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(25) ╋ Secretos Expuestos ╋

25

LEIGH

Jueves, 29 de noviembre, 2018.

6:56 pm.

Blanco.

El interior de la iglesia estaba cubierto de decoraciones blancas: rosas, cortinas, manteles sobre las mesas. Los bancos de la iglesia habían sido movidos una esquina para dejar todo el lugar como un gran espacio vacío, como un salón de fiestas, con suficiente espacio para poner mesas, sillas y arreglos florales. Era la costumbre cuando teníamos celebraciones grandes como esta: La semana de bendición.

Esa semana, de lunes a viernes la pasábamos desde las 4 de la tarde hasta ya casi las 8 de la noche en la iglesia y ya el sábado y el domingo los pasábamos completos aquí. Cantábamos, hacíamos actividades recreativas, actividades para conocernos más, relacionarnos. Era como el retiro que habíamos hechos las Iluminadas pero esto involucraba a toda la iglesia, eran nuestros días para acercarnos a aquellos que no conocíamos mucho o con los que nunca habíamos tenido una conversación extensa a pesar de vernos en la iglesia todos los domingos.

Una oportunidad para afianzar nuestros lazos como lo había expuesto nuestro líder. Ya era jueves y estaba agradecida porque ahora como líder de las Iluminabas mis responsabilidades habían crecidos y estuve a cargo de parte de la organización de esto.

Los Steins continuaban siendo el centro de atención, todo el mundo quería hablarles ya que fueron los últimos en unirse a nuestra comunidad. Había estado tan ocupada que ni siquiera me había dado tiempo de evitarlos así que en parte agradecí todas esas responsabilidades. Porque de ninguna forma quería enfrentar a Heist Stein después de lo que pasó en la biblioteca, no quería lidiar con sus comentarios arrogantes porque estaba segura que de esos tenía muchos en mente. Fue solo un beso, motivado por la frustración y la rabia que él despertaba en mí, eso fue todo. Y no podía repetirse, jamás.

Involucrarme con Heist era problemático en muchos niveles, no solo era peligroso, mucha gente saldría herida: Natalia, Rhett y...

—¡Carter!— me tensé al escuchar a Maria a mi lado llamar a alguien que caminaba hacia nosotras, —¡Por fin has vuelto!

Levanté la mirada para enfrentarlo. Carter, mi crush de infancia, venía hacia nosotros, manos en los bolsillos de sus pantalones beige. Su camisa gris abotonada hasta el último botón como siempre. Él me sonrió y yo no supe como sentirme. Si lo que Kaia me había dicho era verdad, él... ya no podía verlo de la misma forma, yo nunca le gustaría por más que lo intentara, ¿él había estado fingiendo todo este tiempo? Eso dolía porque quería decir que todo lo que percibí de él en nuestra primera cita fue falso.

La falsedad reina en Wilson. Casi podía oír a Heist decir eso en mi cabeza. Sacudí mi cabeza, no quería pensar en él porque eso me hacía buscarlo con la mirada entre la gente y a veces lo encontraba observándome con esa estúpida sonrisa burlona que lo caracterizaba.

—Que el Altísimo esté con ustedes, chicas.— Carter nos saludó, su sonrisa expandiéndose.

—Que así sea.— respondió Maria antes de echarme un vistazo, —iré a revisar si ya estamos listos para la tercera actividad.

Y se fue, dejándonos solos.

—Hola, Leigh.— su entusiasmo y emoción al verme me habría hecho sonrojar si no supiera lo falsos que eran.

—Hola, Carter.— le dije, con una pequeña sonrisa. Él arrugó sus cejas al notar mi falta de emoción, —estoy un poco ocupada.

—Lo sé, pero no nos hemos visto en semanas, yo...— él lamió sus labios, —te he extrañado y quería saber si podíamos tener otra cita.

—No lo sé, esto de la semana de bendición me tiene muy ocupada.— tomé una bandeja de una de las mesas y le di la espalda para caminar a uno de los cuartos de atrás de la iglesia que funcionaba como cocina. Pero en vez de quedarse ahí, Carter me siguió.

Al entrar, puse la bandeja en un mesón.

—¿Pasa algo, Leigh?— su voz sonaba preocupada.

Me giré para enfrentarlo. No era el momento, yo lo sabía, tampoco era el lugar pero no tenía ni idea de si podía seguir con la farsa que éramos Carter y yo. Tomé su mano y lo guié a la puerta de atrás, el frío del ya amenazante invierno me recibió, el cielo gris, ya anochecía.

—¿Leigh?

Lamí mis labios sin saber como decir esto, o como manejarlo así que decidí no lidiar con ello en lo absoluto.

—Carter, yo...— pausé, —creo que tú y yo no vamos a funcionar.

Su expresión se convirtió en confusión pura.

—¿Qué?

— Estoy en un punto en mi vida donde... quiero hacer muchas cosas por la iglesia, por... mi misma, no es el momento para una relación.

—¿Estás terminando conmigo?— la tristeza en su expresión oprimió mi pecho porque él se veía genuinamente devastado, —¿Por qué? ¿Es por qué he estado fuera mucho tiempo? Era época de retiros, pero ya no más, Leigh, te prometo que estaré aquí para ti.

—No, de verdad, esto solo tiene que ver conmigo. Tú eres perfecto, Carter.

—No entiendo, estabas tan... emocionada como yo, tú...— él pausó por un segundo, —¿qué cambió?

Rhett volvió, Heist se metió aún más en mi cabeza y me enteré que eres homosexual.

Necesitaba tomar las riendas de mi vida de nuevo, y Carter ya no era ese novio perfecto que necesitaba y que me daba estabilidad, era una complicación y de eso ya tenía suficiente con Rhett.

Y tampoco sería tan cruel al decirle que sabía sobre su homosexualidad, si él no me lo contó fue por algo. Sin embargo, Carter lucia tan confundido que me hizo considerar algo que no se había cruzado por mi mente.

Y si, ¿Kaia estaba mintiendo?

No la conocía, era una recién llegada en mi vida, ¿por qué habría de creerle? Lamentablemente la única forma de conocer la verdad, era enfrentándola.

—Carter,— comencé, incómoda, —necesito preguntarte algo y quiero que seas honesto conmigo, si es cierto, no voy a decir nada, lo prometo. Tu secreto está salvo conmigo.

Los secretos eran parte de mi cotidianidad.

—De acuerdo.— sus ojos indagaron mi expresión como si buscara entender que pasaba.

—¿Eres homosexual?

La cara de Carter se estiró en sorpresa, su boca abriéndose ligeramente. Y por un par de segundos, solo me miró como si no pudiera creer que yo acabara de decir eso. Luego, él se pasó la mano por la cara hasta dar un paso para acercarse a mi.

—Leigh.

Alcé una ceja, esperé su respuesta y él apretó sus labios, incómodo.

—¿Kaia te lo dijo?

—¿Es cierto?

—¿Fue ella?

—Carter.

—¿Por qué me lo preguntas cuando ya sabes la respuesta?

—Porque quiero oírlo de ti,— le dije al notar que no se veía para nada arrepentido por haberme mentido, haberme hecho creer que yo le gustaba tanto como él a mi, —porque... ¿has jugado conmigo todo este tiempo?

Él sacudió la cabeza.

—No, Leigh, yo... escucha,— su voz tembló un poco, —lo que soy... sé que no es aceptable en nuestra comunidad, es... estoy intentando cambiar, no ser así pero es—

—Carter...

—No sé que estaba pensando al decírselo a Kaia cuando me preguntó, pero he vivido todo estos años con este secreto, y sentí que podía decírselo a ella porque es extranjera, de mente abierta y no la conocía mucho así que no me importaba lo que pensara de mi. Fue error, ahora me doy cuenta.

—Carter.

Él puso sus manos sobre mis hombros, su desesperación clara en su expresión.

—Sé que esto es pedirte mucho pero no puedes decirle a nadie, Leigh, mi familia se moriría de la vergüenza y arruinaría todo lo que han construido, yo—

—¡Carter!— le detuve, quitando sus manos de mis hombros, —no pienso contarle a nadie.

—¿De verdad?

Asentí.

—Es tu secreto, no soy quien para compartirlo pero creo que debes hablar con Kaia. Así como me lo dijo a mi, puede andárselo contando a todo el mundo.

—¡Ah! ¡Mierda!— Carter se giró, agarrándose la cabeza y en medio de este desastre, sonreí.

—Es la primera vez que te escucho decir una mala palabra.— admití.

Él me miró por un segundo antes de devolverme la sonrisa.

—Si me gustaran las chicas, tu—

—Yo sería tu chica ideal.

—¿Cómo lo sabes?

—Todo el pueblo lo sabe, Carter.— suspiré antes de descansar mi costado contra la pared de la iglesia, —creo que somos la pareja más esperada de nuestra comunidad.

Carter me imitó recostándose, cruzando sus brazos sobre su pecho, sus ojos sobre mi.

—En un mundo perfecto, habríamos salido, nos hubiéramos comprometido en unos años y luego un matrimonio, uno de los grandes en la iglesia, ¿eh?

Eso me hizo soltar una risita, Carter continuó.

—Luego, un par de hijos y morir de viejos juntos.

—Cuando lo pones así suena increíblemente deprimente y aburrido.

—¿Y todo esto no lo es?

Entrecerré mis ojos.

—¿De qué hablas?

—¿No te da curiosidad salir de este pueblo, Leigh? Hay tantas cosas allá fuera, hay—

—¿Tentaciones?

Carter no dijo nada.

—Debo volver.— le dije al pasarle por un lado y caminar a la puerta de atrás de la iglesia, con cada paso sentí mi fachada de tranquilidad desvanecerse, un apretón oprimió mi pecho.

Tal vez lo que sentía por Carter no era profundo ni increíble pero llegué a pensar que él sería esa solución, esa persona que podía hacerme olvidar a Rhett y llevarme por el buen camino del Altísimo. Y ahora que eso no era posible, dolía.

Entré en la iglesia, pero me quedé con mi espalda contra la puerta, la cocina estaba vacía y agradecí por eso, necesitaba un momento. Sin embargo, mi soledad no duró mucho gracias al chico alemán que entró a la cocina. Esos ojos azulados con gris cayeron sobre mi y evaluó mi estado como siempre.

—Déjame adivinar, la princesa se ha quedado sin principe.

—Vete a la mierda, Heist.— me despegué de la puerta y me dirigí al salón pero al pasarle por un lado a Heist, él me agarró del brazo. Me tensé al contacto, recordando la forma en la que sus manos habían acariciado mis muslos en la biblioteca. 

—No puedes evitarme para siempre, Leigh.

Tragué con dificultad antes de mirarlo.

—Evitarte significaría notar tu presencia y no lo hago.

—¿De verdad?— él me jaló del brazo para hacerme enfrentarlo, —y entonces, ¿Por qué siento que no puedes dejar de pensar en ese beso? ¿En lo que me habrías dejado hacerte sobre esa mesa si Maria no hubiera llegado?

—Te estás dando demasiado crédito, Stein.

—Y tú mientes tanto que ya las mentiras brotan de ti naturalmente.

Bufé, liberando mi brazo de su agarre.

—Déjame en paz.— comencé a caminar para alejarme de ahí pero pude escucharlo hablar detrás de mí.

—Tic, tac, Leigh,— su voz tenía ese tono burlón en su máximo esplendor, —tu y yo somos inevitable.

*

Al llegar a casa, me lancé sobre mi cama dramáticamente. Aterricé sobre mi espalda, y me quedé así por un par de minutos, la luz de los bombillos exteriores de la casa se colaba por la ventana y formaba sombras en el techo. Estiré mis brazos a mi costados y cerré mis ojos.

Lo primero que vino a mi mente fue el rostro de Heist cerca del mío, la sensación de sus labios suaves y húmedos y lo bien que se había sentido. Lo que más daba vueltas en mi mente era el hecho de que todo había sido real, ese beso, esos gruñidos y caricias desesperadas de Heist eran reales, no venían de ese lugar falso que ya conocía tan bien de él. Para bien o para mal, Heist de verdad me deseaba.

Y, ¿tú? ¿Qué sientes, Leigh?

Nada.

No puedo sentir nada por él.

Natalia.

Abrí mis ojos de golpe, apartando todo pensamiento sobre Heist de mi mente. Natalia no se merecía esto, nadie se lo merecía. Odiaba esta parte de mi, este lado que a veces no podía controlar y hería a las personas que me importaban.

Un toque en mi puerta me sorprendió, le eché un vistazo a la mesita de noche y eran más de las diez. Me impulsé con mis codos para sentarme.

—¿Estás despierta, hija?— mamá preguntó al otro lado.

—Si, pasa.

Mamá abrió la puerta pero para mi sorpresa no estaba sola. Natalia estaba a su lado, sus ojos rojos y sus manos frente a ella, unidas. Arrugué mis cejas.

—Natalia... quiere pasar la noche aquí, hija, está pasando un día duro.— mamá explicó.

Me puse de pie.

—Por supuesto, pasa.— le dije al tomar su mano y dejarla entrar. Mamá nos dio las buenas noches y Natalia solo sentó en mi cama con la cabeza baja. Me senté a su lado preocupada.

Le di su tiempo porque la conocía, era estúpido preguntarle si estaba bien cuando era obvio que no lo estaba.

—Perdón por aparecer así de la nada, es solo que... no sabía donde más ir, yo—

—Ey,— tomé su mano sobre la cama, —sin importar lo que pase, tú siempre me tendrás a mí, y yo a ti.

Sus ojos se llenaron de lagrimas.

—Lo sé y...— ella pausó, tomando una respiración profunda, —estos días me han servido para reflexionar sobre tantas cosas, lo mala que fui al dejar que Jessie te molestara, como me quedé callada,— sus ojos enrojecidos encontraron los míos, —lo siento mucho, Leigh.

Su disculpa aunque tardía me hizo darme cuenta de que no necesitaba que se disculpara, mucho menos ahora que yo era la que tenía que pedirle perdón por no resistirme a su chico.

—Está bien, Natalia, nunca hemos dejado que el pasado sea algo que nos afecte, ¿o si?

—Me alejé de ti porque... quería protegerte, Leigh, no quería manchar tu reputación con la mía, aunque no lo creas, te quiero mucho.

Yo lo sé.

—Yo también te quiero, Natty.— le susurré y la envolví en un abrazo. Ella lloró en silencio, su cuerpo estremeciéndose.

—La extraño tanto,— murmuró contra mi hombro, sabía que se refería a Jessie, —no puedo creer que haya saltado, Leigh, ella... era tan fuerte, tan llena de vida. La imagen de ella saltando se repite una y otra vez en mi mente, y me pongo a pensar que si tal vez yo me hubiera acercado rápidamente o algo, tal vez—

—Ey.— me separé de ella y tomé su rostro entre mis manos, —no hagas esto, Natalia. No te castigues así, no podemos cambiar lo que ya pasó por más que queramos, solo te lastimas pensando cosas como esa.

Ella puso sus manos sobre las mías.

—Duele mucho, Leigh, no sé como sobrellevar este dolor.

Eso oprimió mi pecho porque solo podía imaginarlo, si algo le pasaba a Natalia estaba segura de que me sentiría igual o peor.

—No puedo mentirte y decirte que el dolor desaparecerá porque no es verdad pero se volverá más llevadero, Natty y aprenderás a vivir con el.

—¿Cómo lo sabes?

Bajé mis manos de su rostro. Tomé una larga respiración antes de soltarla lentamente y ella pareció recordarlo.

—Oh, claro, lo siento, soy una idiota.

—Está bien, me alegra que lo hayas olvidado, me da esperanzas de que algún día yo pueda hacer lo mismo.

—Eres mucho más fuerte de lo que la gente cree.— ella me dio una sonrisa y la culpa volvió a invadirme.

No era el momento para decírselo, ella ya tenía suficiente pero dudaba que existiera un momento ideal para decir algo como esto. Sin embargo, esa noche la dejaría descansar y por la mañana cuando estuviera descansada se lo diría.

Natalia se durmió fácilmente y yo me le quede viendo por un buen rato sin poder conciliar el sueño. Me levanté con cuidado y fui a mi ventana, sentándome en la orilla de la misma. La casa de los Stein estaba a oscuras, la ventana de Heist sumida en completa oscuridad. A simple vista parecía que nadie habitaba esa casa, y me puse a pensar como serían las cosas si así fuera, si los Steins nunca hubieran llegado a Wilson, quizás nada de esta locura de los suicidios habría ocurrido.

Con esos pensamientos en mi mente, me fui a dormir.


Viernes, 30 de noviembre, 2018.

8:56 am.

—Otra taza más, mamá Lilia.— le suplicó Natalia a mi madre mientras yo clavaba mi tenedor en mi desayuno y me lo llevaba a la boca.

—Ya has consumido suficiente cafeína, Natalia.— mi madre reprochó.

Natalio ojeó mi taza de café y yo meneé la cabeza.

—Por favor.

Suspiré y la deslicé en la mesa hacia ella. Mamá alzó una ceja.

—Un poco más de café no le hará mal a nadie, mamá.

Mamá sacudió su cabeza y se giró para volver a la cocina. La luz matutina iluminaba los ventanales detrás de la mesa donde comíamos, aunque el sol estaba presente, podía sentir lo frío que estaba afuera.

—¿Crees que tendremos nieve pronto?— Natalia preguntó, yo siempre le atinaba al clima.

Eché un vistazo por la ventana, algunos charcos estaban congelados al igual que algunas ramas secas. Nos habíamos despertado con una temperatura bajo cero.

—Si, creo que tendremos nieve antes de que llegue diciembre.

—Mañana ya es diciembre, Leigh, entonces, ¿nevará hoy?

—Si, quizás por la noche.

—Espero que por lo menos ya estemos en casa cuando comience a nevar.

—Apuesto que nevará cuando estemos cerca de medianoche.

—¿Cómo puedes saber eso?

—Instinto.

—Estás loca.

Fuchsteufelswild.

No, Leigh, no es el momento de pensar en Heist.

Terminamos de desayunar y nos sentamos en el sofá. Mamá se fue a comprar unas cosas que le faltaban para hacer el almuerzo y al quedarnos solas, supe que era el momento. No quería arruinarlo todo pero no podía seguir callándomelo, Natalia no era cualquier persona para mi, era mi mejor amiga de la infancia, y aunque nos hubiéramos separado, y le hubiera fallado, le debía mi honestidad.

—Natalia, hay algo que debo decirte.

Ella se acomodó su cabello ondulado detrás de sus orejas, dándome su completa atención.

—Sé que no es el mejor momento y sé que vas a odiarme y me lo merezco pero necesito ser honesta contigo.

—¿Qué pasa?

—Es sobre Heist.

—Ah, Leigh, si vas a volver a advertirme que es peligroso y que debería alejarme, pierdes tu tiempo, él—

—Lo besé.— la interrumpí, —Heist y yo nos besamos la otra noche en la biblioteca.

La expresión de Natalia cambió de sorpresa absoluta a rabia y finalmente dolor. Ella se puso de pie y me dio la espalda como necesitara aire o alejarse de mi.

Me levanté pero me quedé al lado del sófa.

—Lo siento mucho, Natalia, no sé que me pasó, fue—

—¡Cállate!— su grito me hizo saltar un poco, ella se giró hacia mi, lagrimas rodando por sus mejillas, —ni siquiera intentes tus excusas, ni siquiera trates de justificarte.

—Natalia...

—¿Cómo pudiste? Sabías lo mucho que me gustaba, te lo dije claramente, ¿cómo pudiste hacer algo así? Con Rhett, lo entendí porque a él nunca le interesé en serio pero Heist, es mi novio, Leigh. Besaste a mi novio.

—Lo siento—

—¿Quién eres, Leigh? ¿La amiga perfecta que siempre está ahí para mi o la que se revuelca con mi novio cuando me descuido?

—Él siempre—

—Yo lidiaré con él y su infidelidad, sé que se necesita de dos para hacer algo así pero en estos momentos estoy hablándolo con mi mejor amiga y honestamente me duele más que seas tú, que venga de ti y justo en este momento, justo cuando he perdido a Jessie, esto es demasiado.

—Yo lo sé, Natalia, y me merezco— una bofetada me hizo girar mi rostro a un lado, el ardor en mi mejilla palpitaba.

—Ahora mismo no puedo ni verte, Leigh. Necesito tiempo.— y con eso se fue a la puerta y salió de la casa. Yo la seguí y me quedé el porche viéndola llegar a la acera y luego dirigirse a la casa de Los Steins.

Quise detenerla pero solo pude verla caminar furiosa a la puerta de los Steins y desaparecer detrás de la misma. Debí detenerla, debí calmarla, pero sobretodo, debí permanecer a su lado porque esa noche, Natalia desapareció. 




Nota de la autora: Hallo! Hasta yo ando practicando mi alemán, quizás soy el desconocido. Sé lo mucho que extrañaron la historia la semana pasado pero los que me siguen en mis redes saben que andaba full con el lanzamiento de mi libro "A través de mi ventana." el cual ya está disponible en todas las librerías de España y pronto en Latinoamérica. ¡YUJUUU!

Ahora hablemos del capítulo, sé que no fue un capítulo de mucha acción pero si de conversaciones importantes y detalles importantes. Ningún capítulo es vacío y sin algo, chiquitos/as. PAY ATTENTION. Bueno, #SeLesQuiso. 

Aquí les dejo algunos memes de #Heist en instagram para reírnos un rato. 

Muakatela,

Ariana G. 


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