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🌙Hechizo de Luna🌙

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¿Has escuchado el rumor? Dicen que solo el corazón de un hombre lobo es capaz de curar cualquier enfermedad, pero no es como piensas, de hecho...

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Lua nació sin magia y fue rechazada por el clan de brujas por su falta de habilidad. Tuvo que vivir una vida solitaria, siendo excluida en el mundo humano, esperando cumplir los dieciocho años para ser totalmente independiente y cumplir su sueño de viajar por el mundo, sin embargo, una grave enfermedad la empezó a atormentar.

El corazón de Lua estaba siendo consumido por una enfermedad que nadie conocía. Su familia le dio la espalda y la envió a un hospital humano, en donde los médicos hicieron todo lo que podían para darle un diagnóstico, pero sin éxito.

Lua no podía creer que su vida terminaría de esa forma, le faltaba tan poco para de obtener su ansiada libertad, que se aferró a la vida con todo lo que podía y fue así como en los cielos escucharon sus deseos. Cuando los ojos de Lua se cerraron y entró en coma, una cálida voz se acercó para ayudarla.

—«Pequeña, no te preocupes, te revelaré una forma segura de recuperar tu salud. Debes obtener el corazón de un hombre lobo. Te guiaré hacia uno, pero depende de ti que esta opción tenga éxito, si te esfuerzas. Todo estará bien» —aseguró envolviendo el alma de Lua, la transportó fuera de su cuerpo.

Conectó su alma a su cuerpo físico con un hilo plateado atado a uno de sus tobillos y guio su alma hacia un bosque fuera de la ciudad humana. Ahí en lo más profundo y escondido de la vista común, entre los árboles se encontraba una aldea pérdida en el tiempo.  Al llegar, la voz, volvió a hablar para decirle lo que tenía que hacer.
Lua debía conquistar a un hombre lobo, para que este le entregara su corazón voluntariamente, solo así su enfermedad podría ser curada y ella volvería a despertar. Pero, había una condición, solo tendría tiempo hasta el último día de octubre, cuando la luna llena abandonara el cielo nocturno para dar paso a la mañana. Lua debía conseguir su cometido antes de que la luna abandonará el cielo o su vida se iría como aquella noche iluminada por el amanecer.

—¿Pero cómo lo haré? ¿A quién tengo que conocer aquí? —se preguntó mientras caminaba confundida entre los árboles.

—«Ya lo sabrás, él es el único que puede verte sin el velo fantasmal. No se dará cuenta de que eres un espíritu» —le aseguró la voz, antes de darle una última advertencia—, «pero ten cuidado. Otros hombres lobo no están sujetos a mi encantamiento, ellos podrán ver tu verdadera naturaleza como un fantasma y se convertirán en un obstáculo si te descubren».

—Espera, si voy a robar su corazón, por favor haz que lo olvide al despertarme, no quiero tener los recuerdos de algo como eso —pidió nuevamente como un favor.

—«¿Estás segura? Bueno, no me importa borrar tu memoria. Solo haré lo que deseas, ya que esa es tu voluntad. Ahora ve».

Con esas palabras la voz desapareció y dejó a Lua en medio del bosque. Ella no vaciló, aunque el miedo aún se mantenía acechándola, siguió caminando. Lua pensaba que era mejor intentarlo, tomar esa oportunidad y seguir hasta el final, de todos modos, era el único camino que tenía para volver a ser libre.
Fue así como ella llegó hasta una cascada natural, ahí recostado sobre unas rocas descansaba un lobo enorme de pelaje plateado. Lua se acercó con cautela, pensando que solo era un gran animal se giró para irse luego de verlo, pero entonces este despertó. Tomó una apariencia humana y la sujeto del brazo haciéndola caer hacia su pecho de espaldas a él.

Lua se sorprendió, había encontrado al hombre lobo correcto, aquel que podía tocarla y no la veía como un simple espíritu. Se apresuró y se giró hacia él para verlo. Sus ojos eran azules como un cielo despejado y brillantes como estrellas en el cielo nocturno, el cabello blanco corto y rizado le pareció algo gracioso, pero se contuvo para no revelarlo cuando este la hizo a un lado. Su primer encuentro no parecía ser muy agradable, pero Lua no permitiría que eso pasara, si quería salvarse debía usar cualquier método. Es por eso, que Lua lo besó usando un hechizo de amor básico, aunque ella no había nacido con magia, su fe era tan grande que le dio cierta oportunidad de sobrevivir, así que una parte de ella esperaba que fuera suficiente para solucionar también la condición de obtener el corazón que necesitaba.

—¿Eres una humana? ¿Qué crees que haces? —preguntó él, mostrándose molesto por ser interrumpido en su descanso y por el beso robado que le dio.

—Me llamó Lua y soy tu destinada—aseguró sin saber exactamente si el hechizo funcionaba.

Ese día el hombro lobo solo se alzó ante ella para asustarla y luego se fue. A la mañana siguiente regresó revelándole su nombre, se trataba de Ekor el último hijo del líder de la manada, un hombre lobo que había nacido de la unión de su padre con una humana. Ekor que no había sido hechizado por Lua, como ella creía, sintió curiosidad por aquella chica de ojos morados, que se presentaba como su destinada. No era del todo una locura, ya que su destinada no había nacido entre los miembros de su clan o clanes cercanos que visitó anteriormente, y como tenía sangre humana, podría ser que Lua le dijera la verdad. Aun así la extraña aparición y la apariencia de aquella chica, le parecían tan inusuales que él continuó sospechando por un tiempo.

Faltaban solo dos semanas para la luna llena del último día de octubre y Lua accedió a contarle sobre el mundo humano, como Ekor quería, mientras que él pasaría tiempo con ella en aquel bosque todos los días. Ambos fueron acercándose poco a poco, Ekor le fue revelando parte de su historia y las anécdotas que tenía en su manada, mientras que Lua le contaba historias del mundo humano e intentaba con escaso éxito calmar los latidos alborotados de su corazón.

Los días fueron pasando y ambos eran cada vez más cercanos uno del otro. Lua lo sabía, su plan no estaba funcionando y sin embargo en algún punto, que ni ella misma puede identificar, dejó de importarle conseguir el corazón del hombre lobo para su beneficio. Para ella era suficiente tener su compañía a diario y hablar de cualquier cosa que ambos disfrutarán, pasear por el bosque y conocer lugares que nadie jamás había visitado antes. Aquellos paisajes naturales y la caída de los pétalos de flores eran vistas hermosas y exclusivamente para ambos.
Ekor era amable con ella y Lua sentía que podía hablar de cualquier cosa trivial con él, sin que se sintieran incómodos. Llegaron a ser amigos, confiar entre sí y llegar a sentir más que amistad el uno por el otro.

—Creo que es por estos días —comentó Lua, mirando el cielo nocturno acurrucada sobre el pelaje del enorme lobo a su lado—. El carnaval en el mundo humano debe estar por comenzar.

—¿Qué hacen ahí los humanos? —le preguntó Ekor con curiosidad.

—Muchas cosas, es como un gran festival. Hay tiendas ambulantes de antigüedades, circos, juegos y comida deliciosa como dulces de azúcar inflado, mis favoritas solían ser las manzanas acarameladas —confesó ella sin darse cuenta.

Siempre era igual, podía hablar con Ekor fácilmente de las cosas que le emocionaban, muy diferente a cuando era ignorada por su familia, pero eso ya estaba en el pasado. Lua lo sabía, ella podía sentirse apreciada gracias a que Ekor le mostró un camino, ella nunca más volvería a sentirse sola. Ekor la valoraba y eso la hacía sentir que por fin podía pisar terreno estable, no necesitaba buscar más, porque se sentía libre a su lado.

—Suena divertido quiero ir, vamos juntos mañana por la noche —propuso Ekor.

Al observar la mirada iluminada de Lua, despertó en él una nueva curiosidad por lo que había en aquella ciudad humana, después de todo su amada destinada había nacido ahí. Sin embargo, Lua sabía que no podía volver, no sólo porque era un espíritu cuyo cuerpo aún seguía dormido, sino porque todo aquello sobre su enfermedad y su estado era un secreto para Ekor.

—No, me agrada esa idea. No me gustan mucho las multitudes. Prefiero estar aquí contigo —aseguró girándose a verlo.

Ekor tomó su forma humana y correspondió su abrazo.

—Olvidaba que escapaste de tu hogar para buscarme. Está bien, pero si algún día quieres volver, iré contigo a la ciudad. Podemos vivir en dónde tu quieras, no tienes que quedarte por siempre esperándome en esta parte del bosque —le recordó pues le había hecho una promesa de nunca dejarla sola.

—Lo sé, pero por ahora me gusta aquí, es nuestro lugar secreto. No podría ser más perfecto —dijo Lua con sinceridad y lo besó para que él no pudiera seguir contradiciéndola o diciendo más palabras que hicieran enloquecer a su corazón.

Lua había decido que nunca le hablaría sobre su verdadera identidad y jamás le pediría su corazón como forma de salvarse a sí misma. Ella había entendido que no podía ser tan egoísta, como para quitarle la vida a la única persona que la amaba y le había demostrado bondad, a costa de salvar la suya propia. Así que decidió engañarlo una última vez y prometerle una vida juntos, cuando solo podía darle un instante. Lua se quedaría con Ekor hasta el último día de octubre, al caer la luna llena desaparecería sin dejar rastro.

Ella había hecho todos los preparativos necesarios. La última petición que tenía para la voz que siempre estaba a su lado, fue convertir su amor por Ekor en una hermosa gema, para que él pudiera recordarla con eso para siempre.

—Es egoísta de mi parte pedir esto, pero quiero que al menos algo de mí, forme parte de su historia hasta el final, por eso, por favor, haz una gema de mi amor, te ruego concédeme esta petición y perdóname por fallar, siento haber fracasado —rogó esperando una respuesta de la voz.

—«Pequeña tu no has fracasado, sin embargo, si esto es lo que deseas te ayudaré» —respondió la voz, escuchando su petición le dio lo que ella quería, una gema roja en forma de corazón y además una daga plateada—.«Usa el corazón para la persona que amas y con la daga puedes cortar el hilo que ata tu alma, pero antes, por favor...

—¡Eres un espíritu! —gritaron detrás de unos arbustos.

Tres hombres lobos habían interrumpido impidiendo que Lua escuchara las últimas palabras de la voz, que le había dado los objetos, que ahora trataba de proteger entre sus manos. El grupo de hombres lobo se acercaban peligrosamente hacia ella. Lua estaba atemorizada, en el estado en el que estaba, su alma podía ser destruida con facilidad, tan sólo pensarlo la aterraba, no tendría tiempo de nada, no podría despedirse de Ekor adecuadamente y jamás podría volver a verlo, ni siquiera había logrado darle la gema de amor como deseaba.

—¡No! ¡Aléjense! —gritó con todas sus fuerzas, aunque parecía inútil logró detenerlos.

De pronto una sombra enorme la cubrió, el pelaje blanco la envolvió y Ekor salió detrás de ella. Con tan solo una mirada intimidó a los tres lobos más jóvenes, que lucían más pequeños a comparación y que salieron huyendo después de verlo por un par de segundos. Ekor no espero y tomó a Lua llevándola más profundo dentro del bosque. Una vez que estuvieron a salvó Ekor le pidió una explicación, Lua ya no podía ocultarlo y le contó todo sin guardarse nada.

—Entonces eres como un fantasma que desaparecerá al amanecer. —El tono de voz de Ekor era frío, sombrío y cortante.

—Eso no cambia lo que siento por ti, los recuerdos no son una ilusión. Por favor recuérdame cuando no esté —pidió Lua, entregándole la gema de amor en sus manos.

Lua retrocedió unos pasos y sacó la daga para cortar el hilo plateado que colgaba de su tobillo. Ella estaba dispuesta a perder su alma ahora que había podido despedirse de su amado, no le quedaban más deseos por cumplir.

—Si hay otra vida, deseo poder conocerte antes y estar juntos por mucho tiempo —dijo Lua finalmente, agachándose a sostener el hilo que unía su cuerpo y su alma.

—¡No! —gritó Ekor lanzando la daga por los aires, la partió en dos frente a ella—. Tú no puedes desaparecer de esta forma —pronunció y se alejó de ella tomando su forma de lobo salió del bosque apresurado.

Lua se quedó sola, confundida por unos segundos trato de tomar los trozos de la daga entre sus manos. Pensaba que había sido abandonada y el pensamiento empeoró cuando escuchó las pisadas de otros hombres lobo acercándose. Ekor había dicho que no podía desaparecer así, se preguntó si quería que su alma fuera destruida por miembros de su manada como venganza por engañarlo, pero una parte de ella sabía que era un pensamiento absurdo. Aunque él, la resintiera, jamás dejaría que alguien la lastimara, aún así Lua pensó que era justo, desaparecer ahora que ya había podido despedirse. Así que cerró los ojos cuando pudo sentir a los lobos de antes abalanzarse hacia ella.

De pronto una barrera se desplegó frente a Lua. Ahuyentó a los lobos que se abalanzaron en su dirección, haciéndolos volar por los aires. Entonces ella entendió lo que Ekor había hecho y adonde se dirigía con tanta prisa.

Ekor se transformó en humano al llegar al hospital de la ciudad, ya antes había visitado aquella tierra buscando a la familia de Lua. Ahí él percibió el sutil aroma de su destinada, era imposible, eso pensó al principio, no podían existir dos personas destinadas para un hombre lobo. Se sintió afortunado de saber que sus sentimientos nunca le fueron arrebatados por otra que no fuera ella misma, y así siguió guiado por su rastro hasta encontrar la habitación en donde el cuerpo de Lua descansaba.

Observó sus cabellos brillantes y su cara dormida, nunca antes la había visto tan tranquila, estaba muy quieta. Una parte de él estaba deseando poder verla despertar, pero se dijo rápidamente que sería codicioso. Lo había decidido desde que puso un pie dentro de aquella habitación, incluso antes al dejar el alma de Lua atrás. Ekor había decidido entregarle lo que desde el principio fue solamente para ella, su corazón. Lua viviría, y eso era suficiente para él, los recuerdos que compartieron juntos desaparecerían de su memoria al despertar y eso también era una bendición, ella no tendría que vivir con ningún recuerdo doloroso de su pasado. Aun así, antes de empezar el hechizo para salvarla, dejó la gema de amor entre sus manos. Ekor sostuvo ambas manos de Lua dejándola sostener la gema, mientras procedía a realizar el hechizo.

—Es bonita, a ti te gustan las cosas bonitas y brillantes —susurró acariciando su mejilla.

Ekor quería que al menos una parte de él sobreviviera en ella, un último recuerdo de su amor. Esa era la gema que Lua le había regalado, el pequeño corazón que brillaba como mil rubíes, para nadie tenía más valor que para él. Con el pensamiento y la esperanza, de que Lua pensara que era bonito y se lo quedará al despertar lo dejó entre sus manos y comenzó a recitar el hechizo.

—Por favor, vive bien. Cuida bien de ti misma hasta que nos volvamos a encontrar. Sé que odias las palabras de amor, porque no te parecen naturales o reales, pero quiero decírtelo, juro que de verdad te amo —pronunció antes de terminar el encantamiento, su corazón fue a hacia Lua y el alma de Ekor se desvaneció junto a su cuerpo envuelto en luz dorada.

El alma de Lua que todavía seguía en el bosque comenzó a desvanecerse. Ella estaba por volver a su cuerpo, pero con las manos aún unidas intentó permanecer ahí recolectando los pedazos de la daga rota por Ekor, Lua se aferraba a su forma espiritual, para no olvidarlo.

—Te lo ruego, quién este arriba en los cielos, por favor no dejes que se vaya por mí —pidió rogando como la última esperanza que quedaba en su alma.

—«Pequeña niña, no hay nada que yo o cualquier otro pueda hacer» —le dijo la voz, dejándola desconsolada.

—No, por favor no —rogó nuevamente—. Nunca pude decírselo, yo lo amo. Realmente te amo Ekor —confesó.

—«Regresa, te prometo que al despertar todo estará bien» —aseguró aquella entidad con una voz agradable.

Antes de que ella pudiera decir más, sus intentos por permanecer ahí fueron en vano y su alma volvió a su cuerpo.
Para Lua no había nada más doloroso, fue como si despertara de un sueño hermoso y a la vez de la peor pesadilla de su vida. Lo que le dijo aquella voz anteriormente, no fue real, ella aún recordaba a Ekor. Se desmoronó llorando cuando vio la gema de amor en su mano y fue aún más doloroso saber que Ekor le había dado su corazón para que ella pudiera vivir. Incluso cuando Lua lo había engañado vilmente, Ekor aún la amaba y la amo hasta el final.

Las horas se volvieron días y los días semanas, el tiempo para su recuperación término, pero nadie fue a verla. Después de algunos meses Lua retomó su vida humana, tan aburrida como la recordaba, se propuso seguir estudiando y trabajando, a veces intentaba pasar el tiempo y no pensar en él, pero ocasionalmente lo recordaba. La gema de amor aún seguía colgada en la ventana de su habitación, las noches de luna llena, destellaba solo para ella, era como si él nunca se hubiera ido.

—Hoy fue un día agotador, lo hice bien, ¿verdad? Todavía no me rindo —le contó a la gema, se había vuelto su costumbre tomarla cada vez que regresaba a casa y estrujarla entre sus manos por un momento, diciéndole palabras como si fuera su amado—. Ekor te amo. Lo seguiré diciendo hasta volver a verte, y cuando regreses volveré a repetirlo para ti —prometió dejando el colgante nuevamente en su ventana.

Lua se fue a duchar y luego encendió su cocina para preparar pasta de carne, su favorito. Ella estaba por colocar el fideo en la cacerola, cuando escuchó un estruendo proveniente de su habitación. Corrió hacia ahí sosteniendo una sombrilla de la entrada para defenderse, creyendo que un ladrón estaba tratando de robar la gema, fue hacia ahí y abrió la puerta de golpe.

—Lua —pronunció la voz que ella tanto deseaba volver a escuchar.

—Tú, ¿de verdad estás aquí? —preguntó, pues tanto había sido su anhelo por él, que un par de veces confundió sus sueños con la realidad.

Dejando caer la sombrilla de sus manos corrió a comprobar si se trataba realmente de él. Sostuvo las mejillas de Ekor, su tacto cálido la hicieron darse cuenta de que era real. Al observó su torso desnudo y el brillo en su pecho se dio cuenta de que reemplazando su corazón, se encontraba la gema de amor que Lua había hecho para él. Aquella gema contenía sus sentimientos, recuerdos y parte del alma que pertenecía solo al ser amado. Entonces ella lo entendió, la voz que escuchó nunca le mintió. «Después de despertar todo estará bien» —le había dicho y cumplió su promesa.

—¿Lua estás bien? Tampoco sé que pasó, mi alma fue absorbida por la gema después de que terminé el hechizo. Pero gracias a eso logré escuchar lo que me decías cada día —reveló haciendo que ella se avergonzara un poco.

—No importa cómo, tampoco me interesa el porqué. Yo tengo al importante que decirte. Me juré que no perdería otra vez la oportunidad —Lua estaba enormemente feliz, decía cada palabra rápidamente como si el momento correcto se le fuera a escapar en unos segundos.

—Lua tranquila, estoy aquí, no pienso ir a ningún lado que no sea contigo. —Ekor la abrazó para tranquilizarla, pero luego ella lo alejó y lo miro a los ojos con insistencia.

—Tengo que decirte algo importante —volvió a repetir—. Te amo, realmente te amo mucho Ekor —confesó Lua, sintiendo como sus mejillas se llenaban de color al poco tiempo.

Ekor no espero, la atrajo hacia él, atrapó sus labios y los unió con los suyos. Ambos habían esperado tanto ese momento que tardaron en separarse, solo la falta de aire les obligó a hacerlo y solo después de tocar el rostro del otro pudieron asegurarse que no estaban soñando, entonces lo entendieron, tendrían toda una vida para estar juntos y no había necesidad de apresurarse. Existía una fuerza imparable que unía sus destinos, su vinculó era irrompible y siempre estarían juntos.

Conectando sus historias, en la frontera entre esta vida y la siguiente, antes del límite del tiempo y el espacio, más allá de este mundo y los demás, sus almas estaban unidas para toda la eternidad.

🌙Fin.🌙

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