4.
No sabía que la felicidad era gastar mi efectivo en las tiendas departamentales de la calle 34. Compré todo lo que alguien como yo podría querer, ropa, accesorios, lo que brillara. Estaba maniaca. Tenía tantas cosas materiales ahora que ya no quería nada, llegué al punto en el que me dio asco. Ser tan feliz me dio asco. Y todo era gracias a Yoongi Min y lo que sea que le excitara. Sabía que me estaba descarrilando, pero era solo un momento de excitación que tendría. Pensé en sólo hacerlo esa vez para festejar mi próximo retiro. Un poco de descontrol no le hace mal a nadie, además necesitaba estas cosas.
La noche llegó. No vi a Yoongi en todo el día. Me envió un mensaje recordándome sobre el hielo, me pidió conseguir algo en las máquinas. Al parecer incluso los hoteles elegantes tienen máquinas de hielo. Según lo que dijo, necesitaba lo suficiente para llenar la tina. Supuse que quería enfriar algunas botellas que no cabían en el pequeño refrigerador o algo por el estilo. Así que llegué de paso antes de ir a la habitación. Tomé tres bolsas, no eran muy grandes, pero era lo más grande que había. No sería suficiente, pero podría hacer un viaje más o dos, ya ni siquiera sé cuánto me está pagando, caminar un par de metros con hielo no sería la gran cosa.
Entré a la habitación y escuché algunos ruidos, fui al baño, y ahí estaba Yoongi de rodillas frente a la tina. Había bolsas a su al rededor, era algo muy parecido a un desastre. Él estaba todo mojado de las rodillas pues estaba sentado en un charco posiblemente provocado por los hielos derretidos.
—Esperaba limpiar antes que llegaras.
—Aquí tengo un par de bolsas —le digo y me acerco a él. La tina es grande, lo suficiente para dos personas. No sé cómo mierda logremos llenar esto, o que es lo que trama.
Dejé mi abrigo en la mesa para ayudarlo e hice un par de viajes, él se mantuvo en la habitación mientras revisaba cosas de su maletín y tomaba un vaso de whiskey. Nunca había abierto su maletín antes.
—¿Ya está casi listo, Celine?
—Uhm —¿Cuándo se supone que debe estar listo? Ni puta idea—. ¿Puedes revisar? Yo pienso que se ve bien.
La tina iba por la mitad de hielo, un poco más tal vez. No pregunten cuánto me tomó porque no lo sé. Yoongi no se veía del todo satisfecho, pero lo aceptó de todas formas. Se acercó a la tina, y mi sorpresa fue verle abrir la llave del agua fría para llenar la bañera.
¿Qué se supone que quería? Lo miré con confusión incapaz de preguntar directamente si era lo que estaba pensando. Yoongi suspiró y caminó hacia mí.
—Desnúdate y métete en la bañera. En unos momentos te hablo —Dio un beso rápido en mi sien y me quedé unos momentos parada y confundida.
Caminé hasta la habitación donde él estaba sentado al lado de la ventana bebiendo whiskey, llamé su nombre, pero se mantenía despreocupado bebiendo su licor.
—Yoongi —Lo llamé una vez más—. No haré eso.
Terminó su vaso con calma, exhaló y lo dejó de lado.
—Si lo harás, querida.
—Lo siento, pero no.
Se levantó de la silla y di un paso atrás. Se acercó más hacia mí, ya no pude alejarme más de él porque choqué contra uno de los libreros que se encontraban en la habitación. Yoongi levantó ambos brazos a mi alrededor. Yo no tenía miedo, pero tampoco me sentía completamente segura. No sabía que iba a hacer, entonces mostró tres fajos de billetes frente a mi rostro. Probablemente mis ojos se iluminaron y por su sonrisa de satisfacción debió notarlo. Volteé y vi su maletín en la parte superior, ¿qué tanto dinero mantiene ahí? No pude decir que no. Me tenía enganchada como una droga y él lo sabía. Me regresé al baño y cerré el grifo, la bañera estaba casi llena. Me lo pensaba, pero terminé haciéndolo.
Me comencé a desnudar, saqué mis medias, mi vestido y finalmente mi ropa interior. Recogí mi cabello con una pinza y troné mi cuello. No me apetecía mucho meterme a una tina de agua helada en pleno invierno, pero lo haría por el dinero.
Mientras lo hacía, mi mente se intentaba concentrar, prepararse para el frío que venía. Enrosqué los dedos de los pies, y respiré profundo. Maldita sea. La piel de mi cuerpo se llenó de escalofríos, miré al techo tratando de aguantarlo, hasta finalmente me decidí a sentarme, en un intento de acortar la tortura y el dolor que mis articulaciones sentían. No estaba segura cuanto más aguantaría. Una vez más, ¿qué es lo que le excitaba de todo esto? Tal vez solo era un ser humano lleno de muchos fetiches y perversiones, le gusta intentar con todo un poco, un hombre tutifruti. Yo no veía la relación entre una cosa o la otra. No sabía qué le excitaba, solo pensaba ¿qué tenía que ver que estuviera helada con todo esto? ¿Por qué quería que me mantuviera quieta y callada mientras él podía hacer lo que quisiera con... mi cuerpo? Con mi cuerpo....
Mierda.
La comprensión fue más fría que el agua que me rodeaba. Volteé rápidamente a la puerta, estaba abierta. Yoongi Min no estaba ahí. No podía creer lo estúpida que había sido, con toda la evidencia frente a mí. Este tipo quería cogerse a una muerta y solo era cuestión de tiempo para que yo terminara así. Traté de calmarme, el frío no me dejaba pensar. Lo primero era salir de aquí, pero no podía hacerlo muy rápido, mis huesos dolían y no sabía dónde estaba, ¿qué si está en el balcón y puede verme? ¿qué si se daba cuenta? ¿o si hoy era la noche dónde me terminaba matando? Sentí escalofríos por todo mi cuerpo, no sabía si era mi estado alerta o el clima. Necesitaba mi abrigo. A quien mierda le importa el abrigo, necesitaba salir con vida. ¿Pero cómo lo hago? Mi ropa está mojada, no puedo salir desnuda por aquí. No me importa, pensé. Tengo que salir con mi vida. Caminé con mucho cuidado por el baño, había ropa por todas partes, a la izquierda estaban las toallas, tomé una para intentar cubrirme o mínimo secarme los pies y no resbalar. Vi una bata de baño y la tomé, por lo menos así no moriré de hipotermia al salir de aquí. Me asomé y él no estaba a la vista, tomé el dinero de la mesa, y mi bolso. En cuanto encuentre un lugar seguro llamaría a Nicole, quería llegar a casa y darle un abrazo.
Salí del baño. Mis pulmones dolían al respirar, sentía un dolor punzante en mi pecho y mis dedos apenas podían moverse, mis piernas comenzaron a temblar. No sabía con exactitud qué hacer.
La puerta del balcón estaba abierta, eso quería decir que él se encontraba ahí, probablemente fumando o aún tomando, eso no lo sé. Pero apenas puedo moverme, la brisa que entra me congela y no sé qué hacer. Vi su maletín y mi abrigo en el sofá, lo pensé por unos momentos, y tomé ambos con la mayor rapidez posible.
—¿A dónde vas?
Me quede inmóvil. Su voz venía de la puerta principal, no del balcón dónde yo creía que estaba. Ni siquiera quería voltear. Traté de mantener la calma, ¿pero que excusa podía decirle? No sé. Mi abrigo cubría su maletín, y sé que no se ha dado cuenta que me intento ir con su dinero. Respiré fuerte, sé que él notó el miedo en mi rostro pues no dejó de verme. Dio un paso hacia mí y por inercia yo dí un paso hacia atrás.
—Deberías estar en la bañera, bonita. No estás lo suficientemente helada.
—Sí, pero..., me dio frío.
Yoongi Min soltó una carcajada que resonó más fuerte en mi oídos que en la habitación.
—Claro, querida. Esa es la idea —Se acercó a mí y tomó mi rostro con su mano caliente—. Esto podría funcionar.
Quizá debí seguir el beso. Por lo menos unos momentos en lo que me daba tiempo de pensar en un plan para salir de ahí. Pero no lo hice.
—¡No! —exclamé apartándome y buscando retroceder hacia la puerta—. Solo, no.
Me negaba a continuar ser parte de esto, quería salir de aquí.
—Oh, querida —sonrió como el diablo—. Tú no tienes elección en esto —Su sonrisa se esfumó y una mirada siniestra apareció en su rostro.
El medio me invadió tanto como el frío. Busqué una oportunidad de escape. Le lancé lo que tenía en mi mano y busqué correr hacia el pasillo. Mi mano alcanzó la perilla de la puerta. Con un movimiento rápido la traté de abrir y correr al pasillo, quería alejarme de esa pesadilla.
Sin embargo, Yoongi fue más rápido de lo que esperaba. Me alcanzó y me agarró del brazo, haciéndome girar a él con fuerza.
—No puedes escapar de mí, Celine. Eres mía —susurró en mi rostro.
Forcejé mientras luchaba por liberarme, pero él era más fuerte. Me empujó contra la pared, dejándome sin aire. Su rostro rabioso estaba tan cerca del mío que podía sentir su aliento caliente en mi piel.
—¿Por qué hiciste esto, Celine? —Su agarre se apretó aún más alrededor de mi brazo, amenazando con dejar marcas—. ¿¡Por qué!? —Su semblante cambió. Cualqueir rastro de tranquilidad o serenidad, se esfumó.
