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♡ Capítulo 6 ♡

Nunca he querido ser como mi madre en muchos aspectos.

No tener amigos es uno de ellos.

Desde que tengo memoria, mamá ha saltado de mejor amiga en mejor amiga más que de esposo en esposo. Ninguna de ellas dura más de lo que dura una estación. Diría que es porque nadie la soporta, pero en realidad es porque ella no soporta a nadie. Se aburre de las personas y las desecha como si fueran zapatos que ya usó demasiado y por los que no siente ningún tipo de apego. Siempre dice que la vida es más fácil mientras menos personas tienes para preocuparte, pero no quiero sentirme tan sola y vacía por dentro como ella lo hace, por lo que estoy feliz el resto de la tarde pasando el tiempo con las chicas y con Matthew.

Con Landon... no tanto.

─Gracias por pensar en nosotras ─dice Irina, abrazándome, cuando terminamos de ver películas en el cine de Matt a las nueve de la noche. Vimos las dos primeras de la saga de Crepúsculo, las películas favoritas de la castaña, y Locos de Ira, la favorita de Matthew. Él la espera con Sienna a bordo de la Range Rover blanca de su padre. La pelirroja pecosa se despide con la mano, gesto que le devuelvo. Ambos estuvieron bromeando y riendo durante toda la noche. Fue dulce con ella y para nada obsceno. Incluso lucía nervioso. Sienna también fue más cortés de lo que normalmente es ya que siempre es un poco cortante con sus respuestas─. Estaba preocupada de no hacer amigas durante mi primer día porque las personas suelen creer que soy tonta o que se pueden aprovechar de mí, pero Sienna y tú han sido fabulosas.

Le sonrío una última vez antes de que inicie el trayecto hacia ellos.

─Solo porque tú también lo has sido.

─No exageres ─ríe estirando la manga de su suéter gris con agujeros para los pulgares. En cualquier otra persona se vería como ropa de vagabundo, pero en Irina luce como la pieza clave de una colección de moda en combinación con sus vaqueros y con sus botas de tacón. Su cabello está suelto y dividido a la mitad. Es tan largo que le llega a la cintura, pero es su rostro angelical lo que verdaderamente es el centro de atención en ella. Su inocencia─. ¿Nos vemos mañana para el almuerzo? Odio que no compartamos casi ninguna clase. Los lunes serían más divertidos si lo hiciéramos. La profesora Maxwell realmente me odia. Estoy segura de que volverá a escogerme para las lecturas mañana.

─Lo harás bien ─la animo ya que a pesar del poco tiempo conociéndola, he notado destellos de baja autoestima en ella, pero también el hecho de que es la persona más gentil y bondadosa con la que pude haberme cruzado en Montreal─. Eres hermosa, tierna e inteligente. Tienes el mundo a tus pies, pero todavía no lo sabes.

Sus ojos oscuros brillan.

─¿En serio crees eso?

Afirmo.

─Por supuesto que sí. Solo ten fe en ti.

Como respuesta a mi cumplido, se sonroja tímidamente y empieza a caminar en dirección al par que la acompañará a casa. No despego mis ojos de su espalda hasta que sube en la camioneta y Matthew arranca. Gracias a Sasha, conduce respetando todas las normas de transito y los límites de velocidad, pero el auto que le compró, un hermoso Audi deportivo rojo, tiene asistencia satelital y Matt odia escuchar sus indicaciones y sugerencias, así que toma las camionetas de su padre. Una vez desaparecen al final de nuestra calle llena de mansiones multimillonarias en la que la de mi padrastro es la más cara, solo quedamos Landon y yo. No nos dirigimos la palabra después de que los chicos llegaron, así que incómodo es un eufemismo para describir el ambiente que nos rodea. Ninguno de los dos habla. Se limita a mirarme mientras hace sonar las llaves de su motocicleta lanzándolas y atajándolas con su mano. Sin molestarme en esperar porque diga algo, me doy la vuelta y empiezo a dirigirme a casa, pero su voz me detiene.

─Lo siento.

Lo miro por encima de mi hombro.

Su mirada luce sincera, al igual que su perdón.

Afirmo.

