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♡ Capítulo 4 ♡

 La tensión entre Naomi y yo puede ser cortada con una tijera.

A pesar de que Maverick se esforzó porque la pasara bien la media hora que duramos en la galería antes de irnos, dónde todos olvidaron el incidente con Landon al notar el collar de la mariposa brillando en mi cuello, el viaje de regreso a casa es horrible. Maverick y mi madre ocupan el asiento trasero. Yo voy enfrente con Rasul. Nadie habla, pero todos tenemos algo que decir. Ese incómodo escenario dura hasta que entramos a la mansión y mi madre lanza los guantes en la mesa del recibidor antes de fijar sus ojos verdes y enfurecidos, pero contenidos, en Maverick. Este se detiene frente a nosotras y su expresión no revela demasiado sobre cómo podría manejar la situación. Nos ve como si fuéramos otra más de sus ecuaciones que no sabe cómo resolver aún.

─Cariño, déjanos a solas ─le dice mamá.

Maverick endurece la mandíbula. Me mira y asiento en su dirección, indicándole que todo estará bien porque eso es lo que busca. Mi permiso para retirarse. Me observa por unos segundos más antes de girarse hacia Naomi. Me retuerzo internamente cuando presiona sus labios contra su frente, lo cual solo aumenta la rojez en sus mejillas. No sabría decir si debido a la ira o por tenerlo cerca.

No sé si lo ama.

Sus acciones gritan que no, que es solo otro medio para un fin a largo plazo, pero hay una enorme diferencia entre Maverick y sus otros dos esposos anteriores y estoy segura de que ella lo sabe.

No es un idiota.

─Te esperaré despierto. Debemos hablar.

Mamá se tensa, pero afirma.

─Solo me tomará unos minutos, cariño.

Maverick afirma. Luego se dirige a mí. Me estremezco cuando repite el mismo movimiento que ejecutó con Naomi en mí. Cuando siento sus labios ser presionados contra el mismo lugar. Sin decir nada más, se separa de mí, dejando mi nariz impregnada del aroma de su colonia, de su ropa y de su loción de afeitar, y sube las escaleras que conducen al segundo piso de la mansión. Mi habitación está en el tercero, cerca de la biblioteca. No me inmuto cuando Naomi toma mi barbilla con sus dedos, desplazando mi atención de la espalda de mi padrastro a ella.

─Solo llevas dos meses en Montreal, Heaven, y ya causaste un escándalo que ni siquiera puedo decir que ha valido la pena porque la familia de Landon LeBlanc está en la quiebra ─sisea, soltándome después─. Ibas tan bien, casi me sentía orgullosa de ti, pero tuviste que arruinarlo fijándote en el único pretendiente que no podría costear el nivel de vida que nos merecemos. Hiciste bien abofeteándolo. No es más que una cucaracha, igual de arrastrado que su madre, pero te equivocaste al hacerlo frente a todos. ─Se observa en el espejo de bordes dorados que cuelga de la pared, retocando y limpiando los bordes de su boca, antes de girarse nuevamente a mí con una mirada un poco más suave en sus ojos. Lo peor de todo el asunto es que la parte de ella que es madre, que tiene tan solo un ápice de instinto maternal, cree genuinamente que siempre ha hecho lo mejor para mí─. Pagué una escuela con una matricula de cien mil dólares al año para que aprendieras cuatro idiomas, pero ninguno de ellos era el de estúpida. La próxima vez toma en cuenta los consejos de mami antes de decidir perder el tiempo con un hombre. La belleza se desvanece con el paso del tiempo, así que no puedes perder ni un solo minuto con alguien que no pueda costear lo que vales, Heaven, lo cual me aseguré de que fuera mucho invirtiendo en tu educación. A pesar de que ignoraste mis recomendaciones de entrar a la academia de actuación, no me arrepiento. Con esa aura de chica inteligente y culta, además de tu léxico, los diplomáticos mostrarán interés en ti y eso es gracias a mí. A mis buenos genes y a mi dinero.

Cuando toma el collar de diamantes en su mano y lo observa, me mantengo en silencio ya que hablar en voz alta, responderle, delataría todos mis planes para ella. Así he hecho desde que me arrojó en Suiza por ser un estorbo para su tercer esposo, tramando minuciosamente cada paso de él. Las pocas veces que vino de visita, a penas le hablé. Cualquier sentimiento que albergaba hacia ella murió cuando me dejó.

Menos el rencor.

El rencor y el deseo de hacerla pagar.

De quitarle todo lo que le importa.

Víbora asquerosa ─le digo en árabe, pero no me entiende, por lo que prosigo─. Te aplastaré con la suela de uno de tus propios zapatos y me aseguraré de que tu cabeza quede desecha. Luego la cortaré y procederé a quemarla usando como combustible uno de tus perfumes para asegurarme de que nunca más vuelvas a envenenar a nadie.

Frunce el ceño, soltando mi collar.

─¿Qué acabas de decir, Heaven?

Plasmo una sonrisa inocente en mi cara.

─Lo siento. Olvidé que ahora estoy en Canadá y que solo sabes francés. ─Sonrío cuando la arruga en su frente se profundiza─. Te di las gracias por haberme contado lo de Landon. Por darme más razones para mantenerme alejada de él. También te dije que es tan desagradable. ─Cuando los ojos de Naomi brillan con satisfacción, internamente ruedo los míos. Es tan fácil engañarla─. Estoy asqueada por su pobreza tanto como tú, madre. No entiendo cómo pudo habérsele ocurrido tocarme. Tendré que amputarme los labios para desinfectar mi cuerpo.

Mamá ríe, un sonido macabro y hermoso, lo que hace descender mi pecho con alivio debido a que pensé que había exagerado con la parte de la amputación y vuelto mi actuación poco creíble. Lo segundo peor de todo es tener que admitir que Naomi realmente lo hace bien, el papel de villana, y que es tan auténtica que es casi imposible odiarla a menos que seas una de sus víctimas. Si no hubiera sido la responsable de haberme quitado lo que más amé en el mundo, yo no lo habría hecho, sino todo lo contrario. Estaría orgullosa de llamarla mi madre porque sea de la forma que sea, tiene tenacidad para conseguir lo que quiere a toda costa. A cualquier precio, incluso si eso involucra a quienes ama.

Eso también nos diferencia.

O quizás no.

─Esa es mi bebé. ─Besa mi mejilla, manchándola con su labial, y ahora sí siento ganas de amputar la piel que tocó. Antes de darse la vuelta y subir por las escaleras, mira nuevamente el collar─. Maverick tiene buen gusto, ¿no crees? ─pregunta y asiento─. Te vi feliz después de que te lo dio, Heaven. Esa es la felicidad que mereces. No desperdiciar tu juventud en un hombre que luego de que se haga así mismo, se busque a otra. ─Acaricia mi mejilla─. Tú mereces ser esa otra. Ese diamante precioso por el que trabajen toda su vida hasta poder tenerlo. Eso es lo que quiero para ti y te prometo que lo tendrás. El próximo fin de semana organizaré una fiesta para los socios de Maverick y me aseguraré de que puedas impresionarlos con ese árabe tan lindo.

Me tenso ya que no creí que reconocería el idioma, pero lo hizo.

Pero no pudo haberme entendido.

Su cara no lo dijo.

Afirmo.

─Gracias, mami.

Sus ojos se vuelven aún más suaves.

No la he llamado así desde los doce y no había nada que le gustara más. Una vez dejé de hacerlo, todo cambió entre nosotras.

─De nada. Sueña con lo que más deseas para que mañana podamos hacerlo realidad mediante algún estúpido o dos. Mientras lo obtengas, nada más importa ─dice y se dirige a las escaleras.

Me apoyo en la mesita, tomando aire mientras la miro ascender con el lento y suave bamboleo característico de sus caderas. Una vez se interna en el pasillo y escucho su puerta cerrarse, la sigo. Debería continuar hacia mi habitación, no ponerme a mí misma en una situación que arriesgue mis planes, sobre todo no después de esta noche, pero lo hago. Termino caminando de puntillas con mis zapatos de tacón en la mano, siguiéndola, y presionando mi oreja contra la puerta de la habitación de ella y Maverick con cuidado de no hacer ningún ruido.

Aprieto el dije de mariposa de mi collar con mi mano libre cuando escucho los gritos provenir del otro lado.

─¡Le compraste un collar de doscientos mil dólares, Maverick!

Mave suspira.

─Es solo un collar, Naomi.

─¡Es una niña! ¡Ni siquiera entiende lo que vale o sabrá apreciarlo! ─A pesar de que mamá guardó la compostura cuando estuvo conmigo, ahora mismo se oye como si fuera a perder los nervios. Mis labios se curvan hacia arriba debido a sus evidentes celos. Mi pecho se oprime al darme cuenta de que ella sería capaz de creer que estoy tras él. Es así, pero nunca le he dado motivos para pensarlo─. No lo vuelvas a hacer, ¡ni vuelvas a darle uno de mis vestidos! Ese ni siquiera lo había estrenado. Llegó ayer de la semana de la moda, Mave, y se lo diste.

Mi garganta se cierra.

Así que Mave no lo eligió.

Solo tomó algo de ella y me lo dio.

A pesar de que debería estar enojada, no sé cómo sentirme al respecto. No cuando no sé qué quiere transmitir o cual es la finalidad de sus acciones. Si fuera más abierto sería más fácil, pero no lo es y solo puedo suponer que lo hizo sin ningún tipo de intención oculta. Su comportamiento, después de todo, nunca me ha hecho sospechar de que mi padrastro sea algo más que un atractivo hombre maduro gentil.

Y con bastante paciencia para soportar a Naomi.

─Es una niña cuando te conviene que lo sea ─gruñe él─. Es una niña para aceptar un presente de su padrastro, quién la quiere y la mantendrá a salvo sin que tenga que pagar algún precio por ello como tú lo has hecho, pero no lo es para desfilar frente a todos los hombres que buscas para ella. Dime si me equivoco y no lo tuerces a tu conveniencia. ─Naomi guarda silencio ante sus acusaciones, haciéndolo reír oscuramente. A pesar de que no debería ser tan fácil para él alterarme, el sonido hace que junte mis muslos y mi centro se contraiga─. No soy estúpido. Sé en lo que pretendes convertirla y no lo permitiré. Mientras Heaven viva bajo mi techo, mientras tú lo hagas, no la harás la puta de ninguno de nuestros conocidos. Ella no es como tú, ni como yo.

─¿Qué significa eso? ─la escucho preguntar con tono ofendido.

Maverick suspira de nuevo, oyéndose agotado.

─Significa que Heaven quiere amor. No esto que tenemos.

Después de su respuesta se oyen pasos acercándose a la puerta, por lo que corro rápidamente hacia las escaleras. Para el momento en el que la abren, ya me encuentro en el tercer piso. Respiro entrecortadamente de camino a mi habitación. Ya allí me deshago rápidamente de mi vestido antes de entrar en mi cama y cubrir mi cuerpo con suaves mantas de algodón, presionando mi rostro contra las almohadas con olor a lavanda. Un olor que antes no estaba ahí. Lo aspiro un par de veces, calmando mis latidos hasta que mi respiración vuelve a normalizarse y lo único que siento es la suavidad y la frescura de las telas que me rodean. Aún así, mi consciencia no vuela lejos.

Suelto un gruñido cuando, después de unos minutos, sigo sin poder dormir debido a la sobrecarga de adrenalina que me produjo el miedo a ser descubierta. A raíz de ello no me queda más remedio que poner en práctica el único truco que conozco para conciliar el sueño y descansar como bebé, cerrando los ojos y deslizando mi mano por mi abdomen hasta llegar al borde elástico de mi ropa interior y estirarlo para sumergirla dentro. Mi sexo suave, caliente y resbaladizo me recibe hinchado y listo para que juegue con él y me dé placer mientras mi mente fabrica los más perversos y excitantes escenarios que se le ocurren.

A parte de un delicado conjunto de lencería color rosa suave de bralette y tanga con bordados en las caderas, lo único que cubre mi cuerpo es el collar de diamantes que aún reposa contra mi cuello. Suelto un gemido cuando mis dedos frotan mi clítoris, estirándolo y apretándolo hasta que mis muslos empiezan a juntarse con cada movimiento y de mi boca buscan salir chillidos que mueren en mi garganta. Mis dedos se llenan de viscosa humedad y me doy la vuelta, arqueando el trasero mientras me toco y pienso en Maverick tomando mi virginidad con brusquedad desde atrás. Haciéndome mujer mientras me reclama para que ninguno de sus amigos o socios lo haga porque solo soy suya.

Su princesa.

Porque es mi daddy.

─Más ─gimo lastimosamente, mi cuerpo sintiéndose como si atravesara por algún tipo de fiebre mortal─. Más fuerte, daddy.

A pesar de que no debería porque temo rasgar mi virginidad o lastimarme, deslizo un dedo dentro de mi estrechez e imagino que es su pene el que toma posesión de mí. Separo aún más mis piernas en respuesta, como una niña buena, y sumerjo mi rostro entre las sábanas en lugar de en las almohadas. Mis labios se entreabren. Siento el orgasmo venir, por lo que rápidamente me doy la vuelta de nuevo y aprieto uno de mis pezones por encima de la tela de encaje mientras froto mi clítoris abultado todavía más fuerte y rápido, pero torpemente.

Sería mucho mejor si alguien con experiencia lo hiciera por mí.

Alguien con ojos azules, cabello castaño despeinado y brazos largos y fuertes para sostenerme mientras me penetra duramente y me llama su pequeña puta o su princesa, no importa con tal de complacerlo y que como compensa apague el fuego que ha ido construyéndose en mi interior desde que lo conocí. El fuego que me mantiene expectante.

Ansiosa y mojada de manera ininterrumpida.

Excitada.

Daddy ─sollozo, juntando mis muslos y pellizcando mi otro pezón al sentir las oleadas del orgasmo derrumbarme.

─¿Heaven? ¿Todo está bien? ─pregunta una voz del otro lado de la puerta, logrando que me tense: Maverick.

─Sí ─gimo en respuesta, todavía temblando levemente.

Mis párpados aletean y mi respiración es irregular, pero todo mi cuerpo se encuentra laxo y preparado para descansar.

Estoy exhausta.

─¿Puedo entrar?

A pesar de que una parte de mí no se encuentra en este plano, consigo tomar mi cobija y cubrirme con ella lo suficientemente rápido como para no levantar sospechas. Una vez estoy envuelta en ella como una pieza de sushi, hablo y debo reconocer cuánto me delata mi voz, por lo general suave, ronca y evidentemente temblorosa.

Soñolienta.

Post orgásmica.

─Sí.

Tras oírme, Maverick entra.

Está usando únicamente un pantalón de algodón de pijama color gris. Su pecho está al descubierto. Parte de la V bajo su ombligo y del sendero de vello oscuro que conduce hacia su miembro. Cuando alzo la vista de la parte baja de su abdomen hacia su rostro, me sonrojo al notar que me mira fijamente, evaluando cada uno de mis movimientos. También sostiene una bandeja plateada con dos humeantes vasos con leche y un platito lleno de galletas de chispas de chocolate blanco. Me incorporo intentando simular despreocupación. A pesar de que me encuentro parcialmente desnuda frente a él porque mi manta solamente cubre la parte inferior de mi cuerpo, sus ojos azules siguen sin abandonar los míos en ningún momento. Sigue sin haber malicia en ellos.

Sin deseo.

─Escuché cuando subiste a tu habitación. Imaginé que seguías despierta y me pregunté si te apetecería un vaso con leche tibia, princesa ─dice, tendiéndomelo. Lo acepto. Bebo un sorbo y su mirada brilla con aprobación hacia mis acciones, lo cual me gusta─. Así dormirás mejor.

Recojo mis rodillas cuando toma asiento frente a mí, dejando la bandeja entre nosotros. El ambiente es pesado, sobre todo después de lo que acabo de hacer, y quiero continuar lo que empecé, solo que ahora con su ayuda. Con la ayuda de sus manos varoniles y expertas. De su boca. De su pene. Suspiro. Lamentablemente todavía no es posible, pero un día no tendré que preocuparme por su rechazo si decido besarlo.

Pronto, espero.

─Gracias ─murmuro─. Ha sido muy amable de tu parte.

Niega, imitándome.

─De nada ─dice dejando su vaso vacío en la bandeja tras beber todo su contenido de golpe, lo que me lleva a observar cómo su nuez se mueve mientras traga. Lo que me hace ver su abdomen y pecho al descubierto sin miedo a ser descubierta por él. Cuando vuelve a hablar, parpadeo antes de enfocar mis ojos en su rostro todavía cansado. Ajeno al hecho de que acabo de acabar pensando en que me folla─. Seguí tu consejo y le añadí un poco de azúcar y mantequilla, ¿te gustó?

─Sí ─murmuro, tomando una galleta. Lo miro por debajo de mis pestañas antes de darle un mordisco y comerla─. Pero no soy una niña, Mave. No tenías que molestarte.

Su mirada azul se oscurece, haciéndome tragar.

─No, no lo eres, Heaven, pero tu madre fue muy dura contigo esta noche sin que hubiera una razón. Mientras vivas bajo mi techo eres mi responsabilidad y me gusta que todos a mi alrededor estén bien. Fuiste acosada por el chico LeBlanc y merecías estar tranquila.

Contengo una sonrisa.

Ni siquiera recordaba a Landon ya.

─No tengo por qué serlo.

─¿Feliz?

Niego.

─Tu responsabilidad.

─Pero me gusta que lo seas ─comenta con la frente arrugada, genuina preocupación en su rostro─. ¿A ti no te gusta serlo?

Considero negarme, pero termino asintiendo e inclinándome para tomar otra galleta de la bandeja porque están muy buenas. Mi cuerpo se congela cuando siento mi pezón escapar de la fina y fácilmente desplazable tela de mi bralette, pero no lo acomodo. No sé si Maverick se dio cuenta y hacerlo sería más bochornoso que no, por lo que opto por sacar partido de ello enderezándome y mirándolo fijamente mientras como. El frío acaricia mi piel expuesta y puedo sentir como mi pezón se eriza todavía más, endureciéndose y abultándose como una pequeña fruta prohibida del Edén que quiero que tome en su boca, pero no me cubro. Estoy desesperada porque cruce la línea y todo empiece.

─Me siento cómoda con el hecho de que me cuides ─revelo tímidamente antes de terminar de beber el contenido del vaso.

─Bien ─responde, sus irises fijos en los míos mientras me observa fijamente─. Porque no tengo pensado dejar de hacerlo.

Tras decir esto se levanta, dejando el platito con las dos galletas restantes en mi mesita de noche. Me acuesto cuando toma mi manta y me cubre hasta el cuello con ella sin ningún tipo de expresión en el rostro. No puedo evitar dejar escapar un suspiro cuando se inclina sobre mí y presiona sus labios de manera casta contra mi frente otra vez.

─Buenas noches, princesa.

Me acurruco entre las sábanas, cerrando mis ojos.

─Buenas noches, Maverick.

Lo último que veo antes de quedarme dormida es su espalda llena de marcas de arañazos. Conteniéndome de llorar, desplazo mi mente a un plano en el que tengo todo lo que me haría feliz y solo se encuentra él. Mamá y el resto del mundo están a nuestros pies porque es capaz de todo, incluso de deshacerse de Naomi y de incendiarlo, por veme feliz.

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