—Yoongi, por favor. Déjame ir.
Su cuerpo me aprisionó contra la pared, su pierna estaba entre las mías evitando que pudiera moverme mucho.
—Maldita sea, Celine —no dejaba de repetir—. ¡Maldita seas! —gritó tan fuerte que pude sentir su saliva en mi cara. Parecía que tenía un demonio frente a mí enfurecido y.... dolido.
—Yoongi —traté de decir. Pero su mano apretó mi cuello, comencé a quedarme sin aire —Yoo-yoongi —Comencé a moverme en un intento de zafarme, pero su agarre era cada vez más fuerte—. Por... favor.
Las venas de su frente se comenzaban a saltar por la fuerza que aplicaba, pero también había lágrimas en su rostro y sus ojos rojos saltaban viéndome como un psicópata.
Estaba desesperada, traté de golpearlo. Lo arañé, le encajé las uñas en el rostro, pero no lo podía alejar de mí. El aire se escapaba de mis pulmones. Luché y luché desesperadamente por sobrevivir.
Pero no lo hice.
El peso muerto de mi cuerpo cayó a sus pies cuando la última bocanada de aire abandonó mis pulmones.
Ahora estoy helada.
El da un suspiro, pero no está aliviado. Su rostro está tan pálido que hace ver bronceado su tono de piel habitual. Los músculos de su rostro están tensos y su mirada perdida evidencia una desconexión inmediata. Pero no es la primera vez que hace algo así. Cada inhalación era agitada y puedo notar un ligero temblor en sus manos.
Su pulso, normalmente contante y firme, ahora era rápido y débil. Como un leve palpitar en su muñeca. Su presión arterial descendido. Su semblante refleja confusión y desorientación. Sus ojos están perdidos, incapaces de enforcarse adecuadamente en su entorno, en lo que acaba de hacer. Sus piernas flaquean y cae de rodillas ante mi cuerpo inerte. Me ve, con los ojos abiertos, asustada aún. Veo como el horror busca asomarse en su rostro, pero como un interruptor, se detiene. Está en blanco.
Está envuelto en una emoción desconocida para él, nerviosismo, tal vez. Comienza a reír de forma descontrolada. Una risa desquiciada. Era un estadillo repentino que se escapa de sus labios sin él poder contenerlo o controlarlo. Su risa se intensifica, se vuele más aguda y desgarradora, como si estuviera luchando por liberarse de algo, de él mismo.
Mientras ríe, su cuerpo se mueve de manera convulsa, como si estuviera poseído por una fuerza invisible. Sus manos tiemblan sin control y sus piernas parecen incapaces de mantenerlo estaba. Su mente se ha desconectado de la realidad y su risa es la única respuesta ante las emociones que lo embriagan.
Entonces se detiene. Se queda en silencio por un momento. No aparta su vista de mi cuerpo. Resopla y se levanta.
TW: Necrofilia.
Yoongi toma mi cuerpo y lo acomoda sobre la cama. Posiciona mis manos al lado de mi cuerpo como si estas fueran a caerse. No puedo hacer nada. Mientras acomoda mi cabello, canta una canción de cuna en un idioma que no reconozco. Entonces, comienza a acariciar mi cuerpo desde el cuello, pasa por mis pechos, mi abdomen y mi clítoris que no siente nada, pero él, él está teniendo el momento de su vida después de quitarme la mía.
Acerca su rostro al mío y yo quisiera poder moverme, poder gritar, pero no me serviría de nada. Debí escapar cuando pude. No debí venir. Pero es tarde. Ahora, Yoongi besa mi cuello y mis labios morados.
—Lo siento, mi niña —dice suave, como si no fuera él—. No era el tiempo —susurra.
Se pone encima de mi cuerpo. Toca mi piel grisácea y al mismo tiempo su miembro erecto. Comienza a masturbarlo en mis pechos. Acto seguido, me embiste. No puedo moverme. Estoy callada y en silencio. Inmóvil mientras él se viene una y otra vez con mi cuerpo helado.
Días después, mi cuerpo es encontrado en una playa a unas horas de aquí. Las olas me llevaron a la horilla de un puerto pescador donde dos niños que no debían estar ahí me encuentran. Mi abrigo blanco de mink es lo único que cubre mi desnudez. Pero estoy helada, muerta.
Ahora soy una más en las noticias. Una cifra cualquiera. Nicole me llora, pero a nadie más le importa. "Era una puta más". Y Yoongi Min mira mi casa por afuera. Se deshace de cualquier cosa que pueda ligarlo a mí. Y ahora hace su vida tranquila con su esposa y familia. Frecuentando hoteles de lujo y moteles de mala muerte, sobornando mujeres, sobornando niñas. Dejándolas heladas.
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