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𝒐𝒃𝒍𝒊𝒗𝒊𝒂𝒕𝒆

omnisciente

El quinto curso estaba por terminarse, y había sido bastante terrible, en especial para los hermanos Potter.

Comenzando por Harry, quién en el transcurso del año había descubierto una especie de conexión —para nada buena— con Lord Voldemort, ocasionando varios conflictos con su familia. Su comportamiento había cambiado, y su mal humor lo reflejaba a diario con todos. Especialmente desde que públicamente lo tachaban de mentiroso por lo sucedido en el Torneo de los Tres Magos —aunque en aquella ocasión habían sido cinco—.

Para Hazel y Heaven tampoco hubo mucha diferencia, pues al ser también parte de la famosa familia Potter, recibían las mismas represalias de todo el caos.

Por esa misma razón, era obvio que nada mejoró con la llegada de la cierta trabajadora del Ministerio, como profesora de Defensa Contra las Artes Oscuras, quién simplemente se la pasó encima de los hermanos Potter, buscando el mínimo error para darles castigos que duraban semanas.

Por último todo se derrumbó cuando la mejor amiga de Heaven: Marietta Travers había delatado al Ejército de Dumbledore. O al menos eso se creía.

Sin embargo el año estaba por fin estaba a punto de terminarse.

Heaven jugaba con una pluma en sus manos, mientras el examen de Historia de la Magia estaba en su pupitre, y no era un examen cualquiera, pues durante esa semana había estado aplicando sus T.I.M.O's.

Suspiró con frustración y miró a su alrededor. Su hermana Hazel, lucía aún más confundida que ella, se giró a la izquierda y Harry parecía querer llorar allí mismo.

Historia de la Magia nunca fue su materia favorita, de hecho la detestaba. Miró una vez más su examen y suspiró, dándose por vencida.

Justo cuando iba a levantarse pequeñas chispas se hicieron presentes por todo el Gran Comedor —donde las largas mesas, habían sido reemplazadas por pupitres individuales, juntando a todos los alumnos del quinto año—.

Todos los alumnos miraban con asombro las chispas que cada vez aumentaban de cantidad. De un momento a otro, pararon de ser inofensivas a chispas a ser fuegos artificiales, recorriendo por todo el gran salón.

El silencio se reemplazó por risas, murmullos, festejos y gritos de emoción.

Umbridge se miraba horrorizada, pero su rostro cambió cuando los famosos gemelos Weasley entraron montados en sus respectivas escobas, lanzando aún más fuegos artificiales.

No pasó ni un segundo cuando todos se levantaron de sus lugares, agradeciendo en voz alta a los gemelos.

Las risas aumentaron cuando los fuegos artificiales comenzaron a seguir a cada uno de los miembros de la Brigada Inquisitorial —el insoportable séquito que solía servirle a Umbridge y le hizo la vida imposible a cada integrante del E.D— y a la misma Dolores.

Heaven lanzó una carcajada cuando ubicó a su mejor amigo Theodore Nott corriendo detrás de Draco Malfoy, huyendo de uno de los fuegos artificiales arrojados hacia ellos.

Seguía sin entender, como él había sido parte de la Brigada por decisión propia.

El alboroto llegó hasta el vestíbulo del colegio, y con alumnos de todos los grados, quienes también brincoteaban de alegría.

Heaven ubicó rápidamente a Hazel, y se acercó. Mientras todos reían y le aplaudían a los Weasley, la rubia aprovechó para hacerle una pregunta a su hermana:

—¿Lo sabías?

La pelirroja hizo una mueca—. Algo así, Fred me comentó algo sobre huir pero no sabía que de esta manera, definitivamente superó mis expectativas.

Ambas sonrieron, viendo como Fred y George se despedían una vez más mientras partían en sus escobas.

Las diversión de ambas se esfumó cuando notaron a Harry tambaleándose hasta perder el equilibrio y caer. Entre la multitud corrieron hasta a él.

—¡Harry! ¡Harry!—repetían ambas con la voz temblorosa.

El azabache lucía confundido y atemorizado. Heaven reaccionó y pidió ayuda, gritando con desesperación.

—¡Harry! ¿Qué pasa?—le preguntó con preocupación.

Harry la miró con temor en sus ojos.—Tiene a papá, Heaven.—sus ojos se llenaron de lágrimas.—¡Tiene a papá!

La rubia sintió que el aire le faltaba en sus pulmones, un escalofrío recorrió por su espalda y sus ojos también se cristalizaron. El miedo comenzaba a recorrer por sus venas.

Hazel quién había escuchado todo, hizo una mueca, levantándose de golpe.—¡No puedes dejarlo entrar a tu mente!

Antes de que el gryffindor pudiese replicar, Madame Pomfrey había llegado.

—¡Potter! ¿Qué te sucedió?

—No es nada...

Hazel y Heaven se miraron. Ninguno de los tres sabía que hacer o cómo reaccionar. Las visiones de Harry eran aterrorizantes, no era la primera vez que sucedía. Pues esas mismas, le habían avisado cuando el señor Weasley fue atacado por una gran serpiente.

La visiones se debían a la misma peligrosa y desconocida conexión entre Harry y Voldemort, provocando que pudiesen ver sus pensamientos, lo cual podría ser muy bueno o muy malo.

Con frecuencia era lo segundo.

—¡Que estoy bien!—exclamó Harry una vez más.

—Yo creo que ha sido por el estrés del examen.—intentó excusar Heaven.

—Niña, tú fuiste quien gritó por ayuda.—reprendió el profesor Tofty.

—Es que sí me asusté.

Tanto el profesor como la enfermera miraron con desconfianza al trío de hermanos, pero los dejaron ir.

Antes de correr a un pasillo menos concurrido, arrastraron a Hermione Granger y Ronald Weasley con ellos.

—¿Qué sucedió?—preguntó la castaña con consternación.

—¡Voldemort tiene a mi padre!

—¿¡Qué!?—exclamó el pelirrojo.

Hermione lo miró escépticamente.—¿Cómo?

Heaven quiso tirar de su cabello, la preocupación por su padre había incrementado de manera sorprendente, sintiéndose inquieta. Hazel miró mal a la castaña y evidentemente también Harry se molestó ante la pregunta.

—De la misma manera cuando vi que el señor Weasley estaba siendo atacado.

—Pero Harry...

—¡Debemos ir hasta allí!—habló Hazel

—¿A dónde?—preguntó Ron.

—Donde mismo, al Departamento de Misterios.

—¿Y cómo se supone que lo haremos?—preguntó Heaven integrándose.

—¿No creen que es algo precipitado? Es decir, ¿cómo crees que Voldemort haya entrado al Ministerio de Magia sin ser descubierto?

—¿Cómo quieres que lo sepa?—refunfuñó Hazel.—¡Lo que importa es la manera de ir hasta allá!

—Hermione tiene algo razón —dijo Heaven después de analizar la situación.—Es algo casi improbable pero no imposible. Lo mejor es que intentemos comunicarnos con Sirius. Él debe saber algo.

Todos se callaron por unos segundos. Neville, Luna y Ginny había aparecido por detrás.

—¿Es una reunión secreta?—cuestionó Neville con una sonrisa tímida.

—Ahora no, Nev.

—¿Sucede algo?—preguntó Luna.

—¿Podemos ayudar en algo?—corrigió Ginny.

Heaven miró a cada uno de ellos.—De hecho, sí. Tengo un plan.

—Te escuchamos.—dijo Harry.

—Tendremos que ocupar la chimenea de Umbridge e intentar comunicarnos con él —hizo una pausa—. Tenemos que distraerla y que alguien vigile. Luna, Neville y Ginny se encargarán de ello.

Los ocho se pusieron en marcha y el plan iba de acuerdo a cómo se lo habían propuesto, pero se vio arruinado cuando Umbridge apareció con los miembros de la Brigada Inquisitorial.

La única información que había conseguido el azabache de parte de Kreacher —el elfo doméstico que servía a los Black— fue que Sirius había salido de su casa en búsqueda de su padre, pues James, Sirius y Remus se habían puesto de acuerdo para tener una sana reunión pero el padre de los trillizos, nunca llegó, preocupando a los otros dos adultos.

Heaven resopló cuando entraron, fue inmovilizada contra la pared por una Slytherin llamada Millicent Bulstrode. Dirigió su mirada hacia su hermana pelirroja, quien también había sido inmovilizada por otro alumno de Slytherin.

Vió como la profesora lo sacó de la chimenea por las fuerzas, provocando que Harry tragara montón de ceniza. Si estuvieran en otro tipo de situación, muy probablemente Heaven hubiese reído a carcajadas.

—¿Se creen tan inteligentes, no es así?—bramó la profesora.—¿Con quién te querías comunicar, Potter?

—Con nadie —respondió Harry.

—¡No mientas!—exclamó la profesora, empujándolo y Harry chocó contra el escritorio.

El coraje dentro de Heaven creció aún más al ver cómo estaba tratando a su hermano, después fue cuando Draco Malfoy y Pansy Parkinson entraron por la puerta, como si nada y riéndose de la situación, detrás de ellos venían más Slytherins arrastrando a Neville, Ginny, Luna, Hermione y Ron.

La decepción se hizo presente cuando notó a su amigo Theodore Nott apresando a Neville sin mucha fuerza comparado a los demás. El castaño le dedicó una mirada avergonzado y Heaven comprendió que él no quería estar allí.

—Excelente —aduló a los miembros de la Brigada Inquisitorial—¿Qué nunca aprenden?—dijo la profesora mirando a todos los demás.—Malfoy recoge la varita de Potter. De los tres. Parkinson, recoja la de los demás.

Heaven gruñó y se removió pero Millicent era más grande que ella, así que no podía moverse demasiado.

Siguió al rubio mientras le arrebataba sus varitas a sus hermanos y sintió completamente indignada cuando el Slytherin estaba parado frente a ella, sacando su varita del bolsillo de su túnica. Se sintió ultrajada.

—No me toques —le refunfuñó Heaven, intentando moverse.

—Que decepción, Potter rubia.—le murmuró mientras tomaba su varita.

Heaven no desaprovechó la oportunidad y le propinó un gran pisotón en su pie izquierdo. Malfoy se quejó y miró mal a la Ravenclaw.

Con un falso orgullo, Draco se dirigió hasta dónde se localizaba Pansy, ambos recargándose contra la pared para reír y burlarse de los demás.

Mientras tanto la discusión entre Harry y Umbridge continuó, y la profesora comenzaba a ponerse aún más agresiva.

—¡Bien! Si no quieres decirme, te obligaré. Malfoy ve por Snape.

El rubio asintió con una gran sonrisa burlona y salió con prisa.

Heaven se tomó un segundo para mirar a su alrededor. Era un caos, tal y como había sido el resto del año.

Harry estaba tan enojado, que su rostro estaba rojo y pareciera que la vena en su sien le iba a explotar en cualquier momento; Hazel peleaba contra Crabbe dándole repetitivos codazos en la nariz y pisotones. A Ron le sangraba la nariz con exageración; Ginny también intentaba pelear pero no conseguía mucho; Neville y Luna eran los únicos que no forcejearon. Ya que sus sus atacantes eran Theodore Nott y Eloisse Greengrass respectivamente.

El silencio iba a volverla loca, no soportaba ni un segundo más en esa situación. Hasta que se escucharon pasos acercándose, y por la puerta se asomó Snape junto con Malfoy.

—¿Me necesitaba, profesora?—preguntó Snape con su mirada escéptica mirando alrededor con cierta incertidumbre.

—¡Sí!—afirmó Umbridge con alivio.—Necesito otra botella de Veritaseum, cuánto antes, si no es mucha molestia.

Por un segundo, Heaven creyó que Snape reiría.

—Le di mi última botella cuando interrogó a la señorita Travers.

Heaven comprendió que su amiga no los había traicionado como ella lo pensaba, y tomó la nota mental de que se disculparía con ella después que todo acabara.

Se sintió algo confundida cuando Harry la miró con alivio al entender lo mismo que ella. Marietta no los había traicionado, fue lo que le transmitió su mirada, y aunque seguía sin comprender porque su hermano le mostraba tanto interés al asunto, le dedicó una corta sonrisa de comprensión.

Sus cinco segundos de serenidad acabaron cuando volvió escuchar a la profesora hablar.

—¿La gastó toda? Le dije que con un par de gotas era más que suficiente.

Umbridge se ruborizó y desvió la mirada.—Pero puede preparar más. ¿No es así?

—Oh, claro que sí. Estaría lista dentro de un mes.

—¿Un mes? ¡La necesito ahora! He encontrado a los tres Potter husmeando en mi oficina, y se niegan a responder mis preguntas.

Snape miró a los tres es orden.—No me sorprende. Los Potter nunca han tenido la intención de respetar las reglas del Colegio, una verdadera lástima por usted.—miró a la Ravenclaw—Creía que era diferente a sus hermanos.

Bueno, todo el mundo creía eso. Pensó Heaven. Incluso ella misma.

—Si no puede ayudar, lo mejor es que se retire.

Snape hizo una reverencia llena de ironía y antes de que atravesara la puerta Harry gritó.

—¡Tiene a mi...TIENE A CORNAMENTA!

Heaven sintió que su corazón dejó de latir. Debido a la emboscada, Harry no tuvo tiempo de explicarles que había hablado con Kreacher.

—¿Cornamenta?—preguntó Umbrige.—¿Quién es? ¿Es un código? ¿A quién se refiere, Snape?

El profesor miró los rostros llenos de terror de los tres Potter sin inmutarse.—No tengo ni idea.—murmuró saliendo del despacho finalmente.

Y aunque Heaven no lo quisiera admitir, Snape era su última esperanza. Al ser miembro de la orden del fénix, creyó que realmente le tomaría algo de importancia.

—No tengo otra opción, Potter. Tal vez la maldición cruciatus te hará hablar. Pero no a ti, tengo que motivar tu complejo de héroe.—dijo con una sonrisa falsa.—Bulstrode, Crabbe, acerquen a las señoritas Potter.

—¡No puede hacerlo!—chilló Hazel.

—Claro que puedo —afirmó la profesora.

Heaven miró con miedo a su alrededor, honestamente no quería saber que se sentía que le lanzaran una maldición. Y esperaba jamás descubrirlo.

—¡Es ilegal!—gritó Hermione.

Los nervios no permitían a la rubia hablar, miró alrededor mientras la Slytherin la arrastraba hasta el escritorio. Todos habían cambiado sus rostros a uno más preocupado, la Brigada no se había quedado atrás. Todos sabían que Umbridge estaba excediendo los límites.

—Si Cornelius no se entera, no pasara nada —musitó Umbridge—. Nunca se enteró cuando mande a los dementores a visitar a la famosa familia Potter.

—¿Fue usted?—preguntó Hazel con indignación.

—Alguien tenía que hacerlo —le restó importancia y la miró con maldad—. En fin, ¿con quién empiezo?—se preguntó mirando a ambas.

Su mirada desgraciadamente chocó con la de Heaven, y su sonrisa creció. La rubia la desvió mirando a la pared y pudo sentir el nudo en su estómago.

—¡Déjela!—exclamó Harry.

Umbridge la tomó del rostro sin cautela.—¿Heaven, no es así?—La rubia asintió.—Tu eres la que nunca se mete en problemas. Que lástima que seas arrastrada a ellos por tus hermanos.

Heaven no dijo nada, continuó mirando a la pared.

—¿Eres así de callada o te comió la lengua el ratón?

—Oh, es que no se como responderle a los sapos.—dijo Heaven sin remordimiento alguno.

Las risas se hicieron presentes, e incluso uno que otro slytherin también rió.—¡Niña insolente! ¡Cru...

—¡No!—exclamó Harry, encontrando la fuerza para salir del agarre de quién los sostenía—. ¡Le diré! ¡Le diré!

La profesora bajó su varita y miró al pelinegro.

—Harry, no es...—quiso advertir Heaven pero Hazel la codeó.

—Te escucho, Potter.

—Intentaba...

—¡Harry! ¡No!—exclamó Ron.

—¡De todas formas me hará decirle! ¡No puedo permitir que les hagan daño!

—Habla, niño —ordenó Umbridge.

—Intentaba...intentaba hablar con Dumbledore.

Todos se quedaron estáticos, estaba mintiendo.

—¡Lo sabía! ¿En dónde está?

—No lo sabemos, pero si sabemos dónde está su arma. Sólo por eso lo contacté, pero no lo logré.

—¿Su arma?

Harry asintió. El resto de los integrantes del E.D se miraron entre sí con cierta confusión.

—¿Está dentro del colegio?

Todos asintieron, siguiéndole la corriente a Harry.

—Llévanos allí.

—¡No! Es decir, solo Hermione sabe dónde está. Y no podemos ir todos, sería muy peligroso —habló rápidamente.

Hermione frunció el ceño pero después sacudió la cabeza.—¡Yo los llevaré! Pero Harry tiene razón, no podemos ir todos.

—Está bien, guíenme.

Malfoy se interpuso frente a ella.—No será buena idea que la acompañemos porque...

—Soy una excelente funcionaria del Ministerio, Malfoy. Puedo contra dos adolescentes sin varitas y mucho más.—dijo finalmente para marcharse junto a Harry y Hermione.

Una vez que se marcharon, el silencio era inquietante. Miró a su alrededor una vez más y suspiró. Heaven había comprendido rápidamente el plan improvisado de su hermano y sabía que el resto del grupo tendría que liberarse de otra manera.

Millicent comenzaba a hartarla cada vez más u con una mirada le pidió ayuda a Theodore.

—¡Hey, Millicent! Te cambio de lugar.—le sugirió el castaño.

Millicent lo miró con recelo, Draco miraba de Heaven a Theo y viceversa.—Millicent, ¿qué no escuchaste? Cambia de lugar con Theodore.

La chica slytherin resopló y cambió de lugar con el castaño. Theo le murmuró un Gracias al rubio pero este solo se encogió de hombros.

Theo soltó a Heaven y al rubia sintió que podía respirar de nuevo. Sin embargo, para no levantar sospechas, la tomó de las manos por atrás, sin ninguna fuerza, simplemente para aparentar. Se inclinó sobre ella.—¿Cómo te ayudo, Vee?—le susurró lo suficientemente bajo para que solo ella pudiera escucharlo. Heaven hizo una mueca.

Unos segundos más tardes mientras pensaba en que hacer, Neville sacó unos dulces de sus bolsillos. El empaque hizo demasiado ruido para la silenciosa sala.

El pelinegro miró a sus amigos con complicidad, disimuladamente.

—¿Qué es eso?—preguntó Goyle.

—Oh, solo son dulces. Me dio algo de hambre.

Millicent, quien ahora era su captora, se los arrebató y comenzó a repartirlos com sus compañeros de casa.

—Vaya que eres patético, Longbottom.—se burló Pansy tomando un puñado de dulces.

—Como dije alguna vez, si tu cerebro fuera de oro, serías más pobre que los Weasley.—dijo Draco también con su respectivo montón de dulces.

Todos su séquito rió a excepción de Theodore. Quien justamente acababa de recibir la bolsa, por detrás Heaven movió su dedo índice, indicándole que no comiera de ellos.

Pero para aparentar, tomó solo un par.

Después de unos segundos, todos los captores —a excepción de Nott— vomitaban sin parar. Heaven, Hazel, Ron, Neville, Luna y Ginny, aprovecharon, consiguieron sus varitas y salieron de allí con prisa.

Theodore tomó la muñeca de Heaven.—Ten cuidado, ¿si?

Heaven asintió, dándole un rápido abrazo para luego salir corriendo junto a los demás.

—¿A dónde hay que ir?—preguntó Hazel mientras corrían por uno de los largos pasillos.

—¡Al bosque!—exclamó Heaven liderando el camino.

Antes de llegar se encontraron con ambos y le agradeció a todas las deidades mágicas que el plan de Harry hubiese funcionado.

—¡Oye! ¿Cómo se liberaron?

—Los dulces que en realidad son patillas vomitivas —explicó Heaven intentando recuperar el aliento—. Fue idea de Neville.

El gryffindor sonrió tímidamente.—Traemos sus varitas —dijo mientras las repartía.

—¿Ahora que hacemos?—Ginny rompió el hielo.

—Iré al Departamento de Misterios —dijo Harry.

—Genial, ¿cómo?—preguntó Neville.

Harry abrió los ojos exageradamente.—¡No! No dejaré que ustedes vayan. Puede ser peligroso y en suficientes problemas se han metido por nuestra culpa —mencionó señalándose a él y a sus hermanas.

—Pero ¡Harry! ¡Somos el ejército de Dumbledore! Para eso estamos.

—Tienen razón y entre más seamos será más fácil. O eso creo —murmuró Heaven.

—Aparte, si nos quedamos será peor.—dijo Ginny con una mueca.—Queremos ayudar.

Harry se talló los ojos por debajo de sus lentes.—Bien, pero ¿cómo iremos?

—Volando —dijo Luna hablando por primera vez.

La idea de Luna no había sido tan descabellada después de todo. Pues todo había salido bien, aunque fue un poco difícil para la mayoría, pues volar en una criatura que no puedes ver no había sido tan buena experiencia.

Pero allí se encontraban, dentro del infame Departamento de Misterios, entre todos los enormes estantes, llenos de distintas profecías.

—¿Harry hacía donde estamos yendo exactamente?—cuestionó Hermione mirando a su alrededor igual de confundida que el resto del grupo.

—No lo sé.—respondió frustrado.—¡Por aquí deben de estar! ¡Papá!—gritó.

—Oigan, esa tiene el nombre de Harry.—dijo Ron señalando una de las profecías.

Harry la tomó sin preocupación, mirándola con el ceño fruncido.

—Potter.—había dicho una voz fría. Una figura masculina apareció entre los pasillos.

—¿Dónde está mi padre?—exclamó Harry.

—¿Por qué habría yo de saber eso?—dijo el hombre enmascarado.

—¡Sabemos que lo tienen!—exclamó Hazel esta vez.

El hombre comenzó a reír mientras se retiraba la máscara del rostro.—Creo que es tiempo, en que aprendan a diferenciar los sueños con la realidad.

Era Lucius Malfoy. Y honestamente no había sido ninguna sorpresa para los presentes, pero consideraron estúpido el hecho que se retirara la máscara.

—Solo viste lo que el Señor Tenebroso quiso que vieras. Ahora, ¡Entrégame la profecía!

Harry negó.—Hasta que me diga donde está mi padre y si se acerca más, la dejaré caer.

Una aguda risa resonó por todo el lugar. Heaven sintió un escalofrío, en ese mismo momento supo que todo cada vez empeoraría más.

—¡Vaya que saben como jugar!—una mujer completamente en negro y desaliñada apareció detrás de Lucius Malfoy.—El ingenuo Harry Potter —se burló.

Neville levantó la mirada con coraje.—Bellatrix Lestrange.—dijo sin temor.

—Oh, Neville Longbottom. ¿Y tus padres?—se carcajeó cínicamente.

—¡Mejor ahora que los vengaré!—exclamó dando un paso hacia adelante y sacando su varita pero Harry se interpuso.

—Contrólense, niños. Solo queremos la profecía.—dijo Lucius.

—¿Para que Voldemort necesitaba que la tomara?—cuestionó Harry.

—¡Te atreves a decir su nombre! ¡Mestizo impuro!

Hazel y Heaven dieron un paso adelante, resguardando a Harry.

—¡Oh claro! Que son tres.—dijo Lucius con una pizca de ironía.—Como si con un Potter no fuera suficiente.

La mirada de Bellatrix pasó de Hazel a Heaven y su rostro se ensombreció aún más.—¡Tú!—la señaló con su varita—. ¡Vaya que has crecido!

Heaven por instinto dio un paso hacía atrás, sintiéndose confundida.

—No es momento de presentaciones, Bellatrix.—interrumpió Lucius.—Como estaba diciendo, Potter—miró a Harry.—¿Acaso no tienes curiosidad sobre la verdadera razón de por que tú y el Señor Tenebroso comparten una gran conexión?—inquirió con malicia, mientras más mortífagos enmascarados comenzaban a rodearlos—. ¿Por qué no pudo asesinarte cuando eras solo un bebé? ¿Por qué es que tienes esa cicatriz? Todas las respuestas las tienes allí, en tu mano. Lo único que debes a hacer es entregármela —continuó hablando.

—He esperado casi dieciséis años para eso. Estoy seguro que puedo esperar más. ¡Stupefy!

El grupo corrió en diferentes direcciones, lanzando hechizos así como esquivándolos. Protegiéndose a sí mismos.

Heaven ni si quiera notó en que momento solo había quedado ella frente a Bellatrix Lestrange mientras la acorralaba en uno de los pasillos.

La mujer la miraba con una emoción que Heaven no podía comprender el por qué.

La rubia con nervios la apuntó con su varita mientras caminaba lentamente hacía atrás. Sentía que sus piernas le temblaban, el miedo la tenía invadida de pies a cabeza.

Un mal presentimiento también le llegó, ocasionándole un dolor de cabeza, sintiendo sus ojos llenarse de lágrimas.

Porque aunque siempre terminaba en situaciones peligrosas debido a sus hermanos, jamás había estado tan en peligro y mucho menos había peleado contra alguien mayor y poderoso. Estaba aterrada.

Pero para su sorpresa, Bellatrix bajó su varita y se acercó más a ella.

—Tranquila, que no te haré nada. Al menos no ahora —dijo con diversión—. Lucius interrumpió nuestro reencuentro. ¡Por Salazar! Eres idéntica a tu madre.

La confusión de Heaven había incrementado. Lo que recién escuchaba era una completa estupidez. Era muy consciente que no tenía ningún parecido físico con su madre: Lily Potter.

—¿Por qué luces tan confundida?—le preguntó Bellatrix con un falso puchero.—¡Oh! ¡No me digas que no lo sabes!

—¿No saber qué?—preguntó con la poca valentía que junto dentro de ella.

La mujer rió—. Pobre e ingenua, Heaven Potter. Que desperdicio de sangre pura.

Heaven comenzaba a sentirse sofocada, no entendía nada de lo que salía de la boca de la mujer frente a ella.

—Tu madre es una sucia traidora, por su culpa es que estuve tanto tiempo encerrada en Azkaban —le dijo mientras la tomaba del cabello con cierta agresividad—. Pero hoy no será el día en que cobre mi venganza contra ella. Sería demasiado fácil. Lamento tanto que seas la afectada —dijo con falsa tristeza.

La rubia quería llorar, pero ya no del miedo o de los nervios sino de la confusión.

