[CAPÍTULO 13]
22/02/2022 | Arena Nórdica, Islas Izu, Japón.
Pasaron el resto del día ocultos, apenas se movieron, aprovecharon para comer parte de lo que habían cogido en la aldea, y nada más comenzar a anochecer salieron de las ruinas que habían adoptado como refugio por todas esas horas.
Tuvieron suficiente tiempo en silencio y sólo hablando en murmuros, para intentar procesar y asumir la pérdida de Lucien. No sería algo que olvidarían, mucho menos que consiguieran superar en poco tiempo, pero finalmente habían aceptado aquella dura realidad. Habían sembrado en ellos mismo las semillas del odio, habían recuperado el fuego de la ira que se había apagado tras todos esos meses sin contacto con la otra mitad de la Royal Academy.
Los dos estaban conscientes de lo que sucedía, de que debían mantener la cabeza aunque estuvieran cegados por el dolor y la venganza, pero aún así no iban a contener esta en absoluto. Su idea no era buscar y asesinar a Baron, no era su único objetivo. Su meta actual era seguir las absurdas reglas del juego y así conseguir volver a casa lo antes posible, salir de allí para poder restregarle al mundo entero la muerte de alguien inocente, del único miembro de la Royal Academy que murió con las manos completamente limpias de sangre.
Llevaban toda la noche caminando, buscando un mejor refugio, buscando presas o aliados. Y una presa pasó por delante de ellos. Por su actitud, sabían que estaba de cacería, que él también buscaba presas sin saber que se había vuelto una. Por eso ni siquiera dudaron en atacarlo.
Comprobaron que no tenía ningún arma de distancia, y entonces Colby salió de entre los árboles pretendiendo atacar al X-Ray mientras que Preston buscaba su espalda para poder apuñalarlo desde ahí.
Pero él se dio cuenta, y después de cubrirse del ataque de Columbia, se dio la espalda, y antes de que pudiera atacar a Preston, el pelirrojo llevó su hacha de arriba a abajo en un rápido movimiento que cortó desde el hombro del chico hasta parte de su espalda. No fue un corte inmediatamente mortal, pero sí lo dejó completamente sentenciado.
—Preston —le dio la orden una vez X-Ray cayó al suelo agonizando.
Le dio el golpe final con una puñalada directa en su corazón que lo mató al instante.
—Preston Princeton y Colby Columbia son beneficiados con 20 puntos divididos igualitariamente entre ambos por el asesinato de Ryan Blake.
—¿Sólo 20? —Preston miró a Columbia con decepción, mientras que este suspiró llevando su hacha de nuevo a su cinturón con fastidio.
—Para repartirlos a la mitad en enteros, y seguro que usan como excusa para la resta de puntos, que lo hicimos entre dos.
—Hijos de perra —Preston sacudió varias veces su daga antes de limpiarla con parte de su ropa para guardarla también.
—En ese caso vamos a buscarnos a otros dos, a ver si así también restan puntos —Preston miró a Colby sorprendido por un momento, pero pronto compartió una mirada de complicidad con él.
Se dirigirían al barranco donde ya sabían de la posición de Alpha y Beta, una pareja perfecta con la que acabar para recuperar puntos y poder incluso hacer algún pedido sin que se quedaran sin puntos, o simplemente escalar hacia la victoria anticipada.
Les tomó alrededor de media hora llegar hasta allá, pero siguieron manteniéndose al margen del bosque para no ser vistos fácilmente. Aún estaban a varios metros de la fortaleza que hacía de puente, pero el barranco estaba a pocos pasos de ellos ya.
—Debemos entrar juntos, ir cada uno por un lado no servirá de nada. Esta vez no podemos trabajar con nuestro sistema de... reencuentro —dijo con una pequeña risa Preston al observar el edificio.
—Aquí no tienes gas tóxico ni yo lanzallamas, como que entrar separados sería un poco suicidio —le dio la razón el mayor—. Además Beta destaca por sus trampas y Alpha por el cuerpo a cuerpo, nos pueden eliminar rápidamente si jugamos como ellos quieren.
—Sí, que ella nos atrape significa que automáticamente Alpha nos tiene en la mira. Lo tenemos difícil.
—Entonces lo haremos al revés. Ganarle a Alpha en un cuerpo a cuerpo en terreno bueno, y luego acabar con Beta sin importar las trampas, no es tan letal ella sola.
—Sí, eso haremos —asintió Preston—. Si nos separamos nos vemos aquí mismo, ¿sí?
Princeton usó una de sus dagas para así hacer una equis en la corteza de un árbol y luego encerrarla en un cuadrado. Se sabrían ubicar, pero ante cualquier duda del lugar exacto, aquella marca serviría.
—¿Nunca has rallado en un árbol una U una P y un corazoncito? —se burló Columbia en voz baja— Cualquiera puede confundirnos con esa marca, pero la que yo digo es muy única, ¿no crees?
Preston suspiró aunque en realidad también tuvo que contener la risa.
—La próxima vez hago esa marca, te lo prometo.
Ambos rieron en voz baja y retomaron su camino, seguirían por el interior del bosque para no ser vistos tan fácilmente. Pero cuando Colby sintió cómo su empeine rozaba una cuerda al intentar caminar, sólo miró a Preston y lo empujó al lado opuesto.
—¡Corre!
Los dos se alejaron cuanto antes y vieron cómo una red caía desde los árboles, pero acto seguido varias rocas cayeron sobre esta. Sintieron un escalofrío al saber que las trampas tan elaboradas que Beta había mostrado en los entrenamientos, no eran las más letales que sabía hacer.
—¡Ahí están! —escucharon la voz de la chica e inmediatamente siguieron corriendo aunque fuera in direcciones opuestas.
Colby esperaba encontrar la oportunidad para volver con Preston, pero al ver una sombra tratar de cortarle el paso, sólo intentó huir de aquel rival. No supo si sorprenderse o no al ver que se trataba de Oxford quien evidentemente ahora estaba aliado con la pareja.
Desde entonces sólo intentó huir de él sin retroceder para así llegar a donde lo esperaban los otros dos.
Pero Preston tuvo la mala suerte de ser el objetivo de la pareja. Al salir del bosque se encontró con Alpha quien intentó retenerlo al lanzar un hacha que pasó suficientemente lejos de él. Agradeció como nunca saber que el fuerte de Gaudin era el cuerpo a cuerpo. Aún así se apresuró para correr hacia el oeste, esperando adentrarse en el bosque para no tentar más a la puntería de Alpha, pero sin encontrarse con alguna trampa más de Beta o con su propia autora.
Beta intentó interceptarlo pero no lo logró, pero Alpha lo persiguió durante demasiado tiempo. Hubo un momento en el que ya no podía seguir corriendo, el aire frío le congelaba los pulmones al respirar cada vez más cansado en mitad de la carrera, sus piernas ya temblaban por los minutos incesables de huida. Ya se estaba acercando al final del barranco, al final de la isla en su lado oeste, y eso significaba que ya no podría correr hacia adelante, su única opción era regresar al sur de la isla rezando porque Alpha no lo acorralara desde ahí, pues la otra alternativa era el barranco y no lucía como una buena opción.
Se detuvo un momento para respirar cubriendo su nariz y boca con las mangas de la ropa para evitar que le entrara el aire helado con tanta violencia. Había dejado de escuchar a Alpha y eso lo asustaba, quizá estaba escondido, pues sabía que no se había rendido tan fácilmente. Por eso se acercó más hacia la orilla del barranco aún teniendo unos cinco metros de distancia hasta el borde, para poder analizar el panorama y decidir por dónde correr o intentar esconderse. Debía ser el mejor escondite si quería sobrevivir.
Pero al querer moverse para seguir corriendo, sólo sintió cómo se hundió en la nieve, y antes de intentar hacer fuerza para sacar su pierna de esta, notó cómo la zona donde estaba parado se desprendía de la pared y caía. No era una zona sólida como él creía, se trataba de nieve compacta que lo soportó unos segundos antes de desprenderse.
Al notar el vacío de la caída en sus entrañas, quiso mentalizarse para saber que el cielo nocturno sería lo último que vería antes de morir por la caída. Pero al notar el impacto al llegar al final y poder tener consciencia incluso después de este, supo que no había muerto.
Con la respiración agitada se movió lentamente comprobando que su cuerpo seguía entero, que no tenía nada lastimado. Más tarde supo que ese milagro era debido a que al estar en la zona más cercana al mar helado, la nieve se había acumulado ahí aún fresca y su caída fue completamente amortiguada. Incluso quedó hundido a varios centímetros de la superficie por la fuerza con la que cayó, pero estaba realmente agradecido.
Intentó salir de ahí, pero no podía sujetarse de la nieve como si fuera una superficie sólida, esta de desmoronaba conforme se apoyaba en ella. Antes de sucumbir a la desesperación por el shock que aún conservaba, intentó escarbar hasta obtener una especie de rampa con la que pudo salir, pero aún así el resto de la nieve se hundía ya en la superficie. Desde abajo podía ver la red que lo cubría, pero no pensó que esta se extendiera por tantos metros, anclándose a la nieve por las rocas que tenía en sus puntas.
La nieve compactada era parte de la trampa de Beta. Supo que el motivo por el que no le habían caído rocas encima, o Alpha no lo había matado ya, era que con toda esa nieve fresca, era imposible salir de debajo de la red antes de morir congelado.
Se sintió completamente atrapado. Aunque siguiera quitando nieve con las manos que tenía cada vez más rojas a pesar de que las cubría con las mangas e incluso las lamía de vez en cuando para darles calor, volvía a hundirse antes de llegar a la orilla de la red para salir.
Pero mucho más cercanos a la aldea, en una de las fortalezas del sur de la isla, otro grupo contaba con el calor del fuego que tanto envidiaría Preston en ese momento.
Mike Permanecía con Spectrum vigilando superficialmente mientras comían la carne que recién habían calentado. Pero Orion se mantenía al lado de Eos quien seguía acostado en una de las camas por obligación de su compañero.
—Vamos, come, por favor —le insistió llevando un pequeño pellizco de carne a su boca, incluso rozando sus labios. Pero cuando él movió la cabeza lentamente hacia el otro lado, Orion suspiró con preocupación—. Eos, por favor, necesitas comer.
—No, estoy bien —murmuró mirando la pared que tenía a su lado derecho.
—No estás bien —pero al ver cómo parecía seguir negándose, se dio por vencido tomando ahora uno de los vasos de madera que habían encontrado—. Por lo menos toma algo de agua, perdiste mucha sangre.
A esto no se negó, por eso mismo Orion lo tomó desde la espalda para elevar un poco su cuerpo y permitir que bebiera. Durante esos segundos escuchó cómo Eos aún se quejaba, cómo respiraba rápidamente sólo para contener sus lágrimas. Pero antes de dejarlo recostado de nuevo, él murmuró algo que llamó la atención de Orion.
—Aguamiel —consiguió entender, y tampoco pudo negarse.
Tomó otro de los vasos que ya estaba servido con la bebida que habían extraído de la jarra y le dejó que bebiera también. Aunque no fuera suficientemente fuerte, el alcohol del aguamiel conseguía distraer un poco a Eos, e incluso se había vuelto un efecto placebo con el que se había conseguido mantener desde que lo hirieron.
Mientras bebía lo vio derramar unas pocas lágrimas que fingió no haber visto y luego lo volvió a recostar sin conseguir que comiera. Pero vista la situación, volvió a insistir en algo a lo que Dawn llevaba negándose todo aquel tiempo.
—Eos, déjame revisarte. Lo único que hicimos fue detener la hemorragia, pero no sabemos qué tan profundo sea el corte, no te hemos desinfectado, a lo mejor necesitas incluso suturas, entiende que es necesario que te-
—No.
—Eos, puedes morir en un par de horas si eso se te infecta y no te atendemos. Deja que te revise.
—No —negó ahora con más desesperación llevando su brazo izquierdo hacia su pecho aunque este siguiera cubierto por las mantas hechas con piel de animal.
Pero entonces lo miró con decisión teniendo que hacer uso de aquel chantaje que no quería hacerle, pero ahora era por el propio bien del chico.
—¿Qué va a pensar Cronus si ve que te dejaste morir así sin más, si ni siquiera lo intentaste? Él estuvo grave y aún así hizo de todo por regresar, Tet y él no se rindieron en ningún momento sin importar lo difícil que estaba todo, ¿y tú vas a abandonar así a tu unidad? Si de verdad quieres que el Monte Olimpo sea respetado, hacer que el sacrificio que hizo Cronus en el Coliseum y por todos estos años haya valido la pena, no puedes demostrar que nos dejamos morir así de fácil, que no peleamos hasta el último momento.
Vio la mirada del chico que ahora se volvía más y más angustiada. Aquellas palabras habían desequilibrado la vaga decisión que había tomado.
—Eos, por favor... —suplicó al ver cómo ahora el llanto se volvía algo más explícito en el menor.
Lo miró fijamente casi que con miedo, y finalmente se atrevió a hablar en susurros y con la voz quebrada.
—No quiero que nadie vea —fue lo único que dijo.
Orion lo miró con lástima y llevó la mano hasta la que él había llevado a su pecho y la apretó con calidez para luego hablarle en voz baja.
—Nadie más va a ver, te lo prometo.
Finalmente él asintió y Orion le sonrió antes de agradecerle que se quisiera seguir esforzando aún con todo lo que estaba pasando.
Tomó el botiquín que se había agenciado desde que estaban en la aldea, y tras arrastrar la cama más cerca de la luz, le quitó la armadura y se lavó las manos como pudo para luego cubrir con una manta la parte superior del cuerpo de Eos dejando las cabezas de ambos ocultas también.
Retiró la camisa que llevaba todavía y terminó de romper el sujetador que ya había quedado bastante dañado por el ataque enemigo. Levantó un poco la manta para recibir más luz, pero aún así no vio que la herida se estuviera infectando, lo cual era un alivio.
—¿Está muy mal? —preguntó Eos ahora más bajo.
—Es algo profunda, pero no está infectada, tenemos suerte —entonces tomó algunos objetos del botiquín—. Aún así voy a desinfectar y luego suturarte, no podemos correr riesgos.
Él asintió y Orion comenzó con la dolorosa tarea de limpiar la herida.
