a mí me volvió loco tu forma de ser⁰³
Desde esa extraña introducción a su vecino dos cosas cambiaron en la vida de Yeonjun. Primero, al fin dejaron de molestarlo cada rato, ya no venían a tocar a su puerta equivocadamente. ¡Oh, cómo lo disfrutaba! Al fin tenía sus tan deseadas tardes de paz, podía tejer, estudiar y aprender nuevos estilos de delineado en total tranquilidad.
Lo segundo, era el gato blanco.
Cada tarde que Regaliz se aparecía por su hogar, el gato blanco lo acompañaba, más nunca entraba. Se quedaba en el balcón, mirando fijamente hacia el interior con sus profundos ojos azules. A veces sentía como si estuviera analizando sus movimientos. No sabía el nombre del gato ni había llegado a acariciarlo, pues este se alejaba a penas daba un paso en su dirección; está demás decir que tampoco comía lo que le dejaba. Pensaba que talvez era arisco.
Todo era tranquilo y estaba en orden. O al menos así debería ser, pero los pensamientos de Yeonjun no le dejaban tener un respiro.
¿Por qué su hermoso vecino no salía de su mente? Quedó totalmente fascinado con Beomgyu desde la única vez que lo vio, esos ojos bicolores no lo dejaban en paz, tenía ganas de conocerlo y saber de él a profundidad. ¡Y ni siquiera lo había vuelto a ver! Eso le frustraba pero al mismo tiempo aliviaba, no es como si supiera que haría si lo viese de nuevo, pero estaba seguro de que quedaría como un estúpido.
Obviamente, decidió no hacer nada al respecto, si el destino tenía en sus planes que vuelva a verlo, así sería, pero él no intentaría nada. Aunque le gustaría que Beomgyu saliera de sus pensamientos, incluso se preguntaba si lo había encantado.
Y entonces, una tarde, luego de unas semanas desde su encuentro, Regaliz dejó de venir.
Cualquiera le restaría importancia a ese hecho, pero no, él no. Regaliz era casi como su gato, Yeonjun estaba seguro de que ese bonito gato negro pasaba más tiempo en su departamento que en el de su dueño original. El que no haya aparecido en definitiva era algo sumamente extraño. Aún más considerando que el gato blanco seguía apareciendo todos los días en su balcón.
Tantas cosas en su cabeza acabarían por volverlo loco, así que decidió matar dos pájaros de un tiro; iría a preguntar por el gato a Beomgyu, y de paso, aprovecharía para admirar la belleza de su vecino. Era sencillo.
Pero pronto se encontró a sí mismo dando vueltas sin sentido por su departamento, pensando en qué decir:
—"Hey, no he visto a tu gato que casi vive conmigo por aquí estos días, ¿pasó algo?" eso suena algo raro.— se dijo.
Siguió practicando diálogos en voz alta, hasta que el sonido de algo suave cayendo llamó su atención. Miró hacia el suelo y notó que el ovillo de lana que recién estaba usando ahora estaba en el suelo. Al ver más lejos, notó una colita blanca y delgada perderse en el pasillo hacia la salida.
Miau. El gato blanco maulló una sola vez y luego posicionó su patita sobre la superficie de la puerta cerrada.
—¿Quieres salir?— le preguntó, por más que no lo entendería. Se acercó hacia el animal con cautela, esperando a que saliera huyendo, pero no lo hizo. En cambio el gatito esperó a que abra la puerta y salió lentamente. Yeonjun se quedó atrás.
Maulló de nuevo, para llamar su atención aún si ya la tenía, esperando a que lo siga. Sin pensarlo lo hizo, y terminó parado frente a la puerta de su vecino. Levantó su mano para poder darr unos tacos sobre esta, pero no hubo necesidad.
La puerta se abrió y Beomgyu lo recibió detrás de esta, sonriendo como si hubiera estado esperándolo. Se miraron a los ojos por unos segundos, inmediatamente quedando cautivado por estos, le era simplemente inevitable. Beomgyu sonrió más, como sabiendo el efecto que le causaba y lo invitó a pasar.
Yeonjun iba a enloquecer a causa de esos ojos coloridos y traviesos, de eso no había duda.
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