(23) ╋ Contacto Incendiario ╋
HEIST
No puedo dejar de sonreír al ver a Leigh limpiarle las heridas a Rhett, con cuidado como si él fuera lo más preciado para ella. Al parecer todo lo que necesitaba hacer para que ella demostrara su debilidad era golpear a Rhett hasta este punto.
Mis maneras de conseguir las cosas podían ser sangrientas pero eso no les quitaba su efectividad.
Ahí frente a mi tenía a una Leigh preocupada, sus ojos derrochando sentimientos que una líder perfecta como ella no debería tener, no por alguien como Rhett. Suspiré porque podía leerla claramente en ese momento: su pose, su cautela al presionar el algodón contra las heridas en el rostro de Rhett, sus susurros preocupados. Bufé, molesto, si solo un poco, me molestaba esa ridícula adoración en sus ojos por él. Me molestaba el hecho de que su debilidad fuera un chico, que predecible, Leigh.
Sin embargo, había algo más que había llamado mi atención de todo esto: la reacción de Leigh ante la violencia. Eso me confirmaba muchas cosas. Como siempre, yo tenía razón.
Bravo, Heist, has ganado de nuevo, entonces, ¿por qué sigues molesto?
Torcí mis labios ligeramente antes de aclarar mi garganta para recordarles que no estaban solos. No me gustaba pasar desapercibido en ningún escenario, la atención tenía que estar sobre mi. Rhett me dio una mirada cansada, Leigh giró su rostro y sus ojos negros se encontraron con los míos.
Por unos segundos, solo nos quedamos mirándonos el uno al otro, esa chispa, esa corriente entre nosotros tan obvia que Rhett apretó su mandíbula al notarlo. Los celos y la inseguridad irradiando de él me parecían tan patéticos.
¿Qué puedo decir, hermanito? Es normal que un par de falsos como ella y yo nos sintamos atraídos entre nosotros, la atracción física suele ser muy simple y carece de explicación.
Aunque Leigh lo negara, luchara y me insultara, ella también se sentía atraída hacia mi. Pero al verla con Rhett de esa forma, ya podía sentir el desinterés asentándose en mi porque me aburrían las personas predecibles, ¿qué objetivo tenía jugar con alguien de la que pudiera predecir todo lo que haría?
Estuve a punto de darme la vuelta e irme cuando ella hizo algo que no hubiera imaginado en miles de años, apagando cualquier señal de aburrimiento en mi: Ella sostuvo el rostro ensangrentado de Rhett y lo besó.
Alcé una ceja, cruzando los brazos sobre mi pecho, poniéndome cómodo porque el beso no fue corto ni dulce, era rudo, apasionado, sus labios moviéndose expertamente sobre los de él. Rhett no dudó en envolver sus brazos alrededor de ella y apretarla contra si, por supuesto que estaba marcando su territorio como un animal prehistórico.
Vaya, vaya, Leigh, ¿así es como quieres jugar?
Leigh movió a Rhett con gentileza para que su espalda quedara en mi dirección y ella ladeó su rostro a un lado profundizando el beso y aprovechó para abrir sus ojos. Ese negro infinito me tentó, me retó, casi podía escucharla en mi cabeza.
¿Quieres jugar, Heist?
Solo pude lamer mis labios antes de sonreírle abiertamente.
He estado jugando ya por un tiempo, Leigh, creo que te has dado cuenta de eso.
Ella detuvo el beso, acariciando el rostro de Rhett con ternura y yo oculté mi sonrisa cuando Rhett se giró para echarme un vistazo, la victoria clara en su expresión. Casi bufé, ¿por qué las personas solían creer que podían ganar en mis juegos? Insultaban mi inteligencia.
—¿Solo te vas a quedar ahí parado?— Rhett preguntó, —creo que has notado que estás de más, ¿por qué no te vas?
—Yo también estoy herido.— le señalé mi cara, —o, ¿es qué a la líder de los jóvenes solo le importas tu?
Leigh torció sus labios antes de tomar el kit de primeros auxilios y comenzar a caminar hacia mi. Rhett la agarró de la muñeca, deteniéndola y me tensé.