Orion siempre sintió bastante conexión con Eos, se conocieron cuando eran pequeños en los reclutamientos obligatorios desde las afueras del país. Al principio siempre lo vio como una más de las niñas del grupo que estaban en la selección natural, y cuando sobrevivieron y comenzaron sus entrenamientos, le tocó verlo enfrentarse en un combate cuerpo a cuerpo con otro de sus compañeros. Y cuando él ganó y se dio la mano con su rival, este lo felicitó de la peor forma posible.
—Nada mal para ser una niña tan pequeña.
Aún recordaba la cara de Eos en ese momento, cómo le soltó la mano para golpearlo directamente en la cara y luego seguir hasta volverlo a tirar al suelo aún tratándose de un niño que le sacaba, al igual que él, dos años, y más de una cabeza.
—Mi padre me crio como a un niño, así que no te vuelvas a atrever a decir que soy una niña —fue lo primero que muchos le escucharon decir. Y después de ver el contexto en el que lo dijo, y cómo no se contuvo al volver a golpearlo, esa advertencia quedó grabada para todos.
Se hicieron amigos aunque los separaron pronto, y cuando se volvieron a ver, cuando Eos de graduó a los dieciséis años y fue transferido al Monte Olimpo, aunque su cuerpo ahora fuera aún más femenino y no fuera difícil de notarlo, él nunca pudo pensar en él como una mujer.
Más tarde vio cómo habían explotado aquella fiereza suya para entrenarlo como a uno de los mejores que serían enviados al Monte Olimpo. Lo habían convertido en una máquina de matar, en alguien que acataba órdenes sin dudarlo, casi sin consciencia propia
Poco después supo que los entrenadores del Centro encontraron rápidamente aquella forma de que su rendimiento aumentara, y esto era por medio de la ira, y luego encontraron la fuente de su ira que nunca se terminaba: humillar a la única persona que amaba, su padre de quien había sido separado. Cuando se dio cuenta de que estaba siendo manipulado y de que su padre no era nada de lo que decían, hallaron otra forma de explotar aquella ira: contradecir la advertencia que le dio a sus compañeros. Ahora la furia no era sólo por el honor de su padre quien siempre lo quiso como su hijo, sino que también era por su orgullo propio. Y para que esta mina nunca se acabara, no importaba si llevaban la intensidad al límite.
Lo que más lo traumó definitivamente fue cuando ya en su último año, lo llevaban a los cuarteles de los cadetes y lo dejaban atado en ropa interior como si fuera un espectáculo, y al no tener ninguna restricción, más de una vez abusaron de él. Por eso cuando entró al Monte Olimpo cerró su puerta con llave e incluso puso la mesita de noche contra la puerta, y cuando Cronus le dijo que no era necesaria tanta seguridad, no supo responderle, sólo se disculpó para luego seguir haciéndolo. Todos eran chicos en el Monte Olimpo, pero él era el único cuyo cuerpo no correspondía al género, y todos lo sabían por haberlo conocido desde niños o por comentario de otras personas.
Pero comenzó a confiar en Cronus cuando una vez él estaba duchándose y su capitán entró para también hacerlo, pero al ver cómo Eos cerró la llave inmediatamente y se cubrió para quedarse contra una esquina, inmediatamente Fourseasons se dio la vuelta disculpándose por no haber llamado a la puerta y diciendo que esperaría fuera. Cuando salió lo encontró en el pasillo y consiguió escuchar cómo le dijo a Pallas que no entrara todavía. Una mínima señal de respeto hacia su privacidad fue lo que lo capturó por completo, así de mermado había quedado.
Se convirtió en alguien sumamente leal a Cronus y lo admiraba en su totalidad. Incluso se integró al grupo participando en los pequeños eventos que hacían, supo que podía tener una vida más allá de su deber como militar obligado. Y Orion siempre quiso protegerlo, proteger las sonrisas que le veía esbozar en las reuniones, la confianza que había adquirido hasta abrazar a sus compañeros sin temor. Eos tenía miedo, miedo de volver a aquellos días donde su propio cuerpo era el combustible de su entrenamiento que lo había dejado casi desalmado de no ser por su nueva unidad.
Pudieron escuchar incluso unos gritos efímeros cuando Hunter desinfectó la herida antes de coserla, pero Mike y Spectrum ya se daban una idea de lo que estaba pasando, de que lo convenció de dejarse atender y por eso y alguna bonita escena les dieron cinco puntos a cada uno.
Nada más terminar la suturas y colocarle un vendaje que cubría la mitad de su pecho y parte de su brazo derecho, lo volvió a vestir con la camisa que traía y lo dejó cubierto con la piel pues después de aquel procedimiento que, aunque fuera por su bien, fue tremendamente doloroso, Eos se quedó dormido por fin.
Pero pocas horas después, incluso antes del amanecer, Mike entró encontrándose con Eos aún dormido y Orion a su lado vigilándolo con un sueño muy ligero.
—¿Cómo está? —preguntó Mike, quien había tomado el rol del líder del grupo, influenciado por la superioridad de su rango entre las unidades del Centro.