—¿De verdad estás tan pérdida? ¿Acaso tu padre nunca te dijo la verdad? Es demasiado gracioso porque justo estás aquí para rescatarlo mientras él te ha mentido toda tu vida —se burló.

Heaven frunció el ceño—. No sé de qué estás hablando —le dijo con la voz temblorosa.

—Niña estúpida por si no has entendido, la sangre sucia no es tu madre... —hizo una pausa para examinar el rostro de la rubia—. Isabella Avery es tu verdadera madre.

Heaven sintió lágrimas deslizarse por sus mejillas, sin estar segura de confiar en sus palabras. Sin embargo, las ganas de querer vomitar se hicieron presentes y estaba segura que lo haría.

Su dolor de cabeza aumentó y miró a Bellatrix a los ojos.—¡Mientes!

—¿Por qué le mentiría a mi ahijada?—le preguntó pasando su varita por los rulos del cabello de Heaven, como si intentara acariciarle el cabello.

La expresión de la rubia decayó más. Y comenzó a negar con la cabeza.—¡Estás mintiéndome!

—Cree lo que quieras, Heaven. Pero no estaría de más que le preguntaras a tus padres —le sugirió con una ceja alzada—. Un gusto volverte a ver, princesita.

Y desapareció justo cuando sus hermanos llegaron por detrás.

—¡Heaven! ¡Encontramos la salida! ¡Vamos!—Hazel la tomó de la mano.

La rubia estaba estética en su lugar con lágrimas saliendo de sus ojos.

—¡Heaven!—la apresuró Harry. Pero ambos al notar que la Ravenclaw no respondía se posicionaron frente a ella.—¿Heaven, estás bien? ¿Pasó algo? ¿Te hicieron algo?

Negó con la cabeza. Intentó decir algo pero su garganta le dolió cuando intentó hablar:

—Solo estoy aturdida —dijo en un hilo de voz.

—Está bien, estaremos bien. Vamos —le dijo Harry extendiéndole la mano.

Heaven asintió y comenzaron a caminar hasta reunirse con el resto del grupo.

El montón de mortífagos volvían a acercarse entre todos se miraron pero Ginny fue la primera en reaccionar.

—¡Reducto!—exclamó ocasionando que varios de los gigantescos estantes cayeran. Provocando que el lugar retumbara.

—¡Allá hay una puerta!—señaló Hermione y salieron corriendo a ella.

Ron la abrió y todos se estamparon contra el suelo. Los quejidos no tardaron en hacerse presentes.

Todos se reincorporaron del golpe. Heaven se sacudió su ropa, toda desaliñada y arrugada. Suspiró mientras observaba a su alrededor.

En medio del lugar había dos estrados de piedras, con una especie de velo transparente entre ellos.

—¿Qué demonio es eso?—preguntó Ron inclinado la cabeza, como si le buscara forma.

—¿Escuchan las voces?—preguntó Harry acercándose pero Heaven tiro de su hombro.

—No te acerques, Harry. No sabes que es —le murmuró aun con la voz ronca debido al llanto.

—¿Qué voces?—preguntó Hermione.

—Yo no escucho nada —dijo Neville.

—Yo sí —habló Luna.

—Es solo un feo y antiguo arco —Ron chasqueó la lengua.

Estaban tan centrados en su conversación que no se dieron cuenta cuando por tercera vez en la noche, estaban siendo rodeados por al menos una decena de mortífagos.

—¡Cuidado, Harry!—exclamó Ginny señalando al hombre detrás de él.

De un momento a otro, todos estaban siendo capturados por los diferentes magos oscuros.

Heaven, Hazel y Harry estaban siendo acorralados, mientras que por detrás los tres se sostenían con una mano, y con la otra apuntaban con su varita.

—Nos vemos de nuevo, Heaven —se burló Bellatrix.

La rubia tragó saliva. Hazel miró a su hermana con el ceño fruncido pero no le prestó la suficiente importancia.

Lucius se acercó a Harry—. ¿En verdad creíste que una bola de niñitos nos iban a detener?—rió con amargura—. Dame la profecía o tus amigos y adoradas hermanas sufrirán.

Harry vio como entre Bellatrix Lestrange y otro mortífago que no reconocía tomaron a sus hermanas. El azabache lo dudó pero comenzó a extenderle la profecía, no quería que alguien saliera herido.

—¡Harry James Potter! ¡No te atrevas!—chilló Hazel.

Y antes de ceder por completo, Heaven se sintió aliviada cuando los integrantes de la Orden del Fénix comenzaban a aparecer uno a uno. La rubia ni siquiera supo de donde sacó la fuerza para librarse del mortífago y correr hasta su padre, abrazándolo.

—¡Con mis ahijados no!—escupió Sirius, lanzándole una golpe a Lucius.

James abrazó a Heaven, la arrastró a ella mientras Lily tomaba a Hazel hasta un lugar más seguro.

—¿Están bien? ¿Se hicieron daño?

Hazel negaba mientras se aferraba a los brazos de su madre.

Heaven sintió un vacío mientras miraba la escena. Lily acariciaba la pelirroja melena de Hazel mientras le susurraba con dulzura que todo estaría bien.

Regresó a la realidad cuando su padre, James, le tomó el rostro—¿Estás bien?

Heaven con un gran dolor en el pecho lo miró con decepción—. Bellatrix...

—¿Te hizo algo?—preguntó Lily con preocupación mientras seguía abrazando a Hazel.

—No, no. Solo dijo, es decir, me dijo que... —Heaven no podía armar la frase por completo, y no tuvo la oportunidad de hacerlo, pues un hechizo fue lanzando directo hacia ellos, afortunadamente James reaccionó rápido, y las protegió a las tres.

—Quédense aquí, ¿de acuerdo? Luego tendremos mucho de que charlar.

Ambas asintieron y sus padres se habían marchado. Hazel tomó la mano de Heaven y le regalo una sonrisa llena de seguridad.

Los estruendos de los hechizos mantenía inquietas a ambas, Heaven movía su pierna con nerviosismo, el cual creció cuando vio a un hombre acercarse, quién les lanzó un hechizo, pero Heaven fue más rápida y se arrastró junto a Hazel.

—Quédense aquí dijo papá —refunfuñó Hazel.

Heaven quiso reír pero no era el momento. Tenía demasiadas cosas dentro de su cabeza, pero lo que más le preocupaba en ese momento era no morir allí.

Las dos corrían con las manos tomadas, lanzando y esquivando todo tipo de hechizos. Llegaron hasta Harry donde estaba siendo atacado por varios magos a la vez, entre los tres comenzaron a pelear contra ellos.

—¡Estoy orgulloso de ustedes!—vociferó Sirius antes de lanzar a Lucius por los aires.

Pero sin poderlo evitar Bellatrix apareció a unos cuantos metros, y exclamó: —¡Confringo!—apuntando al muro de piedra junto a los hermanos Potter.

Harry cómo pudo, empujó a sus hermanas, y cayeron uno encima del otro. Sin embargo, aunque su intención fue buena, no pudo prevenir que una de las piedras le cayera a Heaven en la cabeza.

Aunque el impacto no fue tan grave, Heaven se sintió como si fuese a desmayarse, y lo último que escuchó fue a su madre gritar el nombre de su padre, a quién observó bajo de las piedras del muro que estalló.

***

Cuando despertó su tío Remus estaba sentado junto a ella, con los ojos cansados y llenos de preocupación. Heaven recordó el último acontecimiento y se reincorporó de golpe.

—Fue mala idea —murmuró mientras ponía su mano sobre su cabeza.

—Despacio —aconsejó Remus—. ¿Estás bien? ¿Necesitas algo?

Heaven miró a su alrededor—. ¿Dónde estamos? ¿Y mi papá? ¿Dónde está? ¿Cómo está? ¿Le sucedió algo?

—Estamos en San Mungo, Heaven. Hubo una explosión y un muro de piedra se derrumbó, lamentablemente cayó encima de tu padre, y tú resultaste un poco afectada. Pero el medimago dijo que lo tuyo no sería nada grave, que sólo tenías que despertar.

—¿Y lo de papá fue grave?

Remus hizo una mueca—. No te voy a mentir, su situación es crítica, pero ya lo están tratando.

Heave asintió mientras lloraba—. ¿Y Harry? ¿Hazel? ¿Mamá? ¿Sirius? ¿Los demás?

—Harry, Hazel, Lily y Sirius están en el vestíbulo acaban de irse de aquí. Los demás regresaron a Hogwarts.

—¿Qué sucedió después?—preguntó sin estar segura de querer saber la respuesta.

—Harry persiguió a Lestrange porque ella ocasionó la explosión, la intentó atacar pero apareció él —Heaven abrió los ojos con sorpresa—. Justo llegó Dumbledore a tiempo, tuvieron un duelo, y luego desapareció... Las cosas se podrán peor, ¿lo sabes, no?

La joven simplemente asintió.

—Después de eso, llegaron algunos aurores, y arrestaron a varios mortífagos, entre ellos Lucius Malfoy, Leopold Nott y Bellatrix Lestrange.

—¿Nott?

Remus asintió y Heaven hizo una mueca.—Eso destruirá a Teddy. Él es bueno, te lo juro.

—No tienes que jurarme nada, lo recuerdo muy bien.

Heaven sonrió, pero su sonrisa se desvaneció pues las palabras de Bellatrix Lestrange le llegaron de repente. Comenzó a sentir desesperación y el dolor en el pecho.

La puerta de la habitación se abrió, Sirius y Lily entraron.

La pelirroja corrió hasta Heaven abrazándola.—¡Dios! Estaba tan asustada. Me alegra tanto que estés bien.

Sin embargo, Heaven estaba quieta, y ni siquiera se inmutó ante el abrazo. Lily al darse cuenta se separó con el ceño fruncido. Mientras que Sirius miró a Remus incómodamente.

—¿Estás bien?

Heaven asintió—. ¿Y Harry y Hazel?

—Están comiendo. ¿Tú tienes hambre? ¿Quieres que te traiga algo?

La rubia negó con la cabeza, sin querer mirar a su madre.

No —le respondió en voz baja.

Lily se sentó en la cama.—¿Qué pasa, cariño?

Heaven tragó saliva, mirando a Remus y Sirius, y por unos segundos reunió la suficiente valentía para querer hablar del tema.

—Heaven, recuerda que puedes decirle lo que sea. ¿Te sucedió algo? ¿Te hicieron algo? —Lily le acarició el cabello pero Heaven se removió otra vez.

—Bellatrix me dijo algunas cosas mientras estábamos en el Departamento de Misterios —murmuró mientras veía sus manos fijamente.

Los tres adultos dirigieron la miraba a la rubia.

—¿Qué te dijo?—preguntó Lily con nervios, mirando a Remus y Sirius, quiénes estaban expectantes ante la respuesta de la rubia.

Heaven abrió la boca pero volvió a cerrarla. Unos segundos más tarde, se animó.—¿Quién es Isabella Avery?—preguntó.

Lily se levantó de forma abrupta—. ¿Isabella Avery? —miró a Sirius y Remus quiénes estaban igual de sorprendidos que ella—. Era una amiga de tu padre. ¿Solo te dijo eso?—preguntó.

—No —respondió e hizo una larga pausa, observando sus manos temblar—. Dijo que ella es mi madre.

Lily miró a Remus y Sirius con desesperación, comenzando a temblar al igual que Heaven—. No puedes creerle, lo dijo para hacerte sentir mal, o distraerte... Heaven, yo soy tu madre.

Heaven parpadeó—. Pensé qué tal vez... —su voz temblaba, y la rubia podía sentir un intenso ardor en su garganta cada vez que intentar formular una palabra.

—Heaven, ¿por qué le creerías a una persona que ha estado encerrada por años en Azkaban? Debió haber perdido la poca cordura que tenía —Sirius dio su opinión, pero Remus lo miró mal por haberse entrometido.

—Es que tiene sentido —dijo Heaven llorando mientras observaba a Lily —. Tal vez no lo notes, pero hay algo diferente en nuestra relación madre-hija —murmuró.

—¡No es así, Heaven! —Lily había comenzando a llorar—. Yo te amo con toda mi alma —la tomó de las manos—. Eres mi hija. Mi hija.

—Mamá, sabes que no estoy mintiendo —Heaven soltó un sollozo—. Siempre me pregunté que es lo qué hay de diferente en mi, y no es difícil de ver... hay algo que me ocultan.

Lily negaba con la cabeza—. Eres mi hija, Heaven...

—¡No! ¡Sé qué hay algo que me están ocultando! ¡Por favor, dime! ¡Quiero saber la verdad! ¿No eres mi madre?

La pelirroja palideció, poniéndose de pie—. Heaven, hay tantas cosas que debemos decirte —hizo una pausa, respirando hondo—. Pero no puedo hacerlo en este momento. No así —dijo levantando su varita—. Te prometo que algún día lo sabrás todo.

—Lily...—dijo Remus levantándose de su asiento—. No puedes hacerlo, Heaven necesitan saber la verdad.

Sirius también se puso de pie—. Lily, no creo que sea buena idea...

Lily miraba a los tres, llorando y aturdida por todo lo que sucedía. Heaven de cierta manera lo entendía, pues en esa misma noche James había sido herido, sus hijos habían sido atacados, el regreso de Voldemort había sido confirmado, y una verdad había salido a la luz.

Pero Heaven también se daba cuenta que Lily no podía evitar el tema para siempre.

—Mamá...—lloró Heaven.—Solo quiero saber la verdad.

—Y mereces saberla, pero aún no es el momento.

Heaven sollozó.—Será peor si dejas pasar más tiempo. ¡Por favor, dime!—suplicó—. ¡Sólo quiero la verdad!

—Lo siento mucho, Heaven —sollozó Lily, apuntándola con su varita.

—¡Por favor! ¡No dejen que lo haga!—exclamó mirando a Remus y Sirius.

—Lily, no me obligues a hacer algo que no me gustaría hacer —dijo Remus mirándola.

—¡Es mi hija y yo sé lo que hago! Heaven, cariño. Perdóname —le susurró.

—Solo tienes que decirme la verdad —sollozó Heaven.

—¡Obliviate!—exclamó Lily al ver como Remus intentaba acercarse, y Sirius lo tomaba la de la túnica.

Heaven se quedó sin ver a la nada. Pasaron unos segundos y los miró con confusión pero antes de que pudiera reaccionar, Sirius murmuró un hechizo inofensivo para dormirla.

Lily seguía temblorosa, mordiéndose su labio inferior hasta que comenzó a sangrarle, mientras que Remus la miraba con enojo, negando con la cabeza, y tomando asiento una vez más.

—No puedes juzgarme... —murmuró la mujer, sentándose junto a Heaven, acariciando el rostro de su hija—. No era el momento, y todo se iba a estropear. Nosotros tenemos que decirle, no ella descubrirlo.

—Ya lo hiciste, pero tenía razón, si dejan pasar más tiempo será peor —le dijo Remus fríamente.

—Yo sé lo que hago con mis hijos —musitó cruzándose de brazos—. Ustedes no lo entenderían. Heaven es mi hija —volvió a repetir.

Sirius se recargó en la pared—. No quiero opinar mucho al respecto porque realmente no me corresponde, pero ya dejaron pasar dieciséis años, se les va a caer todo encima, Lils. Deben hacerlo cuanto antes.

Lily asintió sin tomarle mucha importancia, acercándose a Heaven—. Lo lamento mucho, mi niña —tomó su mano, y le dejó un delicado beso, deseando que todo saliera como lo tenían planeado porque Heaven sí merecería saber la verdad, pero no de esa desastrosa manera.

***

nota de la autora (2021):

Este es como un inicio, porque no es capítulo tal cual, pero siento que era muy necesario para entender sucesos de futuro.
La trama no cambiará, solo editaré faltas ortográficas e incoherencias del resto de los capítulos.
Espero que les haya gustado este capítulo, dure casi un día escribiéndolo.
Les amo mucho 💞💞

¿Que opinan de lo que sucedió?

capítulo editado — julio, 2023

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