[CAPÍTULO 25]
01/03/2022 | Palacio Presidencial, Centro, Inazuma, Japón.
—Bienvenidos, ¿me podrían decir sus nombres? —los recibió un chico en la entrada del palacio presidencial.
—Unidad Imperial —dijo Konrad deteniéndose delante del chico quien había comenzado a buscar en la lista, pero al escuchar el nombre de la unidad sólo asintió con torpeza.
—Adelante. Por favor, disfruten de la velada.
—Gracias —sonrió Gerlach caminando hacia el interior del edificio una vez el guardia de seguridad que acompañaba al chico, les permitió el paso a todo el grupo.
Recibió agradecimientos de casi todos los miembros del grupo mientras entraban directamente al lobby.
Al ver todo el ambiente elegante pero aún así bastante desatado en el interior de la fiesta, Rina le dedicó una mirada a Cora haciéndola reír antes de abrazar de lado a su hermana.
—La Unidad Imperial, los estábamos esperando —sonrió Austin Hobbes al recibirlos ya en el interior—. Por favor, acompáñenme adentro, disfruten de la fiesta.
—Gracias —volvió a hablar Konrad mientras lo seguían.
—Es una lástima que el Zar no haya podido venir. Sólo se hace una fiesta así una vez al año, y que haya caído justo en la época del Coliseum es un evento más que único.
—Sí, la verdad es que es una lástima. Aunque a cualquiera le colapsaría un pulmón con la cantidad de trabajo que le mandan, no debería ser una gran sorpresa —Luciel miró a Konrad cuando dijo aquello, topándose con la característica seguridad del chico, y una risa incómoda de Hobbes.
Finalmente llegaron a la sala principal, donde estaba el corazón de la fiesta para los más jóvenes. Estaba lleno de mesas y varias barras con comida y bebida repartidas por la sala. La música era alta y las luces de colores en la oscuridad causaban un ambiente ciertamente desinhibidor, lo que explicaba la cantidad de risas, voces y gente bailando. Ahí estaban todas las unidades del Centro, todos aquellos militares que no participaran en el Coliseum estaban presentes. Además de unos cuántos bailarines, camareros y cocineros que se movían entre toda la gente.
—Si prefieren una parte más tranquila de la fiesta, pueden ir al segundo piso, ahí se encuentra la Legión de Mercenarios junto con otras personalidades disfrutando de la fiesta. Son bienvenidos allá también, ahora si me disculpan...
El grupo se miró entre ellos y entonces Cora tomó la palabra.
—Bueno, vayan a divertirse.
—¿No tenemos nada qué hacer? —preguntó Michael.
—No, esta vez no queremos favores, Sasha no me dijo nada, sólo lo de siempre: tengan cuidado —dijo Luciel una vez las miradas recayeron en él—. Lo sé, Michael, a mí tampoco me entusiasmaba la idea de venir.
Se dedicaron una sonrisa resignada, pero entonces Gen los rodeó a ambos con los brazos juntándolos a ella.
—Ya sabemos que no son las almas de la fiesta pero intenten divertirse un poco ya que vinieron.
—Vamos a necesitar por lo menos a dos sobrios para que nos lleven de vuelta a casa —dijo Konrad.
—Yo sí planeo beber al menos un poco, así que no cuentes conmigo —le dijo Luciel nada más oler sus intenciones.
Konrad entonces se encimó a Ángel mirándolo con una sonrisa.
—Ángel, ¿vas a hacer un sacrificio por nosotros?
—Tranquilos, yo no voy a beber —dijo Michael.
—Y ya saben que yo siempre me ofrezco para conducir de vuelta —dijo Cora.
—Después de bailar un rato se va a quedar dormida, así que va a estar descansada para cuando nos queramos ir —mencionó su hermana haciendo reír a Nyx y molestando a Cora.
—¡Bueno, vámonos, que se nos va a ir el tiempo! —Konrad se dio la vuelta llevándose a Noel del brazo.
—¿¡Dónde está Namazuo!?
—¡Gen, por favor! —Cora le llamó la atención entre risas al escucharla.
Konrad y Noel se fueron más por su cuenta, mientras que el resto de la unidad sí que siguió más unida al menos al principio de la fiesta.
—Definitivamente esto está muy vacío sin el Protocolo Omega —admitió Rina después de que se sentaran en una mesa y Luciel se fuera con Ángel hacia una de las barras.
—Ellos rellenan la mitad de la fiesta —le dio la razón Gen antes de que Cora le hiciera ambas un gesto de silencio, pues aunque Nyx llevara todo el día con ellas arreglándose y aparentando estar como si nada, las tres sabían lo que llevaba sufriendo los últimos días.
—Sólo espero que no nos encontremos rápido con el Dragon Link —la propia Nyx leyó el ambiente, por eso fue ella quien quiso cambiar el rumbo de la conversación por el bien de esta.
—Ay, por favor no —rodó los ojos Rina.
—¿Qué? ¿Que soy un qué? —Cora y Rina se giraron pues desde el respaldo del asiento semicircular en el que estaban, se había asomado Muun sorprendiéndolas.
—Hola —sonrió Cora echando su cabeza hacia atrás para darle un beso en la mejilla que fue correspondido por el chico antes de que este se sentara junto a ellas.
—Estábamos criticando al Dragon Link —Gen se atrevió a decirlo en voz alta pues el volumen de la música lo estaba aún más.
—Ay sí, por favor, no me dejen fuera de esto —todos rieron por lo que dijo el chico.
—¿Y tu hermano? —preguntó Michael.
—Eso me pregunto yo —suspiró exageradamente antes de reír—. Por ahí, bebiendo con los demás. ¿Y sus chicos?
—Sasha sigue en el hospital, Luciel y Ángel están en la barra —fue mencionando Gen—, nuestro Michael está justo aquí...
—Konrad y Noel prefiero no saber dónde, la verdad —suspiró Nyx.
—Konrad está ahí, bailando encima de la mesa —señaló Muun—. De hecho supe que ya estaban aquí porque lo vi. Noel está con él, como siempre.
—No me cuesta creerte —le dio la razón Rina.
En la barra estaban Luciel y Ángel, recibiendo las copas que les entregaron llenas de líquidos de colores llamativos.
—¿Tú sabes hacer de esto? —preguntó Luciel removiendo un poco la bebida.
—Sí, realmente no es muy difícil —asintió después de beber—. Es parecido a lo que les hice en Navidad.
—Oh ya —asintió antes de tomar un poco más.
—Lo que pasa es que no suelo hacer mucho de esto.
—Entiendo por qué —los dos rieron al saber el motivo—. Una de las pocas incompatibilidades que tienen ustedes dos es la coctelería.
—Tienes toda la razón. Si Sasha estuviera aquí habría dicho algo como "¿De verdad es tan necesario darle tantas vueltas a la botella y mezclar tantas cosas sólo para decorar una copa?"
—Sasha para beber sólo necesita una botella y un vaso, y el vaso es por capricho —rio Luciel.
—Una botella y listo —asintió antes de beber de nuevo.
—Para él tiene más arte y cultura el té.
—Té negro, ¿verdad?
—Sí, en Rusia se bebe mucho. Se ve que sus padres tenían la costumbre de beber té negro, entonces lo tiene como... una especie de costumbre que le recuerda a ellos. Además es el único vicio que le permiten en el hospital así que algo tiene que vivir.
Ángel rio por lo que dijo Luciel viendo también una risa floja en el rubio.
—¿En tu casa también bebían mucho té?
—No demasiado. Mi papá era noruego así que no tenía la costumbre, es más bien algo que mi mamá hace de vez en cuando.
—Tu papá...
—Murió cuando yo tenía quince años. Tuvo un accidente y no pudieron tratarlo —mencionó antes de beber de nuevo y luego voltear a ver a Ángel—. Pero sé que no soy el único que lo ha pasado mal, no tengo derecho de quejarme.
Ángel lo miró con pena, pero antes de formular cualquier respuesta, Luciel volvió a hablar.
—Sasha ha perdido a demasiadas personas, me ha contado cosas horribles que ha vivido con una calma impensable, tiene mucha culpabilidad, enojo, decepción, lo han lastimado demasiado; puedes creerme si te digo que ya pasó por el infierno. Y sólo he visto calma en sus ojos cuando te ve —entonces el azul de los ojos de Slocker, un azul más intenso, más vital que el de los ojos de Danilov, se posó en el contrario—. Así que quiérelo, Ángel. Él te ama como a nada en este mundo. Si te tiene a su lado, no importa qué nueva enfermedad le quieran diagnosticar, no importa cuánta gente tenga en su contra, él va a estar bien. La única persona que de verdad puede destruir al Zar, a Aleksander Romanovich Danilov, eres tú, Ángel. Y yo no te voy a dejar hacerlo.
Pocas veces había hablado con Slocker. Sabía que él y Einar eran los mejores amigos de Sasha desde que había llegado al Centro, sabía el aprecio que se tenían. Incluso él mismo le tenía cariño a Slocker, sabía que era alguien muy noble, muy sincero consigo mismo y con los demás. Incluso podría decirse que admiraba su fortaleza y hasta le causaba curiosidad, pues le costaba imaginar que aquel chico tan callado, el militar de élite que siempre llevaba una bayoneta atada a la pierna, fuera realmente el protagonista de las anécdotas que le contaba Sasha. Lo quería como compañero a pesar de sus escasas conversaciones a solas.
Y aunque implícitamente había habido una amenaza en sus palabras, Ángel sintió más bien algo cálido en ellas. Eran los sentimientos reales de Luciel.
—No te preocupes, no pienso hacerlo.
El rubio le sonrió y la sonrisa le fue devuelta por su parte. Entonces Luciel se acercó un poco más hasta que Ángel rozó su mejilla izquierda con la del rubio, por instinto correspondió con un beso en esta, entendiéndolo como una forma de demostrar su confianza, su cariño después de aquella charla.
A este le siguió un beso en la otra mejilla, que correspondió con la misma idea, aunque algo sorprendido: llevaba años sin dar dos besos al despedirse. Nunca esperó que llegara un tercer beso, esta vez un pico en los labios que si bien lo dejó en shock un momento, luego de unos segundos comenzó a enrojecerse, incluso sintió su corazón latir más rápido por unos instantes debido a la sorpresa.
Mientras se separaba, vio la expresión seria y tranquila de Luciel, pero después de que Slocker viera su sorpresa y sonrojo no evitó soltar una corta risa.
—¿Nunca te habían dado un beso soviético? —entonces Slocker rio— Tranquilo, no tiene significado romántico, si quieres llamarlo así. Un beso en las manos o pies simboliza la superioridad de la nobleza e inferioridad de quien besa, pero un beso en los labios significa igualdad entre ambos. Muy soviético como podrás imaginar.
Ángel asintió aún un poco conmocionado, mientras que Luciel le daba un gran trago a su bebida antes de levantarse, y al ver la cara de Arc, volvió a reír girándose levemente.
—¿Qué? ¿Creíste habías sido el primer beso de Sasha? El primer novio sí, pero el primer beso...
Una vez Slocker se fue hacia otra parte de la sala, él volvió su vista a la barra. Miró su copa y suspiró profundamente antes de empezar a reír.
No estaba molesto, es más, le había causado gracia el hecho de haber conseguido acceder a una muestra de camaradería así como a un pequeño ataque de celos por parte de Shtuk. Incluso le pareció tierno haberse ganado ese comentario pasivo-agresivo de Luciel: lo había sacado de su piel formal y distante. Ahora sí que podía empezar a verlo como aquel chico de las anécdotas graciosas que más de una vez le había contado Danilov.
—¡Otra!
—¿Otra? Pero si vas a volver a perder —rio Yaak mientras se volvía a remangar la camisa.
—No, no me importa. Otra —negó Konrad volviéndose a sentar al otro lado de la pequeña mesa.
—Konrad... —esta vez fue Noel quien le puso la mano en el hombro, pero él sólo negó de nuevo con insistencia.
—No, yo quiero otra. ¡Otra!
—Está bien —el chico puso su codo sobre la mesa y rápidamente Konrad hizo lo mismo, sujetando la mano de Yaak—. ¿Ya? ¿Estás listo?
—Ajá —asintió, muy seguro de su respuesta.
Nada más terminar una corta cuenta atrás, Konrad comenzó a forcejear intentando que el brazo de Yaak tocara la mesa. Pero el moreno apenas tuvo que poner fuerza para evitar que su brazo se torciera, y después de unos segundos de que Konrad hiciera su mejor esfuerzo dentro de sus reducidas capacidades estando ebrio, finalmente puso mayor fuerza, consiguiendo que el brazo de Konrad fuera el que cediera.
—Ahí está tu otra ronda.
—Perdí —asintió Gerlach mientras que Yaak llenaba otro vaso con whiskey—. Dame mi trago.
—Ahí tienes. Disfruta.
Cha'ak no podía evitar reírse al ver cómo bebía casi de golpe todo el vasito y luego lo dejaba sobre la mesa antes de reír.
—Cómo me gusta perder.
—Si querías seguir tomando podrías simplemente pedir más tragos y listo —rio Yaak antes de servirse un vasito para él también, y beberlo con un poco más de calma.
—Es que así es más divertido —suspiró con pesadez y entonces se frotó la cara con un largo suspiro—. ¡Otra!
—No, ya no —Noel negó quitándole el brazo de encima de la mesa.
—Esta fue la última, Gerlach. Ya ni sabes dónde estás —Yaak apartó la botella riéndose de la forma de actuar del chico.
Konrad se recargó en el cuerpo de Noel, quedándose con los ojos cerrados por el mareo que ya llevaba rato sintiendo.
—¿Como cuánto ha bebido ya? —rio Yaak al ver su reacción.
—Bastante. Lo que pasa es que en las fiestas de la UI lo que abunda es el vodka, y está acostumbrado a esas fiestas. Además a él el whiskey se le sube demasiado rápido —le puso una mano en la frente para así sostener su cabeza, mientras que Yaak seguía mirando a Konrad con una risa contenida—, ¿verdad?
Pero Gerlach negó con la cabeza, y apenas dio tiempo a que Yaak formulara sus siguientes palabras, pues el chico abrió los ojos de golpe, mientras se movía hacia un lado para levantarse de la silla y correr en dirección al baño.
Noel fue detrás de él y Yaak no dejaba de gritarles que fueran más rápido. Por suerte, sí que llegaron a tiempo al baño.
Luciel llegó a otra de las barras repartidas por la sala. Aunque esta no era su objetivo, se convirtió en este al ver a un chico sentado en esta.
Se acercó tomando asiento a su lado y acercándose un poco al rostro del rubio.
—Hola Einar.
Giró su cabeza hacia él y llevó su mano tímidamente hacia su rostro.
—¿Luciel?
—Sí, soy yo —tomó su mano y la acercó hasta su propio rostro para así permitirle tocarlo.
Era algo muy particular de Einar. Aunque su pobre vista le permitía distinguir algunos colores y siluetas dependiendo de la luz existente y el tamaño e intensidad de estos, era incapaz de ver los detalles del rostro de la gente. Si bien un día Bái Lóng y Sasha habían hecho maravillas con la luz y cristales aumentados para permitirle apreciar de una forma extremadamente borrosa el rostro de su novio y su mejor amigo, nunca había podido ni podría ver los rasgos completamente definidos de una cara. Por eso, siempre que hablaba con alguien, le gustaba tocar su cara para poder recrear una sensación hasta cierto punto similar al poder ver: el poder percibir por otro de sus sentidos a la persona.
—¿Estás solito? —preguntó Luciel al fijarse en que no parecía que alguno de los asientos de su alrededor hubieran estado ocupados por alguien recientemente.
—Sí...
—¿Y Namazuo?
Einar sólo negó con la cabeza mientras se encogía de hombros con una expresión triste.
—No me ha hablado en toda la fiesta, no sé siquiera si vino.
—Sí vino, yo lo vi poco después de llegar, pero ni siquiera pude hablarle, estaba lejos —Luciel suspiró entonces poniendo una mano en el hombro de Einar—. Extrañas mucho a Bái Lóng, ¿no?
El chico asintió causando una mirada empática y entristecida de parte de Slocker antes de volverlo a acariciar.
—Además estas fiestas no suelen ser lo mío —suspiró y entonces tocó la pantalla de su teléfono que se encendió, mostrando su pantalla de inicio y diciendo en alto la hora—. Estaba hablando con Sasha al principio pero ya se durmió, además la música está muy fuerte y no es que me dé mucha confianza irme a la zona tranquila de la fiesta para hablar.
—¿No quieres que Cinquedea se entere de lo que hablan? —rio.
—Probablemente baje mucho el concepto en el que nos tiene a Sasha y a mí si nos escucha —Einar le devolvió la risa.
Slocker se giró y por casualidad vio el momento en el que Noel salía del baño con Konrad e iban a sentarse en uno de los sillones semicirculares.
—Ahí está Noel, ¿quieres que vayamos con ellos?
La forma inocente e inmediata en la que asintió Aksnes, le causó ternura al mayor e inmediatamente se levantaron para ir hacia aquel lado. Einar entrelazó su brazo con el de Luciel para poder caminar con más confianza, pues al haber tan poca luz y no haber traído su bastón, se sentía muy inseguro caminando solo. Ese había sido otro de los motivos por los que llevaba tan recluido toda la fiesta.
Los dos llegaron a los asientos semicirculares donde estaban sentados Konrad, Noel y Yaak.
—Hola chicos —los saludó Noel nada más verlos llegar.
Luciel dejó que Einar se sentara junto a Noel, quien sostenía a Konrad de lado.
El rubio llevó sus manos a la cara de Noel y este se acercó un poco para que lo pudiera tocar con facilidad y le devolvió la sonrisa después de hacerlo, como si pudiera verlo.
—¿Ya cayó? —preguntó Luciel observando a Konrad. A lo que Noel suspiró y le acarició la cabeza aún abrazándolo contra él.
—Se le subió rápido el whiskey, luego jugó unas rondas de shots y fuercitas con Yaak, vomitó y ahora seguramente se quede dormido... Pero en una hora se va a despertar listo para el segundo asalto.
—¿Así que ya sabemos quién tiene más resistencia que Konrad? —sonrió Luciel fijándose en Yaak al otro lado del asiento.
El chico rio y suspiró mirando a la pareja.
—Por lo menos en whiskey sí, según me cuentan.
—Konrad cae rápido, pero aguanta muchas rondas.
—A no ser que sea cerveza —mencionó Einar haciendo reír a Noel.
—Exactamente, para él la cerveza entra como agua. Así como Sasha puede empinarse una botella de vodka él solo en una tarde, Konrad puede con unas cuantas jarras de cerveza para pasar una tarde tranquila.
—Puede irse del Oktoberfest, pero el Oktoberfest nunca se irá de él —rio Yaak y luego dirigió su mirada a Luciel—. Yo sé que Einar casi no bebe, ¿pero tú, Luciel? ¿Tú también te echas una botella de vodka para empezar la mañana?
El rubio negó con la cabeza y luego varios empezaron a reír.
—A mí el alcohol sí me hace efecto tarde o temprano, entonces sí me controlo. Sasha se puede dar esos lujos porque prácticamente no le afecta.
Yaak rio y entonces se sirvió un poco más en su vaso antes de que Einar volviera a hablarle.
—¿Y quién bebe más? ¿Tú o tu hermano?
Las risas de Cha'ak delataron la respuesta, incluso Noel empezó a reírse.
—Muun casi no bebe, se le sube muy muy rápido.
—Me lo imaginaba.
Los cinco siguieron hablando, cada vez el ambiente se alivianaba más y las risas aumentaban. Pero en un momento Slocker se fijó en un chico en concreto al fondo de la sala.
Lo miró por varios minutos. Al principio porque le intrigaba saber por qué no había buscado a Einar ni estaba acompañado, pero conforme lo seguía observando le empezó a llamar aún más la atención lo que estaría haciendo.
Vio cómo Namazuo tragaba la mayor cantidad que pudo de bebida en su copa antes de dejarla vacía sobre una mesa. Pero lo que le llamó la atención fue ver que iba directo hacia un grupo de chicos en otra parte de la sala.
Al ver de quiénes se trataba, sólo suspiró y decidió voltear la mirada, quizá por respeto más que por indiferencia.
No estaba tan borracho todavía, pero Mirzayeva lo exageró como si llevara más de dos copas bebidas.
Rodeó por el cuello desde detrás a uno de los chicos en especial y recargó su cabeza en el hombro.
—¿Qué?
—Hola —murmuró con unas cuantas risas contenidas—. ¿Te estás aburriendo?
—Déjalo en paz, Honebami —Serafina, quien acompañaba a Calíope y Quentin, tomó la palabra mirando secamente a Namazuo.
—No. Aimé, tú deja de estar con estas zorras y ven conmigo, vamos a bailar o a beber o a lo que tú digas, ¡pero vamos a divertirnos! —intentó dar unos pasos atrás para así poder separar al chico del grupo.
—O-oye...
—¡No te hagas de rogar! —apretó el abrazo de golpe— Me aburro mucho, y no me gusta que estés con estas perras —entonces tras la mirada de Karpenko, observó a los otros tres señalándolos con una mano—. ¡Sí, lo dije y eso es lo que pienso! ¡Son unas perras y unas zorras estúpidas que no saben... no saben largarse cuando deben!
Quentin rodó los ojos y simplemente se dio media vuelta, llevándose a Calíope de la mano. Las miradas de ambos reflejaba superioridad y un rechazo así como burla evidente por el comportamiento de Enver, que no sabían que estaba actuado.
Pero Serafina hizo un gesto dándole a entender a Aimé si quería que ella le quitara a Namazuo de encima, pero cuando este sólo le hizo una seña de calma con la mano, la chica suspiró y se fue en dirección a donde habían ido sus compañeros.
—Que te diviertas, Quintet.
El chico suspiró y miró a Namazuo colocando una mano en el brazo del chico.
—¿Te da vergüenza decir que sí quieres venir conmigo enfrente de tus amiguitos? ¿No te gusta que te vean con los de las unidades inferiores?
Aimé suspiró y le dio unas palmaditas en el brazo con una sonrisa tímida.
—Sólo vamos, ¿sí?
El tiempo pasó. Namazuo sí que bebió más, pero su estado no era comparable con el que aparentaba con Aimé, quien ya había sucumbido al alcohol, aunque tampoco al extremo. Después de más de una hora bailando y bebiendo, salieron de la sala a escondidas y lograron meterse en los demás pasillos del palacio presidencial. Claro, con la ayuda de los conocimientos de Aimé y trucos enseñados por Quentin.
—Espero que no haya problema con esto —dijo Aimé mientras abría la puerta de la habitación.
—No es la de Quentin, ¿verdad?
—No, es una vacía... Para invitados.
—Nosotros somos invitados, así que no va a haber ningún problema.
Agradeció no estar en todos sus sentidos, así el sentimiento de culpa se reducía aunque no lo suficiente, incluso cuando Riker ya lo sabía.
Incluso alguien con los nervios y sensaciones tan a flor de piel como Enver, pudo decir que no disfrutó realmente el sexo con Quintet. Aunque físicamente la sensación fuera placentera a su manera, distinta a como fue con Riker; aquella falta de conexión, de sentimientos de su parte, hicieron que el pesar opacara al placer.
Pero Aimé no podía enterarse de ello. Quintet casi pudo jurar que nunca nadie vería a Namazuo en aquella faceta vulnerable e instintiva; no sabía que realmente el chico sólo se centraba en ser indiferente.
Un largo suspiro de Aimé rompió el silencio del cuarto después de que los dos se quedaran acostados y cubiertos con las mantas.
—Sólo espero que no se enteren pronto.
—¿De que estamos en la habitación de invitados del palacio presidencial o de que acabas de coger con alguien de una unidad inferior?
—De la habitación, Namazuo.
La sinceridad en su voz le hizo saber que había logrado parte de su objetivo. Esa no había sido la primera noche en la que Enver y Aimé estaban juntos, aunque sí la primera vez que terminaban en la cama. Llevaba casi un mes acercándose lentamente, cruzando la línea de la jerarquía hasta el compañerismo, el compañerismo hasta la amistad y finalmente la amistad a algún tipo de relación sentimental no correspondida por Mirzayeva.
Su entrada a la habitación no pasó desapercibida, o al menos no para Serafina quien al ser la mano derecha de Calíope, se había autoproclamado el cargo de inspectora minuciosa de su unidad. De ahí que intentara alejar tanto a Namazuo antes de que Aimé le dijera claramente que sí quería estar con él.
Y mientras recorría el pasillo de vuelta al salón donde estaba la fiesta, pudo ver el momento exacto en el que Aimé cerró la puerta de la habitación después de sacar la llave de su escondite. Suspiró sin estar realmente sorprendida, y se dio media vuelta para regresar a la sala donde estaban sus compañeros. Fue directa a Calíope y tras pedirle un minuto de privacidad se lo contó.
La chica peliazul asintió seriamente y discretamente regresaron con los demás.
Se lo decía a ella no sólo por ser su mejor amiga, sino porque Calíope Karpenko, alias Queenie, era ni más ni menos que la novia de Quentin Cinquedea, el hijo del presidente y líder de la unidad que coronaba la pirámide de la jerarquía del Centro, superando incluso a la Unidad Imperial: el Dragon Link. Pero el papel de Karpenko no se limitaba por la posición de su novio, al contrario, ella tenía muchísimo poder en la unidad, era la segunda al mando, la mano derecha de Quentin y, debido a su relación, también compartía con su novio la cima de la pirámide.
La fiesta había sido en la noche del primero de marzo, la noche después de la muerte de Julieta, definitivamente uno de los días más cargados de la competición. Muy contrastante con el día del dos de marzo. Antes del amanecer Sōji se había aliado con Bái Lóng y su grupo, pero durante el día todo estuvo extrañamente tranquilo, quizá debido a la distancia entre los grupos y el cansancio por el día anterior, todavía marcado en muchos competidores.
—Ya está anocheciendo —comentó Bái Lóng en voz baja.
Por instinto, Sōji se giró hacia el bosque observando cómo cada vez el sol se ocultaba más y más, empapando una vez más la isla en la oscuridad.
—Sí... Hay que encender fogatas.
Él permaneció tranquilo, no se inmutó en absoluto, pero Bái Lóng, Ghiris y Lima lo miraron esperando a que dijera que era una broma, pero al no hacerlo, ellos tomaron la palabra.
—¿Encender fogatas? ¿En la noche? —cuestionó Lima.
—Exacto, no es buena idea. Lo que queremos es que no nos encuentren en la noche, poder descansar y mañana ir a cazar o seguir defendiendo aquí.
Finalmente Sōji se giró hacia ellos de nuevo.
—Por eso lo digo.
Se quedaron callados hasta que él volvió a hablar.
—Los pantanos son peligrosos de noche, es fácil esconderse. No sé qué tan fiel haya sido su réplica del Myr, pero por la noche no es difícil ser atacado por animales en los pantanos, o ahogarse y que nadie te pueda ver.
—Pero nosotros nos quedaremos aquí. Debemos aprovechar lo que dijiste tú mismo: es fácil esconderse. Debemos evitar que nos vean para poder descansar.
—Es fácil esconderse cuando no estás en una estructura como esta, es decir, ellos pueden esconderse y atacarnos por algún lugar que no tengamos controlado de la fortaleza. Debemos tener bien controlado nuestro territorio o seremos víctimas fáciles, y para controlarlo hay que tenerlo visible e iluminado.
Bái Lóng no discutió, Ghiris y Lima tampoco parecían con intenciones de hacerlo, pero la última interrupción del silencio por parte de Okita fue lo que terminó de convencerlos.
—Desde niño me enseñaron que sólo los idiotas no le temen a la oscuridad.
La convicción con la que habló logró incluso causarles un escalofrío a ambos. Y les tomó poco tiempo comenzar a encender todas las antorchas de las torres que rodeaban el centro de la fortaleza donde ellos estaban, formando una gran masa de luz entre el denso bosque oscuro.
—Ghiris —lo llamó Lima cuando el rubio volvió para recoger una rama y así seguir encendiendo las antorchas. Se giró teniendo su atención, y entonces Yark habló en voz más baja dando la espalda hacia las torres donde estaban Okita y Liu—. ¿No será que este cabrón quiere exponernos para emboscarnos?
Ghiris se quedó pensativo unos segundos y luego lo miró negando muy lentamente con desconfianza.
—No creo.
Lima lo miró aún insatisfecho así que Hudson se acomodó los lentes antes de mirar de reojo la torre donde estaba Okita.
—Lleva todo el día tranquilo, incluso come de su propia comida, está cumpliendo con el acuerdo de simplemente no matarnos, no como si fuéramos amigos o compañeros. Yo me fiaría de la palabra de alguien del Myr —entonces volvió la vista a Lima, ahora hablando con convicción—. Además, él es el que conoce el terreno. Si nos emboscan todos sabemos pelear, pero si nos traga el pantano ninguno tiene idea de cómo sobrevivir ahí.
Esta vez Lima asintió lentamente antes de suspirar, decidiendo darle su voto de confianza.
—Quién diría que fueras tan bondadoso, Hudson —el chico se rio y luego Yark le dio un codazo—. Pareces mucho más hijo de perra cuando estás con Mehr.
—Ella tiene sus motivos para ser así —él sólo suspiró y ladeó su cabeza mientras se acomodaba de nuevo los lentes, retomando su camino para iluminar la fortaleza.
—Ya, esta es la última —dijo Bái Lóng al llegar a la torre donde Okita encendía las últimas antorchas.
—Perfecto. Con esto ya estamos —colocó la última y se giró hacia el mayor quien lo miraba.
—He estado pensando mientras hacíamos todo esto y en verdad tienes razón. Si esta mañana tú hubieras querido matarnos, lo habrías hecho sin que te hubiéramos visto en absoluto. Ellos pueden hacer lo mismo entonces.
Okita asintió.
—Estaba buscándote, pero incluso así, no me habría acercado a la fortaleza si hubieran tenido encendidas todas las luces durante la noche.
Bái Lóng entonces chaqueó la lengua confundido. Se llevó una mano a la cintura e hizo un gesto con la cabeza extrañado por la aparente contradicción del moreno.
—¿No que había que temerle a la oscuridad?
—Y tener cuidado con la luz —añadió—. Hay que tener cuidado si tu enemigo le teme a la oscuridad pero está bien protegido de ella, entonces no puedes usarla como aliada.
Ambos comenzaron a caminar en dirección al centro de la fortaleza.
—¿Así que ahora nos protegemos de la oscuridad pero usando una especie de táctica del Barón Rojo? —mencionó con un tono algo más alegre.
—Exactamente. ¿Tú no le temerías a un enemigo que ni se molesta en ocultarse?
Él ladeó la cabeza pensándolo un momento.
—Sí, creo que sí.
—Además eres el líder de la Unidad Luz, ¿no? Debes dejar en alto el nombre.
—Tienes razón —rio—. ¿Entonces eso les enseñan en el Myr?
—Sí. Quizá temer no es la palabra adecuada, pero sí nos crían con la idea de que nunca debes subestimar a la oscuridad. La naturaleza es más sabia y cruel que cualquiera de nosotros, así que hay que respetarla para que perdone nuestra vida. Quizá es más ese concepto... Pero la frase hecha que se tanto se repite es que "Sólo los idiotas no le temen a la oscuridad" —la frase la mencionó en japonés, recordando en esos momento cuando su padre se lo decía a él cuando era pequeño, incluso recordó cuando alguna vez él tuvo que decírselo a sus hermanos. Jamás pensó que aquella enseñanza más tradicional que experimentada, fuera a aplicarla en una situación así.
Cuando regresaron al centro de la base, donde tenían la fogata y provisiones, Ghiris y Lima ya los esperaban. Los dos bebían de sus cantimploras.
—Ya está —anunció Bái Lóng al volver, a lo que los otros dos asintieron.
—Ahora toca estar atentos y descansar, ¿no? —dijo Lima mientras cogía un rábano de pequeño tamaño y lo mordía.
Bái Lóng asintió mientras se sentaba al igual que Okita. Cada uno ocupaba uno de los asientos que estaban alrededor del hogar donde colgaba una olla que Ghiris y Bái Lóng habían rellenado durante el atardecer, para así poder permitirse el lujo de comer algo preparado y no sólo la carne seca y frutos que tenían.
Pero para Ghiris no pasó desapercibido el gesto de Lima.
—¿¡Te comes el rábano así a lo salvaje!?
—Claro —asintió con normalidad.
—Qué asco, Lima, estás enfermo.
—¿No te gustan? —rio Sōji.
—Así crudos, a mordidas, no.
—No sabes de lo que te pierdes —se burló secamente Lima antes de mirar a Okita—. ¿A ti te gustan?
Él asintió aún con un gesto divertido, pero manteniendo más seriedad con Yark, pues sabía que era quien menos confiaba en él en aquella alianza. Por eso se sorprendió cuando el chico sacó otro rábano del recipiente con agua y se lo lanzó pasando por encima de la olla.
—Toma.
—Gracias —lo miró a los ojos y por un instante hubo un gesto de sinceridad en la mirada de los dos. Por eso hizo un nuevo gesto de agradecimiento con la cabeza y empezó a comer al mismo tiempo que Lima.
—Oigan, ya casi está lo que sea que preparamos Bái Lóng y yo, ¿no se podían esperar y comer algo decente? —reprochó Ghiris mientras revolvía con una cuchara lo que había en la olla.
—No —respondió secamente Yark y luego lo señaló esperando a terminar de masticar para hablar—. ¿Sabes por qué llevas lentes?
—¿Porque tengo miopía? —respondió con una pregunta irónica mientras seguía revolviendo la comida.
—No, ¡porque no comes rábanos!
—En todo caso sería porque no come zanahorias, ¿no? —finalmente intervino Bái Lóng.
—No, es porque no come rábanos —entonces sacó uno más del recipiente y se lo lanzó—. Toma, cómetelo.
Pero nada más atraparlo, lo lanzó directo a la olla, causando que Lima perdiera su compostura y se permitiera dejar llevar por la gracia del momento.
—¡Ghiris! —se levantó hasta darle un golpe en la nuca todavía bromeando— Cuando se cocine quiero ver que te lo comes, ¿eh?
Los tres se estaban riendo, y Lima cedió al poco tiempo. Pero justo en ese momento, la risa de Sōji se empezó a entremezclar con tos, hasta que esta fue todo lo que quedó. Dejó el rábano aún a medio comer sobre el asiento y se cubrió la boca antes de levantarse y salir del cuarto para recibir más aire y sin humo.
Bái Lóng se levantó para verlo y los otros dos simplemente se lo quedaron mirando en silencio.
—¿Estás bien?
Él asintió apenas terminando de toser y al revisarse la mano pudo ver cómo esta vez no había sangre en ella. Mientras recuperaba el aliento, la limpió contra su ropa siendo sujetado del hombro por Bái Lóng.
Estaban en la entrada, aún bastante cerca de los otros dos chicos, pero aún así ellos le preguntaron con señas a Bái Lóng si se encontraba bien y él respondió en silencio que sí.
—Lo siento, vamos adentro —dijo Okita ahora un poco más calmado.
Liu le acarició la espalda mientras hacía el gesto de empujarlo de vuelta al interior.
—De todas formas ahora descansa. Eres quien más se ha movido en la isla y el que peor resistencia tiene, normal que estés así ahora...
—Si cruzó la isla en menos de una noche con los pulmones jodidos, no quiero imaginar qué haría si estuviera sano —Lima pensó en voz alta, pero al contrario de molestar a Okita, precisamente fue él quien se rio en voz baja mientras se volvía a sentar.
—Yo creo que esto ya está. Come un poco y luego vete a dormir, nosotros tendremos la primera guardia —dijo Ghiris echando un nuevo vistazo a la olla.
—Sí —lo apoyó Bái Lóng mientras le extendía su cantimplora para que bebiera, al tener la suya ya vacía—. Todos deberíamos descansar bien. El día ha estado muy tranquilo y hemos podido organizarnos bien, pero no creo que vaya a haber dos días seguidos así. Por ahora esperemos que no haya una noche como la de ayer, que todo empiece por lo menos al amanecer...
—Ojalá —bufó Lima mientras recibía el cuenco ahora lleno por parte de Ghiris. Iba a ser el suyo, Hudson se lo había servido pensando en ello, pero por instinto lo primero que hizo fue tendérselo a Sōji con normalidad, como si esa hubiera sido la idea principal.
—Gracias.
No se dio cuenta de su acción hasta que el chico recibió el tazón. Lo miró a los ojos y le asintió levemente antes de volver a su lugar.
Eso era a lo que Lima le tenía miedo, a que la tregua dejara de ser un "no me matas y no te mato". Después de verlo a los ojos una vez, dejó de verlo como a un enemigo y comenzó a verlo como a una persona, pero después de todo un día y unas interacciones tan humanas y simples como compartir comida, ya lo comenzaba a ver como un aliado, quizá incluso como un compañero.
Algo en él sabía que eso estaba mal, pero otra parte suya lo convencía de que que era completamente normal. No temía lo que pasara en la arena, sabía que podían salir vivos sin matarse entre ellos. Pero le aterraba lo que pasaría cuando volvieran.
Era fácil verlo como un enemigo cuando estaban en el Centro, pero sería imposible volver a verlo como tal después de haber sido aliados en una isla donde cualquiera de los dos, cualquiera de los cuatro, cualquiera de los 25 elegidos, podía morir en cualquier momento.
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TERCERA RONDA. Arena Asiática
Maxim Millennium - 60 puntos
Diego Mitzil, Tezcat - 40 puntos
Sōjirō Okita - 35 puntos
Charlie Ross, Charlie - 35 puntos
Zaphod Riker - 15 puntos
Iggie Loo - 15 puntos
Themis Law - 15 puntos
Christian Hudson, Ghiris - 15 puntos
Emma Ethans - 15 puntos
Liam Yark, Lima - 10 puntos
Faythe Heeler - 10 puntos
Pen Teller - 10 puntos
Langford Ash - 10 puntos
Panacea Utopía - 10 puntos
Bái Lóng Liu - 10 puntos
Oscar Yves, Oscar - 10 puntos
Daniel Genov, Gamma - 10 puntos
Coeus Heavens - 10 puntos
Dave Inchy - 5 puntos
Julieta Radic, Juliet - 35 puntos [FALLECIDA → Asesinada por Sōjirō Okita]
Romeo Dawns, Romeo - 10 puntos [FALLECIDO → Asesinado por Diego Mitzil]
Ryōma Sakamoto - 10 puntos [FALLECIDO → Asesinado por Julieta Radic]
Donna Akmatov, Delta - 10 puntos [FALLECIDA → Asesinada por Maxim Millennium]
Nobby Naga - 10 puntos [FALLECIDO → Asesinado por Charlie Ross]
Brighton Spark - 10 puntos [FALLECIDO → Asesinado por Maxim Millennium]
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El beso soviético ewe
Eso es lo único que voy a comentar del capítulo, lo único importante entre 6000 palabras.
Okay no, pasaron muchas cosas en verdad. Fiestita en el Centro, más Unidad Imperial, Namazuo y su comportamiento cuestionable, Sōji le tiene miedo a la oscuridad y a Ghiris no le gusta el rábano.
El capítulo vino tranquilito en verdad. Gracias por leer y nos vemos pronto.
Atsushi~
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