─Solo deja de burlarte de mí. Llega un punto en el que deja de ser gracioso y se vuelve simplemente demasiado. ─Le ofrezco una pequeña sonrisa. Con el que le tengo a mi madre, no hay espacio para más rencor en mi corazón y Landon solo es culpable de que ser un imbécil forme para de su personalidad. En nuestro mundo de mentiras y apariencias he aprendido que eso suele ser un mecanismo de defensa─. Lamento haberte golpeado. Merecías esa bofetada, pero no frente a todos.

En eso mi madre y yo estamos de acuerdo, solo que por motivos diferentes. Mientras ella odió que así fuera por el escándalo, yo me di cuenta tarde de las repercusiones que eso pudo traer para Landon y su familia cuando me puse a pensar en ello. Si es verdad lo que Naomi dice, un espectáculo así es lo menos que necesitan de estar en la quiebra o cerca de ella. Lo odio, pero no lo odio tanto como para desear que termine en la quiebra. Ya que no dice nada más y se monta en su motocicleta, empiezo a caminar en dirección a mi hogar. Por la falta de música o de ruido cuando entro, deduzco que Naomi no ha llegado todavía porque suele ver sus programas de entrevista favoritos o de farándula en el plasma del tamaño de una pared en la sala con una botella de vino y múltiples aperitivos exóticos a esta hora.

La casa está a oscuras, así que enciendo todas las luces que se encuentran a mi alcance antes de dirigirme a la cocina por un vaso de agua. Cuando lo tengo en mi mano, tomo un puñado de caramelos de chocolate blanco del cajón que Mave hizo que abastecieran para mí con golosinas en la despensa y me dirijo a las escaleras. Huelo a palomitas de maíz y a comida chatarra, así que me doy una ducha rápida, la tercera del día, y me coloco un camisón azul bebé con encaje blanco en el pecho. Me siento fresca y limpia para ir a dormir, pero termino de pie frente a la puerta del estudio de Maverick con cada nervio de mi cuerpo alerta e indeciso sobre lo que estoy a punto de hacer y las consecuencias que eso podría desencadenar.

Tras unos segundos de indecisión, toco suavemente.

No recibo respuesta, así que entro después de convencerme a mí misma de que siempre puedo acudir al argumento de haberme asustado por ello. La puerta hace un sordo sonido metálico cuando giro su manilla. El piso bajo de mí está sumamente frío, como el polo norte o como caminar directamente sobre un icebertg, y me abrazo a mí misma para intentar calentarme. Todo está oscuro a excepción de una pantalla frente a la que mi padrastro se encuentra sentado en una silla de cuero. Esta transmite una sucesión de códigos, similares a los códigos binarios, pero definitivamente en otro idioma, que no entiendo. Cada símbolo emite destellos azules similares a los de su teléfono holográfico. Al levantar la mano en su dirección, intentando atajarlos como cuando era niña y cazaba copos de nieve, toman la forma de la silueta de mi brazo.

─¿Mave? ─pregunto sin obtener ningún tipo de respuesta.

Cuando me giro hacia él me doy cuenta de por qué.

Sus ojos están cubiertos por un aparto que reconozco como gafas de realidad virtual, pero mucho más avanzado. Está completamente hecho de acero plateado. Tiene dos líneas de luz que se asemejan a las que se encuentran en los laterales de la pantalla moviéndose constantemente de un lateral a otro en sentido contrario a la de su hermana gemela. Cuando extiendo mi mano para presionarla contra el brazo de mi padrastro, preguntándome si se encuentra en algún tipo de sueño, termino deslizando mis dedos por toda la extensión de este, desordenando los vellos castaños y varoniles sobre él.

Maverick sigue sin moverse.

Es como si estuviera dormido.

Ausente.

En modo de reposo.

Asumiendo el riesgo, llevo mi mano más allá.

