[22] ╋ Dulce Recuerdo ╋
╋ 22 ╋
RHETT
—¿No te vas?
Cindy me preguntó al salir del salón de clases.
—No, tengo algo que hacer primero.— susurré.
Todos los estudiantes de la preparatoria se apresuraban a la salida, ansiosos por irse a casa pero yo dejé a mi hermana ahí y caminé en sentido contrario porque todo el día había sido incapaz de sacarme a Leigh de la cabeza. Tenía que verla, el beso de la otro noche solo me revolvió todo.
Leigh, aunque siempre había sido bonita, nunca me había llamado la atención mientras crecíamos, ella era demasiado rígida y perfecta para mi gusto. Nunca rompía las reglas y juzgaba a aquellos que si lo hacían, podía decir que no me caía bien en lo absoluto.
Hasta una tarde hace un poco más de un año, el servicio había terminado en la iglesia y yo estaba en la parte de atrás de la misma, fumándome un cigarro a escondidas, mi espalda contra la pared. Leigh salió por la puerta de atrás de la iglesia, cerrándola de un portazo con una bolsa de basura en la mano, se veía furiosa. Ella estaba tan absorta en lo que sea que estaba pensando que no me vio.
Solo pude observarla caminar hacia el contenedor de basura en la distancia y lanzar la basura adentro con tan rabia que me sorprendió que no rompiera la bolsa. Ella se quedó de espaldas a mi y gruñó, pateando el suelo.
Yo no me lo podía creer, ¿La niña perfecta, favorita de la iglesia era capaz de sentir una rabia tan profunda? Eso despertó mi curiosidad sobre ella, tal vez ella no era lo que aparentaba con los demás. Y entonces ella hizo algo que me hizo levantar mis cejas en sorpresa.
Recogió piedras del suelo para lanzarlas con furia hacia el pasto detrás del contenedor, las palabras dejando su boca me dejaron aún más sorprendido.
—¡Estúpida Pilar!— ella dijo, lanzando una piedra, —¡Estúpida Sofia! ¡Estúpida Jessie! ¡Yo debía estar ahí! ¡No ustedes! ¡Nadie se lo merecía más que yo! ¡Las odio! ¡Las odio! ¡Arg!
Guao, cuida tus palabras, Leigh.
Y entonces, entendí porque estaba enojada, recordando el servicio de hoy. La congregación se había ganado un viaje de Tour Espiritual por Europa por algún concurso que no recordaba, y en el servicio todos habían votado y elegido a las tres jóvenes más ejemplares de la iglesia para ir. Supuse que Leigh había asumido que ella sería una de las elegidas, recordé su cara cuando el líder dijo los nombres de Pilar, Sofia y Jessie.
La elección que más le afectaba era Jessie porque todos sabíamos que Jessie se había estado alejando de la iglesia. Pero quizás esa era la forma en la que el líder que haría asegurarse de que Jessie se quedara.
Una risa burlona se formó en mis labios al ver a la perfecta princesa de la iglesia maldecir y lanzar rocas al vacío.
Leigh terminó su ataque de rabia, girándose hacia mi dirección para caminar a la puerta de atrás de la iglesia. Ella se acomodó la ropa y el cabello, tomando una respiración profunda y practicando varias sonrisas amables y palabras de felicitaciones para las chicas.
Yo me mordí el labio inferior, sonriendo y ella finalmente levantó su mirada, me vio y se paralizó a mitad de camino.
—Rhett.— dijo mi nombre, la sorpresa decorando su voz, —no te vi.
No dije nada y le di una calada a mi cigarro antes de exhalar el humo, mirándola, viendo el pánico extenderse por todo su rostro al darse cuenta de que presencié su pequeño show.
Ella se aclaró la garganta, y cruzo sus brazos sobre su pecho.
—¿Qué crees que haces? No deberías fumar.
Eso me hizo bufar, aún descubierta, quería juzgarme.
—¿También odias los cigarros? Me sorprende que te quede espacio para odiar algo más.
Ella entendió mis palabras, pero fingió no hacerlo.
—Lo que sea, son tus pulmones los que se pudrirán, no los míos.
Que cruda, sentí que estaba hablando con ella por primera vez, esta chica desafiante no era la misma que había crecido con todos nosotros. Eso me intrigó.
Me permití ojearla por primera vez, nunca la había detallado porque no era una chica que me interesara pero el descubrimiento de hoy había cambiado eso. Su cabello y ojos negros hacían un lindo contraste contra su piel, su cuerpo se había desarrollado muy bien en los lugares indicados. Leigh caminó hacia mi y me arrancó el cigarro de la mano para lanzarlo a un lado.
—Puedes fumar en otro lado, no tienes que irrespetar la iglesia de esta forma.
La tomé de los hombros y la giré para presionarla contra la pared, ella no se lo esperaba y me miró sorprendida, puse mi mano contra la pared a un lado de su cara.
—Ese era mi último cigarro, Leigh.— sacudí mi cabeza, —¿cómo vas a recompensarme por esa perdida?
Ella bufó y yo estaba fascinado porque de verdad era como si estuviera hablando con una chica diferente a la que vi todos estos años.
—Sobrevivirás.— me dijo a la cara sin ningún rastro de titubeo al tenerla acorralada a la pared.
Esa fue la primera vez que me sentí atraído hacia ella, después de eso, vinieron las conversaciones detrás de la iglesia cada domingo, ella siempre cruda conmigo pero de alguna forma sabía que era real, que me mostraba quien era realmente detrás de esa apariencia de perfección. Ella me fue gustando más y más hasta que me encontré pensando en ella todos los días, y queriendo acariciar su rostro cuando hablábamos o besarla.
Me enamoré como un idiota así que un día me le declaré, llevándome una rechazada increíble. Pero yo sabía que tenía que ver con el hecho de que yo le gustaba a su mejor amiga Natalia así que no me rendí y una tarde estaba molestándola con un discurso que tenía que dar en una de las congregaciones y ella me persiguió por todo el patio de la iglesia para quitarme el papel que le había robado.
Levanté mi mano en el aire, viéndola saltar al intentar alcanzar el papel. Y me volví muy consciente de lo cerca que estaba, mis ojos cayeron sobre sus labios y ella se detuvo al darse cuenta pero se quedó pegada a mi y no pude contenerme. La agarré de la cintura presionándola contra mi.
—Rhett.— protestó, pero sus labios se abrieron ligeramente, —no.
Pero sus ojos no decían eso ni tampoco lo cómoda que estaba en mis brazos, así que me incliné hacia ella dandole tiempo de alejar su cara y cuando no lo hizo, la besé.
Ese beso detrás de la iglesia fue el inicio de todo entre nosotros, el comienzo de este nosotros que no habíamos podido descifrar un año después.
Había perdido la cuenta de cuantas veces habíamos intentando alejarnos, hasta me fui por seis meses a hacer un curso para poner distancia entre nosotros, para olvidarla y pensé que estaba funcionando, pasaron los meses y ya no pensaba tanto en ella. Conocí otras chicas, me acosté con otras, lo disfruté pero en el momento en el que la vi en el café del pueblo era como si mis sentimientos se hubieran hecho más fuertes de un solo golpe.
Y esta vez me di cuenta de que sin importar la distancia que pusiéramos entre nosotros hasta que ella y yo de verdad quisiéramos separarnos, o comenzaramos una relación seria con otra persona, lo nuestro no se acabaría tan fácil. Ambos sabíamos que Carter no era alguien que ella de verdad quisiera, era solo el chico que ella necesitaba a su lado para brillar en la iglesia, lo que ella creía que necesitaba.
Cuanto anhelaba que ella me necesitara a mi.
Busqué a Leigh en su salón pero estaba casi vacío, encontré a Maria y le pregunté por ella y me dijo que Leigh estaba en la biblioteca en una actividad después de la escuela. Bien, eso quería decir que podía hablar con ella a solas, la biblioteca estaría desolada a estas horas.
Para mi sorpresa, no estaba sola.
Heist.
Cóntrolate, Rhett.
Me repetí una y otra vez en la cabeza, apretando mis puños a mis lados. Heist lucía despreocupado, como si no acabara de acariciar el rostro de Leigh justo frente a mis ojos, como si no hubiera despertado en mi unos celos intensos que jamás había sentido ni siquiera con el mojigato de Carter porque yo sabía que ella no se dejaba tocar de cualquiera y el hecho de que se dejara tocar por él significaba algo.
¿Qué pasa entre ustedes dos?
La mirada de Leigh pasó desde él hasta mi como si dudara de que hacer y si ella me decía que me fuera para quedarse con él, no podría soportarlo. Porque ella siempre escogía algo o alguien por encima de mi.
Mi esperanza de que ella algún día me escogiera a mí, que quisiera estar conmigo se desvanecía con cada día. Yo no encajaba en su mundo de perfección, pero Heist tampoco, lo cual me hacía enojar aún más porque si a Leigh le gustó un chico malo como yo, ¿quién decía que no le podía gustar él? Eso lo hacía más peligroso para mi que Carter.
—¿Leigh?— llamé su nombre, ocultando la desesperación en mi voz.
Ella lamió sus labios antes de chuparlos dentro de su boca, pensando.
—Creo que hemos terminando la clase por hoy, Heist. — Ella habló, y Heist alzó una ceja, —puedes adelantarte, necesito aclarar unas cosas con Rhett.
Heist desenredó sus brazos cruzados y le sonrió.
—Como usted ordene, líder.
Él caminó en mi dirección, su sonrisa se mantuvo en todo momento. Al pasarme por un lado, le puse una mano en el hombro, deteniéndolo.
—Mantente alejado de Leigh.— dije entre dientes y él quitó mi mano de su hombro, dando un paso a un lado para quedar frente a mi.
—¿Por qué haría eso?— preguntó, sonriendo, —¿Por qué un perdedor como tu me lo dice?
Apreté mi mandíbula, sin dejar de mirarlo a los ojos. Si creía que iba a intimidarme o a insultarme sin recibir nada a cambio, estaba muy equivocado.
—Sé que tipo de persona eres,— fue mi turno de sonreír en su cara, —no quiero alguien como tu cerca de Leigh.
—No has conocido a una persona como yo,— su tono era burlón, —¿sabes como lo sé?— su voz tomó un hilo frío, —porque no estás muerto.
Le di un empujón.
—¿Me estás amenazando?— le empujé de nuevo, y él solo me sonrió, incrementando mis ganas de golpearlo. Leigh gruñó en frustración, acercándose.
—Rhett.
—No te metas en esto.— le dije, agarrando a Heist del cuello de la camisa de su uniforme, —vuelve a amenazarme y verás que pasa.
Él se rió, acercando su rostro al mío.
—Tengo curiosidad por saber que tan fuerte puede pegar un perdedor como tú.
Y eso es todo lo que necesité para darle un puñetazo con todas las ganas.
—¡Rhett! ¡Por el Altísimo, no seas un salvaje!— Leigh me gritó pero no se movió.
Heist dio unos cuantos pasos atrás, enderezando su rostro, limpió la sangre de la esquina de su boca con la parte de atrás de su mano.
—Decepcionante.— murmuró, —Kaia pega más fuerte que tu.
Me abalancé sobre él pero esa vez Heist me esquivó antes de golpearme en la cara con tanta fuerza que caí sentado en el suelo pero ni eso ni el dolor palpitando en mi mejilla me detuvieron, me puse de pie, escupí sangre a un lado y volví a golpearlo.
—¡Genial! Mátense como unos salvajes.— Leigh exclamó, molesta, —no son unos niños, no voy a detenerlos.
La rabia era mi combustible, quería quitarle esa expresión arrogante del rostro, siempre esa expresión de que era dueño del mundo. Por cada golpe que le daba recibía dos pero eso no me paraba, Heist era un buen peleador, y no lucía agotado.
Con nuestros rostros ensangrentados, le di un último puñetazo, mis nudillos rotos ardiendo con tanto contacto. Caí sentando en el suelo, mis hombros subiendo y bajando rápidamente. Sangre brotaba de mi nariz así que me concentré en respirar por la boca, todo mi rostro palpitaba en dolor.
—Ya que han terminando con su salvajismo, iré por el botiquín de primeros auxilios.— explicó Leigh, saliendo de la biblioteca.
Heist se inclinó sobre mí, complacido.
—Sigues siendo débil, Rhett.
—Verpiss dich!— le susurré vete a la mierda, en alemán.
Heist soltó una carcajada.
—Ich habe dich vermisst, Rhett.— te extrañé, Rhett. Heist me ofreció su mano y la tomé para ponerme de pie.
Él puso su mano sobre mi hombro.
—Ha pasado un tiempo, hermanito.
╋
Nota de la autora: .....................................................
Eso es todo lo puedo decir.
En la canción comentada de la semana tenemos esta. Escúchala, lee la letra y comentemos juntos.
https://youtu.be/7uM7lSQuRCM
Muakatela,
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro