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c.
❝ la calma antes de la tormenta ❞
‼️por favor voten y dejen muchos comentarios o voy a llorar, recuerden que ya son los últimos capítulos, y les agradecería mucho si pudieran demostrarme su apoyo de esta manera‼️
omnisciente
Hazel subía las escaleras con un pequeño pastel en sus manos, sintiéndose nerviosa ante la reacción de su hermana mayor, pues la semana previa al cumpleaños número dieciocho de Heaven Potter había sido bastante caótica.
Las noticias que recibían sobre el paradero de Harry y sus padres eran inconclusas, por lo que ambas hermanas Potter habían tenido varios colapsos en los últimos días, así que Hazel pensó que sería buena idea intentar celebrar en pequeño el cumpleaños de su hermana.
Llamó a la puerta con temor, pues también recordaba como el año anterior aquella misma acción salió demasiado mal, sin embargo no quería que la fecha pasara por desapercibida. Heaven era su hermana, y Hazel haría de todo por hacerla sonreír al menos un segundo.
La rubia no abría la puerta así que Hazel volvió a llamar, pero después de unos segundos seguía sin haber alguna respuesta.
—¿Heaven? —dijo en voz suficientemente alta como para que la escuchara, pero seguía sin haber una reacción. Se inclinó sobre la madera con la intención de escuchar lo que sucedía, y lo único que alcanzó a oír fueron unos pasos apresurados hasta que la puerta finalmente fue abierta.
Hazel frunció las cejas con confusión, pues Heaven estaba bastante sonrojada y se sacudía la ropa con agresividad.
—Creí que seguías dormida —confesó Hazel, empujando la puerta para ver el interior de la habitación, y no se sorprendió mucho cuando se encontró con Draco sentando sobre el escritorio de su hermana mientras balanceaba sus pies en el aire—. Oh.
Heaven se encogió de hombros—. Tiene casi dos horas que desperté... no fue una buena noche —hizo una mueca—. Pero tomé un largo baño, y Draco tiene unos minutos que llegó.
Hazel miró a Draco nuevamente, y comenzó a reírse a carcajadas cuando notó la pijama con estampado de patitos amarillos de hule que traía puesta.
—No te rías —le dijo Heaven también casi riendo—. Aaron tuvo que prestársela porque los elfos de Anastasia le perdieron sus pijamas.
Las risas de Hazel aumentaron y Heaven no pudo evitar unirse a su diversión, mientras que el rubio miraba mal a ambas hermanas Potter.
—¡No es divertido! —exclamó Draco.
—¡Jamás creí verte con una pijama así de ridícula! —exclamó Hazel, y ya con la risa más controlada miró nuevamente a Heaven.
Mientras Draco portaba aquella ridícula pijama, la rubia portaba una falda negra con un suéter de lana color beige que a Hazel le resultó bastante familiar.
—¡Oye! ¡Ese suéter es mío! —señaló la pelirroja, aún sosteniendo el pastel entre sus manos.
—Se le ve mejor a Heaven —aseguró Draco, cruzándose de brazos—. Aparte hoy no te puedes enojar con ella.
Heaven alzó las cejas hacia Hazel—. Perdón.
Hazel suspiró, rodando los ojos con falsa irritación—. Sólo venía a traerte este pastel que te hice.
Heaven le sonrió—. Gracias, Hazy.
—Sé que esta fecha está arruinada para ti, pero sigue siendo la conmemoración de tu existencia, la cuál aprecio bastante como tu hermana menor... aunque te robes mis suéteres—le devolvió la sonrisa—. Feliz cumpleaños, Heaven.
Heaven la abrazó intentando no tirar el pastel, y Hazel se sintió feliz al ver su buena reacción.
—Awwww —se escuchó a Draco desde el fondo de la habitación—. Podría llorar ahora mismo.
Hazel le hizo una seña obscena con su dedo mientras reía mientras Heaven rompía el abrazo, y probaba un poco del glaseado del pastel para luego caminar hacia su escritorio y dejarlo a un lado de Draco, quien seguía balanceado sus pies en el aire como si fuese un niño pequeño.
—Estaba nerviosa sobre tu reacción —admitió Hazel—. Tenía miedo de que te enojaras —dijo mientras se acercaba a su hermana mayor.
Heaven suavizó el rostro—. La vida es muy corta para enojarse con tus hermanos —apoyó su mano en el hombro de Hazel.
La pelirroja le acarició la mano con cariño, suspirando—. Tienes mucha razón —hizo una pausa—. Bien, tengo que decirle a Isabella que estás de buenas...
—De nada —murmuró Draco con una sonrisa burlona, ocasionando que Heaven lo pellizcara con disimulo— ¡Jeanette! —se quejó.
Hazel abrió la boca con sorpresa—. ¿Por qué a él sí lo dejas llamarte "Jeanette"?
—Es en contra de mi voluntad —Heaven se encogió de hombros, y sintió como Draco le pinchaba una de sus mejillas para luego dejarle un beso en el mismo lugar.
—Ew —Hazel arrugó la nariz—. Odio cuando se ponen melosos... cómo decía antes de que me interrumpieran, iré con Isabella —se dio la media vuelta.
—¡Espera! —exclamó Heaven, y le dedicó una mirada a Hazel que confundió a Draco.
—No, Heaven... Isabella no está molesta por lo que sucedió el otro día, y tal vez ya lo sabrías si hubieras hecho el intento de hablarle en lugar de evitarla todos los días. Ella jamás se enojará contigo, ¿sabes?... los espero abajo —Hazel le dedicó una última sonrisa antes de salir de la habitación, cerrando la puerta tras ella.
Heaven se giró hacia Draco.
—A veces me sorprende como se comunican únicamente a través de miradas —dijo el rubio.
Heaven sonrió, probando un poco más del glaseado del pastel—. Supongo que se volvió una costumbre.
Draco puso sus manos sobre la cintura de Heaven, acomodándola entre sus piernas—. No te he felicitado apropiadamente —le murmuró sobre sus labios—. Feliz cumpleaños, cielo.
Heaven comenzó a reírse—. No puedo tomarte en serio con esa pijama —y luego lo besó castamente en los labios.
Draco rodó los ojos—. Tus elfos me odian.
—Los elfos de Anastasia —lo corrigió, alzando las cejas.
—Es lo mismo —sonrió el rubio—. En fin, ¿qué querrás hacer hoy, cumpleañera? —le preguntó, entrelazando sus manos con las de ella.
Heaven se encogió de hombros—. Honestamente no quiero hacer nada... y si no fuera porque no pude conciliar el sueño anoche, probablemente no hubiera salido de la cama.
—Isabella debe estar más emocionada que tú —alzó las cejas con diversión.
Heaven hizo una evidente mueca de desagrado. Ya había puesto suficiente de su parte al recibir de buena manera el pastel que le hizo Hazel. No tenía porque seguir fingiendo que lo único que quería era llorar por el resto de la semana.
—¿Ya te disculpaste con ella? —le preguntó Draco con curiosidad, recordado el incidente de la semana anterior.
Heaven negó con la cabeza—. Es que no fue mi intención ser grosera con ella... —soltó una de sus manos del agarre de Draco para tallarse los ojos con frustración.
—Lo sé —le aseguró el rubio—. Pero para ella también todo es difícil.
Heaven frunció sus cejas—. Yo no dije que no lo fuera —dijo, desprendiéndose del agarre de Draco por completo para cruzarse de brazos.
—No vamos a discutir hoy —suspiró Draco—. Pero yo no dije que tú lo dijiste.
—¡Pero lo diste a entender!
Draco negó con la cabeza—. No vamos a discutir hoy —repitió el rubio.
