Capítulo 17. ¿Qué quieres que sea para ti?
Dicho y hecho Jacob se encontraba en la playa sentado sobre la arena mirando el paisaje del mar que se movía con violencia ante los fuertes vientos que había ese día.
Atnea con timidez se fue acercando intentando no hacer mucho ruido cuando se sobresalta al tener los orbes oscuros sobre ella. Al ver que no decía nada ni se alejó de ella, terminó de acercarse hacia el lobo y se sentó a su lado, ambos mirando hacia el horizonte.
El silencio entre ellos era incómodo y tenso, provocando que Atnea no lo soportara más por lo tanto decidió romperlo.
—Jacob...
—¿Crees que soy un tonto? ¿Un idiota?
Atnea frunció el ceño confundida ante aquellas palabras y miró al Black que seguía mirando hacia el frente.
—No.— respondió inmediatamente la pelinegra.— claro que no.
—Entonces... ¿Por qué no me lo dijiste?— preguntó con la mandíbula tensa.— ¿Por qué no me dijiste que ese vampiro era tu hermano?
》Yo como un idiota... creyendo que tenias algo más con él... creyendo que la historia se iba a repetir que me propuse a mi mismo que no pasaría, lucharía por ti cuando...— rió amargamente negando con la cabeza, inclinando su cabeza hacia abajo.— cuando la realidad era otra, me siento un idiota.《
—No eres un idiota.— respondió con voz quebrada Atnea.— yo... no fue fácil para mí decir la verdad...
—¿Lo contaste todo?
—¿Que?
—Si ya has dicho toda la verdad.— respondió levantando su mirada para clavarla en ella.— ¿No hay más mentiras? ¿Esa es toda tu verdad?
—Si...
—Tu nombre es Atnea.— habló seriamente provocando que las manos de la pelinegra temblaran, no gustandole nada esos ojos oscuros llenos de un vacío.— Atnea Jason.
—Si.
—Tu hermano es un vampiro y es Aidan Jason.
—Si.
—Tienes 77 años.
Atnea tragó saliva y asintió con la cabeza.
—Él y tu fueron los amigos de mi padre.
—Si.— murmuró, apartando la mirada sin soportar ver aquellos ojos apagados.— esa soy yo.
—Bien.— murmuró volviendo su atención hacia el horizonte.— me rechazaste no porque tenias algo con aquel vampiro sino porque...
—No es correcto.— interrumpió Atnea costándole hablar, sintiendo un gran nudo en su garganta.— Desde cualquier punto de vista es incorrecto Jacob.
》Yo... debí frenarte desde el primer momento, lo siento por haberte hecho... ilusionar si fue ese caso.《
—¿Por que?
—¿Por que, qué?— preguntó confundida la pelinegra.
—¿Por que es incorrecto?— cuestionó el menor volviendo a clavar sus orbes vacíos en su impronta.— No comprendo.
—Primero... soy mayor que tú.— comenzó a explicar intentando ignorar su dolor en el pecho — y no solo de apariencia, tengo la misma de edad que un anciano... no soy pedófila.
—¿Segundo?
—Segundo... tu solamente sientes eso... por la imprimación.— dudó.— No sabes amar a alguien que no tenga vinculación y tercero...
—¿Hay un tercero?— preguntó con dolor.
—Es que... también soy amiga de tu padre.— explicó costándole continuar debido a los orbes negros vacíos que rompía su corazón.— no me siento cómoda, no me...
—Esta bien.— susurró con voz apagada el lobo, cortando las palabras de la pelinegra.— ya vi la gran brecha que hay entre tú y yo.
》Tu nunca me amarás como yo te amo a ti.《
—Tu no me amas Jacob.— susurró con voz quebrada al escuchar esas palabras, tan hermosas pero triste a la vez.
—No lo sabes, yo sé lo que estoy sintiendo.— respondió molesto el Black.— se que lo que siente mi lobo, lo que ambos sentimos por ti.
》Pero... ahora, con todo nuestro dolor, entendemos que tu no nos ves de la misma manera... por favor, Atnea, recházanos oficialmente.《
—Yo... realmente lo siento.— susurró con dolor, sintiendo su pecho estrujarse y sus orbes negros llorosos.— pero no puedo... no te veo de la misma manera Jacob Black.
》No... no te amo, lo siento.《
—Bien...— susurró volviendo su vista hacia el horizonte donde Atnea sufrió al ver cómo los orbes negros del Black se apagaban. Sin embargo, se sorprendió al ver cómo una sonrisa suave sale de los labios del menor confundiendo a la mayor que se puso nerviosa al tener la atención una vez más del menor sobre ella.— ¿Qué es lo que necesitas?
—¿Lo que necesito?— preguntó confundida la pelinegra.
—Si.— contestó, sin apartar su mirada de su impronta.— el lobo será lo que la impronta necesita que sea...
》Entonces... ¿Que quieres que sea para ti? Lucharé por olvidar estos sentimientos y seré un buen protector, un hermano o un amigo... lo que tú necesites.《
Atnea parpadeó sorprendida y procesando las palabras del menor. Se mordió el labio inferior sin saber, sin entender muy bien que era lo que realmente necesitaba del Black. Su cabeza estaba siendo un lío y sus sentimientos por el menor se enredaban como una bola de enjambre.
Creía ella no saber que es lo que necesitaba, pero la realidad es que sí lo sabía pero había decidido escuchar a la moral que a su corazón.
—Yo...
—Tranquila.— le sonrió Jacob provocando que Atnea se sonrojara ante esa sonrisa tan... distinta, tranquila y bonita que se le era dirigido hacia ella.— No te presiones, lo sabrás más adelante.
》Por ahora seré tu protector.《
—Es-Esta bien.— dudó.— Yo... lo siento.
—Yo... debo disculparme contigo.— murmuró el Black mirando de vuelta al frente avergonzado.— No te he respetado, actué muy inmaduro.
》No te escuché, ignoré tus sentimientos por los míos.— negó la cabeza molesto consigo mismo mientras que Atnea se encontraba sorprendida por el cambio en el menor, se escuchaba... más maduro.— lo siento Atnea, perdón por haber sido un idiota.《
La pelinegra sonrió y llevó una de sus manos hacia los cabellos del menor y lo revolvió recibiendo una queja por parte del lobo.
—Te perdonaré.— le habló ganando la atención del menor, teniendo su mirada sobre ella, sintiéndose aliviada al ver que por lo menos en los profundos y negros orbes del Black aparecían un pequeño brillo en ellos.— te perdono, pero... vuelves a actuar así... y no me querrás ver enfadada.
Jacob tragó saliva y asintió con la cabeza temeroso.
Atnea miró con curiosidad a su alrededor y se dio cuenta que una vez más estaba en aquel lago cristalino rodeada de los árboles de Forks. Una mueca nació de sus labios al notar que estaba en un sueño a pesar del sitio en el que se encontraba existiera realmente.
Con pasos cautelosos se acercó hasta la orilla del lago y con cuidado observó su reflejo, encontrándose vestida para su sorpresa con el uniforme de entrenamiento que usaba en el Templo.
—Atnea.
La pelinegra se tensó como la cuerda de un violín al oír aquella voz tan reconocida para ella. Sus manos comenzaron a temblar y sus orbes se llenaron de lágrimas que no logró contener.
—Atnea.
La hechicera giró sobre sus talones encontrandose a su mejor amigo, a su hermano, en frente suyo vestido como la última vez que lo había visto. Hasta capita estaba, agitándose detrás del hombre, saludandole.
—Strange.— susurró soltando un sollozo.
—No tengo mucho tiempo.
Atnea frunció el ceño al oír eso que rápidamente se limpió las mejillas al notar lo serio y preocupado que estaba Stephen.
—Habla.— demandó la pelinegra volviendo a ser esa mujer madura y seria, la mujer que se encargaba de cuidar el templo cuando Ancestral murió, la encargada de dar las clases a los demás personas que cruzaban caminos.
—Debes elegir.— respondió.— entre el deber o los sentimientos.
》Pero debes elegir con cuidado y pensarlo muy rápido.《
—Las mismas palabras que Ancestral me dijo.— murmuró pensativamente aunque asintió con la cabeza.— Ahora lo entiendo, sabes mi respuesta.
—Bien.— respondió sonriendo suavemente.— Es momento que despiertes.
—Si.— susurró queriéndose acercar a su amigo pero se quedó en su lugar.— Tu... ¿Estas bien?
—Lo estoy.— contestó, comenzando a desaparecer.— y Atnea... falta poco.
—Lo se.— soltó una risita entre nerviosa y angustiada, viendo irse a Strange como lo recordó.
En cenizas.
La pelinegra jadeó por aire para sus pulmones y abrió sus ojos encontrándose con el techo de su habitación. Giró su rostro viendo la hora en su reloj siendo las tres y media de la madrugada. Rápidamente se levantó de su cama, agarró la pequeña pulsera que había hecho en su tiempo libre, ese día después de hablar con el lobo donde al haber aclarado el tema se quedó con la manada a hablar y divertirse con la más pequeña, una niña de dos años, donde allí aprendió a hacer pulseras junto con el Black y Ateara.
Sin ir al baño y sin perder más tiempo se encaminó hacia el sótano y activó su lugar de entrenamiento.
Debía apurarse a hacer lo que tenía pensado.
Gastaría mucha energía pero valdría la pena.
Solamente esperaba estar en condiciones para pelear más tarde.
—¿En donde está?
Era la quinta décima vez que Aidan hacía aquella pregunta, cansando a su familia que lo único que hacía era ponerlos más nerviosos de lo que estaban.
—Tu eres su hermano.— comentó Rosalie rodando los ojos al ver al pelinegro caminar como un león enjaulado.— tú deberías saberlo.
—¿Estas seguro que en su casa no esta?— preguntó preocupada Esme, siendo abrazada por Carlisle.
—No, ya fui y lo recorrí de arriba a abajo.— masculló con la mandíbula tensa.— No está, su cama estaba vacía y hacia bastante que lo había dejado ya que estaba fría.
—No creo que Atnea nos deje... ¿O si?— cuestionó con cuidado el grandote.— Ella nos dijo que ayudaría.
—Bueno, ella en si hizo su parte.— comentó con dudas Alice.— llevó a Bella a la montaña.
—Si, eso fue ayer y dijo que nos veríamos aquí.— recordó Aidan conteniendo un gruñido de furia y preocupación por su hermanita.— Y si... Y si ese tal Riley.
—No, debes calmarte Aidan.— habló el patriarca, agarrando al menor por los hombros.— Si Riley la hubiera atacado, estoy seguro que tu hermana se habría defendido muy bien.
Aidan arrugó la nariz conteniendo en hacer un puchero al oler el apestoso aroma a perro mojado pero que entre eso feo olor estaba el dulce aroma de su loba. Los orbes dorados del pelinegro se dirigieron rápidamente hacia la derecha, encontrándose con la manada saliendo de los árboles, rápidamente sus orbes se encontraron con la pequeña loba blanca con matices grises.
No podía creer que con tan solo tener su presencia y su dulce aroma, ella había logrado calmarlo aunque esta no lo supiera.
—Será mejor que ya vayamos al claro.— ordenó Jasper con seriedad.— Pronto llegarán.
El lobo negro gruñó y asintió con la cabeza, ambos yendo en la misma dirección pero manteniendo distancia para que sus aromas no se pegaran entre ellos. Aidan miró de reojo a la loba que sonrió al tener la mirada oscura de la Clearwater y le guiñó el ojo antes de irse con su familia.
Su rostro que estaba feliz de ver a su compañera desapareció ante la preocupación por su hermana.
¿En donde diablos estaba?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro