╋ 7 ╋ Conversaciones Necesarias
╋ 7 ╋
—Mamá, ¿estás segura de esto?— pregunté, al estar de pie frente a la puerta principal de Los Steins.
Mamá acomodó su suéter y su cabello detrás de sus orejas, luciendo determinada. Suspiré, sabía que la situación sería muy incomoda. La Sra. Stein abrió la puerta, sonriendo en sorpresa al vernos. Estaba en jeans y un franela azul que resaltaba el color de su piel. Su cabello rubio estaba en una moño alto que revelaba lo bonito que era su cuello. Qué señora tan atractiva.
—¡Vecinas!— ella dio un paso afuera y abrazó a mi madre ligeramente. Hice una mueca ante la expresión incomoda en la cara de mi madre. Cuando la Sra. Stein se separó de ella, se hizo a un lado, —Pasen, estábamos a punto de desayunar, tenemos suficiente comida para ustedes.
Mi madre y yo compartimos una mirada. Mamá se aclaró la garganta.
—No, de hecho, solo vinimos a—
—Oh vamos, Lilia.— la Sra. Stein la tomó de la mano, jalándola dentro de la casa. No me quedó de otra que seguirlas.
Llegamos a la cocina que ya yo conocía, y en la mesa del comedor estaba la familia Stein. Kaia estaba de pie, sirviendo algunos platos con la ayuda de Frey. Evité la mirada de Frey a toda costa porque aún tenía su chaqueta, no había forma de traerla para devolvérsela con mi madre a mi lado, ella no sabía que mis interacciones con los Stein. El Sr. Stein estaba a la cabeza de la mesa en un traje negro de corbata azul muy elegante. Supuse que iba a trabajar, ¿A caso ya tenia un trabajo aquí? Quizás en la ciudad. Heist no estaba por ninguna parte.
—Familia, tenemos visita para desayunar. Por fin, Lilia ha venido a visitarnos.— la Sra. Stein aplaudió por un segundo, —Tomen asiento, Kaia ha preparado un delicioso menú para hoy.
El Sr. Stein nos sonrió abiertamente, señalando la mesa.
—Vamos, tomen asiento.— en la luz del día, podía ver claramente el negro de sus ojos. Tenía un par de ojos negros muy profundos.
Eso me hizo recordar mi clase de biología en la preparatoria, las leyes de Mendel, la genética, siempre pensé que el color negro de ojos era dominante sobre los ojos claros. Entonces, ¿Por qué ninguno de sus hijos tenía ojos negros? Bueno, Frey y Kaia habían sacado su cabello negro, eso era algo. La genética no era exacta todo el tiempo. Mamá y yo nos sentamos. Yo quedé a un lado del Sr. Stein y mamá a mi otro lado. Kaia nos sirvió un plato y nos dijo que podíamos escoger lo que quisiéramos comer de la mesa: Había huevos revueltos, frutas, panquecas, waffles, yogurt, leche y cereal, y un montón de cosas. Esta familia sí que tenía variedad a la hora de comer. Kaia y Frey se sentaron al otro lado de la mesa y la Sra. Stein al otro lado del Sr. Stein, justo frente a mi ya que él estaba a la cabeza de la mesa.
—Bueno, Lilia,— la Sra. Stein comenzó, —Ya que has venido, ¿te gustaría bendecir esta comida?
Eso tomó por sorpresa a mi madre pero ella lo hizo, y los Steins cerraron sus ojos respetuosamente. No sabía porque me parecía tan extraño. Ellos nunca me dieron la vibra de ser religiosos, en especial, después de los numeritos que habían hecho en el cementerio y en otros lugar del pueblo.
¿Por qué el cambio?
Al terminar la oración, todos comenzamos a comer en silencio. Pude sentir ojos sobre mí y cuando levanté la vista, me encontré con la mirada azulada y fría de Frey. Escuchamos pasos y en la puerta de la cocina, apareció Heist. Su cabello rubio hecho un desastre, su rostro aún ligeramente hinchado, era obvio que se acababa de levantar. Tenía puesta una pijama gris de pantalones largos y camisa con mangas.
—Heist.— su madre reprochó, —Tenemos visita, ¿qué son esas fachas?
Heist nos vio, sus ojos quedándose sobre mi.
—Buenos días, Sra. Fleming,— dijo cordialmente, —Buenos días, Leigh. Mis disculpas, no sabía que estaban aquí, iré a cambiarme.
