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[45] ╋ Betäubte mein herz ╋

HEIST

—¿Me estás escuchando, Heist?

No.

—Claro.

Mi madre hizo una mueca y compartió una mirada con Mayne. Me habían llamado al estudio apenas llegue de la cabaña después de liberar a Leigh. La imagen del horror en la expresión de Leigh cuando se dio cuenta de que yo sabía su oscuro secreto aún estaba intacta en mi mente. Muchas cosas tenían sentido ahora. Recordé aquella conversación con Natalia la primera vez que Natalia estuvo en mi cama.

—Pasaron algunas... cosas... con Leigh y con...— ella pausó, y el tono de su voz me revelaba que algo doloroso para ella había pasado, —su papá. 

—¿Qué paso?

—Thomas no es el esposo perfecto que todos creen.

Eso ya lo sé, Natalia, necesito algo más.

—No puedo contarte algo que le pasó a Leigh hace casi un año porque no tengo derecho de compartir eso, solo puedo decirte que fue algo extremamente fuerte y que después de eso, Thomas... estaba muy desolado, y yo siempre estaba en casa para apoyar a Leigh... y no sé... una cosa llevó a la otra, y...— pude ver la vergüenza en sus ojos, —me acosté con él.

Eso no me lo esperaba.

Interesante.

Muy interesante.

Necesitaba saber quien más sabía de eso.

—¿Y Leigh sabe eso? ¿Se dio cuenta?

Natalia me miró, sus ojos entrecerrándose.

—¿Por qué tan interesado en ella?

—Ella dijo que eran amigas cuando vinieron a la casa la otra noche, ¿mintió?

Natalia descansó la mirada, su actitud defensiva decayendo. No le gustaba que mencionara a otras chicas. Si supiera que yo jamás sería solo de ella.

—Leigh no sabe nada, no pude contárselo, ella es... en ese momento, ella estaba pasando por algo y no creía que pudiera manejarlo así que simplemente me alejé.

Vamos, Natalia, necesito un poco más que eso.

—¿Estaba pasando por algo?

—Lo siento, es algo privado, no soy quien para contarlo.

Fingí una sonrisa comprensiva.

—No te preocupes.

Esa noche supe la razón por la que Natalia se alejó de Leigh.

—Aunque ya no tenga el valor de estar a su lado, Leigh es alguien muy especial para mí. La única manera de mantenerla alejada de mí es siendo cruel con ella porque no quiero manchar su reputación— ella pausó antes de agregar, —ni herirla así, ella ya lo estaba pasando lo suficientemente mal como para que yo le agregará algo más.

Lo que más me sorprendió fue lo que Natalia me dijo después:

—Eso no es todo, luego me enteré que Jessie también se acostó con él. Él tiene algo... no sé como explicarlo, es... no lo entenderías, además, de que es muy bueno... en eso. 

Dos jovencitas follandose a un señor que podría ser su padre. Bueno, por lo menos, ellas tenían la edad de consentimiento y por lo que me contaba Natalia no había sido forzado para nada. Ellas habían querido y de hecho, había sido él, el que había acabado con ambas relaciones clandestinas. Me causaba tanta gracia ver como todos fingían que los Fleming eran una familia ejemplar. Leigh tenía su oscuridad, su padre negocios ilegales y relaciones con jovencitas y la señora Fleming era un fantasma en esa casa. Comparados con ellos, mi familia era un puto carnaval de colores.

Suspiré al volver a este estudio, a mis padres frente a mí.

—Nada de salir sin informar a donde vas,— mi madre ordenó con dureza, —entrega las llaves de tu auto.

Saqué las llaves de mi bolsillo y las puse encima de mi escritorio.

—¿Algo más?

—Mañana iremos a ver a los Fleming— me tensé, —les contaremos lo felices que estamos de que su hija haya aparecido sana y salva, claro, cuando todo el pueblo se entere y se riegue la noticia de que apareció, no antes.

Chasqueé la lengua.

—¿Quieres que vaya, me comporte y estreche la mano del hombre que asesinó a tía Jazmine?— pregunté con incredulidad.

La expresión de mi madre se endureció pero fue mi padre el que habló.

—Déjanos solos, Mila — la frialdad en su voz no pasó desapercibida. Mi madre lo ojeó por unos segundos antes de salir del estudio. Me quedé ahí de pie frente al escritorio con mi padre al otro lado. Sus ojos de diferentes colores me observaron por unos momentos que se sintieron eternos y como siempre pude ver lo mucho que Hayden se parecía a él.

—Debí cagarla en grande para que mí ausente padre tenga una conversación conmigo —dije en un tono burlón.

Mi padre no dijo nada y rodeó el escritorio hasta quedar frente a mí, yo era apenas un poco más alto que él pero eso no lo detuvo. En un movimiento rápido, su puño golpeó mi rostro de frente, mi nariz recibiendo el impacto. Me tomó por sorpresa así que di dos pasos atrás y sostuve mi nariz, sentí la sangre caliente rodando por mis labios. Mi tolerancia al dolor era buena pero no era lo físico lo que me importaba.

Mi padre me había golpeado. 

Él me agarró del cuello de mi camisa con brusquedad. Su expresión era asesina, sus labios apretados, su mandíbula tensa y la rabia en sus ojos claro como el día.

—Harás exactamente lo que tu madre te diga— dijo entre dientes, —irás, te comportarás, le besarás los putos pies a Thomas si es necesario. Vas a dejar de traerle problemas a esta familia, Heist o encontraré una manera de que no puedas causar más, y puedo ser muy creativo.

Él me soltó y se giró para irse. Mis palabras dejaron mis labios.

—¿Amenazar a tu propio hijo, eh? Supongo que no tienes limites.

Mi padre se volteó hacia mí, una sonrisa torcida se formó en sus labios y supe que lo que fuera que iba a decir, dolería.

—Un adolescente hormonal que permite que una chica amenace la estabilidad de su familia no es mi hijo.

—¿Hayden si lo es?

Él hizo una mueca.

—¿Hasta cuándo vas a hacer esto? Tú no eres como yo, no eres como Hayden. Acéptalo y deja de intentar imitarnos, es patético.

Tragué y me limpié la sangre de la nariz con la parte de atrás de mi mano. Una pesadez en mi pecho me hizo difícil respirar.

Patético.

Me recordó a todas las veces en mi niñez que observé en las presentaciones escolares como los papás de mis compañeros iban a verlos con una sonrisa orgullosa, no lo entendía, sus hijos no eran tan inteligentes como yo, no estaban en el programa de avanzados académicamente como yo y aún así iban a verlos como si fueran lo mejor del mundo cuando en realidad, eran del montón.

Yo era especial, era diferente, mucho más inteligente que ellos, pero, entonces, ¿por qué mis padres no vienen a verme? Me pregunté tantas veces. Valter y Peerce a veces iban pero no todo el tiempo, siempre había algo que hacer en una casa donde se asesinaban personas cada cierto tiempo. Mamá tuvo varios años en una depresión profunda, donde ni siquiera nos miraba, ni a mí ni a Kaia, ni a Hayden, su enfoque estaba en Frey, en lidiar con su diagnostico y comportamientos. 

—Madura de una puta vez, Heist —mi padre me exigió antes de salir de mi vista.

Me tomó varios minutos comenzar a moverme, mis pies no me llevaron a mi habitación sino a la cocina. Salí por la puerta de atrás de la casa, el frío golpeó mi cuerpo y disfruté la sensación. El agua de la piscina lucía tan clara y azul, había nieve acumulada en cada esquina fuera de ella. Las luces dentro de la piscina la mantenían iluminada. Mi cabeza era un desastre, mi pecho se sentía tan apretado, casi adolorido, tanto que opacaba el dolor palpitante de mi nariz por el golpe de mi padre.

Di un paso, luego otro, y me encontré a la orilla de la piscina. El agua estaba helada, lo sabía, pero quizás esa frialdad apaciguaría todo lo que estaba sintiendo, bufé al pensar esa palabra. La sonrisa cálida de tía Jazmine vino a mi mente, ella era la persona más dulce que había conocido, era cálida, maternal incluso mucho más que mi madre y estaba muerta por mi culpa.

