【 052 】
【 lii. whatever we have 】
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Creo que este es uno de mis capítulos favoritos hasta el momento, así que disfrútenlo y comenten mucho o lloro
《omnisciente》
Heaven por primera vez llegó temprano a la clase de Pociones. Incluso, se sorprendía al ver el aula algo vacía.
Simplemente había un par de alumnos de Hufflepuff y Ravenclaw en el aula. Ni siquiera sus hermanos habían llegado al salón.
Se tomó la libertad de acomodar los materiales que probablemente utilizaría durante las dos horas que estaría atrapada en esas cuatro paredes.
En lo que esperaba la llegada de sus compañeros de mesa, se decidió por continuar el dibujo que había comenzado la clase anterior.
Se había concentrado tanto que no notó cuando el aula comenzaba a llenar lentamente. Y se sobresaltó cuando escuchó un estruendo junto de ella.
Marietta había aventando su mochila contra la mesa con cierta brusquedad, y lucía bastante exasperada.
Heaven miró hacia la puerta, notando como Harry entraba con la misma expresión. Ella podía reconocer el estado anímico de sus hermanos en un parpadeo.
Harry cuando estaba molesto, fruncía el ceño inconscientemente, y al igual que a ella, las orejas se le ponían ligeramente rojas.
Hazel entró justo detrás de él. Heaven alzó las cejas en su dirección, mirando hacia Harry con discreción. La pelirroja se acercó y le susurró en su oído.
—Se pelearon.
Ambas se giraron a mirar a la morena junto a Heaven, quien no se había percatado de lo sucedido, pues Marietta miraba con dedicación —y enojo— los estantes frente a ella en completo silencio.
La rubia hizo una mueca, sin saber que decir. Llevaba días sin hablar con Marietta, y sabía que Harry no le diría nada al respecto.
—Como sea —murmuró Hazel—. Hoy es el cumpleaños de Dean Thomas —comentó con emoción.
—¿De verdad? —cuestionó Heaven sin mucho interés.
Hazel asintió, y antes de poder responder, el resto de los compañeros de mesa de Heaven, entraron por la puerta del aula.
Eloisse y Blaise entraron primero, riéndose a la par mientras que Theo y Draco iban detrás.
Theodore tenía un brazo sobre los hombros de Draco y le iba hablando sin parar. Heaven pudo notar que el rubio llevaba una expresión divertida en su rostro.
Los cuatro pasaron junto a ellas, acomodándose en sus respectivos lugares.
—Hola, rojita —saludó Theodore a Hazel desde su lugar.
—Theodore —saludó Hazel de regreso—. Como decía, es el cumpleaños de Dean Thomas y le haremos una pequeña fiesta sorpresa. Deberías venir.
—¿Hoy? —repitió Heaven, dándose cuenta que no le había prestado la suficiente atención.
—Por la noche —afirmó Hazel con una sonrisa—. Podrías quedarte en la sala común.
Heaven fingió pensarlo por unos segundos, sabiendo que no podría ir pues ya tenía planes con el chico frente a ella.
—Lo pensaré —dijo la rubia regresando la mirada a su dibujo.
—Esta bien —respondió Hazel.
Heaven le sonrió, y pegó un pequeño brinco cuando sintió los brazos de su hermana rodearla.
La pelirroja le sonrió y caminó hasta su respectiva mesa.
—A veces me cuesta trabajo creer que son hermanas —dijo Blaise ganando la atención de todos los presentes.
Heaven sonrió a medias, recordando la vez en la que Hazel y ella hablaron sobre aquel mismo tema.
—Y no lo digo por su apariencia física —explicó el moreno—. Siento que son muy diferentes.
—En realidad, los tres son más parecidos entre sí de lo que se imaginan —dijo Theo alzando las cejas.
—Por eso se la pasan peleando —murmuró Marietta, intentando integrarse a la conversación.
Todos rieron, a excepción de Draco quien sólo miró a Heaven con cierta diversión.
—¡Si hablas! —exclamó Theodore mirando a Marietta, quién le echó una mala mirada—. ¿Por qué estás de malas? —preguntó con incertidumbre.
—No estoy de malas —respondió Marietta.
—Pero si lo estás —se animó Heaven a decirle.
Marietta volteó los ojos, dejando escapar un pequeño gruñido desde su interior.—Harry es un idiota, por eso estoy de malas —rechistó—. Y creo que terminamos, o bueno, no lo sé —susurró en voz baja, sin embargo, Heaven logró escucharla.
Heaven sintiéndose preocupada por ella, intentó dejar el enojo que tenía con su amiga por unos segundos y le tomó la mano dándole un ligero apretón, intentando reconfortarla. Así como también le regaló una pequeña sonrisa.
—Yo también casi siempre estoy de malas por la idiotez de Harry, temo que no tiene arreglo.
Marietta le devolvió la sonrisa.
Heaven conocía a Marietta bastante bien, y sabía que lo mejor para ella en ese momento era darle su espacio. Especialmente porque estaba molesta. Y ella entendía a la perfección el sentimiento de aborrecer todo a su alrededor y no querer interactuar con los demás.
La rubia regresó a su dibujo, mientras escuchaba a Eloisse, Blaise y Theodore hablar sobre algo que le había sucedido a Daphne Greengrass aquella mañana.
Mientras que Draco escuchaba con interés a sus amigos, pero sin el suficiente como para unirse a la conversación.
El Slytherin por cortos segundos observaba a Heaven inconscientemente mientras ella trazaba garabatos en su pergamino, sin darse cuenta que Marietta Travers lo observaba a él.
El profesor Slughorn llegó unos minutos después, disculpándose por la tardanza y dando la instrucción de que era el momento de comenzar la poción que cada mesa eligió.
—¿Que necesitamos? —cuestionó Blaise con emoción.
—Las ganas de comenzar —murmuró Heaven de mala gana.
Eloisse y Theodore soltaron unas pequeñas risas al escuchar el comentario de Heaven, Marietta negó divertida y Draco esbozó una pequeña sonrisa.
—Heaven, no me odies —pidió Blaise desde su lugar con un puchero.
—Descuida, aún no lo hago —dijo Heaven alzando una ceja con diversión.
—Y haré todo lo posible para que nunca lo hagas —le respondió Blaise siguiéndole la corriente—. En fin, ¿alguien sabe que ingredientes necesitamos?
Draco comenzó a escribir en un trozo de pergamino, y lo puso en medio de la mesa. Era la lista de ingredientes.
Antes de que alguien tuviera la oportunidad, Heaven lo tomó del centro, pensando en que lo único que haría sería recolectar los ingredientes.
—Iré por ellos —anunció mientras caminaba hasta los estantes.
Heaven sabia que había acaparado la tarea más fácil del trabajo, pero si era honesta, no tenía alguna otra intención de colaborar. Pociones nunca fue su fuerte ni materia favorita, así que prefería mantenerse alejada de la elaboración de la poción en sí.
No le tomó mucho tiempo en encontrar la mayor parte de los ingredientes —por no decir que casi todos—, simplemente le hacían falta las semillas de anís verde.
—¿Qué poción harán? —preguntó Heaven justo cuando notó a Hazel junto a ella.
—No lo sé —respondió la pelirroja—. Dejamos que Hermione la escogiera. Sigue furiosa con nosotros, y bueno, Ron le tiene cierto temor a contradecirle, Harry está tan irritado que no ha dicho alguna sola palabra, solo asiente o niega con la cabeza, y bueno, yo prefiero que me digan que hacer, Pociones nunca fue mi mejor materia. Así que estoy recolectando los ingredientes.
—Es culpa de Snape que seamos tan malos en Pociones —se quejó Heaven, y Hazel asintió totalmente de acuerdo.
—¿Y de verdad harán Amortentia? —cuestionó la Gryffindor.
—Zabini lo escogió sin pensarlo dos veces, y no creo que Slughorn nos deje cambiarlo —hizo una mueca—. Como sea, ¿has visto las semillas de anís verde?
Hazel miró dentro de su caldero, y sacó un puñado de aquellas dichosas semillas.
—Gracias —le dijo Heaven—. Deberías hablar con Harry y preguntarle qué sucedió con Marietta, creo que terminaron —se inclinó para susurrarle en el oído a su hermana.
Hazel abrió los ojos exageradamente.—Esta bien, lo intentaré. Suerte con tu poción.
Heaven le sonrió y se regresó a su mesa, dejando los ingredientes sobre ella.
—Ahí está todo lo que se necesita —explicó rápidamente—. De ahí, no tengo ni idea de que debemos hacer —confesó encogiéndose de hombros.
—¡Para eso tenemos a Theo y Draco! —exclamó Blaise.
Draco comenzó a negar con la cabeza.—No, tú escogiste la poción, tu comenzarás —alegó alzando una ceja.
—Yo podría hacerlo —dijo Marietta—. Los gemelos Weasley venden filtros de amor y bueno, antes de que terminara con George, recuerdo que le ayude a preparar la primera muestra... no creo que sea tan diferente.
—¡Cierto! Tú salías con ¿George? Y Hazel Potter sale con el otro —apuntó Eloisse.
Marietta asintió lentamente.
—Me agradaban mucho, la verdad —confesó Eloisse—. Son bastante divertidos. Recuerdo que les compré pastilla vomitivas múltiples veces para saltarme la clase de Historia de la Magia.
—¿Por eso siempre te enfermabas? —preguntó Draco con el ceño fruncido—. ¡Yo de verdad me preocupaba por ti!
Blaise ahogó una carcajada.—¿No te parecía extraño que siempre se enfermaba en la misma clase?
Theodore y Heaven se unieron a las risas burlonas de Eloisse. Marietta simplemente alzaba las cejas con cierta diversión.
—Claro, ríanse de mi y mi noble alma, en mi vida vuelvo a preocuparme por ti, Mirella —refunfuñó Draco volteando los ojos.
—Solo fue un par de veces, Lucius —dijo Eloisse—. O como seis —rió levemente.
Draco le arrojó un pergamino arrugado a su mejor amiga.—No me llames así —se quejó.
—Bueno, debemos apresurarnos o no creo que lograremos mucho —dijo Marietta reincorporándose.
Y por el resto de la clase, entre los malos chistes de Blaise, los chillidos de frustración de Eloisse y las quejas de Theodore, se enfocaron en la creación de la famosa poción de amor, o al menos los demás lo hicieron, pues Heaven había perdido el interés en apoyar a la tarea por seguir dibujando en su pergamino.
En cuánto acabó la clase, los alumnos terminaban de recoger los utensilios utilizados y dejar el espacio limpio.
En lo que Heaven guardaba sus pertenencias dentro de su bolso, notó la ausencia de un objeto en específico, ocasionándole una desesperación por encontrarlo.
Así que comenzó a sacar todo de nuevo, rebuscando entre todo.
Draco al darse cuenta, comenzó a guardar sus materiales con lentitud, esperando tener la oportunidad de quedarse con Heaven por unos instantes más.
Heaven estaba tan preocupada que ni siquiera notó el momento en el que se había vaciado el aula, dejando solo a ella junto a Marietta y Draco.
—¿Quieres que te acompañe? —le preguntó Heaven a Marietta, teniendo en cuenta lo desanimada que se encontraba su amiga.
—Prefiero estar sola por un rato —admitió la morena con timidez—. Pero, ¿podrías acompañarme en el almuerzo?
Heaven asintió sin dudarlo.
—¿Quieres que te espere? —esta vez fue Marietta quien hizo la pregunta.
—No es necesario —respondió la rubia—. Estoy buscando algo.
Marietta asintió, y miró de Draco a ella y viceversa repetidas veces, hasta que se dio la media vuelta y salió de la mazmorra.
—¿Sabe sobre nosotros? —le preguntó Draco, dándose cuenta que jamás se había cuestionado sobre ello.
Heaven negó distraídamente con la cabeza.—No he tenido tiempo de decirle.
—Oh —musitó Draco—. ¿Qué buscas? —le preguntó pero no obtuvo respuesta, y al sentirse ligeramente ignorado, se inclinó sobre la mesa y con su mano, levantó el mentón de Heaven, ocasionando que lo mirara directamente a los ojos—. ¿Qué se te perdió? ¿Necesitas que te ayude a buscar algo?
Heaven soltó un quejido.—En la mañana me di cuenta que el broche de mi collar se rompió, lo guarde en mi mochila y ahora no lo encuentro.
Draco asintió lentamente, comenzando a buscar entre las cosas de Heaven que ella misma había puesto sobre la mesa, con la idea de encontrarlo más fácilmente.
Draco abrió lo que recordaba que era el cuaderno donde Heaven solía dibujar cuando estaban en la sala de menesteres. Con cautela lo abrió, y se encontró con una fotografía de una mujer rubia que reconocía como Isabella y en la página debajo sobre esta, un retrato de aquella misma mujer.
Heaven desvío la mirada de allí, volvió a enfocarse en buscar en su bolso —ahora ya vacío—.
Para suerte de Draco, un pequeño dije se deslizó cuando bajó el cuaderno. E inmediatamente se lo tendió a Heaven quien había encontrado la cadena del collar en ese mismo instante.
—Gracias —murmuró la rubia mientras colocaba el dije en la delgada cadena.
—No es nada —le respondió Draco mientras comenzaba a guardar las cosas de Heaven dentro de su mochila—. El dibujo es muy bello —le dijo con una pequeña sonrisa.
Heaven hizo una mueca que Draco no supo interpretar del todo.
—¿Quieres que te ayude a ponerte el collar? —le preguntó acercándose.
—Se le descompuso el broche de todas formas —suspiró Heaven.
Draco lo tomó con sus manos, observándolo.—Creo que conozco un hechizo que podría ayudar.
—¿Si?
Draco asintió, colocó el collar sobre la mesa y agitó su varita mientras murmuraba un pequeño hechizo de reparación.
El hechizo había funcionado así que Heaven se dio la vuelta inmediatamente, dándole la espalda al rubio, mientras levantaba su cabello.
Draco se acercó un poco más y pasó el collar por el cuello de Heaven, abrochándolo con delicadeza.—Es muy bonito —murmuró.
Heaven le sonrió.—Lo tengo desde pequeña, realmente no se de donde salió —dándose la vuelta para estar de frente a él.
—¿Te gusta usarlos? —le preguntó con curiosidad.
—A veces, especialmente cuando tienen algún significado. Tal vez no se de donde salió este pero se que es especial —dijo Heaven.
Draco asintió.—Entonces... ¿nos veremos más tarde?
—Sí —le respondió Heaven mientras terminaba de meter sus pertenencias a su bolso.
—¿A las diez en la Torre de Astronomía? —dijo Draco mientras curioseaba las pertenencias de Heaven, posando su atención específicamente en una hoja de calcomanías.
—A las diez en la Torre de Astronomía —confirmó Heaven tomando las calcomanías de las manos del rubio.
Heaven despegó una pequeña estrella plateada y la colocó en la frente de Draco, no sin antes apartar algunos mechones rubios para poder pegarla.
—Ahora te ves mejor —le dijo Heaven con una sonrisa juguetona.
Draco rió y se inclinó sobre ella, besándola fugazmente.
—Estoy emocionado —confesó Draco sobre sus labios, robándole otro fugaz beso—. Recuerda llevar un abrigo, tal vez haga algo de frío y no quiero que te enfermes —le dijo mientras le acomodaba un mechón detrás de su oreja.
—De acuerdo —dijo Heaven para luego ella tomar a Draco por las mejillas y atraerlo hacia ella para besarlo en los labios una vez más—. Nos vemos más tarde.
Draco asintió y la observó salir del aula, no sin antes haberle dedicado una pequeña sonrisa.
Draco salió del aula minutos después, olvidando por completo la pequeña calcomanía que Heaven había pegado en su frente.
Lo que ocasionó que no comprendiera del todo las miradas curiosas —e incluso divertidas— que le echaban mientras caminaba por los pasillos.
Lo peor, fue que acudió al resto de sus clases y almorzó en el Gran Comedor —a diferencia de la mayor parte del tiempo que había transcurrido desde que entró al sexto curso—.
Luego de haber pasado un tiempo en la sala de menesteres intentando arreglar el Armario Evanescente que comenzaba a creer que sería una misión imposible repararlo, se dirigió a su respectiva sala común.
Un nudo comenzaba a aparecérsele en la garganta, pero prefirió enfocar su mente en los planes que tendría con Heaven Potter más tarde.
Al entrar, tuvo la grata sorpresa de encontrar a sus amigos en uno de los espacios dentro de la sala común charlando junto a Astoria Greengrass y Pansy Parkinson.
—¡Hola, Draco! —lo saludó la castaña desde su lugar, mientras acariciaba a Kiwi, su gato.
—¿Por qué tienes una estrella pegada en la frente? —le preguntó la pelinegra alzando una ceja.
Draco cerró los ojos, sintiendo sus orejas arder en vergüenza. Ahora entendía las miradas de los estudiantes del colegio.
Su grupo más allegado de amigos comenzaron a reír a carcajadas.
—¡Almorcé con ustedes! —exclamó Draco mirando a sus tres amigos—. ¿Por qué no me lo recordaron?
—Bueno, supusimos que te la dio tu novia y no queríamos interferir con eso —se burló Eloisse alzando las cejas.
—No es mi novia —refunfuñó el rubio mientras tomaba asiento junto a Theodore.
—Aún —musitó el castaño mientras reía.
—¿Tienes novia? —le preguntó Pansy con curiosidad.
—No.
—Pero si la quiere como novia —se unió Blaise a las burlas.
—Eso es algo que ya se sabía —agregó Astoria.
Draco posó dos de sus dedos en el puente de su nariz, intentando no irritarse de más.
—Ya déjenmelo en paz —protestó Theodore abrazando a Draco como si fuese un niño pequeño—. Me lo van a hacer enojar. ¿Y qué no ven que hoy tiene una cita? Tiene que estar del mejor estado de ánimo posible.
—¿Tendrás una cita con ella? —preguntó Astoria con emoción—. ¡Awwww! ¡Draco Malfoy tendrá una cita! —exclamó mientras levantaba a Kiwi para hacerlo festejar por su rubio amigo.
—No sé en que momento creí que juntarme con ustedes sería buena idea —protestó Draco rodando los ojos.
—Somos la mejor compañía que alguna vez pudiste encontrar —le dijo Theodore mientras le pinchaba la nariz.
—Ahora lo dudo —susurró Draco mientras se reincorporaba, desabrochándose la túnica y acomodándola junto a él.
—¿Entonces si tendrás una cita con...? —preguntó Eloisse pero fue interrumpida.
—No es de su interés —resopló Draco.
—¡Yo quiero saber de quién hablan! —exclamó Pansy—. Ya somos todos amigos aquí. ¿O no, Draco?
—Supongo que sí —murmuró el rubio sin problema alguno al respecto—. Pero, aún así no diré nada. Deberían dejar de meterse en mi vida —se quejó mientras se cruzaba de brazos.
—Que aburrido —se quejó Astoria—. Como sea, cuando la veas, dale las gracias de mi parte. Tenía razón cuando le sugirió a Eloisse que lleváramos a Kiwi con el profesor Hagrid —dijo señalando a su gato que se paseaba por las piernas de Blaise.
—Si, si, si —replicó Draco—. Le diré.
—Bueno, ya que Draco no nos quiere contar nada sobre su supuesta cita. ¡Pansy! ¿Con quién dices que estás saliendo?
—Se llama Marianne, es un año mayor y es de Gryffindor —explicó Pansy y Draco se giró a verla con curiosidad.
—¿Sales con una chica? —le preguntó el rubio con sorpresa.
Pansy asintió con timidez.
—Oh, que bien por ti —le dijo Draco esbozándole una pequeña sonrisa llena de sinceridad.
Aunque su relación con Pansy en el último año no fue la mejor, había sido una de sus amigas de la infancia y de cierta manera le tenía un poco de aprecio.
Y cabe mencionar la corta relación que intentaron mantener durante su quinto año, la cual había terminado ligeramente mal. Pero de cierta forma, también se alegraba de mantener una buena relación con ella, después de todo. Se puso una nota mental de pedirle una disculpa.
—Bueno, me iré a mi dormitorio, quiero descansar de ustedes un poco —dijo Draco con una sonrisa socarrona mientras se ponía de pie.
—¡Nos amas! —exclamaron el par de hermanas Greengrass presentes en ese momento, y Draco les dirigió una falsa mueca de desagrado.
El rubio platinado se encontraba recargado contra el barandal de la Torre de Astronomía. Esperando a que cierta joven de Ravenclaw hiciera acto de presencia en aquel lugar.
Se balanceaba sobre sus pies con cierta inquietud, pues aunque estaba bastante acostumbrado a pasar el tiempo con Heaven, no podía evitar sentirse nervioso.
Heaven llegó tan solo un par de minutos después, con una gran sonrisa.
—Un por un momento creí que no vendrías —dijo Draco.
Heaven rodó los ojos.—Peeves me encontró en uno de los pasillos, y sabes lo complicado que es hacer que te deje en paz.
—Durante el primer año, su hobby favorito era arrojarnos globos con agua en la salida de las mazmorras, en el pasillo que te lleva al vestíbulo —contó Draco arrugando la nariz, recordando aquellos no tan gratos momentos.
Heaven rió al imaginar al Draco de once años con su uniforme completamente empapado por las travesuras de aquel poltergeist que disfrutaba atormentar la vida de los estudiante.
—¿A dónde iremos? —le preguntó Heaven con curiosidad.
—Ya verás —le respondió Draco, y ambos comenzaron a caminar.
Andaba con cuidado e intentando ser silenciosos por los oscuros pasillos del castillo. El toque de queda había comenzando al menos una hora atrás, por lo que sí los atrapaban deambulando por los corredores, Heaven calculaba unas tres semanas de detención como castigo.
—¿Sabes? Traje la pegatina de estrella en la frente todo el día —dijo Draco con un tono de voz no tan alto pero tampoco tan bajo.
—¿De verdad? —rió Heaven—. Creí que no la ibas a tener por más de cinco minutos, ¿la tiraste?
—Sí, y por un buen rato olvidé por completo que la traía, así que cuando algunos me miraban raro en los pasillos me preguntaba que era lo que había hecho para recibir tales miradas. Y no la tiré —dijo abriendo los ojos con exageración—. Aún tenía un poco de pegamento y la puse en la solapa de mi agenda.
Heaven sonrió, sabiendo que él no podía verla. Le gustaba aquello de Draco, que fuera detallista sin intentarlo y con cosas que pudieran parecer insignificantes.
Pero a este punto, ¿qué no le gustaba a Heaven sobre Draco? Si cada día se sentía más y más fascinada por él.
Caminaron por varios minutos, y en momentos como esos, ambos se daban cuenta de lo grande que era el castillo y que a veces, todos parecían olvidarlo.
Transportarse de un lugar a otro era una tarea bastante compleja.
—A veces aún me pierdo —confesó Heaven mientras atravesaban los pasillos más desolados del piso siete.
Heaven no quería encontrarse con alguien Gryffindor perdido de la fiesta sorpresa que el resto de aquella casa le había preparado a Dean Thomas.
—Desearía poder burlarme de ti, pero también me ha sucedido —dijo Draco soltando una pequeña risa, con la cual, Heaven sintió su corazón derretirse.
Heaven lo empujó con delicadeza y diversión desde un costado con su hombro.
—¿Podrías decirme a dónde vamos? —cuestionó Heaven una vez más.
—Es una sorpresa —respondió Draco alzando las cejas—. No quiero que se arruine.
—Es que, por fin pude quitarle el mapa del merodeador a Harry por esta noche —explicó Heaven—. Si me dices a donde vamos, podríamos encontrar algún pasadizo y llegar aún más rápido.
—De acuerdo —murmuró Draco—. Debemos buscar una salida del castillo, como si fuéramos a la lechucería.
Ambos pararon por un minuto, mientras Heaven sacaba el dichoso mapa de la pequeña mochila que traía consigo.
Draco frunció el ceño al notar el pergamino de un tamaño más grande de lo habitual y aparentemente vacío que Heaven sujetaba con cuidado.
—Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas —murmuró la rubia apuntó con su varita al pergamino.
Draco observó como el pergamino comenzaba a ilustrarse.
Heaven seguía observando el mapa.—Ven, iremos por el otro lado, llegaremos más rápido —le dijo para luego volver a emprender su camino.
—Lunático, Colagusano, Canuto y Cornamenta presentan el mapa del merodeador —leyó Draco las letras que aparecieron en el frente—. ¿Son apodos?
—Sí, son sus apodos. Lunático es el tío Remus, Canuto es el tío Sirius, Cornamenta es mi padre y Colagusano es Peter Pettigrew, aunque ellos casi no hablan sobre él, pues resultó ser un horrible traidor. Y a veces, aún se siguen llamando así.
—¿Puedo verlo? —preguntó Draco. Heaven le entregó el mapa mientras avanzaban por un largo pasillo que los llevaría de forma más rápida a su destino.
—Muestra todo Hogwarts, a excepción de la sala de de menesteres. Y también muestra a todos, en donde están a cualquier hora del día.
—Eso es un poco de invasión a la privacidad —dijo Draco alzando las cejas.
Heaven rió nerviosamente, no estando segura de quererle revelar sobre la reciente obsesión que tenía Harry de vigilarlo utilizando aquel mapa.
—¿Cuántos años tenían cuando lo crearon? —preguntó Draco aun maravillado por la creación.
—Tenían como quince años —respondió Heaven—. Realmente son brillantes.
—De verdad, es asombroso —halagó una vez más el mapa antes de devolvérselo a Heaven.
—Travesura realizada —musitó la joven y el mapa se puso en su estado original—. Eso es para que ningún intruso lo vea. ¿Sabes? Creo que ya te lo había mencionado pero mi papá y mis tíos tenían una gran rivalidad con el profesor Snape, y el mapa tiene algún extraño hechizo que si llega a las manos de Snape, aparecerán insultos hacia su persona.
Draco rió ante la curiosa idea.—Es por eso que los odia tanto a los tres —bromeó.
—Su entretenimiento favorito es decirnos a mis hermanos y a mi, lo supuestamente cretino que era nuestro padre —rodó los ojos—. A pesar de sus errores sobre ocultarme varias cosas, es la mejor persona que conozco —murmuró Heaven, tomando una pausa—. James Potter es el tipo de persona que le gusta rescatar patitos de los parques —dijo soltando unas risas ante el recuerdo—. Así que no entiendo la razón por que el profesor Snape lo detesta tanto.
Draco le sonrió.—Supongo que debieron tener grandes diferencias —se encogió de hombros—. Aunque si me lo preguntas, el profesor Snape parece ser una persona bastante aferrada a sus pensamientos—dijo volteando los ojos. Snape solía recordarle a Draco casi a diario que contaba con su apoyo en caso de necesitarlo.
Heaven se rió, y luego de seguir caminando mientras mantenían una pequeña conversación sobre los profesores del colegio, llegaron al solitario campo de Quidditch.
La rubia no comprendía por qué, pero el lugar se sentía mucho más grande de lo que era. Miró a su alrededor, sin entender que era lo que hacían allí habiendo mejores lugares dentro del recinto.
Hasta que sus ojos se posaron en dos escobas que estaban acomodadas en el húmedo pasto.
Lo primero que hizo después de darse cuenta lo que Draco había planeado, fue mirarlo negando con la cabeza.
—No —dijo Heaven arrugando la nariz—. Te odio. De verdad, no hay manera de que me hagas subir a una escoba y mucho menos ahora que está oscuro.
Draco rió y se acercó a ella, tomándole las manos.—Por eso no hay problema —dijo y luego murmuró un hechizo que iluminó un poco más el campo de Quidditch.
—Aún así, no lo haré —refunfuñó Heaven.
Draco la jaló hacía él con delicadeza y la tomó por las mejillas.—Lo intentaremos y si de verdad, no te agrada, podemos dejarlo. ¿Confías en mi? —alzó una ceja.
Heaven resopló.—Está bien —aceptó, entrecerrando los ojos en su dirección—. De todas formas, ¿de dónde sacaste las escobas?
—Una es la que usaba para el Quidditch, y la otra es de Blaise —dijo Draco mientras las recogía del suelo—. Será divertido.
—Sí, y mucho —respondió Heaven poniendo los ojos en blanco.
Draco rió.—No dejaré que nada malo te pase.
Heaven hizo una mueca, aún no tan convencida.
—¿Lista? —le preguntó mientras le entregaba una de las escobas, y él se acomodaba en la suya.
—No —murmuró Heaven—. Si me muero, será tu culpa.
—Eres muy dramática, Heaven.
—No eres la mejor persona para quejarte al respecto.
—Cuándo le conté a Theodore la idea, me dijo que me ibas a odiar —dijo Draco riendo.
—Oh, y créeme que lo hago —dijo Heaven.
—Olvidé algo... —murmuró Draco, y caminó a donde estaban las escobas anteriormente. Tomó un par de guantes que estaban tirados y se los entregó a Heaven—. Para que te sientas más segura y puedas sostenerte mejor.
—Te sigo odiando —replicó Heaven colocándose los guantes de mala gana—. No puedo creer que de verdad haré esto.
Draco le sonrió una vez más antes de elevarse por el aire, a una distancia no tan arriba.
Heaven no había notado la vestimenta del rubio, y se le hacía bastante raro verlo con ropa que no fuera formal. Traía unos pants y una sudadera —que lucía bastante abrigadora— de color negro. Y no podía evitar pensar en lo bien que se veía.
La rubia lo dudó unos segundos más antes de también elevarse por los aires, tambaleándose ligeramente, quedando a la misma altura que Draco.
—¿Ves? No pasa nada —dijo Draco burlonamente.
Heaven soltó un pequeño gruñido en desagrado.
—Bien, podremos subir un poco más —sugirió Draco.
—De ninguna manera —negó Heaven.
Draco fingió no escucharla, y subió bastantes metros más en el aire.
Heaven ahogó un quejido de frustración y empujó la escoba para volar hacia arriba, siguiendo al rubio platinado.
Y cada vez, Draco decidía subir más y más. Ocasionado que Heaven quisiera regresar al suelo de manera inmediata y sin lastimarse.
Heaven estaba tan concentrada en sus pensamientos sobre no soltar la escoba para evitar caerse que no notó que tan arriba estaban.
Hasta que el aire comenzó a agitar su cabello con un poco más de intensidad.
Draco se acercó a ella, observándola con las cejas alzadas.—¿Y bien?
—Ya no lo odio tanto —murmuró Heaven.
—Y aún falta lo mejor —dijo Draco indicándole que se diera la vuelta para que observara el paisaje detrás de ella.
Heaven lo hizo, rechistando un poco, sin embargo, al darse cuenta de la maravillosa —y un poco oscura— vista que había. Por fin, creyó que no había sido tan mala idea.
La vista constaba de la Luna y como su luz se reflejaba en el lago negro, que desde ese ángulo lucía rodeado por montañas.
El viento les revolvía el cabello ambos, mientras seguían maravillados ante la vista en un silencio increíblemente cómodo y reconfortante.
—Es hermoso —dijo Heaven luego del largo silencio.
—Tanto como tú —le dijo Draco mientras le sonreía de lado.
Heaven sintió sus mejillas arder ligeramente, y agradeció que no estuviera lo suficientemente iluminado como para dejarse en evidencia.
—Se qué hay muchísimas cosas dentro de la magia que son increíbles e inexplicables... aunque en si, toda magia es inexplicable pero... para mi nada se compara con volar —dijo Draco mientras se sostenía del mango con fuerza—. Me hace sentir libre, es por eso que me encantaba jugar Quidditch.
—¿No has pensando en volver al Quidditch? —le preguntó Heaven.
—Sí —respondió Draco—. Pero no creo hacerlo —dijo en voz baja.
Heaven empujó la escoba aún más cerca de él.—¿Quieres hacer unas carreras? —le preguntó con una pizca de emoción.
Draco alzó una ceja.—La pregunta me ofende, por supuesto que sí. ¿Pero estas segura?
—Creo que ya le perdí un poco de miedo —dijo Heaven encogiéndose de hombros.
Draco la miró burlonamente.—No, me refería a que si estás segura de querer pasar por la humillación cuando yo te gane.
Heaven rodó los ojos y se inclinó para empujarlo con su hombro juguetonamente.
—El que llegue de último a los aros es un huevo podrido —dijo Draco y sin dar previo aviso, comenzó a volar hacía delante.
—¡Hey! —se quejó Heaven y sujetó el mango de la escoba con fuerza, aumentando la velocidad.
A más de la mitad de la trayectoria, Draco de sorprendió al ver que la joven lo había alcanzado más rápido de lo que pensó. Y se detuvo en seco, esperando aturdirla para ganarle, pero se sorprendió aún mas cuando lo pasó de largo, esquivándolo a la perfección.
En cuestión de segundos —que para Draco fueron eternos—, Heaven había llegado primero a la meta.
Cuando Draco llegó, la miró con completa indignación.—¡Eres una tramposa! —exclamó a las risas.
—¿Qué? ¡Tú no me avisaste que ya habíamos comenzado! ¡Y luego te detuviste para confundirme! —exclamó Heaven de vuelta.
—No se de que estás hablando —dijo Draco arrugando la nariz—. ¡Tú mentiste! ¡Dijiste que no sabías volar!
—Dije que no me gusta y me asustaba un poco. No que no supiera —aclaró Heaven.
Ambos se miraron y estallaron a las risas por unos largos segundos.
—Tienes razón, Draco —comenzó a decir Heaven luego de recuperar la compostura.
—Siempre la tengo —respondió el rubio con su sonrisa socarrona propia de él.
Heaven negó con diversión.—Volar es bastante relajante, y tal vez, un poco divertido.
—Te lo dije —recalcó Draco—. La verdad, si me alegra que te haya gusto. Porque sino, hubiera sido un completo fracaso.
Heaven rió.—¿Otra carrera? —le preguntó alzando una ceja.
—Bueno —dijo Draco, y por segunda vez, sin previo aviso, avanzó con gran velocidad, dejando atrás a la rubia.
—¡Draco! —chilló Heaven para luego comenzar a avanzar.
Luego de unas carreras más, donde Heaven había ganado tres y Draco dos, ambos aterrizaron a salvo.
Tomaron las pertenencias que habían dejado en el pasto y volvieron a subirse a las respectivas escobas para dirigirse a las gradas.
Draco estaba sentado, recargando su espalda en la grada, mientras que Heaven estaba recostada, apoyando su cabeza en las piernas del rubio.
Ambos comían golosinas muggles que Heaven traía consigo.
—¿Cómo dices que se llaman estos? —preguntó el Slytherin mientras admiraba el caramelo en forma de anillo, acomodado en su índice.
—No lo recuerdo, debe estar en la envoltura —respondió Heaven mientras le daba una mordida a su barra de chocolate.
—En navidad no me enviaste de estos —comentó Draco agachando la mirada hacia Heaven.
—Lo olvidé —dijo alzando la mirada mientras reía.
Draco le sonrió, y se inclinó como pudo, para rozar sus labios con los de Heaven quien se levantó un poco para poderlo besar decentemente.
—Tus labios saben a mora azul —murmuró Heaven—. Estoy acostumbrada a que sepan a menta.
Draco rió, y volvió a besarla.—Los dulces de menta son mis favoritos.
Heaven arrugó la nariz.—Eso es algo muy Malfoy de tu parte.
Draco volvió a reír, y le besó la frente.
Heaven en lugar de regresar a recostarse, se reincorporó por completo, y se mantuvo al lado del chico.
—¿Draco?
—¿Heaven? —alzó una ceja.
—Estuve pensando en algo —musitó Heaven tomando un aire más serio—. No quiero seguir ocultándole lo que sea que tengamos a mis hermanos.
—Oh —soltó Draco, y luego sonrió genuinamente—. No tengo ningún problema, Heaven. Cosa que creo que no será el caso de tus hermanos —dijo burlonamente—. Pero de verdad, no me molesta en lo absoluto que les digas sobre lo que sea que tengamos —imitó sus palabras.
Heaven le devolvió la sonrisa.—Eres muy lindo —le dijo mientras lo abrazaba—. A veces temo que vayamos muy rápido, porque ya te tomé cariño y no lo sé, no quiero que salgan mal las cosas entre nosotros.
—¿Qué te hace creer eso? —le preguntó Draco mientras le pasaba una de sus manos por su cabello con cariño.
—No lo sé, siento que estamos siendo un poco precipitados y que aún no nos conocemos lo suficiente como para estar seguros de tener algo —confesó Heaven—. Y eso me pone un poco nerviosa, porque de verdad te aprecio.
—Bueno, si te soy honesto, yo difiero con tu pensamiento. Aún nos seguimos conociendo y eso no lo discuto, sin embargo, ya sé lo suficiente sobre ti como para estar decidido a querer estar contigo —le aclaró Draco—. Sé que tu color favorito es el blanco. Sé que tu postre favorito es el strudel de cereza. En realidad, sé que amas todo lo que tenga forma, sepa o provenga de las cerezas. Sé que prefieres el calor que el frío, sin embargo, tu estación favorita es el otoño. Sé que solías esforzarte mucho académicamente pero que este año decidiste tomar un descanso de la presión en la que tú misma te sometías. Sé que harías todo con tal de que tus seres queridos estén bien. Sé que cuando estás molesta, tiendes a fruncir los labios sin darte cuenta, y tus orejas se ponen ligeramente rojas; y cuando estas alegre, sonríes constantemente y abrazas a cualquier persona que conozcas que pase por enfrente tuyo. Sé que este año no ha sido el mejor para ti y aún así, sigues adelante, intentado superar toda la mierda qué pasa a tu alrededor, y te admiro mucho por eso porque también sé lo valiente, inteligente e increíble que eres. Y también sé que te gusto, y mucho.
Heaven parpadeó un par de veces, y tomó por sorpresa a Draco cuando se acomodó en su regazo, a horcajadas mientras le sonreía con las mejillas sonrojadas.
Draco acomodó sus manos sobre su cintura, mientras que Heaven rodeó el cuello del chico con sus brazos.
—Ni siquiera se que decirte —rió Heaven nerviosamente.
Y Draco rió de la misma manera.—No debes decir nada —murmuró.
Heaven lo observó por unos segundos.—En ese caso, yo también conozco cosas sobre ti.
—¿Ah si? —cuestionó Draco con diversión—. ¿Y qué sabes?
—Sí —asintió Heaven—. Sé que tu color favorito es el verde. Sé que prefieres los dulces de cítricos, de manzana y menta. Sé que tu estación favorita es el verano, lo cuál sorprende a muchos pues no parece algo muy propio de ti. Sé que odias ser comparado con tu padre y que reduzcan tu persona a ser un Malfoy, porque eres mucho más que eso. Sé que no eres como te muestras con la mayoría de la gente. Sé que eres una persona con buenos sentimientos, razones y que aprecia su entorno más allegado. También sé que se te ha complicado el demostrar tus emociones y que has mejorado mucho al respecto. Sé que cuando estás molesto o frustrado, tiendes a quedarte en silencio. Y cuando estas alegre, tus ojos brillan de una manera diferente, y tus facciones del rostro se muestran más relajadas de lo habitual. También sé que has pasado por mucho, y que has cometido algunos errores, pero sé muy bien que eso no te define. Eres una persona increíble en todos los sentidos —hizo una pausa para superar—. Y por supuesto que sé que te gusto.
Draco le regalo la sonrisa más bonita Heaven jamás había visto en toda su vida.
—Te equivocaste en algo —murmuró acortando la distancia entre sus labios—. No me gustas, me encantas —le dijo antes de comenzar a besarla con la misma delicadeza y cariño de siempre.
Y ahí fue cuando Draco se dio cuenta de que lo que le había dicho Eloisse unos días atrás era verdad.
Draco Malfoy comenzaba a enamorarse profunda e irremediablemente de Heaven Potter.
***
sin editar
nota de la autora:
Literalmente esta fui yo mientras escribía el capítulo, liberando todas mis frustraciones románticas pq estoy más sola q un papa
Creo que este es uno de mis capítulos favoritos, disfruté mucho escribirlo. Y de verdad, espero que les haya gustado igual a ustedes porque me tomó mucho tiempo 😭😭😭
Y aparte, que ahora, este capítulo es el más largo que he escrito. Tiene más de seis mil trescientas palabras. ¿Pueden creerlo?
Bueno, también como nota extra, quiero aclarar que le cambie el nombre al gato de las hermanas Greengrass. Ahora se llama Kiwi, jiji. No se si se acordaban, pero quería aclararlo.
Les recomiendo que se agarren de los calzones así fuerte para los próximos capítulos porque viene nuestra segunda ola de drama.
Literal faltan tres dramas más, y se acaba nuestro segundo acto. (Y yo calculo que serán entre 10-12 capítulos aproximadamente)
El tercer acto me emociona demasiado tbh.
En fin...
Gracias por todo su apoyo, nuevamente <3.
Tampoco puedo creer que la historia esté a nada de llegar a las 200k leídas y voy a chillar de la emoción.
Recuerden qué hay un grupo de WhatsApp por si quieren unirse, aunque he estado considerando hacer uno en Instagram también, pero idk.
De cualquier forma, mis DM's están siempre abiertos para cualquier cosa que necesiten!
Pueden encontrarme en TikTok e Instagram como @franciaxmalfoy y en Twitter como @i6arfield por si quieren hablar conmigo <3 o ver las tonterías que publico.
Les amo mucho!!!!
All the love
Francia 💗💗💗
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