—No es una... —Heaven se vio interrumpida cuando Draco la tomó por las mejillas y unió sus labios en un beso—. Bien, no vamos a discutir hoy —murmuró una vez que se separaron.
Draco asintió con una sonrisa—. Deberías bajar de una vez, todos deben estar esperándote.
—¿No vienes conmigo? —Heaven frunció el ceño.
—¿Crees que bajaré con esta pijama puesta? —se señaló a sí mismo.
Heaven le volvió a sonreír, y caminó hacía atrás para llegar a la puerta.
—¿No te llevarás el pastel? —Draco alzó las cejas.
—No quiero compartirlo —le respondió Heaven—. Deberías ponerle un hechizo para que no se eche a perder... te espero abajo.
Draco asintió con una sonrisa y observó como la rubia cerró la puerta tras ella.
Cuando Heaven terminó de bajar las escaleras, se alisó la falda ante los nervios de lo que se venía en el momento que cruzara la entrada de la cocina, dónde probablemente el resto se encontraba esperándola.
Desde que descubrió que Lily no era su madre biológica, y cayó en cuenta que nunca festejó su cumpleaños en la fecha correcta, Heaven decidió que jamás lo celebraría. Ni en el nueve de abril, ni en el treinta y uno de julio.
La celebración se le había arruinado por completo, y deseaba con todas sus fuerzas que en algún momento todos sus seres queridos entendieran que ella prefería pasarlo por desapercibido.
Sin embargo, Heaven también estaba consciente que esta vez era algo diferente. Pues sería la primera vez que lo festejaría junto a los Avery, quiénes —como dijo Draco— probablemente se encontraban más emocionados que ella.
Caminó con nervios, concentrándose para poner su mejor cara y evitarle un mal rato al resto. Debía ser empática. Debía ser comprensiva.
Suspiró una última vez antes de entrar a la cocina, dónde justo como lo pensó, se encontraban todos.
Isabella y Remus estaban detrás de la barra, terminando de decorar con frutos rojos una torre de waffles como las que Lily solía hacerles a Heaven y a sus hermanos. Anastasia se encontraban sentada junto a Hazel en la pequeña mesa que había allí dentro. Ambas tomaban té. Y finalmente Sirius, Nolan y Aaron venían entrando del jardín por la otra puerta.
Todos enfocaron su mirada en ella, y Heaven les sonrió apenada.
—¡Pero si es la cumpleañera! —exclamó Aaron con una gran sonrisa.
—¡Feliz cumpleaños! —exclamó la mayoría de presentes a la par.
Y lo siguiente que sintió fueron unos brazos rodeándola con cariño.
—No puedo creer que estés cumpliendo dieciocho años —escuchó a Sirius decir—. ¿En qué momento pasó tanto tiempo?
—No lo sé —respondió Heaven con sinceridad. Le aterraba la idea de crecer. Cada vez sus actos tenían más consecuencias, y eso era algo que no le gustaba en lo absoluto.
Nolan apareció detrás de Sirius, y le dio un corto abrazo junto a una pequeña caja con un moño.
—Feliz cumpleaños, Heaven... espero que te guste el detalle.
—No era necesario —le dijo Heaven apenada. Abrió la cajita, encontrándose con unos aretes de oro con forma de paleta de pintor. Le sonrió nuevamente—. Son adorables. Muchas gracias.
—Zoe creyó que sería una buena idea. Le encantó el dibujo que le enviaste la otra vez —Nolan le devolvió la sonrisa.
A pesar de que Heaven no lo conocía mucho, Nolan le agradaba bastante, y le hacía feliz saber que alguien como él estaba con Sirius.
Después la abrazó Aaron, bastante emocionado—. Heaven, no sabes por cuánto tiempo deseé pasar este día contigo. Hemos perdido muchísimo tiempo para estar juntos como una familia, pero sé que ahora tenemos de sobra para reponerlo —le sonrió, revolviéndole el cabello como una divertida muestra de afecto—. Feliz cumpleaños, pequeña sobrina.
Heaven arrugó la nariz—. ¿Si sabes que solo eres siete años mayor que yo? Podríamos ser hermanos.
Aaron le sonrió—. Siete años es toda una vida.
Los demás rieron ante el comentario del rubio. Y por unos instantes Heaven volvió a pensar en qué tan diferente sería su vida si hubiera crecido con todos los Avery en lugar de los Potter.
Hizo una mueca disimulada ante su propio pensamiento, aún le costaba aceptar que esa duda jamás escaparía de su mente.
Anastasia se acercó aún riendo, y Heaven pudo sentir sus cálidas manos tomar su rostro—. Mi preciosa, estoy tan contenta de por fin pasar esta fecha tan especial contigo —comentó—. Te amamos mucho, Heaven. Más de lo que has llegado a imaginar. Tu abuelo y tu tío estarían tan orgullosos de la joven bruja tan poderosa y especial en la que te has convertido —le besó la frente.
Heaven sintió sus ojos cristalizarse. A ella le hubiera encantado conocer al padre y al hermano mayor de Isabella, pues Anastasia siempre hablaba maravillas de ellos.
Le dedicó una última sonrisa a Anastasia antes de mirar a Remus, quién ya la esperaba con los brazos extendidos, y por un breve momento recordó a James.
Heaven corrió hacia él aún sonriente, y Remus la abrazó con el mismo instinto paternal que le salía especialmente con ella.
—Feliz cumpleaños, cielito —le sonrió—. Dieciocho años, ¿puedes creerlo? Parece que fue ayer cuado te vi por primera vez... eras tan pequeña —alzó las cejas—. Bueno, tampoco es que hayas crecido tanto —se burló, dándole unas palmaditas en la cabeza.
—¡Oye! —exclamó Heaven al escuchar como los demás reían—. Al menos crecí más que Hazel y Harry.
Hubo otra ola de risas que a la pelirroja no le parecieron en lo absoluto.
—¡Sólo por dos o tres centímetros! —dijo desde su silla.
—Son como cinco —replicó Heaven, entrecerrando los ojos.
Al girarse para dejar la cajita de los aretes sobre la barra de la cocina que Nolan le dio, su mirada chocó con la de Isabella, quién no la había dejado de admirar desde que entró.
Isabella se acercó un poco más de manera tímida, y finalmente rodeó a su hija con sus brazos. Heaven sintió sus ojos cristalizarse una vez más, y pensó en que probablemente la mujer que la abrazaba se encontraba en el mismo estado que ella.
—Feliz cumpleaños, Heaven —murmuró Isabella con la voz entrecortada—. Creí que jamás llegaría este día.
Heaven sonrió con tristeza, y su corazón le dolió de sólo pensar en cómo se sentía Isabella al respecto, porque si para ella era desconcertante, probablemente para la rubia mujer que estuvo lejos de su hija por más de quince años era peor.
Cuando se separaron Heaven notó como a Isabella se le deslizaban las lágrimas por sus mejillas, así que con su pulgar las quitó.
Isabella le sonrió con cariño—. Te quiero muchísimo —susurró solo para que ella la escuchara.
Heaven le devolvió la sonrisa. Ella también la quería muchísimo, y a veces pensaba en el inexplicable vínculo que creó con ella porque a pesar de recién conocerla, su cariño por ella —y por el resto de los Avery— surgió de manera rápida y natural.
—Y yo a ti —le aseguró tomándola de la mano—. Estoy feliz de que por fin pasaremos juntas este día.
A Isabella le volvieron a brotar un par de lágrimas más—. Lo sé, yo también —asintió con fuerza mientras se limpiaba el rostro con una servilleta que Remus le había pasado—. Merlín, no puedo dejar de llorar —hizo reír a los demás.
—No eres la única —señaló Sirius a Hazel, quién desde su mismo lugar se limpiaba las lágrimas con disimulo.
—Soy una persona sensible —dijo la pelirroja, suspirando y ocasionando otra ola de risas.
Heaven se recostó en el hombro de Isabella, aún sonriendo y también sintiendo una pequeña paz después de todo.
Después de pasar todo el día celebrando su cumpleaños número dieciocho, Heaven sintió la necesidad de tomar un poco de aire fresco, así que decidió ir a la terraza favorita de Isabella.
La noche era oscura, y había una ráfaga de viento que ocasionaba que algunos cabellos se le pegaran al rostro. Se abrazó a sí misma cuando sintió algo de frío, arrepintiéndose de no haber traído algún abrigo.
Miró a la luna —o lo poco que se podía ver a través de las nubes grises que la ocultaban—, pensando en lo mucho que había cambiado su vida en el último año, pues jamás se imaginó estar en el lugar donde se encontraba.
Suspiró, sintiendo sus ojos cristalizarse una vez más. Y aunque intentó mantenerse fuerte ante el impulso de llorar, no lo logró. Heaven comenzó a sentir cómo cálidas lágrimas caían por sus mejillas.
A pesar de que había sido un día maravilloso, la joven no podía evitar sentirse abrumada y culpable por todo. Así como también extrañaba demasiado al resto de su familia: James, Harry y Lily; y a sus amigos: Theodore y Marietta. La idea de no saber cuándo volvería a verlos la acechaba cada noche en sus sueños —y pesadillas—.
Le dio la espalda al balcón, y se sentó en el frío suelo de la terraza mientras intentaba tranquilizarse a sí misma.
No quería llorar más, mucho menos por la misma situación que llevaba atormentado su mente por más de un año.
Escuchó que la puerta de la terraza se abrió, y levantó el rostro mientras se secaba las lágrimas: Draco estaba parado con un regalo en sus manos, y una sonrisa reconfortante para Heaven.
Lo vió sentarse a su lado, suspirando mientras miraba hacia el cielo—. Hace mucho frío, y tú odias el frío.
Heaven se encogió de hombros—. Quería respirar aire fresco —lo miró—. ¿Y los demás?
—Siguen en el salón charlando... me enviaron a supervisar que todo estuviera bien —le sonrió nuevamente—. ¿Todo bien? —alzó las cejas.
Heaven rió un poco—. No, pero no es nada nuevo.
Draco tomó una de sus mano, y entrelazó sus dedos con los de ella—. ¿Qué sucede?
—Sólo estoy preocupada por Harry y mis papás —hizo una mueca—. Y bueno, ya no me gusta celebrar mi cumpleaños, pero fue lindo ver a Aaron, Anastasia e Isabella tan felices de estar conmigo hoy.
Draco le removió algunos cabellos fuera de su rostro—. Bill le informó a Remus que Potter, Granger y Weasley regresaron a su casa para hablar con el duende que les ayudará a entrar a Gringotts. Al parecer en un par de semanas intentarán cumplir su misión —hizo una mueca—. Primero intentarán destruir el horrocrux que dejó Regulus escondido, pero creo que para eso tienen que ir a una cueva, no lo sé. Remus no me quiso decir mucho.
—Isabella le iba a ayudar a hacerlo —le dijo Heaven a Draco—. Se iban a reunir, y le pedí que me llevara con ella, pero se negó. Ni si quiera sé cuándo sucederá.
—Yo sé que quieres ayudar a tu hermano, pero recuerda que la última vez salió algo mal —le recordó el inesperado encuentro que tuvieron con Peter Pettigrew unos meses antes.
—Pero es estresante estar aquí sin hacer nada —Heaven murmuró tallándose los ojos.
—¿No quieres saber qué hay aquí dentro? —agitó la caja en sus manos.
Heaven alzó sus cejas, tomando el obsequio y abriéndolo con delicadeza. Era una pulsera con un dije en forma de corazón con una piedra color azul grisáceo.
