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Capítulo 2. Despedida y La Push.























-Los veo aquí... y no siento ni una pizca de lástima por ustedes.

Atnea se encontraba agachada sobre sus rodillas, observando las dos lápidas grises y lúgubres en frente suyo. Sobre ellos apenas se podía apreciar los nombres de sus progenitores, estando en un muy mal estado.

》Dahna Jason, madre y esposa. 1910-1995《

》Ethan Jason, padre y esposo.
1905-1985《

-Ni siquiera tienen una frase emotiva en sus estúpidas tumbas.- rió sin gracia.

Suspiró amargamente.

- Fueron una basura conmigo... y estoy intentando en perdornarlos.- estiró sus piernas, levantándose, y les dio una última mirada a los que debería haber llamado padres.- Espero que donde sea que estén... en otro universo, en otra tierra, amen a sus hijos incondicionalmente, darle el cariño y aprecio que no nos dieron a nosotros, que no me dieron a mí.

Giró sobre sus talones, dándole las espaldas a las tumbas de sus padres y comenzó a caminar hacia la otra punta del cementerio.

Más lejos de la ubicación de sus progenitores, se ubicaba una tumba que causó un dolor profundo en su pecho. Un dolor que apretaba su corazón con fuerzas, impidiéndole llevar aire a sus pulmones para respirar.

—A ti si que te defraudé...— murmuró con sus mejillas ya mojadas por las lágrimas que ya no puede contener. Suelta un sollozo y se sienta en el piso no pudiendo soportar el dolor en su cuerpo al leer el nombre grabado en aquella piedra.— perdóname... no cumplí con la promesa... te rompí el corazón.

》Aidan Jason

Hijo y hermano.

Siempre te esperaré en donde sea que estés...

1940 - 1960《

—Quiero que sepas que nunca me olvidé de ti, hermano...— murmuró limpiándose las mejillas siendo un fracaso ya que las lágrimas caen sin parar.— siempre estuviste en mis pensamientos y que era lo que estarías haciendo...

》Pensé en miles de escenarios, en donde nos reencontrábamos, siendo la mayoría de las veces, los dos siendo ya adultos y tú con tu familia presentandomela y yo te mostraba todo lo que aprendí...— rió desganada.— pero eso no será posible《

—¿Sabes por qué? Porque mi pesadilla se cumplió.— sollozó tragando el nudo doloroso de su garganta.— No estas aquí. Te perdí... para siempre.

》Y lo siento... si hubiera prestado atención al tiempo, si no me hubiera segado por ser una gran hechicera, o si hubiera sido egoísta e ignorar los males que habitaban en ese universo y pensar más en nuestra promesa de volvernos a ver...  hubiera regresado, créeme lo hubiera hecho.《

—Pero el hubiera no existe hermano.— susurró, volviendo a pararse sin antes en dejar un ramo de flores blancas sobre su tumba, que los había comprado exactamente para él.— volví 77 años después y solo porque mi mejor amigo, mi otra familia, me lo pidió... porque fui una cobarde en no volver antes... lo siento.

》Por favor... en donde seas que estés, perdóname hermano.《

























Miraba sus valijas sobre la cama, sin tener muchas ganas de sacar y meter su ropa en el armario. El haber ido a visitar a sus padres y a su hermano la dejó bastante mal, aun pudiendo saborear un gusto amargo en su boca y una tristeza gigante sobre su corazón. Además que, odiaba con toda su alma, desempacar.


Suspiró, dándose varias cachetadas, para despabilarse y empezar con el trabajo. Agarró  la primera prenda y se congeló al ver la remera que había tomado, sus dedos tocaron con suavidad la tela, causando que una sonrisa saliera de sus labios.

》-¿Ya tienes todo?

Atnea miró sobre su hombro, encontrándose en la puerta apoyado sobre ésta, a Anthony con una sonrisa en su rostro.

La bruja sonrió y asintió con la cabeza, cerrando la valija. La agarró y se encaminó hacia la salida, que al ya estar afuera de su, a partir de ahora, ex habitación Tony la cerró detrás suyo. Ambos bajaron los escalones, siendo la primera, la morocha  en bajar observando con nostalgia el lugar.

—Te vamos a extrañar.

Una voz dulce le llegó a sus oídos, dirigiendo su mirada hacia la mujer de cabellos rubios, que estos se encontraban en un moño desordenado, mirándola con una sonrisa triste en sus labios, causando que un dolor en el pecho creciera lentamente... y más al ver a la hermosa criatura en sus brazos.

Se acercó con pasos lentos, observando con ternura a la bebé en los brazos de Pepper. Morgan Stark, la miró con esos hermosos color miel, llenos de curiosidad ante lo desconocido, que la sorprendió al ver un intento de sonrisa salir de los labios de la beba.

Con un mensaje silencioso hacia la rubia, que lo entendió inmediatamente, se la entregó a sus brazos, agarrándola cariñosamente y correspondiendo a la mueca de Morgan con una sonrisa en sus labios.

—Tu tía favorita... debe irse.— susurró a la beba balanceándose de un lado a otro.— pero volveré y jugaremos todo lo que tú quieras...

La bebé rió y agarró uno de los dedos de Atnea para llevárselo a la boca.  Provocando que el corazón de la hechicera dudara de la decisión que esta a punto de realizar.

—Oh no brujita...— interrumpió Stark, que los ojos negros de Atnea giraron hacia al hombre que se encontraba al lado de su mujer, abrazandola de la cintura. Pepper la miraba con una sonrisa triste en su rostro y ojos brillosos ocultando las ganas de llorar.— No lo dudes... debes irte.

Atnea bufó molesta, aún reacia con la idea de volver.

—También tienes una familia allá.— habló Pots acercándose a ella, volviendo a tomar entre sus brazos a su hija.— y te debe estar esperando.

La bruja asintió con la cabeza y suspiró al saber que puede que tenga razón.

—Esta bien...

—Oh... a ella le haces caso y a mi no.— interrumpió ofendido Tony, acercándose a su familia.— Ya vete brujita 2.0, ve a tu templo buda y vuelve a tu hogar...

》Que si es este el futuro que vió Strange... nos volveremos a encontrar.《

Suspiró volviendo a la realidad y dejando los recuerdos atrás.

Solo había pasado dos días desde que había abierto el portal junto con Wong hacia su universo y ya los extrañaba con locura.

Dejó la remera sobre el equipaje y observó la ventana de su habitación, mostrando un hermoso paisaje del bosque de Forks.

—Necesito despejar mi mente...— susurró dejando las cosas como están y salió de su habitación con pasos rápidos, casi trotando bajó las escaleras y tomó las llaves de su moto.— y se perfectamente a donde ir.












Atnea sonrió con nostalgia al ver el hermoso mar de La Push en frente suyo. No lo recordaba tan salvaje, el mar azul grisáceo moviéndose fuertemente contra las rocas mostrando su naturaleza, en el horizonte logrando casi verse el sol que es oculto gracias a las grandes nubes que ocupa todo el cielo sin dejar un rastro del color celeste que todos acostumbran ver.

Miró hacia abajo, sintiendo la arena húmeda y fría bajo sus pies, sonriendo al sentir el escalofrío recorrer toda su columna vertebral por la sensación.

—Si... no me acordaba que era tan frío este pueblo.— rió abrazándose un poco más y alejándose de la orilla para volver a ponerse sus zapatillas, que antes sacudió sus pies para sacarse el resto de arena.

— ¡Cuidado!

El grito que le llegó a sus oídos causó que girara sobre sus talones rápidamente hacia esa voz, viendo como si fuera en cámara lenta, una pelota venir hacia ella. Con agilidad y rapidez, logró parar la pelota con su pecho y la agarró en el aire con su brazo bueno.

—Vaya chica... tienes buenos reflejos.— halagó otra voz.— Perdona, mi amigo no sirve de arquero... tu serías muy buena, ¿No quieres jugar con nosotros?

Atnea no contestó al estar concentrada, observando con detalles, al muchacho en frente suyo. Alto, de piel rojiza, cabellos negros azabache al igual que sus ojos y una sonrisa moja bragas en sus labios. Pero eso no fue lo que le llamó la atención, sino  que, estando en temperaturas bajas el chico, que no le daba más de 21 años, se encuentra vestido con unos simples bermudas de Jeans y  su torso al descubierto, en donde se podía apreciar unos lindos abdominales.

—¿Chica sexy?— volvió a llamarla aún con esa sonrisa en su rostro. Causando que un ceño fruncido apareciera en su rostro.

—¿Cómo me llamaste?— preguntó con un rostro serio.

—Chica sexy...— se acercó un poco más hacia la morena, provocando que la morocha comenzara a enojarse.

—Esta chica sexy.— se señaló.— tiene nombre... y es Atenea.

—Discúlpame cariño.— sonrió ladinamente que borró esa sonrisa rápidamente al ver el rostro intimidante de la morocha.— digo... Atenea, soy Paul... Paul Lahote.

—Bien Paul... aquí tienes la pelota.— se la arrojó.— y con respecto a tu invitación... no gracias, ya debo irme.

Le respondió con una sonrisa cerrada, mirando detrás de Lahote, a varios chicos, que esperaban a su acompañante siendo unos cinco en total, más una mujer con trenzas que se encontraba sentada en la arena viendo divertida la situación, teniendo la mayoría de los hombres la misma apariencia que Paul, que eso le llamó mucho la atención.

Giró sobre sus talones y decidió alejarse de ese grupo raro que no llevan ropa con el frío que hace.

—¡Adiós preciosa!— siguió caminando sin darle tanta importancia.

Ya que su mente se encuentra trabajando rápidamente sobre esos chicos de la Reserva.

Ellos tienen algo raro...— pensó con su ceño fruncido.— su aura... es cálida pero tienen también magia...

Debo buscar información... todo universo tiene algo sobrenatural y este no será la excepción.

























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¡Hola! ¿Como están? Espero que bien.

Se que dije que iba a tardar en publicar el segundo capítulo... y que iba a ser ÉL capítulo pero lo cambié por completo.

Literal, cambié la idea principal y espero no decepcionarlas.

¿Que les pareció? ¿Les gustó?

Es de relleno, ya en el próximo comienza la trama.

Quiero agradecer de corazón a sweetxdrexms por haberme hecho el separador. ¿No es hermoso? Es precioso.

Bueno, espero que les haya gustado.

Las amo.

Besitos.

~M.

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