El fuego brillaba en los ojos de los tres hermanos, la mansión en ese instante estaba prendida fuego, las llamas sobresalían por puertas y ventanas, y algunos soportes de la casa se caían a pedazos. El calor precipitó en un radio de 50 metros cuadrados, pero aún así ellos estaban sonrientes, algunos cabe recalcar.

-Siendo sinceros, es un trabajo impecable. Tengo mucha envidia.- se cruzó de brazos mientras negaba y reía.

Blagden, 1,83, cabello castaño oscuro, ojos marrones, y sarcástico aún cuando tiene el arma apuntando a sus rivales.

-Nos ganó. Vámonos, no tenemos nada que hacer ya.- tiro un un palo metálico al suelo, dándose la vuelta y retirándose del lugar.

Bastián, 1.90, cabello castaño, ojos color avellanas, y capaz de sonreír cuando su disparo llega a tu cabeza en un tiro perfecto.

-Se que somos mafiosos y eso, pero enojarse por un par de muertos es otro nivel.- siguió el camino de Bastian junto a Blagden al auto.

Biden: 1.85, cabello castaño, ojos negros, tan perfeccionista que estudió medicina para hacer una tortura prolija.

Una última persona quedó frente el edificio, pero esta no tenía presentación, sin expresión ni pánico recorriendo su ser, salio del estacionamiento, subió su capucha, le saco el seguro a su arma, emprendiendo camino siguiendo a una sombra, que no se identificaba como ninguno de sus hermanos.

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