Quizás no era tan diferente a mi padre, lo que él hacía intencional, yo lo hacía por accidente.

Patético.

La voz de Leigh resonó en mi mente:

Puedo hacerte cosas mucho más dolorosas que esa.

Si que puedes, mojigata. He perdido a alguien esencial en mi vida por ti. He quedado como un idiota frente a mi familia y mi padre parece odiarme aún más, por ti.

Me di la vuelta y estiré mis manos a los lados para dejarme caer de espaldas a la piscina. El agua helada me envolvió como una cobija fría, mis músculos se tensaron como si mil agujas de hielo perforaran mi piel y por unos segundos eso fue todo lo que pude sentir. Fue refrescante no poder sentir nada más. Abrí mis ojos bajo el agua, liberé oxigeno para que mi cuerpo siguiera cayendo hasta el piso de la piscina y me quedé ahí, viendo la superficie en la distancia.

Mi mente seguía barajando imágenes que me hacían que el peso en mi pecho creciera: La expresión decepcionada de mi madre, la rabia en los ojos de mi padre después de golpearme, pero sobretodo, tía Jazmine. La cruel realidad de las cosas se asentó en mi cabeza.

Estoy solo.

Y por primera vez en mi vida, me importa y me duele estar solo.

El aire se me acabó y debía subir a la superficie pero quería quedarme un poco más, ya estaba llegando a ese punto donde no podía sentir nada más que solo frío. Cerré los ojos, mis manos flotando frente a mi.

Después de unos segundos, escuché algo en la distancia pero lo ignoré y lo siguiente que sentí un par de manos alrededor de mis muñecas que comenzaron a jalarme a la superficie, abrí los ojos pero solo vi burbujas y las piernas borrosas de alguien que pateaba en el agua para impulsarse.Emergimos a la superficie, y nos agarramos de la orilla de la piscina, ambos tosiendo.

—¿Leigh?

La observé en completa sorpresa, su cabello negro mojado estaba pegado a su cabeza, su piel resaltaba en el azul de la piscina, sus labios temblaban y se estaban poniendo morados. Sus ojos negros me miraron con rabia.

—¿Qué estabas haciendo?

—¿Qué estás haciendo aquí?

—No podía dormir, estaba en mi ventana, ¿qué mierda hacías, Heist?— sus ojos indagaron los míos. Y aún procesaba el hecho de que ella estuviera frente a mi en esta helada piscina. Esta chica me iba a volver loco, hace unos minutos estaba seguro de que me despreciaba por lo que pasó con Philips y por lo del secuestro pero ahí estaba, saltando en una piscina helada casi a la medianoche por mi. Cuando no le respondí nada, ella usó la orilla para impulsarse y salir de la piscina.

—Vamos, —me ofreció su mano mientras se estremecía, —antes de que nos dé hipotermia— me quedé viendo su mano unos segundos antes de tomarla.

No estás solo.

El frío se volvió insoportable al salir del agua. Seguí a Leigh en silencio mientras ella cruzaba la cerca que dividía nuestras casas pero no fue en dirección de su casa sino contraria, a lo que parecía un pequeño deposito. Ella entró y se hizo a un lado para dejarme entrar. Era pequeño con paredes de madera y una chimenea antigua. Habían algunas repisas con peluches y muñecas pero eso era todo, parecía una casa de juegos abandonada. Leigh encendió la chimenea y fue en ese momento en el que me permití notar el vestido pijama blanco que llevaba puesto y como al estar mojado se pegaba a sus curvas como una segunda piel. Cuando ella se giró hacia mi y quedó bajo la luz, tragué grueso, la tela  blanca se había vuelto transparente sobre sus pechos y pude verlos claramente. Sino fuera porque aún estaba titiritando de frío, y no sentía mi cuerpo del todo, habría tenido una erección instantánea.

Leigh sacó algo de un pequeño closet y caminó hacia a mi con una cobija para envolverla a mi alrededor. Sus pechos quedaron tan cerca de mi cara que me mordí los labios con toda la fuerza que tuve para no tocarlos. Ella buscó una cobija para ella, se sentó al lado de la chimenea y me hizo el gesto para hiciera lo mismo. No era estúpido, de verdad necesitábamos calentarnos sino queríamos una hipotermia severa.

Por unos segundos, nos quedamos ahí, escuchando la madera crujir al quemarse. Nuestras miradas se encontraron y la intensidad entre nosotros era increíblemente pesaba, llenaba el aire por completo.

—¿Qué estabas haciendo?— me preguntó, seria.

—Solo necesitaba enfriar mi cabeza un poco. 

—No parecía que tuvieras intenciones de salir —me observó al decir eso y yo sonreí.

—¿Estás preocupada por mí, Leigh?

—No actúes como si no quisieras que así fuera.

Ladeé la cabeza.

—No puedo entenderte.

—¿Por qué crees que tienes que entenderlo todo, Heist? Es agotador intentar saberlo todo, todo el tiempo.

—Tú no lo entiendes, Leigh.

—Explícamelo. 

—Así es como soy.

—No, intentas ser así y eso solo lo hace el doble de agotador, ¿es por eso que no querías emerger a la superficie? ¿Estás agotado?

Me tensé.

—¿En qué momento te convertiste en mi terapeuta?— las palabras dejaron mis labios y fue un error porque me hizo a recordar a tía Jazmine, la única psicóloga en la que había confiado en mi vida.

—Heist.

—Leigh.

—Basta, no tienes que actuar conmigo, a pesar de todo lo que has hecho, puse mi rabia y mi lógica a un lado y aquí estoy frente a ti, lo mínimo que merezco es que seas genuino.

—No te debo nada —me puse de pie y dejé caer la cobija al suelo. Comencé a caminar a la puerta, Leigh no se movió.

—Eres un idiota, Heist Stein — sus palabras estaba cargadas de decepción y no pude soportarlo porque decepcionar a las personas era lo único que había hecho últimamente así que me volteé hacia ella.

—¿A ti que más te da lo que me pase, Leigh? ¿No deberías estar con tu principe jurándole amor eterno? —Hablé entre dientes, Leigh se puso de pie, su cobija rondando al suelo.

—Rhett no tiene nada que ver con esto, no trates de desviar la conversación, estamos hablando de ti, de lo que te pasa a ti, y la razón por la que te lanzaste a una piscina helada a la medianoche y no tenías intención de salir.

—Y vuelvo y te pregunto, ¿por qué te importa porque lo hice?— di un paso hacia ella.

—Por la misma razón por la que tú te armaste todo un secuestro para mantenerme a salvo de Philips.

Silencio.

Me le quedé viendo, mi cuerpo ya no está helado, ya podía sentir mis extremidades y el calor en mi entrepierna al estar a solas con ella usando ese vestido mojado casi transparente.

—¿Qué es lo que te pasa, Heist?

—Tú.

Ella arrugó sus cejas.

—Tú eres lo que me pasa.

Nos miramos a los ojos sin decir nada más por unos momentos.

—No quiero hablar ahora —sacudí mi cabeza, —no quiero pensar, no quiero lidiar con nada.

—Y por eso lo hiciste— ella caminó hasta quedar frente a mi y alzar su cara para mirarme, —ahí bajo el agua, solo podías sentir frío y nada más, ¿no es así?

Estreché mis cejas, ¿cómo lo sabía? Ella me sonrió.

—Supongo que no somos tan diferentes después de todo. Tú buscaste dejar de sentir en el agua, yo lo busqué en ti aquella noche que me entregué a ti.

Su mano es escabulló dentro de mí mojada camisa y acarició mi abdomen suavemente.

—Dejemos de sentir juntos, Heist.


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Nota de la autora: Tengo tanto que decir sobre este capítulo, de verdad, que Heist ha sido un personaje muy complejo e interesante para mí. He disfrutado mucho desarrollarlo, e ir viendo como cada cosa que ha pasado le ha llevado a despojarse de una capa de si mismo poco a poco. Espero que ustedes estén disfrutándolo tanto como yo.

meme time:

muakatela,

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