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Capítulo 7. Aidan Cullen
























Atnea se encontraba sentada, en forma de indio, en el suelo del bosque de Forks. Con la mirada sobre el punto exacto, en ese lugar que hicieron la promesa, en donde ella volvería con él y él la iba a esperar, no importa cuánto dure, él la esperaría.

Pero no lo lograron.

Rompieron esa promesa.

Atnea se sentía tan mal.

Le dolía el pecho.

Le dolía el alma pensar en su hermano.

Aidan Jason.

O

¿Aidan Cullen?

No sabe porque sigue dándole esperanzas de que el sea su hermano. Por ahí Ancestral se había equivocado sobre las auras.

Por ahí sí, puede haber dos auras iguales.

Por ahí el anhelo de que su hermano siga con vida la hacia confundir. La hacia ver cosas en donde no las hay.

Como ver a su hermano en ese muchacho.

Pero... el había observado su pulsera de una manera que le hizo dar escalofríos.

Como si intentara recordar donde lo había visto.

Como si la reconociera de algún lado.

Pero solo era una maldita pulsera.

Ya debía resignarse a que su hermano se encontraba bajo tierra.

—Si...— susurró intentando convencerse.— será mejor dejarlo ir...

El viento helado caló los huesos de la hechicera, poniendo chinita los vellos de todo su cuerpo. Las nubes cada vez se volvían más oscuras, indicando que la noche estaba cayendo en el pueblo junto con las temperaturas frías.

—Ya debo volver a casa...— se susurró a ella misma, levantándose del suelo mientras se sacudía el pantalón y el trasero, para sacarse la tierra húmeda y algunas hierbas.

Cuando en el ambiente, esa sensación de paz y soledad desaparece, dando un aspecto tenebroso.

Peligroso.

Algo estaba viniendo.

Alguien fuerte.

Hizo una mueca al sentir a las cercanías dos auras cálidas, dos Quileutes.

Dos lobos.

Pero también apenas podía sentir, muy poco, la presencia de los fríos.

Frunció el ceño, preocupada.

—¿Aidan?

















































































—¿Estás segura que la viste aquí?— habló el patriarca de la familia.

El clan Cullen se encontraba reunido en el medio del bosque, esperando la señal de la vidente que vió a la intrusa pelirroja, que ha molestado al pueblo con su presencia y que busca cazar a la humana que convive con ellos. 

—Ya casi llega.— exclamó la vidente con la mirada perdida.

Todos más atentos ante la palabra de la vampiro, observando con precisión cada parte del lugar. Esperando, en completo silencio y tensos la indicación  de la muchacha.

—¡A tu izquierda!

Y esa fue la señal.

Toda la familia comenzó a perseguir al borrón pelirrojo, todos siguiendo a la vampiro que se ha estado burlando de ellos.  Siendo el vampiro grandote más cerca de la intrusa, que corría con su brazo extendido intentando agarrarla, cuando ésta fue más hábil y rápida que logró sacárselo de encima, mandándolo a volar por los aires.

Todos trataban de seguir su ritmo pero la pelirroja, llamada Victoria, era demasiado hábil, esquivando ramas y rocas en su camino.

 El rubio de rulos, estaba a punto de agarrarla cuando ésta da un gran salto cruzando hacia el otro lado. En otras tierras. La pelirroja miró sobre su hombro y sonrió al ver que los vampiros de ojos ocre no cruzaban. 

—Aguarda... está en su territorio.— volvió a hablar el patriarca parando a su familia para que no cruzaran.

La pelirroja volvió a correr, por lo tanto el clan hizo lo mismo sin perder de vista a Victoria.

—¡Se escapará!

—¡No lo hará!

Gritó uno de los familiares, el "hermano" del patriarca, Aidan Cullen, al ver como dos lobos, uno gris y otro negro perseguían a la intrusa con sus fuertes cuatro patas y dientes filosos.

Corrían y esquivaban las grandes rocas sin poder alcanzar a la vampiro,  logrando que escapara de sus bocas al haber cruzado al otro lado.

Ninguno apartaba la mirada de la pelirroja, todos detrás de la vampiro, mientras que la hechicera abría portales intentando llegar a ellos, su instinto decía que su familiar estaba en peligro. Esto de no haber practicado abrir tantos portales a la vez, luego de lo de Thanos, le estaba pasando factura.

Se cansaba demasiado rápido.

Mientras tanto, Victoria, comenzó a correr sobre las ramas de los árboles siguiéndolo el rubio que parecía ya tenerla cuando logró esquivarlo con maestría.

Burlándose de él.

Siguiendo la carrera, el vampiro grandote comenzó a apresurar el paso, estando una vez más cerca de agarrarla cuando Victoria volvió a saltar, pasando a la tierra de los lobos.

—¡Emmett no!

El vampiro ignorando la advertencia de parte de su novia saltó hacia el otro lado siendo interceptado por el lobo gris, arrojándolo a las heladas aguas.

Tanto lobo y vampiro se encontraban gruñendo, siendo observados por la hechicera, que se encontraba oculta en la oscuridad del anochecer, flotando, gracias a las botas de Valtorr, que le permitía estar en el aire. Y gracias a los ancestros decidió esa noche ponérselos ya que era más hábil y rápida con ellos puestos.

Atnea no se estaba preocupando de que la notaran, ambos bandos estaban demasiado ocupados en mirarse fulminantes que no se dieron cuenta que la pelirroja había huido.

La hechicera decidió seguirla cuando otro grito llamó su atención.

—¡Emmett ven aquí!— gritó la rubia.

El vampiro grandulón ignoró las palabras de su novia, y le gruñó completamente cabreado al lobo.

—¡Aidan!

El grito que dio aquella mujer, le provocó un sin fin de nervios en su cuerpo y más al ver a su hermano saltar a ayudar a ese gigante que el lobo lo malinterpretó, pensando que querría pelea.

—Oh no... con mi hermano no, perro.— exclamó Atnea, furiosa, al ver como ese lobo saltaba para atacar a su  Aidan, abriendo justo un portal enfrente de ellos. Causando que el lobo cayera dentro, y en menos de dos segundos lo cerró.

Todos se encontraban sorprendidos.

¿Que diablos acababa de pasar?

¿Que diablos fue ese aro de chispas anaranjadas?

¿Lo había hecho Aidan?

No. El estaba igual o más sorprendido que sus familiares.

El lobo negro, confundido y enojado, gruñó ferozmente a los dos vampiros que se encontraban allí, pensando que había sido alguno de ellos, en donde Atnea ya se encontraba lista para volver a abrir un portal y mandarlo esta vez a China, cuando un aullido a lo lejos, muy lejos, se escuchó en el medio del silencio.

Era el lobo gris.

El lobo negro al ver la mente de su beta, y saber donde se encontraba, miró recelosa-mente a esos dos chupasangres y se fue de allí para encontrarse con su compañero.

Mientras que el Clan Cullen aún seguían impactados.

—Vamos Aidan...— murmuró el grandulón colocando su mano sobre el hombro.

El muchacho salió de su sorpresa, y asintió con la cabeza listo para volver con su familia. Cuando el aroma tan reconocido de la humana, lo siente en el aire.

Gira su rostro viendo en la dirección de las tierras Quileute, viendo con su vista mejorada hacia la oscuridad de los árboles sin tener algún rastro o presencia de ella.

¿Acaso se estaba volviendo loco?







































































Casa Cullen.

Todo el clan se encontraba haciendo actividades en lugares diferentes de la casa. Unos leyendo, otros jugando a la play o al ajedrez, o otros pensando sobre lo que había sucedido hace como unas ocho horas atrás.

Si.

Aidan Cullen, no podía dejar de pensar sobre lo que pasó en el río.

Sobre ese aro gigante de chispas anaranjadas en donde desapareció el lobo Quileute.

Desde que había pasado aquello, no había dejado de sentir esa sensación de ya haberlo vivido. Como si lo tuviera en la punta de la lengua pero no lo puedes soltar.

Eso le estaba pasando.

Esto de no recordar lo estaba matando, y que ironía, ya que estaba muerto.

El ruido de dos golpes tocando su puerta llaman su atención, girando sobre sus talones de brazos cruzados, observa a la persona que acababa de abrir la puerta de su habitación.

—¿Estas bien?

Aidan le sonrió, asintiendo con la cabeza.

—Estoy bien.

—¿Seguro?— preguntó preocupada por su hermano preferido y su actitud cerrada. Ya que aunque fingieran ante los ojos humanos ser tío-sobrina, para ellos mismos era una unión de hermanos.

—Lo estoy Alice, tranquila.— le sonrió, acercándose hacia ella que estaba en la entrada de su habitación.— ¿Edward ya llegó?

—Si.

—Entonces vamos...— empujó juguetonamente el hombro de la duendecilla y ambos a velocidad vampiro, llegaron al salón donde se encontraba todo el clan reunidos.

Emmett y Rosalie sentados juntos en el sillón grande, Edward sentado en frente de ellos, Carlisle sentado en el sillón individual y Esme sentada sobre el apoya-brazos, estando del lado derecho, de su esposo. Y por último, Jasper parado en una esquina de brazos cruzados, viendo a los demás. Alice con su característico caminar se acercó a su novio, posicionándose al lado de él.

—¿Ambos están bien?— preguntó el lector de mentes, mirando a Emmett  y luego a Aidan, que se sentó a su lado, en donde ambos asintieron con la cabeza.— bien...

—Lo lamento... no pudimos atraparla.— comentó con tristeza Esme, siendo reconfortada con suaves caricias por su esposo.

Edward negó con la cabeza.

—Lo lograremos... lo importante es que están bien.

—Si ese perro estúpido no se hubiera metido...

—¡Rosalie!— le regañó la matriarca.

—¿¡Que!? ¡Es la verdad!— replicó enojada la rubia.

— ¿¡Y lo que hizo Aidan!? ¡Eso fue genial!— interrumpió el grandulón con una gran sonrisa.

Edward leyó las mentes de sus familiares, desde varias perspectivas, pero que en todas se ve claramente un aro gigante de chispas anaranjadas.

Frunció el ceño confundido.

—¿Tienes un don?— preguntó.

Aidan más frustrado negó con la cabeza.

—No, yo no lo hice.— comentó con una mueca de hastío.

Cansado de recordar ese momento y del fuerte dolor de cabeza que tiene.

—¿Insinúas que había alguien más allí?

—¿Cómo?

Esa pregunta había sorprendido a todos, mirando expectantes por una respuesta de algunos de los dos vampiros, tanto del lector de mentes como de Aidan, que éste último se encogió de hombros.

—¿Dices que había alguien más de nosotros y los lobos?

—Yo... no lo sé.— suspiró sin la necesidad de hacerlo.— yo creí... percibir el aroma de ella.

—¿Ella?— preguntó confundido Edward.

—Habla de Atenea.— canturreó feliz, la duendecilla.

—¿La humana?— preguntó con desprecio la rubia, levantándose del sillón con los puños cerrados, furiosa.— ¿Tú también nos pondrás en peligro por culpa de una estúpida humana?

—¡Rosalie!— regañó la hadita.— Lo he visto... estarán juntos.

》Y ni tú, ni nadie podrá impedirlo.《

La rubia rugió molesta, y se fue de allí furiosa. Siendo acompañado por el grandulón que antes de irse, le dedicó una mirada de tristeza al vampiro. Dejando un silencio bastante tenso.

—Lo siento...— se levantó del sillón para irse de allí y encerrarse en su habitación, cuando la voz de Carlisle lo interrumpió.

—¿Aidan me acompañas a mi despacho?— el rubio se había levantado del sillón, mirando al más joven vampiro por una respuesta.

Aidan frunció el ceño pero asintió con la cabeza.

Ambos vampiros, rubio y morocho, se dirigieron hacia el despacho de Carlisle. El rubio abrió la puerta, pasando primero y luego Aidan que cerró la puerta, quedándose allí, confundido. Mientras tanto, el patriarca, se encaminó hacia el escritorio y sobre éste agarró un diario y una hoja. El rubio giró sobre sus talones y le dedicó una sonrisa tranquilizadora.

—Se que has estado mal desde que te conté sobre tu apellido biológico.— comenzó a hablar el patriarca, caminando lentamente hacia el morocho, que éste prestaba atención a cada palabra.— Has estado más pensativo, reservado...

》Y creo que necesitas saber de tu pasado para poder avanzar y ser realmente quien eres.《

—Carlisle... estoy bien.

—Déjame terminar.— le sonrió, entregándole el diario y ese papel, ambos doblados. Que Aidan lo tomó con dudas.— Por eso... me tomé el tiempo de investigar un poco... no encontré mucho... solo esa hoja y el diario que lo guardé para ti, creo que allí encontrarás algo que te es importante.

》Salió ayer.《

Aidan confundido miró los papeles para luego mirar al patriarca. Que éste todavía tenia una sonrisa en sus labios.

—Gracias...— dijo aún confundido pero dándole una sonrisa tranquilizadora.

El médico asintió con la cabeza y le dio un apretón en el hombro, diciéndole de alguna manera que no estaba solo. Aidan agradecido completamente por haber conocido a personas tan maravillosas, lo abrazó con fuerzas entre sus brazos, que duró unos diez segundos, y luego se marchó rápidamente hacia su habitación, encerrándose allí.

Aidan se sentía nervioso.

Ansioso.

Esperanzado.

Esperando que lo que haya encontrado Carlisle, lo ayudara a recordar o saber quien era Atnea Jason.

En el medio de la habitación, observó primero el diario dejando la hoja sobre el escritorio que tiene. Revisando cada parte, leyendo rápidamente gracias a su visión vampírica, las noticias para nada interesantes del pueblo.

Hasta que algo llamó su atención.

Su apellido.

En una noticia, muy chiquita en el extremo de la hoja, rodeado de un cuadrado, este decía...

"DESPUÉS DE 55 AÑOS, LA CASA DEL TERROR HA SIDO VENDIDA."

—¿La casa del terror?— pensó intrigado, observando la foto chiquita de la casa  desgastada, de dos pisos, que daba un ambiente triste y lúgubre.— Bueno... parece una casa de terror...

Más abajo leyó la descripción.

"No se sabe nada del nuevo propietario pero sabemos que es una mujer, muy valiente al comprar la casa de los antiguos propietarios, la familia Jason."

Y por un momento, creyó que su corazón volvía a latir con rapidez al leer la segunda parte.

"Como todo el pueblo sabe, en esa casa, en ese hogar, la familia Jason tuvo una horrible tragedia. Que ha marcado como fuego al pueblo de Forks, que aún con el paso de los años, sigue sin resolverse el caso de la hija mayor de los Jason.

Allí en esa casa, fue donde se vió por última vez a Atnea Jason, la niña de 10 años, que desapareció el 17 de septiembre del año 1950."


Ahí estaba.

Atnea Jason.

El nombre.

Atnea

Jason.

Con los ojos abierto como platos, recordó a la humana cuando se cruzaron en el hospital.

FLASHBACK

—Yo... no me he presentado... la otra vez que nos vimos, me fui... lo lamento.— habló Atnea.—  Soy... Atnea... Atnea Jason.

FIN DEL FLASHBACK

¿Que significaba?

¿Por qué ella le había dicho el nombre de la nena desaparecida?

Sacudió la cabeza intentando apaciguar, dejar de tener esas horribles puntadas en cada lado de sus sienes y siguió leyendo, que gruñó enfurecido al ver que no decía nada más importante.

—Maldición.— insultó arrojando el diario, causando que las hojas se esparcieran por el suelo de su habitación.

Con enojo se dirigió hacia el escritorio y tomó la hoja, para saber que había encontrado Carlisle cuando ve que era como una especie de árbol genealógico.

Vio lo que parecían ser sus vis-abuelos, que tenían aspecto de ser gente importante y de dinero, luego sus abuelos paternos y maternos, varios tíos y primos que no le interesaba y por último sus padres y ellos.

Aidan no apartaba la mirada de la foto de la niña, una foto de ella muy desgastada pero que se podía apreciar el rostro.

El parecido rostro con la humana.

Atenea Clarkson.

Y realmente creyó que su corazón estaba latiendo con fuerzas sobre su pecho, al leer debajo de la foto la siguiente descripción...

{Atnea Jason, 10 años, hermana melliza de Aidan Jason}

Lo mismo de parte contraria de él.

{Aidan Jason, 10 años, hermano mellizo de Atnea Jason.}

Sentía su cuerpo temblar.

Sus manos temblaban.

Y su cabeza estaba dando vueltas.

—Tenía una hermana...— susurró, sorprendido y con los ojos llorosos que no soltará ninguna lágrima.— Una hermana melliza...

