【 076 】
❝ La misión fallida ❞
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omnisciente
Tanto Draco como Isabella habían pensado que escabullirse de la mansión iba a ser más difícil de lo que realmente fue.
Draco fue una pieza clave para evitar a los mortífagos que hacían guardias en los pasillos de la mansión.
Ambos caminaban por uno de los callejones más solitarios de la ciudad de Salisbury, en donde tenían que encontrarse con Remus Lupin, quien los esperaba con el traslador que los llevaría a la boda.
—¿A dónde dices que iremos? —le preguntó Draco mientras avanzaban con prisa.
—A la madriguera —respondió Isabella—. La casa de los Weasley.
—¿En verdad le llaman "la madriguera"? —preguntó Draco con cierto tono burlón que Isabella no pasó por alto, pues le recordó a alguien más quien alguna vez le preguntó exactamente lo mismo.
Sin embargo, la mujer no tuvo oportunidad de responderle, pues en cuanto distinguió la silueta de Remus a unos metros, comenzó a caminar con más velocidad.
Remus les dedicó una sonrisa a ambos—. Llegan justo a tiempo, el traslador se activará en veinticinco segundos.
—Profesor Lupin —lo saludó Draco, extendiéndole la mano.
—Ya no soy tu profesor, Draco —el hombre lobo estrechó su mano con una sonrisa adornando su rostro—. Puedes llamarme Remus.
Draco asintió levemente.
—Bien, quedan quince segundos —dijo Isabella suspirando—. ¿Estás listo, Draco?
—Creo —dijo el rubio con una sonrisa nerviosa, cayendo en cuenta realmente a donde se dirigía y pensando en las personas que estarían presentes.
—Todo estará bien —le aseguró Isabella.
—Cinco segundos —anunció Remus mirando su reloj—. ¿Has utilizado traslador anteriormente, Draco?
El rubio asintió, tomando el paraguas hechizado con las yemas de sus dedos.
—Bien, aquí vamos —Remus fue el último en tomarlo, y luego de la sensación de haber dado miles de vueltas, Draco sintió como sus pies volvían a plantarse sobre la tierra.
Parpadeó varias veces hasta que sus ojos se acoplaron a la intensidad de la luz del atardecer, lo que ocasionó que meditara por unos segundos la cantidad de tiempo que llevaba encerrado en su habitación.
—Draco —Isabella me habló posicionándose frente a él—. Tengo algo que decirte antes de que nos acerquemos más.
Draco alzó la mirada, y detrás de una colina distinguió la dichosa "madriguera" que a su lado se encontraba una carpa blanca adornada con arreglos florales. Y por primera vez desde que llegaron, distinguió el bullicio de la fiesta.
—¿Qué sucede? —cuestionó Draco con cierta preocupación.
Isabella rió ante ello—. En realidad, no es nada de lo que debas temer... —hizo una pausa—. Si bien te traje para que pudieras distraerte un poco del caos en tu hogar, necesito que distraigas a Heaven.
Draco frunció el ceño—. ¿Por qué?
—Resulta que Heaven junto a sus hermanos, Ron y Hermione armaron un plan para fugarse, utilizando la fiesta como distracción —explicó Remus.
—Era un plan secreto —continuó Isabella—. Pero Lily lo descubrió fácilmente. Así que hizo un trato conmigo y con Hermione pero eso es un tema aparte. No puedes permitir que Heaven se vaya sin avisar a donde, ¿de acuerdo?
Draco asintió—. De acuerdo.
—Aunque no creo que sea una tarea tan difícil. No se han visto en casi dos meses y lo último que querrá Heaven será apartarse de ti —Isabella alzó las cejas con diversión, ocasionando que el hombre a su lado riera.
Draco sintió sus orejas arder, ciertamente avergonzado.
—Vamos —dijo Isabella enredando su brazo con el de Remus, comenzando a avanzar.
Draco caminó detrás de ellos, sintiendo su corazón acelerarse ante los nervios porque al fin podría reencontrarse con la persona que más había extrañado en las últimas semanas.