—El color me es familiar —Heaven puso el dije a la altura de los ojos de Draco.
Draco le sonrió—. Recordé que siempre me dices que te gustan mis ojos —se inclinó hacia ella—. Así que supuse que ese color te gustaría.
—No esperaba menos —le dijo bromeando.
—Y eso no es todo —dijo Draco, quitándose uno de sus anillos que incrustado tenía un cristal de color verde olivo, y también lo puso a la altura de los ojos de Heaven—. ¿Sabías que mi color favorito es el verde?
Heaven se inclinó para juntar sus labios con los de él, haciendo sonreír a Draco en medio del beso.
—¿De dónde sacas las ideas para los regalos? —le preguntó mientras se ponía la pulsera y Draco le ayudaba a abrocharla.
—Sólo pienso en lo mucho que te amo —le respondió con su usual tono burlón—. Aparte que esta vez me preocupé porque mi regalo fuera el mejor... no me iba a dejar vencer nuevamente por la fotocopia.
Heaven rodó los ojos—. Este año ni estuvo presente.
—Pero por si acaso —dijo Draco arrugando la nariz, haciendo reír a Heaven. Se inclinó nuevamente hacia ella—. Feliz cumpleaños, Potter rubia.
—Gracias, Draco —le acarició la mejilla antes de volver a besarlo.
—Yo también estoy nervioso por todo —le admitió, una vez que se separaron—. No he sabido nada de mis padres desde que escapé junto a tu hermano.
Heaven le tomó la mano, justo como él lo había hecho minutos antes.
—Sólo espero que estén bien —Draco suspiró—. Y que no les estén haciendo daño.
—Lo siento mucho, Draco —murmuró con los ojos cristalizados.
—No es como si fuera tu culpa —Draco le dedicó una triste sonrisa—. Es algo gracioso que estemos preocupados por nuestros respectivos padres a pesar de que están del bando contrario entre ellos.
Heaven sonrió, y vio como Draco se removió con cierta incomodidad, la cual le provocó una pequeña confusión.
—¿En qué piensas? —le preguntó Heaven con el ceño fruncido.
Draco se relamió los labios antes de responderle, pensando en cómo ocupar las palabras correctas.
—A veces siento que no has terminado de asimilar toda nuestra relación —le respondió Draco—. Siento que no has caído en cuenta de lo diferentes que somos, y de las ideas tan distintas que nos inculcaron de pequeños.
—Pero... —Heaven se reincorporó, pero Draco la interrumpió.
—Heaven, en mi brazo izquierdo está grabado el símbolo que representa el odio que cierto mago tiene en contra de tu familia y todo lo qué hay detrás de ella.
Heaven le desvió la mirada. Jamás se tomó el tiempo para pensar demasiado en ello porque sabía muy bien que todas esas ideologías no significaban nada para su novio. Aunque también le gustaba ignorar que la marca tenebrosa residiría en el brazo de Draco para siempre.
—Sólo me da miedo que desconfíes de mi ante cualquier inconveniente... —murmuró Draco—. Lo cual entendería muy bien si llegase a pasar, pero también me dolería mucho saber que alguna vez llegaste a creer que te haría daño a ti o cualquier miembro de tu familia porque te lo juro que no es así.
Heaven lo miró directamente a los ojos—. Draco, créeme que jamás pensaría mal de ti. Te conozco muy bien para saber el corazón tan bueno y puro que tienes —le sonrió—. ¿Por qué piensas eso?
—Porque cuando te oculté que era mortífago, me perdonaste muy rápido —le confesó—. Y hace unos meses te pregunté que si seguías pensando en ello, y me dijiste que sí...
—Pero no es porque hayas sido un mortífago, esa vez me molestó más que me mintieras al respecto cuando ya te lo había preguntado directamente —Heaven hizo una mueca.
Draco ladeó la cabeza—. No me estás entiendo.
Heaven se sentó sobre sus rodillas para quedar frente a él—. No sé qué quieres darme a entender.
Draco sonrió—. En la mañana te dije que hoy no vamos a discutir.
—No estamos discutiendo —Heaven se cruzó de brazos—. Draco, deberíamos hablar de esto de una buena vez porque...
Draco no la dejó terminar porque la tomó del cuello para acercarla a él y estampar sus labios contra los de ella.
—Sólo prométeme que no vas a desconfiar de mi —le murmuró Draco sobre sus labios.
—Me estresa que nunca quieres hablar las cosas.
—No quiero discutir contigo hoy —repitió—. Es tu cumpleaños.
—¿Entonces cuándo vamos a hablarlo? —le preguntó Heaven.
—De preferencia nunca —Draco le respondió burlonamente.
—¡Draco! —exclamó la rubia, poniendo sus manos sobre los hombros de su novio—. No vas a poder evadirlo por siempre.
Draco hizo una mueca—. No respondiste mi promesa.
Heaven se cruzó nuevamente de brazos, un poco molesta de que Draco desviara el tema.
—Me gustas cuando te enojas —se burló el rubio—. Mucho más que cuando estás contenta —le pinchó la mejilla.
Heaven rodó los ojos.
—Se te van a poner los ojos chuecos si sigues haciendo así —le advirtió con una sonrisa burlona—. ¿Ya no me vas a hablar?
—¡Si él que no quiere hablar eres tú!
Draco rió—. Por favor, responde mi promesa.
—Si, si, si. Lo prometo —Heaven suspiró.
Draco le acomodó un mechón detrás de su oreja, asintiendo con una sonrisa—. Bien, te prometo que si hablaremos de esto, sólo que no hoy, ¿si?
Heaven hizo une mueca—. De acuerdo —se subió de lado a las piernas de Draco—. ¿Me puedes abrazar? Tengo frío.
Draco se rió—. ¿Quieres ir adentro? —le preguntó mientras la rodeaba con sus brazos.
—No, aún no. Sólo quiero estar contigo —se recostó en el pecho de su novio.
Draco volvió a sonreír, apoyando su mentón en la cabeza de Heaven—. Te amo.
—Y yo a ti —le respondió Heaven con una sonrisa. Agradecida de pasar un cumpleaños más a su lado.
***
nota de la autora:
Primero que nada: ¿qué tal les pareció el capítulo?
La verdad no estaba (ni estoy) preparada para escribir el capítulo de la batalla así que les traigo el último capítulo de relleno antes del momento más esperado por todos. :D
Nuevamente una disculpa por desaparecerme dos meses, pero en verdad estuve muy ocupada entre tantas crisis existenciales, trabajos escolares, mis obligaciones de cada, cuadros depresivos y enfermedades 😻 pero ya todo bien 😘👍 porque hierba mala nunca muere!!!
Este viernes 8 de diciembre salgo de vacaciones así que tengan por seguro que este fic llegará a su fin antes de que termine el año. O máximo antes de que comience febrero JAJAJAJAJA.
En fin, espero que el fic les siga gustando, y que disfrutaran de este capítulo tanto como yo.
¿Pueden creer que Heaven ya tiene 18? Cuando comenzó el fic, tenía dieciséis añitos 😿 me da sentimiento porque yo tenía 17 cuando comencé el fic y este año cumplí 21 (que loco)
Bueno, les recuerdo que sigue existiendo el grupo de WhatsApp por si gustan unirse, ahí les doy spoilers o les envío escenas que escribo y que jamás publique/publicaré 🥸. ¡Por favor únanse!
(Si quieren envíenme mensaje por md para que les envíe en link)
También les invito a que me sigan en mis otras redes sociales (Tiktok e Instagram) ahí aparezco como franciaxmalfoy.
¡Nos leemos pronto!
All the love
Ivana 💖
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