【 037 】
【 xxxvii. trust issues 】
《omnisciente》
Después de pasar la cena navideña con el resto de su familia en la casa de los Weasley, sus abuelos se habían regresado a su reciente hogar en Londres, mientras que el resto de los Potter, regresaron al Valle de Godric.
Heaven evitó alguna otra discusión con su padre el resto de la velada, sin embargo, estaba exhausta y lo único que deseaba era regresar a la comodidad de su cama.
Al llegar, buscó a Bolita por todos lados hasta capturarlo y tomarlo entre sus brazos.
—¿Nadie quiere algo más?—preguntó Lily con suavidad y con cierta ilusión.
Sin embargo, todos negaron con la cabeza, resignados ante la idea de hablar.
Se miraron entre sí, a excepción de Heaven, quien estaba bastante ocupada dándole caricias al gato en sus brazos.
Los Potter solían tener una tradición navideña, que al parecer, estaba a punto de romperse. Los cinco integrantes de aquella familia, después de la cena, solían quedarse despiertos hasta tarde, bebiendo chocolate caliente, comiendo galletas recién horneadas y charlando animadamente.
Este año era diferente, nadie lucía con ganas de hacerlo. Así que, esperaron a que Heaven fuera la primera en reaccionar.
La rubia se dio cuenta unos instantes después, cuando notó que llevaban en silencio algunos minutos. Se aclaró la garganta mientras dejaba a Bolita en el piso.
—Buenas noches.—dijo en un murmuro.—Feliz Navidad.—dijo con pesadez. En realidad, no había sido para nada feliz.
Se giró sobre sus talones, tomó las bolsas de sus regalos y comenzó a subir las escaleras con rapidez.
Una vez en su habitación, supo que no había vuelto a atrás. Había roto su tradición favorita en su fecha favorita. Pero ella no podría actuar como si nada hubiese acontecido. No en la manera que su padre y Lily lo hacían.
Heaven no comprendía la facilidad con la que ambos adultos actuaban como si su familia no se estuviese desmoronando. Especialmente en público.
Suspiró pesadamente mientras se echaba a su cama. Te han mentido toda tu vida, es obvio que saben ocultar ese tipo cosas, pensó.
Mientras se cambiaba a su pijama, Heaven deseó también tener ese don, pues, lo menos que controlaba en esos momentos, eran sus emociones.
La rubia podía estar tranquila y sin pensar en toda aquella alocada situación por horas, pero, en cuanto el mínimo recuerdo se aparecía en su mente, Heaven sentía que el mundo se le caía encima. Comenzaba a sentirse ansiosa, le faltaba la respiración y no podía controlar su llanto. Era como una bomba.
El problema era que aún no explotaba del todo.
Se sentó sobre su cama, con sus regalos a su alrededor. Había recibido más de los habituales, lo cuál la tenía bastante molesta.
Heaven sabía a la perfección la razón por la que su padre le había dado siete regalos diferentes.
Era una exageración como todos la trataron como si estuviera a punto de romperse. Estaba mal, y no lo iba a negar. Pero lo único que ella pedía era compresión y empatía.
De pronto, recordó que por el único regalo por el que sentía cierta emoción, jamás llegó.
Heaven volvió a sentirse bastante patética al sentirse mal por no haber recibido nada de parte de Draco Malfoy.
Una parte de ella creía que le afectaba porque gustaba de él, mientras que la otra parte solo se sentía mal porque creyó que eran buenos amigos.
Su mente retrocedió a la última noche antes de regresar a casa. Como por la vulnerabilidad del momento había terminado besándose con Draco Malfoy.
Sintió una pesadez en el estómago. No tenía ni idea si estaba mal. Pero si lo estaba, ¿por qué se había sentido tan bien?
No había sido su primer beso, pero lo sintió como si así lo fuera. La sensación que le dejó fue abrumadora, no podía describirla de ninguna otra forma.
Heaven no podía dejar de pensar en él. En su olor a perfume caro, en su sonrisa burlona y en la manera en la que la llamaba "Potter rubia".
Así como tampoco podía dejar de pensar en lo mucho que se arrepentía el haber huido, aunque, no se sorprendía.
Se talló el rostro con la manos, pensar en aquel rubio de Slytherin le causaba conflicto. Pero también la hacía sonreír.
Se recostó sobre su cama mientras suspiraba. No quiero que me guste, Draco; se ordenó a si misma, pero claramente, no iba a funcionar.
Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando una suave y lenta melodía comenzó a escucharse. Provenía del piano de su padre, estaba bastante segura de ello.
Sin estar completamente convencida, se levantó de su cama, se colocó sus pantuflas y salió de la habitación.
Bajó las escaleras con lentitud, consciente que podría arrepentirse y correr a su habitación de nuevo.
No supo de donde sacó la valentía de acercarse hasta la sala de estar, donde se encontraba su padre tocando algunas notas del piano descuidadamente.
Heaven se acercó en silencio hasta el piano, sentándose junto a su padre, sin murmurar alguna sola palabra.
James se sorprendió, pero no dijo nada, ni si quiera se inmutó. La extrañaba, extrañaba a Heaven. A su Heaven. Extrañaba a la rubia que reía y se enojaba por todo, a la vez. A la que le respondía con comentarios sarcásticos, de vez en cuando. A la que no desaprovechaba ninguna oportunidad para molestar a Harry o Hazel.
La Heaven junto a él, no era la misma. Ahora parecía un alma vagando en su propio hogar. No hablaba, y solo lamentaba. Tal como un alma en pena.
Y James se sentía completamente culpable por ello. No había minuto desde que la noticia explotó, en la que no se arrepintiera de haber hecho todo mal desde el inicio.
Observó de reojo como Heaven puso una de sus manos sobre el piano y completó una de las notas que James había tocado anteriormente.
James sonrió ligeramente. Ambos, aún en completo silencio, siguieron tocando Clair de Lune por un par de minutos.
Heaven no estaba muy segura de como se sentía al estar allí, junto a la persona que más adoraba en el mundo pero que también aborrecía en esos momentos.
Un abrumador recuerdo la invadió por completo, haciéndola sentir aún peor.
Se recordaba a sí misma, de unos cinco o seis años, sentada en el mismo lugar donde se encontraba en esos momentos, junto a su padre, tocando una alegre melodía para memorizar los días de la semana. Ambos reían, especialmente ella. Recordaba sentirse como la niña más afortunada y feliz del mundo.
Apartó la mano del piano, y James imitó la acción de la rubia, y justo como se lo imaginó, Heaven se había echado de llorar.
Cada sollozo que soltaba, le rompía más el corazón al hombre azabache. Estaba tan centrado en encontrar alguna manera en ayudar a su hija, que había pasado totalmente desapercibida la presencia de su esposa en la sala de estar.
Lily Potter estaba parada al otro lado de la habitación, recargada sobre la pared, limpiando las lágrimas que se deslizaban por sus mejillas. A ella también le dolía el corazón de ver a Heaven así.
Lily observó como James intentó acercarse pero sólo conseguía que Heaven se apartara un centímetro más.
La rubia lloraba recargada sobre el piano, sin alguna intención de parar.
James alzó la mirada, y con los ojos, le pidió ayuda a su esposa. Lily lo dudó por unos segundos, pues si bien Heaven no podía dirigirle la palabra a James, mucho menos podía hacerlo con ella.
Lily se acercó lentamente, una vez junto a ella, pasó su mano con delicadeza sobre su cabello, intentando reconfortarla.
Heaven se removió bajo el toque de la pelirroja, dando a entender que no quería ninguna muestra de afecto.
—Heaven...—murmuró Lily con suavidad.
Entonces fue cuando la rubia se reincorporó en su lugar, mirando a su padre. Tomó una gran respiración antes de intentar hablar. Su garganta le dolió con intensidad justo cuando abrió la boca. Volvió a cerrarla y se tomó unos segundos para limpiar sus lágrimas.
—¿Sabes lo horrible que se siente no poder recurrir a mi persona de confort porque es la misma que me mintió y que esa gran mentira me hace sentir así de mal todos los días?—preguntó Heaven de manera agresiva y con la voz en un hilo.
James se inclinó y colocó una de sus manos en el rostro de Heaven, limpiando con su pulgar, los rastros de las lágrimas.—Heaven, no tienes idea de cuan mal me siento...
Heaven comenzó a negar repetidas veces.—Me inculcaron varios valores durante mi niñez, entre ellos la honestidad. ¿Con qué cara lo hicieron cuando toda mi vida es una mentira?—cuestionó aún con la voz cortada mientras apartaba la mano de su padre de su rostro.
—Heaven, de verdad, lo sentimos mucho.—habló Lily esta vez, sin embargo, Heaven no pudo ni mirarla a la cara.
—¡Es que no lo entienden! ¡No entienden lo horrible que se siente! ¡Jamás lo entenderán!—exclamó Heaven.
—Ayúdanos a entenderte, pero para eso, tienes que hablarnos, Heaven...
—Son las personas en las que más confié en toda mi vida. Si ustedes me traicionaron de esta manera, ¿qué puedo esperar de los demás? —la rubia interrumpió a Lily.
Siendo estas las últimas palabras que dijo Heaven, antes de levantarse para retirarse de la sala de estar en silencio.
James y Lily se miraron entre sí. Y por fin, se dieron cuenta de lo difícil que sería salir adelante.
Su situación no estaba para nada bien, pues Lord Voldemort seguía tras su único hijo varón y la situación reciente con Heaven no facilitaba las cosas en lo absoluto.
Pero al final del día, eran los Potter, y por alguna extraña razón, siempre podían con todos los obstáculos que se les atravesaran.
O al menos así solía ser la mayor parte del tiempo. Esta vez, aquella creencia, estaba en duda.
Los días parecían ir y venir sin cuidado, aquel anochecer, Remus Lupin se encontraba caminando por el jardín de la mansión de los Avery.
A su paso, Remus avanzaba mientras observaba los arbustos cubiertos en una suave y delicada capa de nieve.
Remus había aprendido a apreciar estas fechas gracias a la fortuna de encontrar tales amigos como James y Sirius durante su adolescencia.
Y hasta la fecha, de no ser por ellos y la familia que había conseguido a su costa, no podría lidiar con el estrés de la guerra estando más cerca que nunca.
Ante él, todos lucían tan ocupados en sus problemas, que olvidaban la cantidad de ataques de mortífagos que sucedían a medida con el que el tiempo iba a avanzando. Así como también parecían olvidar el gran riesgo en el que todos se encontraban.
Tomó un último suspiro, alzó la mirada y a unos cuantos metros de distancia estaba Isabella recargada sobre la puerta.
Lo observaba con cierta curiosidad, pues Remus se había encargado de mantenerla al tanto sobre la situación de Heaven.
Isabella estaba consciente que ahora Heaven sabía de su existencia, toda aquella situación la tenía con los nervios al tope.
Se acercó a ella con una sonrisa perezosa y las cejas ligeramente alzadas.
Isabella lo rodeó por el torso, recostándose en su pecho.—Te extrañé.
Remus soltó una pequeña risa.—Nos vimos hace unos días.
Isabella rió junto a él.—¿Y eso qué?—murmuró mientras se reincorporaba.
Remus aprovechó para inclinarse sobre ella y darle un corto beso en los labios.
Ninguno de los dos habían decidido a ponerle una etiqueta a su relación, lo único que se había decidido unánimemente era que lo que sea que tuvieran, si bien, no sería un secreto, no lo irían contando por allí.
Ambos se adentraron a la mansión, Remus dejó su abrigo en el perchero y siguió a Isabella hasta la cocina.
La rubia parecía estar cocinando algo, y por el olor, Remus estaba seguro que se le estaba quemando.
Rió al ver como Isabella murmuró un hechizo para evitar que la comida se pegara a los sartenes.
—¿Quieres que te ayude?—le preguntó con cierta diversión en su voz.
Isabella se giró sobre su hombro con el ceño fruncido.—No, yo puedo.
Remus rió burlonamente.—Isabella, cariño, se está regando...—dijo mientras se inclinaba sobre la barra, señalando con su mano, una de las ollas sobre la estufa.
Isabella se giró instantáneamente, apagando todo con su varita. Suspiró mientras se pasaba una mano por su cabello.—Cocinar sin magia, no es lo mío. De verdad, quise intentarlo.—le dijo mientras observaba a Remus llegar a su lado, dispuesto ayudarla en contra de su voluntad.
—Eres una bruja bastante poderosa, solo tú decides hacerlo al estilo muggle.—le dijo Remus alzando una ceja.
—Aunque no lo creas, solo he fracasado el día de hoy. Últimamente he intento hacer varias recetas al estilo muggle.
Remus frunció el ceño.—¿De verdad?
Isabella simplemente asintió.
—¿Por qué?—preguntó Remus con cierta curiosidad.
Isabella lo miró por unos segundos y luego desvió la mirada.—Es una tontería.—rió con nervios.
Remus le tomó la mano, acariciando el dorso con su pulgar.—Sabes que puedes decirme cualquier cosa y jamás pensaría que es alguna tontería.
Isabella le sonrió cariñosamente.—Se que no debería ilusionarme, pero, de verdad espero que alguna vez Heaven viva conmigo, o que por lo menos me visite...—pausó uno segundos.—, se que me estoy adelantando mucho a los hechos pero, es algo que me reconforta, por favor, no me juzgues.
Remus le besó la mano con cariño.—Jamás lo haría. Aunque no entiendo en qué se relaciona contigo siendo un desastre en la cocina.
Isabella rió y lo "golpeó" juguetonamente con uno de los trapos de cocina.—Supongo que debe estar acostumbrada a la comida de Lily. Lily debe tener bastante influencia muggle en sus recetas...—su voz fue disminuyendo de tono.—Es una tontería, te lo dije.
Remus rió negando con la cabeza. Se acercó y colocó su mano sobre la mejilla de la rubia, acariciando el rostro de Isabella.
—Heaven no pudo tener alguna mejor madre que tú...
—Y Lily.—lo interrumpió Isabella, ella se mantenía al margen, estando consciente que jamás lograría esa relación maternal con Heaven como Lily lo había hecho durante años.
—Y Lily.—se corrigió Remus.—Lo qué haces es bastante encantador, precipitado, pero maravilloso.
—Gracias...—murmuró Isabella.
Remus le besó la frente y regresó a su lugar anterior.
—¿Cómo estuvo el resto de tu Navidad?—preguntó Remus.
—Luego de que te marchaste, siéndote honesta, conversamos un rato y cada quien se dirigió a su habitación. No tenemos mucho qué hacer. Después de la muerte de mi padre y hermano no disfrutamos estas fechas como solíamos hacerlo.—soltó un suspiro.—¿Y la tuya? Fue en casa de los Weasley, ¿no?
Remus asintió.—Sí, fue igual que siempre, aunque está vez hubo más drama de lo habitual.—dijo mientras recargaba sus brazos sobre la barra.
—¿Cómo sigue Heaven?—preguntó Isabella con los ojos llenos de curiosidad.
Remus frunció los labios.—No está bien.—murmuró.
Isabella sintió su corazón quebrarse.—¿Qué hay sobre James y Lily?
—Realmente, no lo sé. Hazel comenzó a contarme algo pero luego se fue con su novio, Fred Weasley. De hecho, sigo indignado con ella. Tanto que la cuidé de pequeña, y sin dudarlo dos veces, me dejó hablando solo.
Isabella rió.—De verdad espero que Heaven pueda sentirse bien, otra vez. No merece por lo que está pasando.
—Definitivamente no.—concordó Remus.
—¿Cómo dices que se enteró?—preguntó Isabella.
—No lo sé, nadie habla del tema.—repitió Remus frunciendo el ceño.
En ese momento se dio cuenta de que realmente, James solo les había informado que Heaven ya sabía, sin embargo, no les comentó cómo había sucedido con exactitud.
Y ningún otro Potter hablaba al respecto.
Isabella suspiró.—¿Pero la pasó bien?—preguntó refiriéndose a su hija.
Remus asintió.—La mayor parte de la noche sí. Se lleva bastante bien con los Weasley, con todos, en realidad. Molly le preparó su postre favorito. Tuvo un pequeño encuentro con Harry, que la verdad ya se volvió una costumbre. De hecho, todo fue bastante similar a las Navidades anteriores. A excepción que, para serte honesto, casi no habló con los demás. Supongo que es normal.—suspiró.—Heaven, claramente está diferente. Y, no te voy a mentir, duele bastante verla así. Pero estoy seguro que con la ayuda de todos nosotros, saldrá adelante, y volverá a ser la Heaven que conocemos. No tienes de que preocuparte.—dijo Remus mientras metía la mano a uno de sus bolsillos. Sacó una pequeña foto y se la extendió a Isabella.
La rubia la tomó y la observó por unos segundos.—¿Es de ese día?—preguntó con un brillo en los ojos. Remus asintió.
En la foto —la cual tenía movimiento—, se observaba a los tres hermanos Potter con sus respectivos regalos. La pelirroja a la izquierda tenía una sonrisa enorme, irradiaba felicidad. En medio, se encontraba Heaven, con una sonrisa forzada que se convertía en una mueca cuando Harry, quien estaba a la derecha, le jalaba un mechón de cabello.
—Me causa gracia que esa es su gran dinámica grupal como hermanos. Harry haciendo enojar a Heaven.—señaló justo cuando el azabache tiraba del cabello de la rubia.—Heaven devolviendo el golpe, y Hazel llamándoles la atención.—describió el resto de la fotografía.
Isabella sonrió.—Harry es idéntico a James.—dijo aún viendo la foto.—La pelirroja cabellera de Hazel, la hace lucir diferente, pero en realidad también es una réplica de James.
Remus rió.—Así es. De hecho, Heaven también tiene algunos rasgos de él, pero, sin duda, es una mini tú.
La sonrisa de Isabella creció.
—Olvidé mencionarte que Euphemia y Fleamont también nos acompañaron.
—¿De verdad? ¿Cómo se encuentran?
—Siguen siendo igual de increíbles.
Isabella sonrió nostálgicamente, mientras ponía una mano en su pecho.—Los extraño tanto.
—Estoy seguro que ellos a ti también. Eras la hija favorita de Effie.—dijo Remus.
Isabella rió, miles de recuerdos atravesaron su mente, provocándole un escalofrío.—No tengo ni idea en qué momento pasaron tantos años.
—Lo sé.
La puerta de la cocina se abrió abruptamente, dejando ver otra cabellera rubia.
Aaron Avery entró cuál torbellino a la cocina, tirando todo a su paso.—¡Hola, Remus!—saludó al castaño.
Remus sonrió, tendiéndole la mano con amabilidad.—Buenas noches, Aaron.
—¿Ahora qué se te quemó?—preguntó el rubio en dirección a Isabella.
Isabella soltó un gruñido.—Nada.
Ambos varones rieron con cierta burla y bastante diversión.
—¿En dónde estabas?—le preguntó Isabella a su hermano.
—Fui al Callejón Diagon. A qué no adivinas a quiénes ví.
Isabella alzó las cejas con curiosidad.
—A los Malfoy.—respondió mientras le daba una mordida a un durazno.
—¿Narcissa te reconoció?—le preguntó Isabella mientras tomaba asiento junto a Remus, reclinándose sobre él.
—Sí, de hecho, me saludó. ¿Cómo es que ella luce exactamente igual que hace dieciséis años?—preguntó con sorpresa.
—Anastasia siempre ha dicho que las Rosier nunca envejecen. Druella, la madre de las hermanas Black, es una Rosier.
—Tú madre siempre tuvo algo en contra de ellas, ¿no?—preguntó Remus.
Isabella y Aaron rieron mientras asentían.
—Siempre decía que les daba mala espina, al final, siempre tuvo la razón. Solo con la excepción de Andromeda y bueno, Narcissa no es tan mala, su único mal es pensar en ella y su familia sobre todas las cosas.—pausó unos segundos.—Aparte, Druella siempre fue una mujer bastante atemorizante. Tan solo imagina que ella crió a Bellatrix Lestrange. Si pudiera cambiar el pasado, lo haría. No quiero que Heaven se relacione con esa familia.
—Hablando sobre eso...—musitó Remus con una sonrisa casi burlona.
Ambos Avery miraron a Remus, expectantes sobre lo que diría.
Remus rió ante la expresión del par de hermanos.—Bueno, ¿recuerdas cuando alguna vez por octubre te pregunté que si querías que Heaven se relacionara con el joven Malfoy y tú respondiste que no tenías ningún problema porque no era como si fueran a terminar juntos...?
Isabella asintió lentamente.—No me digas que...
Remus comenzó a reír.—Una de sus crisis anoche fue porque al parecer el joven Malfoy no le envió nada por Navidad.
Isabella abrió los ojos con exageración.
Aaron, por otro lado, frunció el ceño.—No estoy entendiendo.
Remus comenzó a reír.—Al parecer, a Heaven le gusta Draco Malfoy.
—Oh...—murmuró Aaron al borde de las risas al ver la expresión de Isabella.
Isabella bufó.—¡Le pedí sólo una cosa al engendro! ¡Una sola cosa!
Tanto Aaron como Remus reían ante la reacción de la rubia.
—Lo peor es que, para que Heaven lo haya casi admitido y en voz alta, no es cualquier cosa.—comentó Remus.
—¿Quién diría que a Heaven le gustan los rubios estirados?—se burló Aaron alzando las cejas con diversión.
—Siéndoles honesto, estoy bastante sorprendido. Ni si quiera sabía que se llevaba tanto con él.
—Draco es un mortífago.—murmuró Isabella con cierta preocupación.
—Isabella, tú misma dijiste que Draco no te parecía malo, no deberías preocuparte. Además, Heaven sabe perfectamente lo que hace porque es bastante inteligente y algo astuta. Si gusta de él, debe ser por algo.
Isabella cerró los ojos.—Tienes razón, no pude evitar no preocuparme. ¿James lo sabe? Porque si yo reaccioné así, no me imagino como lo haría él.
—No, sólo me lo contó a mi. Ni si quiera sus hermanos lo saben. Aparte, es de esos enamoramientos de adolescentes. ¿Qué puede salir mal?
—Decirlo así, es invocar el mal.—se quejó Isabella.
—Sólo se que muero por conocerla.—bufó Aaron.
Isabella suspiró.—Yo también. Tengo tantas cosas que decirle.—dijo con la voz algo apagada.
—Y ese día, cada vez está más cerca.—animó Remus al par de rubios, quienes lo miraban con los ojos llenos de esperanza.
***
sin editar
nota de la autora:
Primero que nada, ¿vieron que andamos estrenando estética? espero que les haya gustado tanto como a mi.
La vdd yo la amé, mi cosa fav es el nuevo separador de estrellitas <3
Bueno, ahora si,
¡Feliz 1ero de septiembre!
Quise subir este capítulo como obsequio por el día de hoy. Tenía planeado que fuera un poco más corto y de verdad no tengo ni idea de cómo llegó a más de 3500 palabras, pero en fin.
Espero que les haya gustado <3
Estoy demasiado emocionada, de verdad amo el mes septiembre y el hecho que el 12 de septiembre este fanfic cumple un año, lo hace más especial <3.
Estoy pensando en que hacer al respecto. No se si un maratón, lo sigo pensando.
¿Que les gustaría?
Puede ser hasta algo que quisieran saber del pasado que les interese saber y hacerlo en un one shot. No se si me entiendan.
Bueno, les quiero contar un mini spoiler es que, no se preocupen por la reacción de Isabella; Draco y ella se llevarán súper súper bien <3
La verdad es que estaba estaba esperando a que fuera viernes (pq es mi cumpleaños) para subir este capítulo pero no me resistí JAJAJA
¡No se olviden de votar!
Y bueno, eso es todo por hoy.
Gracias por todo <3
All the love
Francia 💐
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