Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

【 036 】



xxxvi. a bad christmas

omnisciente

Heaven estaba siendo peinada por su hermana Hazel, preparándose para la cena de navidad que tendrían con los Weasley y sus tíos Remus y Sirius.

Sin embargo, la rubia no tenía ningún ánimo de salir de su hogar, ni si quiera de su habitación.

Pero entre Harry y Hazel la convencieron de que harían todo lo posible para que Heaven disfrutara la noche.

Harry estaba recostado sobre la cama de Hazel, vestido ligeramente formal mientras comía descuidadamente directo una de bolsa de papas, regando migajas alrededor tanto de él, como de la cama de su hermana.

—¡James, estás regando todo!—chilló Hazel jalándole un mechón de cabello de forma accidental a Heaven.

La rubia le dio un ligero manotazo a Hazel.—Ten cuidado que me lastimas.—se quejó la rubia.

Harry se burló de ambas, lo cual resultó mal, pues Hazel le arrojó su cepillo.

—¿Por qué son tan agresivas?—se quejó Harry masajeando la parte herida.

—Eres un llorón.—le dijo Heaven con una ceja alzada.

—¡No! ¡Ustedes siempre me hacen daño!

Unos golpeteos se escucharon en la puerta de la habitación de la pelirroja, donde el trío de hermanos se encontraba. Interrumpiendo su recién comenzada discusión.

Una mujer de edad avanzada entró a la habitación con una sonrisa llena de cariño.

—¡Abuela Effie!—chilló Hazel corriendo hasta ella, dándole un gran abrazo.

Harry y Heaven no tardaron en copiar la acción de la pelirroja.

Heaven se abrazó a ella con bastante cariño y pudo sentir las caricias que Euphemia Potter dejaba en su rubia cabellera.

—No estábamos seguros si iban a venir.—comentó Harry.

Euphemia sonrió.—Era una sorpresa.—hizo una pequeña pausa.—¡Merlín! Los extrañé mucho. Cada vez están más grandes.

—¿Cómo han estado sus viajes?—cuestionó Hazel con una pizca de emoción en su voz.

—Bastante tranquilos. Nos tomamos nuestro tiempo en cada lugar que visitamos, la edad no ayuda mucho.—se hizo burla y los tres adolescentes simplemente sonrieron con diversión. Los ojos de Euphemia se posaron en Heaven, le sonrió de la manera más cariñosa de la que alguna vez lo hizo.

Euphemia estaba al tanto de la desastrosa situación en el hogar de su hijo y su respectiva familia; la mujer estaba bastante enojada tanto con James como con Lily, si bien sabía que todo lo hicieron por proteger a Heaven, la habían terminado lastimando más de lo que alguna vez lo imaginaron. Si había algo más que Euphemia Potter odiaba aparte de las ruidosas calles de Londres, era ver a sus nietos tristes. Y eso daba mucho a decir.

—Bueno, solo venía a saludarlos, pueden seguir arreglándose, para que se van más guapas de lo que ya son.—les guiñó el ojo a ambas chicas para luego girarse hacía Harry.—Y tú más galán.—le sonrió a Harry.

—Bajaré contigo, quiero asegurarme de dejarle suficiente comida a Bolita antes de irnos.—le dijo Harry y ambos salieron de la habitación.

Hazel seguía trenzándole el cabello a Heaven de manera calmada.

—¿Sabes? Creo que papá y mamá ya se están reconciliando, o no sé, pero creo que si, ayer estaban hablando, y no sabían que Harry y yo estábamos espiándolos en la otra habitación.

Heaven suspiró.—Es mi culpa...

—Nope.—la interrumpió Hazel.—Realmente, no lo es. Es algo entre ellos dos, pero de verdad espero que pronto lo resuelvan, todo me pone muy nerviosa.

—Yo no se para qué quieren ir con los Weasley, es la peor idea del mundo y aún más cuando estamos en plena crisis familiar. A papá le cuesta aceptar que no somos la familia perfecta que todo el mundo cree que somos y eso debería tenerlo en claro desde que Voldemort intentó hacernos daño.—se quejó Heaven.

—Yo lo sé, pero creo que lo hacen por ti. Para que te distraigas.

—Yo no se los pedí.—bufó Heaven.

—Lo sé, pero intentan recompensarlo de alguna manera. Y si no les hablas, créeme que lo intentarán todo. ¿No recuerdas cómo se comportaron después de la muerte de Cedric Diggory? Ambos sabían que había sido traumatizante para Harry y para mi. Si le hubiéramos pedido la luna a papá, nos las hubiera conseguido sin rechistar.

Heaven hizo una mueca, Hazel tenía razón.

—De verdad quiero hablar con ellos, tengo miles de preguntas, que estoy segura que no me responderán ni la mitad. Pero aún no estoy lista, Hazy. Sólo han pasado cinco días, de verdad, no sé cómo me convencieron de salir de mi cama. Todo el día tengo ganas de llorar y me siento como si fuera la persona menos querida del mundo. Es demasiado difícil y de verdad agradecería que alguien se pusiera en mis zapatos por lo menos cinco minutos y se dieran cuenta de lo horrible que es.

—Y yo de verdad odio que estes pasando por todo esto. Porque no me gusta verte triste, es raro. Y solo quiero recordarte que todos las personas que están presentes en esta casa, en este momento, te aman muchísimo. ¿Bien? No pienses que no eres querida porque no es así.

—Es algo que no puedo controlar.—murmuró Heaven con la voz apagada.

Hazel se inclinó sobre ella, regalándole un abrazo.—Yo si te quiero mucho, Heaven. No se que haría sin ti. Eres mi persona favorita en el mundo junto con Harry. Sin ustedes dos, nada sería lo mismo. Así que por favor, nunca lo olvides, o me veré en la necesidad de llorar por ello.

Heaven sintió lágrimas deslizarse por sus mejillas y se abrazó aún más fuerte a Hazel.—Yo también te quiero mucho.

Heaven caminaba enfurecida rumbo al punto de Aparición junto al resto de su familia.

Luego de bajar para saludar de la manera más cariñosa a su abuelo, Fleamont, había tenido una pequeña discusión con su padre.

Él le había exigido un poco de entusiasmo ante la fecha tan especial y eso fue suficiente para alterar los nervios de la rubia.

Heaven le había gritado miles de palabras, diciéndole que no tenía ningún derecho a pedirle que se alegara más, cuando era su culpa que estuviera así de triste.

Lily intentó tranquilizarla, pero no funcionó, de hecho, solo ocasionó que Heaven comenzará a llorar.

Fueron unos minutos eternos y bastante incómodos para el resto de la familia.

Especialmente para Harry y Hazel, que no tenían ni idea de cómo ayudar a Heaven y eso más que incomodarlos, los frustraba.

El caso no era tan diferente con James y Lily.

El hombre temía hacerla sentir peor y la mujer ni si quiera sabía como acercarse a ella.

Lily estaba bastante consciente que Heaven huía de ella, así que decidió darle un tiempo, para que la rubia pudiera terminar de asimilarlo. Al final, Lily era la que más comprendía lo difícil de la situación.

Mientras que Fleamont y Euphemia Potter miraban con sentimientos encontrados, pero habían sido los únicos capaces de tranquilizar a Heaven del ataque de llanto que había tenido a media sala de estar.

Heaven se había cubierto el rostro con sus manos, mientras sollozaba, Euphemia fue la primera en acercase y rodearle con sus brazos, mientras que Fleamont se acercaba poco a poco a contarle pésimos chistes y algunas anécdotas graciosas que le habían acontecido en su juventud.

Mientras esto sucedía, James no fue capaz de permanecer allí, así que optó por escabullirse a la cocina y soltar algunas lágrimas. E incluso algunos sollozos.

Fue descubierto por su esposa unos minutos después, la pelirroja lo rodeó con los brazos, dejando que él recostara su cabeza en su hombro y llorara tal niño pequeño.

James estaba tan enojado consigo mismo que no podía evitar sentirse la peor persona del mundo. Así que, Lily le murmuraba palabras de aliento, jurándole que iban a salir de esto juntos.

El azabache aún estaba bastante indignado con lo que Lily había hecho respecto a Heaven, pero la necesitaba. Se necesitaban uno al otro, porque nada de lo que estaba sucediendo a su alrededor era fácil.

Si querían recuperar la confianza y el cariño de Heaven, tenían que hacerlo juntos. Y no importaría si tomara días, semanas, meses o años, lo iban a lograr.

Siempre y cuando todo marche bien.

El punto de Aparición estaba a tan sólo unos pasos más, así que comenzaron a repartirse, quien se Aparecería con quién.

Unos cinco minutos después, todos se encontraban en las afueras de Ottery St. Catchpole, frente al hogar de los Weasley.

Hacía bastante frío, más de lo habitual pero el cielo estaba más despejado que nunca, logrando una vista increíblemente maravillosa.

Heaven y Hazel lideraban el grupo, yendo hasta adelante. No tuvieron la necesidad de tocar a la puerta, pues esta se abrió por sí sola.