—No tienes que hacerlo.— le susurró. Ella se liberó, suspirando.
—No seas infantil.— le respondió, —el Altísimo nos ha enseñado a ayudar cuando podemos.
Y volvemos con el Altísimo, ¿eh, Leigh? Creo que no te importó mucho el Altísimo cuando tu lengua estaba en la garganta de Rhett hace unos minutos.
Pero antes de que Leigh pudiera acercarse a mi, una voz femenina invadió el lugar.
—¿Pero qué carajos está pasando?— Cindy se apresuró para revisar a Rhett, luego me dio una mirada furiosa, —Heist, ¿por qué no me sorprende? Tú— ella se detuvo al ver la expresión confundida de Leigh.
Cállate, Cindy.
—¿Tú lo conoces?— Leigh hizo la pregunta esperada y yo dejé que Cindy lidiara con la respuesta porque fue su imprudencia la que la causó.
—No,— Cindy dijo nerviosa, —Rhett, mamá ha venido por nosotros, tenemos que irnos, a ver como le explicas esto.
—Le diremos que me caí.— Rhett se encogió de hombros.
—Dile que te peleaste con alguien defendiendo a un pobre chico víctima de acoso escolar,— le recomendé, —siempre funciona.
Leigh hizo una mueca ante mi recomendada mentira, ¿qué? De verdad funcionaba. Nada como apelar a la empatía y lastima humana para justificar acciones incorrectas.
Rhett le dijo algo al oído a Leigh antes de irse con Cindy quien por supuesto me regaló una mirada llena de rabia al pasarme por un lado. Al escuchar la puerta de la biblioteca cerrarse, observé a Leigh en silencio, ¿por qué no me miraba? Ya era demasiado tarde para que sintiera vergüenza.
—¿No vas a curarme?— no me molesté en ocultar el tono divertido de mi voz, —de verdad me duele.
Ella volteó los ojos antes de comenzar a caminar hacia mi. Me senté en la mesa detrás de mi, y abrí mis piernas para que ella quedara de pie en medio de ellas mientras ponía las cosas a un lado de la mesa. Su perfume era algo dulce, y era como si esa suave fragancia también fuera parte de toda la mascara que ella portaba.
Ella se quitó los guantes plásticos que usó con Rhett y los lanzó a un lado a la basura antes de ponerse un par nuevo y preparar el algodón con el antiséptico. Yo me le quedé mirando porque me gustaba tenerla tan cerca, me permitía detallar partes de ella que no eran notables en la distancia como lo delicado que era su cuello y los dos lunares pequeños que tenía a cada lado de su clavícula, visible ahora que tenía desabotonados los primeros botones de su camisa del uniforme escolar. Leigh no usaba aretes, sus orejas sin ninguna perforación mantenían su cabello trenzado detrás de las mismas dándome una vista clara de su rostro.
Me preguntaba porque no usaba el cabello suelto, recordé aquella noche que la vi en la ventana de su habitación, su largo cabello negro cayendo a los lados de su cara, danzando en el aire con la brisa nocturna. Mis ojos se pasearon por su rostro, cada facción más pronunciada ahora que estaba a escasos centímetros de mi. Leigh levantó su mano y presionó el algodón contra mi pómulo, el dolor fue inmediato pero ni siquiera hice una mueca.
Ella alzó una ceja.
—¿No puedes sentir?— presionó el algodón de nuevo con más fuerza como si quisiera una reacción. Sus ojos buscaron los míos por primera vez desde que se acercó a mi.
—¿Quieres hacerme sentir?
Ella pareció recordar que responder una pregunta con otra era algo que ella hacía, no yo y el atisbo de una sonrisa amenazó con curvar sus labios pero ella apretó sus labios conteniéndola. Me entretenía tanto cuando se reprimía así misma de esta forma, me incitaba a hacerla sentir muchas otras cosas para borrarle esa expresión imparcial y perfecta que la caracterizaba.
—¿Por qué hiciste eso?— su voz era un murmullo, ella bajó el algodón para presionarlo contra la esquina de mis labios. Arrugué mis cejas y ella se explicó, —¿Por qué te peleaste con Rhett?
—Testosterona.— me burlé, y ella me dio una mirada incredula.
—No pareces ser el tipo de chico que hace algo sin razón.
—¿Estás diciendo que siempre tengo que tener un motivo para todo?
Muy acertada, Leigh.
—¿No es así?
Fue mi turno de sonreír.
—Tal vez.— fue mi respuesta, antes de envolver mi mano alrededor de su muñeca, apartando el algodón de mi cara para que nada se interpusiera entre nosotros, —tal vez me peleé con él para que tu y yo pudiéramos tener este momento.
—Heist.
—¿Qué? ¿Qué tiene de malo querer tenerte así de cerca?
Ella tragó, sonrojándose, y trató de dar un paso atrás pero apreté mi agarre en su muñeca para mantenerla justo ahí, a mi alcance. Usé mi mano libre para envolver mi brazo alrededor de su cintura y jalarla aún más cerca.
—Heist.— ella dijo entre dientes, —¿qué crees que haces?
Su pequeño rostro quedó a unos escasos centímetros del mío al igual que su cuerpo en medio de mis piernas. Todo tenía un limite, ambos sabíamos la atracción que había entre nosotros, ¿por qué seguíamos negándonos el placer de disfrutar eso? Nunca entendería la moralidad por la que se regía de la sociedad. Si algo te gusta, ¿por qué no puedes simplemente tomarlo? ¿Disfrutarlo? Si algo es mutuo y hay consentimiento, ¿cuál es el problema?
Disfruté la forma en la que Leigh se estremeció en mis brazos, como abrió su boca ligeramente para exhalar en un suspiro, la batalla interna en sus ojos sobre que hacer. Sabía que si la besaba me esquivaría, tenía que debilitar sus defensas primero, nublar su mente. Así que enterré mi rostro en su cuello, dejando besos húmedos hasta llegar a su oreja para susurrar.
—Deja de pensar tanto, Leigh.
—Heist, no,— murmuró pero no hizo nada para alejarme, —yo... acabas de verlo, Rhett y yo...
Me alejé de su cuello para enfrentarla de nuevo, su cercanía ya pasándome efecto, mi respiración tan agitada como la de ella. Liberé su muñeca y acuné su rostro con mi mano, mi pulgar rozando su labio inferior.
—Si, lo vi, y lo hiciste para provocarme, ¿no es así? Como lo hice yo aquella noche en mi casa con Natalia.— a la mención de su amiga, ella se tensó un poco, —no puedes usar mis tácticas contra mi, Leigh.
—Yo no...— ella lamió sus labios, —no podemos hacer esto, Heist.
Ella sonaba como si se estuviera convenciendo a si misma y no a mi.
—¿Por qué no?
—Natalia... no puedo hacerle esto.— dijo con firmeza y podía sentirla recuperando su control así que bajé mis manos y la agarré de las caderas, pegándola a mi, dejándola sentir todo. Ella jadeó.
—¿No querías hacerme sentir?— le dije al oído antes de lamer su cuello con delicadeza. Ella se agarró de mis hombros, —nadie lo sabrá, Leigh.— le prometí.
Ella sacudió su cabeza ligeramente.
—Te he dicho que no caeré en tus encantos.— me separé de ella para mirarla a los ojos.
—¿Quién ha dicho algo de caer por mi? Esto es simple atracción carnal, Leigh, no vas a enamorarte de mi. Usa esa rabia que me tienes para besarme, para enloquecerme. La rabia puede ser mejor afrodisiaco que el amor.
Ella dudó pero me agarró del cuello, acercando sus labios a los míos hasta que se rozaron ligeramente.
—No me gustas para nada, narcisista de mierda.— su respiración acarició mis labios y tragué grueso, controlándome, —no me gustas.
—Lo se.
—No me gustas, Heist Stein.
No dije nada y ella estampó sus labios contra los míos y eso fue todo lo que necesité para darle rienda suelta a mi deseo, a mis ganas de devorar a esta chica, ganas que tuve desde la primera vez que la vi. La agarré de la cintura, besándola con tanta desesperación que nuestros dientes chocaron por un segundo antes de que el ritmo del beso se estabilizara y se convirtiera en deseo puro. Leigh envolvió ambas manos alrededor de mi cuello, presionando su cuerpo contra el mío.
Ella sabía delicioso, y besaba como una experta, ningún rastro de esa Leigh inocente que se suponía que ella era. Sabía como besar, lamer, morder y chupar mis labios para volverme loco. Sin poder contenerme, mis manos bajaron al final de su falda y acaricié sus suaves muslos. Ella gimió contra mi boca y fue el sonido más excitante que había escuchado en un buen tiempo.
Ella detuvo el beso para respirar, nuestros hombros subiendo y bajando, sus ojos brillan y yo volví a besarla, subiendo mis manos de sus muslos a su trasero, apretándolo con deseo. Eso pareció encenderla aún más porque Leigh se agarró de mi cabello, besándome con aún más profundidad y rapidez. Era como si el peso de la tensión que habíamos construido hubiera caído sobre nosotros con toda su fuerza. Nada era suficiente, queríamos más.
—No me gustas.— murmuró entre besos y jadeos.
—No te gusto.— le respondí, volviéndome muy consciente de sus pechos contra mí.
El beso se tornaba más desesperado, más hambriento con el pasar de los minutos. Sus labios y los míos parecían hechos a la medida, nuestro ritmo sincronizado. No pude más y me paré de la mesa para girarla y sentarla a ella en la misma. Ella no protestó cuando abrí sus piernas y metí entre ellas, su falda subiéndose por completo y volví a besarla como un desquiciado.
El ruido de la puerta de la biblioteca hizo que Leigh me empujara con tanta fuerza que di unos cuantos pasos atrás.
—¿Leigh?— escuché la voz de esa chica Maria que siempre se la pasaba con ella.
Agradecí a los estantes con libros que ponían una distancia entre al puerta y nosotros. Leigh se puso de pie, arreglando su falda y yo me senté detrás de una de las mesas, ocultando mi obvia emoción después de ese beso.
—Si, aquí estamos.— Leigh aún sonaba sin aliento y yo traté de controlar mi respiración.
Maria se detuvo al lado de un estante al vernos.
—Oh, hola, Heist,— ella me saludó con la mano y yo le di una sonrisa de boca cerrada, —Leigh, ¿ya has terminado? Ya terminó mi clase extra, dijiste que viniera por ti para que no irte sola.
—Si, si.— dijo Leigh, recogiendo su mochila de la mesa donde estaba yo. Ella me dedicó una simple mirada y yo pasé mi lengua por mi labio superior.
Leigh apartó la mirada antes de agarrar a Maria por el brazo para caminar a la puerta y salir de mi vista. Me quedé ahí e incliné mi cabeza hacia atrás, mis ojos en el techo, esperando que se me pasara la situación.
No pude evitar la sonrisa que se formó en mis labios porque me había convertido en otro de los oscuros secretos de Leigh, había pasado de ser un enemigo a ser una de sus debilidades.
Leigh, creo que ya no tengo que escoger, ¿por qué liberarte o destruirte cuando puedo hacer ambas y disfrutármelo de esta forma?
╋
Nota de la autora: ¿Quién extrañaba a este loco? ¡Ay, Leigh! Pero aja, todo tiene un limite como dijo Heist. Me encantó este capítulo porque la tensión entre ellos siempre es tan fácil de sentir y todo se complicará de aquí en adelante. Amé leer el shock de ustedes con el capítulo pasado y lo que falta muajajaja.
Comenta aquí lo que piensas de Leigh/Heist jugándole sucio a Natalia:
Comenta aquí si este capítulo te hizo darte cuenta de algo que no notaste antes:
Comenta aquí lo que piensas de Rhett y Cindy.
Y aquí comentemos el trailer porque ya que hemos avanzado en la historia tal vez entiendan más escenas:
https://youtu.be/WGqXYPnZ238
Muakatela,
Ariana G.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro