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[CAPÍTULO 28]

03/03/2022 | Arena Asiática, Islas Izu, Japón.

—¿Vas bien, Langford? —preguntó Maxim mirando así al chico.

Este asintió con seguridad y entonces siguió caminando delante de Millennium.

—¿Tú, Faythe? —le preguntó ahora Utopía a la chica quien caminaba detrás suyo.

—Sí, no te preocupes.

Maxim asintió y siguió caminando con aquel paso lento pero constante que llevaban.

Después de la pelea de donde el equipo había recibido demasiados golpes fuertes, se reagruparon al haberle perdido la pista a Gamma definitivamente. Después de atender a los dos chicos heridos y ver cómo se encontraban estables, fueron por el cuerpo de Inchy para así dejarlo junto a Riker en la tumba que habían creado en la misma estructura donde Riker murió.

Y nada más amanecer y estar completamente seguros de que Faythe y Langford podían caminar, iniciaron la búsqueda de Pen e Iggie. Sabían que Loo estaba herido, pero confiaban que estaría bien en manos de Teller. De todas formas debían reagruparse lo antes posible.

Estaban recorriendo los pantanos, completamente alerta de su entorno, además del estado de sus compañeros. Cuando el lodo se convertía en charcos de agua que les cubría más arriba de los tobillos, trataban de salir de aquel terreno lo antes posible, pues sabían bien lo peligrosos que podrían ser aquellas zonas. Estaban buscando a los chicos, pero sabían que debido a su desconocimiento del terreno, tampoco estarían en las zonas profundas del pantano.

Faythe estaba bien. Decía ya casi no sentir dolor en la cabeza después del golpe, sólo necesitó dormir un poco antes de empezar el camino. Y Langford también estaba bien, pero Maxim seguía preocupado por él. Faythe le explicó que una de las agujas que Coeus les lanzó fue directo a su cuello, y aunque ahora él estaba bien, ya no había vuelto a hablar desde entonces. Millennium se temía que la aguja le hubiera dañado un nervio de las cuerdas vocales, y Langford ya se había hecho a la idea de que eso había sucedido, pero no era el momento para preocupar a los demás. Podía respirar bien y comunicarse con gestos, eso era lo único que importaba.

Utopía iba dirigiendo al grupo, mientras que Maxim iba detrás de todos para así vigilar a sus compañeros más vulnerables entonces, y también poder atacar si algo les llegaba desde atrás.

Panacea tuvo que parar al ver cómo no sólo el lodo era más y más espeso, sino que a un par de metros ya había un cuerpo considerable de agua pantanosa. Por eso redirigió al grupo para así desviarse a la izquierda.

Langford siguió con la mirada fija en aquella zona profunda del pantano mientras caminaba detrás de Faythe, pero al ver algo que le llamó la atención, se detuvo alertando de inmediato a Maxim.

Cuando el pelirrojo lo miró tratando de saber qué ocurría, el mayor de los Ash señaló con la cabeza un punto lejano en el agua.

—¿Qué? ¿Qué es? —Maxim entrecerró los ojos tratando de ver donde el chico señalaba.

—¿Qué pasa? —finalmente Utopía se detuvo un par de metros más allá, volteando a verlos después de asegurarse de que el perímetro estaba libre.

Justo entonces Maxim le encontró forma a lo que le indicaba Langford, y este quedó seguro de su suposición al ver la reacción de Millennium. Se miraron a los ojos con preocupación y entonces Langford lo cogió de la muñeca para alejarse más rápido.

—Vámonos. Vámonos rápido —dijo Maxim con bastante angustia, preocupando a los otros dos chicos por nunca haberlo oído así.

—¿Qué pasa? ¿Vieron a alguien? —preguntó Faythe caminando rápido detrás de Utopía, pero aún así volteando a ver a sus otros dos compañeros.

—Cocodrilos —la respuesta de Maxim le heló la sangre a la chica al igual que a Utopía. Incluso Langford sintió un escalofrío, era más aterrador oír la palabra en la voz angustiada de Millennium que haber sido el primero en verlos.

—No puede ser. ¿De verdad? —Utopía le creyó desde el primer momento, pero una parte de él quería creer que era una broma de mal gusto de su amigo.

Al voltear a verlo y hacer contacto con los ojos preocupados del chico, aquel escalofrío se intensificó.

Siguieron caminando rápido, pero aún teniendo cuidado con el terreno, y sin querer que sus movimientos rápidos y bruscos fueran el detonante de una persecución que seguramente perderían.

Pero ya lo habían sido.

Maxim se volteó una vez más, y su corazón casi se detuvo cuando vio cómo uno de los animales ya no estaba sumergido casi por completo varios metros lejos de la orilla, sino que te que tenía la mayor parte de su cuerpo fuera del agua. La inmovilidad de este no hizo más que tensar más a Millennium

Siguieron alejándose más y más, pero cuando estaban a punto de salir del pantano denso, el animal empezó a correr, y así lo hicieron ellos también.

Se dirigieron hacia el sur, su idea era ir hacia la estructura donde comenzó la arena, buscar algún lugar donde el terreno no supusiera una desventaja mayor a la actual. Ninguno había visto un cocodrilo en la vida real, y mucho menos había tenido que enfrentarse a uno, bueno, a tres.

Mientras corrían lo más rápido que podían, Utopía volteaba constantemente atrás, mientras que Langford sujetaba de la mano a Faythe y volteaba a ver a Maxim cada poco tiempo también.

De todas formas los cuatro sentían que iban demasiado lento.

Aquella desesperación por no poder ir más rápido, por no poder terminar la persecución, era lo único en lo que podían pensar. Pero aunque hubiera tenido la mente en su entorno, a esa velocidad Utopía tampoco podría haber notado la diferencia entre el color del césped, y habría caído igualmente en la entrada de la gruta.

Faythe no fue tras él sólo por un par de centímetros, mientras que Langford tuvo que rodear el hueco antes de detenerse más lentamente.

Faythe inmediatamente se tumbó bocabajo con un brazo y la cabeza asomados a la gruta, esperando todavía poder ser de ayuda para el chico. Maxim tampoco pudo detenerse en seco, de hecho tuvo que saltar el hoyo, aterrizando a unos pocos centímetros de su compañera.

—¡Vamos, toma mi mano! —gritó ella con lágrimas a punto de caerle por la desesperación de la persecución, por no poder verlo, por sentirse vulnerable incluso estando en grupo.

—¡Utopía! —gritó Maxim asomándose también, después de comprobar que Faythe tenía suficiente cuerpo sobre el suelo para no caerse a la gruta.

Langford tenía el corazón encogido por la escena, pero se mantuvo unos pasos alejado, preparando su espada y vigilando que todavía hubiera cierta distancia entre sus persecutores y ellos. Los cocodrilos aún no habían llegado a aquella parte del bosque, lo que comenzaba a angustiarlo pues esos animales eran malditamente rápidos, sobre todo desde la perspectiva de su víctima.

—No puedo, estoy muy abajo —respondió después de unos segundos, justo antes de que pudieran escucharlo quejarse.

No sabían si aliviarse porque siguiera vivo, o angustiarse por las consecuencias de esto.

Faythe recogió su brazo e hizo un chillido de desesperación. Maxim podía ver cómo la chica luchaba por no saltar ahí dentro y tratar de ayudarlo.

Maxim alzó la vista y dio con que había otra entrada a la gruta, estaba unos metros más allá, cerca de donde habían pasado. Quería ayudar a su amigo, aunque la idea de acercarse más a sus cazadores le helaba la sangre.

Se trataba de la misma gruta donde se había metido Okita para tratar de despistar a Julieta, Charlie y Oscar. El hoyo con más de cinco metros de profundidad era sumamente húmedo y sus paredes rocosas y desiguales hacían que fuera una trampa letal. De hecho Utopía estaba a unos dos metros de la entrada donde Faythe y Maxim lo esperaban, si no hubiera caído ahí ya estaría muerto.

Al cabo de unos segundos los ojos de ambos se acostumbraron un poco a la oscuridad y pudieron ver un poco la distancia a la que estaban del chico.

—No estás tan lejos, intenta subir, te ayudaremos —le dijo Maxim teniendo la respiración acelerada.

—¡Sí, vamos! —insistió Faythe mientras que Millennium volteaba a ver a Langford, quien seguía concentrado en el bosque.

Utopía respiró pesadamente por culpa del ambiente, el dolor y el cansancio. Negó con la cabeza aunque no pudieran verlo bien, y entonces habló.

—Tengo las piernas rotas —volvió a mirarse la herida más evidente, donde uno de sus huesos había conseguido atravesar su piel.

Faythe se cubrió la boca con desesperación, pero cuando miró a Maxim esperando que él tuviera alguna otra idea para sacarlo de ahí, se topó con que el chico se estaba incorporando y la levantó a ella también.

Langford le estaba haciendo un gesto de que ya se fueran. Por eso él levantó a Faythe y la empujó para que se fuera con Langford.

—¡Váyanse, luego nos buscamos! —Langford aceptó la orden antes que Faythe, quien cedió sólo por saber que no podría hacer mucho quedándose allí.

—¡En donde empezó la arena! ¡Nos vemos en la estructura donde empezó la arena! —gritó ella antes de dejar de resistirse y correr junto a Langford.

Maxim les respondió mientras sacaba su espada, esperando poder hacer algo en el momento en el que se enfrentara contra su asesino. Realmente nunca imaginó que su muerte fuera a ser devorado por cocodrilos.

—¡Maxim, lárgate tú también, no hay nada que hacer!

—¡No!

Miró de nuevo hacia el frente, viendo cómo aún había distancia entre ellos y los animales, quienes parecían haber perdido el rastro por un momento, aunque no iban mal encaminados.

—¡Déjame pensar en algo, te voy a sacar! —entonces volvió a fijarse en la luz que entraba desde el otro lado— Hay otra entrada, voy a...

—¡Maxim, vete ya, maldita sea!

—¡No te voy a dejar aquí! —su voz se quebró al gritarlo mientras que su mano apretó con más fuerza la espada.

—¿Y Aslan? ¿Ivory? ¿Infinity? ¿Qué pasa con ellos? —en ese momento su corazón se partió. Claro que adoraba a sus hijos como a nada en el mundo, haría lo que fuera por protegerlos... y eso significaba que tendría que abandonar a su mejor amigo para volver con ellos. Pudo escuchar una risa rota por parte de Utopía— Te necesitan mucho más que yo, así que por favor vete.

El sollozo de Maxim apenas pudo escucharse, pero Utopía sabía exactamente lo que estaba haciendo, lo conocía demasiado bien.

—Pero no dejes que sea comida de cocodrilos, así que hazlo rápido y llévate unos cuantos puntos.

Maxim ya lo sabía, lo sabía desde que le pidió que se fuera, tendría que matarlo para evitar que muriera lentamente mientras lo devoraban o se desangraba ahí dentro. Escuchárselo decir fue aún más doloroso, pero ya no había tiempo.

—Lo siento —dijo mientras lo miraba a los ojos ya sosteniendo la hoja del cuchillo entre sus dedos.

Utopía le sonrió mientras se movía, dejando que su pecho fuera un blanco aún más fácil para Maxim.

—Hazlo por ellos, cuídalos mucho —en ese momento también pudo ver el brillo de una lágrima caerle por la mejilla—. Y perdón por todo, Max, en serio. Perdón y gracias.

La hoja se clavó lo más cerca de su corazón que pudo, y sólo basó una respiración más para que finalmente muriera. 

—Utopía Panacea ha sido asesinado por Maxim Millennium, quien recibe 25 puntos como beneficio.

Maxim se levantó inmediatamente y comenzó a correr, ahora con más desventaja que antes. Pero no iba a permitir que aquel sacrificio fuera en vano. Había tenido que matar a su mejor amigo para volver a casa con su familia, ahora correría hasta el fin del mundo por lo mismo.

Pero entonces vio una cuerda colgar a pocos metros suyos. Eso junto a no ver rastro de sus compañeros le dio la pista de que habían escalado aquel árbol, pero la voz de Heeler se lo aclaró al poco tiempo.

—¡Sube, Maxim, vamos!

Cogió impulsó y saltó para cogerse de una parte más elevada de la cuerda y así comenzar a subir lo más rápido que pudo, pero cuando vio a uno de los animales saltar para morder una parte de la cuerda, quiso subir todavía más rápido. Pero un brazo lo jaló hasta una rama oculta por la densidad del árbol.

Se sorprendió al no ver a Langford ni Faythe, pero nada más darse cuenta de que se trataba de Tezcat la sorpresa no le duró mucho. Ese chico parecía ser como su ángel de la guarda.

—Vamos allá —el moreno le señaló una rama más alta, donde estaban los otros dos chicos.

Una vez se reunieron, Tezcat guio al grupo por un camino hecho por las ramas más gruesas que se entrelazaban ente sí, y después de unos metros deslizándose entre las copas de los árboles llegaron a una estructura de piedra completamente oculta por la maleza.

—Aquí es, adelante —dijo con un suspiro algo tenso señalando aquellas ruinas parcialmente invadidas por la naturaleza—. Aquí estamos lejos y es una estructura difícil de acceder. Hay cocodrilos que pueden escalar árboles y creo que nadie aquí quiere comprobar si estos son de ese tipo.

Los cuatro se sentaron en el suelo de piedra, apenas recuperando el aliento después de la carrera y el posterior shock.

Langford fue el primero que notó que la distribución de los objetos en la parte techada de la estructura mostraba cómo ese llevaba siendo el refugio de Tezcat desde que inició la competencia.

Faythe miró también a donde lo hacía Langford, y después de mirarse a los ojos, ella se volteó directamente hacia Tezcat.

—¿Aquí es donde has estado durmiendo?

—Sí, llevo aquí desde el primer día.

Langford llevó la mirada al sarape que estaba extendido en el suelo, probablemente imitando lo que sería una cama. Aunque él se quedó más tiempo analizando los dibujos que había en este.

Faythe vigilaba todavía nerviosa porque alguno de los animales hubiera podido seguirlos, mientras que Tezcat le aseguraba que no había de qué preocuparse. Langford estaba inquieto, quería preguntarle a Tezcat cómo los había encontrado, cómo había encontrado aquel escondite... pero no podía. Eso sumado a que no pudo usar tampoco su voz para advertirle a sus compañeros de la presencia de los cocodrilos, le generó una frustración aún mayor. Sus dedos se ciñeron sobre el sarape que estaba acariciando, pero antes de poder sufrir alguna crisis por la desesperación, escuchó los sollozos de Maxim quien estaba sentado en la esquina opuesta del escondite.

Los tres lo miraron, sintieron la misma lástima por él, pero aún así decidieron dejarle su espacio, necesitaba asimilarlo él solo. Tezcat convenció a Faythe de eso último. Langford salió del techo yendo junto a ellos para así dejarle privacidad a Maxim.

Debía aprovechar para llorar ahora que podía, ahora que su vida no estaba en peligro pues no sabía si en cinco minutos las cosas fueran a cambiar.

Pero al cabo de un rato, Faythe le hizo un gesto a Tezcat para que no dijera nada y ella entró con Maxim. No dijo nada, no quiso animarlo ni tratar de quitarle la culpabilidad, eso no era lo que necesitaba ahora. Sólo se sentó junto a él y lo abrazó cuidadosamente siendo inmediatamente correspondida.

Mientras tanto Langford se quedó con Tezcat, fue este quien rompió el silencio aún sin saber que Langford quería hacer eso mismo hace ya varios minutos.

—Antes de irme revisé y quedábamos quince, ahora con lo de Utopía ya sólo catorce. Todo va muy rápido pero a su vez no está avanzando como ellos quieren —Langford lo miró y los dos asintieron con resignación—. Hay uno de esos lectores de medallas aquí, por si quieres mirar tus puntos y eso.

Ash sólo le hizo un gesto con la mano diciéndole que así estaba bien. Pero su deseo de hablar era tan insoportable que tuvo que intentarlo de otras formas. Probó a abrir la boca pero ningún sonido salía y cuando más se esforzaba, una punzada se extendía por su garganta. Resignado hizo con el dedo pulgar e índice una seña esperando que Tezcat lo entendiera.

—¿Pequeño? ¿Poco? —Ash asintió— Ah, ¿que crees que tienes pocos puntos? —de nuevo estaba en lo correcto. Tezcat suspiró y miró de reojo al interior del refugio, teniendo todavía a Faythe y Maxim abrazándose en silencio— Sí, oí que te hirieron, pero esperemos que no tomen eso en cuenta para hacerte las cosas más difíciles.

Esta vez el pensamiento de Langford era más complejo como para poder expresarlo sólo con señas. De nuevo tuvo que tragarse su frustración y buscar alguna otra manera de hablar.

Le tocó el brazo a Tezcat y una vez tuvo su atención comenzó a dibujar una letra a la vez sobre el muslo del moreno que, al igual que todo su cuerpo, estaba envuelto por el neopreno grisáceo que llevaba manteniéndolo fresco y tibio todos esos días.

<<Cocodrilos>> <<por mis puntos>>

—¿Que lo de los cocodrilos lo hicieron por tus puntos? —el pensamiento cobró mucha lógica para Tezcat entonces— Tiene mucho sentido ahora que lo dices...

Langford asintió y contuvo un suspiro frustrado captando de nuevo la atención del mexicano.

—Que no puedas hablar... ¿fue por la herida que te hicieron ahora? —preguntó con algo más de prudencia recibiendo una afirmación que lo preocupó aún más— Entonces creo que deberíamos darnos prisa para acabar esto, no sabemos si los daños pueden empeorar si no te atienden.

Langford negó con resignación y entonces alzó cuatro dedos de la mano, dándole a entender que no iba a poder ser tan rápido como decía, pues aún faltaban cuatro participantes por morir.

Se hicieron unos segundos de silencio, y al poco tiempo pudieron escuchar ramas y hojas crujir bajo sus pies que colgaban desde la entrada de aquel refugio. Al bajar la mirada vieron cómo la tierra se estaba encharcando, cómo el río parecía estarse desbordando y provocando lo mismo en los pantanos que estaban tan cerca de ellos.

—Atención a todos los participantes —la suave voz de Einar llenó la isla, pero su voz cálida como la luz que iluminaba aquella mañana no traía noticias tan agradables—. Teniendo en cuenta sus posiciones tan dispersas y la situación actual de la isla, se les convoca a todos los competidores al templo localizado al noreste de la isla, donde su terreno elevado les brindará cobijo durante la inundación que se intensificará después del atardecer.

Tezcat y Langford intercambiaron sus miradas y pronto la de Faythe se les unió con la misma preocupación. Maxim usó sus mangas para secarse los ojos mientras tanto.

Claro que sabían que no era para que se protegieran de la inundación, sino para que se mataran de una vez como pasó en la primera ronda, sólo que ahora en vez de dos, deberían morir cuatro. La idea era ciertamente escalofriante, pues no habían visto aquel templo en toda la ronda, lo que sugería que se trataba de uno no muy grande donde la sangre correría más rápido.

Todos iniciaron su marcha casi al mismo tiempo, temiendo encontrarse con alguien en el camino. Los primeros en llegar debido a su mayor cercanía fueron Bái Lóng, Ghiris y Okita. Pudieron darse el lujo de subir las interminables escaleras a un ritmo en el que Sōji no se quedara sin aire cada ciertos escalones. Había gastado toda su energía los días que había pasado solo, cruzando de arriba a abajo la isla y huyendo de sus enemigos.

Llegaron a la cima y Ghiris dio el aviso de que estaba despejado, efectivamente habían sido los primeros en llegar y aún parecía falta un buen rato hasta que los demás llegaran.

—Wow —dijo Ghiris girando sobre su eje lentamente y observando el tempo que se encontraba delante de ellos, ocupando gran parte de la meseta que se formaba en la cima de la montaña.

Okita estaba sentado en el suelo, todavía jadeando un poco mientras que Liu también miraba a su alrededor, más que por la arquitectura, para confirmar que estaban solos.

—Es como el templo de Mibu —mencionó el moreno captando principalmente la atención de Ghiris.

—¿En serio? —una vez recibió su respuesta se volteó de nuevo hacia el edificio— Entonces sí que quisieron hacer una reproducción miniatura del Myr aquí.

—Lo bueno es que tenemos a nuestra pequeña ventaja con nosotros —comentó Bái Lóng poniéndole una mano en el hombro a Okita mientras los dos reían por lo dicho.

—Sí, de algo servirá haber vivido allá toda mi vida —entonces se levantó con la ayuda del mayor—. En la parte de atrás debería haber un barranco, y dentro del templo un hogar, así que podemos calentar algo de comida... si es que hicieron el templo igual, claro.

Ghiris rodeó el edificio y se asomó al barandal de piedra comprobando que la montaña se cortaba abruptamente dejando un barranco que los devolvía al bosque denso de donde venían.

—¡El barranco sí está!

Bái Lóng abrió la puerta del tempo y rápidamente dio con el fogón que dijo Okita.

—Y el hogar también.

Ghiris volvió con ellos y los tres entraron al tempo, abriendo las puertas que daban a las escaleras para poder estar atentos a la llegada de cualquiera. El rubio empezó a encender el fuego usando los instrumentos que traía para ello mientras que Bái Lóng todavía se veía un poco preocupado por la llegada sorpresa de algún rival, así como por la condición de Okita.

Trató de calmarse así que se sentó ocupando el lugar con la mejor vista a las escaleras y finalmente cogió uno de los bolsos que llevaba.

—Podemos cocinar la carne que tenías.

Okita se quedó callado pensando que le hablaba a Ghiris, pero una vez se dio cuenta de que no, negó con la cabeza.

—No, yo no tenía nada de carne.

Bái Lóng se extrañó y procedió a sacar los trozos envueltos en tela para así enseñárselos al moreno.

—No, no es mío.

—¿Ah no? —Ghiris se incluyó en la conversación después de ver la confusión— Bái Lóng lo encontró encima de sus cosas así que pensó que era tuyo, que se lo entregaste en algún momento pero no lo recordaba.

—No, no, en verdad que no es mío —negó comprobando una vez más la carne por si acaso, pero sin ver cambio en su respuesta—. Quizá era de Lima.

—No, los tres compartíamos este tipo de comida, toda la carne la usamos en el estofado, y esto lo encontré al despertar, Lima ya había...

Los tres miraron la carne, pero fue Ghiris quien habló en un tono seco y autoritario.

—No hay que comerla.

—Podríamos hervirla con algo de plata... pero no sé qué tanto podamos fiarnos —mencionó Okita mirando a los dos chicos.

Los tres habían pensado en lo mismo: veneno.

—Sí, mejor no.

Siguieron en la tranquilidad de aquel lugar, pero ahora Bái Lóng no podía dejar de pensar en quién demonios había sido quien puso la carne allí. Para no distraerse de su vigilancia, se autoconvenció de que había sido Lima antes de salir de la estructura para ya no volver.

Al cabo de unas horas ya casi todos los participantes estaban cerca de la montaña. Iggie y Pen eran quienes ya habían comenzado a subir las escaleras caminando por la orilla para ocultarse fácilmente en el bosque si se volvía necesario.

Ya casi alcanzaban la cima, pero para los dos era difícil moverse pues Iggie necesitaba la ayuda de Pen. Por eso se orillaron cerca de unos monolitos con escrituras que no podían entender ninguno de los dos.

—Quédate aquí, iré a revisar si hay alguien arriba, de todas formas lo mejor será quedarnos aquí.

—Sí, no estamos como para pelear y no creo que el agua llegue hasta aquí.

—Nos quedaremos aquí hasta que Maxim, Fayth-

—Coeus Heavens ha muerto por su propia mano, no hay beneficio para ningún competidor.

Los dos se miraron sorprendidos, no esperaban eso, nadie esperaba un suicidio casi al final de la arena. Ellos dos en especial ni siquiera recordaban que Heavens había sido herido, así que le encontraban todavía menos sentido a todo lo que sucedía.

Después de unos minutos sintiendo esclofríos, Pen miró a Iggie.

—Voy a revisar, vuelvo enseguida.

Loo asintió y se quedó con las bolsas de Pen mientras este subía la escaleras lo más rápido y discreto que podía.

Una vez estaba a tan sólo un metro o dos de alcanzar el último escalón, se salió de las escaleras para poder moverse por el bosque. Hizo bien, pues Bái Lóng seguía vigilando, y si veía la cabeza de Teller asomarse lo más probable es que le avisara de inmediato a Sōji y una flecha se la atravesara en cuestión de segundos.

Buscó la parte más frondosa y por allí se escabulló hasta poder echar un vistazo. Al inicio no vio nada, pero una vez se fijó en las puertas del templo pudo ver de espaldas a Okita, teniendo a Ghiris enfrente y a Liu al lado. Se agachó antes de que Hudson lo pudiera ver, y empezó a moverse lentamente entre los árboles para bajar.

—Iggie Loo es asesinado por Emma Ethans, quien se beneficia con 25 puntos por su muerte.

Su corazón se detuvo, su pie incluso resbaló unos centímetros en la tierra húmeda teniendo su cuerpo tieso e inmóvil.

Pero nada más consiguió volver a respirar, bajó corriendo ahora sin importarle que fuera por las escaleras de pieda.

Encontró un rastro de sangre que se extendía por unos escalones hasta llegar a los monolitos donde había estado Loo. Uno de ellos tenía las manchas de sangre de la herida del pecho de Iggie así como las marcas de sus manos al intentar sujetarse de este. Había sido una muerte violenta sin duda.

Su mano temblorosa se aferró a la daga que llevaba en su cinturón por temer que aún estuviera cerca la chica. Pero su atención se la robaba el cuerpo de Iggie.

Estaba bocarriba en el suelo, con el brazo cerca del monolito manchado, con una gran herida en su pecho y sangre en la boca. Su ropa blanca ahora estaba pintada de rojo en toda la zona de su torso, y sus ojos aún abiertos mostraban desesperación.

Pen no evitó que las lágrimas comenzaran a correrle por las mejillas. No sólo estaba teniendo aquel doloroso sentimiento de cuando un paciente fallecía, sino que la amistad que había reforzado con el chico en aquellas horas yendo por su cuenta e intentando reencontrarse con sus compañeros le estaban doliendo.

Aquel sentimiento fue tan doloroso que no pudo notar diferencia entre este y el de la cuchilla que ahora le perforaba el pecho literalmente.

Cayó de rodillas mientras el cuchillo se le resbalaba de la mano, y poco después su cuerpo quedó bocabajo sin poder moverse. Su cabeza había quedado girada hacia Iggie, pudiendo verlo incluso en sus últimos segundos de vida.

Pen Teller no llegó a darse cuenta de su propia muerte, seguía en shock por no poder asimilar la de su compañero.

Entonces los pasos de otras dos personas se acercaron también a los dos cadáveres.

—Bien hecho, Charlie —lo felicitó Gamma mientras el chico volvía a envainar su espada, mirando a los dos chicos aún con el corazón acelerado por lo que acababa de hacer.

—Pen Teller es asesinado por Charlie Ross, quien recibe 25 puntos. Sólo falta una baja para que se completen los diez supervivientes y pueda concluir la tercera arena. Muy buena suerte a todos.

—Vamos, Ethans ya subió y los rebeldes no deben tardar en llegar.

Los tres fueron escaleras arriba ya con todas sus armas listas para pelear. Oscar había visto a Emma subir las escaleras después de matar a Iggie, así que seguro que ya estaba arriba.

Al subir se encontraron con el templo, y mientras aún exploraban con la vista el paisaje, vieron a Bái Lóng salir del tempo rápidamente mientras que Ghiris y Okita se ponían de pie.

—¡Liu! —lo llamó Gamma haciendo que el chico se tranquilizara, pero no bajara la guardia aún así.

Los dos grupos se miraron fijamente por unos instantes estando a lados opuestos del patio. A los pocos segundos vieron a Faythe, Langford y Maxim llegar desde el lateral derecho, mientras que Tezcat llegaba desde un poco más atrás quedándose en cuclillas sobre el barandal de piedra, pero cerca del que se había vuelto su grupo. Así mismo, el grupo de Oscar se empezó a acercar lentamente al de Bái Lóng, asumiendo que estaban aliados por pertenecer al Centro.

La escasa tensión que había entre los dos grupos del Centro no hizo más que aumentar exponencialmente con la presencia de los rebeldes, pero nadie hizo nada.

Sōji sostuvo su arco pero sin cargar ninguna flecha, no pretendía dispararle a uno de los rebeldes, pero tampoco sentía que debería hacerlo contra los del Centro. Por eso sólo respiró profundamente intentando mantener la calma.

Nadie sabía qué pasaría a continuación, quién lanzaría el primer ataque, quién de todos ellos sería el que moriría para así dejar que todos volvieran al Centro.

Pero las miradas de todos se desviaron hacia la escaleras, donde una silueta solitaria se alzaba con una espada mediana entre sus manos.

Ella era consciente de que todos la miraban ahora, por eso sólo rio y los miró confiada.

—Supondo que ahora toca que nos matemos, ¿no?

Como si aquello hubiera sido el disparo de inicio, cuando Ghiris miró a su derecha lo primero que vio fue a Charlie correr hacia ellos. Dio un paso atrás sin comprender lo que sucedía, pero debido a la distancia Okita no tuvo tiempo de alejarse, sólo de cubrir con el arco el ataque de Ross que casi destrozaba su arma.

Giró en el suelo para evitar que ahora el filo lo perforara a él, pero no fue fácil quitárselo de encima.

—¿¡Qué mierda haces, Ross!? —fue Bái Lóng quien se lo quitó de encima a Okita y lo empujó a unos metros del chico.

Gamma entendía perfectamente lo que sucedía, pero no quiso intervenir, eso era un asunto de Charlie, él ya había cumplido dejándole la oportunidad de vengarse. Todo lo contrario de Ghiris, quien ignoró su pensamiento racional y por instinto se acercó a Sōji quien apenas se estaba levantando recuperando una posición dede la que defenderse.

Pero antes de que Ross volviera a intentar acercarse y Bái Lóng se lo impidiera, Liu sintió un peso repentino sobre sus hombros. Era Tezcat quien había aprovechado para acercarse y así empezar a apretar el cuello de Bái Lóng para poder llevarlo hasta el suelo. Pero él se supo defender a tiempo.

Cogió los brazos de Tezcat y se inclinó hacia adelante con brusquedad haciendo que el moreno volara por encima suyo hasta caer de lleno con la espalda en el suelo de piedra. Casi como si no hubiera recibido un golpe fuerte en todo su cuerpo, Tezcat se levantó de inmediato sacando así su puñal de obsidiana y mirando fijamente a Bái Lóng, iniciando de nuevo una lucha de uno contra uno, una lucha espectacular e igualada.

Charlie volvió a cargar contra Okita, quien ahora soltó el arco y sacó la katana para protegerse de Ross. Aquel chico era mucho más fuerte de lo que aparentaba su baja estatura.

Emma seguía en la esquina opuesta, pero con los ojos fijos en Faythe y Langford, los dos vulnerables del grupo. Maxim nada más notar eso, puso un brazo delante de la chica empezando a empujarla hacia atrás lentamente.

—Váyanse —Langford cogió de la mano a la chica mientras retrocedían lentamente—. Intenten llegar al techo.

Los dos lo obedecieron, teniendo en mente usar las cuerdas con las que Tezcat había subido hasta el techo del templo, quedándose ahí varios minutos sin que nadie lo notara.

Pero Ethans no quiso desaprovechar la oportunidad e intentó atacarlos antes de perderlos de vista. Maxim la detuvo con un corte desde abajo que, de no ser porque se detuvo en el momento exacto, la habría matado.

Antes de poder usar su ira contenida como motor para deshacerse de una vez por todas de ese condenado Maxim Millennium, recibió una patada en el pecho por parte de él mismo. Cayó al suelo, pero al intentarse levantar volvió a ser golpeada.

Estaba hirviendo en ira y frustración cuando lo vio sujetar de nuevo su espada sin que ella pudiera usar la suya para defenderse. ¿En serio iba a morir a manos de ese hijo de puta? ¿En verdad era tan fuerte como decían?

Odiaba a los populares entre los rebeldes, en serio que sí: Preston, Uta, Riccardo, los hermanos Sesame, Davy, Doug, Michael, Faythe, Jade, Sakura, Maxim... Los llenaban de flores por cometer asesinatos de formas crueles, pero cuando ellos provocaban peleas sólo se ganaban más odio. Ella odiaba al Centro, pero tampoco simpatizaba con la Rebeldía así que los favoritos de esta eran sus más odiados.

Y el especial odio que le cogió a Maxim fue por la enorme lista de asesinatos a sangre fría que tanto se le aplaudían y por ver cómo siempre se salía con la suya sin importar la situación. Cuando ella llegó a la Royal Academy, cuando todos eran todavía muy jóvenes y aún los entrenaban intensivamente pero sin mandarlos al campo de batalla por su edad, era común que hicieran entrenamientos con otros bandos.

Estaba preparada para que le tocara pelear con Uta, esperaba volver a tener ventaja sobre ella para que cuando le diera el golpe final del combate, Caleb la felicitara mientras que Samford y Joe la miraban con enojo y Jude tratara de ser imparcial y sólo le recordara que no fuera tan violenta en los entrenamientos. Llegaron todos los chicos del Poderosa Fe y el Vía Láctea, mayores que ella en tamaño y edad. Cuando dieron comienzo los combates uno contra uno ella se empezó a acercar a Uta quien no había conseguido convencer a sus padres para no pelear. Pero entonces Jude se acercó a la colchoneta donde estaban las dos esperando a que les dijeran que podían pisarla y comenzar a pelear.

—Emma, ponte con Silvana.

Ahí fue cuando lo vio por primera vez: sólo era una niña, se veía claramente menor que ella, también más flaca y débil. Uta incluso se preocupó al ver que se iban a enfrentar, pero Emma en su interior pensó que no sería violenta con ella, después de todo no tenía nada en su contra todavía.

Pero el primer punto se lo llevo Millennium, haciendo que Emma se arrepintiera de su gentileza. Cuando Emma ganó el siguiente punto con un golpe de los que le ganaban regaños por parte de Samford, miró con media sonrisa a Maxim quien estaba en el suelo todavía, queriendo dejar en claro quién era la más fuerte y la mayor ahí. Pero antes de que Jude se acercara a preguntarle si estaba bien, usando sus brazos se impulsó para levanterse y volver a estar en guardia para buscar el punto ganador. Emma admitió haberse sorprendido, y después de una pelea intensa fue ella quien perdió con un golpe que la mareó y a Maxim le ganó una advertencia de Jude.

Uta no supo qué hacer o decir en ese momento, ella tampoco esperaba ese resultado. Durante el día volvieron a combatir un par de veces más y Emma no pudo ganar ningún combate, mucho menos cuando sus gestos de altanería y asco hacían enojar a, entonces todavía Silvana. Ahora era ella a quien Jude atendía después de golpes fuertes, ahora ella era como Uta y eso la hacía enfurecer.

Pero la próxima vez que quiso enfrentarse para así limpiar su honor y sanar su ego, tuvo que esperar tres hroas hasta que los combates masculinos terminaran, la categoría en la que finalmente estaba Maxim. Le daba tanto coraje ver cómo después de golpes fuertes, se levantaba con esa agilidad de siempre y se llevaba al suelo a su adversario. No le dejaron pelear contra Preston, le dejó un moretón importante a Yale, y el combate con Remington lo detuvieron en empate por la violencia que estaba adquiriendo por parte de ambo. Cuando finalmente combatieron, Maxim venía harto y cansado de la pelea con Rex, así que dio un golpe peligroso ganando un punto y un regaño, Emma se lo regresó pero por unos centímetros lo esquivó y le ganó con un golpe al estómago con su fuerza bien medida. Ese golpe le destruyó el ego, porque el golpe de Emma al haber fallado no le destruyó la nariz a Maxim.

No sólo estaba resentida, sino que cada vez le enfurecía más y más ver cómo alguien incluso más violento que ella sólo recibía reconocimientos y apoyo. Caleb le dijo que en el Poderosa Fe las cosas eran diferentes pero ella no estaba feliz con esa respuesta.

Ansiaba volver a tener un encuentro con Millennium para saldar sus cuentas, aunque ahora no fuera en un entrenamiento, auque ahora fuera con armas de fuego. Pero ni siquiera eso pudo tener en la batalla que tuvieron contra la Royal Academy una vez se separaron. Primero pensó que simplemente no lo habían mandado a ese ataque por cuestiones de organización, pero cuando se enteró de que ahora simplemente ya no pertenecía al ejército por haber tenido un bebé, la ira pudo con ella.

Aquel que había crecido bajo el manto de la violencia, el que mataba sin remordimientos ahora había dejado todo aquello como si nada para jugar a la familia feliz. Eso reventaba a Emma por dentro. Por eso su única esperanza era el Coliseum, y que si ambos sosbrevivían podían enfrentarse después. ¿Pero ahora simplemente iba a volver a perder?

Veía indiferencia en los ojos de Maxim, no parecía tener rencor ni ganas de arreglar nada, sólo de proteger a sus compañeros, era la cara de estar a punto de matar a un enemigo que no tenía peso en su vida.

Pero de pronto esos ojos rasgados y algo tapados por el fleco, se abrieron de par en par mientras que de su boca salía un quejido ahogado.

Cayó hacia un lado aún intentando mantenerse en pie, pero finalmente quedó bocabajo permitiéndole a Emma ver el corte profundo y transversal que tenía en la espalda. Al alzar su vista se topó con Gamma aún sosteniendo la espada ensangrentada. Había sido un corte limpio, de ahí que hubiera abierto con tanta facilidad la ropa y piel de Millennium pero dejando sus huesos intactos.

—Sólo es para acabar de una vez —le advirtió a Emma mientras envainaba su espalda y se juntaba de nuevo con Oscar. 

Ella aún en shock, se alejó un poco más, siguiendo sentada ahora contra el barandal de piedra.

La pelea de Okita y Charlie se detuvo, lo mismo con la de Bái Lóng y Tezcat. No sonaba ningún aviso de muerte, pero ya era un hecho que había caído quien cerraría esa arena, ¿verdad?

Bái Lóng y Tezcat no se soltaban. El puñal de obsidiana ya había rasgado la ropa del pecho de Liu, mientras que el sable del otro también estaba cortando ya la tela del neopreno en la zona del cuello. Pero los dos se detuvieron, no querían que se repitiera el final de la arena pasada.

Tezcat aprovechó para alejarse unos centímetros y que el arma no lo hiriera más, Bái Lóng lo soltó también lentamente pero sin alejarse demasiado.

Todos estaban expectantes. Y entonces Millennium tosió, fue el único sonido al que prestaron atención, incluso cuando el viento soplaba en los últimos minutos de luz del día.

Faythe se asomó desde el techo al haber percibido el repentino silencio, y nada más ver la escena que lo había causado, la hizo gritar con desesperación antes de intentar bajar lo más rápido posible.

Okita fue el único que reaccionó gracias al grito de Faythe, fue el único que se acercó a Maxim.

A Faythe no sólo le aterraba la idea de que muriera, sino que su sangre hervía al ver cómo todos pretendían dejarlo morir solo. Lo iban a ver agonizar pues nadie parecía querer tener el cargo de acabar con su sufrimiento, sólo iban a esperar a que muriera.

Sōji se arrodilló a su lado, viendo cómo la sangre se empezaba a esparcir en el suelo, y también cómo Maxim todavía intentaba levantarse usando la fuerza de sus brazos, pero el dolor de la espalda lo inmovilizaba.

—No te muevas, quédate así —le dijo de forma completamente automática mientras con la mano trataba que el brazo de Maxim se quedara lacio sobre el suelo.

Una vez dejó de esforzarse, Sōji llevó su mano hasta la de Millennium, sosteniendo sus dedos débiles y temblorosos.

No sabía qué estaba haciendo, no sabía si estaba ahí por lástima, por instinto o por querer realmente salvarlo. Pero nadie le ayudaría a ello, nadie quería que alguien más muriera.

Pero entonces se fijó en el pequeño collar que se había salido de su ropa. Ahora sólo era un óvalo ensangrentado, pero a Okita le llegó el recuerdo de se lo había enseñado a Chester en su entrevista y que en cada una de las tapas del óvalo tenía la foto de sus hijos. Él era el que tenía hijos...

No lo conocía realmente, casi nunca coincidían en los entrenamientos de la Rebeldía, y tampoco lo habían hecho en el Coliseum, pero sí que sabía lo de sus niños, sabía que ese era el motivo por el que faltaba a varios entrenamientos. No lo recordó hasta ese preciso instante, todo el shock que vino después de la muerte de Sakamoto lo hizo olvidarse de todo lo que no fuera su propia supervivencia y su promesa de volver con Sol. Incluso olvidó que había sido Maxim quien en vez de matarlo en el primer minuto de la arena, lo reconoció como un aliado y le regaló la cantimplora que le había salvado la vida durante toda la arena.

—¿Qué vas a hacer? ¿Salvarlo para luego matar a otro sano? ¿Vas a volver a cambiar de bando?

Las palabras de Gamma vinieron el peor momento posible para él mismo.

Sōji tomó lentamente el arco casi roto por completo que había quedado a pocos centímetros de él, y una vez estuvo en su mano bien colocado pero sin que nadie lo notara por tener la atención en Gamma, cargó y disparó una flecha lo más rápido que pudo.

Genov de nuevo demostró que había nacido con más suerte de la que él mismo podía imaginar. No sólo se giró en el momento preciso, sino que el arco al tensarse una última vez, terminó de quebrarse, cambiando la trayectoria de la flecha pero no su velocidad.

Charlie ya tenía también la espada preparada para ser él quien acabara la arena, pero al haber dado por roto el arco y no saber aquella velocidad de disparo de Okita, no pudo siquiera considerar la posibilidad de aquel último ataque arriesgado y letal.

Por un instante temió que él fuera el objetivo de la flecha, pero esa idea no duró mucho pues vio cómo a su izquierda Oscar caía teniendo el pecho atravesado.

—Oscar Yves ha sido asesinado por Sōjirō Okita. Ha terminado la tercera ronda del Coliseum. Felicidades a todos los vencedores, han luchado con honor y valentía hasta el final. Desháganse de sus armas y esperen en el templo.

Gamma aún cerca de los dos chicos, dedicó una profunda mirada de desprecio hacia Okita antes de tirar su espada al suelo sin ninguna delicadeza.

—Debimos haber sacrificado al más enfermo.

Sus palabras ni siquiera se grabaron en la mente de Okita, sólo lo escuchó y volvió a concentrarse en Millennium.

Se escucharon los metales cayendo al suelo. Tezcat dejó el cuchillo de obsidiana en el suelo mientras se levantaba y Bái Lóng hacía lo mismo. Lo miraba con mucha intriga, por más que intentaba recordar si lo había visto antes en algún momento, no le venía nada a la mente. Mitzil sólo lo miró unos segundos y se fue hacia donde estaban Sōji y Faythe con Maxim.

Faythe miraba con impotencia la herida, no sabía si debían hacer algo o lo mejor era no tocarlo.

Una entrada emergió desde el suelo del templo, mostrando un pasillo como el que los llevó a la arena. Un par de soldados uniformados y con la cara cubierta por un casco, se formaron en la entrada para revisar que ningún competidor entraba con armas.

Ghiris no necesitó ver la cara de uno de aquellos soldados para saber quién era, ni para estar seguro de que le había correspondido la sonrisa detrás del cristal oscuro. Él fue el primero que entró, rápidamente seguido por Charlie y Gamma.

Bái Lóng miró a Sōji antes de entrar, recibiendo una expresión de culpa a la vez que de miedo por parte del moreno, pero él sólo lo miró inexpresivo antes de entrar al túnel.

Emma se fue detrás de Liu.

Al ver que no parecía que ninguno de esos soldados iba a hacerse cargo, Bradford fue quien hizo el gesto de cargar a Maxim. Faythe y Sōji le ayudaron a levantarlo y tratar de conseguir una posición donde no empeorara la herida. Faythe iba detrás de ellos, cuidando que Maxim no se fuera a soltar o su cabeza se golpeara con alguna de las paredes, pues iba abrazado pecho con pecho con Lángford, usando sus piernas y brazos para agarrarse a él y no caer. 

Sōji fue el último en entrar. No evitó echar un último vistazo a la arena, al templo finalmente absorbido por la oscuridad. En cualquier otra situación aquella isla lo habría puesto nostálgico, lo habría hecho extrañar el Myr, a sus hermanos, a su padre... Pero ahora sólo deseaba volver a la Rebeldía, aunque aún faltara para eso. Todavía tendría que volver al Centro y enfrentarse a las consecuencias de lo que pasó en aquel infierno de cuatro días.

Langford sostenía con un brazo las piernas de Maxim, subiéndolo de vez en cuando debido a que la gravedad hacía su trabajo con el cuerpo de Maxim así como con su sangre, mientras que la otra mano le sujetaba la nuca manteniendo su cabeza recargada sobre su hombro.

Cada vez le costaba más respirar. Por momentos deseaba que Langford lo soltara pues sentía como si la presión de estar abrazados fuera lo que impedía respirar y no la herida con su consecuente pérdida de sangre. Cerró sus ojos unos instantes pero volvió a abrirlos al sentir que se resbalaba y cómo Ash tenía que volver a acomodarlo.

Por suerte llegaron pronto al tren. Con una seña, uno de los soldados le indicó la puerta de uno de los vagones-enfermería y Langford llevó ahí a Maxim.

Inútilente quiso que Faythe o él se quedaran, no quería estar solo a manos de un médico del Centro. Pero una vez su pecho tocó de lleno la camilla y le colocaron una mascarilla de oxígeno, sólo tuvo que parpadear dos o tres veces antes de quedarse inconsciente.

*** *** ***

TERCERA RONDA. Arena Asiática

Maxim Millennium - 85 puntos

Charlie Ross, Charlie - 60 puntos

Emma Ethans - 40 puntos

Daniel Genov, Gamma - 35 puntos

Sōjirō Okita - 35 puntos

Diego Mitzil, Tezcat - 35 puntos

Christian Hudson, Ghiris - 15 puntos

Faythe Heeler - 10 puntos

Bái Lóng Liu - 10 puntos

Langford Ash - 5 puntos

Oscar Yves, Oscar - 10 puntos [FALLECIDO → Asesinado por Sōjirō Okita]

Pen Teller - 10 puntos [FALLECIDO → Asesinado por Charlie Ross]

Iggie Loo - 15 puntos [FALLECIDO → Asesinado por Emma Ethans]

Coeus Heavens - 35 puntos [FALLECIDO → Muerte por desangramiento (suicidio)]

Panacea Utopía - 35 puntos [FALLECIDO → Asesinado por Maxim Millennium]

Zaphod Riker - 45 puntos [FALLECIDO → Asesinado por Daniel Genov]

Themis Law - 15 puntos [FALLECIDO → Asesinado por Zaphod Riker]

Liam Yark - 10 puntos [FALLECIDO → Asesinado por Panacea Utopía]

Dave Inchy - 10 puntos [FALLECIDO → Asesinado por Coeus Heavens]

Julieta Radic, Juliet - 35 puntos [FALLECIDA → Asesinada por Sōjirō Okita]

Romeo Dawns, Romeo - 10 puntos [FALLECIDO → Asesinado por Diego Mitzil]

Ryōma Sakamoto - 10 puntos [FALLECIDO → Asesinado por Julieta Radic]

Donna Akmatov, Delta - 10 puntos [FALLECIDA → Asesinada por Maxim Millennium]

Nobby Naga - 10 puntos [FALLECIDO → Asesinado por Charlie Ross]

Brighton Spark - 10 puntos [FALLECIDO → Asesinado por Maxim Millennium]


*** *** ***

Pues así acabó la arena. ¿Qué tal? ¿Era como lo esperaban? ¿No? ¿Sí? ¿Les gustó? ¿Lo odian? Cuéntenme.

Sé que fueron muchas muertes seguidas pero precisamente la gracia de esta arena fue que o había un día super tranquilo donde todos estaban en paz o morían cuatro de golpe. 

Realmente todas las arenas han durado cuatro días, pero por la rapidez con la que morían los participantes, se considera que esta ha sido la más rápida. ¿A ustedes qué les pareció?

Con eso terminamos y en el próximo capítulo veremos qué pasó una vez volvieron.

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