El volumen del bullicio de la celebración comenzaba a aumentar cada paso, y cuando estuvieron a tan sólo unos metros, Draco se detuvo, metiendo sus manos a los bolsillos de su pantalón de vestir.
Isabella se dio la vuelta, soltándose del agarre de Remus para acercarse a Draco.
—¿Qué sucede? —le preguntó con inquietud.
Draco abrió la boca para responderle pero no supo que decir así que dejó salir un largo suspiro en lo que acomodaba sus ideas.
—No creo ser muy bienvenido allí dentro —confesó mordiendo el interior de su mejilla—. Prefiero esperar a Heaven aquí.
Isabella asintió, comprendiéndolo. Alguna vez estuvo en su lugar, y si era honesta, a veces seguía sintiéndose igual.
—Puedes esperarla en aquel árbol —señaló el manzano ubicado a unos cuantos metros detrás de la madriguera.
Draco asintió con una pequeña sonrisa incómoda en su rostro, encaminándose hacía el árbol, aún con los nervios a flote.
Heaven estaba junto a Hazel, Harry y Ron dentro de la madriguera esperando a Hermione. La ceremonia había acabado casi una hora atrás, y aún no conseguían salir de allí sin que se notara.
La fiesta apenas comenzaba a ambientarse por lo que los adultos aún estaban al pendiente de sus respectivos hijos.
Hermione entró, azotando la puerta accidentalmente lo que ocasionó que el resto de presentes se sobresaltaran.
—Lo siento —dijo la castaña haciendo una mueca.
—Estoy comenzando a dudar si nuestro plan funcionará —dijo Harry acomodando sus gafas.
Ron rió disimuladamente—. Lo siento, amigo pero no puedo tomarte en serio luciendo como uno de los míos.
Hazel rió junto a él.
—Concéntrense —refunfuñó Hermione—. Debemos esperar un poco más. Ya tengo todas listo —explicó caminado hacia una alacena en la sala de estar, sacando de allí cuatro bolsos aparentemente "normales"—. Tienen hechizos de extensión no detectables. Este es de Heaven, este de Hazel y el resto de nosotros tres —los repartió.
—¿Cómo sabremos cuándo será el momento? —preguntó Heaven colgando su respectivo bolso en su hombro.
—Aún no lo sé —respondió Hermione de mala gana—. Pero no se aparten. Hay que permanecer lo más cerca posible.
Heaven rodó los ojos, pensando en que la idea de tener que soportar a Hermione por un buen tiempo comenzaba a molestarla.
—Por cierto, ¿qué quería el ministro? —preguntó Hazel con curiosidad.
—Algo sobre el testamento de Dumbledore —Harry se rascó una ceja—. Bastante confuso si me lo preguntas.
—¿Me dejó algo a mi? —preguntó Hazel alzando las cejas con diversión.
Ron rió negando con la cabeza.
—Sólo a nosotros tres —respondió Harry señalándose junto a su par de amigos.
—Que raro —murmuró Heaven con sarcasmo—. Lo mejor es que salgamos de aquí antes de que comiencen a sospechar.
—Tienes razón —dijo Ron.
Y su pequeña y secreta reunión se dio por culminada. Cada quién regresó a la fiesta, integrándose de la forma más natural posible.
Heaven se sorprendió al ver a Isabella y Remus junto a Sirius y Nolan. Así que no dudó mucho en acercarse a saludar.
—¡Remus! —exclamó abrazando al castaño.
—¿Heaven? —preguntó el hombre lobo extrañado—. Te ves diferente —se burló mientras le revolvía su ahora pelirroja cabellera.
—Lily nos obligó a beber una poción multijugos, lo cuál es bastante tonto —resopló para luego acercarse a Isabella y también abrazarla tímidamente.
—Que por cierto, no tardará mucho en deshacerse el efecto por desobediente —Sirius dijo mientras le pinchaba la nariz.
—Deja de molestarla —Isabella le golpeó la mano, defendiendo a su hija.
Heaven le sonrió—. No te había visto —le dijo.
Isabella le devolvió la sonrisa—. Bueno, ahora estoy aquí, ¿no es así?