La deslizo contra la tela que cubre su pantalón de pijama de algodón y mi ropa interior se humedece cuando su pene se tensa contra ella en respuesta, agrandándose y calentándose de inmediato. Mi boca se hace agua y me siento hueca y vacía por dentro. Cuando toda la extensión de este se marca contra la tela, rebasando dos tercios de su muslo, los míos se juntan con fuerza. Me inclino hacia él para liberarlo y finalmente hacer algo como tocarlo o llevarlo a mi boca hasta que me dé el tipo de leche que en verdad quiero de él, pero repentinamente la mano de Maverick se mueve y toma mi muñeca con fuerza. La brusquedad del movimiento hace que me congele y que sienta que mi corazón está a punto de salirse de mi garganta. Justo así es como he soñado con sentir su agarre y su dominio sobre mí mientras me folla. Jadeo al sentir un delgado hilo de mi humedad escurriendo por mi muslo derecho.

─No, Naomi ─advierte─. Eso no forma parte de nuestro trato.

¿Trato?

No soy Naomi, quiero decirle, pero termino retrocediendo, a lo que libera mi mano, y saliendo de su estudio a toda prisa, mi pecho ascendiendo y descendiendo con bruscas respiraciones. Al igual que la noche anterior, casi me arrastro por las escaleras de camino a mi habitación. Ya en su interior estoy demasiado asustada con lo que acaba de pasar como para tocarme, pero también estoy muy excitada como para poder dormir, así que termino comiendo caramelos de dulce de leche con relleno de chocolate blanco y viendo algunas series de Netflix en medio de un ataque de ansiedad e histeria. Cuando se me acaban, ya ha pasado una hora, mi mamá ya ha llegado y meto mis pies en pantuflas de felpa para buscar más en la cocina. Me congelo al ver a Maverick en ella. Sigue en su pantalón de pijama y con una de sus treinta y un camisetas blancas, para mi desgracia. Me habría encantado verlo sin ella, pero su expresión me dice que eso no está cerca de suceder.

Su ira hacia mí no ha pasado.

Lo sé cuando deja caer el vaso del que bebía naranja con brusquedad contra la encimera, haciendo resonar el cristal. Aún así, me sonríe oscuramente con fingida y sobreactuada amabilidad.

Mi abdomen bajo se contrae en respuesta.

─¿Problemas para dormir?

Afirmo.

─Sí ─murmuro caminando lentamente hacia la despensa, a dónde me sigue. Es un cuarto de cuatro por cuatro metros cuadrados cuyas paredes están colmadas por estanterías de vidrio y otros muebles para las provisiones. Tomo mis caramelos y cuando estoy a punto de salir de ella, Maverick bloquea la salida con su cuerpo, mirándome directamente a los ojos con demanda─. Tengo ansiedad ─le explico cuando enfoca su mirada en la absurda cantidad de caramelos que sostengo contra mi pecho. No los conté, pero creo que son más de treinta.

─¿Por qué? ─cuestiona, sus ojos azules y gélidos en los míos─. ¿Hiciste algo malo, princesa? ─Se adelanta, haciéndome retroceder y que mi espalda choque contra los estantes. Fantaseo con que me haga gritar dándome la vuelta, elevando una de mis piernas y follándome áspera y furiosamente. Niego, todo mi cuerpo sonrojado, caliente y tenso a la espera de que él lo posea─. ¿Segura? ─Vuelvo a negar, encendiendo una chispa peligrosa en su mirada─. Última oportunidad, Heaven ─murmura extendiendo su mano y acariciando mi mejilla.

Es una caricia dulce, íntima, e inocente.

Y a la vez hace que quiera ronronear como un gatito.

─¿Última oportunidad para qué? ─murmuro.

─Para decirme lo que hiciste. Lo que sabes que está mal.

No puedo evitar arquear mi cuerpo hacia atrás en respuesta a su cercanía, recordando la sensación de su miembro viril bajo mi mano como si todavía se encontrara allí. Las fosas nasales de Mave se expanden. Sin poder mantener su mirada, niego, descendiendo mi vista al suelo, aterrada y emocionada ante la idea de ser descubierta en partes iguales. No quiero reconocer lo que hice en voz alta. Decirle que lo toqué y excité mientras era incapaz de rechazarme. Mientras estaba vulnerable.