—Tuve que suturarlo, la herida es profunda —respondió Hunter al mirarlo.
Justo en ese momento, Dawn abrió los ojos y esto no pasó desapercibido para Watt.
—Dawn, ¿te puedes mover?
—Un poco —asintió mientras apretaba un poco la mano de Orion bajo las mantas.
—Bien —asintió el castaño—, entonces ve a cazar ya, no podemos seguir perdiendo el tiempo.
Aunque Eos asintió, desde que Cronus comenzó a tomarlo en cuenta como un individuo con deseos y pensamientos propios, cuando por primera vez en años le preguntó si quería hacer algo, y que si no quería no lo hiciera; cuando debía acatar una orden en contra de su voluntad como llevaba haciendo toda su vida, sentía una extraña punzada en el pecho.
Muy en el fondo quería que Cronus apareciera para decirle a quien lo estaba obligando, que no quería hacerlo. Como hizo en varios encuentros entre todas las unidades, donde a él lo mandaban a traer cosas por saber bien que no rechazaba nunca una orden. De hecho en el Coliseum muchos del Centro lo querían como aliado por aquel hecho, por ser como una máquina a quien sólo había que darle una orden. De hecho se decidió con quién se quedaría lanzando una moneda al aire donde Mike ganó la apuesta y se quedó con Dawn en su equipo.
—No puede, está muy débil, apenas puede caminar —reprochó Orion captando la atención de los tres. Spectrum y Mike lo miraron con desinterés mientras que Eos se aferró al agarre de sus manos por haber escuchado las palabras que lo defendían aunque no vinieran de su capitán.
—Pues si no puede caminar, no tardarán mucho en matarlo en estas condiciones. O empieza a recuperarse o es el siguiente en morir —respondió antes de irse hacia fuera de nuevo.
Eos agachó su mirada y, sabiendo que no podía negarse, se intentó levantar.
—Yo voy con él —dijo Orion.
—Como quieras —se encogió de hombros Mike.
Dawn lo miró a los ojos con tristeza, pero Hunter le acarició la mano aún arrodillado en el suelo.
—Tranquilo, iremos juntos, ¿sí?
Le ayudó a ponerse su armadura y le entregó la espada más ligera que había en la fortaleza para que la cargara con su único brazo sano. Su idea era que él se encargaría de la caza, pero le permitiría a Dawn dar los golpes finales para hacerlo ganar puntos, y quizá con mucha suerte, lograr sacarlo de allí antes de tiempo. Le donaría sus puntos si es que conseguían hacerlo mediante las insignias, lo daría todo por salvar a aquel chico que con tan sólo diecisiete años ya había perdido casi toda voluntad.
Lo tomó de la mano de nuevo y así bajaron las escaleras, pero en el primer escalón las piernas de Eos flaquearon y por poco se caía. Por eso Hunter optó por cargarlo hasta abajo y luego tomarlo del brazo sin apresurar el paso. Mike en cierto modo tenía razón: si no se recuperaba pronto iba a morir, y siendo quien menos puntos tenía, no sería fácil llegar a los cien para salir antes, así que sobrevivir hasta que acabara la ronda parecía la mejor opción, pero no podría hacerlo si seguía incapaz de moverse frente a un ataque o huida desesperada.
Con cada paso, recuperaba un poco más de fuerza, y antes de entrar en el bosque, llamó la atención de Orion.
—Orion.
—Dime. ¿Quieres descansar? ¿Necesitas que paremos? —pero él negó, sólo se fijó en la bolista que llevaba en su cinturón.
—¿Aún tienes comida?
—Claro, claro. Toma, come lo que necesites —le entregó la bolsita repleta con pequeños frutos que encontró en la fortaleza—. La carne se quedó allá, pero cuando regresemos la vuelvo a calentar para que comas, ¿sí?
—Gracias —con el brazo herido sostuvo la bolsa y con el otro se iba llevando los frutos a la boca mientras que Orion aún lo cuidaba para que mantuviera el equilibrio.
Desde la fortaleza, Mike y Spectrum entraron para descansar también y beber del hidromiel que aún había.
—¿Entonces no te importó mandarlo así como si nada? ¿Aunque Eos esté a punto de morirse? —preguntó Spectrum en un tono peculiar mientras rasgaba un poco de carne y la comía.
—No me importa sacrificar a unos cuantos del Monte Olimpo si así puedo volver. Tengo prioridades, ¿sabes? —respondió con indiferencia antes de beber.
—En serio a los de mayores rangos no les importamos los demás —siguió hablando con seguridad así como con una risa de por medio, aunque Mike no contestó—. Pero que sepas que a mí no me vas a poder utilizar así. Además, no son los peces más grandes de este océano.
Finalmente recibió una mirada de reojo por parte de Watt, y sonrió de lado al ver cómo consiguió su atención de esa forma.
—Ustedes creen que no lo sabemos, pero así como a los de la Unidad Luz y a los de la Sombra nos ven como inferiores igual que al Monte Olimpo, nosotros también sabemos cómo el Dragon Link, la Segunda Fase y la Unidad Imperial los tratan a ustedes.
—No te pases de listo, Spectrum.
—¿Yo? No es nada por lo que debas ofenderte, así funciona la jerarquía del Centro, ¿no? Mira sino a los Cha'ak, eran candidatos de la Unidad Imperial y acabaron en la Sombra, ustedes se burlan de eso porque es una humillación acabar en una unidad de bajo élite. Pero parece que no has escuchado lo que dicen los del Dragon Link de ustedes. Se creen los mejores con nosotros pero los de las unidades inferiores también sabemos lo que pasa arriba.
—Ustedes no lo saben realmente, no se les permite el acceso a esa información, así que no te creas mejor que yo.
—No me refiero a información militar —negó con una risa Spectrum antes de volver a comer un trozo de carne—. Me refiero a lo que pasa entre ustedes. Todos sabemos que Mehr y Beta se detestan a muerte, de cómo los de la Segunda Fase los destruyen en las reuniones sin que se puedan defender. Sabemos que el Zar tiene amenazado a Gamma... Y no sólo información desde arriba, aquí abajo también se rumorean cosas de ustedes. Sin ir más lejos, se cuestionan los motivos por los que estás saliendo con una de la Unidad Imperial.
—Cierra la boca, Spectrum, no hables de lo que no te importa.
—Tranquilo, chico, yo no invento los rumores —rio alzando las manos en señal de inocencia—. Sólo te aviso para sepas de lo que se habla en las unidades inferiores, para que sepas que también podemos hablar aquí abajo. Y el punto de todo esto es que no intentes usarme como a Eos, porque no te va a funcionar. Aquí dentro no eres mejor que yo, somos compañeros pero también podemos ser enemigos; pero creo que lo mejor es quedarse con los menores enemigos posibles, ¿no, Michael? —finalmente se levantó y pasó por delante de él antes de seguir caminando por la estancia.
El silencio de Mike era la forma en la que controlaba el enojo que estaba ardiendo en él. Spectrum estaba hablando aún sabiendo que el país entero estaba viéndolos, y cualquier cosa que Watt dijera para defenderse desesperadamente o no, podría no ser una muy buena opción. Incluso Spectrum sería castigado cuando regresara por lo que dijo.
Por eso apretó el vaso en su mano y miró al chico.
—Claro, por eso somos compañeros.
Spectrum sonrió con complicidad y recibió el vaso de Mike para dar un trago antes de volver a sentarse.
Por su parte, Eos y Orion finalmente dieron con el campamento de unas posibles presas. Harkness y Ringo acampaban cerca de unas ruinas, y su peor error había sido encender una fogata que atrajo a los enemigos por la luz.
Ambos estaban escondidos tras los árboles, sin hacer ruido, pero antes de que Orion le contara su idea sobre cómo sacarlo de ahí y hacerlo ganar puntos, Eos apretó la espada con su brazo izquierdo y fue directamente hacia Harkness quien fue completamente atravesado por el filo de esta.
Pero justo cuando quiso ir hacia Ringo para repetir la acción, Orion quiso salir de inmediato para ayudarlo, pero a los dos les sorprendió que Sierra saliera por otro lado directo hacia Saturn, pero al tener a Eos en medio, lo empujó sin miramientos, tocando justo su herida y consiguiendo que cayera de lleno al suelo.
—Harkness Torchwood es asesinado por Eos Dawn quien recibe una recompensa de 25 puntos.
Saturn aprovechó aquella oportunidad de choque entre sus enemigos, para escapar sabiendo que no tendría oportunidad en un tres contra uno, aunque realmente se tratara de cuatro ya que Eco seguía escondido.
—¡Eos! —se agachó a su lado y luego inmediatamente se fijó en Sierra— ¡Está herido, maldita sea, no lo toques!
—¿¡Qué hacen, malditos imbéciles!? ¡Eran nuestras presas! —les reclamó ella completamente enojada— Eco, que no se escape.
Él obedeció a su compañera y salió tras Ringo.
—Nosotros vinimos a cazarlos también, no es nuestro problema que fueran tan lentos.
Sierra gritó de furia incluso extrañando a Orion. Sabían que ella tenía un carácter fuerte, egocéntrico y que siempre se salía con la suya, pero no se esperaban una rabieta así en esas situaciones.
—¡Luego ajustaremos cuentas! —fue lo único que dijo antes de correr siguiendo a Eco.
El cadáver de Harkness estaba a unos escasos metros, pero Eos ya no pudo seguir sosteniendo su espada y esta quedó en el suelo mientras que Orion lo sostenía en sus brazos tratando de asegurarse de que su herida no se había abierto por el empujón.
Aunque no hubiera estado planeado así, ahora Eos tenía 25 puntos, eso lo colocaba en el primer puesto actual aunque no lo supieran. Pero temían que por aquel empujón que empeoró la herida, le volvieran a restar puntos. Por suerte no fue así.
Mientras tanto, Ringo seguía corriendo sin conseguir librarse por completo de Eco y Sierra quien iba más atrasada. El frío empeorado por la noche no es que ayudara mucho a seguir corriendo después de tanto tiempo, pero si se detenía definitivamente moriría.
Aún no procesaba la muerte de Harkness, aún no procesaba nada de lo que acababa de suceder, sólo siguió su instinto y salió corriendo para conseguir salvarse.
Al saber que ya no aguantaría mucho más, comenzó a buscar algún escondite, y una pequeña fortaleza semi-enterrada en la nieve fue su salvación. Se trataba de una estructura alargada y poco ancha, tampoco es que tuviera una gran altura, no tendría más de dos metros y medio de altura. Usando su hacha consiguió mover la puerta que estaba atascada, lo suficiente como para poder entrar. Al no haberse fijado en el desnivel, cayó al suelo nada más conseguir cerrar la puerta.
Aquella estructura que era simplemente una habitación rectangular estrecha y de unos seis metros de largo, con una pequeña torre en un extremo, debía su baja altura a que en su interior el suelo estaba a medio metro más abajo del terreno exterior.
Pero cuando Ringo vio cómo la luz de la torre estaba encendida, su corazón comenzó a latir con rapidez. Evidentemente sabían que ahora él estaba allí, no había hecho una entrada sigilosa. Aunque ahora que lo analizaba, aunque no hubiera nadie más ahí dentro, Eco ya lo tenía encerrado.
Sin atreverse a moverse, sólo sostuvo su hacha para evitar separarse de esta, y miró hacia la luz con miedo. Pero no fue hasta que vio la cabeza de alguien conocido asomarse hacia el pasillo, que no comenzó a calmarse.
—¿Saturn?
—Terry —recuperó el aliento al reconocerlo. Vio cómo le hizo una seña para que se acercara a él y así hizo, aunque también obedeció su señal de mantener el silencio.
—¿Estás bien? Tú y Harkness iban juntos, ¿cierto? —preguntó en un susurro a lo que Saturn asintió.
—Eco y Sierra me están persiguiendo. Siento haberlos atraído hasta aquí.
—Estaremos bien. Los superamos en número y tenemos un punto estratégico —asintió Archibald aún así tomando una espada y dejando su escudo a mano, para luego ir junto a Ringo a la zona del pasillo donde gracias a la rendija alargada que servía como mirador, observaron el exterior esperando ver a los dos chicos.
Y apenas pasaron unos segundos hasta que llegaron. Eco se detuvo mirando alrededor y evidentemente dio con que estaba escondido en la fortaleza.
—¡Esconderte no te va a servir de nada!
Saturn se puso alerta, sólo esperando el momento en el que él entrara o los viera a través de la rendija, pero Terry se veía mucho más tranquilo. Ni siquiera tuvo que hacer alguna señal, el propio grito de altanería de Eco avisó a Riccardo quien desde que vio a Saturn llegar, salió por la torre yéndose a esconder al bosque por si tenían que hacer alguna emboscada, y así fue.
Di Rigo llegó corriendo desde el lateral y derribó a Eco, sólo dejando unos segundos de forcejeo antes de que se levantara pero Eco no hizo lo mismo.
—Erik Stephens muere asesinado por Riccardo di Rigo quien se beneficia con los 25 puntos de su muerte.
Y nada más levantarse, vio a Sierra quien acababa de llegar por donde vino Eco. Se quedó paralizada al ver la escena de Riccardo levantarse mientras que la nieve se comenzaba a manchar de más y más sangre, pero al ver cómo di Rigo comenzó a ir hacia ella, se dio la vuelta para seguir huyendo ahora en dirección norte.
Ringo y Terry los perdieron de vista, pero tras unos segundos de aguantar la respiración, finalmente se sintieron ligeramente tranquilos.
—¿Riccardo estará bien? ¿Vamos con él? —preguntó Saturn al saber lo cercanos que eran ellos dos y seguro que Terry estaría muy preocupado, pero su respuesta lo sorprendió.
—Tranquilo, va a estar bien. Si no puede con ella, va a regresar. Además Sierra lleva corriendo ya un buen tiempo, Riccardo no, tiene ventaja.
Saturn asintió lentamente y se sentó en el suelo apenas notando cómo la adrenalina iba pasando.
—¿Llevan aquí toda la competencia?
—Sí, después de la aldea encontramos este refugio y la verdad es muy estratégico así que nos estamos aprovechando de este. De hecho hay un lector de insignias, ¿quieres revisar tus puntos?