Y una fuerte puntada vino a su mente, causando que sus rodillas perdiera fuerzas, cayendo al suelo con un golpe seco, en donde, sujetaba con sus manos su cabeza al dar demasiada vueltas.

Era muy fuerte el dolor.

Hasta que desapareció.

Viniendo ante sus ojos, un claro recuerdo.

FLASHBACK

—Ve con él hermana.

—¿Qué?

—Que vayas con él.— sonrió con tristeza.— Esto es lo que quieres, lograrás controlar este poder y cuando lo logres puedes volver conmigo...

(Aidan observaba a los dos niños como si estuviera en una escena de una película.)

Atnea comenzó a llorar agarrando fuertemente las manos de su hermano, negando con la cabeza sin querer apartarse de su mellizo.

—No... no iré sin ti.

(El vampiro sintió un fuerte dolor en el pecho al ver a la niña llorar. Que dándose cuenta estaban en el bosque, y había alguien más allí que no lograba ver con claridad. Como si el recuerdo solo quisiera que viera a su yo pequeño y a su hermana)

Aidan colocó sus manos sobre las mejillas de su hermana y con sus pulgares comenzó a limpiar su piel, secando las lágrimas que derrama de sus ojitos.

—Hazlo... te volverás una mujer increíble, serás súper fuerte.— sonrió.— y cuando lo seas, vuelve a casa... te estaré esperando.

—¿Lo prometes? ¿Me prometes que me esperarás?

(El vampiro se colocó del mismo lado de su yo pequeño, observando lo que estaban haciendo. Y viendo con claridad el rostro de la niña.)

Aidan sacó la pulsera de su muñeca, hecha de tela de color azul con la inicial A, para agarrar la muñeca de su hermana y colocarsela.

—Siempre estaremos juntos...— susurró viendo como su hermana también hacía lo mismo, colocando su pulsera con la misma inicial pero de un tono rojizo.— A donde sea que vayas... yo estaré contigo.

》Siempre te esperaré, no importa cuántos años tarde, estaré aquí en este mismo lugar, esperándote《

FLASHBACK

Abrió los ojos.

Y buscó con fuerzas, aire para sus pulmones, como si realmente lo necesitara. Vio que se encontraba tirado en el suelo y que en una de sus manos tenía la hoja arrugada donde daba el árbol genealógico.

Se levantó del suelo con sus piernas temblando, casi sin fuerza, y se acercó al escritorio para buscar lo que había guardado luego de haberse despertado.

Sabia que era importante.

Sabia que lo debía mantener con él.

No podía separarse de ella, por eso lo guardó, sabiendo inconscientemente que era muy importante para él.

Abrió el cajón, donde mantenía algunos papeles, lapiceras y cuadernos, y metió la mano al fondo hasta tocar con sus dedos la textura de la tela. Lo agarró entre sus dedos y lo sacó de allí.

Estaba lleno de tierra, por lo tanto lo sopló y lo sacudió, para poder apreciarse ese rojo vivo y esa A de madera.

La misma pulsera del recuerdo.

Y la misma pulsera azul que tenia la humana.

FLASHBACK

—Gracias...— respondió, observando cada gesto que hacía su rostro, que con un fuerte impulso en su pecho, creyendo que no todo estaba perdido al ver su mirada confundida observando su pulsera, siguió hablando.— Era de mi hermano...

FLASHBACK

—¿Hermano?— preguntó, mirándose en el reflejo, no viéndose a él como vampiro sino encontrándose a un niño de cabellos negros y ojos de igual color, mirándolo fijamente.— Atnea...
















































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¡ACÁ ESTA EL CAPÍTULO!

¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHH!

¿QUE LES PARECIÓ EL CAPÍTULO?

¿LES GUSTÓ?

¿QUE PARTE MAS LE GUSTÓ?

ESTOY MUY EMOCIONADA, PORQUE YA SE VIENE EL MOMENTO.

Bueno... ¡Espero que les haya gustado!

¡Voten - comenten - compartan!

No se si para el otro sábado lo tendré al capítulo, pero apenas lo termine lo publicaré <3

¡Muchísimas gracias por las casi 13 mil lecturas!

Las amo.

Besitos.

~M.

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