─¿Heaven? ─exige una respuesta que no le puedo dar porque de verdad no sé cómo decir en voz alta que violé los límites de nuestra relación sin que esta deje de ser tal y como es, lo cual deseo que siga siendo así, solo que además de ser su princesa, sea su putita.

La única.

─Yo... yo... ─susurro, ahogándome con mi propia voz─. Dios.

Mi nerviosismo es tal que mis dulces terminan cayendo al suelo. Me agacho para recogerlos. Pensé que Maverick me ayudaría, pero se limita a contemplarme estando de rodillas. Cuando me levanto trago al ver su entrepierna frente a mi rostro por unos segundos. Lo rodeo y niega, colocando mano sobre mi hombro y manteniéndome dentro de la despensa. La única luz que entra en el cuarto y que nos alumbra tenuemente a ambos viene de la pequeña ventanilla en la parte superior de la pared. Cuando me habla, suena decepcionado y molesto.

─Sé que Landon LeBlanc estaba con Matthew y contigo. Rasul lo vio llegar a la casa de Harold y Sasha ─dice, lo que trae un sentimiento de alivio indescriptible a mi pecho, pero también de molestia hacia Rasul, quién a fin de cuentas solo cumple con su trabajo, y de confusión y esperanzas hacia su evidente posesividad hacia mí. ¿Su reclamo significa que le enoja que Landon esté cerca de mí? ¿Que se pone celoso de que alguien más joven me quiera?─. ¿Cómo explicas eso?

─Es amigo de Matt. Yo no sabía que él estaría ahí.

Mave me mira, analizándome.

─Pero cuando lo supiste, ¿por qué seguiste ahí? ─cuestiona.

Mi labio inferior tiembla.

Daddy...

─No me digas más así, Heaven. Deja de burlarte de mí e intentar manipularme haciéndolo ─sisea─. No soy tu padre, pero vives bajo mi techo, así que seguirás mis reglas y te alejarás del imbécil que te hizo llorar frente a todos o haré que sea él quién se aleje de ti. Sé que ya lo oíste de tu madre, pero ahora lo oirás de mí. ─Afirmo─. Los LeBlanc están en la quiebra. ─Su rostro adquiere un matiz todavía más sombrío y amenazador─. Tanto él como sus padres están buscando dinero de cualquier manera que puedan. El conglomerado de inversionistas al que pertenecemos les ha dado la espalda, así que se han acercado a mí, se han acercado a tu madre y aunque no seas capaz de verlo porque eres demasiado inocente, también se han acercado a ti. ─Guarda distancia, permitiéndome respirar─. Hasta que no lo entiendas, hasta que no entiendas que él solo quiere usarte, princesa, estás castigada. No hay dulces. No hay salidas. No hay televisión ni teléfono. Rasul y yo te llevaremos y te traeremos de la universidad y a partir de ahora Landon LeBlanc tiene prohibida la entrada a nuestro condomino. Harold y Sasha tampoco lo quieren cerca de Matthew. A menos que quieras que haga que lo expulsen de la universidad, lo ignorarás allí también, ¿entendiste? ─Afirmo, mis rodillas débiles a causa de todo lo que insinúa, que se resume a que Landon solo se acercó a mí por dinero, y a su tono mandón, el cual preferiría oír dándome órdenes más sucias y perversas que esta, como ponerme de rodillas y chupársela o pegar mi mejilla al suelo mientras me toma desde atrás como la mala niña que soy─. ¿Entendiste, Heaven? Te quiero oír decirlo. Quiero asegurarme de que lo que te acabo de decir entró en esa linda cabecita rubia o saber si tengo que tomar cartas en el asunto para mantenerlo lo más lejos posible de ti.

─Sí ─susurro.

─¿Sí qué?

─Sí entendí ─respondo antes de dejar caer todos los dulces al suelo y apresurarme a mi habitación deseando nunca haber venido a Canadá y en su lugar haber aceptado el puesto en una de las cien escuelas de actuación a las que mamá esperaba que fuera, pero a la vez sin arrepentirme de haberlo hecho, pero también sintiendo sus ojos puestos sobre mí hasta que desaparezco de su campo de visión.

Maverick Sinclar podrá ser el hombre perfecto.

Pero también podrá ser la causa de mi muerte.


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