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(16) ╋ Ceremonia Impecable ╋

╋ 16 

Leigh.

—Nuestro Altísimo está enaltecido el día de hoy.

Nuestro líder exclamó ante toda la congregación en nuestra iglesia, yo de pie a su lado, todos estaban vestidos de blanco en esta ocasión especial: Mi cumpleaños número dieciocho. En primera fila estaba la familia líder, la Sra. Philips con un vestido blanco que llegaba a sus talones, sus hijas vestidas de manera similar y Carter llevaba puesto un traje blanco muy bonito.

Unas filas más atrás estaban los Steins, la Sra. Stein con su cabello amarrado en una coleta alta, su rostro expuesto por completo, su labial de un color rosa pálido a diferencia del usual rojo, ella de verdad estaba poniendo de su empeño para adaptarse a nuestras costumbres y reglas: nada de labiales oscuros o maquillajes llamativos en nuestras congregaciones.

Valter Stein estaba a su lado con un traje blanco, su cabello negro peinado hacia atrás y una expresión tranquila. Kaia llevaba puesto un vestido blanco que llegaba a sus rodillas, y una chaqueta muy elegante del mismo color y tela. Tenía su cabello corto detrás de sus orejas, revelando aún más lo perfilado de su rostro.

Frey iba de pantalones negros y camisa blanca abotonada hasta arriba, dándome un aire del estilo de Carter o de la mayoría de los chicos de la iglesia. Pero aunque usara las camisas de la misma forma, Frey no encajaba con los demás chicos, él simplemente tenía algo que lo hacia resaltar, no sabía si era su personalidad, su silencio o su actitud, tal vez era todo eso junto.

Nunca vengas a mi, Leigh.

El recuerdo de esos ojos azules indagando en los míos vino a mi mente. Su rostro cerca del mío, la pequeña cicatriz en su mentón. Algo me decía que tenía que escuchar sus palabras, y mantener mi distancia.

Mis ojos viajaron al otro lado de la congregación donde estaba Heist con la misma combinación de pantalones negros y camisa blanca que su hermano pero los primeros botones de su camisa estaban desabotonados, haciéndolo lucir casual y despreocupado. Su cabello rubio caía de forma desordenada a los lados de su cara y quisiera decir que su estilo le quedaba mal pero no era el caso, Heist Stein se veía bien todo el tiempo.

Yo si me siento atraído a ti, Leigh.

Decidí olvidar esas palabras, bloquearlas y actuar como si nunca hubieran dejado sus labios, ¿Por qué? Por la chica que estaba a su lado, mirándolo como si él fuera la persona más importante para ella: Natalia.

Ella y yo nos habíamos acercado de nuevo después de lo que pasó con Jessie, ella necesitaba todo el apoyo posible y yo se lo daría, aunque las cosas entre nosotras no fueran las mismas, íbamos en buen camino a retomar nuestra amistad. No permitiría que eso se arruinara por un chico, no cometería el mismo error dos veces y mucho menos por Heist que me daba tan mala espina.

¿Qué clase de chico me decía que se sentía atraído a mi cuando claramente estaba saliendo con mi amiga? ¿A caso no tenía ningún tipo de consciencia, de respeto por los sentimientos de Natalia?

No los tiene.

Mi mente como siempre me daba las respuestas que yo quería escuchar. Además, Heist me había amenazado, no podía olvidar lo que había dicho después de que me dijera que se sentía atraído hacia mi.

Y no tienes idea de lo peligroso que es eso para ti.

De algo si estaba segura era que Frey y Heist eran peligrosos, ambos de maneras diferentes pero lo eran, y yo tenía que mantenerme alejada, no dejarme llevar por mi curiosidad o mis ganas de descubrir si esos suicidios no eran lo que parecían.

Sin embargo, la imagen de Jessie saltando al vacío, sus ojos sobre alguien en la multitud de la preparatoria y su voz susurrando él... aún me atormentaba y me mantenía ahí, queriendo investigar más, porque si alguien estaba involucrado con todo lo que había pasado tenían que pagar. Si alguien había obligado a Jessie a saltar...

—¿Leigh?— la voz de nuestro líder me trajo de vuelta a la realidad y me di cuenta de que todos me estaban mirando, esperando para culminar la ceremonia.

Pero, ¿qué estoy pensando en el día de mi cumpleaños?

Bajé la cabeza en señal de respeto antes de recitar las palabras:

—Hoy con mi corazón lleno humildad,

con fe en mis creencias y mi capacidad,

Creyendo en su misericordia y toda su bondad,

Al Altísimo he de servir por toda la eternidad.

—¡Qué así sea!— gritó mi líder, animando a todo el mundo.

—¡Qué así sea!— todos repitieron y yo les sonreí.

Al terminar la ceremonia, las Iluminadas fueron las primeras en acercarse a mi para felicitarme y abrazarme. Luego mi madre me dio un abrazo fuerte, separándose solo para besar mi frente y decirme lo orgullosa que estaba de mi. La gente hizo fila para darme sus bendiciones y felicitarme.

—Estoy muy orgullosa de ti.— Maria susurró en mi oído al abrazarme. Cuando ella se separó, se hizo a un lado para que la persona detrás de ella avanzara.

Mi sonrisa se desvaneció cuando mis ojos se encontraron con esos ojos negros que torturaban mis pensamientos frecuentemente.

Rhett.

Él me dio una sonrisa de boca cerrada, no llevaba puestos sus piercings, los minúsculos agujeros apenas visibles, e iba de blanco como todo el mundo, su camisa blanca manga larga cubriendo sus tatuajes, el único visible era el que tenía en el cuello. Hasta se veía como un buen chico vestido así, me tomó por sorpresa verlo aquí. Rhett y su familia se habían alejado de la iglesia antes de que él y su hermana se fueran hace seis meses a hacer ese curso.

Rhett pasó sus manos a los lados de mi cintura y me abrazó, obligándome a subir mis brazos alrededor su cuello, creando un abrazo demasiado intimo delante de tanta gente. Su familiar olor a colonia suave llegó a mi nariz y mi corazón se aceleró, martillando en mi pecho al disfrutar de esto.

—Te lo mereces.— me dijo al oído, —me alegra que estés logrando todo lo que siempre soñaste.

Mi pecho se apretó ante la sinceridad de sus palabras.

Él se separó pero se quedó muy cerca de mi, su voz un susurro entre todos para que nadie más escuchara.

—Ojalá yo pudiera ser parte de tus sueños para que lucharas por mi con la misma ferocidad y dedicación.

La tristeza en su voz no pasó desapercibida y por un momento quise volver a abrazarlo, así que apreté mis manos conteniéndome. Carter venía detrás de él así que con mi mejor sonrisa fingida hablé en un tono alto para que Carter escuchara.

—Muchas gracias por tus felicitaciones, Rhett. Me alegra verte de nuevo en la iglesia, que el Altísimo este contigo.— Rhett arrugó sus cejas, y torció sus labios antes de responderme.

—Que así sea, líder de luz.— y se dio la vuelta para irse, dejándome frente a Carter.

Carter puso sus brazos alrededor de los míos en un abrazo que no me permitía levantar mis brazos para devolvérselo. No fue un abrazo cómodo, ni intimo, se sintió mecánico y extraño. Odiaba compararlo con Rhett pero mi mente lo hacia sin mi consentimiento.

Acaban de comenzar a salir, Leigh, toda esta incomodidad desaparecerá eventualmente.

Pero mis primeros abrazos con Rhett no se sintieron así.

Basta.

Era un día de celebrar al Altísimo, a mi comienzo como líder de las Iluminadas, a mis primeros pasos en un camino recto y perfecto al lado de Carter, de las Iluminadas y del Altísimo. Rhett no podía distraerme, no ahora que estaba exactamente donde quería.

Natalia venia después de Carter y me dio un abrazo apretado y lleno de cariño, al separarse me sonrió abiertamente.

—¡Felicidades! Aunque no me sorprende, creo que no hay nadie más indicada para ser la líder de las Iluminadas que tú.

—¿Eso quiere decir que volverás a unirte?

Ella meneó la cabeza.

—No, pero lo pensaré por ti.

Natalia estaba asistiendo a la iglesia más seguido de nuevo pero aún no formaba parte de ningún grupo y no quería presionarla y alejarla, ella tomaría la decisión si así lo que quería.

Ella se hizo a un lado, revelando al chico alto detrás de ella, Heist dio un paso hacia mi, con esa sonrisa encantadora que siempre me parecía tan falsa.

—Felicidades, líder de luz.— ese desdén en su tono, en su expresión me irritaba tanto.

Era como si él portara una mascara todo el tiempo y yo sintiera la necesidad de arrancársela.

—Muchas gracias, Heist.— le devolví esa sonrisa falsa y él lo notó porque sus ojos brillaron con diversión, era como si nuestras miradas tuvieran una conversación secreta.

¿Me estás imitando, Leigh?

¿Me estás retando, Heist?

Natalia se aclaró la garganta y aparté la mirada de su novio al darme cuenta de que nos habíamos quedado unos cuantos segundos mirándonos a los ojos.

—¿Qué vamos hacer para celebrar tu cumpleaños? ¿Tienes planes?— Natalia me preguntó emocionada. Planear salidas y cosas divertidas era algo que a ella le encantaba.

—La verdad no, después de la ceremonia mamá dijo que podía ir por un helado o lo que quisiera.— en nuestra religión no se celebraba con pastel ni nada de eso, nuestros cumpleaños eran celebrados en la iglesia y eso era todo. La mayoría de los jóvenes iban al restaurant del pueblo o al parque para charlar y celebrar después de las ceremonias de cumpleaños.

—¡Genial! ¿Quieres ir al parque al atardecer? Puedo correr la voz a todos los jóvenes de la iglesia.

El parque quedaba un poco apartado del pueblo en una colina con vista al pueblo entero que se veía precioso al atardecer. Natalia se veía tan emocionada que no pude decirle que no.

Mamá no dudó al darme permiso con la promesa de que volvería a casa antes de las 11 de la noche. Sabía que estaba siendo permisiva porque era mi cumpleaños, claro, no me dio permiso sin antes darme la larga charla de que no cayera en ningún tipo de conversación o juego de Halloween.

Así es, mi cumpleaños era el 31 de Octubre, el famoso día donde otros lugares en el mundo celebraban la pagana tradición de Halloween, pero no en nuestro pueblo.

Jamás en nuestro pueblo. 



¡DOBLE ACTUALIZACIÓN! Celebrando el ya casi millón y medio de leídas de Heist. Pero no olviden votar por este capítulo o no vuelvo a subir capítulo en un mes dejandolos en la intriga, nah, mentira, es broma. O tal vez, no ;)

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