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(40) ╋ Explicaciones Súbitas ╋

LA SEÑORA STEIN

—Tienes que calmarte, Mila.

La voz de Valter sonaba a lo lejos porque estaba caminando de un lado al otro en la sala de mi hogar. La policía ya nos había entrevistado a todos los presentes en el tiroteo de la iglesia y nos habían enviado a casa. Volví a marcarle a Heist pero la llamada se iba directo al buzón de voz. Gruñí y apreté mis puños a mis costados. Mayne se había mantenido en silencio todo el rato, cuando llegamos, él nos había esperaba con todo listo, nos había revisado y le había dado un calmante a Frey para luego vendar mi nariz pero después de eso, ni una sola palabra había dejado sus labios. Peerce venía en camino de su trabajo, no quise alarmarlo mucho así que solo le conté a medias lo que pasó, no le mencioné que me golpearon o que nos apuntaron. Si algo había aprendido de tener dos esposos inestables mentalmente era no hacerlos enfurecer, y al parecer que me hicieran daño era un detonante para ellos dos.

—No sabemos si él tuvo algo que ver con esto.— Valter me comentó mientras arropaba a Frey que se había quedado dormido en el sofá por el calmante.

—Ah, por favor, papá,— Kaia comentó, —Heist no se ha perdido ni un solo domingo las ceremonias de la iglesia y el día que no va, pasa esto, además de que está desaparecido, no existen las coincidencias cuando se trata del psicópata de mi hermano.

—No lo llames así— defendí.

—¿No es así como lo llamó tía Jazmine?

Apreté mi mandíbula, recordando que no había sabido nada de Jazmine en un par de meses. Mi mejor amiga de infancia no solía desconectarse así de nosotros y estaba comenzando a preocuparme. La puerta se abrió de golpe, interrumpiendo mis pensamientos. Un desarreglado Rhett entró, su cabeza la cubría un gorro mal puesto y un abrigo negro puesto de una sola manga, de donde sea que hubiera avenido, lo había hecho en un apuro.

—¿Dónde está?— gruñó.

Sabía que se refería a Heist.

—Rhett— di un paso hacia él pero él me pasó por un lado y me ignoró para dirigirse a las escaleras. Esa fría mortífera voz se hizo paso en mi cabeza.

¿Dejarás que un mocoso te trate así? Por eso es que todo se te ha salido de control, Fleur.

—¡Detente!— le grité y la rudeza de mi voz sorprendió a todos, incluso a Mayne quien finalmente me miró, —Si crees que puedes entrar a mi casa de esta forma irrespetuosa, estás muy equivocado, Rhett Lombardi.

Rhett se giró hacia mí.

—Yo—

—Heist no está aquí y lo estamos esperando— le informé con frialdad, —eres bienvenido a sentarte pero no quiero shows ni violencia bajo mi techo, ¿te ha quedado claro?

Rhett bajó la cabeza.

—Si.

—¿Si qué?

—Si, señora.

Rhett se sentó en uno de los sofás individuales. Mayne permanecía sentado en uno de los muebles grandes con sus manos estiradas a los costados de la parte posterior del mueble. Su tranquilidad me tenia preocupada. En lo que se sintió como una eternidad, Heist abrió la puerta principal y entró como si nada, silbando. Él no lució sorprendido al vernos y se quitó la chaqueta.

—¿Reunión familiar?

Sus ojos cayeron sobre mi nariz y por un leve segundo me pareció ver culpa en su mirada. Crucé mis brazos sobre mi pecho.

—¿Has tenido algo que ver con esto?— le pregunté delante de todos. Heist suspiró.

—¿Me creerán si les digo que no?

Rhett se puso de pie pero Kaia fue rápida en poner su mano sobre su pecho para detenerlo.

—Tienes muchas explicaciones que dar, jovencito— Valter intentó su rol de padre preocupado pero Heist no se inmutó. El desafió en su expresión era claro y frío. Él sabía lo que le esperaba en casa, él sabía que sospechábamos de él y aún así había aparecido por esa puerta como si nada. Ni siquiera la presencia de Mayne parecía afectarle como de costumbre.

Algo ha cambiado.

—¿Heist?— le llamé, esperando una explicación.