Fred recibió a Hazel con un gran, cariñoso y largo abrazo, por otro lado, George le tendió una pequeña flor a Heaven mientras le sonreía.

—Bienvenida, Potty. ¡Feliz Navidad!—exclamó con su típico entusiasmo.

Heaven tomó la flor, para luego regalarle un corto abrazo al pelirrojo.—Hola, George. ¡Feliz Navidad!—le respondió durante el abrazo.

Los saludos, bienvenidas y buenos deseos entre todos los presentes demoraron unos minutos.

Heaven acomodó su abrigo en uno de los percheros cerca de la pequeña sala de estar. Si algo le gustaba de la madriguera, era el esfuerzo que Molly Weasley le ponía a su decoración navideña.

Se sentó con el resto de los jóvenes en en suelo, recargados sobre los sillones. Heaven se había acomodado entre Ginny y George, quedando frente a Hazel.

El ambiente era un poco incómodo debido a los sucesos acontecidos durante el último par de meses. Harry era el más retirado, sentando junto a Ron, al otro extremo de la sala de estar.

Heaven no estaba poniendo la suficiente atención a la charla, en realidad, estaba bastante entretenida jugando con la flor en sus manos.

George le pinchó el hombro para atraer su atención.—¿Qué me vas a regalar?—le preguntó el pelirrojo de manera espontánea.

Heaven lo miró y suspiró, intentando recordar lo que había conseguido para él. De pronto la idea apareció, resultaba que George le tomó afición a los sets de química de juguete. Experimentos muggles, como él los llamaba. Así que Heaven, le había conseguido uno bastante completo.

—Es una sorpresa.—le respondió Heaven.

George entrecerró los ojos, mirándola con recelo.—Está bien, yo tampoco te iba a decir que te voy a regalar.

Heaven rió.—El regalo es para ambos.—aclaró la rubia.—Pero, estoy segura que te gustará más a ti.

—¿O sea que lo compraste pensando en mi?—preguntó el pelirrojo con las cejas alzadas.

Heaven bufó.—Cállate, eso desearías.

George rió y le revolvió el cabello con diversión.—Ya se que soy tu Weasley favorito.

Heaven rodó los ojos.—Tal vez.

George sonrió triunfalmente y se dejó caer el sillón.

—¿Y Charlie?—preguntó Heaven unos segundos después al notar la ausencia del fanático de los dragones.

—No pudo venir, creo que uno de sus dragones estaba bajo riesgo de no se que. No le daba tiempo de llegar, pero al parecer, vendrá en febrero.

Heaven asintió y luego sonrió con diversión.—Charlie es mi favorito.

—Mentirosa.—dijo George cruzándose de brazos.—Te va a crecer la nariz como a Picocho.

La rubia no pudo evitar reír.—Es Pinocho.

El pelirrojo arrugó la nariz.—Es lo mismo.

Heaven volvió a reír mientras negaba con la cabeza.

Se dio cuenta, que sí disfrutaba las visitas a la madriguera y qué tal vez no fue tan mala idea. 

Durante la cena, Heaven se había sentado cerca de Fred y Hazel, charlando sobre miles de temas diferentes, aunque siempre caían a la discusión de si el color celeste era más azul o más verde.

Heaven la estaba pasando bastante bien a diferencia de los días anteriores, y se alegró aún más cuando Sirius y Remus llegaron a la par.

Sirius había pasado la mitad de la noche con los Tonks, la familia de la prima de Sirius. Mientras que Remus con Isabella y su familia, pero claro, aquello era un secreto, así que nadie más que Sirius y él, lo sabían.

Remus no desaprovechó la oportunidad, pasando por el lugar de Heaven y saludarla de manera rápida, al igual con Hazel y Fred.

En cambio, Sirius saludó a todos en general.

En cuanto la cena terminó, los adultos hablaban aún en el comedor de temas más serios, mientras que los jóvenes habían subido a la habitación Ginny.

Nadie supo como es que habían terminado todos allí. Incluso Harry.

De un lado de la habitación, estaban Ron, Hazel y Harry riendo a carcajadas de un chiste mal contado del azabache.

Mientras que del otro extremo se encontraban Ginny, Fred, George y Heaven.

Ginny peinaba a Fred, amarrándole cierta cantidad de mechones, los cuales formaban pequeñas palmeras.

Por otro lado, Heaven esperaba a que George se decidiera por el color de esmalte que quería para sus uñas.

—Heaven.—la llamó Ginny. Heaven alzó la mirada.—Neville envió tu regalo.

La rubia sonrió.—¿De verdad? Me dijo que...

—Solo qué hay un problema.—interrumpió la pelirroja haciendo una mueca.

Fred había puesto una cara de lamento, mientras arrugaba la nariz.

Heaven lo golpeó en la nuca.—¿Qué le hiciste a mi regalo?—preguntó casi indignada.

George comenzó a reír y la rubia supo que no podía ser nada bueno.

—Lo incendié por accidente.—admitió Fred.

Heaven quería reír también, pues no le sorprendía ni un poco, pero también estaba algo indignada.—¿Por qué?—su voz salió en un chillido.

—¡Fue un accidente! ¡Lo juro!—exclamó Fred alzando las manos.

George volvió a reírse.—No le creas, lo hizo con toda la intención del mundo.

—¡Mentiroso!—exclamó Fred dandole un golpe a George en la frente.—Heaven no le creas a este infeliz, juro que fue accidental. Te prometo que te conseguiré otra.

Heaven no pudo contenerse más y comenzó a reír.—Está bien, no pasa nada.

George pegó un pequeño brinco y tomó un esmalte color coral. Se lo mostró a Heaven indicándole que ese color era el escogido.

La rubia arrugó la nariz.—Que feos gustos tienes.

—Eres una grosera. A mi me gusta este color.

Heaven alzó una ceja y le tomó la mano para comenzar a pintarle las uñas.

—Mi mamá hizo tu postre favorito, strudel de cereza.—le comentó George mientras observaba como Heaven se concentraba en pintarle las uñas.

—Eso me dijo, en un rato iré.—le respondió.

—¿Y si hacemos un picnic con todos los postres? Sería buena idea. Podemos poner la mesa extensible...

—George no se puede.—dijo Heaven.

—Ush, que pesimista eres.

Heaven rió.—No soy pesimista, solo que de verdad, no se puede porque está nevando.

—Cierto —suspiró dramáticamente—, por eso odio a la gente inteligente.

Heaven sonrió.—No es por inteligente, es lógica.—hizo una pausa.—Aparte, tú eres bastante inteligente.

—Ya lo sé.—respondió George con obviedad.—Y me odio.

La rubia rió aún más.—Ya somos dos.—bromeó aún riendo.

Ambos dejaron de reír y George la observó con más atención. Pensando en que Heaven no lucía como siempre, se veía algo triste y decaída; él había escuchado a sus padres hablar al respecto pero no sabía que tan mal sería entrometerse.

Heaven era de las pocas amistades sinceras que el pelirrojo conservaba, la apreciaba bastante.

Vee.—la llamó por su apodo.

Heaven alzó la mirada y asintió.

—¿Cómo estás?

A la rubia casi le sorprendió el tono tan suave con el que George le había hecho aquella pregunta, y pudo entender a que se refería.

No iba a mentir, se sintió ligeramente avergonzada. Y sintió un vuelco en su corazón.

—Estaré mejor.—le respondió mientras sonreía con cierta tristeza.

George le revolvió el cabello con cariño.—Sabes que siempre puedes contar conmigo.

Heaven asintió, sin resistir el sentimiento, lo abrazó.—Gracias.—murmuró.

Heaven se recostó en el pasto frío y medianamente cubierto en nieve. Podría enfermarse, pero era lo que menos le importaba en ese momento.

Estaba molesta por dos razones.

James la había hecho enfurecer por segunda ocasión en la misma noche. Y aunque Heaven sabía que esa no era la intención de su padre, no podía evitar sentirse así de molesta con él.

La discusión terminó en una vez más, Heaven gritándole lo dolida que estaba, de lo miserable que se sentía al ni siquiera saber el día de su cumpleaños. El verdadero.

Heaven se sintió avergonzada, pues todas las miradas habían caído en ella. Y recordó la razón por la que no salía de su habitación.

Aún no está lista para enfrentarse a situaciones y convivencias sociales, se había forzado de más a sí misma y el resultado eran los arranques de ira que le daban.

Pudo sentir lágrimas deslizarse por sus mejillas, jamás imaginó que alguna vez pasaría la Navidad llorando.

La segunda razón por la que estaba molesta es que ya era más de medianoche y no había recibido nada de parte de Draco Malfoy.

Y aunque no lo consideraba como su mayor preocupación, le había dolido un poco.

Creyó que ambos se tenían la suficiente confianza y el suficiente cariño para enviarse regalos, al menos así lo vió Heaven.

Se sentía bastante patética pues ella sí le había enviado un regalo. Tal vez, no era mucho, pero la intención es siempre lo más importante.

La puerta de abrió y aunque tenía los ojos cerrados, supo que alguien se había recostado cerca de ella, manteniendo una buena distancia.

—Harry, déjame en paz.—murmuró Heaven.

—No soy Harry.—dijo Remus pacíficamente.

Heaven abrió un solo ojo para confirmar que si fuese su tío Remus.

—Hola.—lo saludó como si nada.

—Hola.—le respondió el castaño.

—¿Te envió mi papá?—preguntó Heaven con frustración.

Remus rió.—No, de hecho me advirtió que salir sería una pésima idea. Sirius me contó que lo sacaste de tu habitación.

Heaven rodó los ojos.—Es un dramático.

—Deberías estar acostumbrada.

Ambos rieron.

—¿Estás molesta?—le preguntó Remus. Heaven asintió.—¿Quieres contarme?

—Tío Remus, sabes que te quiero mucho pero de verdad no quiero hablar sobre eso.—le aclaró mientras se tallaba los ojos.

—Está bien, cuando estés lista, estaré para ti.—dijo Remus suspirando.

Heaven volvió a abrir los ojos. Confiaba en su tío con todo el alma, y necesitaba a alguien con quien desahogarse.

—Te puedo contar otra cosa.—dijo Heaven masajeando el puente de su nariz.—Pero no le puedes decir a nadie.

Remus la observó con una ceja alzada.—De acuerdo.—le dijo.—Pinky promise.

—Pinky promise.—repitió Heaven enganchando su meñique con el del castaño.

La rubia suspiró.—No le he contando esto a nadie, de verdad. Y de verdad, le cuentas a alguien, y le diré al tío Sirius que fuiste tú quien le escondió el perfume ese horrible que solía usar.

Remus sonrió con diversión.—No diré nada.—le dijo mientras pretendía cerrar su boca como si fuese un cierre con candado.

—Creo que me gusta alguien.—dijo Heaven con pesadez en su voz.

Remus no pudo evitar reír.—Merlín, eres demasiado dramática tú también, eso es algo completamente normal, no debes estar avergonzada por ello.

Heaven se sentó y lo observó con los ojos entrecerrados.—No te he dicho de quien se trata.

—Dímelo, entonces.—dijo Remus.

Heaven soltó un quejido.—No, es que ese es el problema. Ni yo puedo creerlo.—murmuró más para si misma.

Remus también se reincorporó.—¿Tan malo es?

Heaven asintió casi con sufrimiento.—Es terrible...—chilló y se volvió a recostar cubriéndose el rostro.—Creo que me gusta Draco Malfoy.

Remus por un momento creyó que había escuchado mal, parpadeó un par de veces y luego frunció el ceño.

—¡Di algo!—exclamó Heaven riendo nerviosamente.

Remus rió con ella.—¿Qué quieres que diga? Me tomó bastante desprevenido.—hizo una pausa.—No está tan terrible la situación, sin embargo, me sorprende. No sabía que te llevabas con el joven Malfoy.

Heaven resopló y se cubrió el rostro.—Nadie lo sabe, pero somos amigos, creo. Bueno, no lo sé. De hecho, estoy enojada con él. No me ha enviado nada por Navidad y yo a él, sí. ¡Ay, no!

Remus se burló de ella con descaro.—Esos son los gajes de ser adolescente, Heaven.

—Ya no quiero nada.—dijo con la voz chillona.

—Sigo sorprendido, no te voy a mentir. De pronto, creí que dirías que te gustaba George.

Heaven arrugó la nariz.—No, eso ya pasó. Deja de juntarte con mi papá.—murmuró en voz baja.—¡Es que ni si quiera sé si me gusta!—se quejó luego de unos segundos en silencio, refiriéndose al rubio.

—Bueno, no tiene nada de malo.—repitió Remus.—Te lo juro.

—No es nada como él aparenta que es.—dijo Heaven, al ver a Remus no tan convencido.—Me agrada mucho, me divierto cuando estoy con él y no lo sé. Aún no lo conozco mucho, pero se que es diferente a su familia, o eso creo.

Remus sonrió burlonamente.—Pero no sabes si te gusta, ¿verdad?

Heaven lo miró mal.—A veces, no me agradas.

Remus rió y le acarició el cabello.—Heaven, de verdad, si el joven Malfoy te gusta, debe ser por algo y no tiene absolutamente nada de malo. Tu siempre sacas lo mejor de las personas, y dado a lo que se sabe sobre su familia, puede resultar algo bastante bueno.

—O bastante malo.—dijo Heaven.

—No lo creo.—dijo Remus negando con la cabeza.—No tiene nada de malo que te guste.

—Ya lo sé, pero, Harry cree que es un mortífago y no lo sé, a veces, también lo sospecho, pero sobre las pruebas qué hay, ninguna cuadra con sus coartadas.—suspiró.—Igual, no es como que me vaya a enamorar de él. Simplemente, me atrae y me gusta convivir con él.

—Te acabas de maldecir a ti misma.—se burló Remus.

—¡No!—exclamó Heaven con susto.—¿Sabes? Ya no quiero hablar del tema. Me confundo más.

Remus rió.—Gracias por confiar en mi, lo aprecio mucho.

Heaven se encogió de hombros.—No tenía a quien mas contarle. Supongo que no te interesa mi drama adolescente.

—¡Claro que me interesa! El drama y los chismes adolescentes nunca pasan de moda.—se rió.—Aparte, todo lo que te suceda, es de mi incumbencia, Heaven, me preocupo por ti.—le sonrió con cariño.—Tus hermanos y tú son como mis hijos adoptivos. Siempre estoy al pendiente de ustedes.

Heaven le sonrió cálidamente.—Gracias, Remus. Los tres te queremos mucho.

Remus se fue levantando de su lugar, no sin antes dejarle un cariñoso beso en la frente a Heaven.—Y yo a ustedes.—terminó de reincorporarse y se sacudió la ropa.—¿Vienes?—le preguntó mientras ladeaba la cabeza en dirección de la casa.

—En un ratito.

Remus asintió y se giró para entrar al hogar de los Weasley.

Heaven tenía una pregunta en su mente, aunque no sabía cómo fuera a reaccionar ante la respuesta. Suspiró y con todo el valor que junto llamó a su tío una vez más.

—¿Remus?

El hombre castaño se giró completamente, acercándose.—¿Si?

Heaven tomó una profunda respiración.—¿Tú sabes cuándo es mi cumpleaños?—le preguntó con rapidez.

La expresión de Remus cambió radicalmente.—Heaven, no se si a mi me corresponda decirte...

—Por favor.—pidió.—Aún no estoy lista para hablarlo con él y es lo único por lo que muero saber.

Remus tragó saliva, y de la manera más calmada dijo: —El 9 de abril.—le sonrió una vez más, sabiendo que tendría que darle su espacio, así que siguió con su camino.

Heaven sintió una sensación de pesadez en su pecho. Así como también sintió sus ojos llenarse en lágrimas otra vez.

Tal vez, no debió preguntar.

Suspiró y miró hacía el cielo, llegando a la conclusión que esta no había sido una muy buena Navidad.

Draco nunca había sido un gran aficionado de las fechas festivas. Ni si quiera de su cumpleaños.

Era bastante claro que él no quería estar allí. Si por él fuera, estaría en su habitación, ocultándose del mundo.

La mesa rectangular y adornada pulcramente por los elfos bajo la supervisión de su madre estaba más vacía de lo habitual, en especial en una fecha como esta.

Draco no recordaba haber pasado una cena de Navidad de manera tan deprimente y aislada.

Su casa solía llenarse de gente importante del Ministerio.

De hecho, ni si quiera recordaba haber tenido una cena navideña en el comedor de la mansión. Pues las fiestas solían darse en el salón de eventos dentro de la mansión.

Era claro que este año no sería así. Su apellido ya no tenía el mismo valor que antes. Ahora eran señalados como una familia de mortífagos, lo cuál era una verdad.

Lo que provocaba que Draco odiara todo aún más.

Seguía aterrado luego de la para nada agradable visita que recibió al inicio de las vacaciones de parte de los mortífagos más respetados y temidos, apresurándolo a concluir su misión lo antes posible, recordándole que su vida y la de su madre estaban en riesgo.

Esa misma noche, no durmió ni un poco, en realidad, se la había pasado dentro de su baño, vomitando por los nervios y el estrés.

Pero allí estaba, como si nada de eso hubiese sucedido días atrás, sentando en la mesa, con uno de sus trajes más elegantes, frente a su par de mejores amigos, la madre de uno de ellos y su propia madre.

En parte, Draco estaba agradecido con Gianna Zabini, pues su madre tampoco la estaba pasando tan bien, y la sorpresa que le preparó, la había alegrado de cierta forma.

Sintió un escalofrío recorrer su espalda al recordar los sollozos que su madre soltó en su habitación cuando creía que él ya estaba durmiendo.

Sacudió la cabeza, evitando regresar a ello.

Alzó la mirada, y se dio cuenta que no tenía ni idea de que conversaban los demás presentes. Así que simplemente se dedico a escuchar y asentir de vez en cuando, intentando demostrar que ponía atención.

Sin embargo, falló rotundamente. Seguía tan absorto en sus pensamientos que ni siquiera notó cuando el elfo doméstico de había acercado a informarle que le había llegado un paquete.

Draco lo tomó con el ceño fruncido, pensando en que ya había recibido los regalos de los pocos amigos que mantenía en Hogwarts.

Le agradeció al elfo en voz baja para luego ordenarle que se retirara.

El paquete no era tan grande pero tampoco pequeño, y era ligeramente pesado. Estaba envuelto en un papel color verde, y un moño gris estaba pegado en la esquina superior derecha. Lo volteó y encontró una nota.

"Feliz Navidad, Draco"

No tardó mucho en reconocer la letra, y cuando se dio cuenta de quién se trataba, no puedo evitar esbozar una pequeña pero sincera sonrisa. Sintió que sus mejillas le ardían ligeramente, al igual que sus orejas.

Jamás se imaginó que Heaven le fuese a enviar algo, mucho menos después de lo que sucedió entre ellos.

Su felicidad se cortó cuando recordó que él no le había conseguido nada. Cerró los ojos y se maldijo a sí mismo.

Pero tenía dos buenas excusas.

La primera trataba sobre que él si consideró regalarle algo. Pero no se imaginaba como fuese a reaccionar. Y más cuando la última vez que estuvieron juntos, la rubia había huido. ¿Cómo iba a saber que la joven sacaría el valor para enviarle un regalo de navidad?

Y la segunda era que debía admitir en durante los últimos días, se había olvidado de Heaven. Estuvo tan absortó en sus problemas que olvidó lo feliz que lo hacía aquella Ravenclaw. Se sintió agradecido al sentirse así una vez más.

Dejó el regalo a un lado, sintió una mirada sobre él y se giró hacía donde provenía.

Narcissa lo miraba con una ceja alzada y ligeramente sonriendo.

Deseó que su madre no hubiese presenciado el momento anterior.

La convivencia duró un par de horas más, Draco había deseado que terminara desde que recibió el regalo de Heaven.

La despedida fue bastante larga para Draco, solo quería correr a su habitación. Habló con Blaise y Theo por unos minutos, y luego, los tres desaparecieron por la chimenea.

Draco tomó el regalo y como lo tuvo planeado, corrió hasta su habitación, echándose en su cama.

Abrió el regalo con cierta desesperación. Sonrió al ver la cantidad de golosinas muggles que Heaven le había enviado.

Lo que pudo reconocer de manera inmediata fue un paquete de galletas Oreo's, las cuales se habían convertido en sus favoritas.

Sin pensarlo dos veces, abrió uno de los envoltorios, llevándose una galleta a la boca.

Rebuscó entre la caja y se sintió algo desilusionado al no encontrar alguna carta o si quiera una nota más.

Escuchó un golpeteó en su puerta, murmuró un "Adelante" y su madre entró a la habitación.

—Feliz Navidad, Draco.—le dijo Narcissa, se sentó en el borde de la cama, entregándole una caja pequeña adornada con un simple moño azul.

Draco le sonrió.—Gracias, madre.—le agradeció tomando la caja. La abrió de manera cuidadosa, se trataba de un reloj bastante elegante y sofisticado.

—Solía ser de mi padre, lo mandé a darle una arreglada y yo se que esto se acostumbra para cuando los magos jóvenes cumplen diecisiete, pero se me hizo algo especial.—suspiró.—Tal vez, no lo recuerdas pero cuando eras pequeño, solías pedírselo a tu abuelo.

Draco sonrió. Estaba acostumbrado a que los regalos fueran superficiales y que con eso fuera suficiente, esta vez, era diferente. Tal vez era una tontería, pero para él significó mucho más que Narcissa le diera un significado especial a aquel reloj.

—Si lo recuerdo.—dijo Draco con una pequeña sonrisa.

—Hace unos años por estas épocas te hice una promesa. Que jamás permitiré que te hagan daño, tenlo en cuenta. ¿De acuerdo? Te prometo que saldremos de esto juntos, Draco. Te prometo que algún día dejarás de tener miedo de toda esta situación tan horrible.—le sonrió con cariño y acarició el rostro de su hijo.—Lamento tanto que los errores de tu padre te hayan puesto en esta difícil situación. Lamento tanto haberlo permitido...

—Está bien, no es tu culpa. ¿Sí?—murmuró Draco interrumpiéndola.—Gracias por todo. Te aseguro que jamás me has fallado. Pero no quiero seguir hablando del tema.

Narcissa asintió mientras se limpiaba las lágrimas que se le escaparon. Miró el desastre que Draco había hecho en su propia cama y rió ligeramente.

—¿Quién te ha mandado ese regalo?—preguntó con curiosidad.

Draco se encogió de hombros, intentando no darle tanta importancia.

—Puedes contarme con toda la confianza del mundo, Draco. ¿Es Pansy, otra vez?

Draco abrió los ojos con exageración y negó repetidas veces con la cabeza.—No.

—Está bien si no me quieres decir, no te voy a presionar. Sin embargo, me da curiosidad, desde que te llegó, tu actitud cambió completamente. No se quién sea pero me alegra que te haya hecho sonreír, aunque sea por un instante.

Draco volvió a sonreír.—Ya lo sé.—hizo una pausa.—Es una chica que ya la conocía pero apenas nos comenzamos a conocer más.

Narcissa asintió lentamente.—¿Te gusta?

—Más de lo que quisiese admitir.—infló sus mejillas.

Esta vez, fue Narcissa quien sonrió.—No sabes cuánto me alegra. ¿Le pedirás que sea tu novia?

Draco hizo una mueca.—No lo sé. No estoy seguro si le gusto. Aparte todo está pasando muy rápido y...—se detuvo.

—¿Y...?—cuestionó Narcissa.

Draco resopló.—Nunca ha dado indicios de que le gusto, sin embargo, el último día... Salazar, no puedo creer que te estoy contando esto.—se cubrió el rostro con las manos. Narcissa rió.—El último día la besé y ella me correspondió pero luego huyó, y me ignoró completamente en el Expreso de Hogwarts.

—¿Y ahora te envió un regalo de Navidad?—preguntó la mujer señalando el desorden.

Draco asintió.

—Está confundida.—dijo Narcissa.

—¿Cómo sabes?—le preguntó Draco.

Narcissa alzó las cejas.—Sólo lo sé.

—¿Y eso es bueno o malo?—preguntó Draco.

—Es como cuando un vaso con agua está a la mitad. Algunas personas lo ven medio lleno y otras medio vacío.

Draco no entendió pero asintió, siguiéndole la corriente.—Tienes razón.—dijo.—¿Sabes? Yo no le envié nada. ¿Crees que se moleste?

Narcissa hizo una mueca.—No lo sé. Tú eres quien la conoce, no yo.

Draco bufó.—¿Podrías acompañarme un día de estos a comprarle un regalo?—preguntó unos segundos en silencio después.

Narcissa asintió.—Por supuesto que si.

Draco le sonrió.—Gracias.

La mujer le sonrió y tuvo el atrevimiento de tomarle un par de galletas. Draco la miró con cierta sorpresa.

—¿Te gustan?—preguntó el rubio.—¿Las conoces?

—Sí y sí.—respondió con una sonrisa.—Tu tía Andromeda y yo solíamos comerlas a escondidas.—dijo con nostalgia.—En fin, que tengas buena noche, Draco.

—Igualmente, madre.—le respondió con una pequeña sonrisa.

Narcissa se levantó de la cama, dirigiéndose a la puerta, sin embargo, antes de salir se dio la vuelta.

—Draco...—lo llamó.

El joven alzó la mirada.—¿Si?

—Me gustó hablar contigo y me alegra que ahora me tengas más confianza, también. Te quiero, y recuerda que siempre puedes contar conmigo, para lo que sea.—Narcissa le dijo con suavidad.

—A mi también me agradó, gracias y buenas noches. Yo también te quiero.—le respondió en voz baja.

Narcissa asintió y salió de la habitación.

Draco se recostó en su cama, quitándose los zapatos con sus pies.

Estaba encantado con la nueva relación que ahora tenía con su madre, aquello lo hacía más feliz de lo que imaginaba.

Por otro lado, se quedó pensando en Heaven Potter, preguntándose que podría regalarle, hasta que se quedó dormido.

***
sin editar

nota de la autora;

Basta, ¿sabían que acaban de leer más de 5620 palabras? Chao, no se de donde salió tanto, este es el segundo capítulo más largo que he escrito en mi vida.

¿Que opinan del capítulo?

BASTA AMO TODO PERO TMB LLORO

a Heaven le tan ataques de llanto y yo lloro con ella</3

SE NOTA QUE EN ESTE CAPÍTULO SAQUÉ MIS FRUSTRACIONES SOBRE GEAVEN??! JAJAKSKSKSKAJAJA (x si no lo saben yo digo que Heaven y George son novios porque los shippeo, Saturno? Saturno su canción) pero en fin

La amistad de Heaven y George >>>>

Narcissa y Draco hablando sobre Heaven >>>>

En fin, gracias por todo, les hago el friendly reminder de qué hay un grupo de WhatsApp x si gustan entrar.

Actualizar en la madrugada es mi pasión.

All the love

Francia 💐

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro