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【 054 】

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omnisciente

Draco estaba sentando sobre la alfombra, recargado en el sofá lleno de libros y pergaminos arrugados dentro de la Sala de Menesteres.

Observaba como Heaven caminaba de un lado otro mientras expresaba su ira hacia su familia.

Pudo notar a la perfección como sus ojos estaban lagrimosos, como su frente se arrugaba ligeramente y mientras más hablaba, su voz se volvía más temblorosa y sus orejas se pintaban de rojo.

Heaven Potter estaba furiosa, y Draco no tenía ni idea de que hacer al respecto.

Así que se dedicó a escucharla durante varios minutos seguidos, simplemente observándola.

A él le encantaba observar a las personas en silencio, y siempre lo había hecho, pues le daba curiosidad como las personas vivían sus vidas y como es que eran completamente diferentes a la suya.

Pero con Heaven era diferente. Aunque antes de que se llevaran bien, varias veces se atrapó a sí mismo observándola en el Gran Comedor, especialmente después de su primera charla civilizada en el Baile de Navidad. Le causaba intriga, pero jamás pasó a más.

Hasta que Isabella Avery se presentó en su casa y le contó sobre Heaven. La intriga que había dejado de lado un par de años atrás, regresó con intensidad.

Recordó una de las primeras veces durante el comienzo del sexto curso donde se quedó viéndola más de lo debido. Recordó haberse burlado en su interior de ella, pues si era honesto, él le tenía un pequeño resentimiento a la perfecta familia Potter, y cuando pensó que se sentiría aliviado por saber que de perfectos no tenían nada, se sintió preocupado, pero solo por Heaven.

Él jamás había convivido lo suficiente con la Potter rubia como para conocerla. Pero él lograba percibir como se sentía diferente al resto de su familia, ella misma se lo había confesado en aquella primera charla. Y lamentablemente, Draco acababa de experimentar una situación bastante similar.

Y sabía que nadie merecía pasar por ello.

Aparte, también notó los cambios físicos que Heaven había tenido desde cuarto año. Y no pudo evitar sentirse atraído instantáneamente.

Y aquel sentimiento de atracción y protección sobre ella sólo había incrementado desde entonces, y si era honesto, le parecía que esos sentimientos nunca se pararían de crecer.

—¿Por qué me miras así? —la voz de Heaven le hizo eco en sus oídos, dándose cuenta que le había dejado de prestar atención unos minutos atrás.

—¿Ah? —balbuceó Draco parpadeando.

Heaven le dedicó una pequeña sonrisa y se acomodó junto a él.

—Perdón, siempre te hablo de mis problemas, debes estar aburrido —murmuró la rubia.

—No me aburre que me hables, agradezco la confianza que me tienes. Pero me distraje —dijo Draco rascándose una ceja con nerviosismo.

—No te preocupes —aseguró Heaven—. Solo quería sacar todo —rió mientras entrelazaba su mano con la de Draco—. Estar contigo me hace sentir mejor.

Draco pasó su brazo alrededor del hombro y parte del cuello de Heaven, tirando de ella para acercarla a él. Una vez teniéndola a tan sólo unos centímetros de distancia, se inclinó para dejarle un cariñoso beso en la frente.

—Lamento que siempre tengamos que vernos aquí —dijo Draco—. Últimamente siento que me sofoco aquí dentro.

Heaven se dio la vuelta, acomodándose sobre él.

—Por eso ya quiero decirle a mi familia, realmente no me importa que digan los demás, sé que quiero estar contigo —dijo Heaven, enredando sus brazos en el cuello de Draco.

—¿Debería preocuparme? —alzó las cejas.

—Por mis hermanos no —le respondió la rubia—. En cambio, cuando mi papá se entere... ¡No! ¡Olvídate de mi padre! ¡Cuando Sirius se entere! —Heaven comenzó a reír—. De verdad, ya quiero decirles pero en estos momentos no les hablo.

—Está bien, no tengo prisa —le dijo Draco dejándole pequeñas caricias en sus mejillas a Heaven.

Sus ojos se conectaron por unos largos segundos, hasta que Heaven apartó la mirada.

—Deja de verme así —murmuró la rubia sintiendo sus mejillas arder.

—¿Así cómo? —preguntó Draco con confusión.

—No lo sé, solo deja de hacerlo.

—¿Pero por qué? —rió el rubio acomodándole un mechón a Heaven.

—Porque creo que me estoy enamorando de ti, y eso me asusta —confesó Heaven ocultando su rostro en el cuello de Draco.

Draco envolvió a Heaven con sus brazos, dejándole caricias en su espalda.

—Yo sé que me estoy enamorando de ti, y también me asusta —dijo Draco—. Pero estoy seguro de que estaremos bien.

—¿Tú crees? —preguntó Heaven suspirando.

—Estoy seguro —repitió Draco.

—No me rompas el corazón porque voy a llorar mucho —murmuró la ojiverde.

Draco abrió los ojos con exageración.

—No lo haré, Heaven —volvió a acariciarle el cabello. Pero si era honesto, no estaba tan seguro de sus palabras.

Isabella Avery, después de tantos años de sufrimiento, se sentía en paz.

Aquella tarde, y sin sabe exactamente como había terminado allí, se encontraba en la sala de estar del cálido hogar de los Potter.

Nunca había estado allí antes, pero sin duda alguna, la esencia del apellido Potter se sentía desde la entrada.

El lugar no era tan grande como la mansión en la que James Potter había crecido, pero era lo suficientemente espacioso para los integrantes de aquella familia.

Isabella había pasado más tiempo observando el lugar que conversando con el resto de los presentes.

Estaba en el lugar donde su pequeña hija había crecido, y donde tuvo una buena infancia alejada de ella.

Era claro que Isabella se sentía ligeramente abrumada al respecto.

Escuchó a Sirius, y a su nueva pareja, Nolan, reírse ante algún comentario que probablemente James había dicho. Mientras que Lily y Remus simplemente negaban con diversión.

Isabella se levantó, intentando no llamar mucho la atención, pero no lo consiguió pues cuando lo hizo, las miradas cayeron en ella.

—¿Todo bien? —le preguntó Remus tomándole la mano con delicadeza.

—Oh, si —sonrió—. Sólo quiero echarme un poco de agua en el rostro. No pude descansar muy bien anoche y siento que me quedaré dormida.

—Puedes subir —le dijo Lily—. Es la primera puerta a la izquierda —le explico rápidamente.

—Gracias, ya regreso —anunció para luego retirarse.

Avanzó con lentitud por el pasillo que la dirigiría a las escaleras, topándose un con estantería bastante grande. En esta, se encontraban algunos libros, y varios portarretratos. La mayoría de las fotos eran del trío de hermanos a lo largo de sus años.

Con una sonrisa en su rostro tomó una de las fotografías, donde los tres eran apenas unos niños mientras estaban abrazados y sonrientes. Isabella suspiró y devolvió la foto a su lugar.

Comenzó a subir las escaleras, preguntándose por qué Lily la enviaría al baño de arriba, pero en cuánto llegó al pasillo entendió el porqué.

Se olvidó completamente sobre echarse un poco de agua en el rostro, y se encaminó al lado contrario, justo donde destacaban tres puertas blancas.

La primera tenía el nombre de Harry en letras rojas con una snitch que volaba a su alrededor, la segunda decía Hazel con las letras en un tono rosa claro que brillaban, y por último, la puerta frente a la de Hazel, estaba la de Heaven en letras azules con nubes alrededor.

Isabella dudó por unos segundos abrir la habitación de Heaven, y cuando por fin enroscó su mano en la manija, un pequeño maullido la tomó desprevenida.

Miró en dirección del maullido, encontrándose con un esponjoso gato blanco.

—Tú debes ser Bolita —se agachó para tomarlo entre su brazos—. ¿Crees que sea buena idea entrar? —le preguntó como si el gato fuese a responderle.

Luego de acariciar al gato y devolverlo al suelo, volvió a dudar abrir la puerta otro para de segundos.

Suspiró pesadamente y antes de ponder arrepentirse, se decidió por abrir la puerta.

Se adentró, y prendió la luz. La habitación era bastante espaciosa, aunque lucía más pequeña de lo que era por la cantidad de pertenecías que Heaven mantenía allí.

Las paredes eran de color blanco y había bastantes dibujos en los espacios libres de estas, el techo estaba estrellado, la cama estaba acomodado en medio de la habitación, también había un pequeño escritorio colocado justo en medio de dos estanterías llenas de libros y materiales de dibujo.

Así como también había un gran ventanal con un asiento integrado que estaba abarrotado de cojines y una pequeña manta de color azul. Y también había dos puertas de color blanco donde supuso que sería el armario y el baño.

Por alguna razón, Isabella sentía que todo a su alrededor era demasiado como habría imaginado la habitación de su hija.

Se acercó un poco más a su estantería y el escritorio que aparentemente también ocupaba como tocador.

Primero observó con atención los portarretratos en su escritorio. Heaven mantenía uno donde se encontraban sólo con sus hermanos, uno con sus padres, uno con sus amigos y uno donde salía junto a Remus y Sirius, sin embargo, detrás de estos había otro más.

Isabella despejó el espacio cuidadosamente, y se sorprendió al encontrar una foto suya junto a James cuando era adolescentes.

No pudo evitar dejar salir una silenciosa lágrima con la pequeña felicidad que le provocó ver que Heaven mantenía una foto de ella junto a su familia.

Luego, se pasó a observar con atención los libros en su estantería, la mayoría siendo historias muggles clásicas y contemporáneas.

Tomó el ejemplar que estaba algo salido de su lugar con delicadeza, y se trataba del cuento de Alicia en el país de las maravillas.

Notó como del libro sobresalían pequeños papeles de color que contaban con anotaciones.

Con curiosidad lo abrió y tomó la libertad de sentarse al borde de la cama, leyendo las anotaciones que Heaven había dejado en aquel libro.

Se sobresaltó al ver a James recargado en el marco de la puerta con las cejas levantadas.

—Me asustaste —murmuró Isabella echándole una mala mirada.

—Sabía que estarías aquí —dijo James acercándose y tomando asiento junto a ella—. Ese es su libro favorito.

Isabella bajó la mirada al libro en sus manos.

—Me sorprende bastante que lo haya dejado, es el libro que lleva a todos lados —James rió un poco.

—Su habitación es justo como la imaginé —dijo Isabella mirando a su alrededor—. Tiene una foto de nosotros en su escritorio.

—No lo sabía —frunció el ceño—. Debe ser de las que le mostré en Año Nuevo. Siendo honesto, no suelo entrar a las habitaciones de mis hijos cuando se marchan a Hogwarts. Me hace extrañarlos. Pero bueno, hace unos días los vi.

—¿Cómo sigue? —le preguntó Isabella, refiriéndose a Heaven.

—Furiosa, especialmente conmigo —respondió el azabache—. Me dijo que no estaba segura de si alguna vez confiaría en mi de nuevo.

Isabella sintió su corazón encogerse, mentiría si no admite que se sentía mal por cómo James resultó afectado.

—¿Tu crees que lo dijo en serio?

—No lo sé. Heaven tiende a decir cosas hirientes y demás cuando está enojada. Algunas veces, las dice desde el fondo del corazón y otras solo por el momento lleno de ira. Pero realmente no lo sé —suspiró—. Yo la amo con todo mi corazón. Merlín, no tienes ni idea de cuanto daría por haber hecho todo de diferente manera.

—Lamentablemente no la conozco lo suficiente pero por lo que he escuchado ella también te ama demasiado, James. Yo sé que podrás arreglar las cosas con ella —le dio un suave apretón en su hombro.

James volvió a suspirar, tallándose los ojos que amenazaban con dejar salir algunas lágrimas.

—Eso espero —murmuró—. Puedes llevarte ese libro, no creo que le moleste saber que lo tienes tú.

—¿Ella no está molesta conmigo? —preguntó Isabella cautelosamente.

—No realmente, ni siquiera te menciona demasiado, pero se que le interesas y le causas curiosidad —le respondió James, y señaló el escritorio—. Que te tenga allí, es una muy buena señal.

—¿De verdad? —preguntó Isabella, y James pudo notar como los ojos verde olivo de la rubia brillaron con emoción.

James asintió con una pequeña sonrisa.

—Sé que ella está esperando el momento para conocerte tanto como tú a ella —hizo una pausa—. Solo que ha pasado por mucho, y toda la situación la pone demasiado nerviosa, pero sé que está completamente dispuesta a conocerte.

—Eso le dijo a Remus —dijo Isabella—. Se escribe mucho con él —le informó—. Por eso te digo que es verdad que ella te adora, incluso si está furiosa contigo, su amor por ti, sigue intacto.

—Tanto Heaven como Harry y Hazel, son lo mejor que me ha pasado en toda mi vida —dijo James—. Y odio que tengan que sufrir tanto.

Isabella se encogió de hombros.—James, la vida es dura, y demasiado. Es lamentable que tu familia tenga que pasar por tanto estando tan jóvenes pero es importante que entiendas que tus hijos no están solos, los tienen a ustedes, y de verdad que aunque no lo veas, para ellos es más que suficiente, incluso si el mundo se les está cayendo encima.

—Heaven también te tiene a ti —le dijo James.

—Lo sé, pero no estoy muy segura que ella lo sepa.

—Aún, que ella lo sepa aún —corrigió James.

E Isabella le dedicó una amistosa sonrisa.

—¿Isabella?

—¿Qué sucede?

—¿Te puedo confesar algo?

Isabella asintió.

—Justo cuando creí que todo el asunto de Voldemort estando detrás de mi familia era suficiente estrés para mis hijos, tuvo que ocurrir toda esta situación con Heaven, pero no es de eso que quería hablarte... La verdad es que no me gusta hablar de esto con Lily, porque ella de verdad llora de pensar en que algo malo le pueda ocurrir a cualquiera de nosotros, y siempre intento lucir tranquilo respecto a todo esto pero si te soy honesto, estoy aterrado. La incertidumbre de la inminente guerra me tiene los nervios de punta. Me asusta que me ocurra algo o a Lily, o peor, a ambos, y que mis hijos queden a la deriva.

Isabella asintió lentamente, procesando las palabras de James y entendiendo a lo que se refería el azabache.

—Es normal que tengas miedo, James. Todos lo tenemos, pero no pienses en que algo malo sucederá porque solo te encerrarás ante esa idea y estarás intranquilo y paranoico. Aunque debes estar consciente que las guerras son conocidas por la gran cantidad de pérdidas, pero estoy segura que todos estaremos bien y saldremos de esta; y por fin tendrán la paz que tanto merecen —le aseguró la rubia—. De cualquier forma, si esto te reconforta más, debes saber que Harry y Hazel también podrán contar conmigo —hizo una breve pausa—. Desconozco su opinión sobre mi, y están en su derecho de tener alguna negativa, pero te aseguro que también veré por ellos de alguna manera. Pero espero que no tengamos que llegar a ello.

James asintió, riendo con nervios.

—Gracias, Bella. Por todo realmente —dijo apenado—. Fui un idiota contigo durante años y tu jamás dejaste de ser mi mejor amiga, a pesar de todo.

—También siempre veré por ti, Charlus, aunque hayas arruinado nuestra amistad —Isabella alzó las cejas con diversión.

James la miró con indignación, aunque sabía que su broma era en parte algo cierto.

—Intentaré recompensar todos los años perdidos, Jeanette. No te librarás de mi tan fácilmente.

Isabella miró hacia arriba.—¿Salazar que fue lo que te hice para merecer esto? —preguntó con dramatismo, ocasionando las risas de James.

—A veces olvido que eras Slytherin —arrugó la nariz—. ¿Salazar? Estás en el Valle de Godric, se más respetuosa.

Isabella rió.—A veces no te soporto.

—No eres la única —dijo Sirius entrando mientras reía a la habitación—. Estoy feliz de que todos seamos amigos, de nuevo. Es justo lo que merecemos —les dijo sentándose junto a Isabella—. ¿Sabes? Su engendro odiaría que estuviéramos invadiendo su habitación, ya nos hubiera corrido.

—A mi no —dijo Remus también entrando por la puerta, alzando las cejas—. A mi me quiere más que a ustedes.

I mi ni —lo imitó Sirius rodando los ojos.

—Y van con lo mismo de quererme robar a mis hijos —refunfuñó James—. Consíganse los suyos.

—Sigo sin superar que no me quisiste regalar uno, envidioso —se quejó Sirius, ganándose las risas de los demás.

—No me imagino lo difícil que debió ser hacerle entender a Sirius que no eran sus hijos —rió Isabella.

—No tienes ni idea —dijo James.

—En cierta manera, si lo son —peleó Sirius—. ¡Yo les cambiaba los pañales! ¡Los alimentaba! Era un buen padre soltero.

—Claro, hasta que un día los puso debajo de la capa de invisibilidad y los perdió por más de dos horas —se burló Remus recargado en el marco de la puerta.

—¡Hey! ¡Eso era secreto! —exclamó el pelinegro.

Isabella rió junto a James y Remus mientras escuchaban a Sirius justificarse. Y allí se dio cuenta de cuánto había extrañado los momentos así con ellos.

También, Isabella volvió a sentirse en familia junto aquel caótico trío de amigos, así como alguna vez se sintió en su adolescencia.

***
sin editar

nota de la autora;

Hace mucho que no actualizaba de madrugada, así que mis sinceras disculpas si hay errores pero la verdad me da un poco de flojera verificar.

Primero que nada, ¿qué tal les pareció el capítulo?

Se que es un poco más corto de lo usual, y de hecho iba a ser aún más pequeño pero bueno, creo que así serán los próximos capítulos.

También quería agradecerles las 200k leídas, no puedo creerlo, de verdad. Muchas gracias por todo su apoyo en general. De verdad no tienen idea de cuán agradecida estoy 😿💗

Les recuerdo que pueden seguirme en TikTok e instagram como @franciaxmalfoy <3 donde subo bastante contenido sobre esta fanfic (especialmente edits)

Estoy muy emocionada por todo lo que se aproxima, como les dije, váyanse agarrandose de los calzones porque se les van a caer JAJAKSK.

espero leernos pronto

all the love
francia💞

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