—No quiero hablar ahora— dijo y se dirigió a la escalera. Rhett intentó acercarse a él pero Kaia lo contuvo.

—Heist, no hemos terminado la conversación, vuelve aquí ahora— Valter ordenó pero Heist siguió su camino. Compartí una mirada con Mayne cuyo silencio me seguía intrigando, ¿qué pensaba tanto?

—¿Lo dejaran irse a su cuarto y ya?— la voz de Rhett emanaba rabia e impotencia, —Ha asesinado al Sr. Philips y ha secuestrado a Leigh y—

—No sabemos eso con seguridad.

—¡Él no lo ha negado!— Rhett replicó, —y todos lo sabemos, está escrito en todos sus rostros, saben que fue él.

—Tal vez nos ha hecho un favor— la profunda voz de Mayne llenó el salón. Rhett bufó pero Mayne continuó, —si quieres despertar a un monstruo, tienes que darle donde más le duele.

—Mayne...— murmuré.

—Su método fue sangriento y frío pero efectivo, supongo que es nuestro hijo después de todo.

—No podemos actuar solos, somos una familia, además, ha secuestrado una chica inocente— expliqué.

—¿Inocente? — Mayne sonrió, —Leigh grita estrés post traumático a todo pulmón y su necesidad por la perfección y la pureza solo puede ser una respuesta a su necesidad de cubrir algo malo que ha hecho.

—No sabemos si de verdad ha hecho algo malo, no hay registros de nada— la defendí.

—Apuesto que Rhett si lo sabe— Mayne ojeó a Rhett, —él parece tener un lazo muy profundo con ella, de esos que solo se crean cuando se hacen cosas malas juntos.

Rhett apartó la mirada. Mayne se puso de pie.

—En fin, no les aconsejaría interrogar a Heist ahora. Ésta a la defensiva y no dirá nada.

—¿Cómo es que hace algo de esta magnitud y cree que puede permitirse estar a la defensiva?— comentó Valter. Mayne se le acercó con esa sonrisa burlona y torcida.

—Porque tiene los huevos bien puestos, sabe lo que quiere y lo defenderá hasta su último aliento— Mayne le dio una palmada en el pecho, —pero tú no sabrías de eso, hermanito.

Rhett se tensó ante la forma en la que Mayne dijo hermanito.

—Pero si quieres saber que es lo que está haciendo, puedes ir a ella por respuestas— recomendó Mayne antes de desaparecer por el pasillo del estudio.

—Si Heist le hace daño...— Rhett amenazó.

—No le hará daño— aseguré, —de eso no se trata de esta familia, si él se la ha llevado es con la intención de provocar al Sr. Fleming.

Thomas Fleming había sido toda una sorpresa para nosotros, nos mudamos aquí con la intención de desmantelar la secta que parecían liderar los Philips. Lamentablemente no habíamos podido confirmar nada sobre la secta cuando llegamos porque las tres chicas que viajaron a Alemania se habían negado a hablar con nosotros y se suicidaron una por una, semanas después. Pero al indagar un poco al Sr. Fleming, descubrimos todo un mundo de negocios ilegales. Por eso nadie en la comunidad le enfrentaba, era intocable.

Y luego estaban los suicidios, estaba claro que si esos habían sido suicidios, habían sido provocados o las chicas la habían pasado tan mal que decidieron terminarlo todo. No podía negar que después de muchas cosas que habíamos pasado con mis hijos, había llegado a sospechar de ellos. Mis ojos viajaron a Frey quien dormía plácidamente en el sofá y luego cayeron sobre Kaia y Rhett.

Pero mi mayor sospecha siempre había sido Heist. Esa necesidad de agradarle a Mayne le había llevado a hacer muchas cosas peligrosas y despiadadas anteriormente. Por eso mismo le expliqué mis preocupaciones a Mayne cuando regresó aquella noche.

—Creo que Heist está asesinando otra vez.

—¿Por qué?— Mayne había preguntado.

—¿Recuerdas contarle a Heist la historia de como terminaste en el psiquiátrico donde nos conocimos?

—¿La historia de los suicidios? Ya te dije que lo de los suicidios no lo hice a propósito. No pensé que fueran tan idiotas como para suicidarse si las manipulaba lo suficiente, ¿cómo es que se excusa la gente común? Ah si, yo era joven y estúpido.

—Ese no es el punto, quizás Heist esté imitando lo que hiciste hace años y está manipulando esas chicas para que se suiciden.

Mayne me había observado con cuidado y yo seguí.

—Él es único que conoce esa historia. Ni Frey, ni Kaia, ni ella, ni Rhett estaban ese día.

—¿Te das cuenta de que estás acusando a tu hijo de homicidio?

—Es hijo de asesinos, y lo he expuesto a demasiado, quizás demasiado como me ha dicho Jazmine, no sé que pensar.

—Lo resolveremos— me dijo antes de poner sus manos sobre mis hombros desnudos, —¿Será que...?

—¿Cómo puedes pensar en sexo en estos momentos? Eres increíble.

—Gracias, bonita,— me guiñó el ojo, —siempre a tu orden.

—¿Mamá?— la voz de Kaia me trajo a la realidad, —¿Irás?

Suspiré.

—Tengo que intentarlo.

—Ella no te dirá nada.

Rhett dio un paso al frente.

—¿Puedo ir contigo?

Sacudí mi cabeza y me alejé de ellos para caminar a la cocina. Cuando entré, me incliné para presionar los códigos de un pequeño compartimiento a un lado de los estantes y saqué el manojo de llaves de ahí. Me detuve frente a la puerta del sótano, los candados ahí, protegiendo nuestro oscuro secreto. Abrí cada candado y luego la puerta de metal chirrió cuando la empujé a un lado para entrar. Los escalones crujieron bajo el grueso tacón de mis botas, solía odiar el invierno por todo lo horrible que pasé en aquel invierno hace años pero ya no era el caso.

La nostalgia me golpeó ante las luces blancas resplandecientes del sótano, me recordaba tanto a la primera vez que conocí a Mayne, como estaba atado y vendado en ese cuarto del hospital psiquiátrico. Llegué al final de las escaleras y una sonrisa se expandió en mi rostro.Ella estaba sentada en el colchón de perfil a mí, su cabello negro desordenado alrededor de su cara. Frente a ella, había un televisor inmenso plasma mientras ella sostenía un control de Playstation 4 y jugaba algo de flechas con unas imágenes de un reino de fantasia muy nítidas y coloridas. Ella no me miró, pero arrugó su nariz ligeramente.

—Sigues usando ese perfume dulce que odio.

—Es mi favorito.

Ella no dijo nada y yo me acerqué a ella para inclinarme y besar su cabeza con cariño y sentarme a su lado en el colchón. Era muy hábil en el juego, no desperdiciaba ninguna flecha.

—Hayden— le llamé aunque sabía que tenía su atención.

—¿Si, madre?

—Sabes porque estoy aquí de nuevo.

Yo bajaba a charlar con ella todos los días, y uno que otro salíamos por aire fresco, de compras en una ciudad lejana donde nadie de este pueblo me viera con ella. Nadie podía enterarse de que tenía otra hija, porque lamentablemente, Hayden Stein era demasiado peligrosa y teníamos que mantenerla encerrada.

Acaricié su cabello con cariño, los mechones negros desordenados tan parecidos a los de su padre. Eso pareció captar su atención y ella pausó el juego y se giró hacia mi. Como siempre un mechón cubría una parte de su cara y con mi mano lo aparté para poder verla bien, su ojo oculto quedó a la vista y era de un color diferente al que tenía visible. Ella era preciosa pero su peculiaridad ocular había delatado quien era su padre: Mayne Stein.

Ella me observó por unos segundos y me dejó acariciarla hasta que habló.

—¿Qué te atormenta, madre?

Hayden siempre había sido dulce y muy agradable. Sin embargo, esa cara angelical se había manchado de sangre tantas veces desde que era niña. Comenzó con animales, luego ocurrían accidentes en la escuela: algún niño se caía del tobogán, o terminaba con algo fracturado en un accidente sin explicación con ella alrededor. La preparatoria fue peor así que decidimos darle clases particulares en casa. Solo fue escalando hasta que nos vimos obligados a tenerla así.

Hayden y Heist siempre habían tenido un lazo y una confianza muy fuerte.

—Es Heist, por primera vez, no puedo entenderlo, sigue actuando solo, haciendo cosas por sí mismo, dejándonos por fuera por completo. Tal como esa vez que le tendió la trampa a Leigh aquí en el sótano y tú le ayudaste.

—Ah,— Hayden sonrió, —debo admitir que intenté que esa boba me sacara pero recapacité porque sí involucraban a la policía estaríamos en problemas. Aún no me has dado las gracias por no traicionarlos, madre.

—Heist ha iniciado una guerra, Hayden.

—Por supuesto.

—¿Él ha hablado contigo?

—Si.

—¿Y?

—¿No lo sabes, no es así?

—¿Qué?

Ella sacudió su cabeza.

—La razón por la que Heist es como es.

—Hayden, solo dime lo que quieres decir.

—Heist sabe que su padre es Mayne.

Arrugué mis cejas, porque sabía que Heist buscaba la aceptación de Mayne todo el tiempo pero nunca le habíamos dicho a nuestros hijos quien era su padre para no crear discordia.

—¿Cómo lo sabe?

—Madre, vives en el siglo pasado, ¿sabes lo poco que se necesita para una prueba de ADN? Cabello, saliva, cosas muy fáciles de conseguir de alguien si vives en la misma casa sin que se den cuenta.

Ah, tendría que tener una larga conversación con Heist luego.

—Ok, ¿qué tiene que ver eso con lo que está pasando ahora?

—Heist siempre ha querido impresionar a Mayne, supongo que no solo imitándolo a él sino a mi porque es obvio que soy su hija— ella señaló sus ojos, —y soy... sanguinaria como Mayne. Supongo que una parte de Heist está celosa de mi porque soy una copia de mi padre cuando él tiene que esforzarse para ser como él.

—¿Estás diciendo que él está tan inestable es porque quiere hacer algo que llame la atención de Mayne de nuevo?

—Algo así pero hay algo que nadie ha notado, creo que ni tú, ni él.

La miré a los ojos, una expresión de tristeza cruzó su mirada.

—Por mucho que él lo intente, madre, él no es como yo, él no es como papá. Yo no siento nada cuando hago las cosas que hago, no hay remordimientos, solo esta necesidad de la siguiente dosis de poder, de situaciones que me brinden ese impulso. Heist tiene muchas conductas adquiridas pero que a la final no son suyas de verdad.

—Yo sé que él no es como ustedes, Hayden, es mi hijo, lo conozco.

—Entonces, deberías saber la razón de estos cambios, de esta inestabilidad. Heist nunca ha actuado solo, madre, piensa, ¿qué ha cambiado?

—¿Este pueblo? ¿La cantidad de secretos que hay aquí?

—No, madre, ¿qué es Heist detrás de esa arrogancia y mascara de insensibilidad?

—Un chico.

—Exacto,— ella tomó mi mano, —un chico joven que se esfuerza por ser algo que no es, un chico que encuentra una chica que hace exactamente lo mismo que él: Esmerarse por ser lo que creen que necesitan ser.

—Leigh...

—Toda esta inestabilidad, hacer cosas solo, actuar impulsivamente es solo la respuesta automática de un chico que no sabe manejar lo que siente porque él mismo se ha repetido tantas veces que no es capaz de sentir nada que se lo ha creído.

Y entonces, entendí el silencio de Mayne en la sala, él sabía lo que le pasaba a Heist. Hayden recostó su cabeza sobre mi regazo y cerró los ojos. Le acaricié el cabello como lo hacía cuando era una niña, su voz fue un susurro:

—En pocas palabras, y en su forma extraña y retorcida, Heist está enamorado.


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Nota de la autora: ¡RECONTRA NO MANCHES, WEY! ¿Cómo así que enamorado? Estás bien crazy, Hayden. Por fin, conocieron a Hayden Stein, mi pequeña sangrienta cheequetaa. Y por fin sabeeeen quien es el padre de Heist. Ustedes lo sabían, solo necesitaban la confirmación, era obvio porque Heist buscaba su aceptación como niño chiquito. Seguimos aclarando, gente, veremos la luz al final del túnel.

También, pasen por mi canal de Youtube: HeyAriana. Hoy subí nuevo video sobre los libros que he leído este año y estoy bien loquis.

Meme time:

Muakatela,

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