[CAPÍTULO 18]
25/02/2022 | Arena Nórdica, Islas Izu, Japón.
—Njord Snio ha sido asesinado por Baron Oxford, quien es beneficiado con 25 puntos por su asesinato.
Con ese aviso se despertaron Preston y Terry.
Rápidamente miraron a Riccardo y Saturn quienes estaban en el interior de la cabaña, calentando la comida, pero ellos parecían igual de sorprendidos que los demás.
Alessandro, quien estaba en el último piso montando guardia, bajó para ver a los cuatro chicos casi tan conmocionados con él. Hocus quien estaba en la parte de abajo hizo lo mismo. No había qué decir, lo que había pasado era obvio y lo sabían, pero aún así no lo esperaban.
—Fue cerca entonces. Sólo fue a recoger más leña y revisar el perímetro —dijo Hocus.
—No oí gritos ni nada, pero tuvo que ser dentro de la aldea —afirmó il Grande.
—Vamos —dijo Preston colocándose encima el cinturón donde había acomodado sus dagas—. Oxford está cerca, no podemos desaprovechar la oportunidad.
—Pero ir así como así... —Terry miró dudoso a Riccardo quien tampoco parecía muy seguro.
—Tiene razón, ya sólo faltan dos para irnos a casa. Que se acabe de una vez —Hocus siguió a Preston escaleras abajo.
—Si encuentran el cuerpo de Njord debería estar cerca —dijo Terry en voz baja—, pero a lo mejor es una trampa y los embosca.
—Entonces vamos con ellos. Por muy fuerte que sea, un seis contra uno está decidido —el siguiente en bajar las escaleras fue Alessandro, pero al ver cómo los otros tres parecían dudar un poco, se volteó para mirarlos—. ¡Rápido! Si nos separamos será peligroso.
Alcanzaron a los dos chicos y comenzaron a recorrer la ciudad sólo separándose por pocos periodos de tiempo.
—Debido a la extensión que está tomando la arena, todos los competidores deberán reunirse en el claro de la aldea antes de la medianoche. Luchen con valentía hasta la victoria o el Valhalla. Que Tyr guíe sus armas, y que Odín los protega. Ha comenzado el período final de esta arena.
Ni siquiera tuvieron que ponerle mucha atención a la voz. Saturn fue quien se detuvo a escucharla pues sabía que Preston y Hocus estaban buscando desesperadamente a Oxford.
—¡Ahí está! —nada más oír la voz de Terry, los tres corrieron hacia donde estarían.
Una vez reagrupados, siguieron corriendo detrás de dónde Terry lo había visto.
Alessandro se separó para ir a cerrar la puerta de la aldea, la única que habían dejado abierta, y así limitar el escape de Oxford.
—¡Ya lo tengo! —al girarse vieron a Hocus quien comenzó a correr por la avenida principal y a los pocos metros arrojó su hacha fallando el cuerpo de Oxford, quien estaba al fondo de esta.
Volvió a correr detrás suyo junto a los demás. Preston volvió a lanzar una daga contra él y esta vez sí que acertó en su hombro, así que aprovecharon esos segundos para llegar hasta él. Y mientras que Terry se preparaba para un cuerpo a cuerpo esperando que sus compañeros dieran el golpe final, Preston se adelantó a Riccardo, no dejó que le clavara el hacha en el pecho pues golpeó a Baron en la cabeza con uno de los escudos que estaban fuera de la casa que simulaba ser una armería.
Di Rigo se quedó quieto al ver cómo Oxford caía al suelo después de un ataque que no había sido fatal. Pero una vez vio la cara de Preston, supo lo que pretendía.
—Átenlo.
Saturn y Terry se miraron, pero casi al momento hicieron caso tomando un par de cuerdas que usaron para atar a Baron y así evitar que se moviera si es que despertaba.
Lo dejaron contra la armería que no estaba muy lejos de la casa donde ellos se habían asentado, pues básicamente habían rodeado la aldea durante la persecución. Por eso Alessandro los encontró rápidamente, y nada más verlos con Oxford atado, supo lo que se vendría.
—Creo que Odín ya le dio la espalda —dijo Hocus en voz baja específicamente a Alessando, sin poder ni querer hacer mucho por Baron y la situación que vendría.
Lo despertó con cubetazos de agua fría, y nada más abrir los ojos comenzó su martirio. No sólo eran los constantes golpes de Preston de vez en cuando acompañados con algún objeto, sino que conforme iba avanzando el tiempo, los cortes en sus piernas y brazos se hacían cada vez más presentes.
—Yo no te puedo matar, hijo de perra —murmuró Baron después de ya casi una hora de tortura—, pero cuando te llegue el momento, Remington te va a abrir las costillas con las manos. Y tu novia y tu padre van a ver cómo se le sale toda la sangre a ese cuerpecito enano.
—Me arriesgaré —asintió sin interés antes de golpearlo una vez más.
Detrás de Preston estaba Hocus sentado sobre un tronco, comiendo algunas de las bayas que habían encontrado en las casas, mirando como si nada aquella tortura.
—¿Quieren? —le ofreció a Riccardo cuando lo vio llegar junto a Alessandro desde la casa.
Riccardo tomó una y miró por segundos el cruel espectáculo mientras que Alessandro se sentó en un extremo del tronco siendo acompañado por Saturn en el lado opuesto.
—¿Han matado a alguien a golpes? —preguntó espontáneamente Hocus. Alessandro asintió en silencio y Saturno negó sorprendido al verlos— No, yo tampoco, o no me acuerdo.
—Es difícil —admitió Alessandro—, pero todo queda en el lugar del golpe.
—Claro, uno bien dado en la sien y adiós —le dio la razón volviendo a acomodar las bayas en la bolsita de cuero que tenía para ofrecerle también a Saturn quien no quiso comer. En su mente el rojo de la sangre que se escurría en el cuerpo de Oxford era igual que el del jugo de las bayas, y en plena tortura no se le antojaba en lo absoluto—. Harrold tenía un anillo muy increíble: era una calavera con un casco con cuernos y tenía trenzada su barba. Una vez me lo prestó en un interrogatorio, metí un puñetazo con eso y sí que desgració al sujeto, llego a darle en la cabeza y se muere al momento. De hecho quería traerlo o hacer uno parecido para la arena, pero no lo conseguí.
Saturn no supo qué responder a lo que le dijo Hocus, así que sólo comentó lo interesante que le parecía el diseño del anillo. Todo mientras Oxford seguía siendo golpeado.
—¿Tú crees que se vaya al infierno? —preguntó Hocus minutos después.
—No es que yo sea muy creyente, pero... yo incluso lo dudo: ya está teniendo una ración de infierno en la tierra —respondió il Grande.
Preston dejó fuera toda su saña, toda la ira que tenía desde que había perdido a Lucien, todo lo que habían pasado desde su infancia, por eso parecía que nunca terminaría aquella tortura. Pero cuando después de un golpe Oxford cayó de lado sin poderse levantar más, Preston desenvainó el cuchillo de mayor tamaño que llevaba consigo.
Por un instante sintió lástima al oírlo en sus últimos momentos, pero se esforzó por recordar a Colby, a Lucien... Ellos quienes siempre habían estado a su lado, aquellos que le alegraban cada día ya no estaban, ya no estaban por su culpa. Eso lo hizo sujetar con más fuerza el cuchillo, pero incluso dudó si matarlo ya o dejar que muriera solo en poco tiempo.
Aquella duda lo hizo mirar a Hocus y los dos chicos que estaban detrás suyo.
—Como quieras —dijo Sesame—, es tu víctima, tú decides.
Él se quedó dudoso unos segundos más.
—Ese bastardo aún escucha, déjame ponerle jugo al asunto —al temer que ahí fuera a terminar todo, Hocus se levantó aún comiendo algunos frutos y se dirigió a Preston y Oxford después de hablarle en voz baja a Alessandro—. Quizá deberías darle la muerte del águila de sangre.
—¿La muerte del águila de sangre?
—Sí. Mira, lo ponemos de rodillas, con cada brazo atado a un poste, entonces le abres la espalda, le separas las costillas, le sacas los pulmones y se los dejas sobre los hombros hasta que muere por la falta de sangre y asfixia. Si no grita se irá al Valhalla.
Preston se mantuvo callado, pero Hocus sonrió al ver por un momento la expresión de Oxford que, dentro de su debilidad aún pudo mostrar miedo, y al ver a Hocus supo que quizá no estaba muy lejos de sufrir aquella muerte.
—Es fácil, necesitamos dos postes y dos cuerdas, un cuchillo y un hacha. Tenemos de todo por si quieres —entonces le puso una mano en el hombro a Preston antes de empezar a caminar de vuelta al tronco—. Sólo era una sugerencia por si no quieres darle una muerte dulce: después de todo él no se tocó el corazón con ellos, ¿no?
Aquellas últimas palabras hicieron que se decidiera y le clavara finalmente el cuchillo en su abdomen, donde no lo mataría, pero lo haría sufrir unos minutos más. Le siguieron varias puñaladas en la misma zona, y en cuestión de minutos la sangre ya había encharcado gran parte de la loseta de piedra que cubría esa calle.
Dejó caer el cuchillo al suelo, haciéndole saber que dejaría que los próximos minutos lo mataran, que él no le daría el golpe de gracia. Aunque tampoco se sentía capaz de darle la muerte que Hocus le sugirió, al menos no a él.
Saturn se levantó y se fue junto a Terry para no presenciar la secuencia de puñaladas, mientras que Alessandro se quedó sentado, viendo con seriedad el grotesco espectáculo al igual que Riccardo quien estaba detrás suyo, mientras que en Hocus podía notarse hasta una leve sonrisa.
Preston respiró mientras se alejaba un poco del cuerpo de Baron, aún con las manos temblando por la adrenalina. Y al toparse con la mirada de Riccardo, este le sonrió.
—Felicidades. Te veremos en un rato, ¿sí?
—¿Felicidades por qué? —murmuró aún sin poder procesar las palabras. Pero entonces el anuncio resonó en la isla.
—Baron Oxford es asesinado por Preston Princeton, quien es beneficiado con 25 puntos por su muerte, llegando a un total de 120 puntos.
Los ojos de Preston se abrieron de par en par al procesar lo que esos 120 puntos significaban, y vio cómo sus compañeros le dedicaban miradas amables que no duraron mucho.
—Como ya es sabido, en la etapa final de la arena no hay vencedores por puntos. Luchen hasta saciar sus venganzas y que los dioses los protejan.
—¿¡Como ya sabemos!? ¡No sabíamos nada, maldita sea, acaban de inventarlo! —gritó Saturn.
—¡No me estén jodiendo! —Hocus lo siguió, esta vez tomando el escudo que seguía tirado y lo lanzo contra otra casa— ¡Horse, te voy a arrancar la lengua y ahorcaré con ella!
Pero Preston sólo suspiró.
—Ya sólo falta uno. Acabemos con esto en cuanto vengan los demás y vayámonos de una vez —se podía oír decepción en él, pero de todas formas su mente seguía asimilando todo lo sucedido—. Si peleamos como ahora, teniendo esta ventaja numérica deberíamos poder acabar rápido.
Alessandro asintió.
—Eos Dawn está, herido, seguramente lo dejen en la retaguardia, así que mientras los demás peleamos con Mike y Sierra, alguien que vaya a buscarlo y a acabar ya con la arena.
Hocus también estaba de acuerdo con la propuesta de Riccardo, pero aún invadido por el enojo de aquel juego tan sucio de parte del Centro, se fue directo hacia Preston. Mojó sus dedos en la sangre de Oxford que ya había causado un charco importante y se la salpicó a Preston dejándole pequeñas gotitas en parte del rostro.
—Felicidades, vencedor del Coliseum, Preston Princeton —se volvió a agachar para mojar de lleno su dedo y ahora poder trazar una runa en su frente—. Vengaste a tus caídos como haría Viðarr. Sobreviviste a esta lucha de hombres y te hiciste espacio entre los dioses ganándote la simpatía de Tyr. Ahora pelea por volver a casa como el vencedor que eres.
Le entregó el otro escudo que quedaba y le devolvió el puñal ensangrentado antes de girarlo para que viera de frente al resto de compañeros quienes lo miraron felicitándolo en silencio. Al menos así fue hasta que Ringo tomó su hacha y la chocó con el cuchillo que aún conservaba, empezando a ser imitado por los demás.
Volvieron a la casa donde Alessandro llevaba instalado ya unos días, y fueron a la parte superior para poder cocinar aún manteniendo la guardia pues esta estaba muy cerca de la puerta de la ciudad que habían dejado ligeramente abierta para atraerlos allí y poder llevar la pelea al terreno que quisieran.
—¿Aún tenemos comida? —preguntó Saturn una vez Terry puso los últimos trozos de leña que Alessandro había recolectado. Se supone que tendrían más pero Njord nunca consiguió llegar con la madera.
—Sí, comida hay mucha —asintió Alessandro mientras que Riccardo subía las escaleras para tomar el puesto de vigilante.
Il Grande fue hacia uno de los muebles y le entregó a Terry trozos de carne en sal que él mismo había cogido de una de las casas. Había saqueado prácticamente todos los edificios de la aldea, había tenido mucho tiempo para abastecerse mientras que la pelea se concentraba en el muelle y las zonas del barranco.
—Lo que ya no hay es agua —dijo Hocus al revisar el último cántaro que habían usado y ahora estaba vacío.
—Entonces iré por más —Ringo se levantó extendiendo su brazo para que Hocus le diera el recipiente.
—¿Seguro? Ya hoy nos iremos —lo volteó a ver Terry interrumpiendo un momento el proceso de colocar la carne para cocinarla.
—Sí. No sabemos si va a acabar en media hora o hasta la medianoche, y la carne nos dará sed —afirmó.
—De acuerdo, pero no vayas solo, ellos deben estar cerca... —Hocus miró un poco inseguro a Alessandro, pero antes de que los dos se ofrecieran a acompañarlo, lo hizo Preston.
—Yo voy con él. Si encontramos un riachuelo o algo así, voy a quitarme la sangre —dijo ya de pie junto al moreno.
—Sí, lo siento, pensé hasta después que quizá no te gustaría tener la sangre de tu enemigo en la cara... —se disculpó Hocus— Pero debemos reconocer que quedó muy épico. Además si te vieran los del Centro les puedes decir que estás pintado con la sangre enemiga, que ellos van a ser los siguientes.
Preston rio y luego señaló el escudo que Hocus le había dado y dejó recargado en la pared al entrar en la casa.
—Luego mejor píntame el escudo.
En ese momento Hocus se levantó sin más y, usando un trozo de la leña más pequeña y externa, pintó en negro la misma runa que le hizo en la frente, pero ahora sobre la pintura blanca del escudo.
—Ahí lo tienes. Es la runa de Tyr, el dios de la guerra —le entregó el escudo de nuevo y Preston sonrió—. Llévatelo por si acaso. Aún así no tarden mucho, ¿sí?
—Tranquilos, creo que tengo ubicado el riachuelo, pero si no lo encontramos, traemos algo de nieve para derretir y listo —sonrió Saturn llevando el cántaro bajo el brazo.
Los dos salieron de la casa y pronto también de la aldea, siendo vistos por Riccardo quien les preguntó a dónde iban. Le respondieron sólo enseñándole el cántaro recibiendo una afirmación de parte de di Rigo quien se quedó aún más atento para cuando volvieran.
—¿No te parece que el tiempo transcurre algo raro aquí? —preguntó Saturn cuando dejaron el claro y llegaron al bosque, donde nada más entrar unos metros ya se escuchaba el agua.
—Pues parece que llevamos siglos aquí pero realmente sólo han pasado tres o cuatro, ¿a eso te refieres? —admitió Preston y él asintió.
—Sí, es exactamente eso que dices. Me parece impensable que en cuestión de horas ya se haya acabado todo... Bueno, espero que no se acabe con mi muerte al menos.
—Tranquilo, no vas a ser tú —le puso una mano en el hombro con una risa justo cuando llegaron al riachuelo.
Mientras que Saturn llenaba el cántaro tratando de que no le entrara tierra por la poca profundidad del río, Preston se colocó un poco más atrás para poder enjuagarse la cara y quitarse así la sangre seca de la cara. El agua sin duda estaba fría, pero tampoco hacía suficiente frío en el ambiente como para que esta se sintiera muy desagradable. De hecho Preston sintió cómo esta lo ayudaba a reaccionar d euna vez por todas.
Baron ya estaba muerto, él mismo lo había matado. Pero Lucien y Colby ya no estaban tampoco. Sobrevivió esos días movido por las ganas de vengar a Lucien y más tarde a Colby con muchísima más furia acumulada, y ahora Oxford ya estaba muerto pero aún le quedaba el coraje de técnicamente ya haber ganado, pero no poder salir por la estúpida regla recién inventada para obstaculizarlos. ¿Qué pasaría cuando volviera? ¿Qué lo motivaría?
Miró el agua cristalina un par de segundos, sintiendo cómo se ahogaba en esos pocos centímetros aún sin estar en ella.
Rex, aún quedaba Rex.
Oxford dijo que no podía matarlo, y pocos segundos después se dio cuenta de que seguramente lo querían mantener vivo para que se diera la tan esperada pelea entre Remington y él.
Todos lo querían ver, y él era quien menos podía esperar para matar con sus propias manos a Remington. Aún había un motor de supervivencia, algo que avivara la llama de la venganza para él. Y una vez esta se completara, aún le quedaban motivos dulces por los que vivir, incluso si Colby y Lucien ya no estaban. Aún debía cumplir su promesa con Columbia.
—¿Creen que vengan? —preguntó Terry— Los del Centro, me refiero.
—Deberían de. Esta vez no amenazaron con llenar de azufre toda la isla, pero no creo que quieran esperar a que nos amenacen así —dijo Alessandro mientras aprovechaba para afilar la espada que había llevado durante toda la competencia, y que por el momento sólo había perdido el filo con animales pues los primeros días sí que había tenido que cazar.
—Pues más les vale —se encogió de hombros Hocus poniendo sus manos frente al fuego unos segundos para calentarse.
Terry estaba a punto de anunciar que ya estaba cocinada la carne, pero fue justamente la voz de Riccardo la que lo interrumpió.
—¡Ahí están, están en el claro!
Alessandro se levantó inmediatamente seguido por Hocus.
—¿Están los tres?
—Veo a Sierra y creo que vi también a Mike. Habrán dejado a Eos a cubierto como pensamos.
—Hay que atacarlos de una vez, ya hay que acabar esto —Hocus tomó su hacha e inmediatamente se fue escaleras abajo siendo seguido por los otros dos chicos y más tarde por Riccardo quien tuvo que bajar de la azotea primero.
Corrieron en dirección a la puerta de la aldea, y nada más asomarse vieron cómo Sierra y Mike estaban al otro lado, más cerca del centro del claro.
Sus miradas se cruzaron y fue entonces cuando todos supieron que ese era el momento, que todo iba a acabar ahí. Uno de ellos moriría para que los demás se fueran de una vez por todos, un cadáver más se sumaría a los que ya habían perdido la vida en esos cuatro días.
No dejaban de mirarse, estaban suficientemente lejos como para no comenzar a matarse brutalmente, pero la tensión era insostenible. Los dos grupos se acercaban lentamente, y en el momento en el que Hocus lanzó el hacha pequeña que llevaba consigo, sin pretender acertar, sino dar un aviso de comienzo para correr hacia ellos; Sierra dio un paso hacia atrás queriendo huir. Lo habría hecho de no ser porque Mike la sostuvo del brazo, aunque tuvo que soltarla a los pocos segundos pues Hocus llegó hasta él comenzando el ataque.
Eran cuatro contra dos. Mike inmediatamente vio lo difícil que sería lograr salir de ahí, lo casi imposible que era regresar a casa. Llegados a ese punto, sólo esperaba que mataran antes a Sierra para que todo se detuviera de una vez por todas.
Riccardo fue directamente por Sierra teniendo a Alessandro cubriéndolo pero sin intervenir en aquel uno contra uno. Mientras que Mike se enfrentaba a Hocus quien no dejaba de insistir en sus ataques, aunque él se cubriera con el escudo que se había llevado de la anterior fortaleza, Hocus incluso comenzaba a hacer de aquella defensa una debilidad. Terry se mantenía cerca, insistiendo también pero sin entrar de lleno a la pelea.
Eran como pequeños animales tratando de luchar dentro de las trampas de sus cazadores, no tenían oportunidad.
El sonido de una vasija quebrándose rompió la ensordecedora tensión. Pero nada más ver que se trataba de Preston y Saturn quienes regresaban a la aldea, y al verlos ya combatir, corrieron decididamente hacia ellos; Mike se deshizo de Hocus con una patada ya desesperado.
Había poca esperanza, pero si ellos dos se unían ya no habría ninguna.
Por eso cuando Terry se acercó para retener a Mike mientras Hocus se recuperaba del golpe dado de lleno en la mitad superior de su cuerpo con el escudo, Mike movió su hacha en una pequeña diagonal, sin mucha esperanza, pero consiguiendo hacerle una herida en el brazo y parte del abdomen que lo tiró al suelo, aunque intentó caminar unos metros para alejarse y no ser una víctima inmediata.
Lo habría sido de no ser porque Preston llegó a tiempo como para empujar a Mike sin tener un gran efecto en él, pero sí dando tiempo a que Hocus se terminara de recuperar.
—Cubre a Riccardo, voy a ver a Terry, lo hirieron —dijo Alessandro nada más ver a Saturn llegar sin saber muy bien que hacer.
Sierra había sorprendido a Riccardo. Después de lo que Hocus y Njord le habían contado, esperaba que volviera a huir, que dejara morir a Mike sólo para salvarse. Y aunque por un momento estuvo a punto de hacerlo, una vez la obligaron a quedarse en la pelea, estaba resistiendo como no lo esperaban.
—Te voy a llevar a un lugar seguro, no queremos que seas su presa fácil. ¿Puedes levantarte? —preguntó Alessandro arrodillándose al lado de Terry quien aún se cubría la herida del abdomen.
Asintió e intentó ponerse en pie con ayuda de il Grande, pero de pronto este lo soltó y perdió el equilibrio volviendo a caer.
Eos quien estaba oculto entre los arbustos, muy cerca de donde cayó Terry, estaba a punto de terminarlo para que ya se acabara y pudieran volver, pero al ver a Alessandro inmediatamente volvió a esconderse. Estando así de herido y con su complexión, no es que pudiera hacer mucho contra él, pero al verlo de rodillas y dándole la espalda, teniendo en cuenta que ni Mike ni Sierra aguantarían mucho más, se decidió.
Ignoró cualquier dolor, cualquier mareo por la herida mal atendida, sólo corrió y tomó del hombro a Alessandro para entonces deslizar su daga por el cuello del mayor, quien sólo tuvo tiempo de soltar a Terry y golpear a Eos para alejarlo.
Mike se dio cuenta de aquello cuando oyó a Dawn gritar, y al ver de reojo lo encontró en el suelo tratando de encogerse bocabajo mientras se apretaba la herida del pecho. Y a menos de un metro suyo, Alessandro luchaba por sus últimos alientos antes de que su propia sangre lo ahogara en cuestión de segundos.
Cayó hacia el frente mientras Terry intentaba acercarse sin poder ayudar en absoluto. Poco a poco su sangre se extendió aún sobre el césped, y su cuerpo quedó rodeado casi por completo por esta.
—Eos Dawn ha asesinado a Alessandro il Grande. Ha terminado la segunda ronda del Coliseum.
Por un momento todo se detuvo. Mike dio unos cuantos pasos hacia atrás cuando Hocus y Preston se detuvieron. Sierra se alejó también de Riccardo quien salió corriendo de inmediato a ver a Terry quien aún miraba el cuerpo de Alessandro sobre la sangre.
—Felicidades, ganadores. Han luchado con honor y valentía, hasta salir victoriosos. Reúnanse todos en la plaza de la aldea para su salida.
Mike reaccionó y se acercó a Eos quien aún no se había movido del suelo, incluso una parte de sus pies llegaban a ensuciarse con la sangre de Alessandro.
—Tranquilo, ya está, ya acabó. Ganamos... vamos a volver —le dijo al ver cómo por más que intentaba, no parecía poder levantarse solo. Por primera vez lo escuchaba quejarse en alto y tan seguido, y quizá fue eso junto a la mezcla de pensamientos lo que lo hizo preocuparse más por él. Después de todo él ya había visto su herida, ya se podía dar una idea de cómo tendría que estar después de aquel golpe, y ninguna de sus imágenes mentales era buena.
Saturn soltó sus armas al igual que Sierra, ambos se miraban aún en shock y manteniendo una distancia, hasta que Ringo se fijó en Preston quien hizo lo mismo dejando caer su escudo antes de dar media vuelta y empezar a caminar en dirección a la aldea y comenzó a hacer lo mismo.
En completo silencio, Mike cargó a Eos y se fue detrás de los demás.
—¿Ya está? —todos se voltearon al escucharlo— ¿Cuatro días matándonos sin piedad, cazándonos los unos a los otros y ahora ya se acabó? Esto no es un maldito juego. Los del Centro creen que sí y nos están cambiando las reglas como si no tuvieran repercusiones: Ahora hay menos ganadores, ahora no te damos puntos, ahora no puedes ganar por puntos. ¿¡Se están riendo de nosotros!? ¿¡Vamos a pasar de estar luchando a muerte a ahora irnos juntos en un tren de vuelta al Centro!? ¿¡No se supone que somos enemigos!? ¡Si no lo somos, ¿entonces por qué nos estuvimos matando en estos días?!
Se levantó y Ringo se regresó para ayudar a Terry quien, aunque estaba en pie, seguía débil por la herida que no era muy grave, pero sí requería atención. Entonces regresó a donde estaba el cuerpo de Alessandro y, mojando sus dedos en su sangre, se pintó dos líneas que bajaban desde su barbilla hasta el cuello y luego repitió las líneas en la frente antes de desenvainar su hacha y empezar a caminar hacia los demás, concretamente hacia Sierra.
—¡Vamos a acabar con esto de verdad! —al darse cuenta de que iba directamente hacia ella, aunque con paso lento, Sierra comenzó a dar algunos pasos hacia atrás— ¡No voy a tener piedad! ¡No voy a parar hasta que todos caigan muertos!
Completamente indefensa, Sierra sólo pudo intentar correr, pero esta vez fue alcanzada rápidamente por di Rigo, y en cuestión de segundos más sangre manchó el claro.
*** *** ***
SEGUNDA RONDA. Arena Nórdica (Vikingos y celtas)
Preston Princeton - 120 puntos
Alvar Gaudin, Alpha - 100 puntos [GANADOR]
Riccardo di Rigo - 70 puntos
Hocus Sesame - 60 puntos
Michael Watt, Mike - 40 puntos
Eos Dawn - 40 puntos
Terry Archibald - 25 puntos
Ringo Saturn - 15 puntos
Sierra Noor, Sierra - 15 puntos
Alessandro il Grande - 10 puntos [FALLECIDO → Asesinado por Eos Dawn]
Baron Oxford - 50 puntos [FALLECIDO → Asesinado por Preston Princeton]
Njord Snio - 25 puntos [FALLECIDO → Asesinado por Baron Oxford]
Rob Crusoe - 50 puntos [FALLECIDO → Muerte por hipotermia]
Davy Jones - 20 puntos [FALLECIDO → Asesinado por Michael Watt]
Orion Hunter - 20 puntos [FALLECIDO → Asesinado por Hocus Sesame]
Dawntavius Spectrum - 15 puntos [FALLECIDO → Asesinado por Rob Crusoe]
Beatriz Brown, Beta - 0 puntos [FALLECIDA → Asesinada por Preston Princeton]
Colby Columbia - 0 puntos [FALLECIDO → Asesinado por Beatriz Brown]
Erik Stephens, Eco - 10 puntos [FALLECIDO → Asesinado por Riccardo di Rigo]
Harkness Torchwood - 10 puntos [FALLECIDO → Asesinado por Eos Dawn]
Ryan Blake, X-Ray - 10 puntos [FALLECIDO → Asesinado por Colby Columbia y Preston Princeton]
Lucien Dark - 10 puntos [FALLECIDO → Asesinado por Baron Oxford]
Ethan Ziegler - 10 puntos [FALLECIDO → Asesinado por Riccardo di Rigo]
Perses Destroyer - 10 puntos [FALLECIDO → Asesinado por Hocus Sesame]
*** *** ***
Achis, achis, los mariachis. No hay palabras, esto se puso intenso. ¿Riccardo se ganó una piña o unas palmaditas en la espalda? ¿Qué opinan ustedes?
Pues aquí acaba oficialmente la arena nórdica, pero queda ver qué pasa con el ataque de única y diferente de Riccardo, y eso se verá el próximo capítulo que saldrá la próxima semana si todo sale bien.
De por sí el capítulo empezó fuertecito desde el principio y pasamos por escenas como la de Preston cumpliendo su venganza con un poco de cizaña metida por Hocus. Definitivamente este fue un capítulo potente.
Espero que les haya gustado incluso con toda esta revolución de por medio. Nos vemos pronto.
Atsushi~
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