Heaven asintió, y luego se giró para saludar a Nolan, quién muy amablemente aceptó el gesto.
—Se supone que tú eres la rubia, ¿cierto? —le preguntó Nola intentando no sonar descortés.
—Y la más insoportable —se burló Sirius.
Nolan negó con diversión mientras que Isabella le dedicaba una mala mirada a su amigo y Remus reía descaradamente.
Heaven entrecerró los ojos—. Luego te quejas de porqué prefiero al tío Remus.
Sirius rodó los ojos para luego tomar un sorbo de su bebida, la cual parecía ser whiskey de fuego.
—Tú también eres mi favorita —Remus sonrió y Heaven volvió a abrazarlo.
—Ti timbiin iris mi fiviriti —lo imitó Sirius para luego entrelazar su brazo con el de su pareja—. Vámonos de aquí, Nolan. No saben apreciarnos.
Nolan rió y ambos caminaron hacia donde se encontraba James conversando con Arthur Weasley.
—Heaven —la llamó Isabella poniéndose frente a ella.
—¿Sí? —respondió distraídamente, notando a lo lejos como Hazel volvía a su verdadero físico. Rápidamente dirigió la mirada a sus manos pero aún no había ninguna señal de algún cambio.
—¿Te gustan las manzanas? —le preguntó con una sonrisa divertida.
Heaven frunció el ceño—. No mucho, prefiero los frutos rojos.
Remus e Isabella rieron ante la ingenuidad de la joven.
—Deberías de ir por una. Dicen que son las mejores de la temporada —dijo Remus alzando las cejas.
Heaven se sintió bastante confundida, miró a su alrededor, tratando de entender a lo que se referían.
—Perdí el hilo de la conversación —murmuró más para sí misma que para ellos.
—Sólo ve al manzano —dijo Remus—. El árbol que esta detrás de la madriguera.
—¿Para qué? —preguntó Heaven cruzándose de brazos.
—Confía en nosotros —le dijo Isabella guiñándole el ojo.
Heaven miró con desconfianza hacia las ramas del árbol que se asomaban por el costado de la madriguera para luego lanzarles una última mirada de confusión al par de adultos frente a ella y con inseguridad comenzó a avanzar.
Mientras caminaba, pensó en los diferentes escenarios con los que que podría encontrarse pero no acertó en ninguno.
Cuando se encontraba a tan sólo unos metros de distancia, alzó la mirada, topándose con una figura masculina de espaldas con la cabellera rubia platinada que era capaz de reconocer en un abrir y cerrar de ojos.
Con el corazón acelerado y lágrimas apuntó de brotar de sus ojos, corrió hasta él, rodeándolo con sus brazos por detrás y recostando su rostro en la espalda de su novio.
Draco mentiría si dijera que no se asustó un poco, pues se encontraba bastante entretenido observando las jugosas manzanas que colgaban de las ramas del árbol.
Acarició lentamente el brazo de Heaven y cuando finalmente se dio la vuelta, frunció el ceño, sintiéndose bastante confundido.
—No te he visto en meses pero ciertamente no te recordaba así —bromeó acomodándole un rizo rojo detrás de la oreja—. Si no fuera por que percibí tu perfume de cerezas, estaría bastante preocupado.
Heaven rió, y volvió a abrazarlo, colgando sus brazos del cuello de Draco.
—Te extrañé mucho —le murmuró rozando sus labios.
Draco sonrió, echándose para atrás y sacó su varita del saco—. Y créeme yo a ti —replicó—. Pero por mucho que muero por besarte, quiero a mi rubia de regreso.
Heaven sonrió con diversión—. Olvidé ese detalle.
—Claro que lo hiciste —se burló, para luego hacer una pequeña pausa—. Finite Incantatem —susurró Draco apuntando a Heaven con su varita.
Heaven sintió como regresó a su estatura original, mientras observaba como sus rizos se volvían mucho menos definidos y su cabellera regresaba a su usual color rubio dorado.
Y antes de que pudiera agradecerle, Draco estampó sus labios contra los de ella, besándola con desesperación y delicadeza a la vez, dándole a entender lo mucho que la había extrañado.