Él asintió sabiendo que no perdería nada. Entonces Archibald lo llevó hasta la parte inferior de la torre, donde había una pieza de la pared que estaba hecha de bronce y en el centro tenía el mismo dibujo que el que ellos tenían en sus insignias pero en bajorrelieve, encajando así a la perfección con la pieza que ellos tenían. Ringo introdujo su insignia y a los pocos segundos se desplegó un panel que mostraba la lista de todos los competidores y sus puntos. Vieron cómo Eos escaló desde el último hasta el primer puesto, cómo Preston había perdido puntos justo como habían anunciado aunque ellos no supieran las circunstancias en las que había quedado, y varios otros cambios.
—Riccardo está primero, y con bastantes puntos, eh —mencionó al sorprenderse bastante.
—Sí. Ahora con Eco ya lleva dos muertes, inició con diez puntos por la ropa y ayer nos dieron diez puntos.
—A saber qué habrán hecho para ganarlos —bromeó Saturn antes de retirar su medalla para que así el panel luminoso desapareciera.
Terry le ofreció algo de comer y mantas por si quería taparse también, y después de unos cuantos minutos en los que Terry miraba por la rendija y Ringo comía, el moreno habló.
—¿Vamos a hacer algo con el cuerpo?
Terry lo miró y asintió lentamente. Entonces Saturn se levantó y tomó su hacha también para salir.
Estando tan cerca sería imposible que llegaran los trabajadores del Centro a llevarse el cuerpo de Eco, y con el paso del tiempo, aunque el frío cumpliera su parte, empezaría a descomponerse. Y más allá del olor o animales que pudiera atraer, pensaron en lo dramático que sería para sus familiares y compañeros recibir el cadáver ya en proceso de descomposición.
Salieron y se lo llevaron intentando ignorar toda la sangre que derramaba nada más moverlo, así lo llevaron hasta una zona más adentrada en el bosque y, por respeto, volvieron a cubrir su cuerpo con la nieve aunque ya desde el Centro y las retransmisiones supieran dónde lo habían enterrado.
En el camino de vuelta, aún atentos a cualquier movimiento por algún enemigo o Riccardo, Saturn se quedó pensando en Harkness. No lo conocía apenas, se hicieron más cercanos en el Ludus, se unieron aún más en esos dos días de competencia que llevaban juntos, pero aún así, por las circunstancias, no pudo hacer nada por él, no tuvo ni siquiera tiempo de reaccionar. Harkness seguramente había muerto sin saberlo, sin ser consciente de que su vida iba a acabar tras ser atacado, y tampoco pudo dejar alguna muestra de respeto hacia su cadáver.
Aquel silencio y pensamientos dedicados a Torchwood fueron lo más que él pudo hacer. Aunque no supo que Orion y Eos dejaron a Harkness cubierto con una de las mantas bajo un árbol como aquel último rastro de honor que tenían como humanos y miembros del Monte Olimpo. Ninguno de los cuatro hizo aquellos sencillos rituales por los míseros cinco puntos de recompensa que recibieron, es más, no se sentían merecedores de estos.
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SEGUNDA RONDA. Arena Nórdica (Vikingos y celtas)
Riccardo di Rigo - 70 puntos
Eos Dawn - 40 puntos
Colby Columbia - 35 puntos
Hocus Sesame - 35 puntos
Beatriz Brown, Beta - 25 puntos
Alvar Gaudin, Alpha - 25 puntos
Baron Oxford - 25 puntos
Terry Archibald - 25 puntos
Orion Hunter - 20 puntos
Ringo Saturn - 15 puntos
Preston Princeton - 15 puntos
Sierra Noor, Sierra - 15 puntos
Rob Crusoe - 15 puntos
Njord Snio - 15 puntos
Alessandro il Grande - 10 puntos
Davy Jones - 10 puntos
Michael Watt, Mike - 10 puntos
Dawntavius Spectrum - 10 puntos
Erik Stephens, Eco - 10 puntos [FALLECIDO → Asesinado por Riccardo di Rigo]
Harkness Torchwood - 10 puntos [FALLECIDO → Asesinado por Eos Dawn]
Ryan Blake, X-Ray - 10 puntos [FALLECIDO → Asesinado por Colby Columbia y Preston Princeton]
Lucien Dark - 10 puntos [FALLECIDO → Asesinado por Baron Oxford]
Ethan Ziegler - 10 puntos [FALLECIDO → Asesinado por Riccardo di Rigo]
Perses Destroyer - 10 puntos [FALLECIDO → Asesinado por Hocus Sesame]
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Y así se nos va otro capítulo de HELL, con un par de muertes, intriga por la integridad de Preston y carencias por la vida de Eos... Lo usual, ya saben.
Podemos dar por perdido lo de llevar un horario, pero sí que intentaré tener al menos una actualización por semana B)
Espero que les haya gustado y nos vemos en el siguiente capítulo para el que sólo puedo decirles... agárrense porque viene potente :^)
Nos vemos pronto~
Atsushi~
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