【 067 】
【 lxvii. visitor 】
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《omnisciente》
Heaven caminaba por un enorme y elegante jardín, rozando sus dedos en los pétalos de las flores que se atravesaban por su camino.
No estaba muy segura de saber a donde se dirigía con exactitud pero tampoco le importaba mucho.
Se sentía en paz, como nunca antes.
El viento soplaba fuertemente, lo que ocasionaba que su cabello se revolviera de forma desastrosa.
Apartó algunos rubios mechones fuera de su rostro y alzó la mirada, encontrándose con una figura masculina parada de espaldas a unos cuantos metros de ella.
Pudo sentirse vulnerable o en peligro pero no fue así, en realidad, las ganas de acercarse y abrazar a aquella persona la invadieron inexplicablemente.
Cada paso que Heaven daba al frente, la persona también lo hacia, lo que en cuestión de segundos, llenó de frustración a la joven rubia.
En un arranque de valentía —y tal vez de impulsividad— comenzó a correr hacia la persona que cada vez se alejaba más.
Después de perseguirlo por minutos, se dio por vencida, sintiéndose decepcionada, sin embargo, sintió como si hubiera pisado algo.
Se agachó a recoger el objeto y supo que se le había caído a aquella desconocida persona.
Se trataba de un collar, uno bastante familiar. Se tocó el cuello, y se di cuenta que era su collar.
El mismo que traía consigo desde que era pequeña. El mismo que no tenía ni idea de donde salió pero sabía que era bastante especial.
Mientras se reincorporaba, alzó la mirada, y se sobresaltó al encontrarse a la persona frente a ella pues creyó que lo había perdido de vista.
Se trataba del mismo joven de sus sueños anteriores; lucía con el rostro lleno de preocupación y tristeza.
Y por un momento creyó que se trataba de una versión rejuvenecida de Sirius Black.
—Heaven... —susurró y de pronto el ambiente se convirtió en uno más oscuro.
Al parecer, la locación había cambiado a lo que parecía una cueva bastante oscura.
Heaven miró a su alrededor con temor, sintiéndose nerviosa.
—Heaven... —se escuchó otra vez.
La rubia comenzaba a preocuparse, miró una vez más su collar y de forma inesperada sintió como si cayera a lo más profundo de un acantilado.
Y justo en ese momento fue cuando Heaven abrió los ojos pegando un brinco. Sintiendo aún el terror recorrer todo su cuerpo.
Su respiración estaba agitada, y sintió un pequeño ardor en su pecho.
—¿Estás bien? —la voz de Draco salió más ronca de lo que esperaba.
Heaven se giró a observarlo, no se dio cuenta el momento en donde ambos se quedaron dormidos, y tampoco estaba segura de cuanto tiempo había transcurrido.
—Sólo era una pesadilla —respondió Heaven mientras se desabrochaba su collar y lo colocaba en la mesita de noche junto a la cama de Draco.
—¿Estás segura? —le preguntó Draco con preocupación.
Heaven asintió volviendo a acomodarse sobre la cama, abrazando a Draco.
—¿Qué hora es? —preguntó Heaven con voz somnolienta.
—Como las cuatro de la mañana —murmuró Draco con los ojos cerrados—. ¿Te irás?
Heaven se abrazó más a él—. No —respondió bostezando—. Mi sala común está muy lejos, me iré antes del desayuno.
—Está bien —suspiró Draco—. ¿Heaven? —la llamó abriendo los ojos, observándola con cierta preocupación.
—¿Si?
—Sigues teniendo esos sueños raros, ¿no es así? —la rubia asintió—. Deberías ir con Pomfrey y pedirle una poción para dormir —le aconsejó mientras se volvía a acomodar.
—Eso haré —respondió Heaven en un susurro antes de que ambos volvieran a caer profundamente dormidos.
A la mañana siguiente, cuando Draco despertó, lo primero que notó fue la ausencia de su ahora novia junto a él.
Aunque ya habían pasado un par de semanas desde que formalizaron la extraña relación que mantenían, a Draco aún le parecía bastante raro llamarla su novia.
Y a pesar de las decenas de preocupaciones que cargaba, se sentía feliz al respecto.
Conocer a Heaven tan detalladamente fue lo mejor que le había sucedido en el transcurso del ciclo escolar, que por cierto, estaba a menos de un mes de llegar su tan esperado fin.