Cuando se separaron para recuperar un poco de oxígeno, ambos se sonrieron y entrelazaron sus manos.
—No quiero volver a pasar mucho tiempo lejos de ti —murmuró Heaven.
—Ni yo de ti —le respondió Draco, apartándose lentamente para guiarla un poco más cerca del árbol, donde ambos pudieran sentarse y al mismo tiempo, permanecer bajo la sombra.
Draco no se sorprendió ni un poco cuando Heaven se acomodó en sus piernas y se recostaba en su hombro.
Pasó su mano nuevamente por el brazo de Heaven, dejándole suaves caricias. De pronto sintió cómo una enorme —y necesitada— paz albergó su interior al estar así con ella.
Draco siempre estuvo muy consciente de lo mucho que la extrañaba pero en momentos como ese, el rubio caía en cuenta de cuanto la amaba y que realmente ya no podría vivir sin ella.
Y apostaría todo su oro por decir que Heaven se sentía de la misma forma.
Se quedaron en un silencio completamente reconfortante, y lo único que se escuchaba era el bullicio de la boda junto a la suave música que se lograba oír de fondo.
Heaven acariciaba con las yemas de sus dedos por debajo de la oreja de Draco, mientras sentía como la respiración de este se volvía pausada y armoniosa.
—¿Recibiste mi carta? —le preguntó, rompiendo el hielo.
—Sí —Heaven alzó su rostro—. Lamento no haberte respondido pero no podía hacerlo.
—Está bien —Draco pasó su mano por el rostro de la rubia—. Créeme que lo entiendo... —hizo una pausa—. Te ves preciosa en este vestido.
Heaven sintió el calor subir a su rostro. Aún no conseguía acostumbrarse a los halagos del rubio.
—Tú también te ves bastante bien —le dijo con una sonrisa, acercándose para besarlo nuevamente.
Draco se removió debajo de ella, intentando acomodarse de mejor manera. Puso sus manos sobre la cintura de Heaven y la pegó aún más hacía él.
—No sabes cuánto deseo que estuviéramos en otro lugar —se quejó Draco echando la cabeza hacia atrás, una vez que se separaron.
Heaven sonrió burlonamente, alzando sus cejas. Draco rió, acariciando la mejilla de su novia con delicadeza.
—¿Cómo llegaste aquí? —la ojiverde le preguntó con curiosidad.
—Isabella y Remus me trajeron —respondió el rubio.
—Ellos me enviaron aquí —puntuó Heaven—. Creo que jamás los había querido tanto como ahora.
Draco rió—. Yo estoy bastante agradecido con los dos, moría de ganas por verte y odiaba no saber cuándo podría hacerlo.
Heaven tomó las manos de Draco y comenzó a trazar una línea imaginaria alrededor de ellas.
—Ya todos saben sobre nosotros —le informó, alzando la mirada para ver su expresión—.Por unas semanas fue bastante caótico.
—¿Tu padre encontró el collar? —cuestionó Draco.
—¿Lo tiraste a propósito? —Heaven abrió la boca con sorpresa.
—Algo así —Draco sonrió de lado—. No estaba seguro de cuando volvería a verte, ni si quiera estaba seguro de que sucedería conmigo al llegar a la mansión —hizo una breve pausa—. Y sé muy bien que sin ese collar no puedes vivir.
Heaven entrecerró los ojos—. ¿Puedes creer que nadie recuerda de dónde salió? —dijo refiriéndose al dichoso collar.
Draco rió levemente—. Eso me habías dicho.
—Pero es muy especial para así que gracias. Eres más considerado de lo que creí.
—Me ofendes, Potter rubia —Draco alzó las cejas con diversión.
—Tenía mucho tiempo que no me llamabas así—sonrió con nostalgia.
—Creí que no te gustaba el apodo.
—Porque solía pensar que me llamabas así para hacer una distinción despectiva para recordarme lo diferente que soy de mi familia, pero ahora que lo pienso, lo único que querías era hacer una distinción y no necesariamente una mala.
Draco relamió sus labios, con una sonrisa juguetona.
—¿Sabías que durante meses después del Baile de Navidad no podía parar de pensar en ti?
—Pero eso fue en cuarto año —Heaven frunció el ceño, confundida ante la pregunta del rubio.
—Lo sé —respondió Draco—. Durante el baile tuvimos nuestra primera conversación civilizada que aunque no lo creas tuvo un fuerte impacto en mi.
—¿Qué? —soltó Heaven un tono de sorpresa menos disimulado de lo que quería.
—No puedo creer que ni siquiera lo recuerdes —dijo Draco con un tono falso de indignación—. Fue algo bastante personal para mi.
—¿Lo siento? —Heaven hizo una mueca—. Lo único que recuerdo del baile de navidad es que estaba enojada porque Anthony no me había invitado y ya nos habíamos besado varías veces.
—¿Por qué siempre arruinas mis momentos románticos contándome sobre cómo te has besado con otras personas? —Draco lanzó una carcajada—. Dime, ¿de casualidad aquí también te besaste con George Weasley? ¿O fue cerca de aquel arroyo?
Heaven lo golpeó juguetonamente en el hombro mientras reía junto a él.
—En mi defensa, nunca he tenido novio y todo esto sigue siendo algo nuevo para mi. ¿Cómo voy a saber que no puedo contarte sobre esto?
—Claro que puedes hacerlo pero no cuándo te estoy hablando sobre cómo me enamoré de ti —el rubio rodó los ojos mientras sonreía burlonamente.
Heaven sonrió—. Bien, continúa.
—Gracias —Draco se acercó para besarla fugazmente en los labios—. Como decía, tuvimos una charla sobre cómo nuestros apellidos no nos definen. Y accidentalmente, me abriste los ojos en ese sentido. Tal vez seguí siendo un idiota que se justificaba con la mala fama de su apellido pero muy en el interior sabía que no era así. Era mi decisión si quería que eso fuera lo único que resaltará de mi.
—¿Yo dije eso?
Draco asintió—. Luego, te amenacé sobre hacerle daño a Theodore porque creí que eras su novia.
—¡Eso si lo recuerdo! —exclamó riendo mientras escondía su rostro en el cuello de Draco.
—Y por último, estuve a punto de invitarte a bailar pero tu hermano nos interrumpió.
—¿De verdad?
Draco asintió con una tímida sonrisa—. El resto del año escolar me la pasé pensando en ti. No miento cuando digo que esa conversación tuvo un gran significado para mi. Aparte, siempre has sido muy hermosa y tus mechones rosa de esa época me parecían geniales. Muchas veces intenté acercarme a ti pero nunca me atreví, y era mucho más fácil seguir siendo un idiota alrededor tuyo y de tus hermanos.
—Ahí fue cuando comenzaste a llamarme Potter rubia.
—Sí —afirmó Draco—. Hace poco estuve pensando en lo agradecido que estoy con el universo por haberme dado otra oportunidad para acercarme a ti. Mi vida estaría muy vacía si tú no hubieras aparecido fuera de la sala de menesteres esa noche a inicios del curso anterior.
Heaven sonrió, inclinándose para besarle la mejilla—. Esa noche intentaste petrificarme —rió levemente.
Draco se unió a las risas—. Uh, lo siento. Pero casi me matas del susto.
Heaven se reincorporó, acomodándose a horcajadas sobre él para quedar frente a frente. Le acarició suavemente la mejilla con su índice.
—Te amo, Draco —murmuró sobre sus labios.
—Yo te amo más, Heaven —le dijo él para luego terminar de unir su labios una vez más.
Tanto Draco como Heaven perdieron la noción del tiempo mientras conversaban y se besaban ocasionalmente.
En algún determinado momento, Heaven se había escabullido de regreso a la fiesta para robar algunos bocadillos y llevarlos con Draco.
También, se acercó para hablar con su padre rápidamente y no levantar sospechas sobre su desaparición.
Y antes de regresar con su novio, aprovechó la oportunidad para ir con Remus e Isabella para agradecerles el haber llevado a Draco con ellos.
Heaven se encontraba recostada en las piernas de Draco mientras comía galletas saladas.
—¿De quién decías que es la boda? —preguntó el rubio.
—Bill y Fleur —respondió—. Fleur fue la campeona de Beauxbatons para el Torneo de los Tres Magos.
—¿Y cómo es que terminó con un Weasley? —la curiosidad se hizo presente en su voz.
—Fleur regresó para hacer su pasantía en Gringotts, me parece que allí se conocieron —Heaven se encogió de hombros—. Hacen bonita pareja y me alegra que se hayan casado aunque a los Weasley les tomó un buen tiempo aceptar a Fleur.
—Suena a un caso bastante familiar —se burló Draco.
Heaven rodó los ojos—. Estoy segura que mis papás te van a adorar, sólo necesitan conocerte un poco más.
Draco hizo una mueca—. No lo sé, ni siquiera les agrado a los padres de mis amigos...
—A Isabella le agradas —dijo Heaven interrumpiéndolo.
Draco sonrió con sorna—. Le agrado a una persona de las veinte que más conviven contigo. No es mucha ayuda.
—Pero es la que más te ha tratado. Es más... —se puso de pie—. Iré a introducirte a mi familia —le extendió su mano.
—No, gracias. Aún no estoy listo para que James Potter me lancé una maldición imperdonable.
—Ese será Sirius, probablemente. Mi papá sólo te hará sentir muy incómodo con toda la intención.
Draco negó con la cabeza.
—Bueno, vamos con Hazel. Si a ella le agradas, los demás serán pan comido.
—¿Pan comido? —el rubio la miró con confusión.
—Es un dicho muggle —explicó Heaven—. Es para decir que será una tarea muy fácil.
—Sólo porque no quiero ser grosero —dijo Draco tomando la mano de Heaven.
—Todo estará bien.
—Heaven, me colé a la fiesta sin autorización de los anfitriones, no creo que todo esté bien.
—No seas pesimista —refunfuñó Heaven, tirando de la mano de Draco para acercarse a la carpa.
Draco estuvo a punto de responderle pero algo en el cielo llamó su atención, y tiró del hombro de Heaven para que lo viera también.
La rubia entrecerró los ojos para apreciar la vista un poco más pero fue un intento en vano. Lo único que alcanzaba a distinguir era un punto azul que se hacía más grande a la vez que se acercaba a la carpa.
Ambos continuaron caminando, y una vez dentro de la carpa, ambos notaron como todos miraban hacía aquel punto azul también.
Se quedaron cerca de una de las entradas, apartados del resto y fuera de la vista de la gran mayoría.
Cuando Heaven regresó la mirada a la fiesta, se encontró con la pesada mirada de Hazel.
—¿En dónde has estado? —exclamó la pelirroja con frustración—. Hemos estado buscándote por horas.
—Estaba debajo del manzano, detrás de la madriguera —Heaven arrugó la nariz.
—¡Debimos habernos ido hace más de una hora!
Heaven cerró los ojos de golpe, había olvidado por completo el plan sobre escapar de la boda.
—Harry hasta planteó la idea de irnos sin ti. Y no podíamos preguntarle a los demás si te habían visto para no levantar sospechas y tú quién sabe en donde estabas... —Hazel se quedó en silencio, pues finalmente distinguió a la persona parada detrás de Heaven.
Draco le dedicó una sonrisa incómoda a Hazel quién le echó una mala cara de forma no intencional.
—¿Tú qué haces aquí? —le preguntó genuinamente.
Pero antes de que alguno de los dos rubios pudiera responderle a Hazel, el mismo punto azul plateado se convirtió en una enorme figura que descendió hasta la pista de baile.
Era un patronus con forma de lince. Todos los presentes se giraron para observarlo con atención.
Heaven se encontró con la mirada llena de emociones de su padre quién intentó sonreírle reconfortantemente desde el otro lado de la carpa pero falló pues un escalofrío recorrió por todo su cuerpo en cuanto el patronus habló con la grave voz de Kingsley Shacklebolt diciendo:
—El ministerio ha caído. El ministro ha muerto. Ya vienen.
Se creó un silencio casi tortuoso. Todos los presentes parecían haber entrado en una especie de shock, hasta que alguien soltó un grito y de forma inmediata cundió el pánico.
Los sortilegios protectores que defendían la madriguera habían desaparecido y las personas comenzaron a gritar mientras corrían en diferentes direcciones.
Heaven comenzó a sentir su corazón latir con fuerza al mismo tiempo que sentía sus piernas temblar debido al miedo.
Un hechizo pasó por su lado, y lo siguiente que sintió fue un tirón hasta terminar en el suelo junto a Draco y Hazel.
Draco había sido el único en reaccionar, pues fue quién empujó a ambas hermanas fuera del alcance de la maldición.
Heaven alzó la cabeza, logrando distinguir figuras enmascaradas y con vestimenta oscura.
—¡Debemos llegar con los otros! —exclamó Hazel.
Heaven miró a Draco—. Ven con nosotros.
—¿Qué?
—¿A dónde?
Exclamaron Hazel y Draco a la vez.
—¡No hay tiempo para discutir! ¡Debemos irnos ya! —dijo Heaven tomando su varita mientras se ponía de pie pero se sorprendió cuando Draco volvió a tirar de su mano para que regresara a su posición anterior.
—No puedo dejarte hacerlo —dijo Draco aferrando su mano con la de Heaven.
—¿De qué estás hablando? —preguntó Heaven con desesperación al notar que Draco la sostenía con fuerza y sin ninguna intención de soltarla.
—¡Suéltala! —le gritó Hazel empujándolo.
Heaven comenzó a asustarse, mientras a los lejos escuchaba las voces de sus seres queridos lanzar hechizos de defensa.
—¡Draco! —exclamó nuevamente, sintiendo lágrimas comenzando a deslizarse por sus mejillas.
—¡Te dije que la sueltes! —le ordenó Hazel nuevamente, apuntándolo con su varita.
—¡Heaven! ¡Hazel! —escucharon a Harry llamarlas a unos cuantos metros.
Los tres se giraron en su dirección, y antes de que alguno pudiera reaccionar. Hermione se encargó de desaparecer junto a Ron y Harry en un espiral.
—¡Harry! —exclamó Hazel, poniéndose de pie—. ¡Maldita sea! ¡Se fueron sin nosotras! ¡Y todo es tu culpa, Malfoy!
Heaven miró a Draco llena de confusión, sintiéndose levemente traicionada. ¿Acaso el sabía que se escaparían? ¿Pero cómo si...?
Sus pensamientos fueron interrumpidos por la presencia de Isabella frente a ellos.
—Es hora de irnos —dijo la mujer agachándose, para protegerse de las maldiciones lanzadas en su contra.
Heaven cayó en cuenta que seguía en el suelo, prensada por Draco y que Hazel seguía ordenándole que la soltara.
—¡No! —volvió a exclamar Hazel—. ¡Debemos ir con Harry!
—Les explicaré todo pero tenemos que irnos —insistió Isabella—. Tú también, Draco. No pueden reconocerte.
El rubio asintió en silencio.
—¿Y qué hay de nuestros padres? —preguntó Hazel, exigiendo respuestas.
Isabella no le respondió y los cuatro volvieron a levantarse, esquivando uno que otro hechizo.
Heaven buscó a su padre, desesperada por encontrarlo. Cuando lo ubicó notó que tenía su mano entrelazada con la de Lily, y cómo ambos miraban a sus hijas intentando reconfortarlas, pero claramente no funcionaba.
Lo último que vió antes de aparecerse junto a Isabella, Hazel y Draco fue a su padre decirle que se cuidara mucho y que la amaba. O al menos eso fue lo que leyó en sus labios.
¿Qué se supone que acababa de ocurrir?
***
sin editar
nota de la autora:
opiniones del capítulo 🧐
creo que si me gustó como quedó, y es mucho más largo que el anterior<3
AL FIN LOS NOVIECITOS SE REENCONTRARON.
en fin, gracias por leer <3 y espero que volvamos a leernos muy pronto.
les amo mucho. ¡no se olviden de votar!
pd: les invito a leer mi nueva fic de regulus llamada "fallen stars" disponible en mi perfil!!!
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