Y con eso volvió por el pasillo que se había ido. La Sra. Stein conversó con mi madre animadamente. Heist volvió con unos jeans, peinado y una camisa negra abotonada. Él se sentó al lado de Kaia. La luz del sol mañanero colándose por la ventana sobre su piel le hacía lucir muy bien. Ya estábamos por terminar de comer cuando escuchamos la puerta principal, alguien entró a la casa, sus pasos pesados dirigiéndose a la cocina. Arrugué mis cejas porque según mis cálculos, la familia completa estaba aquí, ¿quién podría ser?
El silencio reinó en la mesa a la expectativa. Kaia y Frey compartieron una mirada al igual que él Señor y la señora Stein. Heist era el único que seguía comiendo como si nada. Mantuve mis ojos sobre la entrada de la cocina, los pasos acercándose. Un señor alto de un cabello negro peinado hacia atrás entró, llevaba puesto un uniforme negro y encima del mismo un chaleco negro antibalas con unas botas altas oscuras militares que llegaban hasta casi sus rodillas, un arma negra descansaba en una funda en su cadera ¿Policia? Lucía como algo de más rango y mucho más sofisticado que los policías del pueblo. Su rostro era rudo y definido pero sin duda, muy atractivo, mucho más que el Sr. Stein. Sus ojos grises tenían un aire helado al igual que su expresión. Mis ojos cayeron sobre Heist por un segundo, con la excepción del color de cabello, ¿era mi imaginación o había cierto parecido entre ellos?
Deja de imaginar cosas, Leigh.
Mi madre se tensó y se puso seria al verlo. Algo me decía que este señor tenía que ver con la razón por la que vinimos a esta casa.
—Oh,— la Sra. Stein se puso de pie, —no sabía que llegarías tan temprano, tenemos visita. Estas son Leigh y Lilia, nuestras vecinas.— ella nos miró, —Él es Peerce Stein.
¿Stein? ¿Era... hermano del Sr. Stein o algo así?
El señor de ojos grises nos ojeó a mi y a mi madre, asintiendo en forma de saludo. Su frialdad me recordaba a Frey.
¿Por qué tenía este señor tanto parecido a los hijos de los Stein?
El señor procedió a quitarse el chaleco antibalas y lo puso sobre el mesón, sacó su arma de su funda antes de guardarla en una gaveta para irse a lavar las manos en el lavaplatos.
Kaia se puso de pie, siguiéndolo y abrazándolo desde atrás.
—Te hemos extrañado, papá.
Me ahogué con un pedazo de panqueca. Mamá me pasó un vaso de agua mientras Heist me daba una mirada divertida, masticando su comida.
¿Papá? Ya me perdí.
Tragando un largo sorbo de agua, puse el vaso sobre la mesa. El señor de ojos grises se giró, secó sus manos y acarició el cabello de Kaia, su semblante inexpresivo suavizándose.
—Vamos a comer.— su voz era firme y directa.
El señor se sentó al otro lado de la mesa, frente al señor Stein, era como si ambos fuera la cabeza de esta familia.
Y yo estaba muy confundida.
Cuando terminamos de comer, Kaia y Frey se levantaron a recoger todo con la ayuda del Sr. Stein. Dejándonos en la mesa a mamá y a mi, con el señor de ojos grises, la Sra. Stein y Heist.
—Lilia,— la Sra. Stein comenzó en un tono muy suave, —se porque estas aquí, estoy consciente de que lo que presenciaste el otro día pudo causarte una sorpresa increíble.
Mi madre no dijo nada.
—No pido que lo entiendas porque en estos días he comprendido muchas cosas de esta comunidad de las cuales no tenía ni idea. No es mi intención faltarles el respeto o incomodarlos en lo absoluto. Queremos adaptarnos a su comunidad con la mayor facilidad posible.
—¿De verdad? Creo que sus acciones desde que llegaron han dicho lo contrario.— mi madre ya había dejado la mascara de amabilidad a un lado.
— Lo se y nos disculpamos por eso.— dijo con una sonrisa triste, —estamos aprendiendo, Lilia.
—Para ser honesta, no entiendo lo que pasa en esta familia, Sra. Stein.
—Eso es compresible, solo quiero que sepa que aunque para mis esposos y para mi ya no haya vuelta atrás, tenemos la esperanza de que nuestros hijos puedan ser miembros de esta comunidad. Los jóvenes aún son moldeables, ¿no?
Espera, dijo ¿Esposos?
Mis ojos viajaron a la mano del señor ojos grises, el anillo de matrimonio ahí en su dedo, ¿Esta señora estaba casada con ambos? ¿Qué? ¿Era eso posible?
—¿Quiere que sus hijos formen parte de la iglesia?— preguntó mi madre, dudosa.
—Si, creo que Leigh puede ayudarlos a integrarse. He escuchado que es una miembro ejemplar.
Heist disimuló una sonrisa.
—Lo es, mi Leigh pronto será la líder del grupo de jóvenes en la iglesia.
La Sra. Stein estiró su mano sobre la mesa para tomar la mía.
—Felicidades, Leigh, espero que puedas ser de mucha ayuda para mis hijos. Claro, si eso no es mucha molestia para ti, Lilia.
—La verdad estaba muy enojada después de esa escena,— mi madre compartió una mirada con el señor de ojos grises, —pero el Altísimo siempre nos ha enseñado a tener esperanzas en la salvación y el hecho de que usted quiera ayudar a sus hijos en un comienzo.
—Oh Lilia,— la Sra. Stein apretó sus labios luciendo conmovida, —muchas gracias por tu compresión y por no cerrarte a nosotros, se que no es fácil para ti. Y no te preocupes, nos aseguraremos de que nunca tengas que presenciar algo así.
Olvidé hasta parpadear, sentí ojos sobre mí y le eché un vistazo a Heist quien estaba masticando su comida, la diversión clara en sus ojos y en lo curveado que estaban sus labios al disimular una sonrisa.
Sabía que estaba disfrutando mi reacción.
Lo que más me sorprendía era la tranquilidad con la que mamá se estaba tomando todo. En esta familia había dos esposos para una sola esposa, ¿Cómo funcionaba eso? ¿Y entonces, de quién era hijo Heist? ¿Y Frey? ¿Y Kaia? Ellos tenían que saberlo, ¿no?
Mi cerebro procesaba todo con mucha lentitud, mis dedos acariciando el tenedor en mi mano, mi comida fría en mi plato. Tenía tantas preguntas pero jamás abriría mi boca delante de todos.
—¿Leigh?
La voz de mi madre me trajo a la realidad.
—Hablaré un momento a solas con la Sra. Stein, ya vuelvo.
La Sra. Stein se levantó y guió a mi madre por uno de los pasillos al lado de la cocina. Me quedé sola en la mesa con la familia, comiendo sigilosamente, pero el silencio era tan asfixiante que podía escuchar el sonido de mis dientes masticando la comida. Evité la mirada de Heist a toda costa pero causó que mirara al señor de ojos grises al final de la mesa. Él comía con tranquilidad como si yo no estuviera ahí. Su aura es mucho más fría que la de Frey y Frey es ártico.
En unos cuantos minutos cuando mi madre volvió, su semblante se había relajado un poco.
—¿Ya has terminado?— me preguntó, ojeando mi plato. Sabía que lo que esa pregunta significaba, mi madre quería irse.
Asentí.
—Muchas gracias por el desayuno, estaba delicioso pero debemos irnos a comenzar nuestro día.
—Oh, se van tan rápido,— la Sra. Stein dijo amablemente, —las acompañaré a la puerta.
Seguí a mi madre y a la Sra. Stein a la puerta, dandole un último vistazo a la familia que dejaba atrás en esa mesa. Al salir, la Sra. Stein le dio un abrazo a mi madre.
—Muchas gracias, Lilia, yo se que no es fácil para ti todo esto y agradezco que aceptes ayudar con mis hijos.
—Los jóvenes son la esperanza del futuro.— le respondió mi madre con una sonrisa de boca cerrada.
—Así es.— la Sra. Stein se despidió con la mano mientras nos alejábamos de su puerta.
#
De vuelta a la casa, no pude evitar abrir mi boca.
—Mamá, ¿Qué es lo que pasa en esa casa?
—No se que clase de cultura libertina tenían en Alemania pero esa señora tiene múltiples esposos.
—¿Múltiples? ¿No son dos?
Mi madre meneó la cabeza.
—Son tres pero al parecer el tercero está de viaje.
¿Tres esposos? Entonces...
—Sus hijos...
—Ella dice que son hijos de los tres, nunca se han hecho pruebas de paternidad ni nada por el estilo, los tres son sus padres para ellos.
Oh.
Mi madre se detuvo al llegar a la acera junto a la calle y puso ambas manos sobre mis hombros.
—Solo he querido que sepas esto para te des cuenta de como es esa familia, Leigh. Sin embargo, los pecados de sus padres no quiere decir que sus hijos no tengan salvación y necesito que ayudes con eso, ¿de acuerdo? Como líder de los jóvenes, puedes guiarlos al bien. Recuerda las palabras en nuestro libro sagrado, todos tenemos la capacidad de ser luz o oscuridad en este mundo.
