poniendo sus manos sobre su cadera.
Una vez Konrad soltó su abrazo, Ángel se acercó a él en un abrazo más tranquilo y calmado que el de su compañero, de hecho Sasha se quedó con la cabeza recargada en el hombro del chico mientras escuchaba a Rina con una sonrisa.
—Sí, creo que a Cora no le va a gustar mucho la idea, pero quería verlos a todos ya... y necesito recoger unas cosas.
—¿Así que vas a empezar a trabajar nada más salir del hospital? Danilov, tú no aprendes —le reprochó Konrad, mientras se sentaba en uno de los sofás, invitándolo a hacer lo mismo.
Luciel se rio por el comentario de Gerlach, y este dio unas palmaditas a su lado contrario para que también se sentara con él.
—Sí, ya sé, no me quejaré la próxima vez que me explote un pulmón.
—Eso es —asintió Konrad.
Les estaba contando el por qué de su cambio de planes y visita espontánea al búnker, pero en eso sonó su teléfono, teniendo que atenderlo pronto.
—Dime, Lancer —mantuvo la vista en la nada mientras hablaba con él—. En la base de la UI, ¿por qué? —ya se daba una idea de por dónde iría la conversación, así que sólo lo confirmó cuando Bash le dijo que se requería su presencia en una reunión dentro de media hora— Ya voy para allá entonces.
Suspiró y colgó, teniendo a todos expectantes.
—Tengo que ir a una reunión —dijo con resignación viendo las caras de fastidio de los demás, pero sin poder hacer mucho al respecto.
—Le llamo a Cora y que les diga algo. Vete a descansar, no puedes... —Cora sacó su teléfono comenzando a buscar el número de su hermana, pero Sasha negó con tranquilidad y le hizo un gesto con la mano para que se detuviera.
—No te preocupes, déjalo así. La que debe descansar es ella —suspiró y antes de levantarse le dio un golpecito en la pierna a Konrad—. Lancer dice que tú vienes conmigo.
El chico se levantó y fueron hacia la entrada mientras se despedían de los demás.
—Los llevo —dijo Luciel sacando de su bolsillo las llaves del coche y pretendiendo ir con ellos, pero de nuevo Danilov lo detuvo.
—No, tú te quedas.
Slocker iba a insistir, pero Sasha le puso la mano en el hombro.
—Ya estuviste un buen tiempo cubriéndome, ahora me vuelve a tocar a mí —se miraron a los ojos unos segundos y finalmente Slocker cedió, a lo que Sasha le sonrió y se despidió de él con un beso en la frente acompañado de un abrazo—. Descansa tú también.
Por último se despidió de Ángel con un beso menos discreto y se fue junto a Konrad. Cogieron el coche de Noel que ya estaba estacionado al lado contrario a donde Luciel había dejado el suyo. La Unidad Imperial tenía varios vehículos oficiales, siendo estos una camioneta blindada para uso en misiones y tres coches que aunque realmente eran de todos, Luciel, Noel y Gen eran los responsables de cada uno. Aunque Cora tuviera también un coche que no le importaba compartir con quien fuera, ese era suyo, no de la Unidad, pues lo había comprado con su dinero y no había sido una cortesía del gobierno, por eso sólo lo usaban para viajes completamente ajenos al trabajo.
Después de unos veinte minutos de viaje llegaron al edificio donde se celebraran las reuniones oficiales, dejaron el coche y ambos entraron yendo directo al ascensor.
—¿Ya te diste cuenta de cómo vamos vestidos? —dijo Konrad al mirarse en el espejo del ascensor.
Konrad llevaba unos jeans y una camiseta un tanto estridente mientras que Sasha seguía con su atuendo mucho más apropiado para salir a comprar que para ir a una reunión oficial.
—Parece que venimos del oeste de la Periferia —dijo Sasha dándole la razón mientras los dos quedaban de frente al espejo.
Konrad no contuvo una risa y se dieron la vuelta justo cuando salieron al pasillo correspondiente.
—Si te quitas la sudadera a lo mejor parece menos que te sacaron de una zona toda chunga de Rusia —dijo Konrad mientras le bajaba la sudadera desde un hombro, pero él se la volvió a acomodar mientras caminaban hacia la sala.
—Déjalo, ese es mi atractivo —los dos se rieron pero al poco tiempo tuvieron que empezar a adoptar una actitud un poco más seria—. Si se van a quejar de cómo venimos, que hubieran avisado antes.
Konrad no tuvo otra que darle la razón y justo entonces entraron a la sala donde ya estaban casi todos esperando para dar inicio a la reunión.
Se sentaron en la mesa principal, entre Yaak y una silla vacía. Se saludaron casualmente entre ellos. Cha'ak preguntó por el estado de Danilov y este por su hermano. Konrad escuchaba con calma su conversación, pero cuando Quentin, Calíope y Dave Quagmire entraron justo antes que el presidente, los miró discretamente de arriba a abajo, con aquel desprecio y superioridad que tanto le gustaba hacer notar a Konrad.
La reunión comenzó con Cinquedea.
—Estamos viviendo cambios esperados, el Coliseum está afectando tal y como estaba planeado: al provocar a la Rebeldía y ellos estar reaccionando, estamos dejando más que clara su posición a los ciudadanos del Centro y de otras zonas del país. La guerra es inevitable, dentro de nada va a estallar el desenlace, pero mientras tengamos a nuestra población a favor, podremos atacar con todo lo que tenemos sin que, una vez destruida la Rebeldía, no quedemos como unos genocidas, sino como héroes que protegieron la estabilidad en nuestro país. Teniendo en cuenta que Chugoku, Okinawa, Kumamoto y Akita son nuestros, tenemos un buen apoyo además de los demás territorios del Centro: Ashfield y el Myr.
Entonces Bash pidió la palabra.
—De Okinawa y Chugoku no tenemos ninguna duda, pero los conflictos en Kumamoto y Akita no los convierten en nuestros mejores aliados. Ashfield sigue formando parte del trato, así que también son aliados nuestros, pero el Myr antes de que lo tomáramos como territorio del Centro, es decir, hace menos de dos años, era un territorio independiente aliado con la Rebeldía. Teniendo en cuenta todo eso y la intervención militar que hemos tenido con ellos, no creo que apoyen al Centro como esperamos.
—Es cierto. Por eso está en nuestros planes conseguir el apoyo de cuantas más prefecturas podamos —Austin Hobbes le dio la razón a Lancer, cediéndole la palabra al presidente de nuevo.
—Nuestros principales objetivos son Kioto y Nagasaki. Ambos simpatizan con la Rebeldía y son dos apoyos bastante importantes para ellos. El hecho de que nuestra infraestructura del transporte terrestre, aéreo y marítimo sea tan limitada se debe a que sólo recibimos un 15% de la producción de Kioto y alrededor de un 30% de la producción de Nagasaki, quedando muy beneficiados los rebeldes. Si conseguimos que cualquiera de los dos se nos una, podemos asegurar una ventaja importante en la guerra que se nos viene encima. No nos preocuparemos por Ashfield o el Myr, nuestros objetivos son Nagasaki, Kioto, y conseguir estabilizar lo suficiente Akita y Kumamoto: así tendremos la posición estratégica en la frontera con Hokkaido y la producción de armas completamente en nuestro poder.
—Básicamente hemos estado moviendo hilos en silencio para tener a la mayor parte del país a nuestro favor.
—Así es. Hemos hecho acuerdos con otras regiones, y hemos allanado el terreno. Los ataques de la Rebeldía juegan a nuestro favor, así que sólo debemos seguir llevando todo por donde nos convenga, después de todo nosotros dominamos los medios de comunicación nacionales, nosotros tenemos el poder.
Hobbes tomó unas hojas y comenzó a hablar.
—Fei Rune ya está representando a la Segunda Fase en Kioto, así que Nagasaki y Kumamoto se le serán asignados al Dragon Link, y Akita a la Unidad Imperial.
—Excelente —murmuró Danilov para sí mismo y cruzó miradas con Konrad por un segundo.
—Por ahora la Rebeldía no ha hecho ningún ataque directo, pero sí que se ha hecho notar la fuerza que ha adquirido su Marina en el último mes. Hemos detectado barcos rebeldes en las costas del Myr, de Inazuma, Kumamoto y evidentemente Hokkaido y Nagasaki, pero al no haber iniciado ataques, no hemos hecho nada más que aumentar la vigilancia y defensa. De nuevo, no podemos ser quienes inicien los conflictos, o al menos no abiertamente.
Cinquedea miró a los presentes y entonces le hizo un gesto a Quagmire.
—Ahora se nos dará la información actual sobre el Coliseum.
—Durante la segunda ronda fue cuando más tensión hubo en la población: las medidas que tomamos sobre la competición no fueron bien recibidas, pero los asesinatos de Riccardo di Rigo al final de la ronda de nuevo sembraron saña hacia los rebeldes en nuestra población, pero también fueron símbolo de rebelión para nuestros enemigos. La Arena Asiática también tuvo consecuencias. Después de la rápida muerte de Sakamoto, el Myr se unió apoyando a su último representante, y nos vino como anillo al dedo la alianza entre Bái Lóng Liu y Sōjirō Okita, pues al haber sobrevivido, el Myr parece mostrar más simpatía. Pero el drama de Maxim Millennium sí que hizo mella en la gente, desde que dijo que tenía dos hijos pequeños en las entrevistas, muchas personas se volvieron lanistas suyos y no lo han dejado de apoyar hasta el momento. Están esperando el veredicto sobre lo que sucederá con Millennium.
—Actualmente está en el hospital general, ya estabilizado pero crítico, es un hecho que no podrá participar en el Mars Bellum, pero todavía no se sabe si lo enviaremos a la Rebeldía lo antes posible —Hobbes hizo un inciso para explicar la situación de Maxim—. El problema es que varias personas influyentes son lanistas suyos, y están a la espera de una respuesta que les agrade...
—Maxim Millennium no va a volver a la Rebeldía antes del Mars Bellum —sentenció Cinquedea—. Sea cual sea el resultado de la última ronda, nos beneficiaremos de ello, y tendremos a Millennium de rehén hasta que la Rebeldía acepte nuestras condiciones una vez terminada la arena. Millennium se ganó el corazón de los rebeldes y de nuestra gente, así que si la Rebeldía no acepta las condiciones que impongamos, les caerá el peso de haber sido quienes hayan dejado a esos pobres niños sin padre. Jugaremos con Millennium a nuestro favor, como hicimos con Ashfield.
Hubo un silencio efímero que Sasha usó para suspirar y mantener la compostura como debería hacer. No le interesaba realmente el Coliseum como tal, pero sabía que era importante. Aún así, sólo tenía ganas de que acabara de una maldita vez la reunión para irse a casa.
—Para cubrir a Cronus Fourseasons y Maxim Millennium, quienes no van a poder participar en el Mars Bellum, así como a los asesinados al final de la segunda ronda, enviaremos más participantes. Una vez tengamos escogidos a los competidores se los haremos saber por medio de la subcapitana del Dragon Link, Calíope Karpenko. De todas formas mañana comenzará la ronda así que conocerán a los escogidos antes del mediodía.
La charla siguió enfocada al Coliseum, no se extendió por mucho más, pero aún así, Konrad y Sasha sólo tenían ganas de irse, no querían que comenzaran a dar sus opiniones aquellos quienes no estaban realmente involucrados y que así se alargara más la reunión.
Salieron de la sala, Sasha tenía la mochila del concentrador colgada al hombro, y justo cuando iba a comenzar a hablar con Konrad, Calíope los alcanzó.
—Danilov.
Konrad lo vio rodar los ojos antes de darse la vuelta y mostrarse neutral con la chica,
—Dime.
—Ustedes se llevan mucho con Namazuo Mirzayeva de la Unidad Luz, ¿no es así? —nada más asentir, ella continuó— ¿Sabes que lo encontramos con Quintet en una habitación del palacio presidencial?
—Mejor no nos des detalles —Sasha tuvo que contener sin mucho éxito una risa por el comentario de Konrad, a lo que Karpenko no le dio importancia.
—Quintet no nos dice nada y si más gente llegara a enterarse, nuestro estatus se vería afectado. Además no me fío en absoluto de Mirzayeva. ¿Entonces qué se traen Namazuo y Aimé?
Aunque ninguno de los dos la conocía bien, les sorprendió verla tan obsesionada con aquel tema, sabían que no era normal en ella. Siempre lucía fría, desinteresada, con aires de superioridad nada discretos.
De todas formas, Sasha sólo mantuvo aquella neutralidad y le respondió sin alterar su voz, por extrañado que estuviera.
—No lo sé, ese no es asunto mío —al ver de reojo cómo Quentin también salía de la sala, quiso terminar la conversación antes de que terminaran por discutir los cuatro—, y tampoco es tuyo, así que yo que tú lo dejaría ahí y me metería en mis cosas. Nos vemos, Karpenko.
Konrad se despidió con una mirada burlona y se fue junto a Danilov al ascensor, sin permitir que nadie entrara con ellos. Nada más cerrarse la puerta, los dos rieron con extrañeza mirándose.
—¿Qué le pasa?
—Ni idea, pero qué bien que lo terminaste rápido, Quentin tenía cara de querer discutir.
—Sí, no tengo ganas de estar ahí otra media hora —rodó los ojos—. Además, ¿qué demonios le importa con quién se acueste Enver?
—Ni que fuera Gen —se encogió de hombros Konrad sólo consiguiendo que los dos se volvieran a reír por la situación y por el comentario del chico—. Yo ya me veía a Quentin insistiendo, aprovechando para sacar temas que nunca zanjamos en las últimas reuniones, hablando sobre cómo no soporta a Slocker y quién sabe qué tanta cosa.
—Es capaz, es muy capaz. Pero sigo sin entender qué tanto le afecta a Calíope, siempre tiene cara de que todo le da igual.
—Seguramente por el prestigio de la unidad, o porque le cae mal Enver... —la puerta se abrió y ambos salieron en dirección al estacionamiento, viendo cómo la noche ya había caído sobre la ciudad— Si la hubieras dejado seguir hablando seguro terminaba por soltarte un discurso sobre las jerarquías de las unidades y sobre cómo le bajaste el prestigio la unidad por ligarte a un prisionero de guerra.
—Que se atreva a mencionar a Ángel en la conversación —su voz se endureció por unos segundos—, que se atreva.
Konrad sonrió y lo rodeó con un brazo.
—Lo mismo digo, mi rehén de Ashfield es sólo mío —Sasha volvió a reír en silencio antes de tener que aclararse la garganta intentando no toser. Los dos siguieron caminado en dirección al coche y entonces Konrad suspiró—. Ay, Sasha, te quiero mucho, ¿ya te lo he dicho?
—Sí, seguramente sí. Y yo también.
—Que no te vuelva a explotar un pulmón, porfis —Danilov no supo si le dieron má ternura sus palabras, la forma en la que habló o el besito que le dio en la cabeza. Correspondió cerrando el abrazo justo antes de que entraran al coche.
Esos dos podían ser armas letales juntos y por separado, podían ser lo más cruel imaginable, pero en verdad se tenían mucho cariño. Se conocieron cuando crearon la Unidad Imperial, Konrad ya era un amigo muy cercano de Luciel así que ya había oído sobre Sasha en alguna de sus anécdotas. Su amistad era muchísimo más desastrosa y explosiva que la que ambos tenían con Slocker, pero era igual de genuina e importante para ambos.
Ya en el coche, Konrad confirmó en silencio que ya varios de los miembros de la Unidad Imperial estaban en el departamento de Sasha. Se habían organizado para darle una bienvenida sencilla y espontánea, pues no habían tenido tiempo para planear nada mejor, y también eran conscientes de que aunque ya estuviera fuera del hospital, debía descansar lo suficiente si no querían que recayera por segunda vez.
Las luces de la ciudad ya brillaban dándole aquel aspecto tan único a comparación de los edificios destruidos de la Periferia que algún día gozaron de tanta importancia como aquellos rascacielos que nacían en el Centro. Aunque no era tan grande como otros, uno de los edificios más llamativos y visualmente atractivos era sin duda el Ludus.
El Ludus era de todo menos un lugar solitario, siempre había cámaras en todas partes, reporteros insistentes, guardias y lanistas rondando los pasillos, pero muchos de los resientes del edificio habían logrado acostumbrarse después de todo lo que había pasado. Lo que sí que era todavía inquietante era darse cuenta de cómo el número de lanistas aumentaba mientras que el de participantes disminuía.
Bái Lóng bajó a la primera planta, pasó por delante de la entrada que llevaba a la pequeña estación de tren y fue hacia la clínica que formaba parte del Ludus, aquella que se colapsaba al terminar las rondas.
La noche anterior habían vuelto a aquella estación, encontrándose de nuevo con todos los competidores que los esperaban en el andén, así como con los lanistas y periodistas que esperaban al otro lado de la puerta. Él entró sin perder el tiempo en el andén, nadie de quienes lo esperaban podía acceder ahí.
Cruzó la puerta y fue dirigido escaleras arriba, mientras que los paramédicos se llevaban a Maxim y otros se quedaban para evaluar las condiciones de los competidores más heridos. En el segundo piso lo recibieron los soldados de la Élite de Mercenarios, junto a las cámaras y Chester Horse listo para entrevistarlo.
Vio cómo los llevaban a diferentes sets, a la derecha estaba Einar y a la izquierda Chester, y de hecho estuvo a punto de cederle su lugar a Charlie para que él pudiera ir con Einar, pero en el último momento supo que no era la mejor idea. Su reencuentro debería ser más privado, debería permitirles llorar y abrazarse todo lo que quisieran y necesitaran.
Pasó al set donde estaba Chester y respondió a sus preguntas, dio respuestas ambiguas en todo lo relacionado con su alianza con Sōji, evidentemente sin complacer la curiosidad de todos los espectadores y lanistas.
Se retiró lo antes posible, pero en vez de que se le permitiera esperar cerca para poder verse con Einar, fue enviado a la clínica para que le hicieran el reconocimiento obligatorio al regresar, y una vez confirmaron que se encontraba bien, fue enviado a su cuarto.
Tuvo que esperar allí encerrado hasta que Einar fue quien le llamó por teléfono avisando de que ya habían terminado pero que él seguía en su edificio. Le respondió que subiera a la planta de las habitaciones para así poder estar los dos sin que todo el país viera su reencuentro.
El día siguiente fue tranquilo, sorprendentemente tranquilo a decir verdad. Pero al mediodía dieron el aviso de que al día siguiente, cuando los mandaran de nuevo a las islas, deberían anunciar sus equipos. La mayor conmoción fue saber que sólo iban a tener un día de descanso después de la última ronda. Pero la mayoría de los que regresaban de la tercera arena no parecían tan desesperados por esta noticia, es más, preferían volver de una vez antes que acostumbrarse a la paz y buena vida del Ludus de nuevo.
Entró en la clínica encontrándose con un enfermero en la entrada, sólo tuvo que decirle que iba a visitar a uno de los pacientes para que se le fuera permitido el paso. Realmente sólo ponían dificultades para visitar a los pacientes cuando los visitantes eran externos, los participantes del Coliseum podían entrar y salir sin problema.
Fue a la habitación que le indicaron, siendo esta sólo una separación de pared y una cortina a modo de puerta.
Apenas hizo ruido al correr la cortina, pero fue suficiente como para alertar a Sōji, quien era el único ocupante de la "habitación". Estaba en la camilla con las piernas flexionadas y la vista en el techo. De vez en cuando el enfermero entraba para avisarles de los anuncios generales que daban. Y el último había sido que si durante lo que quedaba de día, ningún compañero iba a verlos para incluirlo en el grupo, se les darían las listas y ellos se inscribirían en el que quisieran y tuviera cupo libre.
Sōji llevaba todo el día pensando en Bái Lóng, quería que él fuera la primera persona que entrara a verlo además de los enfermeros, quería hablar con él. La última vez que hablaron fue cuando prepararon su última comida en la arena, cuando dudaron sobre la carne que tenía Liu; después de eso sólo interactuaron cuando Bái Lóng le quitó a Charlie de encima, y cuando cruzaron sus miradas en silencio al acabar la arena. A Okita se lo llevaron a la enfermería desde el primer momento, donde le hicieron su entrevista después de acabar con todos los demás. Ya no pudo ver a Bái Lóng desde que subieron al tren.
Llevaba todo un día ahí encerrado, sin tener con quién hablar, estando en territorio enemigo completamente desprotegido e incomunicado. Tuvo tiempo para ponerse a pensar en cómo nunca supieron qué había pasado con la carne, en qué pasaría ahora con Ghiris, en qué pasaría ahora con Bái Lóng, en cómo estarían sus hermanos, en que ya había pasado casi un mes desde que vio por última vez a Sol, en que Sakamoto había muerto...
Invirtió la madrugada en llorar y tratar de asimilar la muerte de su amigo. Durante el Coliseum sólo aisló el pensamiento para poder concentrarse en sobrevivir, ahora sí que podía permitirse empezar a digerir lenta y dolorosamente que Ryōma había muerto en el primer día para protegerlo a él. Si estaba en esa clínica ahora era sin duda gracias a Sakamoto. Las demás veces que se libró de la muerte en la arena fue por suerte o por su propia habilidad, pero la primera vez definitivamente habría muerto de no ser por él.
Le dolía como el demonio esa idea, pero después de tantas horas finalmente parecía haber empezado a asimilarlo.
—¿Cómo estás?
Sólo se quedó mirando a Bái Lóng cuando este entró y se fue a sentar a los pies de la cama donde él estaba. Se incorporó hasta quedar sentado, mirándolo casi con miedo mientras que las palabras no salían de él.
—Ayer ya no pude verte, pero por lo que parece no estás tan mal, ¿no? —asintió un poco entrecortado. Baí Lóng rio un momento y entonces lo miró— Tranquilo, no vengo a romper la tregua o algo así.
Vio su intento de reír aún estando algo nervioso, pero al menos era un avance. Liu iba a empezar a decirle todo lo que tenía pensado, pero entonces suspiró con frustración y rio bajando la voz.
—¿Por qué Tái Yáng no te ha enseñado chino? Así podríamos hablar ahora sin que ningún chismoso nos esté escuchando.
Finalmente se le escapó una risa sincera y respondió negando con la cabeza.
—Sol casi no habla chino ya.
—Cierto, lo olvidé, maldición.
—¿Por qué Namazuo no te ha enseñado japonés? Podría servirnos igual.
—Touché —hizo un gesto con la cabeza antes de que los dos rieran en voz baja.
Sōji se acomodó mejor y Bái Lóng suspiró sintiendo al fin algo de alivio en el ambiente. Finalmente llegó el momento de decirle el motivo más concreto por el que había venido.
—¿Quieres volver a hacer equipo en la última ronda? Ahora sería un equipo oficial —preguntó con la voz baja y de una forma más discreta.
Lo miró con un brillo de esperanza en los ojos, pero este rápidamente se transformó en frustración, haciendo que bajara la mirada.
—Fuimos un muy buen equipo, y seguro que si volvemos a trabajar juntos nos irá bien pero... No quiero ponerme en contra de la Rebeldía.
—No vas a estar en contra de la Rebeldía —no entendió su respuesta—. Estoy con Victor, Saturn y Lucas, nos faltas tú y estaremos completos.
Seguía sin entenderla del todo, o más bien, sin asimilarla.
—¿Te pasaste al bando rebelde así como así? —de un momento al otro su expresión se vio todavía más angustiada, mientras que Bái Lóng permanecía tranquilo— ¿Qué dijeron ellos? ¿Qué pasa con tus compañeros? ¿Los vas a traicionar así como así?
Lo calló poniendo una mano en su hombro, recibiendo una mirada seria y tranquilizadora.
—Sōji, el Centro no es como el Myr, no todos compartimos un ideal, no tenemos un sentido de pertenencia ni una identidad común, simplemente no funciona así —su respuesta pareció calmarlo un poco—. Y ellos me dijeron que sí. Todos conocen a Tài-Yáng y entendieron la situación. Conseguí el voto de confianza de Saturn y no lo voy a desperdiciar.
Hubo un silencio nervioso por parte de Okita, quien seguía todavía con la mente colapsada por tantos pensamientos que lo agobiaban.
—También saben que quiero que seas parte del equipo, a todos les pareció bien, de hecho eso los hizo confiar más en mí, te conocen mucho mejor que a mí. ¿Te unes a nosotros, Sōji?
Él parecía estar teniendo un debate interno, pero nada más terminar la pregunta, aún sin haber resuelto nada en su interior, asintió.
—Sí.
Bái Lóng sonrió ligeramente sintiendo al alivio de quitarse una espina de angustia más.
—Bienvenido al equipo entonces —dijo apretando ligeramente el brazo del menor, pero este todavía parecía algo intranquilo.
—¿Y Einar sabe algo de todo esto?
Bái Lóng le dedicó una mirada algo más resignada, pero sincera.
—Lo sabe ya desde hace tiempo.
—Bien —Okita suspiró y lo miró esforzándose en animar un poco más su expresión—. Entonces nos veremos mañana de nuevo en los trenes.
—Sí, ahora tú sigue descansando, te necesitamos entero para mañana. Aunque intentaré que no debas cruzar la isla dos veces.
Esta vez los dos rieron y Liu le acarició la espalda. Le estaba cogiendo cariño a ese chico. Originalmente sólo lo quería como un medio para acercarse a su hermano, para no sentirse tan desconectado de él, para ganarse la confianza de Sol por haber cuidado de su novio durante aquel duelo a muerte, pero con el paso del tiempo y su convivencia cada vez más frecuente, ya cuidaba a Sōji con cariño y preocupación, no sólo para ganarse a su hermano.
Pensaba en que faltaba menos para el día en el que pudiera ver en persona como aquel chico a quien ya podía llamar amigo, hacía feliz a su hermano a quien tanto extrañaba. Le daba gusto saber que ambos habían encontrado una buena persona a quien amar.
El grupo había quedado cerrado ahora, ya todos los equipos lo estaban.
Terry fue el último en entrar a la habitación de Michael, cerrando la puerta tras de sí y procediendo a sentarse en el suelo junto a Preston mientras Michael ocupaba la cama junto a Riccardo y Doug la silla de la habitación.
—Pues creo que ya están las listas oficiales —dijo el ruso nada más sentarse.
—¿Al final Okita está con Victor y los demás? —preguntó Doug a lo que recibió una afirmación, causándole algo de tranquilidad. Estaban casi seguros de que Okita apoyaría más a los rebeldes que a los del Centro, que lo tenían de su lado, y las dudas que surgieron cuando se alió con Bái Lóng quedaron despejadas cuando él mismo fue el que pidió aliarse con los rebeldes para esta última ronda. Aquella decisión dejó varias cosas claras para los rebeldes, pero despertando muchas dudas y tensiones en el Centro.
Acababan de publicarse las listas con los equipos que ya estaban cerrados, y aunque todavía no lo supieran, ver el nombre de Liu en un equipo puramente rebelde estaba causando revueltas en la capital.
—Bueno, nosotros tenemos la desventaja de que venimos fríos. Michael y yo terminamos nuestra arena hace dos semanas o más, ustedes hace menos tiempo pero aún así vamos a enfrentarnos con animales que apenas ayer en la noche regresaron al Ludus —Doug comenzó la conversación recibiendo las afirmaciones más o menos tensas de los demás.
—Sí, ellos todavía no se acostumbran a dormir tranquilos —le dio la razón Preston.
—Es lo que dijo Doug: ellos ya entran calentados, nosotros todavía tenemos que volver a adaptarnos. Y aunque nos tome sólo un par de horas recuperar el sentido de alerta constante y dejarse llevar más por adrenalina que por cerebro, ellos no van a necesitar esas horas y nos deja en desventaja —siguió Terry.
—Tenemos suerte de que no nos van a enfrentar con Tezcat, Bái Lóng o incluso Okita; ellos están de nuestro lado. Ellos vienen recién salidos de la arena y encima están loquísimos. Tezcat se pasó la arena jugando completamente a su manera, Okita sacó resistencia de no sé donde y cruzó la isla como tres veces, y Bái Lóng de por sí es un animal peleando cuerpo a cuerpo —Michael hablaba casi con molestia al describirlos. Realmente les aliviaba saber que esos tres estarían de su lado.
—Aunque al no tener a Maxim también estamos en bastante desventaja... —Terry asintió con algo de preocupación.
—Pero igualmente tenemos ventaja. Para empezar tenemos a Hocus, nada que decir al respecto, encima no sé cómo lo hizo pero se ganó al público del Centro y de la Rebeldía; tenemos a Okita, Bái Lóng y Tezcat... —comenzó a enumerar Doug antes de señalar a Riccardo y Preston— Luego están también estos dos desquiciados. Tenemos buen material. Y todos los demás también son muy fuertes, somos fuertes todos, sólo debemos seguir como hasta ahora. La arena en la que peor nos fue a los rebeldes fue en la tercera: los únicos que volvieron ilesos fueron Tezcat y Faythe por los pelos. Ahora nos vamos a enfrentar con los más fuertes del Centro, pero teniendo en cuenta nuestra ventaja por ser una alianza grande, vamos a poder hacerlo sin problema.
Los demás asintieron tratando de convencerse de las palabras de Doug, quien definitivamente estaba tomando un rol de líder de grupo. De los ahí presentes era quien mejor conseguía apartar sus propios sentimientos para ver por los del grupo, el único en ese momento con la fuerza emocional como para cargar con la moral del equipo y de gran parte de la Rebeldía.
—Tú ya sabes lo que te va a tocar, Preston —dijo Riccardo señalando al chico que estaba en el suelo, quien asintió con naturalidad.
—Sí, ya sabemos que van a hacer lo imposible porque Preston y Rex se enfrenten y para meter toda la saña posible, por algo los llevan conteniendo todo este tiempo.
—Pero de una vez te aviso que si tenemos que hacerlo nos vamos a meter en su pelea —dijo Michael con seriedad dirigiéndose a Preston—. No importa si el Centro quiere verlos pelearse como perros, o el orgullo y resentimiento que va a haber en esa pelea; si debemos meternos para traerte de vuelta a casa lo vamos a hacer, ¿eh, Preston?
Aquello último sí que le sorprendió más, pero asintió sin tener otra opción. No lo había planeado, ni siquiera había cruzado por su mente, pero les agradecía que todavía priorizaran su vida antes que la pelea más ansiada desde que la Royal Academy se dividió.
La reunión se extendió planeando estrategias, planteando escenarios y armando planes para actuar como equipo. Doug ya se había reunido con Hocus mientras que Riccardo con Victor, así que algunos planes ya estaban acordados entre los equipos rebeldes para poder mantenerse lo más unidos posible incluso estando en grupos diferentes.
Para las diez la noche el Centro ya contaba con la lista definitiva, incluyendo a aquellos que cubrirían a aquellos que estaban incapacitados o muertos. No la publicaría hasta la mañana siguiente, pero el Dragon Link ya contaba con aquella información, eran los únicos además del presidente, Austin Hobbes, Dave Quagmire y los propios elegidos.
Serafina tocó la puerta del taller, viéndose prácticamente sola en ese edificio debido a la hora. Tardaron un poco pero finalmente la puerta se abrió revelando a Yaak quien con un evidente estrés acompañando su apariencia descuidada y casi desesperada, miró a Serafina con incomprensión.
—¿Qué pasa? —preguntó sin dejarla entrar, pero manteniendo la puerta abierta.
Ella le estrechó un trozo de papel.
—Quagmire les encarga un traje más. Estas son las medidas.
Recibió el papel con una expresión de molestia y casi desconcierto, lo leyó y luego la miró de nuevo, contrastando con la seriedad de la mujer. Unos metros más atrás, Muun había parado la máquina de coser por unos segundos para escuchar lo que venía a decirles Serafina.
—Quiere un traje con armadura, aunque sea de cuero.
—¡Estás loca, no te puedo hacer una armadura desde cero en una noche! Los trajes deben estar listos a las siete de la mañana, y ya estamos haciendo tres a la vez, ni siquiera vamos a dormir esta noche.
Muun suspiró con agobio al escuchar que les estaban encargando otra armadura. Llevaba una hora cosiendo cuero para las armaduras simples y los accesorios de los trajes. Ya habían terminado uno, pero todavía les quedaban varios. Tuvieron que reciclar diseños, piezas de ropa y armaduras para hacer trajes diferentes pero lo más sencillos posible para tenerlos listos a la hora. Si lo mandaban a hacer una armadura más después de ya haber cortado y preparado las piezas para todas las demás, se iba a suicidar.
Pero Serafina no se inmutó por la reacción de Yaak. Ella era la mensajera y debía asegurarse de que el traje iba a estar para la hora acordada.
Miró un poco el interior del taller. Olía a cuero, había piezas de este material colgando de una cuerda, tenían una mesa con piezas de metal que más tarde añadirían a la tela o como accesorios, tenían varios maniquíes con ropa a medio hacer. Era caótico, pero por alguna razón daba una extraña sensación de fluidez. Había un orden que ella no lograba comprender, pero sí que lo percibía.
Volvió a mirar al chico y asintió con firmeza.
—Pues reutiliza una o haz algo, pero mañana debe estar este traje.
—Es que no se puede, no sabemos siquiera si vamos a terminar estos —trató de explicarle Yaak con cierta desesperación.
Muun se recargó en el respaldo de la silla donde estaba y desde allí se dirigió a Serafina con el mismo cansancio e impotencia que su hermano, pero expresado de una forma más calmada.
—Si necesitan un traje más podemos conseguir un conjunto de ropa sencilla, pero no podemos hacer nada complejo con el tiempo que tenemos, de verdad.
—Debe ser uno con el estilo de la segunda arena, y Quagmire fue muy claro con que quería una armadura.
—Te podemos dar una túnica y un pantalón que fueron modelos de prueba para algunos trajes de la segunda arena, pero de aquí a las siete no te vamos a tener lista una armadura y menos con esas medidas tan específicas —insistió Yaak al ver que la chica no cedía.
Ya harta, dio un paso atrás pretendiendo irse dando por cerrada la conversación a su favor.
—La armadura debe estar lista mañana a las siete de la mañana, es una orden —antes de irse miró a los dos seriamente—. Y hagan lo que tengan que hacer para que sea excepcional, porque eso va a ser lo que lleve un príncipe.
*** *** ***
Pues aquí estamos con un capítulo más después de mucho tiempo. Este es el único capítulo entre arenas que va a haber, esta vez les dieron poquito tiempo a nuestras criaturas para que se prepararan.
Vimos cositas de la UI, de los altos mandos, de los equipos y de cómo Maxim y Bái Lóng están haciendo desmadre en las altas esferas del Centro. Al menos sabemos que Maxim está medio vivo todavía :¨)
Por otro lado tuvimos a los Cha'ak en su estado natural: cosiendo y estresados. ¡Y se vienen cositas! ¡Pero cositas de las buenas! Dejen caer sus teorías y confirmaremos en el próximo capítulo.
Muchas gracias por leer y nos vemos en el siguiente capítulo ya con el inicio de la última arena.
Atsushi~
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