[CAPÍTULO 22]
28/02/2022 | Edificio Ludus, Centro, Inazuma, Japón.
—Los vestuarios de los participantes no dejan de sorprendernos uno tras otro —comentó Chester mientras que Emma caminaba de vuelta por la pasarela hacia los telones de color blanco y rojo que les permitían llegar a la parte trasera del escenario y así poder bajar de este.
Los aplausos de los espectadores no faltaron, pero cuando Ethans regresó, hubo un momento de distracción entre la gente en lo que llegaba el siguiente participante.
El chico suspiró cerrando la libreta pequeña que tenía en las manos y volvió a llevar su mirada hacia el escenario. Pero se sobresaltó al sentir una mano en su hombro.
—Te traje de ciruela —al girarse vio a Yaak quien le estaba ofreciendo un vaso de té helado el cual aceptó sin decir nada más, dejando que se sentara a su lado—. ¿Quién pasó?
—Emma Ethans.
—¿Y qué tal? —colocó su brazo sobre el hombro de su hermano mientras mordía la caña de plástico de su propio vaso.
—Bastante bien, la verdad.
Yaak asintió varias veces volviendo a beber manteniendo el silencio un par de segundos.
—¿Y cuando le toca a nuestro muchacho?
—Debería ser el siguiente según el programa, pero ya se han alterado un par de turnos, me imagino que por contratiempos de último momento, así que puede que aún le falte —Muun le enseñó la lista de participantes que llevaba dentro de la libreta.
Alzaron su mirada cuando alguien más se presentó en la pasarela. Se trataba de Ghiris, quien modeló confiado hasta el extremo de la pasarela recibiendo varios aplausos por parte del público.
—No, ese no es el nuestro —rio en voz baja Yaak.
Muun se giró hacia su hermano y tras mirarse unos segundos, ambos hicieron un gesto que representaba su opinión respecto al chico y su actitud.
—Critícalo, Muun, sé que tienes ganas —ambos lo siguieron con la mirada justo cuando pasó delante de ellos.
Él tomó aire y suspiró para luego comenzar a hablar en voz baja.
—Hizo bien en ponerse un pantalón abajo para cuando se le rasgue lo bajo del atuendo. También le aplaudo que se haya puesto botas y no haya ido en sandalias de madera como muchos otros, al menos él no se va a romper los tobillos. Pero no sé qué chingados va a hacer con esa telita transparente sobre la ropa: como chamarra no le sirve para nada y sólo le va a estar molestando. Así que si no lleva algo térmico o aislante debajo del traje, ya sea que el pantano sea húmedo frío o húmedo caluroso, va a sufrir. Se le van a calar los huesos o se va a ahogar. A los dos días ya va a estar mermado por el clima, y si valora su integridad, va a terminar rasgándose su trajecito o se adaptará alguna cobija para llevarla encima todo el tiempo.
—Nunca nadie piensa en el clima. Osea... Los vikingos sí, ellos sí venían con la idea de que haría frío, pero no profundizaron en el asunto, ¿sabes?
—Aunque a nadie le caiga mal tener puntos por vestimenta, creo que es mucho mejor no morir congelado o sufrir el doble por el clima.
—Pues sí, la verdad.
—¿Sabes cuántos de los que he visto se van a ahogar si caen al agua? —Muun se recargó en la silla volviendo a beber de su vaso— Y no es que haya una pequeña posibilidad de luchar en el agua como le pasó a Spectrum; ellos van a ir a un pantano, hay agua por todas partes. Ríos y pantanos, ya lo dijeron y muy muy pocos lo han tenido en cuenta.
Entonces Yaak le dio un par de palmadas en el hombro.
—Muy bien, te tenías que desahogar —volvió a reír.
Muun suspiró y se recargó mejor en su asiento volviendo a beber del vaso que le había traído su hermano.
Pero justo cuando Yaak estaba formulando sus siguientes palabras, fue Tezcat quien salió por la pasarela.
—Ahí está —Muun alejó su vaso para poder contemplar en su totalidad al chico, a su obra maestra. Yaak también le puso mucha más atención que a los demás, claro que estaba orgulloso de su trabajo, pero él sólo había seguido instrucciones de su hermano, había colaborado en algunas ideas y había puesto gran parte de su ayuda al fabricarlo. Pero Muun lo había diseñado, estaba viendo una idea cobrar vida incluso superando sus expectativas.
La armadura de Mehr también había sido un gran orgullo para Muun, pero esto era diferente. No sólo había sido una gran obra, sino que ahora había dejado sin palabras a todos. El público que ya comenzaba a cansarse de ver modelar a tantos, recuperó una mayor atención de la que habían prestado al inicio.
—Ahí va nuestro nuestro guerrero —dijo Yaak en voz baja recargando el brazo en el hombro de su hermano sin poder apartar la mirada de Tezcat—, el espejo humeante.
La piel morena de Tezcat ahora estaba cubierta casi en su totalidad por una capa de neopreno sumamente elástico y fino de color grisáceo. Este incluso se adaptaba a la forma de los dedos de sus manos y pies, coloreando sus uñas de un tono azul turquesa incluso encima de la tela. Pretendía imitar piel real, por lo que la mayoría de detalles eran sobre esta simulando pintura. Aunque el collar que decoraba la mitad superior de su cuerpo dejó sin palabras a todos por la cantidad de pedrería y detalles, contrastando con la parte inferior un tanto menos colorida pero aún así detallada.
Llevaba el sarape en el hombro izquierdo como le había dicho Muun, pero al llegar al final de la pasarela, en vez de hacer unas cuantas poses o mostrar desde varios ángulos su traje, se quitó el sarape dejándolo abierto sobre su espalda para mostrar el diseño. En verdad Yaak agradeció el gesto, pues no sólo había sido la una parte de diseño que había hecho él completamente, sino que también había invertido muchísimo tiempo en conseguirlo con tal detalle.
Así mostró mejor la pieza de obsidiana circular que era el centro del collar y la pieza de mayor tamaño de este. Y antes de dejar tiempo para que se fijaran en su ropa ahora descubierta por el frente, agachó la cabeza sólo teniendo que soltar muy lentamente el aire que llevaba conteniendo durante su caminata, para que entonces un humo de color gris oscuro emanara de su boca y se alzara mientras él levantaba también la mirada.
Los aplausos aumentaron en ese instante, cuando el humo se dispersó de su rostro y pudo verse cómo había pintado de tonos azulados así como negros y rojizos algunas partes de sus mejillas y frente, mientras que su nariz era atravesada por una fila de cuentas de pequeño tamaño, siguiendo el patrón de colores de todo su atuendo. Aquel decorado llegaba hasta sus orejas donde se perdía entre su cabello.
Miró fijamente y con una sonrisa leve pero segura a los jueces, para luego recoger su sarape y llevárselo al hombro mientras volvía por la pasarela ahora manteniendo esa sonrisa que contrastaba con su seriedad absoluta al entrar.
Entre el público, varias miradas dieron a parar en los gemelos quienes compartieron la sonrisa con Tezcat.
—Lo perfeccionó —dijo Muun al levantarse.
—Superó completamente mis expectativas —lo siguió Yaak.
Entonces se retiraron hacia la parte trasera de la pasarela, donde llegarían los participantes después de su actuación. Llegaron justo cuando Tezcat se alejó de los demás participantes que ya habían pasado.
—¡Tezcatl! —lo llamó Yaak desde el otro lado de la cinta que les impedía estar en el mismo lugar exacto.
Él se acercó al verlos y les devolvió la misma sonrisa de orgullo.
—¿Qué fue eso? Debías enseñar la ropa, no ser la encarnación de Tezcatlipoca —Yaak lo felicitó inmediatamente sujetándole el hombro. Él rio y entonces miró a Muun quien le había puesto la mano en la mejilla mirando fijamente su cara.
—¿Te perforaste de verdad? —el chico asintió— Fuiste a otro nivel, en serio.
—Sí, ¿y el humo de la boca? —siguió Yaak.
—Trucos y detallitos —los tres rieron ante su respuesta.
—Ahora ten mucho cuidado con la perforación, puede infectarse.
—Tranquilo, ya llevo unos días con ella. Me la hice al día siguiente de que me dieran el traje, luego me cautericé la herida para que cicatrice antes, creo que ahora está casi lista por completo.
Muun se agachó un poco intentando ver mejor su nariz bastante concentrado.
—Sí, se ve bastante bien, la verdad. De todas formas cuando regreses, vamos a que te la traten bien, ¿de acuerdo?
—Bueno, eso si la quieres conservar, claro. Sino sólo deja que se te cierre y listo.
—Creo que sí me quiero quedar con ella —asintió Tezcat llevando los dedos a la hilera de cuentas que le atravesaba la cara.
—Muun también se la hizo hace unos años. Se pone una cinta de obsidiana sobre todo para las misiones.
—¿Ah sí? —ahora fue Tezcat quien se intentó mover para ver algún rastro de la perforación en el chico.
—Sí, pero no suelo usar ninguna pieza. Si acaso un aro normal de vez en cuando para que no se me cierre mientras no hay misiones para llevarla.
Yaak miró a su alrededor y suspiró dando un toque en el hombro de su hermano antes de hacer un gesto con la cabeza.
—Muun.
—Sí, creo que debemos irnos. Ya nos despedimos ahora, estarás ocupado de aquí en adelante —se acercó más para poder abrazar al chico—. Mucha suerte, Tezcatl.
—Gracias.
Yaak chocó su mano con el menor con fuerza, y le dedicó una mirada segura.
—Enseña lo que hace el espejo humeante.
—Lo haré. Gracias, chicos.
—Te veremos en unos días —se despidió Muun por última vez.
Los dos se fueron hacia una parte mucho menos concurrida, era muy cerca de la cafetería donde Yaak había conseguido las bebidas. Y fue él mismo quien suspiró llevando una mirada más seria hacia su hermano quien acababa de dejar su vaso sobre una mesa suficientemente alta como para comer en ella estando de pie.
—Muun —recibió la atención del otro con bastante más entusiasmo que el suyo—, ¿podemos... hablar de lo de ayer?
La sonrisa de Muun se borró lentamente. Se fijó en los ojos de Yaak, quienes ya habían huido hacia la superficie de la mesa. Pero rápidamente suspiró tratando de sonreír con más tranquilidad, con una actitud mucho más comprensiva.
—Claro. Si estás bien con eso... yo también quiero hablar.
Pronto llegó la hora de los resultados del desfile. En quinto lugar quedó Emma, seguida por Themis, Ghiris, Iggie y finalmente Riker quien recibió el primer lugar. Los cinco fueron llevados al escenario de nuevo y se mostró en la pantalla cómo se les estaban colocando los puntos adicionales por su traje. Una vez volvieron detrás de la pasarela, se comenzaron a preparar pues pronto serían llevados a la planta baja del Ludus para que pudieran subirse al tren que los llevaba hasta la arena.
Chester se encontraba con todos ellos acompañado de Einar, para mirar los trajes con más detalle y permitir que el chico los tocara para darse una idea del diseño de estos. Algunos de los chicos le describían sus atuendos mientras él los sentía, asintiendo con una sonrisa en su mirada vacía al imaginarse los trajes y disfrutar de las texturas variadas que estos tenían.
—Si no ganaste fue sólo por la temática, pero en serio es impresionante tu traje. Felicidades —le dijo Chester a Tezcat justo antes de que todos los competidores tuvieran que retirarse así como los dos comentaristas quienes fueron recogidos por un automóvil que los llevaría directamente al edificio donde se hacían las retransmisiones.
En la estación les permitieron algunos minutos a los competidores para despedirse de sus compañeros quienes cada vez eran menos. Se podía notar cómo en la despedida de la primera arena reinaba principalmente el miedo, mientras que en la tercera era más bien el enojo, un aura sombría, con sed de venganza se apoderó de la estación; pues quienes despedían a sus compañeros eran sólo supervivientes de las anteriores dos arenas.
—¿Estás bien, Millennium? —preguntó Doug al notar cómo Maxim simplemente se había puesto en una orilla agachado en cuclillas, mirando con indiferencia el tren que los esperaba.
—Sí, estoy... mentalizándome un poco.
McArthur sonrió de lado y se agachó a su lado con una mano en el hombro del chico.
—Incluso alguien como tú debe mentalizarse antes de esto, ¿no?
Los dos rieron y entonces Maxim le devolvió la sonrisa.
—Por primera vez tengo miedo de pelear, ¿sabes?
—Claro, hace mucho que no estás en una misión.
—La última misión en la que estuve fue la de la mansión de los Moskowitz, donde adopté a Ivory, y desde entonces ya no he vuelto por mi bebé y la operación. Pero no es eso lo que me asusta, tampoco que no haya podido entrenar mucho antes del Coliseum; sino que... hasta el día de mi última misión no tenía a nadie. Infinity y yo apenas estábamos aclarando por completo las cosas, digiriendo lo del bebé... Pero ahora tengo dos hijos, lo tengo a él. Antes sí tenía a mis compañeros, a Marvel y todos ellos. Pero ahora por primera vez tengo gente que depende de mí, ahora no puedo permitirme morir.
—Pero nunca te lo permitiste. Parecía que te daga igual morir o no, pero luchabas por tu vida, siempre lo has hecho en realidad. Así que no te preocupes porque esto sea diferente. Lo único que cambia es que ahora tienes a todo el país viendo cómo... te bañas en gloria —mencionó aquella última frase imitando lo que tanto se oía en las emisiones sobre el evento.
—Es cierto —rio el chico justo cuando Doug le acarició la cabeza, revolviendo el cabello que recientemente se había cortado para el Coliseum, deshaciéndose de las ondas que le llegaban hasta más abajo de los hombros—. No puedo dejar que unos cuantos idiotas me impidan ver crecer a mis niños.
—Así se habla —los dos se levantaron justo cuando se dio la orden de empezar a abordar el tren—. Además podrías seguir explotando tu fama y ganarte unos cuantos puntos por brutalidad, si es que los dan, para dejar claro quién manda aquí.
—Eso ya lo tenía planeado desde antes, no te preocupes —sonrió volteándose antes de entrar al vagón—. A ver si puedo superar la marca de Hocus.
Se sentó junto a Utopía e Inchy, y pasó los veinte minutos de viaje recordando todo lo que pasaba por su mente cuando se preparaba para las misiones, cómo debía estar atento a todo, cómo debía aprovechar cada oportunidad por mínima que fuera para sobrevivir. Sí, él había decidio que dejaría el ejército definitivamente para centrarse en sus hijos, en su familia, pero tendría que hacerlo después del Coliseum.
Cuando rompió aguas el día del nacimiento de Aslan, durante unos minutos lo examinaron cuidadosamente pues el nacimiento se estaba anticipando demasiado y de forma violenta, lo que podía estar indicando un aborto espontáneo. Tuvo miedo, temió por la vida de su hijo antes que por la suya. Aunque le dijo a la doctora y a Infinity antes de su operación que si algo se complicaba, salvaran al bebé y no a él; tenía la idea fija de que daría su vida por su hijo al darlo a luz o al protegerlo si algo le sucedía, no porque alguien lo matara en una lucha a muerte sin sentido.
Supo de la existencia de su bebé después de ser elegido para el Coliseum, y siguió adelante con el embarazo por haber decidido que lo tendría, que lo vería crecer y lo cuidaría por siempre.
Sus dedos empezaron a temblar al sobrecargar su mente de todos aquellos pensamientos, al llenarse de energía y decisión de regresar de vuelta. Su cuerpo ya no podía contener la emoción que le recorría las venas, las ansias por empezar. Sólo dejó libre una suave risita antes de suspirar y atravesar el vagón con la mirada, dando con algunos de los chicos del Centro.
Riker vio aquella mirada de parte de Millennium y suspiró cada vez más abrumado por sus pensamientos frente a la arena. Los nervios comenzaban a poder con él, no quería estar ahí, no quería que su despedida con Namazuo fuera una definitiva.
El tren se detuvo al llegar a la estación de la isla, donde aquellos uniformados de blanco los bajaron para conducirlos en una fila por los estrechos pasillos. Pero esta vez no los llevaron a todos a unas cápsulas individuales para mandarlos al interior de la arena, sino que los mantuvieron en fila esperando su turno para entrar a una de las dos únicas cápsulas existentes, donde entraban acompañados de su respectivo escolta militar.
Estuvieron más tiempo que los anteriores competidores, pero no demasiado.
Riker fue de los primeros que entraron a las cápsulas, entró al mismo tiempo que Ghiris de hecho. Maxim esperó su turno y este llegó justo cuando Brighton Spark entró en la otra cápsula.
Una vez cerrada la puerta, esta comenzó a subir como un ascensor, pero no se abrió al llegar arriba, sino que tuvieron que esperar a que una luz roja finalmente brillara en verde.
Estaban en el interior de una edificación. Estaban en el centro de una sala redonda que tenía numerosas vertientes que a la vez se ramificaban en más y más habitaciones. En aquella sala redonda había tantos militares como participantes que ya habían entrado, pero estos estaban solos, pues los competidores ya habían sido dejados en sus lugares.
Vio cómo uno de estos militares regresaba a la sala principal desde uno de los pasillos opuestos a donde lo llevaban a él. Contuvo una sonrisa y siguió el camino hasta llegar al cuarto donde lo encerraron, sin tener armas dentro, sólo la oscuridad mitigada por la luz que entraba desde la reja de una ventana.
Se asomó por esta sabiendo que aún faltaría para el inicio de la ronda. Estaban en lo alto de algún edificio, y este estaba rodeado por árboles de gran tamaño, incluso superaban la altura de la estructura.
Ya lo sentía desde que entraron, pero comprobó la humedad insistente del ambiente. Pero al no escuchar nada de ruido, se pegó a la puerta pretendiendo escuchar si algunos pasos delataban la llegada de algún competidor a un cuarto cercano al suyo, pero no fue así. En el pasillo vio que había una puerta abierta a la izquierda y otra cerrada a la derecha, por lo que asumió que ahí había otro competidor.
Entonces rebuscó en el cuarto algún arma u objeto de utilidad. Sólo pudo hacerse con una bolsa de comida y dos pequeñas cantimploras vacías. Las ató a su cinturón y se preparó para cuando el conteo llegara a su fin.
—Comienza la arena asiática. Luchen por su honor hasta el fin.
Abrió la puerta y fue directamente a la puerta cerrada del mismo pasillo. La abrió de una patada y entró al cuarto, buscando si había alguien dentro de este. No le tomó apenas tiempo, ver a Okita en el interior del cuarto, pegado a la pared de la puerta esperando para poder salir. Se fijó en la cara de susto del chico, pero al ver que no se trataba de un competidor del Centro, liberó un poco de tensión de su cuerpo, llevó una mano a su cinturón y le lanzó una de las cantimploras y lo miró a los ojos.
—Suerte.
Salió al pasillo de nuevo y esta vez corrió con mucha más energía hasta el pasillo donde vio regresar a aquel militar. En el recorrido encontró una espada corta colocada en la pared y no dudó en llevársela consigo hasta el cuarto del final, donde la puerta ya estaba abierta.
Entró con decisión pero esta vez lo encontró vacío. Observó todo alrededor, hasta que dio con una puerta abierta que conectaba con otro pasillo, y no le costó oír los pasos que se alejaban por este.
—Ya te tengo —sonrió antes de adentrarse en aquel pasillo.
—¡Aquí estás! —Coeus tomó de los brazos a Themis nada más encontrarse los dos en uno de los pasillos.
—Esto es un maldito laberinto, no veo la forma de salir —dijo el otro un tanto más alterado.
—Debemos encontrar la forma de bajar, estamos en una planta alta, si hay unas escaleras deben conducir directo a la salida.
Los dos asintieron y entonces comenzaron a correr en dirección al centro de la edificación, encontrando al fin unas escaleras de caracol que los llevaron a una planta inferior, donde estas ya no continuaban.
—Ya no hay más...
—Debemos encontrarlas, la estructura es muy grande, debe haber más escaleras —Coeus lo tomó del brazo y siguió corriendo.
Al cruzar el pasillo, alguien corrió delante de ellos, deteniéndose a escasos segundos de chocar fuertemente.
—Son ustedes... —jadeó Oscar al verlos— Si quieren venir, vengan con nosotros, pero no nos retrasen. Queremos tener el primer asesinato y comenzar a marcar una ventaja.
Los dos asintieron y siguieron a Oscar por el pasillo. Pero la voz de Einar los detuvo en seco.
—Brighton Spark es asesinado por Maxim Millennium, quien se beneficia con 25 puntos por su muerte. Acaba de suceder la primera muerte de la arena, a tan sólo cincuenta y tres segundos del inicio de la ronda, siendo el asesinato más rápido del Coliseum.
—¿C-cómo? —tartamudeó Themis.
—¡No puede ser! —maldijo Oscar aún sin procesar lo que había escuchado— ¡En menos de un minuto, ni siquiera tuvo tiempo de encontrar un arma!
Pero un grito proveniente del centro del piso alertó a los tres, quienes corrieron de vuelta allí. Nada más asomarse, vieron el momento en el que Charlie lanzaba a un lado la pequeña estatuilla con la que había golpeado al chico quien ahora estaba en el suelo, Nobby Naga. La pieza de bronce cayó a tan sólo unos centímetros de los pies de Coeus, dejándolo ver cómo esta estaba manchada de sangre.
Regresaron la mirada al chico quien se mantenía sobre su víctima, sujetando su cabeza golpeándola de nuevo contra el suelo, sin importarle que el chico hubiera dejado de respirar segundos atrás.
Los tres contemplaron la escena con impacto, y al ver que no tenía pensado detenerse, Oscar alzó la voz.
—¡Charlie! —el nombrado se volteó, dirigiendo su intimidante mirada a los tres, ahora con salpicaduras de sangre en el rostro— Ya es suficiente, ya lo hiciste...
—Nobby Naga ha sido asesinado por Charlie Ross, quien obtiene 25 puntos por su muerte y cinco puntos extra por brutalidad.
Sólo hasta escuchar aquellas últimas palabras, soltó la fuerza de sus dedos sobre el cuello del chico, mirando cómo sus ojos habían quedado abiertos y perdidos en la nada, ya sin aliento.
—No fue la primera... —murmuró mientras se levantaba y con su mano retiraba la tela roja oscura que había usado para terminar de asfixiar a Naga— pero no fue mal inicio.
—Fue mejor que una primera muerte, te dieron puntos por brutalidad, eso es bueno, Ross —dijo Oscar poniéndole una mano en el hombro mientras el menor se colocaba de nuevo aquella tela roja como bufanda, teniendo sus manos notoriamente ensangrentadas al igual que el rostro.
—¿Van a estar con nosotros? —preguntó mirando a los dos chicos del Monte Olimpo, quienes asintieron seguidos por Oscar.
—Sí. Después de lo que pasó en la arena anterior, aprendimos que lo mejor que podemos hacer es dejar las diferencias entre unidades atrás: todos somos del Centro, debemos luchar juntos o nos matarán separados.
Charlie asintió, pero cuando iban a comenzar a buscar la salida, la voz de Einar volvió a llamar su atención.
—Donna Akmatov es asesinada por Maxim Millennium, quien se beneficia con 25 puntos por su muerte.
—Otra vez... —murmuró Charlie.
—¿Cómo puede...? ¡Dos en menos de cinco minutos!
—¿¡Quién es ese!? —fue Oscar quien alzó la voz con mayor frustración que el propio Charlie, de hecho este fue quien le respondió de nuevo con la voz moderada.
—Maxim Millennium, antes era Silvana Millennium, alias Sa Rang. Rusher del Poderosa Fe, más de cuarenta bajas el Centro confirmadas y se cree que debe llevar alrededor de setenta en total. 21 años, llegó de Corea con apenas un año. Retirado del ejército rebelde desde hace casi un año. Casado civilmente con Infinity Beyond, líder del Poderosa Fe; dos hijos menores de diez años.
Oscar suspiró al comenzar a ponerle cara al chico que describía Charlie, pero los otros dos sólo se miraron casi asustados por la cantidad de información que acababa de dar sin dificultad alguna.
—Charlie es la base de información de todo el Protocolo Omega. Si sabe todo eso de Millennium, imaginen lo que sabe de cada uno de los militares del Centro —dijo Oscar—. Debemos salir de aquí y reagruparnos con los demás.
—Aquí está la salida —dijo Ross comenzando a caminar en dirección a uno de los pasillos.
—¡Maxim! —Utopía lo llamó nada más verlo recorrer uno de los pasillos de la fortaleza, espada en mano y con la ropa notoriamente ensangrentada.
Utopía corrió hasta él seguido por Pen.
—¿Están bien? —preguntó Maxim sujetando del brazo a Utopía y mirándolo de arriba a abajo.
—Lo mismo te preguntamos —asintió Pen.
—No se preocupen por mí.
—Ya se extrañaba verte haciendo carnicerías en tiempo récord —admitió Utopía con seriedad.
Cada arena estaba quedando marcada por sucesos concretos: En la primera, la muerte de Jeanne desencadenó más conflictos de los que pudieron imaginar, pero también golpeó muy fuertemente a los espectadores todo lo sucedido con Mercury; mientras que en la segunda arena el suceso que impactó sobre todos los demás - como el funeral en el barco, la muerte de Beta, las discusiones internas- fue la masacre de los últimos minutos. Y esta arena todavía no completaba los diez minutos, pero ya había sido marcada por la brutalidad y rapidez de los asesinatos de Maxim.
—¡Dave encontró la salida! —Iggie llegó corriendo hasta ellos tres, deteniéndose justo en mitad del pasillo.
—Y nosotros encontramos a Maxim —asintió Pen antes de ir tras Iggie.
—Hay que salir de aquí —Utopía tomó a Maxim del brazo y siguieron a los chicos hasta la salida que había encontrado Inchy.
Las salidas ya comenzaban a aparecer, cada vez más gente lograba escapar de la fortaleza inicial.
Sōji había sido uno de ellos. Pero en la parte baja de la fortaleza era donde se encontraba la mayor parte del arsenal de armas que habría en la arena. Y la salida que él encontró daba justo a aquella zona.
Por eso no se lo pensó y cogió la katana que estaba justo al lado de las escaleras por donde llegó, parecía estar puesta especialmente para él. Pensaba irse de ahí rápidamente, pues no sería difícil para los demás encontrar ese arsenal, y si se quedaba a rebuscar por armas útiles para él, lo matarían rápidamente. Pero en su último parpadeo antes de darse la vuelta para huir, vio un arco en el otro extremo.
De nuevo no lo pensó, corrió hasta él, en el trayecto cogió un carcaj que estaba sobre una mesa. Pero cuando sólo lo separaban unos pocos metros, vio a una chica correr de forma perpendicular a él. Le ganó el arco.
Los dos se quedaron quietos, se miraron a los ojos unas décimas de segundo, él jadeando más que ella, y luego él dio media vuelta para escapar, mientras que Julieta buscó un carcaj a su alrededor.
—¡Sōji! —Sakamoto lo había encontrado. Lo llamaba desde un poco más lejos, pero aún en el territorio perteneciente a la base.
Fijó su dirección en él, y siguió corriendo, pero cuando bajó la velocidad y fuerza por ya prácticamente no poder respirar, una flecha voló por detrás suyo y se clavó en un árbol cercano. Eso le dio una bocanada más de aire que supo aprovechar para alcanzar a Sakamoto, quien lo tomó de la mano.
Otra flecha falló en darles.
Una pendiente comenzaba a asomarse a escasos metros de ellos. Intentarían aprovecharla para cubrirse de las flechas y encontrar un mejor refugio hasta que Julieta se cansara de cazarlos o ellos decidieran contraatacar.
Sakamoto volteó ligeramente y pudo ver a la chica apuntándoles con una flecha a punto de ser disparada. Y fue por cuestión del destino, que tuvo la suficiente fuerza y reflejos como para detenerse en seco y jalar a Sōji del brazo hasta ponerlo delante suyo.
La flecha se perdió en el paisaje, pero de no ser por su reacción, habría atravesado el cuerpo de Okita.
Y ya al borde de la colina, Sakamoto, quien lo había abrazado a forma de protección, lo dejó en esa misma posición para empujarlo y dejar que la gravedad lo arrastrara hasta el final de la colina mientras rodaba.
Sōji no supo no lo que pasaba, no pudo reaccionar. Sólo sintió el empujón y cómo su cuerpo se comenzaba a golpear con piedras y ramas durante la bajada.
Le tomó un par de metros conseguir detenerse, casi estaba en el final de la colina. Comenzando a ganar consciencia sobre la situación, alzó la mirada para ver a Sakamoto quien seguía arriba junto a Julieta.
—¡Sōji, vete!
Su voz todavía no regresaba, el aire se atoraba en su garganta sin que le sirviera de nada, tardaría varios minutos en recuperar el aliento, si es que lo hacía.
En un intento de respiración profunda, el aire se quedó a mitad de camino.
Sólo vio a Sakamoto caer con la espalda de lleno contra el suelo inclinado. Al no rodar ni estar en una posición buena para ello, su cuerpo se arrastró menos de dos metros hacia abajo, hasta que la considerable fricción del suelo lleno de hojas, lo detuvo.
Y ahí se quedó. Acostado bocarriba, con la cabeza hacia abajo y una flecha directamente en el corazón.
—Ryōma Sakamoto es asesinado por Julieta Radic, quien se beneficia con un total de 25 puntos. Esto la posiciona en segundo lugar, superando por orden a Charlie Ross, pero aún lejos de rebasar a Maxim Millennium y su abrumador récord de 60 puntos y las dos muertes más rápidas y consecutivas del Coliseum.
En la arena sólo se escuchó hasta el contador de puntos. Pero el resto del país sí que recibió el comentario completo de Chester, no dejaba de ser sorprendente lo de las tres muertes tan seguidas, dos de ellas por parte de Maxim.
Para él fueron eternos minutos de shock, pero en realidad sólo pasaron unos escasos segundos en los que él contempló el cuerpo sin vida de su amigo. Luego Julieta volvió a asomarse y al comprobar cómo Okita seguía seguía vivo, se dispuso a cargar una nueva flecha apuntándolo.
Se levantó inmediatamente y comenzó a correr por el dorsal de aquel pequeño riachuelo que había al final de la colina. Por los árboles se volvió más difícil de apuntarle desde tan lejos, por eso ella bajó un poco aún persiguiéndolo con un par de flechas perdidas.
Rodeó la colina frondosa sobre la que estaba la fortaleza principal, y se topó con una nueva colina, esta vez sólo cubierta con pasto verde opaco, que subió al no tener mayor alternativa.
Julieta se rindió al poco tiempo y volvió al arsenal donde ya la esperaban sus compañeros.
Aquella colina bastante menos inclinada que la anterior finalmente lo alejaba de la zona donde estaba la fortaleza. Al bajarla se topó con una pradera que se extendía hacia el oeste, apenas había unas cuantas rocas sobre ella, pero no les puso atención. Aquella pradera le provocó escalofríos nada más verla: un campo tan abierto, sin parapetos, era una trampa mortal, más teniendo armas de larga distancia en la arena.
Por eso no se lo pensó, fue directo al río principal que atravesaba gran parte de la isla. Tenía un caudal ancho, pero ahora la riada estaba baja, permitiendo el fácil acceso a un pequeño templo construido sobre unos pilares que flotaba en mitad del río. Ni siquiera se molestó en usar como puente las rocas que atravesaban el río, él conocía bien cómo moverse allí.
Al otro lado de este comenzaba el bosque denso, los pantanos, la réplica del Myr que habían logrado. No tuvo dudas al adentrarse ahí.
Definitivamente esta ronda estaba siendo increíblemente rápida. Varios grupos se habían formado pues escapar de la fortaleza había sido difícil, y compañeros se encontraban al intentar hacerlo, así como enemigos. Maxim lo había demostrado.
Todo el país tenía los ojos en aquella isla. Si bien en las primeras rondas mucha gente había preferido no verlo para así no apoyar a aquella masacre, desde lo sucedido en Ashfield y luego las repercusiones que estaba cobrando en el mismísimo Centro, comenzó a haber consciencia de que lo que sucediera en aquella isla podría ser el futuro de la nación.
Y en el Myr no era la excepción, mucho menos en esta arena.
—Está bien... —Yamato oía a su padre repetirlo en voz baja mientras ambos veían la transmisión desde el televisor no precisamente nuevo que tenían en la casa. Al inicio creía que se lo decía a él, que lo quería tranquilizar haciéndole saber que su hermano estaba bien, pero con el tiempo se dio cuenta de que lo su padre hacía era convencerse a sí mismo.
Por eso Yamato llevó su mano hasta la de su padre lentamente y lo miró antes de voltear a la pantalla de nuevo. Aquellos que conocían a Sōji tenían la angustia de llevar ya unos minutos viéndolo correr para salvarse, correr era casi algo impensable para él en su estado, por eso la preocupación de que en cualquier momento cayera desplomado sólo crecía y crecía.
—Estos primeros minutos de la arena asiática nos han dejado con demasiadas impresiones que apenas las podemos procesar —casi como si Chester estuviera leyendo los pensamientos de Yamato, Tetsu, su padre, y mucho más, siguió—. Ahora vemos cómo Sōjirō Okita, el único competidor proveniente del Myr que queda con vida, nos está sorprendiendo a todos con esta carrera de resistencia, incluso cuando él mismo dijo que apenas es capaz de correr unos metros antes de prácticamente no poder respirar.
Einar asintió y suspiró algo tenso por seguir recibiendo toda la información de la arena directamente en uno de sus oídos. Los dos tenían una pantalla para poder comentar mientras observaban lo que pasaba en la arena, pero a Einar esta no le servía de nada, por eso tenía un audífono desde el cual escuchaba todo lo que grababa la cámara en cuestión, aunque con la sensibilidad aumentada, para permitirle apreciar con lujo de detalle todo lo sucedido.
Escuchó las flechas volar, cómo Okita rodó colina abajo, el grito de Sakamoto, y aunque también tuviera a un locutor que le describía algunas de las acciones sucedidas para que pudiera darse una mejor idea y poder comentar; él estaba escuchando con una definición inquietante cómo Sōji se ahogaba en cada paso, sus jadeos sonaban casi dentro de su cráneo, y eso lo había empezado a poner nervioso. Él había vivido varias veces situaciones similares con Sasha, escuchaba la misma sensación de asfixia, pero ahora él no podía coger del brazo a Okita y obligarlo a sentarse con tal de que se calmara, y esto comenzaba a desesperarlo.
Se quitó el audífono discretamente y volvió a suspirar para poder seguir comentando.
—En inglés se le llama "second wind", un segundo aliento, a cuando el cuerpo está llegando a los límites pero en vez de ceder se le sigue empujando hasta lograr rebasarlos. Un ejemplo común es cuando se ignoran las ganas de dormir, y se llega a un punto de cansancio donde ya hasta cuesta dormirse, a lo que nos referimos comúnmente como "espantar el sueño". Es básicamente un mecanismo de supervivencia, es el instinto en su más puro estado, pues esto viene desde nuestros antepasados: cuando el no correr lo suficiente hacía que nos volviéramos las presas. Creo que ahora Okita nos está demostrando este instinto en su forma original, cuando la vida está en juego.
Las manos de Yamato comenzaban a temblar, así que por despejar su mente unos instantes, bajó la mirada hasta su teléfono, donde le escribió a Tetsu, quien también estaba viendo la competencia junto a Pavel.
Los dos pudieron ver cómo nada más llegar al otro lado del río, Sōji se adentró sólo unos pocos metros en el bosque antes de dejarse caer contra un árbol. La adrenalina finalmente se redujo después de cumplir su función biológica.
Después de vomitar por el esfuerzo, se quedó sentado contra el árbol, aprovechando la leve brisa que recorrió el bosque para tranquilizarse. Le tomó varios minutos recuperarse parcialmente, pero aunque quisiera no podía bajar la guardia, no hasta encontrar un lugar más seguro. Al menos dentro de aquel bosque y cerca de los pantanos, él tenía ventaja.
Tomó la cantimplora que le dio Maxim como señal de paz al encontrarlo en la fortaleza, y la llenó en el río antes de adentrarse de nuevo en el bosque.
*** *** ***
TERCERA RONDA. Arena Asiática
Maxim Millennium - 60 puntos
Julieta Radic, Juliet - 35 puntos
Charlie Ross, Charlie - 35 puntos
Zaphod Riker - 15 puntos
Iggie Loo - 15 puntos
Themis Law - 15 puntos
Christian Hudson, Ghiris - 15 puntos
Emma Ethans - 15 puntos
Diego Mitzil, Tezcat - 10 puntos
Sōjirō Okita - 10 puntos
Faythe Heeler - 10 puntos
Pen Teller - 10 puntos
Langford Ash - 10 puntos
Panacea Utopía - 10 puntos
Dave Inchy - 10 puntos
Bái Lóng Liu - 10 puntos
Oscar Yves, Oscar - 10 puntos
Romeo Dawns, Romeo - 10 puntos
Liam Yark - 10 puntos
Daniel Genov, Gamma - 10 puntos
Coeus Heavens - 10 puntos
Ryōma Sakamoto - 10 puntos [FALLECIDO → Asesinado por Julieta Radic]
Donna Akmatov, Delta - 10 puntos [FALLECIDA → Asesinada por Maxim Millennium]
Nobby Naga - 10 puntos [FALLECIDO → Asesinado por Charlie Ross]
Brighton Spark - 10 puntos [FALLECIDO → Asesinado por Maxim Millennium]
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Ya empezaron los cocolazos ahora sí, y empezaron fuerte, pónganle correa a Maxim porque lo soltaron literalmente por diez minutos y se echó a dos personas. Díganme, ¿se esperaban estas muertes? ¿Se veían venir? ¿Les gustaron? ¿No? Cuéntenme.
Esta ronda se viene potente, como pueden ver, pero bueno... creo que puedo decir que está menos fuerte que la anterior, no puedo prometer que no vuelva a haber otra carnicería como la de la vez pasada.
Muchas gracias por leer y nos vemos próximamente para ver quién es el siguiente al que le parten su madre. Hagan sus apuestas, si alguien acierta le daré un regalito especial <3
Atsushi~
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