—Qué así sea.— dije honestamente.
Mi madre besó mi frente.
—Qué así sea.— me sonrió al separarse de mi y caminar a nuestra casa.
Para nuestra sorpresa, en las escaleras de nuestro porche estaba sentado Carter.
—Sra. Fleming,— él me miró, —Leigh.
—Oh, Carter.— mi madre le sonrió, envolviéndolo en un abrazo, —Qué el Altísimo este contigo.
—Qué así sea.— Carter le dijo al separarse de ella. Mi madre había visto a crecer a básicamente todos los jóvenes de nuestra iglesia.
—Qué alegría tu visita, ¿Te gustaría una taza de té?— Carter asintió y nos adentramos en la casa.
La última vez que Carter estuvo en mi casa fue hace unos meses cuando nuestro líder lo trajo para una cena de luz, llamábamos así a la cena en la que la familia líder de nuestra religión asistía en nuestros hogares. La familia de lideres asistía a una cena en casas diferentes de los miembros de la iglesia dos veces por semana para bendecirlas y también para socializar con los creyentes fuera de la iglesia.
En nuestra sala, Carter tomó un sorbo de su té. Mi corazón no dejaba de latir desesperado, estaba tan nerviosa. Carter se veía tan lindo con su camisa azul, abotonada hasta su cuello y sus pantalones elegantes. Su cabello estaba peinado hacia atrás, revelando su rostro por completo.
—¿Qué te ha traído por aquí, Carter?
Carter puso su taza de té sobre la mesa entre nosotros y me dio una mirada rápida.
—He venido a pedirle que me deje cortejar a Leigh.
Tragué grueso y el rostro de mi madre se estiró en sorpresa.
—Se que aún estamos jóvenes pero Leigh cumplirá dieciocho pronto, y honestamente, ella me ha interesado desde hace más de un año, Sra. Fleming.
Mi madre se quedó callada por unos segundos. Sabía que estaba escogiendo sus palabras con cuidado, incluso si iba a decirle que no, tenía que hacerlo de la manera más respetuosa, rechazar a un miembro de la familia de nuestro líder podía ser un insulto si no se hacía de buena manera.
—Carter, me has tomado por sorpresa.
Mi madre admitió.
—Lo se, Sra. Fleming, pero usted me ha visto crecer y conoce mi dedicación a nuestra religión, quiero pensar que soy digno de su consideración para Leigh.
—Oh, por supuesto que eres más que digno, Carter, eso no lo dudo,— mi madre aclaró, —es solo que Leigh es mi única hija así que no es fácil para mi.
—Lo entiendo perfectamente y no quiero que piense que creo que merezco una aceptación por ser parte de la familia líder, aceptaré y respetaré su decisión sin peros, Sra. Fleming.
Mi madre suspiró y se giró hacia mi.
—¿Leigh?
Sabía que ella estaba consultando si esto era que algo que yo quería, ella no sabía que Carter ya lo había hablado conmigo.
Bajé la cabeza, sonrojándome.
—Mis sentimientos son los mismos que los de Carter, mamá. Él siempre me ha interesado.
Silencio.
Tan abrumador que podía escuchar las manillas del reloj gigante de madera a un lado de la sala.
—Bien,— mi madre soltó un largo suspiro, —Tienes mi aprobación, Carter.
Apreté mis labios, aguantando una sonrisa.
Así fue como Carter consiguió permiso para invitarme en nuestra primera cita que sería el domingo después de la iglesia. Lo acompañé a la puerta, y nos quedamos en el porche, ambos sonriendo como tontos nerviosos.
—Te veré el domingo.— me dijo, ese brillo en sus ojos cafés tan bonitos.
—De acuerdo.
Carter se dio la vuelta y se fue, echándome un vistazo por encima del hombro de vez en cuando para sonreírme. Me despedí con la mano hasta que lo vi desaparecer calle abajo.
Capté movimiento con el rabillo de mi ojo, del lado del frente de los Steins y giré mi cabeza para mirar: Heist. Él estaba de pie, observándome divertido, sus manos en los bolsillos de sus pantalones. Él me sonrió antes de girarse y volver a su casa, y fue cuando recordé que los Stein irían conmigo a la iglesia el domingo.
Ah, no.
Tenía que encontrar una forma de deshacerme de ellos después de que terminaran las actividades la iglesia para poder ir a mi primera cita con Carter.
Ya me las arreglaría para hacer eso aunque algo me decía que deshacerme de Heist no era algo fácil de hacer.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro