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(21) ╋ Cruda Sinceridad ╋

21 

LEIGH

—Y así es como se establecieron los lineamientos instructivos de la base de...

La profesora de historia local continuó hablando sobre la fundación de nuestro pueblo, de nuestra doctrina, de nuestras creencias pero dejé de escuchar hace rato. Habían pasado algunos días desde el retiro de las Iluminadas pero mi mente estaba más caótica que nunca.

Cuando regresé a casa del retiro, pasé horas mirando la foto, detallándola, intentando no perderme de nada como si evaluarla una y otra vez haría que una pista mágica apareciera de la nada. Sin embargo, no había nada, solo el hecho de que Heist conocía a las tres chicas que se suicidaron, que las conoció en Alemania hace poco más de un año y aunque eso lo incriminaba aún estaba el hecho de que esas muertes fueron catalogadas como suicidios, no asesinatos.

Así que básicamente no tenía nada contra él. Lo más curioso para mi era saber si Jessie le contó a Natalia que ya conocía a Heist. En la foto, Jessie y Heist se veían muy cómodos el uno con el otro, además de estar muy cerca, ¿había pasado algo entre ellos? ¿Natalia sabía de esto y estaba bien con eso? Tal vez lo sabía y no me sorprendería, Natalia estaba completamente hechizada con Heist. Ni siquiera podía decir su nombre sin suspirar o sin que sus ojos adquirieran un brillo de anhelo.

Supuse que ese era el efecto que él tenía sobre todo el mundo. Él usaba esa cara bonita, cabello perfecto y sonrisa deslumbrante para envolverlos a todos porque aunque odiara admitirlo, Heist era extremadamente atractivo. Lo que me recordaba a un sermón que nos dio nuestro líder hace tiempo sobre las tentaciones y las cosas malas y de como solíamos pensar que lo malo vendría en un paquete feo, notorio y obvio cuando era todo lo contrario.

La maldad puede venir envuelta en un paquete precioso, atrayente ante nuestros ojos, ¿o de qué otra forma caeríamos en ella?

Salí de clases y Maria me siguió, envolviendo su brazo con el mío de lado al caminar.

—Estás muy distraída esta semana.— me comenta, ojeándome.

—Es solo todo esto de las Iluminadas,— me esforcé por sonreír, —ya sabes como me estreso porque todo salga perfecto.

—Escuché que Natalia se unió junto a la chica Stein,— Maria me observó como si buscara algo en mi expresión, —Tu... y ella han retomado su amistad, ¿no?

—Honestamente no lo sé.— dije la verdad. Natalia y yo nos hablábamos pero no diría que éramos mejores amigas de nuevo, supuse que eso llevaría su tiempo. Además de que apenas la veía, cuando ella no estaba pegada a Heist, andaba en otras cosas.

—Tienes un gran corazón, Leigh,— Maria bufó, —para recibirla de esa forma después de todo lo que ha pasado. Ella y Jessie te hacían la vida tan difícil, que en paz descanse Jessie.

Suspiré.

—Guardar rencor no es algo que debamos hacer según el Altísimo, Maria, lo sabes.

—Claro, claro y ahora que eres la líder de las Iluminadas, lo entiendo. Debes dar el ejemplo, es solo que...— su voz se convirtió en un susurro, —ya sabes, me incomoda un poco porque presencié todo eso, no te merecías eso.

—Está bien.— puse mi mano sobre la suya en mi brazo, —estoy bien.

Mentirosa.

Natalia ni siquiera se disculpó por todas las veces que permitió que Jessie se burlara de ti.

Maria me dio una mirada incredula.

—Es que eres casi una santa, te admiro, a veces me pregunto si eres capaz de sentir rabia o alguna emoción negativa.

Si lo soy, Maria, es solo que puedo controlarme.

Le sonrió, acariciando su mano con gentileza.

—No soy una santa, solo tengo mucha paz en mi corazón.

¿Quién te enseño a mentir tan bien?

La voz de Heist era un tormento continuo en mi cabeza. Incluso cuando no quería, ese estúpido chico alemán se las ingeniaba para escabullirse en mis pensamientos, ya fuera porque estaba pensando en formas de descubrir si tenía algo que ver con los suicidios o porque sus palabras del otro día no paraban de dar vueltas en mi mente.

Hablando del rey de roma...

Heist venía caminando en sentido contrario en el largo pasillo, con las manos en los bolsillos de sus pantalones del uniforme escolar, la camisa blanca debajo de la chaqueta oscura de la preparatoria tenía unos cuantos botones desabotonados como de costumbre. Me sorprendió verlo solo, sin Natalia, sin Frey o Kaia o sin nadie que quisiera ganarse su atención. Heist Stein tuvo popularidad instantánea en mi preparatoria desde el día uno.

Eso era otra cosa que no me terminaba de encajar. Si Kaia y Frey eran menores que él y estaban en el último año, ¿cómo era que Heist estaba en el mismo año que sus hermanos? Él debería estar en la universidad, cuando le pregunté a la Sra. Philips me dijo que supuestamente Heist no había podido terminar su último año de preparatoria en Alemania por algunos problemas.

Que conveniente.

Había estado evítandolo como la plaga después de llegar del retiro, esa conversación el día de mis cumpleaños aún me incomodaba y también estaba la foto. Así que me giré con Maria del brazo y me alejé de él porque no había forma de que lo enfrentara ahora. No podía lidiar con él, o con Carter, o con Rhett.

De momento, evitaba a muchos chicos.

—Leigh Fleming, por favor, repórtate a la oficina de la directora,— la voz de la asistente de la directora sonó en el intercom de los pasillos de la preparatoria. Maria me dio una mirada extrañada, —Leigh Fleming, por favor, repórtate a la oficina de la directora.

—¿Todo bien?— Maria me preguntó y yo me encogí de hombros.

—Tal vez sea algo del grupo líder. Nos vemos más tarde.

Al llegar a la oficina de la directora, toqué la puerta y escuché un 'Adelante' que me indicó pasar. Entré cerrando la puerta detrás de mi y le di a la directora mi mejor sonrisa.

—Qué el Altísimo esté contigo.

—Qué así sea.— ella me dijo en su vestido rosa pálido que pasaba sus rodillas, su cabello bien peinado.

Sin embargo, mis ojos cayeron a un lado de la oficina y mi sonrisa se desvaneció porque uno de los chicos que había estado evitando con fervor estaba ahí sentado, sus labios estirándose en una sonrisa arrogante cuando se giró para verme.

Heist.

—Oh, no sabía que estaba acompañada,— admití esforzándome por sonreír de nuevo.

—Toma asiento, Leigh.— ella señaló la silla al lado de Heist frente a su escritorio con ella del otro lado. Obedecí, sentándome, podía sentir los ojos de Heist sobre mi pero no le dediqué ni una sola mirada.

—¿En qué puedo servirle, Sra. Philips?

—Has tenido unas excelentes semanas de comienzo con las Iluminadas, Leigh, solo he escuchado maravillas así que he decidido confiarte una tarea muy importante para mi esposo y para mi.

¿Qué tiene que ver Heist con eso? ¿Por qué está aquí?

—Es un honor servirle al Altísimo, Sra. Philips.

—Bueno, Leigh, como sabes los Stein se han estado adaptando a nuestra religión y me han contado que les has ayudado mucho con eso sobretodo a los jóvenes Stein. No tenía ni idea de lo mucho que le has dedicado a eso y estoy muy orgullosa de ti por hacerlo por voluntad propia.

En realidad fue idea de mi madre...

—Y le agradezco a Heist por informarme de esto porque yo no tenía ni idea.— ojeé a Heist y él le sonrió aceptando el agradecimiento.

Por supuesto, arrogante.

—No fue nada, solo quería ayudar.

—Creo que ya estás familiarizada con los Stein, mucho más que cualquier otro miembro de nuestra comunidad.

Yo no estaría tan segura, Sra. Philips, creo que Natalia está mucho más familiarizada con Heist que yo.

—Así que no se me ocurre otra persona más adecuada para ayudarme con esta tarea,— la escuché atentamente, —Heist es muy inteligente, y está muy interesado en conocer nuestro pueblo a profundidad, el libro del Altísimo, su creación, etc. Así que, si no es mucho pedir, ¿podrías quedarte con él una hora después de la escuela para enseñarle sobre todo eso en la biblioteca?

Tiene que estar bromeando.

—No tendría que ser todos los días,— siguió la Sra. Philips probablemente al ver mi expresión, —¿dos veces por semana?

—Con todo respeto, Sra. Philips, tengo muchas cosas que hacer con nuestra próxima celebración de la semana de bendición a finales de este mes, no tengo mucho tiempo libre.

Escuché a Heist suspirar dramáticamente y lo miré incrédula. El muy idiota tenía la expresión mas triste que había visto en mi vida.

—Si Leigh está ocupada, lo entiendo, Sra. Philips.— él pausó, bajando la mirada, —Mi hambre de conocimiento por el Altísimo tendrá que esperar.

Este...

—No, no, Heist,— la Sra. Philips sacudió sus manos frente a ella, —por supuesto que conocerás más del Altísimo, si Leigh no puede, me aseguraré de conseguir alguien más.

—Lo lamento mucho, Sra. Philips.— me puse de pie, —quisiera ayudar pero estoy bastante ocupada ahora.

Toma eso, idiota manipulador.

Cuando mis ojos se encontraron con los de él, una esquina de sus labios se curvó en una minúscula sonrisa antes de ocultarla y hablar de nuevo.

—Entiendo, fue mi error por preguntar sabiendo que ella estaba ocupada,— él suspiró de nuevo, —supuse que Leigh tendría tiempo para ayudarme como lo tiene para ayudar a Rhett.

Me paralicé al instante, empuñando mis manos a mis costados. La Sra. Philips arrugó sus cejas.

—¿Rhett? ¿Rhett Lombardi?— mi corazón se desbocó en mi pecho, —¿De qué está hablando Heist, Leigh?

Tragué con dificultad, disimulando las ganas de ahorcar a Heist. La familia líder jamás debía relacionarme con Rhett, de ninguna forma.

—No lo sé, creo que se confundió de chica. Ni siquiera conozco bien a Rhett.

—¿Será que me confundí?— Heist preguntó, mirándome y sabía lo que estaba haciendo.

—Si, te confundiste.— hablé entre dientes y él me dio una sonrisa de boca cerrada.

—Si, disculpe, Sra. Philips me confundí, fue otra chica la que vi ayudando a Rhett.

—Oh, eso imaginé, Leigh no se juntaría con alguien como él.

—Si, y he cambiado de opinión, Sra. Philips,— porque sabía que eso era lo que él quería para mantenerse callado, —ayudaré a Heist pero una vez por semana es lo único que puedo hacer. No más que eso.

—Perfecto, muchas gracias, Leigh.

Heist se puso de pie.

—De verdad muchas gracias, ahora entiendo porque eres la líder de las Iluminadas, tan bondadosa.

Si pudiera borrarle esa sonrisa victoriosa del rostro, lo haría.

Salí de esa oficina furiosa porque odiaba hacer cosas que no quería, y fue la primera vez que vi las habilidades de manipulación de Heist en todo su esplendor. Me quedé parada a un lado de la puerta, mis hombros subiendo y bajando hasta que me calmé. Iba a comenzar a caminar cuando Heist salió de la oficina portando esa estúpida sonrisa.

—Te veo después de la escuela, líder.— me susurró al oído al pasarme por un lado y lo empujé para alejarme de él.

Él se echó a reír, su risa detrás de mi mientras me iba.

#

—Lee estos.

Le lancé dos libros a la mesa a Heist, quien estaba sentado, inclinado hacia atrás en la silla de la solitaria biblioteca con las manos entrelazadas detrás de su cabeza. Sus ojos seguían mis movimientos con diversión.

—Te noto muy tensa, Leigh.

—Estoy bien.

Él no dijo nada, y tomó un libro, comenzando a leerlo de verdad. Yo caminé de un lado a otro frente a la mesa, él bajó el libro.

—¿Puedes sentarte?

—No.

—De acuerdo.

Unos minutos pasaron y ya no pude callarme más, como siempre mi lado amable saliendo por la puerta cuando se trataba de Heist. Me incliné sobre la mesa y le arranqué el libro de las manos, lanzándolo a un lado.

—¿Crees que puedes ir por la vida usando las debilidades de las personas para salirte con la tuya?

Heist alzó una ceja.

—No sabía que Rhett era tu debilidad.

—Deja de hacerte el idiota, Heist.

Él se enderezó en su silla.

—Me preguntaba cuando tiempo te tomaría explotar de esta forma, debo decir que no fue mucho.

—No estoy explotando, solo te estoy diciendo tus verdades en la cara.

Heist se puso de pie y rodeó la mesa para acercarse a mi. Mi valentía disminuyó un poco pero no lo demostré, ni retrocedí. Él se paró justo frente a mi.

—Muy bien, dime mis verdades a la cara.

—Eres un manipulador, arrogante, egócentrico y mentiroso que cree que esa cara y expresión encantadora le permitirá hacer lo que se le plazca con las personas a su alrededor.

Él sonrió abiertamente, es que está loco.

Sus ojos azulados tenían ese brillo divertido que me molestaba, viéndose un poco más grises bajo la luz clara de la biblioteca.

—Bien, ¿hora de las verdades? Tú eres una hipócrita mentirosa que se cree superior y mejor que los demás cuando es tan común y llena de fallas como todos.

Abrí mi boca en sorpresa porque no me esperaba escuchar palabras tan crudas. Levanté mi mano para darle una bofetada pero él agarró mi muñeca, acercando su rostro al mío.

—Puedes decirme mis verdades pero, ¿yo no puedo decir las tuyas?— arranque mi muñeca de su agarre, —eso no es justo, ¿no crees?

—Ni siquiera sé porque pierdo mi tiempo teniendo estas conversaciones contigo.

—Porque te gusto.

Me reí abiertamente, agradeciendo que ya no quedara nadie en la biblioteca porque si no el ruido ya nos hubiera metido en problemas.

—Otra vez con eso, es que no puedes superar que no le gustes a una chica. Te he tratado mal, te he insultado, te he evitado, ¿qué señal te he dado para que pienses que me gustas?

—Veamos, la chica perfecta que nunca muestra su verdadero ser a nadie, me lo muestra a mi, soy el único que ella trata mal e insulta cuando con el resto se desvive por crear la apariencia de que nunca trataría mal a nadie ni les insultaría.

Apreté mis labios.

—Si crees que eso te hace especial para mi, estás muy equivocado, Heist. Lo único que me hace insultarte y tratarte mal es que me molesta que juegues con todo el mundo como si nada.

—¿Y tú no juegas con las personas, Leigh?

Me tensé y él tomó mi mejilla con delicadeza.

—Usando esa cara tierna y esa seguridad de perfección para estar donde estás ahora.

—No, eso no es lo que hago. Yo—

Alguien se aclaró la garganta, y de manera rápida quité la mano de Heist de mi rostro. Me giré para encontrarme a Rhett, con los puños apretados a cada lado de su cuerpo, dandole una mirada mortal a Heist.

—¿Puedo hablarte un segundo, Leigh?— la rabia en el tono de Rhett era disimulada pero obvia.

Heist le sonrió.

—No,— le respondió, —Leigh está ocupada ayudándome.

—Le pregunté a ella, no a ti.

Ella está aquí mismo así que suficiente.— hablé, insegura de que hacer.

Heist dio un paso atrás, recostándose contra la mesa y cruzó sus brazos. Sus ojos brillaban con regodeo.

—¿Qué vas a hacer, líder?— preguntó, entretenido. 




Nota de la autora: Las escenas de Heist y Leigh son mis favoritas, su química e interacción fluye tan natural, tan fácilmente, me encanta. Ay Leigh, se te junto el ganado como dicen mis lectores/as, lol. #SeLeJunto.

Y aquí comentemos la canción del capítulo, a ver que líneas les resaltan y relacionan con esta historia:

https://youtu.be/nBYWrlf1plw

Muakatela,

Ariana G. 

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