Aunque Draco se sentía completamente diferente al resto del alumnado de Hogwarts.
En realidad, él estaba aterrado del poco tiempo que le sobraba para llevar a cabo su misión como mortífago.
Estaba consciente que cada vez estaba más cerca de culminarla, pero no podía evitar sentirse nervioso.
Suspiró poniéndose de pie para prepararse para el largo día que lo esperaba.
Varios minutos después de haberse preparado por completo, y mientras se acomodaba su túnica, la puerta de su dormitorio se abrió inesperadamente.
Blaise entró con cara de pocos amigos, aventando las cosas a su alrededor.
Draco se giró sobre sus talones, mirándolo con el ceño fruncido. Blaise nunca estaba de mal humor, y estaba sorprendido de verlo así de furioso.
—¿Buenos días? —saludó Draco arrugando la nariz.
—No tienen nada de buenos —replicó Blaise lanzándose de espaldas sobre su cama.
—¿Acaso hemos intercambiado de personalidad o qué? —bromeó Draco alzando las cejas.
—Vete a la mierda, maldito rubio —lo maldijo Blaise lanzándole una almohada.
Draco abrió la boca con sorpresa—. ¡Blaise! ¿Con esa boca besas a tu madre? —chasqueó la lengua negando con la cabeza—. Muy mal, jovencito. Sólo espera a que Gianna se entere sobre esto.
Blaise se reincorporó, y rodó los ojos—. ¿Desde cuándo tú despiertas tan de buen humor?
—¿Y tú desde cuándo estás tan amargado?
—Fue culpa del estúpido compañero de dormitorio de Theodore, hizo unos comentarios horribles y tuve que irme antes de recurrir a la violencia —se masajeó sus sienes.
El rostro de Draco tomó una expresión seria, cayendo en cuenta de lo que probablemente sucedió.
—¿Qué dijo?
Blaise apartó la mirada—. No vale la pena repetirlo.
—¿Es Harper? ¿No?
—¿Eh?
—El compañero de Theodore es Harper, ¿no es así? —alzó una ceja.
Blaise asintió—. No es justo que Theodore haya tenido que soportarlo todos estos años. Es completamente desagradable.
Draco sonrió burlonamente—. También pobre de mi, que tengo que soportar tu desorganizada existencia al otro lado del dormitorio.
—Yo aún no termino de decidir si me agradas o no —soltó Blaise una risa.
Draco se acomodaba su corbata, y se giró para observar a su amigo quien buscaba un par de calcetines dentro de su armario.
—¿Blaise? —el moreno se giró a verlo—. No estoy seguro de que sucedió con exactitud pero la gente como Harper no vale la pena, ni siquiera gastar energía enojándose por ello. A veces la gente es bastante idiota y solo hablan porque pueden. Theodore y tú son geniales en todos los sentidos, y nadie debería decirles lo contrario.
Blaise le sonrío genuinamente—. Gracias, Draco, aunque ya lo sabía.
Draco rodó los ojos sonriendo con diversión—. No podía esperar menos.
—¿Heaven volverá a dormir aquí esta noche? Extraño mi cama, y tú que tienes la osadía de correrme de mi propio dormitorio.
—Es más mi dormitorio que tuyo.
—¿Quién lo dice? —rechistó Blaise.
—Yo, claramente —respondió Draco mientras acomodaba sus pertenencias, notó el collar de Heaven en su mesita de noche. Sonrió al verlo, lo tomó para guárdalo dentro del cajón para devolvérselo después—. Pero hoy podrás regresar a tu añorada cama.
—Gracias —le dijo con cierto sarcasmo—. Estoy feliz por ti y por la rubiecita pero merezco un buen descanso, las evaluaciones finales no tardan en comenzar y siento que voy a morir.
Draco suspiró—. Ni me lo recuerdes —desvió la mirada pensando sobre qué las evaluaciones eran lo que menos le importaban en ese momento.
Draco se mantuvo ocupado por el resto del día. En la hora del almuerzo decidió salir de la sala de menesteres a tomar un poco de aire fresco.
Se sentía sofocado, y con ganas de huir de todo lo que lo atormentaba. Cerró sus ojos por un instante, y pensó en la mansión de su abuelo Abraxas en la frontera de Francia con Alemania.
Aquella vieja propiedad probablemente era su lugar favorito en todo el mundo. Ahí el tiempo parecía detenerse por lo que sería un buen escape de todo lo que acontecía en el mundo mágico.
Suspiró y continuó su camino hacia el Gran Comedor donde justo antes de entrar, su jefe de casa, Severus Snape lo interceptó.
—Tu madre está aquí, Draco —le dijo con su usual tono irritante.
—¿Mi madre está aquí? —le preguntó Draco casi alarmado.
Snape lo miró con sorpresa—. Creí que ya lo sabrías. Está buscándote.
Draco frunció el ceño—. Iré a buscarla...
—Draco, temo que debo recordarte que queda menos de un mes para que el ciclo escolar llegue a su fin y...
El rubio comenzó a alejarse antes de seguir escuchando al profesor Snape. No necesitaba un sermón para recordarle el poco tiempo que le quedaba para realizar su misión.
Caminó con tranquilidad por los pasillos del colegio, pensando en que el por qué de la repentina visita de su madre.
Reconoció a la mujer un poco más baja que él de espaldas observando el jardín del Colegio con nostalgia reflejada en su rostro.
Se acercó, acomodándose a su lado en silencio.
—Justo debajo de ese árbol —lo señaló con elegancia—, un día de primavera hace más de veinte años, me encontraba en medio de un duelo amistoso entre mis hermanas. Accidentalmente creamos una conexión entre nuestras varitas y tuvimos un priori incantatem bastante sorprendente. Fue la primera vez que tu padre me dirigió la palabra, felicitándome por ser una talentosa bruja a mi corta edad en aquel entonces. Tenía unos dieciséis años.
Draco le sonrió, no estando muy seguro sobre qué decir.
Narcissa se dio la media vuelta para observar a su hijo de la cabeza a los pies, inspeccionándolo.
—Te ves mejor que la última vez que te vi —le sonrió—. ¿Cómo has estado, cariño? —luego frunció su ceño—. No te dignas en responder mis cartas, ni siquiera la que mandé en tu cumpleaños junto a tu regalo.
—Lo lamento, no ha sido mi intención. No quería preocuparte de más —le respondió mirando al suelo.
Narcissa alzó el rostro de su hijo—. He estado preocupada por ti. No quiero que de pronto me llegue otra carta donde me digan que te han vuelto a lastimar.
—Ya estoy mejor —le aseguró Draco—. Sólo tengo unas cuantas cicatrices.
—No deberías tenerlas en primer lugar. No puedo creer que no hayan expulsado a ese malcriado.
Draco se encogió de hombros. No iba a decirle cómo sentía que se merecía aquel ataque, pues él también había infringido en la salud física de una integrante de aquella familia, al envenenarla indirectamente.
—¿Cómo va todo? —Narcissa desvió la mirada. Y Draco en cuestión de segundos supo a qué se refería.
—¿Por qué? ¿Han ido a molestarte? —le preguntó le rubio con preocupación.
—No —respondió Narcissa—. Sólo preguntaba.
—Estás mintiendo —dijo Draco—. Puedo verlo en tus ojos. ¿Te han hecho daño?
Narcissa negó—. No debes preocuparte por ello. No sucedió nada malo.
Draco suspiró, y se frotó las manos en el rostro con frustración—. El Armario está listo.
Narcissa lo miró con sorpresa—. ¿Lo has anunciado?
Draco negó con la cabeza. Aún no quería avisar que ya podrían atacar. Y la idea de introducir mortífagos al colegio donde residen sus amigos, y su novia le parecía atemorizante.
—¿Lo estás dudando? —volvió Narcissa a preguntarle.
—Tal vez —admitió, y como si se tratara del destino en darle una señal. Entre un pequeño grupo de alumnos de Ravenclaw que pasaba por el otro lado del corredor, Heaven caminaba sin cuidado, mientras parecía buscar algo dentro de su túnica.
Narcissa se giró en dirección donde Draco estaba mirando, y de inmediato reconoció a la joven rubia.
La mujer miró del uno al otro en repetidas ocasiones hasta que algo dentro de su mente hizo click.
—¿Así que Heaven Potter es la chica de la que tanto me hablas? —la voz de Narcissa sacó a Draco de sus pensamientos.
Draco abrió la boca con sorpresa, y volvió a mirar a Heaven una vez más, antes de regresar a la conversación con su madre.
Heaven fue arrastrada por su amiga Marietta fuera del pasillo, no sin antes dedicarle una pequeña sonrisa a Draco, quien se la devolvió de la misma manera.
—Sí, es mi novia —le respondió Draco haciendo una mueca—. ¿Estás molesta que sea ella?
Narcissa rió—. No, me parece curioso. Siempre creí que terminarías con alguna de las hermanas Greengrass.
Draco abrió los ojos con exageración.
—¿Es por ella que estás dudando sobre tu misión? —le preguntó Narcissa con curiosidad.
—Tal vez —admitió Draco—. Ella sabe que soy mortífago.
Esta vez fue Narcissa quien se sorprendió.
—No me rechazó por ello, y yo en verdad la amo —carraspeó, aún le costaba expresarse tan libremente frente a su madre—. Heaven me ha ofrecido ayuda a salir de todo esto, y mantenernos a salvo. Pero sería demasiado riesgoso para ella y su familia.
Narcissa asintió lentamente, tomándolo de las manos—. Lo que decidas, Draco, yo te apoyare e iré tras de ti. Sólo quiero que estés a salvo —le sonrió con tristeza—. Lamento mucho haberte fallado y que ahora estés en medio de todo este lío. Eres sólo un niño, no deberías estar pasando por todo esto.
—No es tu culpa —le devolvió la sonrisa—. Te lo aseguro que no lo es.
—¿Quieres ir a Hogsmeade por un chocolate caliente? —le preguntó Narcissa limpiándose una lágrima con disimulo.
Draco asintió como un niño pequeño lleno de emoción.
—Podrías invitar a Heaven para que me la presentes formalmente —Narcissa alzó sus cejas.
—No creo que sea buena idea. En otra ocasión será —Draco hizo una mueca.
Narcissa rió—. Bueno, está bien —hizo una pausa mientras comenzaban a avanzar—. Estoy feliz por ti, Draco.
Draco le sonrió—. Heaven es muy linda. Creo que te agradará mucho.
—Supongo que debe ser igual que su madre porque físicamente lo son —abrió los ojos con exageración—. Parece que ví a Isabella adolescente corretear junto a sus amigos.
—A veces olvido que conoces a su familia desde hace muchos años —dijo Draco riendo ligeramente.
—A veces yo también lo olvido —le sonrió—. Sobretodo a Isabella, que la conozco desde que era una niña. Jamás me imaginé que nuestros hijos fueran a tener una relación, por eso me parece bastante curioso —suspiró, y detuvo sus pasos mirando a Draco una vez más—. Sólo ten cuidado. No quiero que nada malo te pase. Prométeme que antes de cometer cualquier idea que se te cruce por la cabeza me lo dirás, sin importar que sea. Nunca te vayas sin decir a dónde iras o que harás. No quiero que se repita la historia.
Draco asintió sin entender mucho las palabras de su madre pero ella en verdad lucía consternada.
—Te lo prometo —le regaló una sonrisa tranquilizadora, o al menos lo intentó—. ¿A qué historia te refieres? —le preguntó con incertidumbre.
—A la de tu tío Regulus —respondió con una triste sonrisa—. Pero no me apetece hablar de ello en este momento. Mejor cuéntame cómo es que terminaste cayendo por una Potter después de pasar los últimos años odiando a su familia.
Draco se sintió confundido pero le siguió la corriente, en realidad, no quería preocupar a su madre de más.
Así que pasó el resto de la tarde con ella, disfrutando cada momento antes de regresar a su horrible realidad donde tenía que debatirse entre cambiarse de bando o continuar con su terrible misión. Esperando poder decidirse lo más pronto posible, pues el tiempo se le estaba agotando.
***
nota de la autora:
Al final, si metí un capítulo extra antes de la tragedia. Un capítulo más y terminamos el segundo acto. QUE EMOCIÓN.
¿Qué opinan del capítulo? ¿Qué creen que sucederá?
Bueno, antes de despedirme quiero agradecer su infinita paciencia porque me re fui casi por un mes, pero creo que por fin pude salir de mi bloqueo <3.
Gracias por seguir aquí apoyando <3 les quiero mucho!!!
Espero leernos pronto
pd: no se olviden de seguirme en tiktok e instagram (me encuentran como franciaxmalfoy) <333
All the love
Francia💘💘💘💘
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